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Huldrekall por PrincessIce

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El grito

A muchos kilómetros de distancia, la llamada de un hijo, de un hermano en peligro alerta a los demás Huldrekalls, la corteza de la espalda de las criaturas se encrespaba emitiendo una especie de onda sonora, imperceptible para cualquier humano, pero que para ellos era un canal más de comunicación. De manera sincronizada  corrieron cual bestias en guerra, el rumbo era fijado por el lamento del pequeño Mime.


Balder miró una vez más a su pareja que se encontraba en lo profundo de una cueva en su habitual posición de loto, meditando y proveyendo energía al bosque. Shaka, un humano que decidió entregar su amor a un Huldrekall, a cambio entregando su alma para ser un espíritu verde, como eran llamados a los humanos que renunciaba a su condición de hombre para casarse con una criatura del bosque encantado.


Syd y Bud dejaron en resguardo con el sabio espíritu verde a sus pequeños hijos. En su caso sólo se habían apareado sin enamorarse como el caso de Balder. Por ello, no tenían algo a que aferrarse más que a sus adorados hijos, gemelos cada uno. El amor lo habían desechado de sus planes, no querían terminar herido como su padre Andreas, quien después de haberse entregado en cuerpo y alma, haber concebido seis hijos, estaba tan solo pues todos los amantes terminaron por rechazarlo al ser descubierto como el demonio.


Cada quien forjaba su destino, aunque no estaban muy de acuerdo ayudaron en su caso a Surt a atar al peliazul en su guarida antes de partir en ayuda del menor de los hijos de Andreas.


Escasos minutos transcurrieron, el trote de los Huldrekalls se podría comparar a los guepardos, los cazadores se vieron rodeados no sólo por Siegfried que hervía de furia por el daño hecho a su criatura, detrás de él caía desde las ramas Andreas, mostrando un aura muy oscura que hizo temblar a los malnacidos cazadores.


Los ojos azules de Siegfried se plantaron sobre los gemelos, Alberich, Balder y Surt quienes ya los acechaban arrinconando a Tholl y compañía. – Ahora si tienes miedo – susurra con rabia el amante de Mime, hasta que se percata que algo más perturbador está detrás suyo, puede sentir su aliento ardiente, gruñendo amenazante.


Lentamente se gira hasta ver al hombre mayor pero no menos atractivo, nervioso se hace a un lado pues el que parecía ser el líder de la manada estaba dispuesto a llevárselo entre las patas si no se quitaba de su objetivo.


–Esta es la basura que querías de alimento – miró a Alberich que avergonzado bajó la mirada –¡Mira lo que le ha hecho a tu hermano¡ – en su mano derecha comienza acumular una esfera de energía que va creciendo conforme a la rabia de ver a su pequeño moribundo.


–¡Maldito demonio¡ –grita Tholl pensando en tener un poco de ventaja por su tamaño, pero al liberarse la energía, raíces los apresan tal como hicieron con la red sobre Mime. – Devoren mis niños – a la orden los demás Huldrekalls se lanzaron sobre su presa, arrancado extremidades, disfrutando el dolor en vida de los malvados hombres, dejando esparcidos los pedazos de cuerpo.


Tras la sanguinaria escena Siegfried suelta su hacha para sostener el frágil cuerpo de su querido Mime, quien se encontraba tembloroso, apenas conteniendo el aliento y luchando por sostener los párpados para verle. – Sieg… – toma su mano y la coloca en su pequeño vientre – Es el … fruto de nuestro amor – unas cuantas lágrimas deslizan de sus preciosos ojos carmesí, dejando sin palabras al joven leñador.


Enlace

– Mi pobre Mime… no podemos hacer nada –  interrumpe el líder de la manada y padre del pelirrojo – Humano, debemos llevarlo a nuestro hogar –  en sus manos Andreas cargaba la cola arrancada a su hijo, la cual tenía un brillo especial en esos momentos–  lo entregaremos a la naturaleza, la magia del bosque debe regresar a su sitio –  Siegfried lo mira suplicante, no creía que fuera posible que así nada más lo dejasen morir.


– Debe haber algo que se pueda hacer, lo llevaré con un médico –  lo cargó entre sus brazos  dispuesto a llevárselo, pero los Huldrekalls le impiden el paso–  Quiero salvarlo, por favor –  insiste ante la mirada de los hermanos de Mime, quienes reflejaban profunda tristeza.


– Si te lo llevas así como así –  Alberich toma la palabra al ver que a su padre se le hacía un nudo en la garganta al intentar explicar pues había roto en llanto. –  Se convertirá en polvo, sin su cola él no puede estar mucho tiempo con vida a menos que –  guarda silencio ante una posible solución.


– ¿a menos que qué? – grita alterado por la desesperación Siegfried.


– ¿lo amas?... ¿amas a mi hijo? –  lo zarandea de los hombros Andreas, necesitaba saber aquello para ver si estaba dispuesto a salvar a Mime.


– ¡Si lo amo¡ –  tras aquellas palabras Mime intenta esbozar una pequeña sonrisa, sin embargo, se desmaya poniendo a todos muy nerviosos.


– Padre… ya dile la solución –  Suplica en esta ocasión Surt.


