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Hyacinthum por Neko Komori

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Notas del capitulo: Ya se, dije que actualizaria ayer, pero tuve problemas con mi cargador en la noche y ya no pude subirlo TnT

Apenas hoy mi tio me presto su cargador y heme aqui, con 10% de carga, subiendoles el capitulo.

Disfrutenlo.

Y, nos vemos de nuevo el miercoles o el viernes~~

 

Después de haber terminado mi conversación con Amelia había tomado dirección al bosque necesitaba avanzar lo mas posible, y tal vez encontrar un lugar donde dormir un poco sin tener que preocuparme por las criaturas que alli merodeaban.

Llevaba cerca de media hora caminando cuando unos pasos tras de mi me hicieron detenerme, estaba segura de que alguien me seguía, sin voltearme decidí hablar; no parecía que quisiera atacarme y no tenia ganas de provocar una pelea innecesaria.

-¿quien esta ahí?- escuche un pequeño gritito detrás de mi a un par de arboles de distancia, voltee hacia donde el sonido y vi asomarse a un pequeño niño.

-y-yo...- tenia miedo, me acerque unos paso y me agache a su altura, él me miro un poco mas tranquilo.

-no deberías darle sustos a las personas, pude haberte lastimado- no mentía, si hubiera estado mas a la defensiva hubiera lanzado alguno de mis cuchillos, ahora me alegraba de estar cansada.

-lo siento...tú....usted es el caballero, ¿verdad? El de Aenean- me miro con un extraño...¿brillo en sus ojos?...parecía emocionado, pero al mismo tiempo muy tímido, me daba algo de ternura; aunque, que me estuviera siguiendo a esas horas de la noche no me daba buena espina.

-...¿necesitas algo?-tenia un muy mal presentimiento y su ligero sobresalto seguido de que bajara la mirada ante mis palabras me dio la razón.

-si; vera... El reino de Hydrangea esta siendo atacado- me paralice un momento ¿atacado? ¿Por quien? ¿Desde cuando? El no parecía estar mintiendo pero debía aclarar algunos puntos.

-¿como lo sabes?-él volteo a verme ante mi pregunta y luego bajo la mirada nuevamente ¿tan malo era lo que estaba sucediendo?

-unos niños de ahí escaparon y llegaron a Aenean a refugiarse, y dos niños de ahí vinieron aquí, a Helianthus buscando al caballero que los ayudo. Lo estuvimos buscando, incluso otros dos niños fueron a buscarlo a Hyacinthum. ¿Los ayudara?- sonreí tenuemente, al parecer...me había ganado la confianza de los niños, ellos no parecían temerme si me habían estado buscando con tanto empeño aunque...eso me dejaba un poco mas preocupada.

-...dame mas información ¿que ha pasado?- trague un seco, sabia que su respuesta definitivamente no me gustaría.

-¡Ocho leucratas llegaron al pueblo y los manejan veinte Blemmyaes!-lo soltó tan repentinamente que solo pude dar un suspiro, esto no podía estar pasando; mis heridas seguían estando en recuperación y no me sentía con la fuerza suficiente como para llegar hasta allá en una noche; aparte, primero necesitaba pasar por mi arco, definitivamente lo necesitaría.

-tsk...regresa al pueblo; quédense ahí y no hagan nada ¿de acuerdo?-el asintió mientras yo me levantaba, antes de irme sentí su mano tomar la mía, voltee y él me miraba con gran preocupación.

-de acuerdo...pero ¿usted estará bien?-sonreí y me voltee quedando completamente de frente a él, tome mas fuerte su mano.

-mi nombre...es Gilbert, puedes evitar la formalidad y...no te preocupes, estaré perfectamente -él me sonrió de vuelta; al menos lo había tranquilizado aunque, aun faltaba algo que necesitaba saber- por cierto, ¿hace cuanto que...?

-llegaron ayer, ayer por la noche...-su tono de voz comenzó a bajar cuando vio mi expresión, no pude ocultarla, eso...eso era malo, ya había pasado un día; que aunque parezca poco tiempo, es el suficiente para que esas bestias devoren a la mitad de la población, definitivamente ya...no tenia tiempo que perder, ni un segundo mas.

-...- me mantuve en silencio sin ser consciente de ello, hasta que la voz del pequeño me saco de mis pensamientos.

-¿es...malo?-su voz tenia miedo, tome sus dos manos y le mire fijamente a los ojos.

-...manda a todos decir que no salgan de sus casas.-el asintió levemente y finalmente salió corriendo hacia el pueblo.

¡Maldición!

