Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

OMEGA (Boku no Hero) por Princess Yaoi

[Reviews - 111]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Lo prometido es deuda. Algo tarde, pero cumplí. Disfrúten la lectura.

La luz blanca de la enfermería tenía algo hipnotizante, tan solo eso podía explicar que llevara perdido en ella más de quince minutos. Era algo cautivador que venía acompañado de un aroma dulce. Un olor sutil, como el de las especias aromáticas, con un toque profundo de tabaco azucarado, que resultó más efectivo que la nicotina.

Lo atrapó como una droga, haciéndolo sentir tranquilo y relajado. Le dio una sensación de calma que lo atrapó de la manera más dulce, acompañada por el delicado toque de una mano acariciando su brazo, que de vez en cuando se paseaba por su cabeza y al final se esfumó haciéndolo sentir solitario.

Apretó los labios tratando de emitir un reclamo, pero cuando desvió la mirada en busca de la fuente de aquel toque, solo encontró a su madre en una esquina, con el rostro gacho cubierto por una mascarilla y las manos entrelazadas con fuerza sobre sus piernas.

Tan solo su silueta lejana encogida por el sueño, lo acompañaba en la habitación. Donde una cama mullida se aferraba a su espalda como si estuviera pegado a ella y algún líquido extraño mantenía frio su brazo colándose de manera dolorosa por sus venas.

Sintió atragantarse con el nudo amargo que llenó su garganta al tratar de moverse, asqueado por ese dolor que lo hizo arquearse y apretar las sábanas. Unas terribles punzadas que acuchillaron su interior como señal de la humillación que había apaleado su ego. Recordándole quién era ahora, cuál era su lugar y como iba a mandarlo todo a la mierda. Porque a Katsuki le importaba un carajo lo que la sociedad pensara de los omegas. Iba a devolverle el favor al mandito bastardo que lo tomó y a acabar con cada alfa, beta y cualquier maldito ser que se atreviera a recordarle que era un omega y que había sido humillado.

Fue lo que motivó ese violento impulso con el que se abalanzó fuera de la cama directo hacia la puerta, lanzando todo lo que estuvo en su camino y deshaciéndose de los artefactos que tenía encima de un tirón. Con el cuerpo aún adormecido y su quirk completamente inservible, se decidió a buscar a su perpetrador y acabar con él aún si eso le costaba la vida, porque Katsuki Bakugou no era un cobarde al que pudieran someter y arrancarle su dignidad sin más. Era un orgulloso e irrefrenable demonio explosivo, capaz de tomarse la justicia por sus propias manos para recobrar lo que le fue quitado.

____________________

 

Izuku había repasado la situación una y otra vez en su mente. Pensó en cada palabra dicha, en cada acción y sobre todo, en la imagen que Kacchan tenía revoloteándole en el estómago. Esa escena inquietante y algo nostálgica, donde su rostro lucía sereno bajo el tacto de su mano.

Su respiración agitada se había calmado bajo su toque. Se volvió tranquila y regular, dándole una apariencia inofensiva y algo dulce. Un Kacchan que solo existía en medio de la fiebre y el delirio, al que le tomó cariño sintiéndose capaz de hacer algo. Por un momento, un breve momento fantasioso que duró tan poco como la improvisada visita que la madre del rubio lo dejó hacer, se sintió capaz de protegerlo. Se sintió especial, consolado por esos ojos carmesí que un par de veces se pasaron sobre el pesados por el sueño y llenos de cierta gentileza que no había visto nunca.

¿Ese era el verdadero Kacchan? Ese que se relajaba bajo su mano y le permitía acariciarlo, ese que lo buscaba de vez en cuando haciéndolo sentir desbordado y deseoso, y es que ese corto momento, esa simple interacción que parecía imposible, había llenado lo suficiente el corazón temeroso de Izuku de confianza, como para querer quedarse a su lado y tratar de averiguar que había en medio de esa confusa y entretejida gama de sentimientos negativos que el chico le provocaba, porque no todo podía ser malo, no si tocarlo de esa forma podía hacerlo tan feliz.

