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Huldrekall por PrincessIce

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Decepción

La misma hora se había hecho habitual para ir a cortar leña, ¿A quién iba engañar?, tenía leña de sobra, solo quería verlo y probar sus deliciosos labios, enrojecerlos cómo cereza por los apasionados besos. Se sentaba frente al mismo sitio frente al riachuelo, y ahí de la nada su rostro sonriente aparecía, no le importaba de dónde era ni cómo le hacía para entrar solo en ese oscuro bosque, lo único que deseaba era su calor.


Por su parte Mime, era la criatura más feliz del mundo, su humano era perfecto, cada noche lo tomaba entre la hierba del bosque, sencillamente lo amaba y no pasaba por su cabecita algún día devorarlo.


Y esa noche no era la excepción, silencioso llegó por la espalda abrazándolo con tanta ternura –Sieg… ¿Tienes mucho esperándome? – Se coloca frente a él, dejando el más tierno beso en sus labios –Ya te extrañaba y apenas tiene un día que nos vimos – sonríe sonrojado sin ocultar lo enamorado que se encontraba. Sus piernas las coloca de cada lado de su cintura, el humano lo abraza receloso como si quisiera evitar el que alguien le robara de su lado.


–Mi bello Mime, tu no tienes idea el martirio de no verte, es que no puedo controlar mis ansias y mis ganas de hacerte mío una y otra vez – para ese momento ya se encontraba mordiendo y besando el blanco cuello.


–Hazme tuyo amor – del tímido Mime quedaba poco, ahora con desespero abre el pantalón de su amado, tomando el erecto miembro palpitante entre sus manos, toma la mano de su amado, lamiendo sensualmente sus dedos, los cuales guió y aproximó hacia su entrada –Ahhh, Ahí es – sus mejillas estaban encendidas, su voz era casi un susurro por los jadeos que pronuncia cada que Siegfried acaricia de forma circular los anillos de carne que poco a poco van cediendo.


–Ya estás tan húmedo mi amor – Sus falanges liberan los anillos que se contraen de la excitación, siendo intercambiado por el nervudo miembro goteante, anhelando deslizarse por el estrecho canal.


La espalda del Huldrekall se curvea al recibir el intruso en su interior, sin esperar mayor autorización este embiste con fuerza tumbando al pelirrojo al pasto, sus deliciosos muslos son levantados después de besarlos con devoción, apoyándolos en sus hombros.


Idos por el placer, en la oscuridad de la noche se funden sus cuerpos, formando sensuales formas con las sombras de sus cuerpos en una danza sensual. Las miradas atentas de los animales nocturnos no veían diferencia por la manera de fornicar, al final ambos eran meros animales en celo también.


Sin previo aviso Siegfried despoja de la túnica a su amado Huldrekall, recorriendo con sus inquietas manos los suaves hombros, bajando lentamente hasta su espalda, hasta palpar una superficie áspera. No había momento para buscar explicaciones, su caliente semilla apremiaba por llenar el interior, marcando según él de nuevo a ese ser como suyo, porque nadie más bañaría sus paredes interiores con su blanca y cremosa esencia, Mime le había entrado su virginidad a él, privilegiado entre todos los hombres por tenerlo cada noche.


Su ronco jadeo fue el aviso de la cúspide del placer, prolongando la sensación el mayor tiempo posible, bajando la intensidad del movimiento dentro, esperando que su amado Mime termine de vaciarse entre sus cuerpos, para degustar su dulce sabor. Sus dedos embadurnados de la semilla del Huldra eran lamidos por ambos en un beso excitante donde sus lenguas jugaban además entre los dedos, encontrándose después en una lucha por sentir más en el interior. Un suave coleteo le despertó de su ensoñación, recordando su espalda rasposa. De los hombros toma al desconcertado Huldrekall que aún no recupera el aliento, agitado, sudoroso y sensual por la reciente actividad. Levanta su cabello quedando atónito.


–Sieg… ¡No! – tembloroso Mime no sabe qué hacer cuando este observa su espalda con una especie de corteza de árbol y una hendidura. Trata de cubrirse con su túnica que está botada en el piso, de igual forma encoge la cola que sobresale de su columna.


–¡Eres un maldito! – grita decepcionado el leñador por haber caído en las redes de una de esas hadas del infierno.


Las lecciones con las que fue adiestrado en su hogar eran claras, debía eliminar al humano, al ser descubierto el encanto desaparecía, pero eso era imposible… lo amaba.


Los ojos de Siegfried indagaban desesperado entre la negrura, hasta visualizar las flores moradas en un matorral en un rincón, sin dudarlo corre a arrancar las matacabras y algunas ramas de vandelrot, cubriéndose con ellas hasta alcanzar algunas piedras y lanzarlas al asustado Mime.


Como puede se coloca la túnica, no atreviéndose a levantar sus poderes contra él, simplemente levantando los brazos para tapar los duros golpes que lo aporreaban, retrocediendo poco a poco como un animalito herido, hasta perderse entre los secretos del bosque, con el alma destrozada, reflejando el dolor de ser rechazado por su amor, su mirada rubí se cristaliza amenazando con desatar una tormenta de sus ojos.


