Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Una noche, toda una vida - Edición - por PinkuBurakku

[Reviews - 43]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

 


Pareja: Viktor Krum/Ronald Weasley - Seamus Finnigan/Ronald Weasley

Nota: Este Fanfic contiene relación de dos menores Viktor Krum (18) y Ronald Weasley (15). Contenido explicito, contenido sexual, violencia, lenguaje inapropiado, mpreg (capítulos finales de la historia), muertes de personajes, abortos no consensuados, torturas, acoso, depresión y temas sensibles, crisis emocionales, magia oscura, sexo fuerte; infidelidades, tríos amorosos, relaciones por costumbres. Comportamientos posesivos de ambas partes.

1- Viktor y Ronald se van a ir descubriendo a ellos mismos, al igual que su relación, la cual se puede tornar muy tormentoso algunas veces.

2- Hay un triangulo amoroso entre Viktor/Ronald/Seamus, al igual que un poco de Viktor/Hermione, todo bastante toxico y caótico. Aunque la pareja principal siempre será Viktor/Ronald.

3- Las etiquetas se irán agregando mediante avance la historia en cada capitulo.

Advertencia: No romantizar las relaciones toxicas ni codependientes emocionales.

Si algo de lo anterior no es de tu agrado, por favor no leas, sigue tu camino.

PK.

Notas del capitulo:

La pareja principal de este fic es un victorxron, pero como amo el drama, el romance toxico y el lemon, Ron tendrá otra pareja aparte de esta, la misma se dirá mientras avancen los capítulos, y a propósito de eso no se que tan largo será este fic, pero puedo asegurar que van a ser mas de diez, creo que eso es todo; enserio espero que les guste y sin mas les dejo para que lean. 

PD: trate de apegarme mucho a las personalidades de los personajes, pero hay alguna que otra cosita que les cambie, además que eso mismo pasa con los líneas de tiempo, trate de seguirlas tal cual están en el libro y en la película pero le altere unos pequeños detalles.

Los personajes aquí descriptos, no me pertenecen son de la autoría de JK ROWLING, solo los uso para dar rienda suelta a mi imaginación y sin ningún animo de lucro, perdonen si tengo algún error de ortografía o redacción.

 

CAPITULO RE-EDITADO 

24/12/23

        Cuando acepté acompañar a Harry con su dupla de baile, espere que la noche fuese al menos un poco divertida; después de todo el baile de navidad, pinta con ser lo mejor del año, lo cual en medio del torneo, resulta ser un gran evento. A pesar que noto el mal humor del mago durante toda una semana y en el baile mismo, creo estúpidamente que algo de ello, morirá con la primera vueltas a su pareja; ninguno de los dos es diestro al bailar pero algo es seguro, podemos hacer algo mejor que mi trauma al danzar con Mcgonagall. Estúpido, su humor no sólo empeora sino que me contagia dicha cosa; la situación sólo se pone aún peor, cuando las gemelas Parvati, parecen encantadas con otros magos; disfrutando cómo se espera de la noche.

Con un suspiro exasperado, me planteo volver a la habitación, después de todo, he dejado claro el fastidio que me gobierna en la velada; tanto cómo el que embriaga a Harry. Al intentar decirlo al mago, veo a este en la puerta del salón, escapando con una chica de Ravenclaw; Cho recuerdo vagamente que se llama. Bueno, al parecer el idiota encontró cómo mejorar su noche. Echando un último vistazo a mi pareja, está aún baila animadamente con un mago de Durmstrang; no la puedo culpar por divertirse y sonreír, después de todo, esa es la finalidad del baile.

Completamente sólo e incluso un poco deprimido, decido mejor ir a dormir. Sin embargo al dar un par de pasos, alisando el horrible traje de gala que me ha enviado mamá; choco casi de frente con Hermione, la bruja parece animada, por completo brillando bajo las escasas velas repleta de sudor. Su vestido rosa, se ajusta aún más a su piel, mientras la bruja con los labios un poco rojizos, sonríe hasta la saciedad; otra qué se divierte. Sus mejillas tintadas son la mejor definición de diversión, una que sospecho no es tan sana como se espera del desesperante cerebrito de Gryffindor, compruebo lo dicho al verla alisarse el vestido con una risita tonta, es más qué una buena noche. Me alegro por ella, es mi mejor amiga después de todo.