Fue lo que rondó su mente desde que abandonó la habitación, echado fríamente como acordó con la rubia alfa, tras quince minutos, como resultado de su insistencia y la recomendación de la enfermera de mantener a Katsuki cerca las feromonas de su alfa, para reducir los efectos del celo mientras los supresores surtían efecto.  

Pensó en la situación tratando de encontrar una manera correcta de enfrentar al rubio cuando llegara el momento, previó muchos escenarios, planeó lo que diría, trató de calmarse y ser paciente hasta que el chico despertara, pero cuando oyó su voz su mundo se vino abajo. El frio que recorrió su espalda le hizo entender que no estaba listo y probablemente jamás iba a estarlo.  

-Izuku... _exclamó su madre concentrando su atención en el lapsus de pánico que al parecer se había apoderado de su hijo, dejándolo pegado al asiento mientras Katsuki se aproximaba a la puerta como un torbellino_ puedes hacerlo… _ lo animó con voz dudosa, sintiéndose incapaz de hacer algo más que empujar su espalda con cariño y creer en la determinación que hasta hace unos momentos sostenía su pequeño_

El chico se paró de manera torpe, sintiendo el piso sacudirse bajo sus pies mientras el alboroto que había tras la puerta se intensificaba.

Un violento intercambio de palabras, golpes, objetos rompiéndose y pasos erráticos sonaba agitando cada vez más la respiración del peliverde, quien más haya de temer a la ira de Kacchan, temía a su inestabilidad emocional, a sus heridas y a su propia incapacidad, y es que, no estaba acostumbrado a tratar con un Kacchan lastimado. La últimas que tuvo que enfrentarlo no supo cómo actuar más que alentando sin querer su rivalidad y tampoco sabía cómo actuar ahora.

Un empujón lo hizo tropezar, dando un par de pasos hacia atrás que lo quitaron del camino del padre de Katsuki, quién se abalanzó repentinamente hacia la puerta alertado por los familiares sonidos que venían de dentro.

Entonces una escena cotidiana se desarrolló frente a la mirada desconcertada de Izuku. El hombre entró y separó al par de rubios que rodaban por el piso dándose de golpes, con una precisión bastante acertada. Dedicándose a tratar de calmar a ambas partes mientras inmovilizaba con el peso de su cuerpo a su hijo y frenaba la ira de su esposa con movimientos de manos y palabras ocasionales de sensatez.

La escena dejó inmóvil al pecoso, haciéndolo ajeno a lo que pasaba allí dentro. En un estupor denso que alentó sus pensamientos haciendo el tiempo trascurrir más lento.

Allí, frente a él, su compañero luchaba de manera desesperada por liberarse. Gritaba y maldecía a todo pulmón contra Todoroki en una declaración de guerra que seguramente todo UA escuchó. Desesperado, impotente y destrozado empujaba a base de ira y frustración su mallugado cuerpo, para ir en busca de la justicia que le correspondía, esa que él no fue capaz de conseguir y el mundo le negaba de manera descarada. Iba detrás de ella con valor y una fuerza irrefrenable, importándole poco lo que los demás pensaran, lo que era correcto, lo que era bien visto, lo normal para alguien de su tipo. Y esa fuerza, fue capaz de sobrepasar a Izuku, quien por primera vez y de la manera más violenta experimentó el vínculo de su marca.

Con un par de metros de por medio y con un escandaloso público presente, sintió lo más real, duro y trascendente que alguna vez pensó sentir por Kacchan. Sus revolucionadas feromonas le lanzaron de lleno y en el rostro, el cúmulo de sentimientos con los que estaba lidiando el omega y la reacción en Izuku fue un caos.

