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Hyacinthum por Neko Komori

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Una gran capa blanca cubría todos los alrededores de aquel lugar, incluyendo a la persona que se veía acostada en el suelo.

-¿donde...estoy?— sus ojos ámbar se abrían con lentitud intentando ubicar el lugar en el que se encontraba.

Arboles cubiertos de nieve por donde quiera que veía, una capa fría y blanca cubría cada centímetro de aquel prado sin excepción, cada flor, cada arbusto, cada flor estaba cubierta de nieve.

Levantándose miro a su alrededor, no reconocía nada, no sabia como había llegado ahí y no parecía haber nadie cerca, comenzó a caminar mientras la nieve comenzaba a caer sobre ella nuevamente; el ambiente la hacia temblar pero no sabia que mas hacer mas que seguir adelante.

Sus pasos la habían llevado a adentrarse en lo profundo del bosque, ya no veía mas aquel prado blanco donde había despertado; cuanto mas caminaba mas perdida comenzaba a sentirse, estaba cansada pero tenia miedo de parar y darse cuenta que estaba completamente sola.

Recargando su mano en uno de los arboles intento mirar sobre unos arbustos; el sonido de la nieve derritiéndose llamo su atención, volteando hacia donde había puesto su mano se percato de que el tronco ahora estaba quemándose, dio unos pasos hacia atrás asustada, su mano había tocado otro árbol atrás y ahora este también comenzaba a quemarse; el pánico habia comenzado a invadirla, viendo sus manos con terror intento correr hacia algún otro lugar.

Sus pasos derretían el hielo, no importaba a donde iba, el suelo parecía quemarse a su espalda, sin saber a donde se dirigía, siguió corriendo si parar hasta que una piedra le hizo tropezar, cayendo al suelo sus manos comenzaron a quemar todo lo que antes había sido nieve y pasto. Tenia miedo, estaba aterrada de si misma y no sabia que hacer, lagrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, lagrimas que no terminaban de caer por estas dado que se evaporaban aun sus mejillas.

Abrazando sus rodillas sentada en el suelo lloraba cada vez mas fuerte, ¿porque nadie venia a buscarla?

Todo a su alrededor se había vuelto en un bosque hecho cenizas, no quedaba absolutamente nada de lo que había sido alguna vez.

Levantando la mirada se encontró con un desolado lugar de negrura y cenizas por doquier, un dolor inmenso la invadía no sabia que mas hacer, a donde quiera que iba convertía todo en oscuridad, no quería herir mas pero tampoco quería estar sola...¿por que siempre perdía lo que mas amaba?

Un dulce aroma hizo que su vista se levantara, dos flores frente a ella parecía que querían animarla con su aroma, una leve sonrisa asomo en su rostro, tal vez no estaba tan sola como creía; un clavel rosa, junto a una bella margarita. Rozando con su dorso de la mano intento acariciarles sin dañarles, sin embargo desde el tallo comenzaron a consumirse, convirtiendo en cenizas que tras una ventisca se fueron con el viento.

Nuevas lagrimas comenzaron a salir de sus ojos, ya no quería eso, estaba cansada, todo era oscuro y frío, el cielo nublado solo le hacia abrazar aun mas sus rodillas.

Un cálido viento rozo sus rojizos cabellos en un intento de que levantara la vista, abriendo los ojos nuevamente noto una manzana frente a ella; mientras una canasta había aparecido a su lado, sin saber porque tomo la manzana entre sus manos acomodándola en la canasta a su lado, volviendo a levantar la vista se topo con otra manzana un poco mas alejada que la primera; no quería levantarse en verdad, pero tampoco sabia cuanto tiempo estaría allí y el hecho de tener un poco de comida seguro le ayudaría.

Levantándose camino, recogiendo cada manzana que llegaba a encontrarse, mientras mas avanzaba mas cambiaba el ambiente a su alrededor, el bosque en cenizas había quedado muy a su espalda, ahora solo lograba ver un prado tan seco y árido como nunca se hubiera imaginado, caminando unos pasos mas y levantando una ultima manzana, sintió que una pequeña luz se prendía frente a ella, levanto la mirada encontrándose con una flor en lo alto de una pequeña y suave colina.

Acercándose hasta ella, se dio cuenta que varios de sus pétalos se habían caído, lucia bastante dañada y parecía que se estaba marchitando. Eso sin contar las muchas yerbas que le enrollaban y parecían impedirle crecer ni mucho menos seguir manteniéndole en pie. Su tallo no tardaba en romperse.

Volteando hacia todos lados se encontró con un pozo en ruinas, corriendo hacia el logro sacar apenas lo que seria medio vaso de agua, corriendo de nuevo hacia donde aquella marchita flor, la regó con la esperanza de que se recuperara; no quería que esa flor muriera, pero no sabia que mas hacer, tal vez, si quitaba algunas de esas yerbas que le lastimaban la flor se sentiría mejor; tocando una de las yerbas sintió un dolor agudo en su dedo, volteándolo hacia ella, noto que una gota de sangre resbalaba de este. Las yerbas ahora eran duros y secos tallos con espinas.

