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Twincest por Cirucad

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Notas del capitulo:

Bienvenidos 

Ese día después de algunos sorbos la plática se volvió amena, se aunaron postres y prontamente otro vaso de té y café. Kuran no era del todo un cretino aburrido, sabía contar anécdotas de su tiempo de prácticas, con ese toque altanero típico de él, Zero era más del tipo que escuchaba, ocasionalmente se decidía a hacer una pregunta, las respuestas del castaño eran siempre elocuentes sonsacándole una que otra risilla, por muy discreta que fuera. El albino estaba un tanto descolocado, no se percató el momento exacto cuando dejo de titilarle que lo llamara por su  nombre, aunque él siempre lo nombrara por el apellido, y ya algunas veces el mayor le había insistido   en que lo refiriera por su nombre de pila.

-              Te juro, Zero; si yo como practicante no tolero a los supuestos curanderos, no entiendo lo que han de sufrir los médicos… “doctor, doctor, se me ha gangrenado la pierna, pero el curandero me ha dicho que unte un poco de miel de abeja y flor de manzanilla y que con eso bastaría, ya han pasado 2 meses y la pierna ya huele feo” – Zero se rio más relajado, más que nada por la verídica cara de fastidio del castaño – no te rías, tu igual has de sufrir estando en sistemas – le recrimino jugando

-              ciertamente no es tu profesión la única que pasa por eso, pero lo peor que me ha pasado es que me pregunten si realmente ganaron un Smartphone por ser el visitante número 9999 – ambos rieron estruendosamente, embriagados por el azúcar y la compañía. El albino miro el reloj a espaldas del castaño, que ya marcaba las 9 y cuarto de la noche, se puso lívido al instante, recogiendo sus cosas a una velocidad impresionante – lo siento Kuran, debo irme, mi hermano me espera.

Saco su cartera y dejo un poco más del total de lo que consumió. No dejo de hablar un poco al de ojos borgoña, cuando ya estaba en la puerta del local, posteriormente desapareciendo tras atravesarla. La joven mesera se acercó preguntando si debía dejar la cuenta, él solo asintió. Se recargo en el respaldo de la silla, tranquilo y bastante satisfecho, ahora había ganado un poco de tiempo, desde que en ningún momento tocaron el tema de sus fanáticas de mentes creativas.

La semana siguiente Zero llego a su salón, contrariado, después de ser el centro de atención desde que llego a la escuela, como en pasarela la gente lo miraba ir por el centro con sus amigos, quienes se veían igualmente incomodos. Ninguno parecía tener idea de que sucedía, ni por que los miraban y a esas alturas tenían miedo de preguntar, miedo de la respuesta y miedo de las reacciones, aunque podían sentir la razón, se negaban a creerlo. De nuevo con Zero, su salón se comenzó a llenar, lo más normal posible, sin miradas ni susurros, asumía pues que las cosas no tenían que ver con él.

-              ¡Hey! Zero – llamo una vocecilla – voltea – le hablaba en susurros mientras le chitaba y arrojaba papelitos. Yuki Cross, la hija del rector general de la universidad que era tan rara como el mismo. – Zero – alargo su nombre por al menos diez segundos, entonces se dignó a voltear, fulminándola con sus joyas amatistas - ¿ya es oficial?  - La pregunta en si era rara, viniendo de la pequeña castaña era sospechosa, las miradas que voltearon abruptamente hacia ellos la hacía terrorífica, ¿Qué estaba pasando?

-              ¿de qué hablas, Cross? – se obligó a preguntar

-              Tú y Kuran Kaname de medicina, ¿de verdad están saliendo? – a la par le mostro una foto en su teléfono, donde se les veía en la cafetería el día anterior, ambos con sonrisas en un ambiente extraño. Sus ojos ardieron en ira.