Todos sus instintos le gritaron que se moviera. En contra de su racionalidad, su sentido común y su personalidad calculadora su naturaleza se impuso dictando que su deber como alfa era proteger a su omega. Porque su compañero estaba sufriendo, lo llamaba, sin saberlo, gritaba liberando sus feromonas por su ayuda y se lastimaba. Estaba haciéndose daño frente a sus narices y sin que lo pudiera explicar, la ansiedad y la posesividad se apoderaron de él. 

Su cuerpo reaccionó a la misma velocidad que su mente ahora clara, movida por una sensación de control y capacidad que sintió muy propia. Y con una precisión aguda atrapó a Katsuki sacándolo del nudo que habían formado sus padres, para hacerlo rodar por el piso y atraparlo bajo su cuerpo.

- ¡Deja de luchar! _le gritó a Kacchan ante la mirada atónita de todos_

Pero la más sorprendente no fue el hecho de que el tranquilo y pacífico Izuku estuviera tan exaltado, sino que Kacchan obedeció. Había quedado paralizado ante su voz, permaneciendo inmóvil a su orden. Y ese fenómeno extraño se debía nada más y nada menos a que el pequeño alfa peliverde en un arranque de emociones, había aprendido a usar una de las habilidades más peligrosas de los alfas, una que en definitiva no ayudó a empezar con el pie derecho su relación con el rubio y luego de eso se juró no volver a usar: sus feromonas.

El rubio parpadeó un par de veces incrédulo ante lo que acaba de pasar. Observó el rostro serio de Deku que, pese a encontrarse completamente concentrado, no dejaba de tener ese toque heroico que tanto odiaba, y luego de un par de segundos se llevó la mano a la parte posterior del cuello, donde encontró algo que hizo su cuerpo entero estremecerse ante un golpe helado y parecido al vértigo.

En medio de su ira lo había olvidado, el por qué su encuentro con Todoroki acabó de manera tan abrupta, por qué su cuerpo se sentía tan extraño y ajeno y finalmente, por qué ese aroma amargo y algo azucarado seguía rondándolo.

Deku lo había marcado. Ese idiota cobarde y patético que siempre estuvo debajo de él se había apoderado de su libertad, y eso, era algo que Katsuki no podía aceptar. Y es que antes estaría muerto o arrancaría la mitad de sus órganos, que reconocer a ese asqueroso e inferior engendro como algo suyo. Y que ese maldito bastardo usara sus feromonas sobre él fue el detonante de uno de los más desastrosos arranques de ira del rubio.

Una explosión detonó contra el rostro del peliverde sacada de la última reserva de energía del omega, quién descargó todo lo que le quedaba provocándose más secuelas dolor que poco importaron cuando se dispuso a dar puñetazos.

-¡Maldito Deku! ¡Voy a matarte y luego voy a ir por ese asqueroso fenómeno de hielo!

Lo declaró con rabia, arreglándoselas para sacarse de encima a Izuku de con un certero golpe en el rostro.

-Basta… estás haciéndote daño _exclamó Izuku incorporándose lo sufriente como para hacer un escudo con sus brazos alcanzado de lleno en el rostro por más de un puñetazo que uno a uno fueron tiñendo los nudillos del rubio de sangre_ debes calmarte y detenerte ahora. Solo conseguirás empeorar tus heridas.

- ¡Cállate!¡No te atrevas a darme ordenes!

- ¡Solo quiero que dejes de lastimarte!

Atrapó sus brazos en un ataque preciso, haciendo al rubio perder el equilibrio para enviarlo de espaldas de vuelta al suelo. Donde logró sujetarlo bajo su cuerpo.

- ¡Voy a acabarte! ¡Tú y ese maldito bastardo…

- ¡Yo voy a encargarme de él! ¡Solo detente…

- ¡No necesito tu maldita ayuda!¡Vete al diablo Deku!

