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My King por MiRoApril

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Su humor había cambiado de un momento a otro, despertar a gritos no era la mejor forma de hacerlo, menos si los gritos provenían de el mismo. ¿Es que no respetaban la privacidad de su príncipe? Aunque su madre le enviara en su búsqueda no tenían por qué irrumpir en su habitación de esa forma, ¡Nadie les dio el derecho! Había comenzado su mañana gritándole a las criadas, estas habían ingresado a su habitación sin el llamado a la puerta ni mucho menos anunciarse. No le importaba en absoluto el que algunas de ellas lloriqueara puertas afuera de su habitación, estaba molesto, y mucho, eran ellas quienes creaban los rumores acerca de él y Yunho, luego el menor era quien no se acercaba a él para evitar todos esos malos entendidos.

 

 

—Espera Yunho…—Tomo una pausa. — Duerme conmigo.

 

No quería que este le dejara cuando estaba tan molesto, quizás aún temía por su vida, pero estaba sano y a salvo en su habitación, no tenía ni un solo rasguño, o el al menos no lo consideraba daño aquel moretón que tenía en su cuerpo, el tipo si realmente había apretado con fuerza, pero en el momento no había sido un gran dolor, estaba preocupado por Yunho y que este no hiciera alguna estupidez como saltar en su rescate, probablemente condenándolos a ambos. Sabía que su caballero pensaba antes de actuar, por otra parte, cuando se trataba de él solo actuaba, lo lograba pensar, lo había descubierto con el tiempo. El moreno era capaz de muchas cosas, incluso de planificar un ataque y movimientos de guerra, todo lo que estuviera lejos de él. JaeJoong era la principal razón del porque Yunho enloquecía de vez en cuando. Eran como hermanos.

 

 

—Sabes que no puedo, si se enteran…

 

Ahí estaba, una vez más Yunho evitándole por comentarios de los demás. Entendía, si el pueblo se enteraba que su futuro rey estaba a escondidas con un hombre, peor con su propio guardia personal, crearía una gran guerra entre el pueblo contra al realeza, buscarían bajar del trono a los Kim luego de años de ser la cabeza en el reino. Pero la gente debía comprender la parte más importante, ¿Qué hacían los hermanos? ¿Los mejores amigos? ¡Pasaban el tiempo juntos! ¡Debían comprender! Yunho era el único con el que vivió su infancia, sino fuera por él seguramente sería un tipo estricto que no disfrutara de la diversión, de seguro estaría casado a esa corta edad como rey en una tierra no muy lejana de sus padres.

 

—Yunho. Es una orden. —Pronunció sin titubear.

 

Conocía al moreno, no se negaría a una orden de él, menos cuando tomaba ese rol de príncipe. Lo vio girar su mirada a la puerta y luego asintió. Con eso se había quedado tranquilo. La voz de Yunho se escuchó más ronca de lo normal cuando le ordeno a los guardias desaparecer de su puesto, el se encargaría de su seguridad, por lo que aquellos inferiores no se negaron a las órdenes de Yunho y desaparecieron de los pilares donde custodiaban su puerta.

 

Mientras el terminaba de cambiarse. Odiaba utilizar los camisones que preparaban para él, pidió que confeccionaran unos pantalones y una simple playera para cubrir su cuerpo, aunque en esa época de calor no necesitaba ni siquiera esas telas, le gustaba dormir desnudo y dejar que las telas de la ama rozaran su cuerpo, estando con Yunho era imposible hacerlo, ya tenía bastante con que este se reusara a dormir a su lado.

 

El moreno no objeto en absoluto, incluso le sorprendió que este no dijera algo como excusa para ir en busca de sus ropas y no regresar, lo había hecho un par de veces, claro que en aquellas ocasiones  no había tocado el tema como una orden.

 

—Es tarde, deberías descansar. — Escucho del moreno mientras se sentaba en la cama a la espera de este.

 

—Esperaras a que duerma y  te iras, ¿No?

—JaeJoong…

 

—Te lo ordene. Quítate eso y ven a la cama. No me hagas dar otra orden, sabes que odio ordenarte.

 

Por último, Yunho suspiro y comenzó lo que debió hacer en un principio. Retiro su espada del agarre de su pantalón y la dejo cerca de la cabecera de la gran cama del príncipe, por cualquier acontecimiento, se encontraría listo para defender a su mejor amigo. Seguido de esto, se deshizo de las telas, su abrigo, camisa dejando su torso desnudo, al igual que la parte inferior de su cuerpo, pero no por completo, necesitaba de aquella tela que cubriera su entrepierna.