No podía sacarla, no podía ayudarla, aunque quisiera, esa flor estaba atrapada y al parecer mientras mas lo intentara mas lastimada terminaría.

-Definitivamente....Definitivamente te salvare....—

Con sus manos había tomado aquellos tallos con espinas, jalándolos con fuerza logro arrancarlos de raíz, aventándolos muy lejos de ahí, suspiro con alivio, mientras veía sus manos llenas de algunas espinas y sangre. Sacando las espinas y limpiando la sangre en su vestido, miro ahora a la flor, se veía mejor, pero...aun parecía que se iba a romper en cualquier momento.

-Me gustaría tanto hacer mas por ti...— murmuro con tristeza mientras instintivamente acercaba su mano a la flor, deteniéndose a escasos centímetros de tocarla, a su mente llegaba todo el daño que ella podía causar con solo un toque.

Alejo su mano con temor, bajando la mirada, comenzando a sentir como sus ojos se llenaban de lagrimas de nuevo, un aroma extraño llego a ella mientras su cabeza se mantenía apoyada en sus rodillas, levantando la mirada noto que ese agridulce aroma provenía de aquella flor ¿le estaba llamando? Pero...ella solo causaba dolor, solo destruía todo lo que tocaba....si la tocaba, esa flor definitivamente moriría.¿cierto?

¿Entonces por que ahora su mano se encontraba de nuevo a centímetros de aquella flor?

Tomando valor, le rozo apenas un poco, mientras cerraba sus ojos con fuerza, abriéndolos con lentitud se dio cuenta que....esa flor seguía ahí.

No había muerto, no se había ido.

Ella seguía ahí

Un sentimiento de alegría había invadido su pecho como hace mucho no sentía.

Acuñando esa flor con cuidado entre sus manos, le sonrió ampliamente, la cuidaría, sin dudar, la ayudaría siempre, hasta que estuviera bien, hasta que volviera a recuperar la hermosura que ella sabia que esa flor tenia.

-No te preocupes, estarás bien; te ayudare, te lo prometo...— acariciando dulcemente aquella flor — estarás bien...Gil

Su mente había reaccionado al pronunciar aquel nombre, un fuerte viento azoto el lugar, llevándose todo consigo hasta no quedar absolutamente nada.

*****

Una profunda oscuridad siguió al sobresalto de la pelirroja en su cama.

-¡Gil!— fue lo único que salió de sus labios en un grito mientras se sentaba abruptamente en su cama, abriendo los ojos con rapidez, respirando agitadamente veía el cielo nublado anunciando una próxima gran tormenta

-Dalia, ¿estas bien? ¿Como te sientes?— después de oír el grito de su hija había corrido hasta la habitación; tocando su frente y mejillas para medir su temperatura, pensaba que tal vez había empeorado su fiebre pero al contrario esta....había desaparecido.

-yo, yo debo ir, Gil esta en problemas, yo....tengo que...tengo que ir— intentando levantarse de la cama, luchaba por quitarse las sabanas de encima, su mente aun en caos, no lograba darse cuenta de todo a su alrededor.

-haber, primero cálmate, respira; tu no iras a ningún lado— tomándola por los hombros, logro que la pelirroja se percatara de su presencia, calmándose un poco

-pero papá, Gil esta...esta muy mal, yo debo ayudarle...debo—

-haz estado con fiebre toda la noche, Dalia tu no vas a ir a ningún lado— con seriedad en sus palabras y suspiro de cansancio, intentado que su hija volviera en sí

-pero, papá—

-yo iré a ver como se encuentra, tu quédate en cama ¿de acuerdo?, aunque me tomara un poco encontrarle—

-Hor...tensia...— murmuro en un hilo de voz para si misma

-¿dijiste algo?—volteando a verla mientras tomaba una gruesa gabardina

-hortensia....¡¡esta en Hydrangea!! — exaltándose de nuevo grito con fuerza, sorprendiendo a su padre, esa situación le recordaba un poco a Aradia; su esposa solía exaltarse de la misma forma cuando....cuando visiones le asaltaban.

-...De acuerdo, iré para allá. —aseguró mientras dejaba un beso en la frente de su hija

-papá, espera, por... por favor...dale esto cuando....le encuentres.— hablo con rapidez mientras buscaba algo bajo su almohada; sacando un collar de cuerda negra, en el que se apreciaba un dije de cuarzo blanco, rodeado por un delgado hilo de plata.

-es tu amuleto—murmuro mientras tomaba aquel collar

-¡¡lo necesita!! — grito de nuevo con gran desesperación

-despertaste muy intuitiva por lo que veo...bien, regresare pronto, come lo que te prepare y quédate en cama ¿entiendes?— despidiéndose una ultima vez de su hija salió de la habitación y de la casa, con rumbo hacia Hydrangea

****
En un cuarto oscuro, una princesa de cabello azabache intentaba despertarse...

-Da...lia...

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