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My King por MiRoApril

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Con las buenas noticias esperaba el regreso de los soldados, habían anunciado el retiro de las tropas enemigas, por ende la guerra se veía fácilmente ganada para ellos. Al menos era la información que le estuvieron entregando por una semana, información que esperaba fuera real, solo deseaba que Yunho volviera a salvo y pronto.

 

No todo podía ser siempre bueno, el miedo comenzó a crecer con el paso de las semanas y las noticias comenzaban a empeorar. El rey de Gouryeo estaba preparado, los había estado probando esos últimos meses, ¿Cómo no lo noto? Estuvo buscando las debilidades de sus soldados, las estrategias, ahora todo lo tenían limitado, la lucha estaba dejando de ser un juego y el miedo estaba creciendo en él.

 

No podía dejar a su esposa sola en los últimos meses, era claro que su hijo podía nacer en cualquier momento, podía adelantarse así como podía nacer luego de los nueve meses estipulados por los estudios médicos en el tiempo. Su reino era el más avanzado en medicina, por ende sabía que sus médicos reales no estaban equivocados, a su hijo le quedaban exactamente dos meses para nacer, dos meses en los que la guerra continuaba y no sabía si el padre o no biológico volvería con vida para ver el nacimiento del bebe de Sunghee.

Sus pensamientos eran egoístas, pensaba solo en su amante cuando debía pensar en todos los hombres caídos, pero le era imposible, el miedo en él no lo dejaba pensar con claridad y mucho menos pensar en los demás, era él, su vida, su amante, su futuro.

 

Busco la forma de ayudar desde el castillo, con la información que le brindo su esposa en aquellos días antes de la guerra, información sobre el príncipe de Gouryeo, busco la forma de llegar a él, comunicarse con él, envió espías al reino de Gouryeo en su búsqueda, necesitaba tener como aliado al príncipe a parte de ese pueblo, ¿Por qué no crear algo nuevo? Pero resulto ser que el famoso príncipe de Gouryeo se encontraba prisionero por su propio padre en el castillo. El actual rey de Gouryeo era un hombre incluso más viejo de lo que fue su padre, por lo que su pensamiento era irracional, lo quería todo o nada, muy diferente a como pensaba el príncipe Yoochun, quien debió asumir al trono hace varios años atrás.

 

No sabía en realidad como ayudar a esas alturas, si dedicarse cien por ciento a su esposa o si volver a ser Hero e intervenir de alguna forma en la guerra, buscar a Yoochun y ser de ayuda para Yunho, pero no podía ser un rey imprudente, tenían razón, aun cuando su hijo naciera era imposible que tomara la corona tras su posible muerte, menos su esposa, ella sería como su madre, sin título alguno, no podía morir, por el bien de su reino.

 

Los antojos de Sunghee crecieron entre frutas y verduras, dulces más que salados así como su vientre creció aún más de lo imaginado, un vestido tras otro debieron confeccionarle, su vientre era tan grande que las telas debían ser holgadas para menos incomodidad del bebe, aun así, sin olvidar la protección que debía de tener. Fueron los quejidos desde el sofá de su oficina que lo llevaron a dejar toda la lectura a un lado para acercarse a ella.

 

—¿Qué ocurre? —Pregunto con preocupación hasta ubicarse a su lado.

 

—J-JaeJoong…

 

—Si, estoy aquí.

 

Sunghee apretó con fuerza su mano resistiéndose a dejar salir un quejido más fuerte.

 

—Ya.. Ya viene…—Anunció.

 

—¿¡Ya!?

 

Lo primero que intento fue poner de pie a su esposa, cosa que en un simple intento, se detuvo, su vestido estaba húmedo, una gran mancha de humedad en su parte baja, la primera señal que conocía para el inicio de un parto y claro, los quejidos fueron aun más fuertes por lo que sus guardias ingresaron sin previo aviso, apuntando armas a la nada hasta encontrarse con la escena.

 

—¡Rápido! ¡Envíen al médico real lo más pronto posible!

 

—¡Si, señor!

 

—Agh… ¡JaeJoong! —La mujer volvió a quejarse con fuerza.

 

—¡Señor! —Le llamaron desde la puerta un par de criadas.

 

—¡Rápido! Preparen todo lo necesario para mi esposa,

 

Las mujeres asintieron y se movieron de inmediato.