- ¡Kacchan, ahora somos…

La frente del rubio se estrelló contra la suya de manera estrepitosa impidiéndole completar la maldita frase y el breve lapso de separación que eso provocó fue todo lo que necesitaron los padres del rubio para interponerse en la pelea.

-¡No te atrevas a decirlo! _estalló nuevamente el rubio sintiéndose apresado por los brazos de su padre, que lo arrastró lejos del peliverde en medio de tirones y pataleos_ ¡Tú no eres nadie maldito! ¡jamás vuelvas a pretender que puedes darme órdenes, porque voy a matarte! ¡juro que te voy a destrozar y acabar con esta estupidez de la marca ¡

-K-Kacchan… yo te...  _La madre del rubio lo sujetó tan fuerte como pudo impidiéndole moverse más mientras su voz se apagaba incapaz de hallar como completar las palabras_

- ¡Solo muere! _Escupió el rubio con desdén sintiendo las lágrimas amontonarse en sus párpados de manera caliente_

Un breve silencio se extendió mientras Katsuki se desmoronaba incapaz de luchar más y Izuku recobraba la voz, para levantar el rostro finalmente hacia su compañero.

-Yo… ¡Sólo quería salvarte! _soltó quebrándose en llanto mientras se llevaba las manos al rostro, herido profundamente por las palabras del rubio_ lo siento… de verdad lo siento… perdóname Kacchan…

Su pequeño cuerpo perdió la fuerza entre los brazos de la madre del muchacho, quien lo soltó con el rostro gacho y fue desplazada por Inko, que se lanzó para abrazarlo acobijando sus lágrimas con sus brazos.

Entonces dos llantos llenaron el cuarto. Separados, lloraron el uno frente al otro sin saber qué hacer, y es que, después de todo, solo eran un par de adolescentes sumergidos en la grandeza de una unión irrompible que no era capaces de comprender. Y aunque nadie allí tuvo el coraje de decirlo, todos estaban igual de aterrados por lo que iba a venir.

Notas finales:

Debo decir que lamento que todo tenga un tono tan trágico, pero la situación no es para menos.  Estos chicos tienen un largo camino por delante y hay muchos cabos por atar, pero vendrán tiempos mejores. 

Por otra parte. La personalidad de Katsuki explotó. Será difícil en adelante. Su relación y la de sus familias empezó de la peor manera. 

 

La luz blanca de la enfermería tenía algo hipnotizante, tan solo eso podía explicar que llevara perdido en ella más de quince minutos. Era algo cautivador que venía acompañado de un aroma dulce. Un olor sutil, como el de las especias aromáticas, con un toque profundo de tabaco azucarado, que resultó más efectivo que la nicotina.

Lo atrapó como una droga, haciéndolo sentir tranquilo y relajado. Le dio una sensación de calma que lo atrapó de la manera más dulce, acompañada por el delicado toque de una mano acariciando su brazo, que de vez en cuando se paseaba por su cabeza y al final se esfumó haciéndolo sentir solitario.

Apretó los labios tratando de emitir un reclamo, pero cuando desvió la mirada en busca de la fuente de aquel toque, solo encontró a su madre en una esquina, con el rostro gacho cubierto por una mascarilla y las manos entrelazadas con fuerza sobre sus piernas.

Tan solo su silueta lejana encogida por el sueño, lo acompañaba en la habitación. Donde una cama mullida se aferraba a su espalda como si estuviera pegado a ella y algún líquido extraño mantenía frio su brazo colándose de manera dolorosa por sus venas.

Sintió atragantarse con el nudo amargo que llenó su garganta al tratar de moverse, asqueado por ese dolor que lo hizo arquearse y apretar las sábanas. Unas terribles punzadas que acuchillaron su interior como señal de la humillación que había apaleado su ego. Recordándole quién era ahora, cuál era su lugar y como iba a mandarlo todo a la mierda. Porque a Katsuki le importaba un carajo lo que la sociedad pensara de los omegas. Iba a devolverle el favor al mandito bastardo que lo tomó y a acabar con cada alfa, beta y cualquier maldito ser que se atreviera a recordarle que era un omega y que había sido humillado.

