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LO QUE SE PERDIO por Amaya Kurau

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IX
 
INVITACIÓN


 
 
 
 
"No. Yo era humano, uno que pertenecía al linaje de los más poderosos cazadores de vampiros, pero todavía no era cazador cuando sucedió..." 
 
"...Me mordió condenándome a este destino"
 
 
Desvió su vista hacia el cazador. Estaba profundamente dormido sobre el sofá, cubierto por una manta con que él mismo lo arropó, completamente ajeno a su presencia cerca de él. 
 
¿Qué tan terrible era para Zero ser un vampiro?, se preguntó. No lo había comprendido en un principio, quizá debido al hecho de que no pertenecía a este lugar o quizá a que creía que para él lo importante no era que era Zero, sino quien; sin embargo, después de haberlo escuchado se daba cuenta que para el muchacho las cosas no eran así de fáciles. 
 
Observó nuevamente su muñeca, justo en el sitio donde hacia unas horas Zero lo había mordido, desde su perspectiva no había sido tan terrible, si dolió, pero, de hecho, también le había resultado un poco placentera la sensación de su sangre siendo succionada. Aun así, para el muchacho parecía algo terrible y una pesada carga.
 
Miró nuevamente a Zero, observó los movimientos rítmicos de su respiración en su pecho y su expresión ahora tranquila. Sin duda debió de haber estado completamente agotado.
 
-   ¿Cuánto tiempo llevabas resistiendo sin beber?
 
Recordó que el director le había dicho que los vampiros podían ingerir alimentos normales, pero era la sangre su sustento vital; de ella obtenían energía para sobrevivir e incluso el poder necesario para nutrir sus habilidades; sin embargo, nunca le habló de la existencia de tabletas que la sustituían y mucho menos de la condición de Zero, si lo hubiese sabido, quizá hubiera sospechado...
 
Ya no tiene importancia, de todos modos ¿qué hubiese cambiado? 
 
Suspiró, arropó un poco más al joven y volvió a observar detenidamente su rostro. Zero era bastante atractivo, poseía una belleza un tanto exótica que solo había observado en demonios y muy, muy raramente en humanos, y que era acrecentada por su carácter y fortaleza. 
 
Acarició su frente gentilmente apartando su pelo de su rostro. Zero le había contado muchas cosas antes de finalmente quedarse dormido. Le contó cómo se convirtió en vampiro y cómo fue que llegó a casa del director donde conoció a Kuran Yuuki que en ese entonces era humana, y también como conoció a Kuran Kaname y como desde un principio se convirtió en una pieza para él siendo utilizado para eliminar a otros sangrepura. 
 
Si para comprender el sentir de Zero respecto a ser un vampiro pudiese comparar lo que le sucedió con algo, quizá sería el hecho de que prácticamente le habían creado un trauma al respecto. No solo asesinaron a su familia frente a sus ojos, lo habían forzado, habían violado su cuerpo y le habían arrebatado su humanidad siendo solo un niño; y después lo continuaron usado. No, no era el hecho de ser un cazador o haber nacido en una familia de cazadores lo que le hizo a Zero odiar a los vampiros, sino lo que estos le habían arrebatado. Pero entonces, ¿Qué había hecho Kuran para...
 
Sabía que había algo más, algo más íntimo que relacionaba a Zero con ese vampiro. El cazador podría no decirlo abiertamente, pero él lo sospechaba por la manera en que le afectaba estar cerca de él. Se esforzaba por ocultarlo, pero ahí estaba, y se tratara de lo que fuese, eso no minimizaba en nada el hecho de que desde que conoció al sangrepura, le desagradó. Kuran parecía mantener el control de todo a su alrededor y manejarlo a su conveniencia, igual que Takashiro. Eso era algo que sentía les hacía creer a ambos que podían incluso manejar a los demás a su antojo, sin escrúpulos; por eso confírmalo de boca de Zero hacia que su desagrado por el sangrepura solo aumentara. Sin embargo, tampoco podía negar que había visto algo extraño en el vampiro, había visto caer un poco la máscara que parecía portar siempre, cuando veía a Zero. Parecía que la presencia del joven le afectaba, aunque también, al igual que Zero, trataba de ocultarlo. Así que el punto era, ¿Por qué saberlo le molestaba a él?, Takashiro le desagradaba por querer usar a Yuki para sus planes, ¿era igual con Kuran respecto a Zero?, pero el joven no era alguien que físicamente pareciera necesitar ser protegido como Yuki.
 