 

Jamás se había escuchado tanto movimiento en el castillo, de un lado a otro corrían todos, preparando lo necesario para su esposa así como la celebración por la llegada del heredero, era común en el reino celebrar el nacimiento del heredero al trono, pero en momentos como esos solo deseaba que pasara desapercibido, con Yunho y el padre de ese hijo lejos, poniendo en peligro sus vidas, ¿Cómo celebrar el nacimiento de su hijo? Solo pensarlo le provocaba un descubrimiento de sentimientos, sensaciones diversas, tan buenas como malas, felicidad como tristeza, si no iban a la par, no se sentiría igual.

 

 

—¡Señor!

 

Volvieron a interrumpirle sus pensamientos.

 

—El medico real está aquí.

 

—Su majestad. —Se inclinó el hombre antes de pasarlo por alto para dirigirse directo a la reina. — ¡Esta lista! —Anunció el médico. — ¡Agua caliente! ¡Mantas limpias!

 

Las criadas ingresaron de inmediato con todos los implementos necesarios, acomodaron todo cerca del médico real mientras él se acercaba al sofá para ubicarse al lado de su mujer, sabía que necesitaba apoyo y no sería capaz de dejarla sola en un momento como ese, después de todo, Changmin o él eran los culpables de que se encontrara en esa situación. Nadie dijo que ser madre era fácil, era por ello que las creían también guerreras.

 

—Esta todo listo señor. — Anunció una vez más el médico. — Proseguiré…

 

—Adelante…

 

Sunghee apretaba con fuerza su mano, estaba nerviosa, podía notarlo. Las criadas se acercaron, debían retirar unas cuantas telas de encima para lograr una mejor visibilidad de la femineidad de su mujer, buscaban la forma de retirarlas sin tener que moverla demasiado. Ayudo a intentar alzarla pero con suerte había conseguido tomarla por los brazos cuando la puerta volvió a abrirse con fuerza.

—¡Señor! ¡Tenemos noticias!

 

—¿Qué es tan importante? ¿No ven que estoy ocupado? —Dijo molesto ante la interrupción.

 

—Señor, son los guerreros. —Entonces su mirada se elevó de inmediato junto la de Sunghee. — La guerra ha terminado. Vienen en camino ahora mismo…

 

 

—¿Termino? ¿Cómo? ¿Cuál es el resultado? ¿Qué sucedió?

 

—Señor…

 

 

 

 

 

 

Uno tras otro los soldados seguían muriendo, era una guerra después de todo, aunque solo se trataba de los más ancianos por falta de entrenamiento, por otra parte los jóvenes también necesitaban descanso, el uso de la adrenalina en todo momento no era suficiente. Entre el y Changmin el descanso no existía, planear ataques, nuevas estrategias, pero la reactividad ya no existía y era que habían ocupado todos los planes posibles, así como ya descubrieron los patrones de ataque de Gouryeo. Esa guerra no iba a ninguna parte, solo se extendía sin tener avance de ninguna tropa, llevaban dos meses en el mismo lugar.

 

La preocupación por Sunghee creció en Changmin esos días, los meses se estaban cumpliendo y aun no tenían noticias del heredero de Silla, así como no podían volver para saber del estado de salud, los recados iban en una sola dirección, hacia el castillo y no hacia ellos. Si JaeJoong enviaba información confidencial podía ser robada por los enemigos, no se arriesgaban a algo como eso, era incluso una estrategia que ellos mismos estaban utilizando, tenían a sus soldados pendientes de cualquier movimiento del informador de Gouryeo al castillo, más solo conseguían robar la información del estado de las armas y los soldados, también les beneficiaba, pero en otras ocasiones asustaba, puesto que pedían refuerzos o algo por el estilo, si seguían así, necesitarían más apoyo y dejar el reino sin protección era imposible. Debían terminar esa guerra como fuese.

 Fue justamente en esos días que pensó en las nuevas estrategias cuando JaeJoong rompió su acuerdo de no enviarse información. Pensó que este enviaría una carta para él, refiriéndose a su relación o algo por el estilo, pero se equivocó, contenía valiosa información. Conocía a su amante, no estaría tranquilo mientras el se encontraba arriesgando su vida, aunque le hubiera gustado que esperara paciente por él, no lo conseguiría, mientras su vida estuviera en peligro no lo lograría.

