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Happy Life: Ice & Gold por Ayumi Von Tesla

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Notas del fanfic:

Este era un oneshot escrito en una libreta hace siglos... a una amiga le gusta esta parejita tanto como a mi, así que decidí subirla finalmente a la computadora... y entonces, ví el horror en la historia y me di cuenta de que podía mejorarla y hacerla decente, pero para ello, tendría que ser en capítulos.

Al mismo tiempo, decidí incluirla en lo que serán una serie de historias entrelazadas, todas bajo el lema "Happy Life" y tomé la decisión de que esta sería la raíz inicio para todas

Espero que sea de su agrado =)

HAPPY LIFE: ICE AND GOLD

CAP 1

"En la balanza"

El ainú dio un sorbo al licuado que acababa de tomar de la mesa y se quedó observando este un momento después, como si todas las respuestas del universo fuesen a venir como resultado de su contemplación a las cristalinas gotas de agua fresca que se deslizaban por el cristal; entrecerró los ojos muy apenas y dejó salir un ligero gemido de frustración nacida hacia sí mismo, apenas moviendo el cuello y colocando el cristal de regreso sobre la mesa.

Habían vuelto a Japón y ahora, tan solo esperaban el momento en que tendrían que partir para iniciar con la siguiente parte del Torneo aunque a decir verdad, cada vez le entusiasmaba un poco menos

No se los dejaba saber a los demás por supuesto, especialmente porque no quería fallarle a los miembros de su equipo y a las personas que confiaban en él para cumplir con su objetivo de hacer ese enorme plantío de petasites; sin embargo, hacía ya algún tiempo que sus objetivos habían cambiado por que había descubierto de la forma más desconcertante, que había algo más dentro suyo que le inclinaba a sentir que podía dejar de lado ese objetivo.

A final de cuentas… siempre podía simplemente, trabajar duro sin necesidad de un poder inimaginable, verdad? O pedirlo por favor al ganador, si se prestaba la oportunidad.

La superficie del vaso reflejó a una persona cercana y el chico de cabellos claros tragó pesado, tensándose levemente conforme podía darse cuenta, que la mirada de quien veía a través de aquello se movía para observarle desde su nueva posición.

-Ahora qué sucede?

La voz del chico menor sonaba tan imperativa y altanera como siempre, aunque curiosamente, aquello solamente le traía gran tranquilidad por dentro al chico de ojos oscuros. Era cuando Ren Tao usaba una voz más suave y relajada, que entendía que debía de preocuparse; y sin embargo, entre todas las cosas que cruzaban al mismo tiempo por su cabeza tomó la opción que como siempre, no traía la gracia o el gusto del chino sino que parecía retarle, nuevamente y otra vez, día tras día

-Por qué tiene que sucederme algo?- inquirió en tono despreocupado el ainú, colocando un brazo por detrás de su cabeza y reclinando la silla de madera en la que se encontraba sentado hacia atrás, apoyando uno de sus pies contra el muro de madera más cercano para poder encontrar el equilibrio sobre las patas traseras de aquello, meciéndose y acercándose de nuevo aquel vaso con licuado, atrayendo con la lengua el popote para volver a sorber a través de este la bebida

Los ojos dorados del Tao se entrecerraron mientras que apretaba los brazos cruzados contra su pecho y tensaba la posición de su cuerpo, dejándose ver más peligroso que nunca

Internamente Horohoro sonrió ante la visión lateral de aquello.

Ese niño no tenía ni idea de lo atractivo que podía lograr verse cuando estaba enfadado, la manera en que los músculos se dejaban ver en tensión gracias a aquellas ropas que como siempre, eran más reveladoras de lo que el chiquillo podía siquiera entender y la mirada que parecía destellar como los rayos del sol ante cualquier persona que le retase; a decir verdad, se había asustado en aquella ocasión cuando finalmente, hubiese notado que sus peleas con el chico habían aumentado y todo porque solo deseaba verle enfadado.

Y ello, para poder observar una vez más, aquellas características que parecían atraerlo cual imán al metal.

