Habíamos logrado llegar antes del medio día, Ara nos había dejado al borde del bosque tal y como le había pedido, caminábamos por el pueblo y yo sentía como si nunca me hubiera ido.
Los niños jugaban en la fuente de la plaza, algunos daban de comer a las ardillas y las palomas; los puestos con las diferentes cosas que vendían seguían siendo atendidos por las mismas personas.
En el camino también nos topamos con algunos grupos de señoras que llevaban sus canastas llenas de cosas que seguramente habían comprado en el mercado.
No paso mucho antes de que murmullos se llegaran a escuchar a nuestras espaldas, sin embargo esos murmullos...no eran exactamente por mi culpa.
Sentí a Dalia comenzar a temblar, al voltear hacia ella note que había bajado su cabeza y ahora se abrazaba a si misma; no puedo mentir, eso me molesto bastante, decidí romper su "escudo" tomándole por la mano, volteo a verme con sorpresa y yo solo le sonreí....antes de ir hacia donde esos grupos de señoras que seguían murmurando.
Ella intentaba detenerme o soltarse de mi agarre, lo que pasara primero, pero ninguna de esas cosas sucedió; al estar frente a ellas sus murmullos cesaron, algunas me miraban con miedo, otras con molestia y yo les regale una sonrisa que las dejo heladas.
-disculpen ¿podrían decirlo mas fuerte? Es que no las escuche muy bien. - las cinco señoras se miraron entre si, dedicándose miradas de desconfianza, tenia miedo y yo estaba feliz de causarles eso.
-....-un abrumador silencio les invadió, hasta que una voz de atrás de ellas se escuchó, una señora no muy grande, la conocía perfectamente, era la que siempre provocaba peleas entre las personas, por sus chismes, cosa que siempre le causaba dolores de cabeza a mi padre.
-esa chica de ahí; su cabello....es sin duda alguna un demonio, ¡una bruja!, ¡no queremos brujas aquí!, lo mejor será que se vayan por donde vinieron- sentí a Dalia estremecerse ante las palabras de esa vieja y yo me moleste aun mas, sosteniendo con mas fuerza la mano de Dalia.
-eh....así que eso es lo que piensan, pero saben...no deberían juzgar a alguien por algo tan superficial como el color de cabello- sonreí de lado, di un paso al frente y me agache lo suficiente para que solo ellas me escucharan - porque aunque mi cabello es negro, yo podría hacerles sentir el infierno en carne viva....- todas se estremecieron ante mis palabras; incluso aquella señora había dado un paso atrás ante mis palabras; les mire seriamente antes de continuar-deberían cuidar mas sus palabras o...podrían terminar sin lengua.- sus rostros se pusieron pálidos, una de ellas tiro su canasta, y la señora que antes había hablado con valentía ahora tenia un terror autentico en su rostro- tengan un buen día- y diciendo lo ultimo en voz alta, les di una sonrisa antes de retirarme con Dalia.
-¿que...que les dijiste?- después de un rato se decidió a hablar con gran curiosidad que intentaba disimular.
-jajaja, nada, solo les explique las consecuencias que implica no tener modales.- voltee a verla con una sonrisa, me miraba un tanto desconfiada de mis palabras, sabia que le estaba ocultando algo pero no estaba en mis planes el asustarla.
-Gil...-sabia lo que iba a decirme, algo referente al reino seguramente; la interrumpí antes de que pudiera decir algo que me molestara.
-uhm.. necesito un poco de ayuda- caminamos hacia la plaza del pueblo donde los niños jugaban, llame a uno con mi mano para que se acercara.
-¿ayuda? -me miro sin entender a que me refería y un suspiro salió de mis labios.
-claro, yo no puedo entrar al palacio así como así....- me calle un momento antes de proseguir-bueno...si podría...pero no pienso ponerte en riesgo. - vi al niño llegar ante nosotras con una sonrisa y yo me agache a su altura- ¿quieres ganarte un par de monedas de oro?- asintió con rapidez y gran alegría y no pude evitar reír un poco ante su euforia- jajaja, muy bien, ve al palacio, di que buscas a la Señora Alim y en cuanto ella te atienda, dile que su sobrino vino a verla y que estará en su lugar secreto ¿de acuerdo?- tras decirme que si y asentir felizmente le di una de las monedas que le había prometido- bien, y ni una palabra de esto a ninguna otra persona, te daré la segunda cuando me vaya.- apenas termine de decirlo, lo vi salir corriendo con rumbo hacia el castillo, sonreí y me levante viendo por donde se había ido.
