Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Héroe del tiempo: La Maldición de la Luna Roja por Heartshaoi

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Quería subir este capítulo lo más antes posible, uff, que en serio me siento emocionado, no se imagina... :)

 

 

Espero les sea de su agrado.

 

 

 

¡A leer!

 

Capítulo  7:  Ganandorf


 
El poder que Zelda emanaba era suficiente para hacerlo temblar, su mente, cuerpo y alma entera se hallaban entregadas totalmente solo para evitar perderse cualquier instante del príncipe, temía parpadear y que desapareciera sin saber a donde fue. 
 
Otra noche más Link presenciaba con una infinita admiración y profundo miedo, la magia que un ser vivo como él podía soportar, y la luna  roja que no quería salir del espectáculo, pendiente de sus cómplices no paraba de dar su brillo infernal en cada rayo ardiente, convirtiendo todo lo que tocase en el escarlata más brillante que pudiera existir jamás. 
Para los niños aquella noche lucía más apaciguada que otras anteriores, Link lo sabía, la esmeralda Kokiri en el pecho del príncipe era una fortaleza, un escape a lo que por fin tantos años el niño vivió bajo la maldición.
 
Zelda ya no se retorcía ni ardía bajo la flama mágica de la luna, su cuerpo solo brillaba como si de un hada se tratara, y su mente ya no se perdía en el dolor pasado, solo se concentraba en no dejar escapar ni una sola mirada de Link, sabía que el Kokiri lo distraería aunque fuese solo un momento el que alzase la mirada, y al saber de su debilidad se apartó y mantuvo su distancia en vez de buscar apoyo como en otras ocasiones pasadas.
 
 
La noche no duró como siempre, la nana Zelda fue suficiente para detener el estado en suspenso del príncipe, el cual no pronunció muchas palabras al ver a Link a los ojos, parecía que se había tragado todo sus comentarios en una bocanada de aire justo cuando el niño del bosque lo tomó del brazo por temor de verlo caer.
 
Link entendía el silencio, y le parecía que no debía alarmar el corazón de la realeza con sus comentarios y preguntas llenas de curiosidad, prefería llevarlo y cuidarlo como se le ordenó, a pesar de tener miedo de romperlo, lo tomó del brazo y lo recargó en su espalda. 
 
—¿Estás bien? —  decidió por fin romper el hielo entre los dos, el tenerlo tan cerca no le era precisamente lo más cómodo del mundo.
 
Zelda alzó su mirada al escucharlo, emocionado de esa nueva experiencia, de tenerlo en el silencio del pasillo, parecía que había nacido solo para verle llegar, sus sueños se hacían realidad poco a poco que conocía a Link, su corazón vibró y sus brillantes ojos azules se vieron sorprendidos por unas pequeñas lágrimas de emoción, no se sentía mal, no le dolía nada, los dos lo sabían, y que Link fuese tan esmerado con él le causaba un mar de emociones incomprensibles.
 
 
—Sí— y al contestar sintió que su acompañante reía ligeramente. —¿De que te ríes eh? — le dijo algo nervioso pero autoritario a la vez, después de todo, seguía siendo El Príncipe.
Link apretó los labios al ver de nuevo a aquel mismo niño que conoció, aquel rebelde y osado niño que no temía expresarse con el corazón.
 
—Eres igual de pesado que antes— le contestó en un tono gracioso, riéndose otra vez, mirándolo y olvidando lo vivido. Link se sentía alegre de saber que no habría más dolor en su acompañante así que no podía evitar su estado de juego, quería animarse y dejar de sentir que vivía en un infierno.
 
 
—¡¿Qué?! — Zelda sonrió pero sus ojos siguieron tensos al corresponder la mirada verde de Link...
 
—Pues tu actúas igual que en mis sueños, sí, sí, sí, no recuerdo mucho todo lo que he soñado pero se que me harás feliz.
 
Ahora era el turno de Link en palidecer.
 
...
 
Siguieron bromeándose hasta que cansados se quedaron dormidos en la habitación real, Impa los observaba desde afuera,  cuidándolos como siempre manteniendo su distancia en la noche carmesí, la nobleza del corazón de Zelda le era admirable, la valentía de Link le confortaba y calmaba su alma, ver que su niño no se encontraría solo nunca más le alegraba sobremanera. La carga que había vivido se esfumaba, pero el peso de los secretos aún le hacían perderse en la vergüenza cuando su niño le preguntaba algo del pasado.
 
