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OMEGA (Boku no Hero) por Princess Yaoi

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Deku era alguien de hábitos simples que lograba entretenerse prácticamente con cualquier cosa. Era silencioso, sabía guardar distancia, se portaba atento cuando lo requería y parecía feliz con cualquier pequeña y seca muestra de atención que le prestara. A veces incluso se olvidaba de que estaba allí, y eso era algo bueno. El alfa no intervenía en su vida, no le pedía nada, no se entrometía, ni trataba de conseguir nada de él. Una situación que podía ser completamente perfecta para el que nunca buscó la intromisión de un compañero, pero, aunque era el escenario ideal, parecía que simplemente algo estaba mal.

Deku había estado entrando y saliendo de su espacio personal en los últimos días. Solía visitarlo por las tardes y retirarse bastante después de la hora acordada. Era una especie de visitador que no buscaba conversación ni tiempo de calidad, simplemente trataba de hacerlo sentir menos inquieto.

La ansiedad que había sentido durante las últimas semanas de separación había dejado secuelas silenciosas que no podía ocultar del instinto de su compañero. Secuelas que lo llenaban de miedo e inseguridad, que en ocasiones lo hacían sentir solo y de las que solo podía escapar mientras la presencia comedida de Izuku llenaba alguna esquina de su cuarto.

No solían hablar demasiado. Deku de vez en cuando hacía las preguntas de cortesía que se hacen a cualquiera por mera educación. Algunas veces una situación cotidiana los hacía intercambiar un par de palabras que luego daban lugar a un incómodo silencio y cada vez se hacía más plausible la tensión de los asuntos inconclusos de los que tarde o temprano iban a tener que hablar, como si la brecha creciera a cada momento y alguna fecha límite amenazara con cumplirse. Pero no sabían como abordarlos, ni siquiera sabían como convivir.

Estar en el punto medio entre la coexistencia pacífica y la insatisfacción hacía a Katsuki enfurecer. Sus ansias de pelea y conflicto seguían latentes y cosquilleaban todo el tiempo haciéndolo desear que Izuku diera un paso en falso para hacerlo explotar. Extrañaba la excitación de la batalla, el dolor físico de una buena pelea y las sensaciones electrizantes de las emociones saliéndose de control. Esa cúspide que solo alcanzaba cuando su cuerpo ardía de rabia y descargaba toda su energía en una buena explosión, pero no era capaz de alcanzar ese clímax.

Se encontraba en un frustrante estado en el que no era capaz de volver a ser el mismo, ni lograba saciar las necesidades instintivas que imponía su lado omega.

No había forma de se convierta en esa criatura melosa y sedienta de amor que su omega interior llamaba para consumar su relación y mientras esa necesidad existiera parecía estar condenado a sentirse dividido, insatisfecho y deseoso de llegara su próximo celo para tener una razón válida de transformarse en ese horrible monstruo empalagoso.

Con ese deseo secreto como meta, los días trascurrían con calma. Las horas se movían lentamente en el reloj con la misma quietud pausada que lo hacían las nubes al otro lado de su ventana. El mundo se movía silente y demasiado alejado haciendo de sus ratos de ocio un placer extraño que nunca, en su ajetreada y neurótica rutina diaria, había experimentado. 

Un alumno compulsivo como el, no conocía el pequeño gusto de despertar después del medio día y distraerse con banalidades durante el resto de la tarde. Era un placer culposo en el que había caído con facilidad, pero la sensación de culpa se hacía más grande a medida que pasaban los días.

Esas relajadas tardes frescas de cielos naranjas y aromas dulces viniendo de la cocina, en las que podía olvidarse del mundo mientras jugaba videojuegos o se distraía leyendo de forma disimulada los cómics que olvidaba el pecoso, se veían acechadas por el fantasma de sus responsabilidades.

No importaba lo agradable y reconfortante que se sintiera la paz. La libertad de no preocuparse por nada y la compañía sin complicaciones de Izuku sentado en su silla leyendo sin más. Lo placentero del café recién hecho que le traía cuando la noche empezaba a hacerse más fría o el gusto por la música tranquila que a veces sonaba desde sus audífonos. No podía ignorar el hecho de que estaba huyendo de una realidad que de cualquier forma seguía halla afuera. Que en la mochila del pecoso, que ya hacía olvidada junto a la puerta, había libros y cuadernos con los que estudiaba en ocasiones en la sala porque a diferencia de él, el alfa había vuelto a la academia.