-¿como sabes que...?- no termino su pregunta y voltee hacia ella entendiendo su pregunta al instante, cualquier otra persona hubiera pagado después de cumplido el favor pero...estos niños, yo los conocía a la perfección.
-si hay algo de lo que puedes estar segura es de la honestidad de los niños del pueblo, en verdad son...buenos niños.- suspire con alegría y le tome nuevamente de la mano, todavía teníamos que ir al "lugar secreto"
-Gil..tú...- otra vez intentaba decir algo sobre el reino, pero en verdad no pensaba permitirlo....ni escucharlo.
-vamos, aun tenemos que ir al punto de encuentro-
Después de ello no volvió a decir nada, esperaba que hubiera entendido que no tenia intención de hablar sobre el reino, o....sobre mi futuro...
Caminamos hasta llegar al gran jardín trasero del palacio, atravesándolo con cautela llegamos hasta una pared de arbustos en la esquina izquierda que daba hacia el bosque.
Entramos con cuidado de no rasparnos con las ramas y justo ahí seguir mi..."jardín de juegos". Unos columpios al centro y un pequeño kiosco al fondo, ambos estaban cubiertos de enredaderas y muchas flores; el pasto había crecido bastante pero no demasiado, nos llegaba mas abajo de las rodillas.
Sonreí, ese lugar no había cambiado; ese era mi lugar de juegos cuando pequeña, mi padre lo había creado solo para mi y mi madre le había dicho que ella seria la encargada de cuidarlo sin embargo ese amor por la "jardinería" que le había dado solo duro un par de semanas, tras eso todas las plantas comenzaron a crecer y todos se olvidaron de que yo alguna vez había tenido un lugar como ese; por lo que decidí nombrarlo como mi lugar secreto, en el cual solíamos jugar mi nana y yo, sin temor a que alguien nos encontrara.
No se cuanto me quede viendo aquel lugar, fue hasta que escuche la inconfundible voz de mi nana que salí de mis pensamientos.
-Gili, ¿eres tú?- voltee hacia donde aquella voz y ahí estaba mi nana entrando al jardín por entre la gran pared de arbustos.
-¡nana!- corrí a abrazarla sin dudar, en verdad la había extrañado.
-oh, si eres tú- correspondió a mi abrazo con cariño antes de separarme de sus brazos y verme de arriba abajo con gran preocupación en su mirada- ¿como estas? ¿Has comido bien? Te veo mas delgada. ¿Porque viniste? ¿Paso algo?
-jajaja, si, estoy bien, nana; solo te extrañaba demasiado- estaba tan feliz de verla, podían haber sido solo dos meses pero, para mi había sido mucho mas.
-estoy tan feliz, cariño, tu ausencia es muy notoria para todos en el reino, ya se habían acostumbrado a ti, a tus travesuras- la escuche reír levemente y yo solo ensanche mi sonrisa, tras unos segundos su mirada se desvió hacia la persona tras de mi- tú debes ser Dalia ¿no es así?...eres aun mas hermosa en persona- dio un par de ellos hacia ella y hasta ese momento recordé que ella estaba conmigo.
-ah...yo...es un placer, señora- la vi inclinarse un poco y jugar con sus manos, estaba nerviosa lo cual solo me dio ternura.
-oh, por favor, dime Alim- sonreí al ver como hacia que Dalia levantara su rostro mientras le dedicaba una sonrisa, mi nana era en verdad maravillosa; su mirada pronto se poso en mi nuevamente- anda dulzura, dime por que viniste, debe ser algo importante como para arriesgarte de esa forma
-bueno...la verdad yo...es que...- justo ahí recordé que debía decirle lo de las batallas, estaba nerviosa ¿que haría si mi nana se ponía mal por mi culpa?me encontraba buscando las palabras adecuadas para decirle hasta que sentí su mano sobre mi hombro, le mire y ella solo me sonreía con tranquilidad.
