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Héroe del tiempo: La Maldición de la Luna Roja por Heartshaoi

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Notas del capitulo:

Perdonadme si alguien leia esto, me desaparecí :c 

No tengo justificacion, pero espero que si alguien lo lee le guste.

 

...

 

¡A Leer!

Capítulo 8:  El poder del amor

 

“La primavera llegará, aunque no nazcan flores en su bienvenida”

 

El tiempo pasaba muy rápido cuando entrenaba, deseaba al menos poder tener un poco de distracción, pero no podía dejar de lado sus deberes. Evan lo presionaba cada día más, había pasado ya sus once años y según la cultura Hyliana, estaba en edad perfecta para ser un aprendiz oficial de guerrero.

¡No podía olvidar la noche en que conoció a Ganandorf, un miedo que jamás había tenido se había alojado en su mente… ah!  Pero sabía que la valentía no se media por no tener miedo, él sabía que, aunque temiera por aquel rey de la oscuridad, no se rendiría, tenía que ayudar al príncipe en el camino de salvar al reino de la maldición. Por eso mismo había decidido comenzar su viaje lo más pronto posible, ya se había convertido en un experto usando el arco y flecha, las espadas aún eran muy grandes para su pequeño tamaño, pero había otras técnicas que podía usar con armas blancas pequeñas, con venenos.

Link ya tenía planes para cuando finalice el último mes de verano, pronto la primavera llegaría y comenzaría su siguiente salida,  ya tenía la primera piedra en sus manos, solo faltaban otras dos para poder terminar su misión – o eso creía – le parecía eterna las horas por que se encontraba solo, alejado de su reciente amigo Zelda, entrenando sabiéndose que no podía dar marcha atrás, debía proteger a todos a su alrededor, todos dependían de él y el príncipe. Navi lo acompañaba y eso lo mantenía en pie, su necesidad por saber más del mundo exterior crecía cada día, solo podía leer en trozos de tela cuales eran las ciudades que pronto conocería.

La siguiente misión consistía en viajar para encontrar el rubí goron, había ya conversado con Impa sobre su paradero la cual, aunque había sido una explicación vaga, había comprendido que su viaje sería muy largo, pasando primero por Kakariko, la segunda villa más grande en todo el reino de Hyrule, así mismo escalar la montaña de la muerte, solo para llegar a conocer al líder Goron Darmani.

Estaba tan emocionado de su salida, que los preparativos para esta no se hicieron esperar, aunque estaba asustado de tener que arriesgar su vida, no perdería la oportunidad de viajar como tanto había soñado. La única pena que llevaba encima era dejar al príncipe, no sabía con exactitud cuando volvería, no sabía si quiera si regresaría, pero al ver la sonrisa de su igual le daba todos los ánimos para continuar.

-          Espero estés llevando todo lo que te indiqué, sabes que no conseguirás botellas de vidrio en otro lugar tan fácilmente – le había dicho Zelda a la vez que guardaba objetos en una gran bolsa de cuero negro.

-          Sí, no me olvidaré nada, gracias – no miraba a su acompañante, sentía nostalgia, había llegado de su pueblo para encontrarse con él y ya estaba listo para partir de nuevo en esa aventura…

 

-          Hey Link, ¿no le pedirás la bendición antes de partir?

Link miraba confundido a Navi la cual no paraba de volar en frente de los dos niños.

-          ¿Cuál bendición? – había contestado sin querer en voz alta, a la cual el otro muchacho escuchó.

-          ¡La bendición mía! ¡Sí, cómo podría olvidarme de algo así! – Zelda tomó de las manos a Link para acercarse lentamente y no permitirle huir, besándole con un tierno beso de piquito en sus labios, tensos, lleno de bochorno por no saber que hacer. Alejándose, por poco no corrió despavorido si no fuese una orden real quedarse en custodia a su lado.

 

-          ¡Listo, con esto estoy seguro nadie te quitará la vida! Solo yo…

 

¡¿Qué?!

 

Link no pensaba ir a morir a la montaña de la muerte, aunque esta sonase terrorífica, no creía que solo por ir a pedir el rubí goron estuviese en tanto peligro, mucho menos como para desear un beso de su amigo ¡Qué tenía en la cabeza! ¿Acaso no recordaba que debía ser un sacerdote? Link sabía perfectamente que no debían ser tocados – o eso le había dicho Impa.