Fue lo que motivó ese violento impulso con el que se abalanzó fuera de la cama directo hacia la puerta, lanzando todo lo que estuvo en su camino y deshaciéndose de los artefactos que tenía encima de un tirón. Con el cuerpo aún adormecido y su quirk completamente inservible, se decidió a buscar a su perpetrador y acabar con él aún si eso le costaba la vida, porque Katsuki Bakugou no era un cobarde al que pudieran someter y arrancarle su dignidad sin más. Era un orgulloso e irrefrenable demonio explosivo, capaz de tomarse la justicia por sus propias manos para recobrar lo que le fue quitado.

____________________

 

Izuku había repasado la situación una y otra vez en su mente. Pensó en cada palabra dicha, en cada acción y sobre todo, en la imagen que Kacchan tenía revoloteándole en el estómago. Esa escena inquietante y algo nostálgica, donde su rostro lucía sereno bajo el tacto de su mano.

Su respiración agitada se había calmado bajo su toque. Se volvió tranquila y regular, dándole una apariencia inofensiva y algo dulce. Un Kacchan que solo existía en medio de la fiebre y el delirio, al que le tomó cariño sintiéndose capaz de hacer algo. Por un momento, un breve momento fantasioso que duró tan poco como la improvisada visita que la madre del rubio lo dejó hacer, se sintió capaz de protegerlo. Se sintió especial, consolado por esos ojos carmesí que un par de veces se pasaron sobre el pesados por el sueño y llenos de cierta gentileza que no había visto nunca.

¿Ese era el verdadero Kacchan? Ese que se relajaba bajo su mano y le permitía acariciarlo, ese que lo buscaba de vez en cuando haciéndolo sentir desbordado y deseoso, y es que ese corto momento, esa simple interacción que parecía imposible, había llenado lo suficiente el corazón temeroso de Izuku de confianza, como para querer quedarse a su lado y tratar de averiguar que había en medio de esa confusa y entretejida gama de sentimientos negativos que el chico le provocaba, porque no todo podía ser malo, no si tocarlo de esa forma podía hacerlo tan feliz.

Fue lo que rondó su mente desde que abandonó la habitación, echado fríamente como acordó con la rubia alfa, tras quince minutos, como resultado de su insistencia y la recomendación de la enfermera de mantener a Katsuki cerca las feromonas de su alfa, para reducir los efectos del celo mientras los supresores surtían efecto.  

Pensó en la situación tratando de encontrar una manera correcta de enfrentar al rubio cuando llegara el momento, previó muchos escenarios, planeó lo que diría, trató de calmarse y ser paciente hasta que el chico despertara, pero cuando oyó su voz su mundo se vino abajo. El frio que recorrió su espalda le hizo entender que no estaba listo y probablemente jamás iba a estarlo.  

-Izuku... _exclamó su madre concentrando su atención en el lapsus de pánico que al parecer se había apoderado de su hijo, dejándolo pegado al asiento mientras Katsuki se aproximaba a la puerta como un torbellino_ puedes hacerlo… _ lo animó con voz dudosa, sintiéndose incapaz de hacer algo más que empujar su espalda con cariño y creer en la determinación que hasta hace unos momentos sostenía su pequeño_

El chico se paró de manera torpe, sintiendo el piso sacudirse bajo sus pies mientras el alboroto que había tras la puerta se intensificaba.

Un violento intercambio de palabras, golpes, objetos rompiéndose y pasos erráticos sonaba agitando cada vez más la respiración del peliverde, quien más haya de temer a la ira de Kacchan, temía a su inestabilidad emocional, a sus heridas y a su propia incapacidad, y es que, no estaba acostumbrado a tratar con un Kacchan lastimado. La últimas que tuvo que enfrentarlo no supo cómo actuar más que alentando sin querer su rivalidad y tampoco sabía cómo actuar ahora.