-tu eres el caballero del que todos hablan; ese que derroto a 42 vándalos, y cinco leucrotas salvando a Aenean y Hydrangea, respectivamente, ¿eso es lo que viniste a decirme?- la mire con gran sorpresa, en verdad no esperaba que ella lo supiera.
-¿como...lo supiste?- una tenue risa salió de sus labios, antes de ir a limpiar con sus manos uno de los columpios para sentarse con gran cansancio en el.
-por favor, cariño, yo te cambiaba los pañales; y como tu le dijiste alguna vez a tu padre, no hay persona en este reino, país y países a la redonda que sea mas fuerte, ágil y sobre todo, testaruda, que tú.- sonrío aun mas al decir lo ultimo y yo me reí un poco ante sus palabras; solté un suspiro y recordé que aun había algo que quería saber.
-mi padre....¿como están mis padres?- ella me miro con tranquilidad, sabia que realmente yo solo quería saber de mi padre.
-tu madre no hecho mas que drama tras drama desde tu partida, ya sabes como es; pero no sale del palacio para buscarte si no es con tu padre.- suspire pesadamente, al parecer mi madre nunca cambiaría
-lo supuse- tras eso una mirada de tristeza invadió su rostro, ahora venia la cuestión de mi padre.
-y tu padre; oh dulzura, tu padre en verdad esta muy preocupado por ti; ha mandado peticiones a todos los reinos que conoce, y hasta los que no; no ha dejado de buscarte ni un solo día; muchas veces le he visto llegar de madrugada de algunos reinos extranjeros a los que va buscando tener noticias tuyas, quedándose siempre un rato muy grande en el marco de tu habitación; te extraña mucho.- me acerque hasta mi mama, poniéndome de cuclillas frente ella, tome sus manos y suspire, mi padre me quería mucho, mucho mas que mi madre, eso lo sabia perfectamente, pero...aun así.
-...yo...también lo extraño... Pero...-una de sus manos se poso en mi cabeza, extrañaba eso, que acariciara mi cabeza, siempre lo hacia cuando tenia miedo y eso me calmaba.
-lo se, cariño, lo se, que no puedes volver aun; pero deberías dejarle una nota, una pequeña nota que alivie un poco la preocupación y angustia de su corazón. - mordí levemente mi labio inferior, tenia razón, me levante rápidamente sin dejar de mirarle.
-de acuerdo ¿donde están mis padres?- ella solo sonrió ante mi pregunta
-salieron, volverán hasta la tarde, y las sirvientas están preparando la comida, tienes acceso libre a las habitaciones, salón y estudio.- no pude evitar soltar una pequeña risa, tal parece que sabia que me convencería de ir.
-gracias nana- le di una gran sonrisa antes de dar vuelta, me acerque hasta Dalia que había estado a unos pasos de nosotras en todo momento-volveré pronto...Dalia...- baje mi mirada levemente, se suponía que la había llevado para distraerla pero ahora la iba a dejar sola.
-no te preocupes, aquí estaré- voltee hacia ella, me sonreía cálidamente; tome una de sus manos y deposite un beso en el dorso de esta, un tenue sonrojo cubrió sus mejillas y yo solo sonreí
-de acuerdo y gracias- después de ello salí corriendo hacia donde el castillo.
Tenia que darme prisa.
*****
~povs Dalia~
Nos habíamos quedado en silencio después de que Gil se había ido corriendo, no sabia exactamente que decir; el sonido del otro columpio llamo mi atención, Alim lo había limpiado y ahora me hacia señas para que me sentara a su lado. Me acerque con un poco de miedo, sentándome en el columpio que había limpiado para mi; aun estaba nerviosa y supongo que ella lo notaba.
-sacaste los ojos de Aradia.- su voz....¿había cambiado? Voltee a verla, ahora me miraba con seriedad, mas no con enojo. Sentí mi pulso bajar ¿como sabia de mi madre?
-.¿como...sabe de mi madre?- una pequeña sonrisa de lado apareció en sus labios, tras mi pregunta; antes de voltear hacia el cielo con...¿nostalgia?
-ahora que estamos tu y yo solas, Dalia, cuéntame ¿que fue lo que llevo a mi hija a mudarse al centro del bosque? - sentí una fría corriente recorrer todo mi cuerpo tras sus palabras....acaso...ella....ella era...mi...
-¿a...bue...la...?...-
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