Pecados del Hijo.
Tuve un hijo hace mucho tiempo no fue mi primer, yo tuve tres hijos antes de este niño, solo que no lo supe hasta que los perdí. Es la historia de mi vida, no darme cuenta de las cosas que tengo hasta que las pierdo. En fin, yo tuve a ese hijo y no era un hijo bueno, su sangre no era buena, era un niño demonio con las manos manchadas de sangre salido de las mismas entrañas del infierno.
Yo no lo quería; era un niño malo, roto, orgulloso, cínico, asesino y mentiroso. Pero era mi sangre y era responsable de mi sangre; no podía dejar que vagara dejando muerte y devastación a su paso. Así que trate de conservarlo junto a mí, para hacerlo un mejor hombre, darle una vida decente muy lejos de mí y mi legado.
Damian era su nombre, yo lo llamaba “¡Damian, no lastimes!”, “¡Damian, no mates!”, “¡Damian, no salgas!” , “¡Damian, quédate quieto!”, “¡Se un buen hombre!” y el niño solo gruñía, chasqueaba la lengua y hacía lo que le venía en gana.
Y luego yo morí y el niño quedó solo con el mayordomo y un par de sus hermanos, cuando regresé esperé descubrir que quizás se había largado por él mundo a hacer su voluntad; o peor que el muchacho se habría adueñado de mi casa dejando un rastro de cuerpos atrás.
Me trague mis palabras cuando descubrí que Dick; mi primer hijo, lo había tomado bajo su ala, lo había cuidado y le había enseñado las cosas que yo intente forzar a que aprendiera. El niño que estaba frente a mí con traje de Robin luchando espalda con espalda con Dick no era el mismo que yo había dejado. Era feliz, radiante, era todo lo que no creí que pudiera ser. Entonces pensé que quizás tenía un futuro, había esperanza para el pequeño monstruo.
Y fui un imbécil, a lo largo de toda mi historia fui un monumental imbécil con Damian, como podía exigirle al niño que hiciera mi santa voluntad aún si fuera para bien. Si lo tenía encerrado en casa, ni siquiera sabía cuando era su cumpleaños. Fueron muchos años de auroras en las que al llegar a casa tropezaba con restos de un pastel de cumpleaños y miradas amargas.
Y lo peor es que el niño me admiraba y me quería, y lo demostró más veces de las que yo pude contar. Mientras todo el mundo me daba la espalda Damian se quedaba conmigo, siempre fiel a su padre y conté con eso tanto que en mi propia negligencia ni siquiera note cuando dejó de ser mi hijo.
Hasta ahora que puedo reflexionar los detalles mientras observo esa perla que sobrevivió tantos años en las cloacas de lo que fue Park Row, vestigio de que tuve un hijo que me amaba y yo destruí hasta la última pizca del afecto que pudo llegar a tener por mí.
Y no fue rápido y contundente, lo torture lentamente, le di esperanzas que luego acababa, me hice un muro de secretos y promesas incumplidas para protegerme de su afecto. No me di cuenta de que mientras yo lo alejaba de mí; otra persona se lo llevaba.
Cuando yo lo lastimaba, él lo tomaba en brazos y lo consolaba, cuando mi silencio le impedía abrirse a mí, lo tenía a él, para escucharlo, para quererlo como yo no lo quise jamás. Porque no puedo comparar mi amor con la inmensidad del desinteresado amor de Dick Grayson por mi hijo. Dick el hombre que se convirtió en padre cuando yo no lo fui, él que protegió, confió y recibió el amor que yo tire a la basura. El que lo acompaño a mi despacho cuando dijo “Padre soy gay y estoy saliendo con Jonathan Kent” el que lo comprendió cuando yo solo le grite lo decepcionado que estaba de él. No pude decirle que solo tenía miedo, que no quería que el mundo lo dañara por algo tan estúpido como amar como amaba. No quería que nuestros enemigos se enteraran y lo rompieran y fui yo el que lo rompí.
