Parecía que la oscuridad era algo que se volvería una constante en su vida, este pensamiento llegó cuando después de abrir sus ojos no pudo ver nada más que la penumbra. Su mente entró en pánico cuando por su mente pasó la idea de que había sido enterrado vivo en una profunda tumba. Pero antes de que pudiera pensar en ello, un dolor agudo invadió su cabeza.
Cada músculo de su cuerpo fue comprimido con fuerza por el dolor que sentía, era casi insoportable. Harry no supo cómo fue posible que se abstuviera de empezar a gritar.
—Qué... ocurre... —pronunció entre jadeos ahogados, pero la respuesta llegó sola cuando se dio cuenta que estaba recordando.
¡Y no sólo eso!. Entendió que empezaban a crearse lagunas en sus propios recuerdos, empezaba a olvidar algunas partes de su vida, aunque no está seguro de cuales. Nuevos recuerdos, ajenos a él, empezaban a instalarse en su mente listos para suplantar a aquellos que olvidaba.
Su cabeza dolía cuando empezó a recordar su vida con los Dursley, recordando cómo era mirado con odio, miedo y envidia. Esos ojos eran los mismos de siempre, entonces empezó a recordar como lo usaban como una bolsa de boxear y no olvidemos, como lo mataban de hambre... espera, espera, ¡espera! Ellos... ellos no habían sido tan malos con él ¿verdad?.
No podía evitar maldecirlos en su cabeza, por supuesto que eran malos. Pero estaba seguro de que ellos no eran las personas horribles que estaban llegando a sus recuerdos.
Recordaba los huesos rotos y las cortadas profundas, pero eso eran cosas que en realidad nunca le habían ocurrido. Los recuerdos no dejaron de inundar su cabeza sin piedad... ¿había ocurrido algo de lo que recordaba? empezaba a ser tan confuso.
Estos nuevos recuerdos se implantaron entre sus recuerdos originales, todavía podía distinguirlos unos de otros hasta que los sentimientos que había tenido en ellos se desbordaron por todas partes. Eran reales y no simples proyecciones.
Su tío Vernon lo golpeaba cada que podía, de alguna manera se las arreglaba para encontrar siempre una excusa ‘válida’ para hacerlo. Parecía que cada que respiraba o hacía ruido era suficiente para que el hombre decidiera golpearlo.
Y su pequeño primo Dudley era tan cruel como su padre, no le dejaba ni un segundo de descanso y la escuela nunca fue un lugar seguro. Dudley solo se llegaba a calmar cuando alguno de sus preocupados profesores los interrumpió.
Pero nunca lo ayudaron en verdad, pues creían que sólo era un juego de niños, según las palabras del profesor que a veces le ayudaba "un niño de 8 años no sabe que lo que hace esta mal". Harry solo podía resignarse a aceptar el abuso constante como normal.
Y lo más extraño de todo esto era que como tenía la atención de ambos hombres de la familia en él, su tía Petunia parecía tener una extraña mirada de envidia en sus ojos.
No interactúan mucho, ella era como una extraña mujer a la que se le podía tener compasión por ser ignorada de plena forma por los dos únicos seres a los que ella parecía poder amar. Más cualquier extraña compasión que pudiese haber llegado a sentir sobre su tía, se desaparecería de su mente por completo cuando el recuerdo más horrible y tenebroso hasta ese momento llegó a él.
El trato con la muerte no lo había revivido sin ninguna repercusión, ahora sabía qué era lo que tanta gracia le hacía a ella, sí, lo revivió pero a un costo qué no se imaginó. Por la forma en la que era tratado por su tío era sólo cuestión de tiempo para que algo malo le pudiera pasar, lo sabía, pero lo que no esperaba era que su tía fuera la culpable de aquello.
¡Había golpeado su cabeza con una sartén caliente! Dejándole cicatrices de quemadura en toda la parte derecha de su rostro, su cicatriz en forma de rayo estaba acompañada por muchas más de quemaduras.
Prefería no recordar más ese momento, los sentimientos que acompañaban ese recuerdo era de increíble terror. Ese momento fue el verdadero comienzo de la tortura.
Justo después de ese terrible incidente su vida no mejoró ni un poco, es más, estaba seguro de que se volvió mil veces peor. Y de todo esto lo más lamentable y a lo que más temía, fue que todos sus recuerdos después de ese 'incidente' no eran más que sonidos de golpes y burlas que le dejaban en claro una cosa... ahora estaba ciego.
Dos años de recuerdos agónicos llegaron a él con la fortuna o infortunio, como quieran verlo, de que nunca fue asesinado.
Sus tormentos diarios empeoraron pues su familia decidió sacarlo de la escuela al no poder justificar la cantidad de cicatrices que ahora poseía en el rostro. Se había convertido en nada más que un elfo doméstico ya que su monstruosa familia no le permitía ni un segundo de descanso.
Tenía cortadas en sus manos de los cuchillos que había usado al ser obligado a cocinar para su familia. Los tormentos, golpes y castigos que nunca paraban de llegar uno tras otro para hacerle entender a Harry que no valía nada fuera de esa casa.
Y lo peor de todo es que él creyó cada cruel palabra que sus tíos habían pronunciado.
Preferiría no recordar nada y quedarse ajeno a todos estos recuerdos que no eran suyos, pero lo entendió, esta era su vida.
Cuando los recuerdos dejaron de llegar sabía que ahora tenía 10 años y pronto cumpliría los once, eso sí, sus ojos ahora no eran más que sólo un adorno. Un adorno que inquietaba a su propia familia pues, seguían siendo de un intenso verde y según ellos eran terroríficos.
También sabía otra cosa... Ahora mismo estaba encerrado en su alacena y llevaba dos semanas muriendo de hambre y lo que era peor, sabía que en realidad había muerto.
Finalmente los músculos de su cuerpo se relajaron cuando pues el dolor de recibir los recuerdos había terminado. Furioso llevó sus manos a las costillas, había tanta diferencia a la que él mismo había tenido en su otra vida, aquí su familia eran verdaderos monstruos. Aquí sí había muerto de hambre y los huesos marcados en sus costillas, piernas, brazos y rostro le dejaban en claro que ahora era no más que un saco de huesos y, sin saber qué hacer, sólo pudo dejar salir unas lágrimas de dolor.
— Te acostumbras a no ver —escuchó una voz en su cabeza, un susurro que ahora podía reconocer como la voz de la muerte, que, tenía un tono sarcástico.
—¿Donde me trajiste? —dijo. Harry no pudo evitar un sollozo jadeo que salió de su boca. Y su tono, él le dedicó una voz llena de odio.