Ser la guardiana sagrada del futuro sacerdote no le era sencillo, debía esperar el día en que Zelda crezca y sea un líder para poder contarle con seguridad la verdad tras la maldición, el por qué es él quién sufrirá más adelante, y la destinada muerte del héroe...
 
Lo único que temía era que su niño no llegue a ser sacerdote, para lograrlo debía conservar su pureza, su cuerpo debía ser el templo de la humanidad, aquel que fuese imposible de tocar si quiera por un dios. Temía el día que creciera y no pudiese controlarlo todo como ahora. Otro requisito era que ore en todos los templos sagrados, que purifique su alma en cada terreno de Hyrule...
 
Solo eso bastaría para que el príncipe cumpla su destino... Ser el primer sacerdote de los 7 elegidos para cuidar el reino sagrado del mal. Aunque sabía que si pudiese recuperar las memorias de la diosa sería mucho mejor, pero lo dudaba, la maldición de la luna no lo permitiría jamás. 
 
Aún así, las esperanzas eran esperanzas que nunca debían morir.
 
... 
 
La mañana llegó y la despedida era motivo de que Link se hallara cabizbajo, otra noche más pasaba cerca de Zelda, todo para ser separado como si fuese una molestia. Sabía que era lo correcto, debía volver a la fortaleza con los guardias y entrenar, pero no sabía cuando volvería a ver a ese niño que se despedía de él desde el balcón más alto del castillo.
Le correspondía su despedida con anhelo de quedarse cerca de él, después de esos meses vividos solo quería seguir cerca de alguien que le haga sentir como en casa como lo lograba hacer Zelda con sus risas, con sus juegos —a veces extraños— pero igualmente juegos de niños propios de su edad. Todo lo que vivió en su habitación durante la noche era algo que, sin duda, deseaba repetir.
 
Quería escaparse de la fortaleza, de los adultos que lo forzaban a ser igual, no negaba que le gustaba entrenar, pero estar rodeado de personas mayores ya no le parecía interesante.  Era un niño, y necesitaba interactuar con alguien de su igual. Sin quererlo se acostumbró al niño de ojos azules, sin darse cuenta le permitió entrar en su vida, en sus pensamientos, y un poco más tarde que Zelda, se dio cuenta que se llevarían muy bien. 
 
Link era un poco lento para ciertas cosas.
 
En cambio el príncipe desde un principio supo que no deberían separarse nunca, lo consideraba parte de él, y aunque no lo demostraba, se sentía igual de feliz al tener su primer amigo. 
 
Navi que lo acompañaba siempre, le daba su espacio y lo dejaba de molestar cuando lo veía ensimismado, veía como su corazón cambiaba y se moldeaba ante las situaciones. Ella concordaba con Zelda...
 
—Ustedes dos están destinados— le dijo al salir de sus ropas. 
 
Link agradeció que solo él la pudiera escuchar y brincando en un salto la atrapó entre sus manos.
 
—¡No puedes andar diciendo cosas vergonzosas así de la nada! —le contestó alterado, como si hubieran rebelado un secreto suyo.
 
—¡Pobre de ti que lastimes mis alas!— Link la soltó pidiendo disculpas.
 
—¿A que te refieres? —le dijo intrigado, pensaba que su destino era salvar el reino y todo lo que le contó Impa de la leyenda. Se preguntaba si tendría otro destino más, en donde pudiese ser feliz...
 
—Tú corazón ya no late igual que antes, si no te acuerdas aún soy tu hada compañera, así que podré ver a  través de ti hasta que  pongas una barrera entre los dos, y por lo que veo te sientes feliz con Zelda.
 
Link no olvidaba que Navi era como una extensión de él, que sabía sus pensamientos, y todo aquello que pasaba por su mente. Según le contó una noche, para poder sellar su mente de aquella comunicación debía hacerse del poder otorgado por la gran hada en la fuente mágica del reino Goron.
 
Link ya no contestó, y siguió su camino anhelando el día en que por fin pudiera sellar  su mente del resto. Olvidó la pequeña conversación porque le esperaba otro día al lado de Evan, seguro le dejaría como trabajo acumulado cortar madera para 3 días y necesitaba prepararse mentalmente para ello.
 
Y como lo predijo, lo fue.
 