Y él como siempre estuvo otra vez para armar las piezas y hacerlo feliz y cuidarlo como yo no pude y ese fue el momento exacto en que murió mi hijo y nació el padre. Dick dejo para siempre el traje de mentor y se volvió enteramente el padre de Damian. Incluso le brindó una familia y le dio un hermano.
Tomy era un niño tan pequeño que me cabía en la palma de la mano, tan pequeño cuando lo deje huérfano de padre, hace mucho que no lo veo, ¿Con qué derecho mostrarme en esa casa después de lo que les arranqué?
Y Dick murió y esa fue mi última traición, le quite un padre dos veces a mi hijo y él jamás me perdonó; dudo que lo haga algún día.
Mientras yo estoy aquí muriéndome lentamente aferrándome a esta pequeña perla que me recuerda que tuve un niño que se llamaba Damian Wayne que me quería, que tuve una familia, otros tres niños hermosos y fui tan ciego que me quedé aquí en mi triste versión de Crime Alley dentro de una mansión.
—¿Estás bien? , ¿Necesitas algo? — es la voz de Tim la que rompe mi meditación.
Niego con la cabeza —Solo pensaba, el invierno está cerca, es la peor temporada para ir patrullar, abrígate debidamente, si te enfermas no habrá quien te cubra.
Solo somos dos sombras en este mausoleo y aun así es muy difícil decir, “No seas orgulloso Tim busca a tus hermanos, son todo lo que tienes; no te hundas en este hoyo negro conmigo”, sería lo correcto, sería un consejo sano… uno honesto.
—No te preocupes he modificado el traje, el clima no será problema incluso he cambiado las llantas del Batimovil, además estoy acostumbrado a trabajar solo.
No debería decirlo con tanto orgullo, “¿Qué no me ves Tim? , ¡Estoy aquí solo muriendo y tú también!” y no puedo abrir la boca porque ese hombre es el único hijo que me queda. Porque tengo tanto miedo de morir solo.
“¡Es tu hijo, tiene miedo, está confundido y está enamorado!. ¡¿Cómo puedes tratarlo desea forma?!, ¡¿Cómo puedes ser tan ciego?!, ¡¿Cómo no puedes darte cuenta de lo que te estás perdiendo?!” Él me lo dijo y yo solo lo deje perder.
—¿Ya tomaste tus pastillas? — pregunta caminando al cajón del librero donde guardo mis medicinas, y yo solo esbozo una mueca.
Hace tantos años emprendí una cruzada por un fin noble, me entrené, combatí con todas mis fuerzas, les enseñe a mis hijos el camino, los sacrifique junto con cada pieza de mí y todo lo que obtuve fue la resolución de que no valía la pena. De que no se podía ganar y de que mi ciudad es el infierno y yo vendía mi alma al diablo pensando que eran los mismos ángeles quienes lo pedían.
“¡Sacrifícate Bruce!, ¡Lanza lo que tienes al fuego y después espera el maldito pago!, ¡La columna desviada, depósitos de calcio en las rodillas y un corazón a punto de colapsar!... ¡Eres una maldita ruina!” pienso mientras escucho día tras día la carcajada burlona de la que creí mi ciudad y solo era otro títere más como lo es Tim ahora.
El pobre y buen Tim que a pesar de que tiene mi decadencia como ejemplo no quiere ver la verdad, estamos peleando una batalla perdida y quizás hubiera valido la pena si no hubiera abandonado todo por lucharla.
Me entrega un par de píldoras y un vaso de agua, hay ojeras bajo sus ojos y sé que no come bien y ya no hay un Alfred que nos pueda obligar a cuidar de nosotros mismos.
Puedo verlo atrás de Tim negado con la cabeza, con ese digno sufrimiento silencioso que me advertía cada vez el camino que estaba tomando. Me tomo la medicación con la sensación de humillación de quien una vez tuvo el mundo y ahora ha perdido todo.
—Ve a descansar nos espera una noche ajetreada— le digo a único niño que me queda.