 

Compartió la información con Changmin y comenzó de inmediato la creación del nuevo plan.

 

La información era la ubicación del príncipe de Gouryeo, el heredero al trono pero que no había asumido su título por el egoísta de su padre, el actual rey y culpable de esa guerra. No sabía cómo JaeJoong había conseguido tan valiosa información, solo esperaba que no fuera de forma imprudente como ser el quien ingresara al reino en busca de ella, conociéndolo seguro había tomado el papel de Hero una vez más, lo tenía intranquilo el tema, más dejo de darle vueltas cuando el plan comenzó a tomar forma.

 

—Entonces está listo. — Hablo Changmin.

 

— Ahora necesitamos formar el escuadrón.

 

El más alto asintió y salió en dirección a los soldados. Como siempre eran la autoridad que llamaban la atención del lugar, si aparecían todos les prestaban atención por las siguientes órdenes a seguir o de lo contrario información que debían entregar.

 

—¡Escuchen todos! —Hablo primero. — Gracias a nuestro Rey…Hemos obtenido lo que podría ser nuestra llave a la victoria.

 

Todos se sorprendieron, podía verlo en sus ojos, la atención ya no era con simpleza como se les había hecho habitual, esa atención que prestaban nada más para mantener sus vidas a salvo.

 

—Necesitamos a cinco voluntarios que quieran ser parte de esta nueva estrategia.

 

Tuvo que mantener la mirada perdida por unos segundos, su discurso no pareció por completo motivador, aunque culpaba al hecho de llevar meses en ese lugar sin obtener movimiento. Las manos se alzaron y la tranquilidad volvió, el plan estaba hecho para seis personas, cinco soldados y uno de los lideres. Era Changmin o él, pero sabía la respuesta.

 

Con los miembros del escuadrón dentro de la tienda, explicaron paso a paso cada uno de los movimientos que debían realizar, era una misión peligrosa, justamente de vida o muerte, si eran descubiertos terminarían muertos, pero al menos conseguiría uno de sus objetivos, no se rendiría hasta conseguirlo.

 

—¿Quedo claro? —Pregunto a los demás.

 

Todos asintieron.

 

—Prepárense, salimos en diez.

 

Los hombres abandonaron el lugar uno por uno, mientras el seguía con la mirada en los planos. Tenía fe en su plan, funcionaría, pero lo planeo de una sola forma, conseguirlo costara lo que costara, por ende el riesgo debía correrlo uno, y aunque desde un principio el más alto había asumido la responsabilidad de dirigir el escuadrón, el plan lo realizo para ser liderado por él. Así era, el seria quien arriesgaría su vida.

 

 

Termino acercándose a Changmin para detenerlo cuando tomo la espada de su lugar. Sus miradas se encontraron inmediatamente y el más alto comprendió a que se refería con esa acción, no era difícil de leer sus intenciones.

 

—No. —Reclamo. — Debo ir yo, Yunho.

 

Negó.

 

—No iras. —Pronunció quitando la espada de sus manos. — No puedo dejar que vayas.

 

—¿Qué? ¿Eres idiota? Tienes que guiarlos si es que existe un ataque, no puedes ir.

 

—Tu puedes hacer perfectamente eso.

 

—No, no puedes arriesgarte. Eres el guardia real Yunho, tienes que proteger a los reyes. —Siguió insistiendo el más alto.

 

—¡Tu también lo eres! ¡No me cuestiones!

 

—¡No! ¡No iras!

 

Lo tomo de los hombros frenando cualquier movimiento del más alto.

 

—Escúchame. —Pronunció en la ronca voz que tenía. — No dejaré que mueras sin ver a tu hijo, ¿Entendiste?

 

Por la mirada de Changmin comprendió de inmediato que le había tomado por sorpresa. El solo asintió, lo sabía todo, ¿Por qué se negaría a decirle la información?

 

—No me perdonaría ver a tu hijo y tu no.

 

—Yunho… ¿Y JaeJoong?

 

Volvió a negar.

 

—El entenderá que hay que tomar medidas, y conociéndolo…—Tomo aire soltando un suave suspiro. — Hubiera hecho lo que yo…

 

A duras penas Changmin accedió a su petición. ¿Y que petición? Él lo haría de todas formas, realmente no se perdonaría el hecho de ver el hijo de Changmin y que el no estuviera presente. Pero, ¿Por qué creía que podía morir? ¿Qué tal si funcionaba el plan? Tenía que ser positivo pero al mismo tiempo debía ser realista, el peligro de la misión lo obligaba a mantenerlo en cuenta.