El rostro asustado de Link, había preocupado al rubio, queriéndole explicar antes que se vaya de su vista otra vez, quería decirle…

-          Esta es mi bendición, siempre lo haré, aunque no quieras, es el destino ¿Entiendes? Es lo que veo en sueños contigo, es mi deber cumplir y hacer realidad cada una de mis premoniciones…

El pequeño kokiri lo observaba seriamente, algo en su tono de voz le inquietaba, observaba la expresión ajena llena de pesar, un sentimiento de malestar era compartido a la hora de decir adiós.

-          Antes que te vayas, prométeme algo – la voz de su príncipe sonaba mucho más baja de lo normal – Prométeme que regresarás…

Link lo miró como si alguien estuviera espantando la muerte, no pensaba ir a pelear, si el caso se daba, Evan lo había entrenado lo suficiente, pero había un temor más grande en la mirada de su amigo que lo ponía nervioso.

-          Yo regresaré, es una promesa, una promesa entre amigos. Yo regresaré siempre, aunque tarde mucho tiempo, yo volve- el niño del bosque se había quedado en silencio, una vez más su pecho le dolió, su amigo lloraba, lloraba y se le acercaba para abrazarlo, sollozando, como si hubiese estando aguantándose las ganas. Link correspondió el abrazo instantáneamente, suspirando, sentía tantas cosas como las que pudiera sentir cualquiera preso de su destino.

 

-           Tien..es que- Zelda aspiraba poco a poco el aire cerca de Link – Tienes que regresar por mi… No me dejes solo en esto por favor.

 

Entre todo el tiempo que llevó viviendo en el palacio y la estación de guerreros, jamás había recibido el deseo de otro ser por su vida, jamás alguien se había detenido para pedirle que viva, solo Zelda, y eso le engullo el corazón. Inhalo fuertemente, contento ya de sentirse especial, miró fijamente a los ojos azules más lindos que pudiese haber conocido antes y dijo:

-          Iré por la piedra goron, regresaré y traeré los mejores recuerdos, te llevaré conmigo en mi corazón y cuando todo esto acabe podremos ir juntos a conocer el mundo. No llores más – lo había tomado de los hombros para continuar – Estaré bien…

 

Zelda lo miró sin decir ya nada y sonrió.

“¿Cómo es que sabes exactamente lo que quiero oír?”

 

 

El día soleado estaba llegando a la cúspide encima suyo, la despida más dolorosa en su vida sucedía a la vez que miraba hacia atrás para observar, para grabarse la sonrisa llena de lágrimas de su príncipe. Habiéndose equipado con todo lo necesario, dispuso a caminar había la entrada de los jardines, el mini bosque real tenía una puerta de rejas gigantesca, adornada de estatuas de la diosa, pareciera más grande que antes al haber sido llenada de flores primaverales.

Link partía a pie, pensando en cómo llegaría a Kakariko sin un carruaje, si usase algo así llamaría demasiado la atención. No era un problema para él, pensaba que solo debía pedir algunos favores a los viajes y pagar después, siempre hacia lo mismo, unas veces más y se las arreglaría. Así que sin esperar ya a nadie más, escuchó un gran galope acercándose rápidamente, giró creyendo que alguien lo embestiría, cayéndose hacia atrás de la impresión que esta le había dado, se sobaba la testa y arreglaba su cabello en los ojos para divisar bien el recién llegado.

-          No pensabas ir solo ¿no? – Evan observaba al pequeño niño en el suelo y bajó de su asiento para ayudarlo a parar, Link retrocedió un poco y dio gracias por la amabilidad.

-          ¿Vendrá conmigo a Kakariko? Pensé que se quedaría cuidando a Zelda.

-          ¡DAZEL!

Link lo miró riéndose un poco, siempre olvidaba llamarlo como su antigua petición.

-          El rey considera apropiado que lo acompañe, además podré enseñarte más fuera de las murallas que solo lo básico dentro de estas.

Navi salía volando alrededor de Evan, pasando por su cabello platinado, intentando sacarlo de su camino.

-          Yo no confío en este hombre ¡Link no permitas que venga con nosotros! – le dijo telepáticamente.

-          Pero es la orden del rey, no puedo negarme ¿Quieres que pierda la cabeza?

Pero el hada no se rendiría tan fácilmente, seguiría volando cerca del capitán manteniéndolo vigilado, su apego a la naturaleza le decía que ese señor no era de fiar, el repelús que sentía le hacía vibrar las pequeñas alitas. ¡Ella no podía equivocarse!