—Está bien tu también deberías hacerlo, ya no estás para malpasarte — Me mira y en sus ojos hay tanto dolor, mucho más que otras noches.
—¿Ha sucedido algo? .
—Nada solo… me encontré con Nightwing, no fue agradable. Él todavía guarda tanto odio.
—Es normal ha perdido a su padre, yo hice demasiadas cosas cuando perdí a los míos.
—Tú eres su padre.
Yo suelto una carcajada irónica —Yo solo fui parte de su concepción, el tuvo un padre que lo amo tanto y educó tan bien que sigo vivo a pesar de que tiene todo el derecho a matarme por muchas cosas, por no cuidarlo y protegerlo como un padre debía de hacerlo, por mandar a la única persona que merecía el honor de ser llamado padre a su muerte, entre otras.
—Dick sabía lo que pasaría no puedes culparte por eso.
—Deje a tu hermano herido en Arkham a merced un grupo de psicópatas, lo vi ser desgarrado por las bestias y no hice nada, ¡Por el bien de la misión, la maldita misión!, ¡Mírame Tim esto es lo único que me dejó la maldita misión!
—¡Basta!... estás cansado… tienes que dormir, hablaremos de esto otro… día…
—¡No, Tim mírame!, Ve tu futuro… por favor— termino sollozando y temblando queriendo arrancar esa venda imaginaria a la que se aferra de una vez,—¡Por.. favor ódiame y se libre, por… favor huye de mí! .
Sollozo mientras él me abraza y se niega a dejarme y me siento encadenado a él; soy la bola al final de la cadena y el solo me abraza mientras me pierdo en la oscuridad.
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Todos los días el me pide que huya, todos los días me pide que lo mire, el tiene miedo de que termine como él, “Oh Bruce no tienes ni idea, lo único que solo quiero es terminar como tú” es lo menos que puedo hacer para pagar mis culpas.
Aunque sé que nada pagará lo que hecho, nada puede equipararse a lo que he hecho. Hay días en que quisiera confesar pero soy un cobarde y al final no servirá de nada lo hecho, hecho esta. Bruce ha perdido el sentido otra vez, lo he llevado a su cama y me sentado a su lado a verlo dormir. Ya no es joven hay arrugas en su rostro y sus extremidades están tan delgadas. Tomo su manos, sus dedos son tan largos y fríos, deposito un beso en esas manos que una vez fueron tan poderosas. Me acurruco a su lado buscando la seguridad de las pesadillas y demonios que nunca podré confesarle. Sin soltar su mano… jamás suelto su mano cuando duermo junto a papá.
Mientras miro la mancha de humedad en el techo y me arrullo con la respiración de Bruce pienso en Damian, era tan joven cuando se atrevió a llegar a mi vida y a quitarme todo. Robin era mío, Bruce era mi padre, todo lo que tenía me pertenecía, me lo había ganado, había sido un buen hijo. Y él solo llego y por la fuerza me arrebato todo.
Había noches enteras que no dormía soñando con Damian, a veces en mis pesadillas el mataba a todos mientras dormían, los cercenaba con su katana y yo solo podía ver mientras reía.
Otras veces el aparecía frente a mi cama bañado en sangre, todos eran sueños, visiones terribles, se supone que debería de saber que aquello era irracional, se supone que debía controlarlo. Pero los miedos eran tan terribles que un día se me ocurrió que Damian envenenaría mi comida y no pude probar un solo bocado en meses si otra persona no lo probaba antes. Tuve que ser astuto para compartir mi comida con quien estuviera cerca y no parecer un demente.
Todos los días me hacía exámenes de todo tipo por miedo a los venenos que astutamente podría colar en cualquiera de mis cosas, había tantas formas de torturarme y matarme y ese niño las conocía todas. Mi mundo poco a poco dejó de ser seguro, ese pequeño monstruo halló una forma de que toda mi vida estuviera atormentado por él.
No importaba que no estuviera cerca, no importaba si pareciera que estaba viviendo su vida aparte. Yo temía que me mandaría la cabeza del pequeño Kent por correspondencia de alguna retorcida forma.