Como respuesta a esas cavilaciones, el recuerdo de aquella mañana cuando entró en la habitación de Zero y lo vio llorar en sueños, vino a su mente. Ese día no pudo apartar sus ojos de él, lucía tan frágil mientras dormía con las lágrimas deslizándose por sus mejillas, que algo sin duda surgió en él; y ahora, después de todo lo que había escuchado, sabía de que se trataba, era un sentimiento de querer protegerlo a toda costa.
 
Ajeno a cualquier razonamiento, deslizó la punta de sus dedos de la frente del muchacho hacia su mejilla y después, un poco titubeante, acarició sus labios, esos labios que tan solo hacia unas horas habían tocado su piel. Tragó un poco de saliva y sorprendido consigo mismo por lo que acababa de hacer, se puso de pie y se dirigió hacia la ventana alejándose de él.
 
 
 
[...]
 
 
 
Depositó el libro sobre el estante con cuidado y extrajo otro hojeándolo también, con total calma. El aroma a papel antiguo impregnaba el ambiente y el silencio solo era roto de vez en cuando por el murmullo del papel al ser hojeado.
 
-   Mi señora - Un hombre alto y vestido de negro apareció de manera sigilosa e hizo una pronunciada reverencia.
 
-   Inuya-san, bienvenido, ¿Qué noticias me tiene?
 
-   Ya todo está arreglado.
 
-   Me complace escuchar eso - dijo ella tranquilamente, pasando la página del libro que traía en sus manos - ¿Cuándo será?
 
-   En dos días.
 
-   Magnífico. No quiero fallas.
 
-   No se preocupe por eso. Le aseguro que las cosas resultarán como usted desea. Aunque. ..
 
-   ¿Aunque?
 
-   Mi señora, ¿realmente cree que sea prudente?
 
Ella detuvo su lectura y una sonrisa curvó sus labios.
 
-   ¿Está cuestionando mis órdenes Inuya-san? - preguntó mirando finalmente al vampiro por primera vez, con altivez - ¿A caso el senado está dudando en seguir apoyándome?
 
-   No, de ninguna manera; el senado está convencido de que Kaname-sama no es el adecuado para gobernarnos, es demasiado permisivo y su inclinación evidente por los humanos, no precisamente como sustento, no es bien vista.
 
-   Ya sé eso, entonces ¿Cuál es el problema?
 
-   Es solo que, un ataque tan directo a una de sus personas preciadas, tan pronto, la pondría en peligro a usted.
 
-   ¿Se están acobardando?
 
-   No mi señora, por supuesto que no.
 
-   Bueno, pues conozco bien a Kaname, hay que presionarlo, eso es lo único que necesita para salirse de control y convertiste en una amenaza para los vampiros y entonces entrar a las listas de caza de la asociación. No niego que creí que bastaría con el primer ataque, su amada hermanita fue herida y por supuesto que enfureció, pero aun así ha estado controlándose, él es bastante bueno en eso, por eso me vi obligada a planear más ataques y aun así me sorprende que ni siquiera los haya previsto, pensé que era más inteligente, le he dejado pistas tan evidentes y aun así sigue sin reaccionar como me gustaría, por eso me he estado preguntando, ¿qué hará si la que sale herida esta vez, es su puta?
 
- Mi señora, ese muchacho es alguien insignificante, no está a la altura de un sangrepura, no está a su altura, solo debe ser un pasatiempo para Kaname-sama, no creo que le importe.
 
-   No pregunté su opinión al respecto Inuya-san - dijo molesta - El senado lo puso bajo mis órdenes, así que limítese a obedecerlas. El ataque se realizará en dos días.
 
-   Por supuesto, como ordene.
 
-   Ahora márchate, no quiero que me relacionen con el senado todavía.
 
El vampiro servilmente hizo una reverencia y desapareció.
 