Pasó más de una semana sin tener contacto con Zelda, o si quiera algo de comunicación con el castillo, pero para su sorpresa lo invitaron para algo que no tenía idea se lo podría permitir a un plebeyo como él.
 
Los 11 años de Zelda eran dignos de celebrarlo a lo grande, y tras vivir su primer banquete en la mesa de la realeza comprendió lo muy bien aceptado que era el príncipe, que ha pesar de no poder recibir invitados—ya que no se le permitía el contacto con lo externo— igual le enviaron de la ciudadela obsequios y ofrendas en su nombre, agradeciendo su labor y bendiciendo su futuro. 
 
Zelda era mayor que él por un par de meses, lo observaba mientras abría sus regalos y notó que era ligeramente más alto, no pudo evitar detenerse en ese cabello rubio brillante y esa sonrisa infantil imperfecta que era lo más sobresaliente del salón.
 
—Zelda es un niño lindo— dijo el hada al notar la admiración de Link, el cual no pudo evitar la pena al verse descubierto por  Navi. 
 
 Solo se hallaban los guardias reales, 
Impa, el Rey y Link en una reunión que parecía de lo más normal en épocas de paz, lo único que arruinaba esa tranquilidad eran la noches rojas, aquellas que llenaban de monstruos los lugares que no habían sido bendecidos.
 
La sonata de recibimiento sonó  en todo el salón, aún era de medio día cuando la sorpresa invadió el rostro del Rey. Impa cerró los ojos y concentrándose en el pequeño silencio que había entre el final de la melodía y el abrir de las puertas, descubrió a su visitante antes de verlo. 
 
—Príncipe, quédese a mi lado.
 
Fue lo único que pudo pronunciar, la música de compañía había dejado de sonar, el Rey se adelantó antes que su inesperado invitado y caminó al centro donde se hallaba su trono a lado de sus guardias que lo siguieron empuñando sus lanzas, listos para cualquier imprevisto.
 
Link sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, no podía despegar su vista de ese hombre pelirrojo que caminaba con gallardía escoltado por unas mujeres vestidas con ropas de seda, y cubiertas de la mitad del rostro.
 
 
—Ganandorf, no te esperaba el día de hoy. ¿Acaso olvidaste a tus mensajeras?
 
—Gaépora, ¿el tiempo te ha hecho olvidar los modales? No pensé que fuese tan desagradable mi presencia en este día tan especial.
 
Ganandorf volteó a mirar a Zelda y sonrió al observarlo completo, saludable, como si ese fuese su propósito.
 
—Teníamos un trato, no debiste volver, ya te di lo que esperabas, ¿Acaso las tierras del desierto no son ya de tu uso?— La voz del rey era impaciente, de rato en rato observaba a su hijo  que permanecía pegado a Impa. En su rostro reflejaba su deseo de terminar todo tan rápido como empezó.
 
—Claro que sí, pero aquello era momentáneo, ¿esperaba que me complaciera con un pedazo de tierra en vez de lo que me prometió hace 11 años?
Estimado Gaépora, he vuelto tras su rechazo, hace exactamente un año atrás se cumplió la fecha donde me entregaría a Zelda, cuando su tierra se vio en caos, mi reino fue quién le ayudó a salir de la pobreza, alimenté su ganado moribundo con mis cosechas y usted rompió su palabra ¡Su promesa la cual voy mas de una década esperando!
 
—¡Ganandorf! ¡Le pido su discreción!
 
Zelda observaba al moreno, habría dado todo por olvidar aquellas palabras, o por simplemente creer que son mentiras, pero no lo eran, la cara de su padre decía la verdad, él debió ser entregado como un intercambio. No pudo preguntarse para qué exactamente Ganandorf lo quería, pero si su padre no había cumplido su palabra entonces significaba que no era nada bueno.
 
Impa no dudo y tomó al niño entre sus brazos, y salió de la escena, Ganandorf escudriñó a la sheika y parecía que la amenazaba con sus afilados ojos ámbar claro. 
 
Link se quedó en una pieza, parecía invisible ante los hombres delante suyo.
Él tampoco podía creer lo que escuchaba...
 
—Gaépora, Gaépora... me estás obligando a conseguir lo que tu ya sabes por otros medios...— dijo sarcásticamente  mirando a sus guardianas que le sonrieron igual de malintencionadas. —La trifuerza Gaépora, eso es lo que me importa desde que me negaste a Zelda. No  hubiera optado por algo tan magnifico si el niño estuviera conmigo... Pero sin tu hijo será muy difícil conseguirlo, más no imposible.
 
