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OMEGA (Boku no Hero) por Princess Yaoi

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Entró a hurtadillas al departamento, conteniendo entre risas, la mezcla de emoción, rebeldía y adrenalina que cosquilleaba en su estómago.

Nunca había tenido una experiencia como esa. Escapar con alguien que causaba cientos de revoluciones en su pecho, tener el valor de robarle un beso y regresar a casa mucho después de su toque de queda sin ser notado por su madre, era la cosa más transgresora y alocada que había hecho en su vida y se sentía genial.

Se lanzó con emoción a la cama cuando encontró su habitación, aferrándose a las sábanas, estrujando su cuerpo y ocultando una risa picaresca en el colchón. Estar vivo se sentía tan jodidamente bien en ese momento que no sabía cómo lidiar con eso. Era un sentimiento tan excitante, incontenible y cosquilleante que todo lo que quería era levantarse y gritar lo feliz que estaba.

¿Qué diablos le ocurría? No entendía como todas esas sensaciones habían estallado de pronto en su estómago y llegado a su pecho, dónde parecía haber una fiesta que no daba señas de terminar.

― ¿Izuku? _escuchó la voz de su madre, empujando dudosamente su puerta_ ¿Eres tú?

Hizo un sonido de afirmación que le permitió a la mujer volver a respirar con normalidad y llenarse de confianza para entrar al cuarto. 

―Estaba muy preocupada. No volviste después de la academia. Llamé a tu profesor y dijo que te habías ido temprano, pero no te comunicaste conmigo _se acercó a la cama, encendiendo la luz de la lámpara para tratar de verlo con claridad en medio del ovillo que había formado sobre sí con sus brazos _ ¿A dónde fuiste? ¿Estás herido?

Calló esperando una respuesta, pero el cuerpo extrañamente inquieto del pecoso no le dio ninguna señal que pudiera interpretar.

― ¿Izuku?

― Lo besé… _soltó con una voz emotiva y algo fluctuante. No soportaba más esa sensación, tenía que decírselo a alguien_

La mujer emitió un sonido de sorpresa llevándose las manos al rostro con una expectación que hizo al peliverde desenredar sus extremidades y incorporarse efusivamente con el sonrojo estampado en todo el rostro.

― ¡Solo fue un beso en la mejilla! _aclaró con total vergüenza, preguntándose en que diablos estaba pensando al revelar algo tan embarazoso_ Yo… no se que pasó, pero lo besé y el… no se molestó por eso _dejó salir el final con un hilillo de voz. El mismo no podía creer lo que estaba diciendo_

― Izuku… _oyó la voz acongojada de su madre invadiendo su espacio mientras se avanzaba para abrazarlo_ estoy feliz _las lágrimas empezaron a caer y no supo decir si había hecho bien o mal_ me alegra que te estés llevando bien con Katsuki, me hace feliz que tus sentimientos sean aceptados, pero por favor no vuelvas a desaparecer de esa forma.

El corazón del peliverde se estrujó. Toda la emoción, la alegría y la satisfacción que había vivido de pronto se sintieron egoístas. Odiaba herir a su madre, pero parecía que siempre terminaba haciéndolo de alguna forma. 

― Lo siento _soltó de forma amarga correspondiendo el abrazo con fuerza_ Me dejé llevar y no pensé que podía angustiarte. No volveré a…

― Puedes ir con él siempre que lo necesites, tan solo no te olvides de mí.

Sus brazos le dieron un último apretón cálido antes de soltarlo y acariciar su rostro contemplando con alivio que, a parte de un poco sucio, su pequeño estaba intacto.

El pecoso tuvo que ser rápido para ocultar su mano, que para entonces ya había adquirido un color morado y una inflamación un tanto severa que fácilmente podría infartar a su madre.

― Así que, cuéntame cómo pasó _soltó más relajada, sentándose a su lado para escuchar su historia con genuina emoción_

El alfa sonrió. No tenía forma de describir lo excitado que estaba, pero gustosamente trataría de hacer un resumen para su madre, quien siempre lo escuchaba como una amiga confiable y sincera. Omitiría los detalles peligrosos, claro, como cuando Kacchan casi asesina a Todoroki o cuando Endeavor casi los calcina, pero el resto iría con lujo de detalles. Después de todo, esa nerviosa mujer era su admiradora más fiel, la única que había estado con él todo el trayecto y probablemente la única que estaría si todo salía mal. Algo que era bueno, ya que, para desgracia del pecoso, todo en verdad salió mal.

Su travesía por las afueras de la cuidad con Katsuki, lo hizo contraer una vieja y conocida enfermedad que había aterrorizado a la humanidad desde tiempos inmemorables.   