Habían pasado varios días desde eso. Lo sabía, aunque nunca habían hablado de ello. También sabía que Izuku evitaba el tema para no incomodarlo y que su madre estaba preocupada, pero la idea de hacerlo volver era igual de escabrosa para todos.

UA era un mal recuerdo del que no quería saber más, pero el tiempo tarde o temprano iba a alcanzarlo, como el fantasma de un sueño frustrado que venía para atormentarlo. Un sueño moribundo que actualmente era tan grande como sus traumas.

La taza humeante de la noche había llegado. El alfa la dejó sobre su mesa antes de retomar la lectura del grueso libro que había encontrado en la librera de la sala. Sus vivos ojos verdes parecían emocionados sobre las páginas, que a la luz de la pequeña lámpara de noche que brillaba junto a su cama eran a penas legibles.

Su madre le había dicho un par de veces que usara la luz de la habitación para leer, pero el pecoso se esforzaba por incomodarlo cuanto menos fuera posible y solía leer con escasa luz para permitirle horas de sueño que de otra forma no conseguiría conciliar. Y aunque a veces lo ponía de los nervios, no era asunto suyo preocuparse por la salud del alfa y simplemente hacía la vista a un lado cuando ese tipo de situaciones ocurrían.

Deku no era su asunto. Era algo que tenía muy claro pese al tiempo que pasaban juntos y las cosas que habían acordado. No importaba cuanto el muchacho se esforzará en demostrarle lo que sea que sus intensiones fueran, lo que tenían era un mero acuerdo para sobrellevar sus problemas.

Si tenían que convivir, si tenían que pelear juntos, si tenían que acostarse y tolerarse remotamente, iban a hacerlo, pero no tenía ninguna intensión más allá de eso. Saciar sus necesidades instintivas era todo. Ellos definitivamente jamás iban a compartir algo relacionado a al afecto mutuo.  

Esperaba que Deku también lo tuviera claro y supiera como mantener su sentimentalismo y moralismo a raya cuando sus intercambios llegaran; cuando llegara el sexo.

Su idea sobre ello era algo rápido que simplemente lograra saciarlo, que lo liberar de esa frustración melodramática que su lado omega estaba acumulando. Y de la misma forma, su idea sobre el futuro era parecida.

Se veía solo con Deku como un aliado casual que llegaba para saciar sus necesidades y luego se esfumaba. Un futuro que parecía fantástico, pero era bastante irrealista.

Tomó el café mientras aun estaba caliente, dándole una ojeada a la hora en su teléfono. Eran alrededor de las siete y el pecoso aun no mostraba intensión de marcharse. El había dormido bastante por la tarde, así que por esa noche no lo necesitaba más.

― ¿No crees que deberías largarte ya? _preguntó de forma brusca, irguiéndose para estirarse_

―Casi termino _lo oyó responder con la cara metida en el libro_ Quiero quedarme un rato más.

― ¡Lárgate ya, maldito nerd! _le gritó lanzándole el primer objeto que encontró_ ¿No tienes un toque de queda o alguna mierda que hacer?

―Solo un poco más, Kacchan _pidió dirigiéndole una mirada suplicante_ mañana tengo algo que hacer por la tarde, así que no podré venir.

― ¡Fantástico! Apúrate a terminar eso y lárgate _exclamó dirigiéndose a su armario para buscar una muda de ropa, iba a tomar un baño y cuando volviera esperaba que el pecoso ya no estuviera allí_

Con pesar el alfa lo vio darle la espalda inclinándose para buscar en sus gavetas. Cada día el rubio parecía más despreocupado y ajeno al mundo real y eso realmente le preocupaba.

Había dejado el tema de la academia al margen para ayudar a su recuperación, pero su rutina de sueño estaba volviendo a la normalidad, se alimentaba bien, ya no lucía ni remotamente tan ansioso como antes, y sin embargo no estaba haciendo ningún esfuerzo por retomar su vida normal. Y sinceramente el asunto le estaba molestando.

― ¿Kacchan, piensas a volver a la academia? _preguntó finalmente dispuesto a dejar de zanjar el tema_ Las clases están avanzando rápido, te será difícil ponerte al día si no lo empiezas pronto.

Los hombros del rubio se tensaron. Vio sus movimientos detenerse y hacerse rígidos mientras se levantaba para volverse levemente con una expresión molesta que no parecía preparada para afrontar aun el asunto.