Definitivamente, a Ren Tao le desagradaba en absoluto que cualquier persona (no importaba edad o condición) le respondiesen como si fuera un niño pequeño o de forma abrupta y grosera a pesar de que él mismo solía ser de todas aquellas maneras, incluyendo la prepotente cuando se lo proponía o estaba a la defensiva; pero era todo lo que no solía mostrar al resto o lo que dejaba ver a cuentagotas cuando se le escapaba y bajaba las defensas, lo que había terminado por embobar y derrotar al poderoso shamán de hielo.

-Oye, idiota…

La voz del chico trajo de regreso a la realidad al de cabellos claros, que semi escupió la bebida que aún sorbía y comenzó a agitar bastante molesto un brazo hacia el techo

-A quién le estás llamando idio…!?

Su reclamo quedó interrumpido al siguiente momento ya que, debido al movimiento violento que estaba llevando a cabo la silla había terminado por deslizarse, provocando que el cuerpo del chico cayese con fuerza sobre el suelo, sonando la madera con aquello y provocando que el chino cerrase sus ojos apenas un momento, bajando un centímetro la cabeza por entre los hombros y después, volvió a observar con gesto serio y frío al ainú en el suelo, que había abierto mucho los ojos y mantenía una pierna en el aire, con leves tics

-Te iba a advertir que como siguieras de aquella manera, te ibas a terminar por caer

Gruñó el Tao entornando los ojos y apretando un poco más las manos en sus brazos para después, emitir un largo suspiro y entonces, cruzar por encima del otro que para esas alturas permanecía en una posición ridícula con el popote aún en la boca y todo el contenido del baso empapando su costado

-Idiota

Horohoro entornó los ojos y se enderezó lo mejor que pudo, volviendo a agitar su brazo aunque con ello salpicaba el licuado por todas partes

-A quien le estás llamando "idiota", cabeza de tiburón!?

Sin embargo, el aludido ya había desaparecido dejando al chico de ojos negros gruñendo y rumiando desde el suelo, con los ojos entornados y haciendo bastantes ruidos discordantes acerca de lo sucedido; aunque por dentro, se estaba riendo.

Si, Horohoro también había descubierto que había encontrado sentido del humor aunque no lo dejara ver en el exterior.

Si la confianza entre él y el Tao fuera diferente, en aquellos momentos se estaría riendo con agrado y admitiéndole al otro que si, que era idiota… después de todo, incluso ante los enemigos solía aceptar que era un tonto y pésimo para muchas cosas, no? Mas sin embargo, de alguna forma con el de ojos dorados le costaba demasiado dejar ver aquella parte, como si deseara verse mayor, más fuerte, más inteligente… quizá, más merecedor de su atención como por lo general solía ser Yoh

Un ligero escalofrío lo recorrió

No había motivos para estar celoso de Yoh, a él no le gustaba Ren y ya estaba asentado aquello aunque tampoco era como que el moreno se viese exageradamente feliz por su propia condición; aunque no estaba seguro de si al otro le importaba, siempre parecía tener un comportamiento más suave y agradable con el Asakura de lo que tenía con él. Aunque lo hubiese elegido de principio para su equipo… pero…. Se mordió un labio y por un segundo bajó la mirada al suelo de madera, aún tirado sobre este

No. Ren no era que le hubiese elegido para su equipo, era que no había tenido opción en realidad. Anna ya había escogido por cuenta propia quienes rodearían al chico de los auriculares y como se llevarían a cabo las cosas por lo que el otro había tenido que resignarse de la mejor manera, con lo que le dejaban so riesgo de quedarse sin personas con las cuáles poder participar y por ende, terminaría siendo descalificado de la competencia entre shamanes; el ainú volvió a suspirar y se permitió una expresión dolida y casi resignada.

De haber tenido libertad de elección, era obvio que preferiría a Yoh que a cualquier otro, incluyéndolo a él

Frunció el ceño y apretó un puño

Le enseñaría… le mostraría a Ren que podía ser tan bueno como Yoh y que podía sentirse orgulloso de que compartiesen equipo! Le dejaría ver qué era lo que sentía, si no era con palabras, al menos con acciones… se esforzaría en todo aún más para que de poco en poco si era posible, los ojos dorados que solían observarle con frialdad y desprecio transformaran aquello en una expresión de calma y de gusto al tenerle cerca o a su lado, en las batallas por venir!