Un empujón lo hizo tropezar, dando un par de pasos hacia atrás que lo quitaron del camino del padre de Katsuki, quién se abalanzó repentinamente hacia la puerta alertado por los familiares sonidos que venían de dentro.

Entonces una escena cotidiana se desarrolló frente a la mirada desconcertada de Izuku. El hombre entró y separó al par de rubios que rodaban por el piso dándose de golpes, con una precisión bastante acertada. Dedicándose a tratar de calmar a ambas partes mientras inmovilizaba con el peso de su cuerpo a su hijo y frenaba la ira de su esposa con movimientos de manos y palabras ocasionales de sensatez.

La escena dejó inmóvil al pecoso, haciéndolo ajeno a lo que pasaba allí dentro. En un estupor denso que alentó sus pensamientos haciendo el tiempo trascurrir más lento.

Allí, frente a él, su compañero luchaba de manera desesperada por liberarse. Gritaba y maldecía a todo pulmón contra Todoroki en una declaración de guerra que seguramente todo UA escuchó. Desesperado, impotente y destrozado empujaba a base de ira y frustración su mallugado cuerpo, para ir en busca de la justicia que le correspondía, esa que él no fue capaz de conseguir y el mundo le negaba de manera descarada. Iba detrás de ella con valor y una fuerza irrefrenable, importándole poco lo que los demás pensaran, lo que era correcto, lo que era bien visto, lo normal para alguien de su tipo. Y esa fuerza, fue capaz de sobrepasar a Izuku, quien por primera vez y de la manera más violenta experimentó el vínculo de su marca.

Con un par de metros de por medio y con un escandaloso público presente, sintió lo más real, duro y trascendente que alguna vez pensó sentir por Kacchan. Sus revolucionadas feromonas le lanzaron de lleno y en el rostro, el cúmulo de sentimientos con los que estaba lidiando el omega y la reacción en Izuku fue un caos.

Todos sus instintos le gritaron que se moviera. En contra de su racionalidad, su sentido común y su personalidad calculadora su naturaleza se impuso dictando que su deber como alfa era proteger a su omega. Porque su compañero estaba sufriendo, lo llamaba, sin saberlo, gritaba liberando sus feromonas por su ayuda y se lastimaba. Estaba haciéndose daño frente a sus narices y sin que lo pudiera explicar, la ansiedad y la posesividad se apoderaron de él. 

Su cuerpo reaccionó a la misma velocidad que su mente ahora clara, movida por una sensación de control y capacidad que sintió muy propia. Y con una precisión aguda atrapó a Katsuki sacándolo del nudo que habían formado sus padres, para hacerlo rodar por el piso y atraparlo bajo su cuerpo.

- ¡Deja de luchar! _le gritó a Kacchan ante la mirada atónita de todos_

Pero la más sorprendente no fue el hecho de que el tranquilo y pacífico Izuku estuviera tan exaltado, sino que Kacchan obedeció. Había quedado paralizado ante su voz, permaneciendo inmóvil a su orden. Y ese fenómeno extraño se debía nada más y nada menos a que el pequeño alfa peliverde en un arranque de emociones, había aprendido a usar una de las habilidades más peligrosas de los alfas, una que en definitiva no ayudó a empezar con el pie derecho su relación con el rubio y luego de eso se juró no volver a usar: sus feromonas.

El rubio parpadeó un par de veces incrédulo ante lo que acaba de pasar. Observó el rostro serio de Deku que, pese a encontrarse completamente concentrado, no dejaba de tener ese toque heroico que tanto odiaba, y luego de un par de segundos se llevó la mano a la parte posterior del cuello, donde encontró algo que hizo su cuerpo entero estremecerse ante un golpe helado y parecido al vértigo.

En medio de su ira lo había olvidado, el por qué su encuentro con Todoroki acabó de manera tan abrupta, por qué su cuerpo se sentía tan extraño y ajeno y finalmente, por qué ese aroma amargo y algo azucarado seguía rondándolo.