- Viktor fue por ponche... - Murmura alegre, señalando con la cabeza dónde el mago junto al tazón de ponche se aposta de espaldas -... ¿Dónde está tu pareja? ¿Y Harry?... - Pregunta al dar con mi soledad, sólo me encojo de hombros, señalando dónde la bruja se divierte; Hermione frunce un poco el ceño.

-... ¿Quieres venir con nosotros? - Pregunta aún sin dejar de sonreír, sus dientes blancos inmaculados y ribeteados de brillo, me irritan aún más aunque sea incoherente.

- Estoy bien - Expongo un poco tenso, sabiendo lo intensa que puede volverse la bruja cuando no se le obedece en algo. Sólo quiero descansar, todo el mundo se divierte; creo poder hacer lo mismo al irme a dormir.

- No seas terco, Ronald... - Riñe la castaña cómo espero, acercándose un poco más hasta que siento el dulzón olor de su sudor pegado a la nariz; frunzo un poco el ceño antes de poder retroceder, siento sus dedos envolverme la muñeca -... Ven - Exige sin medir palabra, poniéndonos en marcha tan rápido que apenas reacciono.

- No quiero ser mal tercio - Me quejo, tirando de mi muñeca para recuperarla; sabiendo que Hermione y el búlgaro están saliendo, esta es su noche, no quiero echarla a perder -... Herm - Siseo al frenarnos en seco, tirando de mi muñeca hasta que la puedo tener de vuelta. La bruja se detiene, componiendo un puchero inconforme, mismo que me puede manipular a voluntad en cualquier otro día menos este; la irritación y la perpetua tristeza, manejan mi mente en esta velada desastrosa.

- Eres un amargado Ronald, por eso estás sólo - Afirma mosqueada al ver que no caeré en su boca fruncida. Su ceño se torna rígido, mientras otro poco de irritación escala mi garganta.

- Krum te espera... - Zanjo el asunto, con la suficiencia de saber que esta sólo; pierdo la poca calma cuando Herm sólo recuerda mi noche echada a perder. Toda la culpa por supuesto es del desaparecido ojiverde, mismo que golpeare sin duda al encontrarlo -... Ese idiota, cuando lo encuentre... - Mascullo entre dientes al pasar al lado de la bruja, retomando mi camino, sin embargo, freno de súbito al sentir un ligero picor en la mejilla.

- Eres un idiota imposible Ronald Weasley... - Expulsa con rabia Herm, tan ofuscada que incluso su piel se ha tornado alarmantemente rojiza; llevo la mano a la mejilla abofeteada sin entender por completo lo que ha pasado -... Ve a morirte en tu miseria, por eso incluso Harry te ha dejado, eres un insoportable... - Expone con el ceño fruncido y los ojos furibundos, los labios tensos expulsan su rabia cómo un vendaval.

-... Todo el mundo prefiere a Harry que a un amargado; todos se han ido de tu lado, yo también lo haré, así te puedes revolcar en tu veneno - Afirma Herm, intentando darme la espalda, el inicio de un par de lágrimas coronan sus ojos furiosos. Colérico, su intento sórdido por atención, estalla mi poco autocontrol.

- Vete al infierno, maldita bruja - Susurro tan cruel cómo nunca he sido con la castaña, no obstante no puedo sentirme mal por lo dicho; es imposible sentir otra cosa más, tantas emociones me empiezan a carcomer. Explotare oscuramente de seguir acaparando tantos sentimientos oscurecidos.