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Ambición

El rumor de la desaparición de algunos turistas en las altas montañas llegó a oídos de Hagen, siendo así, el secuaz de Tholl en el talado ilegal del bosque, no perdió tiempo e informó a su ambicioso jefe, pensando en que podrían tomar ventajosas ganancias si se ofrecían a una expedición en busca de los extranjeros, ya que los devotos guardabosques oficiales se negaban pisar tierras malditas.


–Reune a los chicos, se quien es el responsable de estas desapariciones, lo vi y te juro que le arrancaré la cola a esa sirena –la sonrisa maliciosa de Tholl se dibuja en su rostro al tener la oportunidad de vengarse de esa criatura que lo hizo caer en la tentación– Nos haremos ricos cuando robemos la fuente de la magia de ese Huldrekall – a Hagen los ojos le brillaron cuando su líder le confirma la existencia de ese tipo de hada en el bosque.


Aioria y Camus llegan a la reunión de los exploradores valientes que buscarían a Milo y Aioros entre la espesura de ese peligroso bosque. El acuerdo era la mitad del pago ahora y el resto cuando estuviesen de vuelta con sus amigos, los muchachos no escatimaban en el gasto al fin y al cabo eran jóvenes de familia adinerada, que habían planeado ese viaje de aventura y que ahora era una completa pesadilla.


Tholl estrecha sus manos prometiendo algo que no cumpliría, dudaba encontrarlos con vida. En compañía de Hagen, Fafner Y Dolvar. Todos armados con hachas de hierro, metal temido por ese tipo de criatura según las leyendas más antiguas.


Al menos una hora caminaron hasta encontrar la división del área prohibida. De pronto, aquel movimiento alerta a Siegfried quien se encontraba cercano al sitio, no duda en acercarse pensando que la cosa maléfica había regresado. –¿Qué creen que están haciendo?– toma del gorro de la chaqueta a Dolvar quien era el último que estaba cruzando la cerca.


–No te metas en nuestros asuntos – gruñe Tholl asestando un puñetazo a Siegfried para que suelte a su aliado.


–¡Malditos!¡No voy a permitir que sigan talando el bosque sin permiso!– El valiente leñador no se queda con las manos cruzadas, desde hace un tiempo deseaba encontrar a esos bandidos en fragancia y no se le escaparía sin darles un escarmiento, desatándose la persecución sobre el lado prohibido del bosque.


La trifulca inició con la lluvia de golpes entre el más alto y Siegfried, pero la traición floreció cuando los hombres de Tholl sostuvieron de los brazos al leñador –¡No sabes con quienes te metiste!–  los golpes en el estómago no cesaban hasta hacerlo expulsar sangre, con el mango del hacha golpea la nuca dejándolo aturdido – ¿Un último deseo antes de cortarte la cabeza?– Pregunta burlón el hombretón, recibiendo un golpe en el brazo,provocando que el hacha vuele por el aire, terminando su vuele en la corteza de un árbol.


Frente a Tholl una hermosa criatura en posición de combate , furioso dispuesto a defender con su vida al humano que ama. Con dificultad Siegfried abre los ojos, reconociendo la larga cola que se agitaba inquieta, en su espalda encrespada la corteza– Mime… – Susurra sin poder creer que el huldrekall que agredió ahora estaba defendiendo.


–Miren que suerte tenemos… – Tholl no podía creer que ahora tuviesen otro ejemplar frente a sus ojos, no era la misma bestia, pero sí que era tan hermoso que el que andaba queriendo cazar.


La criatura al ser rodeada arranca un pedazo de raíz de árbol del suelo, un aura lo rodea creando una lira frente a esas miradas atónitas, con suavidad rasga las cuerdas provocando que del instrumento una dulce melodía emerja, causando aturdimiento al grupo de maleantes que comenzaba a marearse y ver miles de Huldrekall idéntico al pelirrojo.


Ese momento de confusión es utilizado por Mime para levantar al malherido de Siegfried – Sieg… mi amado Sieg ¿que te hicieron? – susurra haciendo reaccionar al leñador, sintiendo un calor que embriaga su pecho.


–Mime yo… – tenía mucha vergüenza, ahora podía verlo todo más claro, esa criatura no era mala como todo el mundo pensaba. Sin embargo , no hubo tiempo de hablar, un fuerte golpe los aparta, se trataba de Dolver que había vuelto en sí. Mime no se queda con los brazos cruzados y con su lira  una melodía más fuerte comienza a surgir –Requiém de cuerdas – los ojos de Mime parecían una llamarada al concentrar su poder, las cuerdas de la lira salen directo a ese cuerpo estrujandolo, cortando su piel hasta dejarlo sin vida. El corazón de Siegfried palpitaba acelerado sin poder creer que un hombre yacía muerto frente a ellos, mientras Hagen en una inesperada acción echa encima una red que logra inmovilizar al Huldrekall, pero Mime no se detenía tan fácilmente, trataba de liberarse, su amado humano corría a ayudarle dispuesto a levantar su hacha contra esos hombres, más el alarido proveniente de la garganta de Mime lo deja estupefacto, la sangre escurría como fuente brotando de su cuerpo, en bello Huldrekall se retorcía sin poder defenderse, su poder había sido arrancado, su cola era alzada como trofeo en las manos de Tholl.


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