Deku lo había marcado. Ese idiota cobarde y patético que siempre estuvo debajo de él se había apoderado de su libertad, y eso, era algo que Katsuki no podía aceptar. Y es que antes estaría muerto o arrancaría la mitad de sus órganos, que reconocer a ese asqueroso e inferior engendro como algo suyo. Y que ese maldito bastardo usara sus feromonas sobre él fue el detonante de uno de los más desastrosos arranques de ira del rubio.

Una explosión detonó contra el rostro del peliverde sacada de la última reserva de energía del omega, quién descargó todo lo que le quedaba provocándose más secuelas dolor que poco importaron cuando se dispuso a dar puñetazos.

-¡Maldito Deku! ¡Voy a matarte y luego voy a ir por ese asqueroso fenómeno de hielo!

Lo declaró con rabia, arreglándoselas para sacarse de encima a Izuku de con un certero golpe en el rostro.

-Basta… estás haciéndote daño _exclamó Izuku incorporándose lo sufriente como para hacer un escudo con sus brazos alcanzado de lleno en el rostro por más de un puñetazo que uno a uno fueron tiñendo los nudillos del rubio de sangre_ debes calmarte y detenerte ahora. Solo conseguirás empeorar tus heridas.

- ¡Cállate!¡No te atrevas a darme ordenes!

- ¡Solo quiero que dejes de lastimarte!

Atrapó sus brazos en un ataque preciso, haciendo al rubio perder el equilibrio para enviarlo de espaldas de vuelta al suelo. Donde logró sujetarlo bajo su cuerpo.

- ¡Voy a acabarte! ¡Tú y ese maldito bastardo…

- ¡Yo voy a encargarme de él! ¡Solo detente…

- ¡No necesito tu maldita ayuda!¡Vete al diablo Deku!

- ¡Kacchan, ahora somos…

La frente del rubio se estrelló contra la suya de manera estrepitosa impidiéndole completar la maldita frase y el breve lapso de separación que eso provocó fue todo lo que necesitaron los padres del rubio para interponerse en la pelea.

-¡No te atrevas a decirlo! _estalló nuevamente el rubio sintiéndose apresado por los brazos de su padre, que lo arrastró lejos del peliverde en medio de tirones y pataleos_ ¡Tú no eres nadie maldito! ¡jamás vuelvas a pretender que puedes darme órdenes, porque voy a matarte! ¡juro que te voy a destrozar y acabar con esta estupidez de la marca ¡

-K-Kacchan… yo te...  _La madre del rubio lo sujetó tan fuerte como pudo impidiéndole moverse más mientras su voz se apagaba incapaz de hallar como completar las palabras_

- ¡Solo muere! _Escupió el rubio con desdén sintiendo las lágrimas amontonarse en sus párpados de manera caliente_

Un breve silencio se extendió mientras Katsuki se desmoronaba incapaz de luchar más y Izuku recobraba la voz, para levantar el rostro finalmente hacia su compañero.

-Yo… ¡Sólo quería salvarte! _soltó quebrándose en llanto mientras se llevaba las manos al rostro, herido profundamente por las palabras del rubio_ lo siento… de verdad lo siento… perdóname Kacchan…

Su pequeño cuerpo perdió la fuerza entre los brazos de la madre del muchacho, quien lo soltó con el rostro gacho y fue desplazada por Inko, que se lanzó para abrazarlo acobijando sus lágrimas con sus brazos.

Entonces dos llantos llenaron el cuarto. Separados, lloraron el uno frente al otro sin saber qué hacer, y es que, después de todo, solo eran un par de adolescentes sumergidos en la grandeza de una unión irrompible que no era capaces de comprender. Y aunque nadie allí tuvo el coraje de decirlo, todos estaban igual de aterrados por lo que iba a venir.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).