 

Con sus armas listas, pero en comparación a lo que estuvo usando esos días para la guerra, estaba por competo expuesto. Al igual que hacia JaeJoong cuando se transformaba en Hero, de la misma forma se vistió él y su escuadrón, nada de armaduras ni escudos, solo llevaban las armas necesarias, arcos y flechas, espadas, dagas, no debían levantar sospechas al cruzar la frontera, ¿Cuál era el plan? Rescatar al príncipe. Sonaba más fácil de lo que parecía.

 

Gracias a los caballos lograron llegar  a la frontera sur, rodearían la zona de guerra para evitar ser descubiertos, pero estaban alertas en caso de enfrentar a los guardias que seguro tenía el reino de Gouryeo para no dejar ingresar intrusos. Según la información entregada por JaeJoong existía uno de los suyos infiltrado en el castillo, ¿En qué área? No tenía la menor idea, solo sabía que podría ser de ayuda a la hora de escapar. El plan estaba hecho más necesitaban que los siguientes movimientos esperados fueran exactos a los pensados, de lo contrario, todo sería un fracaso.

 

¿Seria suerte o no? Habían logrado cruzar sin enfrentarse a ningún soldado de Gouryeo, más no podían cantar victoria mientras se acercaban al centro de su misión, el castillo.

 

 

Infiltrarse seria toda una tarea, un trabajo duro, buscar una grieta, y claro, mantenerse lejos de la entrada principal así como la trasera. En los castillos los lugares menos concurridos eran las torres por lo altas que eran, nadie podía ingresar por ahí, pero por el conocimiento que tenía gracias a JaeJoong, sabía que todo castillo tenía sus pasadizos y Gouryeo no podía ser la excepción.

 

—¿Están listos? —Pregunto a su escuadrón tras bajar del caballo.

 

Tal y como estaban entrenados, los pura sangre se perdieron en medio del bosque al llamado, el silbido característico del jinete. Los soldados asintieron armándose de inmediato, su misión comenzaba desde el momento en el que dejaban el bosque y se escabullían hasta el castillo.

 

—Perfecto. Divídanse. Desde ahora cuenten las dos horas. Nos vemos.

 

Dos grupos, una pareja y otros cuatro juntos. Cuatro de ellos serían quienes rescatarían a los líderes de la revolución que había creado el futuro reinado de YooChun, mientras él con su compañero irían directamente por el príncipe. Estaban divididos, lo esperaba de cualquier reino, no podían tratar a un príncipe como lo hacían con los pueblerinos, así hubiera cometido el mayor delito, tenía sangre real, su calabozo no era nada más que una torre.

 

Aun con la luna en apoyo no podían escalar la torre, la sombra que creaba sería demasiado obvia para sus enemigos, era por ello que buscaría un pasadizo, esas paredes no podían ser impenetrables. Había vivido demasiado tiempo en un castillo para saber que todo tenia debilidades, para la realeza eran los mismos de sangre real, todos aquellos que deseaban escapar de esas paredes, habían creado justamente lo que necesitaban para escabullirse, pasadizos.

 

—¿Cómo piensa ingresar, señor? —Pregunto su acompañante.

 

—Tienes que buscar un ladrillo que este suelto. Vamos… Apresura.

 

—Entendido.

 

Quizás no todos los castillos eran iguales, tras buscar por largos minutos lo estaba dando por perdido, ya pensaba en como recurrir al plan B y cruzar saltando el muro. Fue su acompañante quien encontró el ladrillo suelto, el cual se encontraba cerca de una enredadera. ¿Cómo no lo pensó? Era la forma más útil de esconder una salida.

 

—Quítalo. — Ordenó a lo lejos.

 

El hombre lo retiro y lo dejo caer a un lado mientras el llegaba a su lado. Sin pensarlo más ingreso su mano por el orificio en busca de lo que esperaba, fuera una puerta, unos cuantos fierros y madera logro palpar hasta dar con una cerradura. Un sonido suave le fue el anuncio de su suerte. No sin antes mirar a su alrededor, es que abrió la puerta oculta con la enredadera, apenas se lograba abrir, supuso que era un lugar que no había sido ocupado por bastante tiempo, y pudo notar porque al ingresar.