Su mirada se había alzado al techo con decisión mientras que sus labios temblaban, sin darse cuenta de que dos personas acababan de ingresar a aquella habitación

-Oh, cielos

La voz de Yoh Asakura era de calmada sorpresa, parpadeando un poco al ver al chico de hielo en el suelo en una posición extraña y todo el batidero de tonos rosados regado aquí, allá y sobre la chaqueta favorita del ainú; ladeó la cabeza aún sosteniendo las dos bolsas de compras que llevaba consigo por las asas mientras que el más pequeño a su lado, dejaba salir una exclamación de incomodidad y algo de temor

-Horohoro, qué pasó!?

La voz de Manta Oyamada era aguda, casi sobresaltada por el escenario delante suyo y que sabía, que iba a terminar limpiando él mismo si no querían despertar las iras de la rubia a la que ya podía escuchar con voz oscura, advirtiéndoles de una muerte dolorosa como las cosas no volviesen a estar en orden; el de menor estatura sacudió la cabeza y corrió a dejar las cosas que sostenía a un lado para después, ir a buscar los trapos con los que limpiaría el suelo

-Pues nada, que el suelo estaba muy triste así que me dieron ganas de darle un abrazo consolador

Soltó con sarcasmo el de cabellos claros sonriendo descaradamente, provocando una ligera risa del dueño de aquella casa

-Pobrecito entonces

Yoh volvió a reír, logrando que los parpados de su amigo cayesen a medio ojo y le observase bastante mosqueado

-No le veo la gracia, tarado

-No te enojes conmigo- pidió el Asakura aun riendo suavemente para después, dejar salir un suspiro y colocar las compras de la cena de aquella noche sobre la mesa alta cerca de donde estaban caídos la silla y el otro shamán- entonces… por qué estás en el suelo?

-Esa es una pregunta estúpida Yoh… es obvio que me caí!

Se quejó Horohoro finalmente sentándose y comenzando a sobarse la espalda, aún con el popote mordido entre los dientes mientras que su espíritu flotaba cerca y trataba de darle palmaditas de animo

-Sí, pero mi pregunta es por qué

Insistió el de cabello castaño comenzando a vaciar el contenido de las compras en la mesa con parsimonia, ya sin ver al otro que volvía a quejarse y trataba de quitarse los restos de licuado del rostro y la ropa; Manta se acercó y le tendió con una pequeña sonrisa un trapo húmedo al ainú, que asintió y comenzó a utilizarlo para tratar de minimizar el daño y las manchas

-Gracias enano

-No hay necesidad- rió quedamente el Oyamada cerrando los ojos con agrado para luego, comenzar a limpiar el suelo mientras que Horohoro se enderezaba y colocaba la silla en su lugar, ante la mirada del otro shamán

-Estos malditos muebles…

-Si bueno… a Anna le gustaron estas cosas occidentales y pues, no podía decirle que no- el Asakura cerró los ojos con expresión contrita y una pequeña gota de sudor en la cabeza, riendo muy quedamente para después, observar distraídamente en dirección de una ventana, como si algo no le convenciera; el ainú le observó unos momentos para después, dejar salir un suspiro por lo bajo

Bien… aunque en parte envidiaba el que Ren le prestara tanta atención a Yoh, también sentía algo de lástima por este

Todo el mundo y a quien se le preguntase, aseguraban el amor del chico de aire distraído por la rubia muy a pesar de los maltratos continuados que recibía por parte de esta, diciendo quienes les rodeaban que simplemente, era su carácter y que ambos se amaban profundamente; y sin embargo, el de cabello claro al menos tenía por seguro, que las personas que no se habían tomado la molestia de conocer bien a aquel chico a duras penas se darían cuenta de la realidad detrás de aquello

No era amor. Era resignación.

Si alguna vez había existido alguna atracción, esta había sido sustituida por la necesidad del Asakura de proteger a quienes le importaban, a su familia y amigos y el lazo que tenía con la chica era por mucho y en mayor parte, fraternal; todo el asunto del compromiso y de que debían de casarse, más el hecho de pensar en lo que sería de la chica si acaso el crío hacía por romper en algo aquello y luego, lo que diría su familia al respecto del deshonor que les traería parecía ser suficiente como para mantenerle en silencio.

Quizá la rubia sentía algo… pero al menos, él entendía por lo que veía, que el otro no.

Al menos, no tan profundo.