 

-          Si Evan va contigo estaré mucho más tranquilo – había interrumpido Zelda, dándole una sonrisa a su mayor, el cual había agachado la cabeza en reverencia – Evan…

-          ¡Si mi príncipe!

-          Cuida con tu vida a Link

-          ¡Lo que usted ordene mi príncipe!

Link reía a sus adentros, el señor que lo entrenaba a morir se veía domado por un niño como él. Pensó que no sería tan difícil después de todo acercarse a su mayor un poco más.

 

-          ¿Quieres entablar una relación afectuosa con este hombre? ¡No voy a permitir que se acerque a ti Link! – Navi estaba furiosa, podía leer el corazón de su amigo y la abertura en este le disgustaba.

El pequeño kokiri solo podía intentar atraparla para que alguien evitara golpearla sin querer, en intentos fallidos el hada se escapaba de entre sus manos.

-          Entonces ¿No piensas subir? – el capitán miraba a Link como su igual, después del tiempo compartido y el entrenamiento habían ganado el respeto mutuo.

El niño del bosque asintió, sacudió sus ropas y observó la pequeña carroza campesina que había delante de él, llena de comida envuelta en telas y lino, maíces y leña, ropa y frascos de ¿medicina? Sus objetos personales fueron a parar al final de la pequeña carroza, la cual tenía un asiento adelante donde podían ocupar máximo dos personas, enganchado a un caballo adulto. Tal vez con dos caballos llegarían mucho más rápido, pero estaba satisfecho.

El medio día se acercaba, el sol estaba imponente encima de ellos produciendo nula sombra para su descanso, debían partir ya para llegar al anochecer cerca del cruce del rio en la pradera. La despedida ya estaba dada, Link meneaba sus brazos y este era correspondido por el de ojos azules a la vez que avanzaba el caballo. Estaba contento de tener a Evan cerca suyo, su instructor la cual antes le intimidaba, ahora estaba para guiarlo ¡Todo estaba a su favor! A excepción de Navi que poco le faltaba para tirar esporas alérgicas al capitán, simplemente no lo toleraba.

 

 

 

 

Cuando se hallaron por fin fuera de las murallas de la ciudadela, el inmenso prado había golpeado sus vistas, lleno de árboles inmensos, no podían ver el final por la curva de la tierra bajo sus pies. Link estaba entre las cajas de madera y Evan conducía al caballo a un ritmo apresurado. No habían vuelto a conversar, guardar energías era importante en su misión, no era una excursión, mucho menos unas vacaciones. Pero Link estaba emocionado y no paraba de observar cada animal que veía en la zona, unos venados, jabalís, aves de muchos colores, no había aquellos animales en Kokiri, jamás había conocido un pelícaro(4), por primera vez lo observaba volando en el azulado cielo, estaba tan contento que no pudo darse a notar.

En cambio, Evan acostumbrado a las expediciones solo esperaba ansioso de terminar esta tarea de acompañar al pequeño niño. Tenía esperanzas de que al hacer labores de este tipo podría involucrarse más con el tema del poder mágico, la trifuerza y el destino. No conocía por qué Link estaba ahí y no otro guerrero más apto, se preguntaba por qué ponían tanto peso a un campesino que a penas y había cumplido un año cerca suyo… Deseaba ascender de puesto, necesitaba completar esas misiones y lo lograría, su ambición era grande ¡Nadie podría detenerlo! Era fiel, así que no se cuestionaría las decisiones del rey, pero le molestaba de cierta forma que Link, ese niño especial que tanto había entrenado ocupase un lugar mucho más importante que él.

-          Hey Link, ¿Qué es lo que irás a buscar en Kakariko? – el tono de voz del capitán era rasposa, como si no quisiera dirigirse al menor, sus ojos ámbar no se despegaban de su camino, pero Link podía notar en ellos un aire de molestia.

Recordó la promesa que había hecho a Impa. “Nadie debía saber cómo conseguir la trifuerza”

-          Es confidencial, lo siento no puedo decir más – prefería decir la verdad antes que mentir, le admiraba y no quería insultar su inteligencia usando pretextos falsos.

-          Oh, entonces eres leal a tu palabra… - Evan dejó que el caballo avanzara solo y volteo a verlo – Entonces nunca debes revelar tu secreto delante de mi pequeño.

-          ¿A quién le dices pequeño? – Link fruncia el ceño ante este adjetivo, ya sabía que no era tan grande como los demás niños, pero no tenían por qué recordárselo.