El rostro del Rey palideció, y la victoria ya estaba dada en Ganandorf...
 
—Podrás buscar el poder por tus propios medios, pero nunca te daré a mi hijo, el trato era que naciera niña, era lo que decían los escritos sobre la princesa que nacerá de la diosa, pero no fue así, y aún si lo hubiera sido ¡Nunca te la hubiera dado! ¡Ya conozco tus intenciones Ganandorf! ¡Nunca obtendrás el poder de la diosa Hylia a través de mi hijo y nunca hallarás la trifuerza, no conoces como entrar al reino sagrado!
 
Los guardias que acompañaban al rey empuñaron sus lanzas en dirección de Ganandorf, y sus guardianas colocaron sus cuerpos como un escudo delante de su propio Rey.
 
Dos Reyes a punto de romper la paz de Hyrule...
 
—Solo vine a tantear mi suerte, talvez obtenía a tu hijo en este año... Sin embargo, quedas sentenciado Gaépora, te di una oportunidad más y la rechazaste, prefieres aferrarte a tu hijo que salvar la tierra que ahora se muere fuera de tus murallas, la paz no te durará para siempre, conmigo y mi poder ya hubiéramos sellado la maldición de la luna...
 
—¿Qué? ¿Con tu magia negra que solo trae desastres a los inocentes? 
 
—Es mejor eso que un mundo donde los monstruos destruirán todo la vida y existencia.
 
— Mi hijo puede detener la maldición del caído sin ti. No puedes engañarme con tus idealismos retorcidos....
 
Ganandorf, rio y comenzó a caminar hacia la salida, dándole la espalda hablar.
 
—¿Cuando será eso? Cuando pueda ya será demasiado tarde, y no se preocupe su majestad, descubriré como obtener la trifuerza y su tierra con su gente será la primera en desaparecer... Deseaba un mundo de paz entre nuestros reinos, pero usted falló, y mis ansias se vieron vacías ante su mentira... 
 
El moreno miró una ultima vez al Rey y dijo—No olvide que soy muy paciente Gaépora, el tiempo me dará lo que deseo...
 
El Rey del desierto desapareció en el umbral de la puerta marfilada y hasta que el sonido del galope no comenzó, el anciano Rey de Hyrule no sintió paz...
 
Observó a Link que se hallaba inquieto en la mesa del banquete y pensó:
 
"Yo aún tengo una jugada bajo la manga"
 
...
 
La escolta dirigida por Evan acompañaba a Zelda a sus aposentos, con Impa en la cabeza de la caballería el niño cruzó todo el castillo hasta el cuarto más resguardado que pudieran tener.
 
La mujer de cabello platinado no podía cruzar miradas con el cumpleañero, que para mala suerte había escuchado información que no se le había permitido saber nunca antes.
 
—Hey Impa...—la mirada triste de Zelda le partía el corazón a la sheika que cabalgaba detrás suyo.
 
—Ya  falta poco para que lleguemos— le tuvo que cortar por miedo a que comience a hablar delante de más guardias la escena vivida. Si bien la guardia personal tenía permitido saber de la realeza, no podían saber lo que Impa pensaba contarle a Zelda de su pasado. Sabían del intercambio con Ganandorf, y del poder del príncipe para salvar el reino, más  no de Link y su papel en el futuro, mucho menos de como obtener la trifuerza, conocían el símbolo pero no compartían ningún deseo de obtenerla, para la guardia su vida era la  familia real, y Evan como líder no tenía personas que fuesen capaces de ambicionar el poder de las diosas, se consideraban indignos para si quiera pensar en aquello.
 
Cuando por fin Impa se halló a solas con Zelda, no pudo detener las preguntas que el menor le lanzaba, una tras otra, peores en cada interrogante, e intentándolo calmar lo tomó de los hombros, obligándolo a sentarse en la cama, pidiéndole silencio, arrodillándose para colocarse a su altura. Estaba lista para hablar y cuando quiso comenzar a contar lo que tanto había callado, Zelda empezó a llorar, sus ojos rojos por la presión no combinaban con su expresión de enojo, la rabia de no saber nada le molestaba y le entristecía a la vez...
 
—¿Por qué me iba a entregar a ese hombre? ¿Acaso no he cumplido con todo lo que me pidieron?... No entiendo Impa, no entiendo nada...
 