 

—Fuego…

 

—Sí señor.

 

El hombre a su lado busco encender una antorcha humedecida con alcohol. El implemento que utilizaban era un artefacto recientemente creado con madera, solo se necesitaba frotar contra una lija y se encendió en cuestión de segundos, lo siguiente fue alimentar la antorcha con el fuego y dejar que la ciencia hiciera su trabajo. En ese caso, el alcohol.

 

La luz les brindo la iluminación necesaria para notar de que se trataba el lugar. Era un antiguo, por lo que podía ver, un escondite que pudo ser de cualquier miembro de la realeza, por las armas que se encontraban y los implementos de entrenamiento. No podía ser un cuarto de entrenamiento para cualquiera, las finas hojas de la espada, las empuñaduras de oro, todo indicaba que era de la realeza, sin olvidar que se encontraba el símbolo de Gouryeo en todo el esplendor. Aun así el polvo del lugar indicaba el tiempo que había pasado sin ser usado, quizás un mes o más por lo que no corrían peligro estando en el lugar.

 

—Señor, ¿Ahora qué?

 

—Tenemos que ir… —Dijo pensando.

 

Busco entre sus telas el pergamino donde se encontraba toda la estrategia dibujada por él y por Changmin. No tenían los verdaderos planos del castillo, por ende no sabían cómo era en realidad la estructura, todo había sido dibujando por las instrucciones que dejo JaeJoong escritas en la carta, gracias al infiltrado que envió a ese castillo.

 

 —Necesitamos encontrar un pasadizo… —Pronunció Yunho mientras tomaba la antorcha para iluminar el papel. — El pasadizo nos llevara a la torre, desde ahí tenemos que ser cuidadosos, no hay más escondites.

 

—¿Es ese el peligro al que Changmin se refería?

 

Asintió.

 

—Si, vamos directo a los guardias.

 

—Me trajiste para ser tu carnada.

 

Negó.

 

—No, tú serás quien lleve al príncipe al refugió.

 

—Entonces tu…

 

Asintió.

 

Tenía previsto que moriría y peor, que rompería la promesa que había hecho a JaeJoong, volver con vida.

 

 

 

 

Llegar hasta el pasillo principal de la torre fue toda una aventura, los minutos pasaron más rápido de lo que creía, estaban retrasados, se habían perdido entre los tantos pasadizos que existían, por lo que si habían cumplido la misión el otro escuadrón estaba a salvo en el bosque con los prisioneros de la revolución del príncipe y si les había ido mejor, tenían armas necesarias para todos, podrían llevar a cabo el nuevo plan, el resto quedaba en Changmin asi como la finalidad principal de escabullirse al castillo, el príncipe.

 

Los pasillos comenzaron a tener más movimiento, el ruido de los alerto, no pudieron moverse de su escondite, cosa que se arrepintió, cuando la tenían fácil para acabar con los dos escoltas de la puerta principal ahora existían seis, era imposible acabar con tres de ellos y los otros dejarlos a cargo de su compañero, mucho menos hacerse cargo solo de esos seis, pero temía que si no se movía en ese mismo momento llegarían más hombres a cubrir la puerta.

 

—¡Estan atacando el castillo! —Anunció uno de los soldados.

 

—Mierda… El escuadrón. — Se quejó en un susurro su compañero. — ¿Lo habrán logrado?

 

—Esperemos que sí. — Respondió.

 

—¡Escaparon todos los reclutados del príncipe!

 

—¿¡Qué!? ¿Cómo lo hicieron?

 

—Hay unos empachados escapando con ellos por el bosque.

 

—¡Si!. —Celebro casi en voz alta su compañero. — Señor, lo lograron.

 

—No cantes victoria…—Susurro. —Nos falta la misión principal.

 

El hombre asintió y vio cómo se organizaba el resto en formación reforzando la puerta. Era demasiado obvio, si rescataron a los hombres del príncipe, irían por el líder de ellos.

 

—Espadas, dagas… No veo arcos, eso es bueno. — Continuo susurrando a su compañero. — Seré la carnada y tu apuntas desde el suelo con el arco.

 

—¿Qué? Señor es muy peligroso.

 

—Solo apégate al plan.

 

El hombre lo detuvo del hombro.

 

—Esto no era parte del plan. No arriesgue su vida.