En un arrebato de desesperación; arregle su comunicador para que detonara en una explosión sónica que destrozaría su cerebro si fuera necesario. No quería hacer nada realmente, pero el solo saber que estaba ahí y que podía me regalo hermosos días de consuelo. Volví a dormir, me olvide de él, la vida me pertenecía de nuevo y Damian dejó de ser el personaje central de mis pesadillas… por un tiempo.
Silenciosamente se deslizó en mi cerebro la efectividad de mi método, no había probado la bomba antes de ponerla en el comunicador. Y el tormento volvió, las noches angustiosos pensando que un día él se daría cuenta de la bomba en su comunicador, otras veces pensaba que llegado el momento simplemente no detonaría y el terminaría matándolos a todos.
Finalmente todo terminó por volverse contra mí, Arkham tuvo una de sus peores motines, mucha gente murió y sobre la ciudad azotaba una tormenta tan terrible que poder el de la lluvia y granizo había estrellado los parabrisas de los automóviles en las calles. Yo no estuve presente solo fueron Batman y Nightwing, había cuerpos de inocentes y otros reclusos cercenados colgando en las ventanas y ellos no querían que viéramos eso, que nos infectaran con ese tipo de locura. Demasiado tarde la locura había tocado a mi puerta.
Cada trueno era un maldito grito de dolor, una súplica para acabar con la pesadilla, mientras me escondía dentro de un armario, esperando el momento en que un relámpago iluminara la habitación y lo viera bañado en sangre; sonriendo como la primera vez que intento asesinarme.
Y por un momento casi lloré, no podía vivir así, no podía seguir a merced de este miedo irracional y en un arranque de valor, presione el botón. Destruí la única cosa que podía defenderme de Damian, consciente de que el niño dormía o hacía cualquier cosa que usar su comunicador.
Mañana confesaría lo de la bomba, dejaría mi traje me, iría de la ciudad, volví a mi cama y dormí tan tranquilo como no pude nunca jamás volver a dormir.
Y sí; Damian estaba seguro jugando ajedrez con Alfred, pero Dick no. Esa noche se había llevado el comunicador de Damian, y no… su cerebro no se frió por una bomba sónica. Solo se rompió el comunicador en el momento en el que un grupo de demente liderados por el Joker lo tenían a su merced. Dick no pudo pedir ayuda hasta que estaba a punto de morir y Batman estaba salvando una vida.
Y la decisión fue tomada, dejó a Dick morir por la vida de un civil y el infierno se desató. Parca ironía; todo el tiempo estuve asustado de un niño de 15 años mientras poco a poco el miedo me transformaba en el verdadero monstruo.
Damian se fue, no fue capaz de perdonar a su padre por la decisión que tomó, para él el hombre que merecía ser llamado padre murió esa noche y al irse de alguna manera se liberó de Gotham y así pasó con todo los demás. Desde la muerte de Nightwing el sol de la familia, no hubo una luz que nos alumbrara en la oscuridad de esta ciudad y fue insoportable, poco a poco unos murieron como Barbara y Kate, otros se fueron como Duke y Luke.
Solo quedamos papá y yo en Gotham rodeados de recuerdos y sombras, yo lo cuido, estoy cerca de él; sin mí el solo se dejaría morir. Soy el ultimo niño que le queda, ya nadie pisa esta mansión.
La nueva Liga de justicia solo son un montón presuntuosos de hijos de papa, todo esperan que me case con la nueva Wonder Woman. Juegan a que aquí no ha pasado nada, de vez en cuando yo también lo hago.
Lo gracioso de todo es que ya tengo la certeza de que Damian jamás va matarme, esta noche lo busque, lo golpee él no hizo nada más que tenerme lástima y mostrarte otra vez lo miserable que soy.
La verdad es que moriré aquí junto a Bruce esta mansión, será nuestra tumba y con nosotros morirán los recuerdos y el pecado… mi pecado… yo extinguí el sol.