 

Sus síntomas empezaron al día siguiente por la mañana. Aparecieron como un leve cosquilleo en el estómago sin mucha importancia que con el pasar de los días se convirtió en un terrible e inminente padecimiento del que todos parecían tener conocimiento menos Izuku, quien pasaba sus días en mediana tranquilidad con la cabeza perdida en las nubes y una sonrisa más radiante de lo habitual.

No había que ser un genio para notar lo que estaba pasando, para muchos de sus amigos cercanos y no tan cercanos, había bastado darle una mirada para convencerse de lo mal que se estaban poniendo las cosas y el número de personas seguía aumentando, pero nadie parecía tener la suficiente falta de delicadeza como para encarar al pecoso y hablarle de algo tan trágico, cuando ser el alfa más odiado de UA ya le daba suficiente en que pensar.

Los primeros en notarlo habían sido Iida y Uraraka. Pero el tema central aquella mañana que el pecoso llegó más temprano de lo usual, no había sido su radiante estado de ánimo, sino la ausencia de Todoroki, quien como el peliverde ya se lo suponía, se ausentó por varios días llamando la atención de algunas personas.

Tuvo que pasar por un pequeño interrogatorio. No podía negar que el era el principal sospechoso si algo malo le ocurría a Todoroki, pero nadie podía probar realmente que el o Kacchan tuvieran algo que ver con que el muchacho de hielo hubiera decidió encerrarse en casa por días.

Fue lo que alegó con la conciencia un poco revuelta cuando fue citado por el director. No era bueno mintiendo, pero declarar ignorancia a menos que Endeveabor decidiera ponerlos en evidencia, era lo que había acordado con Kacchan y no pensaba faltar a su palabra. Sin embargo, hubo algunas personas a las que no pudo engañar del todo.

Sus amigos se habían tornado bastante comprensivos y callados al respecto una vez confesó, incluso All Might había reaccionado más indulgentemente de lo que imaginó y quería pensar que era porque el chico de hielo en verdad lo merecía, pero en el fondo sabía que tan solo estaban decepcionados de él. El método que había elegido no había sido el más adecuado, sus valores de héroe se habían visto manchados, lo sabía y aun así no podía poner la culpa por encima de la enorme satisfacción que le daba haber ayudado a Kacchan a sentirse mejor.

No estaba arrepentido, el rubio se había convertido en una causa mayor, pero también había formado un abismo entre él y sus amigos. Podía sentirlos más distantes, pero tenía la sensación de que el incidente no era el único motivo.

Uraraka, por ejemplo, era un misterio. En los últimos días había sido una extraña montaña rusa de bipolaridad que a veces saltaba entusiasmada para ayudarlo y otras veces ni siquiera le dirigía la palabra.

Iida, en cambio, estaba bastante callado. Parecía pensar demasiado antes de hablar, era como si tuviera una cuestión en la cabeza que no lo dejaba hablar sin ponerle antes a sus palabras un filtro y se hacía cada vez más difícil conversar con él.

No lograba entender que les pasaba, pero con el paso de los días, se fue haciendo habitual y simplemente dejó de concentrarse en ellos y la mayoría de las cosas que pasaban a su alrededor. Tenía que admitir que estaba bastante distraído y lo que ocurría en la academia había dejado de ser el centro de su mundo. Lo que lo tenía del todo interesado, más bien, era lo que pasaba al salir de allí, lo que había en ese lugar que visitaba a diario y dónde había empezado a pasar más tiempo que en su propia casa.

Sus días en la academia ya no eran nada espectacular. Las clases, las conversaciones y el entrenamiento pasaba sin mayor novedad y al final de la jornada lo que más deseaba, era llegar a la casa de Kacchan y ver esa cara enojada, que por alguna razón últimamente extrañaba tanto.

Su capacidad de atención estaba demasiado atrofiada para pensar en algo más. En su cabeza solo había preguntas, sensaciones e ideas relacionadas con el rubio que lo mantenían impaciente durante toda la jornada.

Una apremiante necesidad de compañía que solo desaparecía cuando estaba con Kacchan y lo llenaba de tanta calidez y tanta dicha que las mañanas sin él se sentían bastante grises y largas.

Las clases parecían más densas que nunca, su mente demasiado desenfocada y sus ánimos tan variables y alocados que a penas podía entender que le pasaba.

A penas se descuidaba un momento su mente empezaba a hacer un tremendo ruido. Recuerdos, sensaciones vívidas recorriendo su piel, palpitaciones, deseos y desorden. Todo era un terrible desorden que por alguna razón siempre terminaba con el recuerdo de la risa de Kacchan cosquilleando en sus oídos y una imparable necesidad de sujetar su mano una vez más.