Esto en verdad no podía estar pasando, para empezar ¿desde cuando los Blemmyaes salían de su guarida? Eran de los monstruos mas tímidos, por decirlo de alguna manera...entonces ¿por que? Aunque fueran un numero un poco grande, no eran tan peligrosos, tenían una fuerza comparada a la de tres hombres pero no eran de tomar acciones en batalla. Solían ser muy torpes, eso era una gran ayuda.

El problema estaba en las leucratas, esas cosas eran muy peligrosas, aunque no podía saberlo con certeza estaba casi segura de que ya había un gran numero de muertes; suspire, parecía que una maldición había caído sobre el país.

Deje mis pensamientos a un lado y acelere el paso hacia la casa de Dalia, necesitaba algunas cosas y...cambiarme de ropa.

Camine durante toda la noche y gran parte de la madrugada sin descanso, faltaba poco para que llegara, escuche unas ramas romperse a mi espalda y voltee con rapidez.

-¡¿quien esta....ahí...- mi tono de voz disminuyo en cuanto vi lo que me estaba "acechando"...era un...¿caballo blanco?...no, mirándolo mas de cerca eso era un...

Escuche los arbustos moverse tras de mi, voltee rápido sin ver a nadie y cuando regrese mi vista, aquel caballo parecía a verse ido ¿habría sido mi imaginación? ¿Tan cansada estaba que ya estaba viendo alucinaciones? Como sea, no tenia tiempo de investigar, camine lo poco que me faltaba para llegar con Dalia; toque a la ventana que daba a su habitación.

Toque uno, dos, tres veces a la ventana hasta que ella corrió la cortina y abrió la ventana, me miro un poco sorprendida pero realmente adormilada, tardo un poco en decirme algo, supongo que intentaba despertar.

-...¿Gil?...es muy tarde o...creo que temprano..-volteo hacia el cielo, aun se veían algunas estrellas pero no tantas, en un par de horas el sol comenzaría a salir- aun no sale el sol ¿que pasa?- volteo nuevamente a verme y dio un gran bostezo

-vine a...devolverte la ropa-me miro fijamente y luego ladeo la cabeza con gran cansancio sobre sus ojos, se veía bastante graciosa

-¿no podía esperar a mañana...o bueno...mas al rato...?- tallo sus ojos en un intento de no quedarse dormida ahí mismo

-me temo que no...yo...ehm...¿puedo pasar?- le mire con suplica y ella solo se hizo a un lado para que entrara por la ventana; entre con cuidado.

-no hagas mucho ruido...mi padre esta durmiendo- tras decir eso fue hasta su cama a sentarse; notaba que quería volverse a dormir, me sentí un poco culpable por despertarla pero definitivamente no podía perder mas tiempo

-por supuesto, solo será un momento- tome mi maleta que estaba abajo de su cama, tal y como ella me había dicho y comencé a sacar lo que me pondría ante su atenta mirada adormilada

-bueno, ya puedes decirme ¿que pasa?-dio otro bostezo, y yo solo puede voltear mi mirada hacia mis cosas, una parte de mi me decía que se molestaría

-...iré a Hydrangea- murmure finalmente, mientras me ponía de pie con mi ropa en las manos

-¿ahora? ¿No puede esperar?- tal parece que aquello le había despertado, había abierto mas sus ojos y me miraba con un toque de seriedad

-no, no puede, el pueblo recibió una invasión, ocho leucratas y veinte Blemmyaes- intente ser lo mas simple posible mientras comenzaba desvestirme, vi como bajo su mirada intentando meditar lo que le acababa de decir

-¿acaso piensas ir a...?-había terminado de ponerme mi pantalón cuando ella volteo a verme aun con seriedad, cosa que paso a molestia cuando me vio acomodar algunas de mis armas a mi cintura- ¿pero en que estas pensando? ¡Tus heridas aun no sanan!

-despertaras a tu padre- por la molestia apenas se había percatado de que había subido su tono de voz, abroche mi camisa y termine por ponerme mi chaleco, este era verde, tal vez eso me ayudara en algún punto, voltee a verla, me miraba esperando una respuesta que no tarde en darle - se que aun no estoy bien, pero si no actuó ahora el numero se multiplicará y será cuestión de días para que lleguen a todos los reinos; será cuestión de tiempo para que...el país entero colapse.

-pero ellos tienen ejércitos, deberías dejarlos hacer su trabajo- suspire y ella pareció calmarse un poco, probablemente había pensado que me había convencido y que por fin cedería pero eso...no estaba en mis planes.

A pesar de que la consideraba mi amiga, eso no significaba la obedecería.

¿Si nunca hice caso a mis padres, que le hacia pensar que le haría caso a ella?

Ella...no tenia, absolutamente, ningún poder sobre mi; viéndolo de forma fría, era solo una mocosa que me había descubierto, y a la que le había tomado cierto cariño, pero...