 

JaeJoong yacía bajo las mantas bien cubierto a la espera de que él ingresara a su lado. Una vez más suspiro el moreno, rindiéndose a los encantos del mayor, jamás podía negarse a una de sus peticiones, pero siempre estaba el temor y el cuidado que debía tener por respeto tanto a su familia, como a la realeza, y aún más al mismo príncipe. Si era una orden, no le quedaba de otra que obedecer, eran las reglas de los Jung, siempre seguir las ordenes.

 

Una vez recostado, sus rostros se encontraron. JaeJoong fue el primero en sonreír, Yunho había cumplido cada una de sus peticiones hasta terminar a su lado, como lo deseaba. La única forma de quitar el temor del moreno era con esa cercanía, siempre lo conseguía, puesto que mientras estuvieran juntos, nada más importaba.

 

—No vuelvas a hacer algo como eso, JaeJoong. — Pronunció Yunho rompiendo el silencio.

 

—Estoy bien, no pasara nada…

 

—No es que estés bien ahora. ¿Qué pasa si algo te sucede?... —Realizo una pausa. — Me entregaría para la ahorca, lo sabes.

 

—No me gustaría que perdieras la vida por mí, tú también mereces ser feliz. Encontrar el amor, casarte, tener tu familia…

 

—Aún no quiero pensar en eso, está muy lejos de importarme.

 

—Yunho…

 

—Promételo.

 

—Pero sabes que es mi única forma de salir de estas paredes…

 

El moreno no aguanto la distancia, la conversación era emotiva, sentimental, aunque siempre le vieran al gran guardia el príncipe como una persona seria y sin expresiones, JaeJoong era el único que conocía la verdadera naturaleza de su guardia, el cómo ese rostro que mostraba todos los días en el castillo, no era más que una máscara que ocultaba quien era. Una persona llena de sentimientos, sensible y posesiva. Así lo quería, quería a Yunho aunque este tomara esas palabras como un peligro, siempre que podía…

 

—Te quiero Yunho…—Pronunció entre sus brazos.

 

Se lo decía.

 

Una hermosa forma de ir a descansar, como ese caliente cuerpo le llevo a los sueños. No le intereso si el moreno estaba casi desnudo, sus cuerpos se conocían de pequeños, claro que a esa edad era diferente el verse desnudos, lo cual no habían hecho en mucho tiempo, más que verse los torsos desnudos, más allá los atrapaba el pudor, al menos a JaeJoong la timidez y en cuanto al moreno, el miedo de que alguien los encontrara. Desde pequeños ya no existieron los baños de tina juntos, la única forma de calmar al revoltoso príncipe era que su mejor amigo ingresara a la bañera con él.

 

Todo podía arruinarse en un segundo. No quería moverse de la cama, se había metido bajo todas las mantas mientras su guardia terminaba de ocultar su cuerpo en las telas, incluso había tomado la espada para encajarla al pantalón, pero se arrepintió cuando vio como JaeJoong no deseaba salir de su cama. No solo se llevaría un regaño por cumplir con la petición del príncipe, sino por ser la razón de que este llegara tarde al desayuno con sus padres.

 

—Vamos JaeJoong, no te metas más en problemas.

 

—Esas idiotas. ¿Las escuchaste?, seguramente no, estabas durmiendo hasta que grite.

 

JaeJoong no solo estaba molesto de que estas le despertaran sin anunciarse, sino que estas se atrevieron a tomar las mantas para descubrir el cuerpo de su guardia. Las  criadas eran unas admiradoras del líder de escuadrón, ¿Cómo no serlo? Si este destacaba en cada una de sus hazañas, no era de sorprender a nadie, excepto a las mujeres. ¡Estaban necesitadas! Los Jung siempre buscaban buenas mujeres para sus hijos, aquellas que fueran no solo hermosas sino que fueran amables, con un gran corazón. Pero el moreno debía contraer matrimonio con alguien de la realeza, una duquesa o una condesa, ¡No con una criada! Si no fuera por uno de los antepasados de Yunho, para ser especifico su tátara abuelo, el padre de su padre, sin valer la redundancia, estas creían que podían enamorar al moreno, quizás no enamorarlo, pero los hombres tenían necesidades. Así como algunos guardias aprovechaban las oportunidades para tener sexo con las criadas, ¿Por qué no Yunho? Era parte de la guardia real, un hombre con necesidades. Sabía todo eso, producto que a él igualmente se le habían insinuado, más de una criada, terminaba reasignándolas en sus  trabajos sin dar a conocer la razón por la cual lo hacía, lo que menos quería era perjudicar la vida de quien necesitaba el dinero trabajando.