Eran sensaciones normales que un alfa desarrollaba para proteger a su compañero, quería creer y se repetía todo el tiempo cuando las cosas se ponían más extrañas. Cuando hacía cosas inesperadas por el rubio, cuando le preguntaba como había estado su día, cuando se quedaba embobado viendo su perfil serio mientras estudiaba en la cama, cuando no encontraba las palabras correctas para explicarle que sentía algo cálido por él.

¿Era su viejo y golpeado vínculo de infancia tratado de volver a florecer? ¿era algo que sentía alguien por un amigo preciado? ¿era la naturaleza haciéndolo más afín a su compañero para perpetuar la especie? No lo sabía, pero algo definitivamente estaba pasando. Era como si su cabeza estuviera flotando en las nubes todo el tiempo, como si lo que pasara con los demás hubiera dejado de importarle, como si lo más interesante del mundo de pronto fuera Kacchan y no pudiera dejar de pensar en cada detalle, en cada recuerdo, en cada pequeña e insignificante cosas que él hiciera, porque todo parecía maravilloso.

¿Kacchan siempre había sido así de genial? Suponía que sí, pero tal vez nunca lo había notado más allá de sus habilidades de combate y sus dotes de estudio. Sabía que era inteligente, que era astuto y tenía un agrio sentido del humor que principalmente involucraba verlo sufrir, pero no sabía nada acerca de lo increíble que era en situaciones más cotidianas.

Por ejemplo, era muy ordenado, tenía bueno modales en la mesa, le gustaban las revistas de deportes al aire libre, leía libros de vez en cuando, le gustaban las películas y odiaba que alguien hablara durante la función, no comía comida chatarra, tocaba la batería e incluso sabía cantar (cosa que supo por su madre porque jamás lo escuchó), le gustaban los perros grandes, pero nunca pudo tener uno porque su padre era alérgico, siempre borraba sus mensajes porque odiaba ver su buzón lleno, escuchaba música muy alto cuando quería relajarse y a veces, solo a veces, no le desagradaba tanto la compañía.

Eran cosas que había aprendido observándolo y lo habían sorprendido a medida que las descifraba. Había conocido cosas del rubio que le parecían increíbles y cada pequeña cosa nueva solo hacía que le gustara más.

Su faceta cotidiana se le hacía de lo más interesante. Finalmente había encontrado el lado humano debajo de toda la ira y la hostilidad que había visto siempre. Pero, sobre todo, había encontrado un lugar. Parecía después de todo ya no era tan ajeno al rubio, incluso podía pensar que en el fondo a veces él también disfrutaba de tenerlo cerca.

Suspiró por enésima vez con la vista perdida en algún punto vacío de la pizarra, no podía simplemente ir y decirle todas esas cosas al omega, pero tampoco sabía que hacer con ellas. Llevaba distraído toda la mañana. Su cuaderno de apuntes era un desastre y todo lo que quería era que la clase terminara para poder pensar a solas. Pero eso no pasó, Uraraka llegó a su asiento a penas sonó la campana; hoy era uno de esos días en los que la chica estaba de buen humor y solía ser tremendamente entusiasta.

― Así que, ¿cómo te fue en el examen? _preguntó con una voz animada sostenido su nota frente a él_

El pecoso sonrió levemente.

― No tan bien como a ti. No estudié lo suficiente.

― ¿he? Tu siempre estudias Deku. _la chica se inclinó sobre su pupitre mostrándole un rostro preocupado_   

― Lo olvidé por completo. Ayer también le presté mis notas a Kacchan. Él debe estar preparado para las clases intensivas cuando vuelva y me preocupa que no estudie el tiempo suficiente, pero es difícil decírselo sin que se moleste, así que tuvimos una discusión y…

― Deku, tu nunca descuidabas tus estudios _soltó la chica con una voz aguda y algo alta_ Ahora siempre estás viendo a Bakugou y ya ni siquiera hablas con nosotros. Te preocupas demasiado por él y él nunca te lo agradece, solo está haciéndote perder el tiempo…

― Es normal que me preocupe por él, es mi compañero. 

El ceño de la castaña se frunció viéndolo de manera aguda

― Esa no es ninguna excusa para hacerte cambiar tanto. Ya no eres el Deku de siempre. Parece que solo te importara lo que él dice y incluso haces cosas malas. El Deku que conocía nunca hubiera dejado que lo manipularan de esa forma.

― Él nunca me…

― ¡Solo se está aprovechando de ti! ¿no te das cuenta?

El bullicio del salón quedó en silencio. La chica sostuvo la mirada sabiendo que lo que había dicho era grave, pero no se retractó. El pecoso también sostuvo la mirada por unos segundos, entonces frunció las cejas y se volvió con seriedad hacia su escritorio antes de tomar sus cosas y ponerse de pie.