Sacudió la cabeza, pensando en que a final de cuentas, él era muy afortunado por haber logrado zafarse de aquellas circunstancias. Alguna vez se había quejado de no tener novia en comparación con el otro, pero en parte, había sido por la desgracia al perder a Damuko y el hecho de haberse negado rotundamente con su abuelo a tener ninguna prometida (aunque a cambio había recibido una de las mayores palizas de su vida, y dado el tamaño de los hombres en su familia, tampoco era como si se tratase de un moco de pavo); pero de todas maneras, le costaba imaginar lo que podía ser el resto de tu vida amarrado a una persona, que si bien le tenías cariño, no se trataba del amor de tu vida

Su mirada se suavizó de forma pensativa, dejando colgando en su mano el trapo con el que se estaba limpiando y entonces, el chico de ojos castaños le vio de reojo y sonrió muy apenas

-Deberías decírselo, antes de que pase más tiempo…

Comentó Yoh con un tono bajo y suave

Horohoro saltó ante aquello, abriendo grandemente los ojos sin haberlo esperado y observó aterrado al Asakura como si fuese la primera vez que se diera cuenta de su presencia, sobresaltando por accidente a Manta que había terminado de retirar los restos de licuado del suelo y que se hizo hacia atrás, aún sentado en el suelo

-Qué, qué, qué sucedió!?- chilló el Oyamada

Los ojos negros del ainú aún se encontraban clavados en el otro shamán, que comenzó a reír divertido cerrando sus ojos para luego, colocarse las manos en la cadera

-Qué… dijiste?

-Que deberías ir a darte un baño, estás todo pegajoso y si te quedas así para la hora de la cena, Anna se va a enojar mucho contigo y te va a correr- advirtió Yoh aún entre risas divertidas a lo que el chico de cabellos celestes y negros le observó fastidiado

-Pues tu deberías tener los pantalones para decirle que no!

Se quejó el otro sacudiéndose un poco la chamarra y salpicando pequeñas gotitas, a lo que el rubio más bajito frunció el ceño enojado

-Oye, que acabo de limpiar!

-Lo lamento, sabes que no puedo hacer eso- el moreno dejó salir de nueva cuenta su risa ligera, provocando que el ainú rodase los ojos bastante harto- y además, si te quedas así de sucio Ren se va a enojar también…

-Y a él que le importa si estoy manchado o no? Para empezar, fue su culpa que me hubiera caído!

Exclamó el chico agitando un brazo, siendo observado con calma por el otro

-Ah, si?

-Bueno… algo…- comenzó a farfullar Horohoro para después, darse la vuelta y comenzar a dirigirse hacia las termas- maldita sea!

Se escuchó un portazo al cerrar de golpe la puerta deslizante y el Asakura y el mas bajito, tan solo cerraron con fuerza los ojos un segundo para después, verse y comenzar a reír

-Oye Yoh…- comenzó a decir el chico acercando un pequeño banco a la mesa occidental de madera y poder tomar parte de lo que usaría para ayudar a Ryu a hacer la cena- a qué te referías con eso de que debería decírselo, antes de que pase mas tiempo?

Inquirió mientras que el otro, volvía a componer una sonrisa muy suave y un gesto pensativo, llevando los alimentos en lata hacia una alacena cercana para guardarlas

-A quién tiene que decirle algo?

-Es… algo privado de Horohoro…- comentó sin malicia el chico, antes de darse la vuelta para ver al rubio que sonrió comprensivo- no puedo decírlo por que entonces, faltaría a su confianza pero… yo creo, que al final todo saldrá bien

Aseguró asintiendo una vez con los ojos cerrados, recibiendo a cambio un suspiro resignado pero alegre de su mejor amigo

-Siempre dices eso… y espero que tengas razón

Respondió el Oyamada mientras que en otra parte de la pensión Asakura, el shamán de hielo se lamentaba la suciedad que ahora tenía su querida chamarra y que seguramente batallaría horrores para retirar de las telas

-Perdoname Damuko

Lloriqueaba al finalmente, encontrarse en los baños mientras que extendía la chamarra delante suyo y con lágrimas corriendo cual cascadas sobre sus mejillas, percibía las horrendas marcas rosadas que habían quedado en el preciado regalo de su única mejor amiga.

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