 

—Sabíamos que pasaría, al menos yo lo esperaba

 

—¿Sabías que pasaría? ¿Eh? ¿Tan acostumbrado estas? —El enojo de JaeJoong había aumentado.

 

 

De seguro estaba acostumbrado a escuchar a las mujer hablar de su cuerpo, el cómo sus abdominales estaban tan bien definidos, como sus brazos crecían cada día más, su rostro tan dulce mientras dormía, sus labios… Si, lo había escuchado todo y recordaba cada una de esas palabras. No debería sentirse molesto, Yunho era su guardia, su mejor amigo, debería estar feliz de que las mujeres hablaran de esa forma de él, pero era molesto, no era normal que estas estuvieran excitándose con la mirada mientras era el quien dormía al lado del moreno.

 

No quería pensarlo demasiado, Yunho siempre fue su hermano, su mejor amigo, creía que repitió esas palabras millones de veces en su cabeza, mientras más lo hacía, menos lo creía.

 

—Pues… ¿Si?, te lo he dicho siempre.

 

—Nunca lo dijiste, Yunho.

 

—¿Ahora quieres dejarme de mentiroso? No podría mentirte.

 

—Yo no estoy acostumbrado a escucharlo. —Dijo bajando la voz.

 

—Deberías estarlo, llevan con eso mucho tiempo.

 

—¿En qué momento pasan estas cosas que no me doy cuenta?

 

—¿JaeJoong?

 

Termino sentándose en la cama mirando a Yunho quien aún tenía la espada en su mano sin atarla a su pantalón. Siempre había despertado con una gran sonrisa en sus labios las noches que dormía con el moreno, pero esa mañana esas criadas lo habían arruinado todo, realmente odiaba como estas interrumpían los momentos así. Si tan solo hubieran llamado a su puerta, le hubiera dado tiempo al moreno de vestirse para recibir a las tipas, pero no, como odiaba que hicieran ese tipo de cosas. Pero era la rabia de lo que había escuchado que no lo dejaba recordar el que sus criadas siempre ingresaron así a su habitación, puesto que demoraba en despertar y estas tenían que hacerlo por él.

—No interesa. —Dijo sin más moviendo las mantas a un lado para salir de la cama.

 

—¿Por qué de la nada pareciera como si perdiste la memoria?

 

—No lo hice Yunho, no estoy acostumbrado a escuchar esas cosas. —Se quejó frente al armario.

 

—Estas más acostumbrado que yo JaeJoong.

 

¿Acostumbrado a escuchar como lo desnudaban con la mirada? ¡Claro que no lo estaba!

 

—Si estuviera acostumbrado no estaría tan molesto, ¿No crees?

 

—Nunca antes te molesto, ¿Por qué ahora si?

 

—¡Siempre me molesto! ¿Crees que es muy grato escuchar fantasías sexuales que tienen contigo? ¿Eh? Te devoraban con la mirada, no es divertido, no me gusta. —Finalmente exploto.

 

—¿Eh? Espera. —Tomo una pausa. — ¿De que hablas?

 

—¿Cómo de que voy a hablar? Esas tipas te quitaron las mantas de encima solo para verte. Si no despierto seguro comienzan a toquetearte.

 

Yunho guardo silencio por un largo momento, JaeJoong no comprendía porque no decía nada en absoluto, el silencio le molestaba más, porque este no hablaba ni pronunciaba palabra para calmarlo,  seguía recordando todo y su humor empeoraba.

 

—No sabía que estuvieron mirándome.

 

—¿No? —Trago en seco.

 

—Pensé que te molestaba que nos vieran juntos, ya sabes… Irán otra vez hablando por ahí que dormí contigo. No pasará mucho para que lo vuelva algo sexual.

 

Nuevamente el silencio se apodero del lugar. No sabía que decir, solo se quedó mirando el interior del armario, claramente no estaba buscando una prenda para usar. Trago en seco  una vez más, podía sentir los pasos de Yunho acercarse a él lentamente.

 

—Déjame solo. —Pronunció en una orden.

 

—No. —Dijo en seco el moreno.

 

Se quedó completamente quieto, sorprendido, ¿Yunho lo había desobedecido? Aunque claramente no había dado una orden, sino lo dijo como una petición.

 

—¿Te molesto que hablaran de mí?

 

—Déjalo, ya paso... Olvídalo.

 

—¿O fue el que me vieran?

 

—Yunho llegaré tarde.

 

—¿Desde cuando te preocupas por llegar a tiempo?

 

—Detente, por favor.

 

—¿Sabes?... Si te hubieras molestado por los rumores, no volvería a dormir contigo. Pero me alegra que no sea eso en realidad, y solo fueran…

 

—No es nada. No estaría celoso de ti. ¿Por qué? Puedo tener el cuerpo tan trabajo como tu.