― Lamento que pienses de esa forma… creí que eras mi amiga _le soltó con una voz plana antes de marcharse_

Fue directo a casa del rubio. Se sentía molesto. Después todo lo que se había esforzado para que Kacchan le permitiera estar a su lado ¿ella simplemente le decía que todo era en vano? Apretó los puños a medida que aceleró el paso hasta la estación. Nunca había peleado con Uraraka, pero se sintió tan ofendido y desilusionado que no tuvo más opción. Sabía que estaba preocupada, que habían pasado cosas terribles desde que se involucró con Kacchan, pero ¿tenía ella el derecho de decidir qué era lo correcto? Ni siquiera él sabía que era lo correcto o que le deparaba su futuro con Kacchan, pero quería crearlo con sus mejores fuerzas y poner en ello toda su esperanza, así que respiró profundo y compuso su semblante.  Tenía que mostrarle al rubio su mejor cara.

Saludó a su madre en la puerta y subió las escaleras con una sonrisa bien puesta. Se paró frente a la puerta del omega y tocó un par de veces. Esperó impaciente que abriera y en el último momento se arrepintió de no haber arreglado su cabello antes o usado alguna colonia. No entendía por qué de pronto su aspecto parecía tan importante, lo más probable era que el rubio estuviera usando un pijama, pero sentía que podría morir si no se veía decente cuando se encontraran.

Una ola de calor lo abrazó cuando el rubio haló del pomo. El aire estaba espeso y lleno de un olor que conocía a la perfección, el sudor de Kacchan impregnado fuertemente del perfume de sus feromonas bailaba en el aire de una forma un poco extraña que no sabía si definir como agradable, desconcertante o sexual.  

Sonrió al ver su rostro enrojecido y su cabello húmedo. Lucía radiante en su ropa deportiva, llevando una pequeña toalla en el hombro y unos audífonos de color naranja. Era justo como lo había imaginado entrenando.

Se sintió feliz de saber que había vuelto a meterse en su rutina de ejercicio y parecía decidido a levantar esos trozos de metal hasta que la última gota de líquido hubiera abandonado su cuerpo.

Quizás era la energía que quedaba luego de haber vuelto de la batalla o mera disciplina que su cuerpo recibiría bien luego de días tan lúgubres.

― Quédate hay y no estorbes hasta que termine… _lo escuchó decir acercándose de nuevo a su rincón de entrenamiento para tomar las pesas_

― Me alegra que estés listo para volver… _dijo con satisfacción tomando asiento en su escritorio para preparar las notas que debía entregarle_

Solo escuchó una risa sarcástica de vuelta. Ese era el Kacchan competitivo y desbordante de confianza que conocía. El predador con filosas garras que tanto admiraba. Tenerlo de vuelta con tanto ánimo era bueno, pero más que eso, inquietante. No recordaba que su estómago hubiera cosquilleado de esa forma antes al observarlo.

Cuando sus músculos se tensaban, su cuerpo dejaba ver una silueta hermosamente trabajada. Desde sus definidos y suaves pectorales, hasta la larga y firme silueta de sus piernas, la imagen que contemplaba era perfecta. Además, el contraste de su tersa piel blanca con la ropa negra siempre le había parecido maravilloso. Era como si el bastardo fuera consciente de lo apetecible que lo hacía ver eso.

Volvió la vista con rapidez a sus notas. El cosquilleo de su vientre estaba viajando con peligrosa rapidez hacia su entrepierna. Respiró profundo y trató de concentrarse en las letras. Jamás le había costado tanto.

Para los chicos de su edad era normal despertar con una erección por la mañana o después de un entrenamiento riguroso, pero en sus cortos dieciséis años, Izuku nunca había experimentado la excitación visual.

Metió la cara en el libro completamente avergonzado suplicando que los ejercicios del rubio duraran hasta que pudiera desacerse de la dureza que empezaba a ser obvia entre sus piernas. Pensó en la materia que debían estudiar, en héroes, en filosofía, en el sentido de la vida y la maldita erección seguía en aumento; se quería morir.

Entonces, justo cuando pensó que las cosas no podían ponerse peor, el rubio se acercó dispersando todas sus calientes feromonas a su alrededor y extendiendo su mano hacia él

Le tomó unos aterradores segundos entender que lo quería era que le diera la botella de agua que estaba sobre el escritorio. La tomó con nerviosismo sin dirigirle la mirada, mientras escondía con el libro el notable bulto que la visión de las gotas de sudor deslizándose entre sus pectorales le había provocado en su máximo esplendor.

― ¿Qué diablos te pasa? _le soltó el rubio recorriéndolo con extrañeza después de arrebatarle la botella_ luces más estúpido de lo normal.

― Solo es un poco de dolor de estómago… _respondió el pecoso con una sonrisa nerviosa_

― Como sea… solo dámelo y terminemos con esto _le exigió recostándose sobre el escritorio para empinar en su boca la botella_

El pecoso asintió extendiéndole su libreta de apuntes. Sus extremidades se sentían flojas y torpes, como temblorosos trozos de gelatina que no encontraba cómo acomodar para sentirse menos tenso.