Evan soltó una carcajada y observó cómo estaba recostado en una caja más grande que su cuerpo, despeinado, parecía un completo salvaje recién salido de la selva, miraba como el cabello caramelo de su acompañante era tan rebelde que ni usando la gorra podía contenerlo. Las actitudes y comportamientos del menor no cambiarían ni aunque viviera dentro de un palacio, lo sabía y le agradaba, le recordaba a él.

 

 

La noche llegaba con una suave brisa revolviendo todo al contacto, el descampado camino por donde andaban los viajeros se hacía cada vez más difícil de recorrer, la noche no permitiría que avancen más, así que después de una larga tarde de dormir, Link había sido despertado por su mayor.

-          Vamos Link, ayúdame a prender fuego… - Evan movía a Link de lado, a pesar de todavía estar en una estación calurosa, tenían que calentar su comida y la noche llevaba consigo el cambio de clima, un poco más fresco de lo normal.

Link se despertó sobándose los ojos, su vista borrosa algo nublada no le permitía ver bien a Evan, solo pudo divisar los ojos ámbar brillantes de su mayor, el sonido de la copa de los árboles moviéndose lo llevaron a la realidad, ya no debía seguir durmiendo. Su estómago le rugió y el capitán sonrió.

-          Deberías intentar atrapar unos peces en el rio, estamos bastante cerca, iré prendiendo la fogata – a penas y un poco reincorporado, despegó la carrera para capturar sus presas.

El mayor observaba a unos metros como Link empuñaba su caña de pescar, su ropa verde arrugada por haber dormido sin parar le hizo sonreír. Estaba cansado de haber conducido tantas horas, así que se recostó en el pasto, ladeado, para no perder de vista a su compañero.

-          ¡Con eso es más que suficiente! – había gritado a Link para que regresara rápidamente.

Se dispusieron a comer sin conversar mucho, uno que otro intercambio de palabras y nada más. Link nunca se había encontrado antes a solas con él, era igual de incomodo que estar con Zelda, lo conocía, habían compartido lo suficiente como para ser camaradas, pero había algo en Evan que no le permitía alzar la mirada tantas veces como deseara.

Navi descansaba entre su ropa, ella seguía durmiendo…

-          Y bien… ¿Otra vez alguien te comió la lengua Link?

El pequeño frunció el ceño, y pegó una fuerte mordida a su pescado, escupiendo a su vez la cola de este.

-          No, solo no sé qué decir.

Evan ya estaba acostumbrado a esas respuestas cortantes, sabía que no eran por descortesía, solo era su falta de tino, podía manejarlo, solo intentaba divertirse un rato.

-          Seremos compañeros de viaje, te acompañare a conseguir lo que sea que debas. Además, no estaría mal conocernos un poco más aparte de solo entrenar.

 

-          ¿Ah? Pues – Link pensaba que decir y que no, no podía revelar secretos de su vida que estuvieran relacionados con su misión – Pues… Soy de Kokiri.

 

 

-          Eso ya lo sé, vamos, cuéntame algo nuevo – rio Evan, estaba burlándose prácticamente de ver la incomodidad ajena. Observaba cuidadosamente como luchaba por armar oraciones precisas.

 

-          Mejor cuéntame de ti Evan, aparte de ser el capitán de la primera tropa oficial de Hyrule ¿Tienes familia?

Evan dejó de reír, a veces Link podía simplemente soltar una bocanada de palabras sin medir cortesías. El mayor acomodó sus cabellos largos empezando a trenzarlo, con una mirada apenada contestó – No. Mi familia ya está muerta.

Link dejó de comer – Lo siento – se escuchó de su voz, como si estuviese arrepentido de comenzar mal la charla.

-          Está bien – se apresuró Evan – Ha pasado mucho tiempo que alguien me preguntaba por eso, nada más.

Los dos siguieron recostados en el pasto, mirando el fuego en frente suyo, sintiendo el aire fresco atravesar sus ropas, la noche seria larga, pero pronto partirían y llegarían a su destino. Solo que ninguno de los esperaba que sucedería un incidente… mucho menos el mayor.

El momento de volver a dormir había llegado y después de haber caído rendidos en el frio suelo, el primero en perder la conciencia fue Link, Evan aun mirando el despejado cielo no podía evitar recordar a su familia, sus memorias le hicieron derramar unas cuantas lagrimas a la vez que estas mismas se perdían por su melena, extrañaba su anterior vida al lado de sus seres queridos, pero ya no había nadie ahí que pudiera consolarlo.