 

Estaba desviando el tema, podía hacerlo parecer por otro tipo de celos y no aquellos que no quería asumir. Pero entre más hablaba sonaban menos creíbles sus palabas. Su cuerpo comenzaba temblar, ¿Por qué estaba tan nervioso? ¿Yunho se alejaría de saber la verdad?

 

—No es eso JaeJoong. —Pronunció el moreno.

 

De pronto los pasos comenzaron a alejarse de su cuerpo, no quería voltearse, sabía que significaban esas pisadas, se acercaba a la puerta para dejar la habitación.

 

—Tampoco me gustaría que te vieran, JaeJoong. Piensa en eso.

 

El sonido de la puerta le obligó a cerrar sus ojos. Aun no se movía de su posición, seguía viendo el interior del armario sin escoger nada aun, ni tomarse el tiempo si quiera de ver las telas. Tenía su mirada perdida en el fondo de este. Ya ni siquiera pensaba en su rabia o lo que las criadas habían dicho, eran las palabras de Yunho las que resonaban en su cabeza.

 

¿Se pondría peor? ¿Por qué? Si lo pensaba, justamente el día anterior Yunho mostró su descontento con el tener cerca de uno de esos tipos, pero jamás interpreto esas palabras de otra forma, ¿Por qué creería que Yunho sentiría celos de alguien más tocándolo? ¿Era lo mismo tocar, que ver? Tampoco deseaba que alguien lo tocara, si veía a una de sus criadas tocando el abdomen del moreno, seguramente querría enviarlas a la ahorca, les cortaría las manos, pero no tendría excusa para hacerlo, no podía decir que eran celos por tocar a su caballero.

 

Esa mañana no se movió de su habitación, se quedó encerrado tras un largo baño, no tenía deseos de comer, estaba perdido en sus pensamientos y podía sentir como un fuerte dolor de cabeza se aproximaba. ¿Había sido tan idiota para actuar de esa forma con Yunho? No quería imaginar cómo se encontraban sus criadas cuando el moreno salió de su habitación, lo peor era que no pensaba en los sentimientos de las mujeres, si se encontraban bien tras sus gritos, sino que pensaba en como observaban al moreno tras haberlo visto casi desnudo.

 

JaeJoong siempre dudo de ese amor de hermanos, pero ¿Cómo pensar que era algo diferente o más fuerte? No era normal ver a dos hombres juntos, aunque en los manuscritos hablaban de los dioses y como se aprovechaban de los esclavos, todo era solo por sexo, lo cual estaba seguro que en el castillo creían lo mismo. JaeJoong no era de recibir damas de medio manto, pendenga, mujer errada, moza del partido, cantonera, buscona, bordelera, bagasa, amafia, soldadera, o cualquiera de las  mil formas de llamar a las prostitutas. Nunca tuvo un interés sexual por ellas, bien, si los tuvo, pero terminaba encargándose el mismo de los problemas que generaban, no era de ocurrir siempre, extrañas veces ocurría, más por sueños.

 

—¡Su majestad! Yunho Jung necesita su autorización para ingresar.

 

La voz del moreno tras la puerta resonaba en ese tono de molestia, sabía que iba a regañarlo por no aparecerse esa mañana. Por otra parte, ¿Por qué se anunciaba? ¿Cuándo se había anunciado? Llevaba tiempo sin anunciarse, odiaba que lo hiciera ahora nada más por estar molesto, o más bien, tan extraño del encuentro de la mañana.

 

—Adelante. —Pronunció en una voz suave que fue de todos modos audible.

 

—Pueden retirarse, yo me encargo de la protección del príncipe desde ahora.

 

Escucho como Yunho le ordeno a los guardias que custodiaban su habitación. Las armaduras resonaron en el pasillo mientras alejaban y lo siguiente fue la puerta cerrarse mientras el se mantenía boca abajo en la cama sin deseos de moverse. ¿Qué haría Yunho? ¿Qué le diría? Se sentía, nervioso, muy nervioso.

 

—¿A que se debe su ausencia de la mañana?

 

¿Por qué?  ¿¡Por qué mierda Yunho Jung!?

 

—Déjate de formalidades, estamos solos.

 

Odiaba cuando este volvía a tomar el papel de guardia personal, ¡Quería a su amigo siempre que estuvieran solos!

 

—¿Cuánto tiempo te quedarás ahí? —Pronunció el príncipe finalmente tomando asiento en la cama.

 

—Aun no recibo respuesta.

 

—No quería ir, no tengo hambre.