Vio de reojo como el rubio tomaba el cuaderno y pasaba un par de páginas rápidamente con el ceño fruncido en señal de concentración.

― Tus síntesis son una mierda…

― Suelo extenderme demasiado en los detalles _dijo el pecoso cohibido en su asiento con el rostro girado hacia otro lugar en un intento por no ponerse en evidencia_

Normalmente le entregaba los apuntes, el muchacho se dedicaba a estudiarlos durante algunos minutos en su cama mientras, comían algo preparado por su madre, hacía sus tareas mientras el rubio se entretenía con algún juego, se esforzaba por tener algo de platica y luego finalmente se iba, pero justo en ese momento no se sentía capaz de seguir su rutina al pie de la letra y por desgracia Kacchan tampoco.

Podía ser que se sintiera incómodo llevando la ropa húmeda después de hacer ejercicio o no tenía animo de tratar de entender el desorden de su libreta, pero inesperadamente le lanzó el cuaderno y le ordenó que lo explicara.

En otra ocasión se habría sentido satisfecho de que el rubio solicitara su ayuda, pero en ese momento a penas podía leer una oración completa sin que su lengua tropezara. Que el rubio estuviera tan cerca no ayudaba, que sus codos estuvieran sobre la mesa y su pecho quedara peligrosamente expuesto entre los tirantes de su camisa, aun menos, pero se las arregló para mantener la vista pegada a la hoja mientras el jodido omega se movía junto a él haciendo las posiciones más incitantes y enloquecedoras para alguien que llevaba lo que parecían siglos aguantando una erección en sus pantalones.

Suspiró de alivio cuando llegó a la última hoja, el rubio parecía tremendamente aburrido y el solo quería aprovechar eso para dar por terminada su visita. Así que cuando el muchacho anunció que iba a darse un baño, fue rápido para informar que quería llegar pronto a casa para ayudar a su madre con lo que sea.

Al rubio le importó poco lo que decidiera o no hacer con el resto de su tarde, así que simplemente le cerró la puerta en la cara cuando pensaba despedirse.

El alfa no desperdició el tiempo. Con la mayor cortesía posible se despidió de la madre del rubio y sosteniendo su cuaderno contra su entrepierna salió disparado a casa como alma que lleva el diablo.

Por suerte no había muchas personas en la calle a esa hora, apenas podía caminar sin fingir una lesión de cadera. Pero ese era el menor de sus problemas, no pensaba quedarse un solo minuto más a solas con Kacchan. Como lo viera, era demasiado peligroso y no podía arriesgarse a joder la poca confianza que el rubio le daba.

Se las arregló para llegar a su departamento intacto y abrió la puerta empujándose a tropezones hacia su cuarto sin saludar siquiera a su madre, que como era habitual estaba en la cocina.

La angustia y el bochorno lo abandonaron apenas puso el cerrojo, permitiéndole tomar una gran bocanada de aire y calmar su corazón acelerado. 

No podía negar que las feromonas que el rubio había soltado a su alrededor olían delicioso, pero no había sentido esa urgencia ni siquiera cuando el rubio estaba en celo. Era una excitación más concreta y más apremiante que la que sentía un alfa por cualquier omega dispuesto. Era excitación por una persona en concreto, eran sus deseos encontrando el cause de todas sus fantasías y necesidades, era su miembro irguiéndose única y exclusivamente para Kacchan y ese era un serio problema.

Se llevó las manos al rostro abochornado. Iba a tener que hacerlo. No era algo que realizara muy a menudo, de hecho, las pocas veces que se había masturbado lo había hecho con fines experimentales, para tratar de comprender su propia anatomía, incluso había tomado notas al respecto, por embarazoso que sonara.

Se acomodó en su silla frente a la computadora, tecleó rápidamente el nombre de un sitio porno y abrió las piernas sacando con prisa los botones de su pantalón.

Vio su miembro completamente erguido y húmedo derramándose en su ropa interior y soltó un suspiro. Kacchan había estado muy cerca de provocarle un accidente.

Empezó a frotar su falo lentamente, yendo de arriba abajo con la vista puesta en alguna rubia de senos esponjosos que gustaba de agitarlos frente a la pantalla, pero eso no estaba funcionando. No quería pensar en Kacchan, en verdad se estaba esforzando por mantener las imágenes lejos de su cabeza, pero lo que empezó como una chica, terminó como Katsuki abierto de piernas para él. La imagen era demasiado vívida.