-  Querido Kaname, sigamos jugando. ¿A quién salvaras?, ¿A tu amada y fiel princesa o a tu insignificante ramera?
 
 
 
[...]
 
 
 
"¿Por qué tengo que luchar contra ti?... Kanata-san...
 
Reiga meció su copa mientras observaba su contenido. Sentado en el sillón tranquilamente perdido en sus pensamientos, la luz de las velas bañaba su pálida piel. No se había percatado que era observado atentamente por alguien, hasta que ese alguien suspiró y lo llamó.
 
-   ¿Reiga?
 
Al escucharlo, el nigromante hizo a un lado sus pensamientos y levantó la vista hacia el opast que estaba recargado sobre el marco de la puerta con los brazos cruzados en su pecho. No portaba su uniforme sino ropa comun con su gabardina sobre los hombros y su pelo que por lo general iba sujeto en la nuca, suelto.
 
-   ¿Qué sucede, Luze?
 
-   ¿Cuánto tiempo seguiremos esperando?
 
-   ¿Ya te cansaste?
 
Luze se separó de la puerta y se dirigió hacia él y se paró justo en frente.
 
-   No lo digo por mí, sino por los demás. El general Cadenza, en especial, está muy ansioso y no falta mucho para que los demás lo estén también. Tu posición está en peligro Reiga, eso quedó bastante claro después de que el general convenció a Elegy de que fueran y atacaran por su cuenta.
 
-   Si, lo sé... Aunque soy el nigromante que los convocó, los Duras no opinan muy bien de mí, después de todo sigo siendo mitad Duras y mitad humano.
 
- Si, excepto yo... pero mi opinión de todos modos no les importará porque llevo la marca de traición de mi familia, así que, aunque sea un Duras, no soy reconocido como tal. Debido a eso podría decirse que te comprendo un poco, sin embargo, eso no cambia el hecho de que necesitas encontrar al portador del vínculo y hacerte con el poder que la Luz de Dios desechó cuanto antes; de otra forma los demás se revelaran con facilidad.
 
-   ¿Qué hay de ti, Luze?, ¿también te revelarías?
 
-   Aunque me convocaste, yo elegí seguirte, así que no, no lo haré, pero eso no les importará a los demás y tampoco cambia tu posición. Has convocado a muchos Duras, Reiga; y varios de ellos somos Opast, sin contar con el hecho de que tu poder aún no ha despertado por completo, controlarnos implica un gran desgaste para ti. No debes mostrar debilidad, lo sabes.
 
-   Hmmp... No tienes que preocuparte por mí, Luze; no lo necesito, al final de cuentas yo ya he encontrado al portador.
 
-   ¿Lo has hecho?
 
-   Si.
 
-   ¿Y por qué no has ido por él?
 
-   Bueno, porque quiero dejar que Luka se divierta un poco más.
 
-   ¿De qué hablas?
 
Luze abrió los ojos con sorpresa, pero Reiga no le respondió, simplemente mostró una sonrisa enigmática y volvió a mirar su copa.
 
 
 
[....]
 
 
 
Golpeó suavemente la pieza de ajedrez blanca y ésta se tambaleó provocando un sutil sonido sobre la madera del tablero.
 
Había recibido esa pieza por la mañana cuando se dirigía hacia su alcoba para descansar y Yuuki se alistaba para irse a la universidad. Y aunque no era precisamente él el destinatario del paquete en que llegó, sino Yuuki, debido a las medidas de seguridad impuestas en la mansión, él la había obtenido. 
 
¿Qué hubiese pasado si Yuuki la veía?, eso era lo primero que recordaba había pensado al tenerla en sus manos; después de todo, esa pieza, la reina blanca, estaba ligada a los ataques sufridos por Yuuki. Ella era su prometida y una sangrepura recién despertada que aún no era capaz de usar su poder; ante los ojos de muchos vampiros era débil y por eso intentaban intimidarla. Sin embargo, ahora, después de analizarlo bastante, estaba claro que efectivamente la pieza si iba dirigida a él, asustar a Yuuki era una satisfacción extra para quien quiera que estuviese moviendo los hilos.
 
El sonido de la puerta atrajo su atención, Ichijou estaba del otro lado.
 