 

—Pero debes comer algo. ¿Quieres almorzar conmigo?

 

—Si con eso te refieres a llevarme con mis padres, no.

 

Yunho se acercó a él, sintió el paso de este a su lado, su mirada no pudo evitar fijarse en la mirada ajena. El silencio una vez más se apodero del ambiente, ¿Por qué era tan misterioso? Odiaba que este con tan solo una mirada le hiciera sentir débil, tuvo que desviar su mirada para evitar sonreír como un idiota, el moreno se aprovechaba de eso, sabía cómo ponerlo nervioso, aunque este solo creía que no disfrutaba de la conexión visual.

 

—Eso no responde mi pregunta. ¿Quieres comer conmigo?

 

—Te dije que…

 

—Es conmigo JaeJoong, sin que nadie nos moleste.

 

—¿Es eso posible?

 

—Podemos intentarlo…

________________________________________

 

 

No se le había hecho sencillo hablar para conseguir un cambio en el personal de JaeJoong, otras criadas quienes no interrumpieran de esa forma, aunque era consciente de que el error lo había cometido el príncipe, si este volvía a ver esas caras en el interior de su habitación seguramente las mujeres terminarían volviendo al pueblo por ser despedidas. Al menos le facilitaría el trabajo a JaeJoong esa mañana, pero aun esperando por él en el gran salón, el mayor no se apareció.

Hablar con los reyes era incomodo cuando le pedían al igual que el príncipe hablar sin la formalidad, siempre le trataron como si fueran de la familia, no había necesidad de utilizar la formalidad política, nada más aquella que mostrara el respeto a sus superiores. Era incomodo, más cuando estaba en frente de sus cadetes, si bien tenía privilegios como líder de escuadrón, hijo de la familia Jung, eran esos momentos en los que comprendía al mayor y quería deshacerse de todo tipo de formalidades. No se sentía extraño cuando hablaba en su escuadrón y estos debían tratarlo con respeto, puesto que cada vez que lo hacía eran reuniones importantes, planeaciones de batallas o entrenamiento, de lo contrario pasaba su tiempo con JaeJoong.

 

Al no ver durante el transcurso del día al príncipe, decidió joderlo un poco, en forma  de una lección, pretendía tratarlo con formalidad durante el resto del día, seguir al pie de la letra cada una de las palabras de los manuscritos de los Jung. Incluso se anunció frente a la puerta de este, pero al momento de ingresar y ver su rostro no pudo continuar. JaeJoong no había comido nada durante el día y aunque el si lo había hecho, su estómago podía estar vacío de un momento a otro solo por tener a JaeJoong feliz.

 

De solo ingresar a la cocina real, comenzó el bullicio, todas las damas realizando reverencias a su majestad una y otra vez, era todo un honor tener en la cocina al príncipe, después de que este no se aparecía por el lugar ni aunque quisiera, sus padres no se lo permitían puesto que podía generar una mala imagen para el príncipe entre los de la realeza el mezclarse con plebeyos. Tanto el cómo JaeJoong odiaban ese tipo de reglas, no quería seguir leyes como esas, ¿Qué importaba si el príncipe se juntaba con las personas el pueblo?, ¡Nada! Si enfermaba tenían los mejores doctores, además de eso, las excusas baratas que tenían eran tan malas como esas, que los plebeyos podrían traerles enfermedades a la realeza.

 

—Pueden dejarnos solos. —Dijo en su voz ronca.

 

Las mujeres de inmediato comenzaron a cuchichear, a algunas parecía gustarle la ida de tenerlo solos en el lugar, mientras que otras de mala cara dejaron la cocina. Por otra parte, JaeJoong se veía realmente feliz, era lo único que le importaba, después de todo lo que estaba pensando, porque conocía a su mejor amigo, este no dejaría que nada más las cosas pasaran, estas debían tener un proceso por su cabeza, y entre ellas estaban sus propias palabras de la mañana.

 

 

¿Había sido un idiota al dejar salir un pensamiento como ese?

 

No existía un miedo en realidad, no temía a que esos sentimientos entre él y JaeJoong crecieran, aunque eso significaba dejarse llevar por un sentimiento imposible, o más que imposible, prohibido de sentir. Jamás necesito ni él ni el mayor mujeres con las cuales descargarse, si bien tenían ese instinto sexual al menos el no necesitaba de una mujer para acabar con esa sensación de excitación y estaba seguro que JaeJoong tampoco.

 

—¿Qué comeremos? —Pregunto el príncipe.

—¿Qué se te antoja? Tenemos toda la cocina para nosotros solos.