– Deberás desposarle en un templo de odín… pero está débil no soportará que vayas hasta el pueblo –  Al fin se atreve a decirle Andreas lo que deberá hacer, pero aún no estaba todo claro para Siegfried –  Eso lo hará un humano, ahora debemos llevarlo frente a Yggdrasill para que le conceda un poco de tiempo. –  Los huldrekalls en compañía del apuesto leñador emprendieron el camino hacia el hogar de las criaturas mágicas.


Aquel ritual extraño frente a un manto acuífero al pie de un enorme árbol, deja impresionado a Siegfried, la cola de Mime era ofrecida de las manos de Andreas, una enorme raíz emerge de pronto de la tierra haciendo contacto con la cola que brillaba con intensidad, volviéndose un polvo estelar que comienza a rodear el cuerpo del pequeño Huldrekall.


– Le he concedido parte de la energía vital de la naturaleza –  una voz ronca provenía del gran árbol de la vida, Andreas se hinca siendo seguido de los demás huldrekalls, haciendo una reverencia a la fuente de su poder.


– Muchacho… tienes hasta el amanecer para convertirle en humano – los ojos de Mime se entreabrieron débilmente.


– Lo haré, lo prometo… ¿puedes caminar? –  Siegfried analizaba las posibilidades de partir cuanto antes sin arriesgar la delgada salud de su amado.


– Yo puedo llevarles al límite del bosque encantado, el resto será por tu cuenta –  Bud da algunos pasos al frente  para ofrecerles su ayuda, la cual es aceptada por el leñador quien carga de nuevo en brazos a Mime.


Un aura blanca rodea al Huldrekall, se inclina colocando sus manos en la tierra del bosque encantado, transformando su cuerpo en un gigante tigre blanco.


– Apresúrate… mi hermano es muy rápido, así que sostén fuerte a Mime –  Syd llevaba a los empujones a Siegfried para que monte al tigre vikingo. Una vez arriba, el gruñido del felino se hizo escuchar en el oscuro bosque. Como una ráfaga de viento comienza su carrera, en pocos minutos llegó a su destino al pie de la cerca del bosque prohibido.


A cuestas con Mime, el leñador llega a su cabaña para darle el baño de flores con agua caliente como debía purificarse para recibir la bendición de los dioses, el siguiente paso fue cubrir con prendas humanas a su querido pelirrojo, adornando su cabello con una hermosa tiara de piedras preciosas que perteneció a su madre, , retomando de nuevo el viaje al pueblo. Ya eran casi las cinco de la mañana, las callejuelas estaban solitarias y el templo del palacio Valhalla estaba cerrado.


– Amor… necesito que hagas un esfuerzo por estar de pie –  toma su rostro con ambas manos, besa su frente con fervor.


– Siegfried, lo haré –  se sentía mareado pero se detenía de la pared mientras el rubio golpeaba fuertemente con insistencia la puerta de madera. Unos minutos tardó en abrir la sacerdotisa peliazul, que mira extrañado a la pareja.


– No son horas de rezo –  molesta la muchacha intenta regañarlos – ¿cual es la urgencia? - Lyfia observó detenidamente a Mime, quien estaba ataviado elegantemente y adornado con la corona nupcial.


– Por favor, queremos hacerlo ahora –  insiste el leñador sin tapujos adentrándose al recinto sagrado, seguido de Mime a quien sostenía del brazo, la sacerdotisa suspiró y los siguió en busca de los escritos sagrados para complacer a la pareja, solo porque a través de sus ojos pudo leer un profundo amor.


Dos años más tarde…


Las risas cargadas era la mejor melodía que podría disfrutar, no importaba lo lejos que estaba su cabaña del pueblo, lo tenía todo para subsistir, animales de granja, un pequeño huerto, y los suficientes árboles para mitigar con leños y fuego, el duro invierno.


– Papá...mirá –  la pequeña rubia corría alegre a recibir al cansado leñador –  Papi y yo hicimos pulseras de flores –  Siegfried mira sorprendido por las flores que adornaban las obras de arte que su hija le mostraba.


– ¿cómo? –  estaba por preguntar de dónde habían sacado flores de ese tipo – Mime… ¿acaso? –  un beso de su amado esposo lo calla de momento.


– Mi tío Albe es muy bueno –  interrumpe la bella niña.


– No me habías dicho que ellos… –  el índice de Mime se posa sobre los labios de su esposo.


– Es la primera vez que vienen… y me trajeron buenas noticias, dicen que Yggdrasill les dijo que alguien viene en camino –  la mano izquierda de Mime se miraba ligeramente cubierta con una suave costra como la superficie de los árboles, con ella  coge la de su esposo colocándola sobre su vientre.


Esa tarde una vez más la felicidad impregnó a la familia formada por Siegfried y Mime, su esposo lo haría padre por segunda vez, lo amaba más que nunca, sin importar la apariencia que tuviese, para el seguía siendo hermoso. La mitad del cuerpo de Mime, al ser recibido como humano, se había cubierto su piel de la corteza que poseía en su espalda, era la penitencia que Odín le daba a los demonios del bosque al convertirles en humanos.


 


FIN


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