Se olvidó por completo del video y cerró los ojos concentrándose en la sensación de su mano. Aun podía recordar la forma y el tacto del miembro del rubio en su boca, sus glúteos firmes apretados entre sus manos, el olor de su piel húmeda y almizclada, sus gemidos bajos que sonaban como un jadeo cansado, sus piernas apretadas alrededor de su cuello.

Aceleró el ritmo tensando su espalda y elevando la pelvis. Se sujetó de la silla con fuerza y dejó caer la cabeza hacia atrás.

Los ojos encendidos del rubio viéndolo con deseo lo atacaban en su mente. Su cuerpo extendido a su merced completamente húmedo para recibirlo, su pecho subiendo y bajando con una respiración pesada y caliente, sus pezones duros y apetitosos tentándolo a morderlos.

Podía imaginar sus manos recorriéndolo. Su lengua saboreando la larga y firme línea que descendía desde su espalda hasta sus glúteos, los bordes trabajados de su cintura, los músculos tersos de sus piernas que hacían un húmedo camino hasta…

Alcanzó el clímax soltando una maldición. El líquido tibio se derramó sobre su mano y ensució parte de su camisa. Lo hizo observarse con la vista en blanco por algunos segundos.

El nudo se había formado en la punta de su pene. Era algo que aun no estaba acostumbrado a ver, pero la vista lo hizo pensar inevitablemente en Katsuki. ¿sería doloroso para él si lo anudaba? Ideas locas empezaban a pasear por su mente. Quería sentir a Kacchan, en serio lo deseaba y no sabía desde cuándo. Pero su próximo celo parecía estar muy lejos, dos meses probablemente si fuera regular y lo dudaba mucho ya que apenas era su segundo celo.

¿Debería llamarlo? Sentía que su visita había durado muy poco. Pronto descartó la idea; apenas acababa de marcharse.

Frunció el ceño dando un par de vueltas en la silla mientras empezaba a sacarse la ropa para limpiarse. ¿Desde cuando estaba tan obsesionado con Kacchan? ¿Antes si quiera quería visitarlo?

― ¡Izuku! _escuchó a su madre desde afuera_ No te escuché entrar. ¿Vas a cenar?

― ¡Si _le respondió apresurándose a terminar de desvestirse_ ¡solo dame un minuto!

Se aseó, colocó ropa holgada y fue hasta el comedor para contarle a su madre un poco de lo que había hecho durante el día. Tenían la costumbre de hablar siempre sobre su día durante cena y mientras ella hablaba de recetas y carreras de ofertas en el supermercado, el parecía hablar solo de Kacchan. Por ejemplo:

― Kacchan volvió a ejercitarse, creo que estará bastante en forma cuando vuelva.

― ¿A sí? Eso es maravilloso Izuku. _le respondió la mujer regalándole una sonrisa_ ¿Y cómo están tus amigos? Hace tiempo que no me hablas de ellos.

La pregunta lo hizo bajar la mirada. Casi lo había olvidado.

― Discutí con Uraraka. Ella dijo cosas bastante groseras sobre Kacchan.

Los ojos verdes de la mujer, tan idénticos a los suyos lo observaron con preocupación por unos minutos, pareció pensar en algo y finamente le soltó con una sonrisa cálida y paciente:

― Asegúrate de hablar con ella, los amigos también son importante. Katsuki te tiene a ti, pero ella debe sentirse sola.

El consejo de su madre lo hizo pensar durante el resto de la cena. ¿Uraraka también quería un compañero? ¿Era a lo que se refería? Nunca pensó mucho en los sentimientos de su amiga beta, pero tal vez eso podría explicar por qué estaba últimamente tan extraña.  Quizás si hablaban podría ayudarla.

―――――――――――――――――――――

Al siguiente día, intentó con fuerza entablar una conversación con ella y con Iida, pero la chica parecía tan amigable y jovial como siempre y no tuvo oportunidad de sacar el tema acerca de su disputa.

Las clases por su parte fueron bien. Tomó notas como debía esta vez y no tuvo ningún retraso al salir. Llegó a la casa de Kacchan como de costumbre, sintiéndose algo nervioso por su última visita, pero las cosas estaban saliendo mejor esta vez. Se sintió agradecido de que el rubio solo estuviera jugando con su móvil.

― ¿Qué pasó con tu rutina? _preguntó tentativamente mientras tomaba asiento_

― Por la mañana…

Se sorprendió de que el muchacho le respondiera sin más y eso lo animó a hacer otras preguntas, aunque tal vez estaba tentado demasiado su suerte.

― ¿Qué estás jugando?

― Umm, una cosa estúpida sobre clanes.

Los ojos del pecoso se encendieron.

― No sabía que te gustaba. Yo también juego. Podríamos intercambiar artefactos y…

― No voy a jugar contigo y cierra la boca, estoy tratando de vencer a este maldito jefe _dijo agitando un poco el móvil, empezaba a desesperarse_

― Tiene un truco… _le respondió el pecoso entusiasmado sacando de su bolsillo su móvil_

Se acercó al rubio sentándose en el borde de la cama y le mostró como hacerlo, solo para ver aplastada su puntuación en un par de minutos.