 

Sintió su cuerpo tensarse ante sus propias palabras, no entendía como el decirlas producía cierta sensación en él, era extraño, puesto que siempre estaba a solas con JaeJoong cada vez que se les daba la gana, pero ahora, ¿Por qué estaba tan nervioso?

 

—Estoy hambriento, quiero comer muchas cosas

 

Soltó una suave risa al escucharlo,  habían vuelto los ánimos del mayor, lo que más le encantaba, verlo una vez más feliz, después de todo, era su culpa al no negarse a la petición del príncipe, por más que este hablara en el tomo de la realeza era su decisión respetar o no el mandato, JaeJoong no lo enviaría a la ahorca por negarse.

 

Tomaron todo lo necesario y comenzó el juego de la cocina, entre risas y desastres. Ninguno sabía cómo cocinar en absoluto, aunque de pequeño la gran reina pedía la soledad en la cocina para preparar la comida favorita de JaeJoong en su cumpleaños, hasta la fecha aún lo realizaba. Recordaba como lo preparaba, el ingresaba a la cocina en ayuda de la mujer, no tenía forma de hacer algo especial para su mejor amigo, por lo que esta le enseño a preparar nada más un postre, era lo único que Yunho sabía hacer en la cocina, y en ese momento, se avergonzaba de mostrarle la verdad a JaeJoong, puesto que siempre decía que era un dulce comprado de los mejores pasteleros. ¿Por qué? Por qué él lo preparaba y incluso decoraba, los toques finales se los pedía a la reina, nunca le gusto ver el pastel con una decoración tan mediocre para JaeJoong, y ante la experiencia de la mujer, el pastel quedaba perfecto.

 

—¿Prepararas tu plato favorito? —Dijo al ver como JaeJoong mezclaba los ingredientes.

 

—Es lo único que mamá me enseñó a hacer. ¿Tienes otra idea?

 

—¿Qué tal un postre?

 

—¿Sabes hacer postres?

 

—No, pero puedo intentarlo. — Mintió.

 

—¿Y si lo pedimos? Ese de fresas con chocolate que siempre me regalas, puedo mandar a pedirlo, ¿Quieres?

 

JaeJoong había dejado la atención de la olla mientras le observaba, aquel pastel del que hablaba ni siquiera estaba en el menú del panadero real.

 

—Preparémoslo.

 

Dejo que el mayor acabara cerrando la cacerola con el plato terminado para que ellos comenzaran la preparación del postre favorito del príncipe.

 

Su corazón latía por el nerviosismo, ¿Sería capaz de notar que siempre fue el quien lo preparo? Sentía cierta curiosidad como cierto temor de que este descubriera finalmente quien era el que preparaba ese postre que tanto disfrutaba.

 

—¿Por qué no le quieres decir que eres tu quien lo preparo? —Pronunció la reina al pequeño a su lado.

 

—Porque mire, esta perfecto, no podré preparárselo siempre así sin su ayuda.  Además…—El menor tomo una pausa. — Los hombres no deben cocinar y menos regalarle algo a otro hombre.

 

—Pero JaeJoongie es como tu hermano Yunho.

 

—¿Y que dirás? ¿Qué se lo envía la princesa de Baekje?

 

—¡No! Esa niña fea no.

 

La reina rió.

 

—¿Por qué dices que es fea? Es muy hermosa

 

—Es fea…—Pronunció taimado el pequeño.

 

—¿Yunho esta celoso? ¿Hm?...

 

—¡No! —Gruño. — No estoy celoso, yo también puedo tener una princesa…

 

—Sabes bien que no hablo de esos celos Yunnie

 

—¿Hm? ¿Me dijo Yunnie?

 

—Si, ¿JaeJoong no te dice así?

 

—Hm.. Pero la última vez que alguien me llamo así ordeno que nadie más lo hiciera.

 

—Por dios, ustedes dos son imposibles. —Dijo entre risas. — JaeJoong siempre será tu mejor amigo Yunho.

 

—¿Aun cuanto tenga que casarse con Sung Hee?

 

—Princesa Yunho, princesa Sung Hee…

 

—Si, princesa Sung Hee. —Repitió.

 

—Claro que si. JaeJoong no cambiara los sentimientos por ti.

 

La reina tomo una pausa y alzo en sus brazos al pequeño Yunho.

 

—Entonces, ¿Qué le diremos a JaeJoongie del pastel?

 

—Hm…¡Que lo hizo el pastelero real!

 

—¿Eh? ¿No entendiste nada de lo que dije?

 

—Si, que JaeJoong me seguirá amando aun cuando este casado con Sung Hee. Sigo, princesa Sung Hee.