― ¡¿Crees que quiero abandonar y esconderme aquí como un cobarde por siempre?! _soltó con un tono indignado por el simple hecho de que dudara de él, pero parecía que las mismas dudas lo atacaban a sí mismo_

―Nunca eh dudado de ti, Kacchan. Nadie conoce mejor que yo tu determinación, pero sé que tu recuperación está siendo difícil y me gustaría que de vez en cuando pidieras mi ayuda.

―No necesito que te entrometas.

― Quiero serte útil de alguna forma, no importa si son cosas pequeñas como limpiar tu habitación o traerte el café, pero quisiera hacer algo más.

― No es necesario que hagas más, Deku. _soltó haciendo un énfasis tajante en su apodo para advertirle que no tratara de avanzar más, pero su aviso fue ignorado_

El ceño del peliverde se frunció dejando el libro de lado, para girarse en la silla y verlo a los ojos.  

― Se lo que estás tratando de hacer, pero tienes que volver al curso de héroes, Kacchan. Se qué quieres tomar el camino difícil para conseguirlo por ti mismo, pero sabes lo injusto y ridículo que es que te hallan degradado al curso de estudio generales _empezó, determinado a exponer ese asunto de una vez_ Proteger tu orgullo es importante, pero es más importante garantizar tu futuro y no puedo permitir que tu desventaja se haga más grande mientras sigues atrasándote, estresado por volver y ganar por ti mismo tu pase de vuelta.

― ¡Tu no lo entiendes!

― ¡Mina y Tsuyu se están esforzando para demostrar que son fuertes! ¡El resto de los omegas tienen miedo de ser excluidos en cualquier momento! No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras UA les da un trato tan humillante, no podemos permitir que decidan por ti obligándote a pelear una batalla llena de desventajas. No se trata de demostrar tu fuerza, todos saben que eres fuerte. Tienes que volver al curso de héroes y demostrarle a la academia y a los demás omegas, que ellos no pueden excluirte.

Un breve silencio se extendió mientras los puños del rubio abandonaban su posición dejando su mirada perderse en la nada con las palabras del pecoso zumbándole en los oídos.

No había pensado hasta ahora en el resto de los suyos. Siempre se había tratado de él siendo discriminado y victimizado, sufriendo las injusticias barbáricas de ser un omega como un caso aislado, pero tenía compañeros. Compañeros que había estado ignorando y cuyo dolor había hecho de menos escondiéndose en su habitación para huir de los maltratos y humillaciones que ellos habían estado soportando desde hace mucho.

Su pecho se llenó de rabia de la mano del recuerdo a sus compañeras omega luchando contra sí mismas mientras el resto solo peleaba para fortalecerse y la desventaja se hizo patente.  

Se sintió indignado, dolido y rabioso, y por primera vez en mucho tiempo aceptó que Izuku tenía razón.

― ¿Y cómo diablos supones que voy a hacer eso?

La expresión seria y la postura erguida del pecoso se desinflaron, haciéndolo volver a su habitual posición introvertida que tan poco convincente hacía su rol de alfa.

―Hablé con All Might. El convenció al director de reintegrarte a la clase si hacías una petición formal.

― No era tan jodidamente difícil empezar por allí…

Luego de hacer al pecoso teclear una carta, que en su mayoría fue ideada por él y luego editada hasta el cansancio por el alfa para hacerla sonar menos agresiva. La puso en la mochila del muchacho para ser entregada al día siguiente.

Se fue a la cama temprano. Tratando de evitar pensar de más en la academia y en lo difícil que sería volver al lugar donde empezó todo, pero, aunque la reintegración por si misma parecía difícil, lo que más lo estresaba era tener que compartir el espacio con su violador.

De cualquier castigo que pudiera habérsele impuesto, estar obligado a verlo todos los días y saber que estaba impune de castigo, era la cosa más cruel en la que podía pensar.   La sensación de impotencia, la rabia y el odio que seguramente lo consumiría hasta el fin de sus días o hasta que le diera fin a ese bastardo, parecían la parte más difícil de toda la mierda que seguro tendría que enfrentar y la idea no se le hacía nada alentadora.

Le costó retomar sus libros, los cuales buscó en las primeras horas de la mañana con la intención de recuperar el tiempo perdido rápidamente. Y era algo que alguien con su nivel de dedicación e inteligencia podía completar sin problemas en un día, pero le estaba tomando más tiempo del necesario.  