Sus pequeños sollozos hicieron que la mujer se sintiera desdichada, culpable, cada lagrima que veía le parecían dagas en sus manos, sus manos que secaban el infantil rostro del príncipe.
 
 
—Contaba la leyenda de una niña, que nacería de un Rey que estuviese casado con una Hyliana, aquella niña seria quién evidencie el futuro y marcaría un nuevo comienzo en la historia de Hyrule. Todos esperamos que fueses una niña, tu nombre femenino que nunca te gustó fue puesto por tu madre que creyó en ti hasta el momento de su temprana muerte.
Zelda... naciste varón un día de luna roja, como hoy también lo será, y fuiste la esperanza más grande que pudo tener el reino entero.
Y lo fuiste, cumpliste cada paso indicado cuando ni siquiera podías hablar bien.
El error fue creer ciegamente en la leyenda, el tiempo cambió, la maldición que dejó el caído afectó el transcurso de los hechos, tu poder de sabiduría debería despertar cuando cumplas 14 años y termines de orar en la fuente de Lanayru...
Sin embargo, el creer que fueses a ser la reencarnación de la diosa Hylia fue nuestro máximo error, y Ganandorf, conociendo esta historia decidió cuando aun estabas en el vientre de tu madre que serías de él.
 
Zelda tomó aire, su corazón no soportaba tanto, sentía que estallaría si escuchaba lo que suponía y temía...
 
—Cuando la guerra civil estaba en su máxima expresión, Ganandorf tenia solo 12 años y había sido coronado rey de las gerudo, su nacimiento  también había sido especial, ya que las gerudo son solo mujeres, y según la leyenda de su tribu, el rey que las gobernará solo nace cada 100 años. Y Ganandorf con su poder sobre las masas, ayudó a tu padre y él a cambio prometió que su hija —Tú— serias su esposa cuando cumplas la edad correspondiente.
 
La cara de Zelda se retorció en una seña de desagrado. Lo había sospechado, pero que fuese real le daba escalofríos.
 
—Cuando viniste al mundo, y la noticia de tu masculinidad se propagó por todo Hyrule, Ganandorf volvió a ver a tu padre y mi rey canceló su palabra desde un principio, no podías ser la esposa de ese hombre porque eres un varón que nació bajo la bendición de la diosa, tu destino es diferente, y él lo sabía... pero aún así, ese maldito ha hecho todo lo posible para meternos en problemas. Solo no quiero que dudes de tu padre, querido Zelda, cuando tu padre descubrió las verdaderas intenciones de Ganandorf de hacerse el poder de la trifuerza, no dudó en protegerte, mi Rey siempre lo supo desde que vio al rey Gerudo dar canticos de magia negra, invocando a los intrusos del crepúsculo...No olvides que tú nacimiento volteó todo lo que se pronosticaba, contradijiste todo lo que el mundo esperaba... la línea del tiempo cambió desde que llegaste. 
 
—Y si yo no nací como la leyenda dice, ¿Por qué tengo que hacer lo mismo que cuenta esta?
 
—Porque que hayas nacido como eres no significó que no hayas recibido los poderes de la diosa, y como Ganandorf supuso que por ser varón no tenías lo que necesitaba se alejó, y cuando descubrió tu labor en los días de luna roja, regresó a por ti, año tras año hasta tus 10 primaveras. Creímos en un primer instante que los dioses se habían equivocado, pero la marca en tu espalda demostró lo contrario.
 
Zelda no sabía que pensar, la marca de su espalda no le era agradable hasta que vio la misma en la mano de Link, la trifuerza siempre lo acompañó.
 
—Mi querido niño, perdóneme..., no soy digna de su nobleza — fue lo ultimo que pudo decir la sheika antes de levantarse para abrazar a su príncipe.
 
—Te creo Impa, ¿Eso significa que no es mentira eso de ser un sacerdote? ¿Podré algún día salvarlos a todos?
 
 
—Sí lo serás, a todos salvarás...
 
 
Y la mujer pensó en Link, buscando en su conocimiento la manera de  salvar también al niño del bosque...
 
 
El héroe elegido, el insalvable héroe de tiempo.
 
 
 

Notas finales:

Me esconderé en mi caja anti tomates, ya se que no debí terminarlo ahí D:  

 

No vayan a crecer aún mis niños :(

 

Espero les haya gustado

 

-Heart


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).