Volteó a ver a Link, pensando en que alguna vez había sido un niño como él, y ahora se veía tal cual viva imagen de lucha. Con esos últimos pensamientos había decidido ya dejarse caer en sueño, con los ojos cerrados y en trance había percibido un abrumante olor a dulce, no sabía diferenciarlo de la leche, del sabor de la avena, se había vuelto a levantar recostándose en las ruedas de la carroza estacionada. Observaba a Link ¿Aquel olor tan fuerte provendría de él? El perfume cada vez era más asfixiante, no le permitía respirar, tenía que cerciorarse de donde provenía, así que levantándose comenzó a inhalar todo lo que pudiese… Sin dudarlo se acercó al durmiente Link, el olor era muy fuerte en él. Se preguntó por qué durante el día no lo había percibido, le parecía extraño ¿Será que solo dormido le sucedía? O ¿Seria que ya estaba en un sueño?

Parpadeo fuertemente, sobándose los ojos, no creía lo que veía, el olor materializado recorría el cuerpo del pequeño niño del bosque - ¿Solo yo lo podré ver? – El olor iba directamente a él, esa esencia lucia de color rosa pálido, transparentosa, por un momento pensó que era magia, pero sus dudas se volvieron afirmaciones cuando intentó tocarlo con sus manos y esta lo traspasaba.

Pero seguir tan cerca del niño fue su error, aquel aroma dulce y atrayente lo hicieron sentir algo indescriptible en ese momento, empezó a desear tocarlo un poco, lo observaba mordiéndose el labio inferior queriendo besarlo… ¿Besarlo? Evan entró en razón al momento en que sus deseos sucumbieron el pecado más horrendo que jamás hubiera deseado. El olor de Link lo tenía perturbado, como si fuese directamente a él, solo para él…

 

 

Había logrado dormir a penas y unas horas después de esa experiencia. Se había pasado recordando a su familia, y como estaba destinado a quedarse solo, existiendo solo para servir a la familia real. Él no había conocido el amor, jamás se había enamorado, no podía sentir amor por alguien que no fuese parte de su clan extinto, al igual que los Sheikah, al igual que Impa, no podía tener familia ni desear otra cosa más en su vida. Estaba maldito, lo sabía… la pregunta de Link había escarbado en tantos recuerdos que había enterrado para no sufrir y ahora tenía una duda mucho más grande que no podía resolver.

En su sangre corría la sangre guerrera, destinado a no casarse nunca ni tener familia. La maldición de todos aquellos protectores y sirvientes no les permitía enamorarse de nadie que no fuese parte de su tribu, y todos al morir y dejarlo solo, le habían arrebatado la oportunidad de dejar su linaje.

Había experimentado con muchas mujeres, había buscado en muchas otras hermosas jóvenes el amor, pero sabía de su condición, sabía que el precio de ser quién era le iba a terminar matando un día, ya sea en una pelea, en una batalla, o en la soledad… No era que no quisiese sentir ¡Simplemente no podía enamorarse! La maldición de la luna no solo afectaba a unos cuantos desafortunados, desde el pasado, hace cientos de años que había derramado su poder para hacer sufrir a los más fieles y hacerlos ir en contra de la verdad.

Y exactamente ese conocimiento lo tenía mal, en ningún otro encuentro con una bella dama había experimentado tanto el deseo de poseer a alguien. El deseo que sentía solo podía deberse a que el pequeño muchacho compartiese la misma sangre que él ¡Pero era imposible! Un Hylian normal no podía tener sangre guerrera, no era un sheika, pero pertenecía a la fuerza platinada que siempre acompañaba al rey, y Link no lucia como nadie en su tribu, no tenía esos rasgos que lo caracterizaban… Entonces - ¿Por qué? ¿Por qué solo este niño me ha hecho sentir lo que solo alguien de mi clan lo haría? De seguro estoy maldito – pensó a la vez que observaba de reojo al niño al lado suyo – Ojalá solo haya sido mi imaginación.

 

Lo que no sabía el capitán era que sí era cierto, cada momento que vivió, no había sido un desliz en su mente… Link lo llamaba entre sueños, con magia, inconscientemente, haciéndole saber que estaban destinados… Aunque ni siquiera podía comprender cómo, no comprendía el mundo mágico, menos podría sabe porque estaba siendo envuelto por un palpitar acelerado cerca del niño…

 

“Solo es un niño”

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

(4) Pelicaro: Ave de vuelo en Zelda SkywardSword

 

 

Evan hijo de  ;(

Ya ya, esto se va poner ardiente pronto :v

 

 

-Heart


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