Su falta de concentración frustró sus intentos por horas hasta que terminó por distraerse del todo, sentado en el piso, junto al libero de la sala leyendo cualquier cosa para escapar de la presión. Pero la aburrida colección de diseño y moda de su padre no servía para pasar el rato.

Escuchó la persiana de la puerta rechinar y un pesado paquete caer de ella haciéndolo levantar la mirada con pereza.

― ¡Vino la correspondencia! _le gritó a su madre, quien llevaba toda la mañana esperando una carta del trabajo_

Con pereza se levantó para recogerlo y caminó de regreso buscando entre el montón alguna revista que leer. Todo lo que había eran facturas, cosas de su padre y entre un grupo de cartas sin importancia, un sobre rotulado con el nombre de “Todoroki”.

Su cuerpo recibió una descarga fría cuando sus ojos se posaron en él. Haciéndolo sentir una rabia titubeante que estremeció su cuerpo hasta que erróneamente decidió abrirlo.  

Sus ojos recorrieron ágilmente las primeras letras, pero se hicieron lentos a cada línea a medida que las agrias palabras entraban en él.  

― ¿Qué mierda es esto? _soltó con un todo plano hacia su madre, quién perdió su sonrisa apenas terminó de bajar la escalera_

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Desde que volvió a UA, algo era diferente. El ambiente se sentía más pesado, inestable y frágil y no era solo la mirada indescifrable que a veces le dedicaba Kirishima o el completo mutismo respecto al tema de los omega, que sin duda se había vuelto algo sensible desde el incidente. Había algo que en general que lo hacía sentir observado y poco bienvenido.

Lo había ignorado creyéndose paranoico los primeros días, pero el trato distante y dudoso se hacía más notorio a medida que trataba de interactuar con sus compañeros.

La excepción a la regla eran Tenya y Ochaco, a quienes parecía impórtales muy poco que su amigo de la noche a la mañana se hubiera convertido en un alfa y en el centro de muchos rencores. Su camarería era tan cálida y alegre como siempre, tan despreocupada que resultaba casi inquietante que no hubieran mencionado el tema.

― ¿Soy diferente ahora que soy un alfa? _se aventuró a preguntar a sus amigos mientras comían durante el receso_ Pareciera como si todos de pronto me prestaran demasiada atención.

La chica y el muchacho de gafas se vieron entre sí preguntándose si era prudente decirlo, pero fue Iida, tan directo y formal como siempre, quien decidió hablar.

―Que resultaras ser un alfa fue impactante para todos, pero fueron las condiciones de tu unión con Bakugou lo resultó más impresionante. Parece que todos están curiosos por saber si ustedes finalmente consumaron su amor _expresó tan educadamente como pudo_

― ¿Amor? _preguntó Izuku con extrañeza abandonando sus intentos por ingerir la comida_ Nosotros no tenemos algo como eso…

―Creo que Iida se refiere a… ya sabes _trató de explicar Ochaco con una mirada nerviosa y una extraña gesticulación_ hacer eso y aquello… lo que hacen quienes están enamorados…

El pecoso entendió. Hurgó un poco su comida y pensó un poco en la situación. Parecía obvio que todos estuvieran curiosos por saber si alguien como él había logrado someter al rubio y era natural que para otros alfas la noticia fuera una especie de confirmación o degradación de su estatus, que aparentemente subió por los cielos en el momento en el que reclamó al rubio para sí.

Al verlo desde esa perspectiva su situación pareció algo sensible. Ya no podía ir por allí descuidadamente como cuando era un beta. Ahora había quienes le ponían precio a su cabeza y quizás amenazarían la seguridad de su pareja si no tomaba medidas.

― No tienes que responder si no quieres, Deku. Entendemos que es algo privado _dijo Uraraka dándole una mirada comprensiva_   

El peliverde suspiró. Lo cierto era que necesitaba hablar con alguien. Había estado solo en el proceso de verse como alfa, ni siquiera había tenido oportunidad de contarle de sus dudas a All Might y no estaba seguro de si hablar con él, quién ya estaba lo bastante ocupado con el asunto de la liga de villanos, era lo correcto.

― No estamos enamorados ni nada parecido, pero hicimos “eso” _se sinceró esperando obtener algo de alivio, contándole a alguien sobre las muchas experiencias nuevas que había vivido_

Los rostros de la castaña y el moreno fueron de sorpresa, pero principalmente de incredulidad. Iida adquirió un color rojizo y Uraraka alzó la voz en una interrogante antes de pegarse a la mesa y acercase esperando más información, y es que eso definitivamente era algo difícil de imaginar.