 

 

Podía recordarlo como si fuera hace nada más que un día. Cada una de las palabras de la reina, y fue tarde cuando entendió a lo que se refería. No importaba nada, lo que hiciera o no, JaeJoong lo amaba, era su mejor amigo y hermano, con o sin pastel perfecto, el mayor no cambiaría sus sentimientos. Pero el temor que le calmo la reina de niño, creció con el pasar de los años. ¿Qué sucedía si JaeJoong dejaba de amarlo? Sabía que en algún momento sería el nuevo rey de Silla, tendría una esposa y el siguiente heredero al trono. El tiempo que pasaban juntos, se reduciría, ya no podrían dormir como lo hicieron aquella noche, no, el tendría una esposa con la cual compartir la cama. El tiempo lo alejaba de JaeJoong, y eso era lo que más le dolía.

 

—Yunho. ¿Qué más hay que ponerle?

 

—Nada más... Ahora lo dejamos en el horno. ¿Qué tal si comemos mientras esperamos?

 

—¡Claro! Tengo mucha hambre…

 

Aunque la conversación con él no se acababa nunca, sus pensamientos cada vez que era posible, lo hundían en sus últimos recuerdos. ¿Lo dejaría de amar? ¿Qué tipo de amor tenía JaeJoong hacía él?  

 

Esa mañana el mayor había demostrado celos, tuvo que contenerse para no sonreír, le recordó aquella vez que las criadas comenzaron a llamarlo Yunnie, JaeJoong prometió cortarles la cabeza si volvían a llamarlo de esa forma, siempre fue celoso, además de darlo a conocer, cosa que a esa edad no hacía, pero lo gritaba en el castillo, eran pequeños, nadie tomaría tan enserio las palabras de unos niños. “Yunho es mío” “Amo a Yunho” “Es mi Yunnie, consigue el tuyo”  Olvido el día que JaeJoong dejo de llamarlo Yunnie. Desde que le entregaron la corona del príncipe y él había asumido su cargo de líder de escuadrón los habían obligado a muchas cosas. Los padres del mayor no eran de esos que obligaran a su hijo a hacer lo que las leyes demandaban, pero siempre tenían buenas razones para hacer entender a JaeJoone lo que estaba bien y mal, por otra parte, se preocupaba bastante por el pueblo y el bienestar de las personas, no sería uno de esos que dejarían de lado un trono por salvar su trasero, JaeJoong era justo, tenía sangre real recorriendo sus venas, sabía que debía hacer, entre esas cosas era respetar las leyes que más odiaba.

 

Por su parte, sus padres eran estrictos, por mantener el apellido entre la familia real harían lo que fuera. El manuscrito de los Jung, todas las reglas y leyes que debían ser respetadas por cada uno de los descendientes. Entre las leyes más destacadas estaba la principal, “No enamorarse del príncipe o princesa” Los Jung siempre habían sido guardias personales, ya sea mujeres u hombres, las hijas de los Jung eran las únicas consideradas guerreras, otras eran enviadas a ser criadas, no debían realizar trabajos de hombres.

 

Esa era su vida, no podía hacer nada más que seguir las reglas por obligación, algunas de ellas eran necesarias, otras no deberían estar escritas, como el no poder interactuar más de la cuenta con el príncipe. ¡Eran mejores amigos! Mientras no estuvieran solos, no, imposible.

 

La campanilla creada con el fin de medir el tiempo, había sonado. Sacaron del horno, el cual estaba hecho con ladrillos, era el avance más grande que había en hornos para la época. Tomaron el pastel y lo alejaron del fuego dejándolo cobre la mesa. Habían terminado de comer poco antes del sonido, era perfecto para mantenerlos activos. Además, durante la comida, ningún tema incomodo apareció, era obvio que JaeJoong no quería hablar de lo ocurrido por la mañana ni el explicar lo que le había pasado para decir algo como eso.

 

—¡Oh! Esta hermoso —Pronunció JaeJoong con una gran sonrisa.

 

—Va a quedar muy bien.

 

—Claro, míralo… Podríamos dedicarnos a la pastelería.

 

—¿No debes dirigir un reino?

 

—Shh… Cállate, no arruines el momento.  

 

Ambos soltaron una gran carcajada mientras acomodaban las cosas una vez más en la mesa. Tenían crema, chocolate, y fresas. El desastre del lugar, ya luego lo dejarían para que las criadas lo limpiaran, no querían aprovecharse de ellas, pero si estaban más tiempo en la cocina, les llegaría un gran regaño, y por otra parte, a las mujeres había que pagarles por su trabajo diario.

 

—¿Qué va primero? — Preguntó el príncipe.

 

—Chocolate, crema y fresas. En ese orden..

