"Maldito gordo, ¿Por qué demonios no me ayudaste en el examen?"
JiHoon estaba en el baño de su casa, sentado en el suelo bajo el lavamanos, arremangando su suéter.
La primera cortada fue hace un mes, no lo hacía muy seguido pero ya podía ver la primera cicatriz, encontró en esto algo de ayuda para sacar lo que tenía dentro, lo que no podía decir.
Su boca estaba sellada, tenía miedo de decirles a sus amigos y de su reacción, ellos iban a una diferente escuela, se quedaron allá cuando decidieron cambiarlo y sus padres no tenían tiempo para él.
Estaba solo y la pequeña navaja lo ayudaba a sentir algo más aparte de asco por él mismo.
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JiHoon estaba seguro que su padre vio las cortadas en la hora de la cena, estuvo observando su brazo por varios segundos.
JiHoon espero que hiciera algo.
Que le preguntara que eran esas marcas en su blanca piel.
Quería sentir que le importaba a alguien.
Pero solo desvió la mirada y siguió charlando con su esposa.
Ellos ni siquiera se dieron cuenta que JiHoon apenas tocó su comida. Tal vez un trozo de zanahoria o dos.
A media noche salió al jardín de su casa, con un suéter lo suficientemente grueso para protegerlo del frio y se acostó en el pasto mirando al cielo.
Una estrella fugaz apareció y lo hizo sonreír sin ganas, cerró sus ojos con fuerza para pedir su deseo.
"Deseo solo un día de felicidad"
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Algunas cortadas más.
Muchos ejercicios.
Y no comer, parecía ser la única manera en la que podía bajar de peso.
Su cuerpo se sentía débil, agotado y sin energía pero por primera vez vio sus costillas en el reflejo del espejo.
Y eso lo alegro.
Pero los mareos aumentaron esta semana, las notas del colegio fueron bajando como nunca antes.
Su cabeza comenzó a doler, su vista se nubló y su cuerpo se desplomó en el baño.
. . .
JiHoon despertó en un hospital con agujas en sus brazos y mucha gente a su alrededor.
Quería huir porque le harían daño.
Le dirían que debía comer, pero ¿Alguien se ponía en su lugar?
¿Lo mal que se sentía por estar gordo y ser una carga para las personas?
Escuchó al doctor hablar con sus padres, diciéndole que lo encontraron bajo peso y con cortadas en sus brazos, le preguntaron si tenía problemas en el colegio.
Ellos respondieron que no.
No le dieron importancia a las cortadas, quizás pensaron que era una etapa "normal" que pasaban los adolescentes.
Si tan solo supieran que una palabra dicha por uno de sus compañeros desató una enorme baja autoestima en JiHoon, quizás podrían haber respondido otra cosa.
Porque a veces la gente no se da cuenta de lo que puede provocar una palabra.
. . .
JiHoon ya había salido del hospital hace algunas semanas atrás, sus padres lo obligaron a comer los primeros días pero luego se olvidaron de seguir haciéndolo.
Siguió con sus mañanas sin desayunar y con sus días de ejercicios, no era que no le interesara su salud. Pero para estar feliz con él mismo necesitaba estar más delgado.
"Silencio alumnos, déjeme presentarles a su nuevo compañero" Habló su profesora llamando la atención de todos los chicos en el salón de clases.
JiHoon estaba con sus audífonos mirando hacia el patio de la escuela, moviendo sus pies al ritmo de la música y haciendo sonar su lápiz sobre la mesa, ignorando completamente lo que pasaba a su alrededor.
"Preséntate" Animó la profesora.
"Hola, mi nombre es Choi SeungCheol, espero que nos llevemos bien"
Aplausos y algunos silbidos se escucharon en el salón de clases, la profesora le indico donde debería sentarse.
SeungCheol caminó hasta la mesa y vio a un pequeño castaño mirando hacia la ventana, le pareció lindo.
Algo delgado pero lindo de todas formas.