...no era tan importante para mi como para que le fuera a hacer caso, tuviera razón o no.

-...eso...ya lo se, pero si han buscado mi ayuda es porque las cosas se les han complicado- busque mi capa con la mirada y la encontré sobre una silla, fui hacia ella y la tome entre mis manos

-¿te buscaron?- su tono...pensaba que le estaba mintiendo...sabia que tenia motivos para hacerlo, pero eso me molesto bastante.

-los niños de Hydrangea me han estado buscando en todos los reinos.- le mire con dureza y ella pareció incomodarse ante eso, volteando su mirada con algo de...¿miedo?...

¡Genial!, ahora ya la había espantado; ¡maravilloso Gilia!, ¿porque no la atacas?, ¡así seria mas sencillo!

Suspire fuertemente. Reprocharme estando molesta siempre me ocasionaba mas problemas.

-bueno pero los niños se asustan con facilidad, seguro en este momento la situación ya debe estar bajo control- esta vez escuche su tono de voz mas bajo de lo normal; en efecto la había asustado, ¿que no podría hacer nada bien?; primero el niño y ahora ella.

Me arrepentía de haberle mirado y hablado como lo hice, me había molestado un poco pero definitivamente no quería asustarla; sin embargo no podía perder mas tiempo o dejarlo pasar como ella insinuaba...esto era de...de vida o muerte.

-bajo control o no, yo tengo que ir; y si en verdad necesitan mi ayuda se las daré- abroche mi capa sobre mi e intente acercarme con mas calma

-...entonces vete ya-no había dado ni dos pasos cuando su voz me detuvo, sonaba mas firme y fuerte que antes.

-¿Dalia?-ella volteo a verme, había seriedad en su mirada, acaso... ¿se había enojado conmigo? Pero...no parecía molesta solo...seria; incluso tal vez calmada.

-vete, pero si tus heridas se agravan o te hacen nuevas, entonces...-le escuche e interrumpí sus palabras, ya suponía a donde iba eso, bufe con molestia, no pensé que ella fuera de ese tipo de berrinches

-ya se, que me olvide de venir buscarte - di media vuelta hasta que su respuesta me detuvo abruptamente.

-no; lo que iba a decir era que no demores tanto en venir, intenta que la hemorragia no sea tan grande y...ven tan pronto como puedas-voltee y allí estaba ella, seguía sentada en su cama y me mirada con una leve sonrisa en su rostro ¿en verdad me estaba diciendo eso?

-...-

-también...llévate esto- tomo mi arco que estaba a lado de su cama y levantándose me lo dio con tranquilidad- y...te traeré algunas frutas, el camino será largo, y no se que tan grande sea la batalla pero...necesitaras comer bien- vi como corría hasta la puerta abriéndola lentamente y volviendo al poco con algunas frutas que metió en una bolsa de tela dandomela.

-gracias- mire la bolsa y la mire a ella, la tome, aun estaba bastante sorprendida.

-no agradezcas, no hace falta que lo hagas. Aun me debes un favor y no te vas a librar de el tan fácilmente- de nuevo me regalo una pequeña sonrisa y yo no pude evitar abrazarla.

Dalia no dejaba de sorprenderme, no reaccionaba como las demás chicas del pueblo, ni mucho menos como las princesas; de alguna forma se había dado cuenta de que no podía detenerme y...lo acepto; brindándome su apoyo al final.

Como siempre...había entendido mi punto de vista.

-jajaja, de acuerdo. - le solté y le devolví una sonrisa, me acerque hacia la ventana y salí despidiéndome con la mano; aquello...era como si ya lo hubiera vivido. Sonreí y camine con rapidez hacia Hydrangea.

 

 

 

 

 

Notas finales:

Leucrota: era representada comúnmente como una criatura híbrida, del tamaño de un asno, cabeza de caballo o tejón, cuello y patas delanteras de león, cuartos traseros de ciervo y una columna vertebral muy fuerte. Es más veloz que cualquier otra criatura del planeta Tierra.
De su cabeza con forma equina destaca la boca abierta de oreja a oreja, como un inmenso amago de sonrisa forzada que emite carcajadas casi humanas. Con las risotadas falsas engaña a sus víctimas, a las que ataca por la retaguardia y desgaja sin piedad con una dentadura formada no por varios dientes, sino por un resistente hueso continuo.
Dicen que la leucrota está castigada a no poder cerrar los ojos, que está condenada a presenciar la crueldad de su mandíbula sobre las presas.

Blemmyae: seres sin cabeza con el rostro en el torso, tienen un ojo en cada hombro; sus bocas son redondas, como una herradura, y están en el medio del pecho.


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