-   Pasa.
 
-   Kaname - el noble rubio ingresó, lucía bastante preocupado.
 
-   ¿Averiguaste algo?
 
-   Lo siento, nuevamente fue imposible.
 
-   ¿Cómo es eso posible?
 
-   Yo tampoco lo comprendo. Nadie sabe cómo fue que ese paquete llegó y nuevamente no hay rastros de nada.
 
-   Refuerza la seguridad de la mansión y envía a Serien a vigilar la universidad. A partir de hoy Yuuki no saldrá a menos que sea acompañada de mí y no volverá a la universidad.
 
-   ¿Estás seguro de eso?
 
-   ¿Piensas que son medidas muy extremas?, estamos hablando de su seguridad, Ichijou. Ya he perdido mucho tiempo esperando a que el enemigo se muestre, así que hasta que no sepa quién es el sangrepura que intenta jugar conmigo, no la pondré más en riesgo.
 
-   Bien. Así será, aunque no creo que Yuuki- chan lo tome muy bien.
 
-   No lo estoy dejando a elección. También quiero que te encargues de la seguridad de alguien más. 
 
-   Comprendo. Él no debe saberlo ¿o me equivoco? 
 
-   No.
 
-   Bien, dame un par de días para arreglarlo todo. Por cierto, hay algo más.
 
-   ¿Qué?
 
-   Es el senado, no tengo pruebas de ello, pero siento que algo no anda bien.
 
-   ¿A qué te refieres?
 
-   No es algo que haya visto o escuchado, es sólo el presentimiento de que algo está planeando el consejo.
 
-   Hmmp... ¿crees que estén involucrados?
 
-   No podría asegurarlo.
 
-   No debí escuchar a Cross y restaurarlo.
 
-   Bueno, lo hecho hecho está; como sea, deja que yo me ocupe. Investigaré a fondo y si encuentro algo raro te lo haré saber de inmediato.
 
-    Está bien, cuento contigo. ¿Sabes?, tengo el ligero presentimiento de que no tardaré en conocer a mi enemigo.
 
Miró nuevamente aquella pieza de ajedrez y al instante ésta se fracturó y desmoronó sobre el tablero.
 
 
 
[....]
 
 
 
-   ¡Vamos, Zero!
 
-   Ya te dije que no. No tengo tiempo.
 
-   Anda, di que sí. Tengo cuatro cortesías, me las regaló Maki-chan.
 
-   No, ya tengo bastante trabajo en la Asociación como para perderlo en ese tipo de cosas.
 
Zero impasible, con la mochila al hombro comenzó a bajar la escalinata rumbo a la puerta principal.
 
-   ¡Pero somos amigos, crecimos juntos!
 
Yuuki se detuvo y miró las cortesías color rosa que traía en las manos.
 
-   ¿Eso que tiene que ver?, ¿Por qué mejor no regresas a tu casa y lo invitas a él?
 
Yuuki hizo un puchero, y volvió a darle alcance.
 
-   Él no querrá, está muy ocupado.
 
-   Creí que cumplía todos tus caprichos; además es tu prometido Yuuki, no le agradaría ni un poco que vayas conmigo. Y creo que se preocupará por ti si no llegas a tiempo junto a él. 
 
-   Me alegra que te preocupes por Kaname-oniisama, Zero.
 
-   ¿Ahh?... No me preocupo por él, sino por ti; en tu posición actual no debes andar por ahí como si nada estando la situación como está. ¿Olvidas que has sido atacada no una, sino dos veces?
 
-   Pero es de día. Además, a Kaname-nii no le gustan las cosas dulces, no estaría cómodo acompañandome, y no sé cuándo vuelva a tener la oportunidad de comer los pasteles de esa cafetería, ¿sabías que son los mejores de la ciudad?
 
-   Pues a mí tampoco me gustan las cosas dulces. ¿Por qué no vas con esos dos?
 
Yuuki levantó la vista y miró hacia donde le señalaba Zero. Akatsuki y Ruka ya aguardaban por ella; volvió a detenerse.
 
Zero que se percató de eso, se giró y la observó.
 