 

—Soy un guardia real, hago esto por mi rey. Cuídame la espalda.

 

—Entendido señor.

 

 

Lo primero que hizo antes de ponerse de pie para salir de su escondite fue recordar cada momento con JaeJoong, dejar que su corazón se conectara a él y desde el fondo de este pedir disculpas por no mantener la promesa que había hecho, si esa noche moría, JaeJoong debía entender que lo amaba demasiado como para arriesgar su vida por el bien del reino, todo lo que estuvo cuidando por años.

 

Desenvaino su espada, apenas le vieron los soldados estos se acercaron corriendo, mientras el camino con seguridad, había confiado parte de su vida a su compañero, solo debía deshacerse de dos de ellos para llegar a los otros. Las flechas pasaron a su lado y se clavaron directamente en el pecho de los soldados atacantes, entonces fue que su compañero salió del escondite para ser de ayuda mientras él ya se encontraba luchando con los otros cuatro.

 

La campana estaba sonando gracias a uno de ellos que se escapó de sus brazos, había anunciado el ataque en rescate al príncipe, por ende la torre se llenaría de guardias en cuestión de segundos. Dos contra cuatro era bastante injusto, más no fueron un desafío para Yunho, gracias a quien le cuido la espalda, o eso fue hasta que desde el suelo le clavaron una daga por la espalda directo en su torso.

 

El hombre se movió mientras el intentaba abrir la puerta a golpes con su espada, tenía que romper la cerradura antes de que los soldados llegaran, por otro lado su compañero buscaba entre los muertos una llave de acceso, esa fue la señal para el soldado, habían bajado la guardia creyéndolos a todos muertos. No noto cuando tomo la daga del suelo, el sonido metálico paso desapercibido por sus oídos hasta ser clavado en su cuerpo.

 

El dolor era insoportable, su compañero no demoro en clavar una flecha en la cabeza del hombre para acabar con cualquier movimiento que pudiera dar en su contra y seguido se acercó a retirar la daga.  La humedad de la sangre comenzó a manchar sus telas, sabía que iba a morir, por ello se disculpó con JaeJoong antes de comenzar su misión, aun así no cayó al suelo, no se rendiría hasta acabar la misión, necesitaban al príncipe de Gouryeo para acabar con esa guerra, tenía que enviar a Changmin intacto para ver a su hijo, era lo que menos podía hacer.

 

—No. Encárgate de abrir. — Ordenó.

 

Si retiraban la daga solo conseguirían derramar más de su sangre y con eso perder la conciencia ante tanto liquido derramado.

 

—Aquí esta. — Dijo tomando la llave y abriendo la puerta.

 

—¿¡Quienes son ustedes!? —Hablo el príncipe con la espada alzada en su contra.

 

—Señor, somos guerreros de Silla, estamos aquí para salvarle. — Hablo su compañero por él.

 

—¿Van a salvarme? —Pronunció observando el cuerpo del moreno. — ¡Estas herido!

 

—Eso no interesa. — Dijo sin cuidado recobrando la postura y alejándose del pilar de la puerta del cual se encontraba apoyado. — Este lugar pronto estará lleno de guardias, debemos salir, rápido.

—¿Por qué…?

 

—Responderemos eso en el camino príncipe, ahora muévase.

 

Su compañero tomo el cargo de la misión, debía escoltar al príncipe delante de ellos mientras el cuidaba su espalda. Rechazo la oferta del cambio por parte de su compañero, lo había llevado para cumplir esa tarea y no otra, si cambiaban arriesgaría al vida del único que podía llevar a salvo al príncipe hasta el refugio.

 

Los pasadizos volvían a ser todo un enredo, ya estaban perdidos cuando los pasos comenzaron a escucharse. Tal y como pensó, uno de los guardias debió quedar consciente para darles su ubicación, de lo contrario no hubieran encontrado la entrada al pasadizo.

 

—Estamos muertos…—Hablo su compañero.

 

—Callate. — Pronunció furioso.

 

—Tranquilos, conozco estos pasillos como la palma de mi mano.

 

—De prisa, ahí vienen.

 

—Es por aquí.