―Lo hicimos, de alguna forma. Pero no llegamos hasta el final _aclaró el pecoso_ Y ni siquiera sé si lo hice bien _finalizó con una voz apagada_

― ¡Valla! No puedo creerlo… _seguía diciendo Uraraka con las manos en el rostro y la mirada extraviada en algún lugar triste y melancólico del salón_

―Felicidades Midoriya, espero que sean muy felices _soltó el de cabello oscuro sin malicia, dándole una palmada en el hombro_  

El pecoso sonrió de forma penosa. No sabía si lo que había hecho era un logro o algo bueno, pero la forma en la que Iida lo hacía sonar como una ocasión feliz era agradable.

― ¿Y el estaba de acuerdo con hacerlo? _preguntó Uraraka aun con un tono sombrío_

― No al principio, pero su celo realmente facilitó las cosas…

― Uraraka, no creo que este sea un tema para hablar frente a una dama y en el salón de clase _expresó Iida deteniendo al peliverde de continuar_

― Tienes razón _soltó la castaña apretando los puños sobre la mesa completamente decidida_ vamos a reunirnos después de clases y vas a contarnos todo, Deku.

―No me refería a eso…

― ¡Está decidido! ¡Vamos a apoyarte con esto y ayudarte a hacerlo bien!

El peliverde enrojeció. No esperaba que la castaña fuera tan entusiasta y abierta al respecto. Ni siquiera entendía por que de pronto lucía tan emocionada cuando hace unos segundos no parecía feliz con la noticia, pero pese a lo bochornoso que era que una chica se interesara por su escasa y precaria vida sexual, estaba feliz de tener amigos con quienes hablar.

El sonido de su celular lo salvó en medio de los planes de la chica. Rápidamente lo sacó de su bolsillo esperando que fuera una llamada de su madre que pudiera librarlo también de la reunión que estaban planeando, pero el contacto en la pantalla era de la madre de Kacchan.

Supo de inmediato que algo andaba mal, la madre del rubio no era alguien que llamara para saludar. Así que simplemente respiró hondo y se preparó para escuchar algún grito furioso o una llamada de auxilio.

― ¡Ven aquí ahora mismo y explícale a tu compañero por qué diablos no has rechazado la propuesta de matrimonio de Todoroki! _fue lo que estalló en su oído como un balde de agua fría que hizo su alma abandonar su cuerpo_

―Deku, ¿está todo bien? _preguntó la castaña al verlo colgar apresuradamente el teléfono y ponerse de pie_

―Tengo que irme...

Corrió sin pensarlo y dar mayor explicación. Las clases extra de Aizawa o un permiso de salida no parecían algo importante por lo que valiera la pena detenerse cuando se fue de la academia sin avisar.

No recordaba la última vez que había corrido tanto, ni la última vez que había sentido tanta prisa de llegar algún lugar. Quizás el día que había aparecido el celo de Kacchan sintió algo similar, pero la impotencia que sintió antes y ahora eran distintas.

Lo que estaba experimentando era el frío miedo de haber destrozado algo con sus propias manos. El frio y aterrorizante miedo de perder a Kacchan cuando a penar a acababa de recuperar una pequeña parte de su lazo.

Notas finales:

Otro capitulo que se retrasa, me disculpo por eso. Al menos esta vez lo terminé en una sola sentada y eso me da ánimos sobre lo que viene. 

He leído desde hace varios capítulos en sus comentarios que  el celo de Kacchan se acerca (lapsos de 1 mes) y siempre olvidaba corregirlo. Por desgracia fue un error mio en los primeros capítulos, razón por la que me disculpo y  aclaro que el ciclo de celo de Kacchan es el normal (3 meses) y aun no está tan próximo como a él le gustaría, pero hay cosas que no se hacen esperar. 

En cuanto a lo que viene, espero que me acompañen en la turbulenta travesía de la reintegración de Kacchan a la academia y tanto los problemas como avances que eso conlleva, ya que si algo esta claro, es que no puede hacerlo solo. 

Gracias por su paciencia y hermosos comentarios. No saben lo reconfortante que es sentir su apoyo en la difícil tarea de llevar esta historia hasta el final. Hasta la próxima. 


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