-              No digas tonterías, Cross, eso jamás pasará- entonces hablo para todos los que lo miraban - ¡dejen de estar corriendo rumores extraños todos ustedes, consíganse una vida y dejen de joder con la mía!- la voz colérica fue aparentemente suficiente para sosegarlos, ya que inmediatamente los presentes se desentendieron del asunto, volteando a ver al profesor, que estaba ya conectando un proyector. El albino partió iracundo del salón, recordando que el día de ayer había perdido la oportunidad de decirle a Kuran que lo dejara en paz, reprochándose haber bajado la guardia y haberse permitido tener un buen momento con el castaño. El no necesitaba meter un problema de ojos bonitos en su vida, nada de eso necesitaba, ni siquiera podía decir que lo había pensado. Camino los 20 minutos que separaban los campus en tan solo 10, con aire asesino dispuesto a matar las esperanzas de todo personaje que estuviera haciéndose de ideas extrañas a sus costillas y las de Kuran. No estaba molesto con el castaño, más que nada era que la gente arruinara una posible amistad (o friendzone, como quisieran verlo), Kuran le había agradado un poco, y se obligaría a no verlo más que como amigos, aún si el otro estaba en contra, él ya tenía su resolución. Se detuvo en las puertas del edificio de recepción, ignorando donde encontrar al castaño, sabiendo que no tenía su número ni manera de contactarlo. Supuso pues que lo podría esperar en el estacionamiento, pero tampoco era tan vago como para saltarse un día completo de clases (siendo que habían salido con la hilarante pregunta en el primer periodo). Entonces decidió contactar a Kain; tenía entendido que se mandaba mensaje con Kuran de vez en cuando. Espero a que le enviaran el contacto con menos ansias de las que se podría esperar de alguien molesto. No apenas recibió la información cuando ya le estaba marcando, esperó de nuevo a que le diera línea.

-              ¿Hola? – Contesto con grave voz el castaño, voz que se escuchaba magnifica por el altavoz del celular, Zero trago un poco de saliva antes de hablar.

-              Kuran, soy Zero, necesito que hablemos – hablo atropelladamente, con un tono más urgente que sensual, fue entonces que se dio cuenta que no había preparado nada para decir o hacer, realmente no sabía siquiera lo que debía arreglar con el de ojos borgoña.

-              Vaya sorpresa, quien diría que serias tú el primero en llamar -  ahora se escuchaba más jovial, con un deje de picardía, haciendo sonrojar un poco al albino - ¿Cómo estás? – la sonrisa se la podía imaginar sin necesidad de verlo, divagando en los recuerdos del viernes anterior

-              Bien, ¿y tú? – un extraño confort le sosegó, olvidando parcialmente que tenía una conversación no planeada que ejecutar.

-              También bien, voy llegando a la universidad, ¿tú no tienes clases a esta hora? – Kuran ignoraba con maestría las intenciones del albino, conduciendo la conversación a un punto más agradable.

-              Estoy en tu facultad, necesitamos hablar – Reiteró sintiéndose más propio de sí mismo, recordando sus intenciones aunque no queriendo cortar la llamada. - ¿Cuándo acaba tu primera clase? – Esa pregunta era mágica en los oídos del castaño, quien sabía tenía las riendas de la conversación, sintiéndose casi dueño del tiempo que los rodeaba.

-              ¿Dónde estás? Puedo saltarme el curso de hoy, es una opcional

-              No necesitas saltarte nada, nos veremos cuando acaben los cursos – a pesar de que en su mente estaba determinado, su voz se entendió un poco más reacia al decir aquello, tratando de dejarlo muy dentro de su mente.

-              Si tú ya perdiste tu primera clase por querer verme, lo menos que puedo hacer es lo mismo  – con parsimonia única del Kuran, se fue acercando por detrás de Zero, notando lo enajenado que estaba el albino de su entorno, asechando a su presa, el castaño estaba a menos de dos metros de Zero, que estaba recargado en un arbusto, que dividía el estacionamiento y el campus

-              Yo no quiero verte – la respuesta sonó encaprichada, como si de un niño se tratase

-              Pero yo siempre quiero verte – respondió a un lado de su oreja en un ronco gruñido, desatando una reacción instintiva en Zero, quien soltó un codazo a donde venía el ruido, golpeándolo en el vientre y sacándole el aire, Kaname retrocedió doblado de dolor. Posteriormente el más bajo salto alejándose, en posición de ataque, las manos con los puños dispuestos. Entonces lo vio, tosiendo y encorvado, con una clara mueca de dolor, y no supo si ayudarlo o reírse, o dejar de estar tan alerta. Una vez  acabada la sorpresa inicial pudo reírse ampliamente, a carcajadas viendo como el otro lo miraba con molestia.