-   Yo... es solo que yo en verdad quería que pasáramos tiempo juntos Zero, como antes. Hace meses que no nos vemos, extraño tu compañía y... me emocioné mucho al verte aquí, en la misma universidad que yo...
 
Zero miró el rostro de la joven, se veía algo triste. No pudo evitar sentir una oleada de culpa y remordimiento. Se había acostado con el prometido de quien se suponía era la persona más especial para él. La había traicionado. Era una basura y Kuran también lo era; ella no se merecía lo que habían hecho, y ahora estaba ahí, parada frente a él actuando como si nada, amable como antaño.
 
-   Está bien, pero solo un rato.
 
El rostro de Yuuki se iluminó al escucharlo.
 
-   ¡Gracias Zero!, ¡No te vas a arrepentir!, ¡Estoy muy feliz de que hayas aceptado!,  ¡vamos, vamos!
 
Yuuki tomó a Zero de la mano y muy animada comenzó a jalar de él, quien simplemente se dejó llevar; sin embargo, la sensación de la piel de la joven y de su calor, lo estremeció. De pronto tuvo ganas de zafarse y huir de ella. 
 
Llegaron hasta donde estaban los nobles, que miraron con cierto desconcierto a Zero, pero no dijeron nada al respecto de verlo con ella, de hecho, no pareció importarles mucho.
 
-   El auto aguarda ya, Yuuki-sama.
 
-   No lo usaré, iremos caminando.
 
-   ¿Cómo?, pero...
 
-   No hay de qué preocuparse senpai. Además, Zero va conmigo y el lugar está muy cerca de aquí.
 
-   Como usted diga.
 
Los nobles no dijeron nada más y Yuuki, igual de animada, comenzó a andar por la acera adoquinada rumbo a su destino. Zero seguía sintiéndose incomodo, aunque trataba de disimularlo. No debió de haber aceptado, se sentía como si estuviese abusando de la ingenuidad de Yuuki. Ella que en ese momento conversaba de algo muy contenta, pero él no lograba comprender de que se trataba. Repentinamente, el recuerdo del cuerpo desnudo de Kaname cerca de él apareció en su mente y le hizo detenerse de golpe. Yuuki que se percató, se detuvo y giró hacia él.
 
-   ¿Sucede algo, Zero? - él reaccionó de inmediato.
 
-   No, nada. Estoy bien.
 
Yuuki volvió a sonreír y continuó caminando y conversando, sin embargo, Zero permaneció en silencio sin prestarle nuevamente atención.
 
Caminaban por el parque y ni siquiera sabía si estaban cerca o lejos de su destino, simplemente limitándose a seguir a la castaña, pero quizá si no hubiese estado tan concentrado en lo que sentía, se hubiese percatado de que eran seguidos. Cuando lo hizo fue demasiado tarde. 
 
Una sensación conocida alertó repentinamente sus sentidos y le hizo moverse velozmente hacia Yuuki y cubriéndola con su cuerpo, la tomó y saltó con ella. 
 
Aquella energía que había sido lanzada apenas y rozó su brazo, pero creó un pequeño cráter en el suelo, justo donde un segundo antes estuvo Yuuki parada. Y no era el único, otros ataques más habían sido lanzados obligando a Ruka y Akatsuki a evadirlos también. Al parecer no era al único al que habían tomado desprevenido.
 
-   ¡Yuuki-sama! - escuchó a la noble gritar mientras se dirigía hacia ellos y otros ataques eran lanzados. Cargó a Yuuki y volvió a moverse.
 
-   Z-Zero... - La joven entre sus brazos, se aferró a su cazadora.
 
-   Está bien, no te asustes.
 
-   P-Pero... no traigo a Artemis...
 
Él la bajó y se giró para encarar a los enemigos.
 
-   No te preocupes por eso, solo quédate cerca de mí. Yo te protegeré.
 
Yuuki obedeció y se situó tras él. Zero se llevó una mano al pecho y extrajo su arma.
 
Maldita sea, ¿Por qué justo a plena luz del día y en un lugar público?
 
El alboroto que las explosiones habían causado provocaron caos entre los humanos, quienes pronto comenzaron a huir desesperadamente buscando su seguridad y sin reparar en ellos realmente. 
 


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