 

 

Así como JaeJoong conocía los pasillos del castillo en Silla, Yoochun debía conocer su propio castillo, había calculado perfectamente. Si ellos se perdieron seguramente los soldados también, aunque no quito el hecho de que tuvieran suerte y dieran con ellos. Justo al momento en el que estaban por abrir la puerta al escondite de armas una daga quedo clavada en la puerta de madera. Se giró rápidamente aun manteniendo su mano en su herida, pero por la parte delantera, sin olvidar que aun tenía la daga clavada tras su cuerpo.

—Yo me encargo Yunho.

 

—Son demasiados… Agh.. —Se quejó.

 

—Tú no puedes…

 

—Están arrestados. —Amenazaron los soldados.

 

—Vamos…

 

No hablaría de los estrecho que era el pasillo y la cantidad de soldados que estaban llegando, entre ellos dos no podrían con todos, y por cómo iba la situación parecía que siquiera el príncipe saldría vivo.

 

Perdió la atención en Yoochun, se concentró en acabar con el resto de los hombre sin olvidar la daga clavada a su cuerpo, el dolor se lo recordaba de inmediato. La sangre que había perdido fue su debilidad, lograron golpearlo y tirarlo al suelo, era su fin, cuando vio la hoja de la espada contraria acercarse, intento bloquearla con la propia, aun en el suelo seguiría luchando. JaeJoong, tenía que volver por él, verlo por última vez al menos, no dejaría que le ganaran.

 

Fue una espada ajena la que detuvo al soldado, y no solo eso, sino que acabo con su vida para luego ayudarle a ponerse de pie.

 

—¿Estas bien? —Hablo Yoochun.

 

—Bien, con una daga atravesándome el cuerpo.

 

—Vamos, retrocede, tenemos que salir de aquí.

 

Se adelantó por el cuarto de armas que se encontraba abierto gracias al príncipe, fue este quien luego de abrirlo tomo una espada y fue en su ayuda. ¿Cómo un hombre podía confiar en soldados pertenecientes a Silla cuando estaban en medio de una guerra? Existían diferencias, Yoochun pudo verlo en ellos.

 

La puerta del cuarto se cerró, pero no demoraría en ser derribada por los soldados. Esa fue la advertencia de Yoochun, había forzado tanto la puerta que no tenía demasiada resistencia, tenían que correr pero el en esa situación no podía salir y seguirles el paso.

 

—Deben salvarse… Tienes que llevar a Yoochun al refugió. Changmin sabe que hacer…

 

 

—¿Qué? —Dijo su compañero. — ¡Estas vivo! ¡Lo logramos! ¿Y esperas que te deje aquí? Seré visto como un cobarde que no ayudo al capitán.

 

—Te lo estoy ordenando. No puedo con esta herida, ya perdí demasiada sangre, moriré de todos modos.

 

—Si vas a morir… Al menos que sea en las tierras de nuestro reino.

 

 

 

 

 

 

Sunghee no acepto que continuaran con los preparativos, ella tomo su vestido y se paró del asiento como pudo aferrándose a su cuerpo. Entre quejidos y demás la mujer de todos modos quería salir a recibir a los guerreros. La noticia los tomo por sorpresa, ¿Podía ese día estar más lleno de emociones?  Se negó a que su mujer se moviera, incluso ordeno que terminaran el parto para cuando el volviera, el seria quien los recibiría, por ende dejo a su mujer en la oficina para salir en dirección a la entrada, mientras era seguido por todos aquellos dictando la información recientemente llegada.

 

—Tenemos más muertos, hay muchos heridos.

 

—Llamen de inmediato a todos los médicos cercanos, quiero a todos trabajando en mantener vivos a los heridos. Los cuerpos reúnanlos, con los demás, les brindaremos el mayor de los homenajes a nuestros guerreros.

 

 

—¡Señor! ¡Están ingresando! — Gritaron desde la entrada.

 

Esa noticia le llevo a apresurar el paso, corrió hasta la entrada, tenía que verlo con sus ojos, ver a Yunho y saber que estaba vivo. Ya detenido en la entrada podía verlos ingresar a todos como unos héroes, criadas y hombres corriendo de un lado para otro, sus órdenes se estaban cumpliendo tal  y como las dicto. Tras los guerreros ingresaban las carretillas guiadas por los caballos, cuerpos y hombres heridos… Pero seguía sin ver al hombre príncipe.

 

—¿Dónde esta…? —Pregunto a sus acompañantes.

 

—Señor… Uno de los lideres…

 

 

 

 

 

 

 

 


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