-              ¡Para de una vez! Me has hecho mal y no veo que sientas culpa. - Sus fieros ojos se posaron en la figura tambaleante frente a él, riendo también un poco, con discreción.

-              No es mi culpa que hicieras algo así, jamás deberías acercarte  por la espalda a menos que sepas de autodefensa, es peligroso – dijo en un momento de natural tranquilidad posterior a la liberación de energía.

Iniciaron una conversación muy vaga, que partía principalmente de la habilidad de Zero para defenderse, el de ojos borgoña prácticamente lo estaba interrogando, ahora sabía que para tener a Zero, en caso de que este se negara, no podría utilizar la fuerza, más por practicidad que por otra cosa. Aunque Kuran no se catalogara como un sociópata, el firmemente creía que el fin justificaba los medios, y si quería que Zero fuera suyo, necesitaba conocer que medios podía utilizar.

Volvieron a la misma cafetería del viernes pasado, pidieron o mismo y nuevamente hablaron de nada. Kuran tenía una habilidad increíble para entablar conversaciones, bastante retórico y carismático. Kuran leía a su presa, sabía que ya lo estaba atrayendo a su trampa, ahora debía ser paciente, y las cosas se darían eventualmente. Zero contrariado continuaba las conversaciones con Kuran, siendo más participe de lo que alguna otra vez fue. El castaño tenía esa personalidad atrayente, una fuerza de atracción de la que pocas personas tenían la capacidad de oponerse, normalmente él se vería afectado y hubiera perdido contra el inmediatamente, pero el divorcio de sus padres lo hacía desconfiar, junto a su propia naturaleza arisca. Pero por mucho que sus defensas fueran altas, y el muy desconfiado, algo tenía el castaño, que lo seducía con un buen ambiente y confortables discusiones.

Kaname había logrado convencer a Zero de salir por lo menos una vez cada semana, y extrañamente Kiryuu acepto sin mucho problema, pese a que se preparaba a oír respuestas ariscas y malhumoradas, el albino incluso se dio el lujo de parecer algo emocionado con la idea, comentando algunos lugares a los que podrían ir.  El castaño se sorprendió por lo accesible que estaba Zero, mostrando una etapa completamente ajena a lo anterior. Y aunque él mismo lo estaba conduciendo, no sabía realmente como manejar con una personalidad tan auténtica. El Zero de la escuela era una faceta, dedujo, ahora convenía conocer al Zero impoluto.

Todo ese tiempo Ichiru había notado algo extraño en su hermano, mientras que alimentaba sus inseguridades a la par que escuchaba comentarios de Aidou y Kain, insinuándole que tal vez Zero pronto se conseguiría una pareja. Él sabía que su hermano había tenido parejas, el conocía muy bien la vida de su gemelo y viceversa, sin embargo, no dejaba de lastimar un poco escuchar eso que decían, más aun cuando era tan consiente de sus sentimientos. Ni siquiera se sentía digno de espantar a las posibles parejas de su hermano, él no era tan extremista y sabía que debía dejar a su hermano vivir su vida, posteriormente hacerse a la idea de que se enamoraría.

Un día Zero llego radiante, con una sonrisa que delataba su felicidad, una sonrisa que para el menor de los gemelos significaba el peor de los eventos;

-              Ichiru, no creo que sea posible reunirme contigo todos los jueves a partir de ahora, he comenzado un proyecto y me estaré viendo con mi compañero esos días – dijo Zero sin mirarlo, fingiendo que hacia otra cosa, porque Ichiru lo conocía, lo sabía un sensiblero sin remedio oculto tras una coraza de palabras mordaces y miradas feas. Sospecho pues que le mentía, muy atípico del mayor, y se sentía con la urgencia de exigirle la verdad, pero tan bien que conocía a su hermano, sabía que de confrontarlo sería imposible que Zero le dijera más de lo que ya había dicho.