― Hasta en esto apestas… _se burló el rubio con superioridad despertando el instinto competitivo del alfa_

Un par de minutos se convirtieron en horas y antes de darse cuenta estaban tan metidos en eso que incluso se habían saltado la cena. El pecoso no recordaba que se hubieran divertido tanto haciendo algo juntos en mucho tiempo. Casi era demasiado bueno para ser verdad.

No solían tener muchas cosas en común, pero parecía que competir era una. Aunque tenía que admitir que en algún punto había dejado de importarle su perdía o ganaba, solo quería pasar más tiempo con Kacchan y para cuando cayó en cuenta casi era media noche.

Su madre había llamado para preguntar por él y la madre del rubio había decidido por cuenta propia que pasaría la noche allí porque, alfa o no, era demasiado tarde para que anduviera deambulando por la calle solo.

El rubio se negó, por supuesto, pero poco importaba su opinión cuando su madre decidía algo y estaba empeñada en hacer que se lavaran los dientes cuanto antes, dejaran sus móviles donde los pudiera ver y se metieran a la cama.  

El pecoso estaba nervioso mientras se acomodaba en el futón que habían preparado para el junto a la cama del rubio. La última vez que durmió allí no había terminado muy bien, pero quizás estuviera en racha y su buena suerte durara al menos hasta la mañana.

Se decepcionó un poco al ver que el rubio solo le dio la espalda para dormir, quería probar entablar un poco de plática, pero con él era algo remotamente posible.

― Buenas noches… _dijo sin obtener ninguna respuesta_

Kacchan era así, un momento estaban pasándosela bien y al otro parecía importarle un carajo su existencia, estaba bastante acostumbrado. Inclusos sus arranques de rabia ya no lo tomaban por sorpresa, pero eso no evitaban que a veces dolieran un poco.

Cerró los ojos y se dispuso a dormir también.

Llevaba unos cuarenta minutos en ello cuando sintió el aire saliendo de su estómago. El de ojos escarlata se había levantado y lo había pisado por accidente; probablemente había olvidado que estaba allí.

― Quítate del camino pequeña mierda… _lo escuchó murmurar molesto antes de continuar su trayectoria hacia la puerta_

Al principio no le prestó mucha atención, pero el rubio se estaba tardando, incluso si hubiera ido a la cocina a prepararse algo. Así que con cierta preocupación se levantó y empezó a buscarlo sigilosamente por el pasillo. Notó rápidamente que la luz del baño estaba encendida y con una voz baja pronunció su nombre para comprobar que estuviera bien.

Casi al instante el sonido del agua del lavamanos sonó junto con un pequeño traqueteo, entonces la luz se apagó dejando salir a un molesto Kacchan que le estampó un empujón y le preguntó que mierda estaba haciendo allí.

El pecoso no supo que decir. Cualquier cosa que dijera solo lo iba a cabrear aun más de acuerdo al volátil estado de ánimo que tenía de pronto el blondo.

Corrió detrás del cuando se vio amenazado por la posibilidad de que le cerrara la puerta en la cara y no lo dejara entrar más, solo para quedar atrapado con el y un violento ataque de ira que no tenía ni pies ni cabeza. El omega simplemente estaba furioso con él y no entendía exactamente por qué.

― ¡Eres como una maldita plaga! _le soltó de pronto justo cuando creía que volvería a la cama y todo quedaría resuelto, pero no fue así, el rubio caminó por la habitación a oscuras simplemente sacando su frustración_

― Kacchan, no entiendo exactamente por qué estás enojado.

― ¡Me fastidias! ¡Vienes todos los malditos días y asomas tu miserable cara por aquí como si estuviera obligado a verte! ¡Que esté atrapado en esto contigo no significa que tenga que aguantarte pegado a mí a cada maldita hora del día! ¡Has algo con tu vida, joder! ¡Me enferma tener que verte!

―Pero… solo quería que las cosas mejoraran entre nosotros, creía que lo estaban haciendo.

― ¡Pues ya fue suficiente! Nos hemos visto cada maldito día y estoy hartándome de ti.

― ¿Ya no quieres que venga?

― ¿Por qué mierda querría que vinieras? No somos amigos, ni siquiera me caes bien. Así que no asomes tu estúpida cara aquí a menos que tengas una buena razón o juro que voy a reventártela con una explosión.

― Kacchan, de verdad estás haciéndome difícil entender que te pasa.

Iba a alegar algo más y a tratar de defenderse para hacerlo cambiar de opinión, pero el muchacho lo pateó fuera de su habitación tan rápido que a penas tuvo tiempo de atrapar el futón y sus cosas.