 

—¿Sabes tomar esa cosa? —Pregunto JaeJoong tomando una espátula para esparcir el chocolate sobre el primer corte del pastel.

 

—Claro que se.

 

Yunho entre risas se ubicó tras este, era más alto que JaeJoong, podía ver sin ningún problema, aunque eran apenas unos centímetros, pera perfecto para ver por sobre el nombro de este mientras esparcía la crema sobre el chocolate. La gran pregunta de todas era, ¿Por qué no se ubicó a su lado teniendo tanto espacio en esa cocina?

 

Ambos tomaron las fresas y comenzaron a dejarlas sobre la crema, poco a poco hasta llevar la circunferencia con la fruta. JaeJoong se encargó luego de ubicar el siguiente corte y repitieron la tarea, sin moverse ninguno de su lugar. El príncipe disfrutaba del calor que le proporcionaba el cuerpo de Yunho tras él, mientras que a Yunho, podía sentir perfectamente el perfume natural del mayor, no quería separarse de él, ni mucho menos que preguntara porque estaba ahí cuando podía estar a su lado, ¿Qué respuesta le daría? Para su suerte, nadie a excepción de los reyes podía ingresar a la cocina sin anunciarse, y sabían que ninguno de ellos se acercaría a ese lugar por las leyes que debían respetar, las cuales en ese momento JaeJoong estaba rompiendo.

 

—Es la última…—Pronunció el mayor ubicando la última pieza sobre las demás.

 

—¿Cómo quieres adornarla?

 

—Me gusta como la adorna el pastelero real. No creo que podamos hacer eso.

 

 

Con el tiempo, Yunho había aprendido la estrategia de la reina. << JaeJoong… ¿Lograras darte cuenta? >> Se preguntó.

 

—Ven... Te ayudo.

 

Tomo la mano del mayor y ubico en esta la manga con el resto de la crema. Mantuvo su rostro sobre el hombro de este y comenzó su trabajo, con cuidado presionando suavemente la mano contraria hasta dejar unos pequeños bombones de crema alrededor del pastel, tomo la siguiente manga con chocolate y dejo un pequeño bombón sobre los anteriores.

 

Termino girando la mirada para ver la reacción del príncipe, ¿Lo había notado?

 

Le entrego unas fresas y le dio los detalles finales, poco a poco.

 

—¿Te gusta cómo está quedando?

 

—No sabía, que eras tan bueno para esto…—Sonó la nerviosa voz de JaeJoong.

 

—No lo soy, solo se preparar esto…

 

—¿Cómo sabes hacerlo? Digo.. Es mi postre favorito y…

 

—Siempre se lo pides al pastelero real por medio de tu madre, ¿No? —Dijo mirando los ojos contrarios por sobre su hombro.

 

—Ella dijo que debía avisarle solo a ella para encargar ese pastel, porque era una receta… Especial…—Pronunció el príncipe en palabras entre cortadas sin quitar la mirada del dulce de en frente.

 

—Así es. Es muy especial. — Susurro.

 

—Yunho…

 

—¿Hm?...

 

Estaba por admitir que era el gran pastelero real que JaeJoong siempre había querido conocer, pero trago cada una de sus palabras cuando este inesperadamente giro su rostro  dejando una distancia mínima entre ellos. Su corazón, su corazón estaba volviéndose loco, ¿Por qué latía tan rápido? ¿Por qué no podía controlarlo? Regla número uno Yunho… Regla número uno…

 

—Tu…—Susurro JaeJoong.

 

—JaeJoong-ah….

 

Trago en seco. Sus manos soltaron la cintura de este son lentitud, pero JaeJoong las tomo de nueva cuenta  y las ato a su cuerpo, ¿No quería que se separaran? ¿Y esa distancia? ¡Era peligrosa! Porque… Porque sentía deseos de besarlo, no era la primera vez que le ocurría, lo había sentido cientos de veces en la misma posición, durmiendo al lado de él, donde lograba ver su rostro sin problema alguno mientras descansaba, el momento perfecto para unir sus labios finalmente y dejarse llevar por aquella hermosa sensación de roce.

 

—Eres tu…

 

Sus manos agarraron con fuerza las telas de JaeJoong, este estaba mirando sus labios, podía ver como la distancia disminuía. Todo pasaba tan lento como tan rápido. Cuando sus labios apenas se rozaron, un contacto superficial, las campanas del castillo resonaron con fuerza dando el aviso de un ataque.

 

Las campanas no habían sonado así hace mucho tiempo. En realidad, ni siquiera JaeJoong conocía ese sonido, ni mucho menos Yunho, pero sabían que quería decir.

 

Habían realizado un ataque contra Silla.

 


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