-              Bien, veré con quien más salir – respondió con resignación que intento hacer pasar por falsa. Medio dramatizando el dolor que realmente sentía.

Estar enamorado de Zero era un problema por sí mismo, saberse celoso y egoísta se aunaba a la lista de cosas que estaba haciendo mal como hermano, aunándole el hecho de que no podía hacer algo para conseguir ganarse a su hermano, era una batalla perdida, que sabía no valía la pena pelear, al final ambos terminarían perdiendo, y no sabía quién saldría más lastimado. Todos los días se repetía lo mismo, que debía dejar a Zero seguir con si vida, buscar hacer lo mismo con la propia, conseguir a alguien que pudiera amarlo de regreso, por lo menos alguien que lo hiciera olvidar lo que sentía, pero entendía muy bien que jamás encontraría alguien como Zero.

El famoso proyecto que Zero decía hacer parecía ir bien, ya que su hermano llegaba entrada la madrugada, con una gran sonrisa y los mofletes sonrosados, “mi compañero tiene auto y me ha hecho el favor de traerme” le dijo la primera vez que lo vio llegar así, consciente de que trasporte público no llegaba hasta su casa (mucho menos de madrugada) y que debían caminar al menos 20 minutos para poder llegar a la estación más cercana, ese día no dijo nada, le sonrió y asintió, se fue con la excusa de que estaba cansado.

Eventualmente los días en que su hermano llegaba tarde fueron aumentando, uno que otro martes, los jueves en regla que iba a hacer ese proyecto, los viernes, cuando Zero decía sentirse con ánimos de salir con sus amigos, casi olvidando por completo que esos amigos eran también sus amigos, los cuales no parecían estar enterados de las supuestas salidas en grupo en las que participaban, esos días se convirtieron velozmente en un mes de extrañas desapariciones y sonrisas sospechosas. Y aunque Ichiru no pudiera soportar el hecho de saber que su hermano se veía con alguien, le dolía muchísimo más saber que su hermano no le quería decir lo que realmente pasaba.

Kaname había logrado muy bien aislar al albino, partiendo de que ahora solo se veía con él, los jueves lo llevaba a cenar, los arcades que Zero tanto disfrutaba, a comer, a cualquier lado que Zero quisiera. Entre más pasaba tiempo con él se percató de un pequeño detalle, el fuerte impacto que tuvo el divorcio de sus padres en su subconsciente, durante alguna salida Zero le había comentado que solían hacer eso entre familia, hasta que un día su padre comenzó a decir que le resultaba complicado, que tenía trabajo o que estaba cansado, entonces esas salidas semanales se volvieron mensuales, hasta que un día dejaron de existir.

El Kuran encontró la manera perfecta de seducir al chico, tergiversar el concepto de familia que tenía Zero, volverlo dependiente de él, el albino no se daba cuenta lo fácil que es comenzar una rutina, y para alguien de métodos como lo era él, lo difícil que era romperla. Al principio Zero se conformaba con solo verse los jueves, y aunque se sentía mal por no decirle la verdad a su hermano, Kuran lo había verlo desde otra perspectiva.

-              ¿No crees que pueda llegar a ser un poco molesto para tu hermano saber tu agenda? – pregunto un día el castaño, desenfocándolo un poco – Mi hermana solía hacer lo mismo con mi madre, hasta que se fastidio, discutieron y desde entonces se dirigen la palabra para lo básico – explico Kaname, asegurándose de hacer resonar esa cuerda de fragilidad en Zero, la que lo tenía apegado a su gemelo – Tal vez tu hermano piense que es una obligación rendirse cuentas entre ustedes y que se están quitando autonomía, ha de ser cansado – hizo una larga pausa, viendo el rostro de Zero compungido en real preocupación – Pero admiro que tengan una hermandad tan unida, ya no se encuentran relaciones de ese tipo. 

Un largo silencio se había forjado en el aire, y miles de ideas pasaron por la cabeza del de ojos amatistas, si era verdad que lo estaba atosigando, ¿era la mejor opción dejar de verse?, ¿dejar de meterse en su vida?, ¿reducir sus encuentros como lo había hecho su padre? No sabía que pensar.

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Notas finales:

Gracias por su visita.


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