Nunca imaginó que dormir en el sillón se sintiera tan estúpido y desconcertante.

―――――――――――――

Saludó a la madre del rubio recomponiéndose tan bien como pudo cuando el sol salió. Había dormido fatalmente y tal vez apresurarse a irse antes de que Kacchan también despertara no sería una mala idea para evitar agravar el dolor de su espalda.   

― Recuerdo haberte dejado en la habitación de Kastuki ¿Qué pasó? _cuestionó la mujer parándose delante de él con la mano en la cintura y cierta gracia dibujada en el rostro_

― El no estaba muy feliz con eso _respondió el pecoso levantándose y deshaciendo la improvisada cama_ creo que no vendré por un tiempo.

― ¿Estás seguro? _su semblante cambió a uno de preocupación_ No es nada nuevo que ese mocoso esté de mal humor.

― No creo que sea solo eso _le sonrió tomando sus cosas para ir al baño a vestirse_ gracias por su hospitalidad. A mi madre le gustan mucho sus visitas, así que espero verla pronto.

Aun era muy temprano para ir a la academia, así que se dirigió a casa. Su madre ya estaba despierta y tomando un té en la sala cuando llegó. Parecía que había estado demasiado preocupada como para dormir lo suficiente, así que sus rostros lucían igual de demacrados cuando se sentaron juntos a la mesa para tomar el desayuno.

― ¿Ocurrió algo? _le preguntó al verlo hurgar sin mucho apetito la comida_

El pecoso guardó silencio y trató de obligar la comida a pasar por su garganta sin mucho ánimo. No quería hablar al respecto, pero los ojos angustiados de su madre que alternaban constantemente entre el y su plato finalmente lo hicieron soltar la verdad.

― Kacchan me dijo que ya no quiere verme.

La mujer suspiró bajando la vista con tristeza.

― No creo que lo dijera en serio, tal vez solo estaba molesto por algo _trató de animarlo_

― El nunca ha querido verme.

La mirada desilusionada del peliverde realmente conmovía su corazón. Hacía bastante que no veía a Izuku tan afectado por algo y era duro, pero era normal y no podía hacer más que tratar de apoyarlo.

― Cariño, sé que es la primera vez estás enamorado y todo parece abrumador, pero no dejes que una pequeña derrota te desanime, tienen mucho tiempo para construir su relación. Se que ustedes realmente son el uno para el otro.

Los ojos del pecoso se abrieron con sorpresa perdiendo totalmente la atención del rumbo de la plática y de todas las palabras que pudo haber usado su madre en esa oración a excepción de “enamorado”, palabra que resonó en su mente como un eco y llegó hasta las partes las más profundas de su cerebro poniéndole la piel de gallina. 

― Yo no estoy…

Se detuvo. Tragó profundo y lo pensó mejor ¿estaba enamorado? No pudo decir nada más. El mundo a su alrededor se esfumó dejándolo caer en un oscuro abismo de preguntas que para un adolescente eran una cuestión casi cósmica.

Tomó su computadora tan pronto como pudo y tecleó efusivamente buscando información al respecto para caer en cuenta de que sus preguntas sonaban demasiado estúpidas, que muchos otros adolescentes en problemas ya lo habían googleado antes y que, ¡oh mierda! Tenía todos los síntomas.

Los repasó muchas veces hasta convencerse de que eso estaba pasando y que según wikihow estaba completamente perdido y todo lo que podía hacer era sentarse a ver como su cuerpo era arrastrado por un sinfín de emociones y sensaciones hasta la perdición, porque no había ninguna cura.  

Palpitaciones, pensamientos recurrentes, deseos incontrolables, alegría intensa, ansiedad, pérdida de interés en todo lo demás, pérdida de apetito, obsesión, fantasías sexuales. Según el cuadro clínico, o estaba muriendo de una enfermedad terminal o estaba completamente colgado por Kacchan y ninguna opción era mejor que la otra. 

Notas finales:

Este es sin duda el capitulo más largo que eh escrito. Originalmente había pensado en abordarlo durante un par de capítulos, pero terminé con esto. Realmente quería escribir sobre Deku enamorado y me parece que veremos más de su inevitable caída a la perdición durante los siguientes capítulos, aunque nos enfocaremos más en Kacchan y las cosas que le suceden a él, porque definitivamente algo extraño también le está pasando.


Gracias por su paciencia y apoyo, siempre es maravilloso y refrescante sentir sus buenos deseos. Nos estamos adentrando en el nudo de la historia finalmente, así que me siento realmente feliz de que hallamos llegado hasta aquí juntos. Espero me acompañen también en la recta final. 


Espero estar contestando a sus reviews muy pronto. 


Hasta la próxima. 


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