Hermione, se tambalea sobre sus tacones al vislumbrar toda la oscuridad en mi mirada, misma que le transmite toda la desazón que me carcome; la cual incluso ella es causante ahora, malditos amigos que poseo, uno desaparecido y una enloquecida; me volveré un demente antes de poder alcanzarlos. Por el rabillo del ojo, salgo de los escabrosos pensamientos al verla levantar el brazo, decidida a darme otra bofetada, esta vez al anticipar el movimiento puedo contener su furia; mientras veo las lágrimas que ha contenido apenas, deslizarse por sus mejillas arreboladas, Herm, esta dolida o aún más irritada cuando no le doy lo que desea, sosteniendo su muñeca con fuerza; aprovechando la diferencia de estaturas para sobreponerme a ella, incluso con tacones, le sacó casi una cabeza de estatura.

La castaña, al ver su cometido truncado, intenta obtener su brazo de nueva cuenta para atacar, no le brindó tal capricho, tironeando del lado contrario a su palanca. Esto nos tambalea a ambos, componiendo así un patético jaloneo entre ambos, tanto así que ambos nos movemos de un lado para el otro. Sin embargo, la bruja más diestra en la magia, me empuja utilizando la misma hasta que mis dedos abandonan su piel. Trastabillo al soltarla, sintiendo el mundo ladearse mientras caigo; el orgullo comienza a resquebrajarse al saber que la bruja me ha derribado, no obstante, una gruesa pared de músculos es mi salvación, reboto contra la misma hasta que es doloroso.

Un brazo sale disparado hacia delante cuando mi cuerpo también lo hace, después de tan bestial choque. Siento la extensión, rodearme la cadera, echando mi cuerpo hacia atrás, impidiendo que caiga sobre la bruja quién ha presenciado todo el encuentro y ahora, se precipita hacia delante intentando sostenerme en vano; otro o otra me han salvado de caer de culo. Todo pasa en meros segundos, mismos que al terminar vienen acompañados de un pringoso líquido que me cubre el cabello, derramándose dentro del desajustado traje de gala, goteando oscuramente contra el pecho; el rostro queda por completo lleno de líquido.

Suspiro agotado y furibundo, la maldita noche no puede ir peor. Los torturantes pensamientos, quedan en segundo plano al rodearme la grave voz, esta es un mero susurro contra el oído, tan ronca que casi parece un gruñido. Intento separarme de dicha cosa, sobre todo con la conciencia del olor a alcohol en el individuo que ha ido a mi rescate. Mucho alcohol, parece inundado por el olor hasta ser mareante.

- Ten cuidado - Ordena la pared de musculo con voz grave, asiento cómo un idiota repentinamente abrumado, tanto que incluso las mejillas se tornan viciosas ante la poderosa orden.

Sólo me puedo separar de la pared de músculos, cuando de buena gana me suelta; no necesito girar para reconocer la voz, después de todo, tengo un cartel en movimiento con su voz y sonrisa en mi habitación. Las mejillas sólo se tornan aún más rosas ante la certeza del mago tras mi espalda; la cercanía es asfixiante, rápidamente me aparto de su cuerpo, colocando espacio entre los tres. La rabia da paso estrepitosamente a la vergüenza, todo hasta que soy consciente que no sólo el búlgaro me observa, sino Hermione; decido que ya me he humillado suficiente por la noche, a pesar que la castaña intenta acercarse, retrocedo aún más rápido, disculpándome por el incidente; más que nada un conjunto atropellado de palabras para el búlgaro. 

Sólo cuando estoy lo suficientemente lejos, giró a ver la escena que he dejado de lado, como imagine en un primer momento es el jugador de Durmstrang quién me ha sostenido; Viktor Krum, ha ido al rescate de mi cuerpo tambaleante aunque sólo haya fungido como una pared inamovible de músculo tenso. Ahora sin mi presencia nublando el juicio de Hermione, la castaña se acerca al mago buscando su rostro, sin embargo, este le niega el delirio, Krum no la mira, no parece observar a nadie más que a su vaso vacío de ponche.

Vuelvo la mirada a mi ropa empapada del líquido pringoso, me enojo mucho más al percatarme de lo mojado de mi ropa, además del olor dulzón que me marea con sólo aspirar su olor. Maldiciendo entre dientes, ando sin ver el camino pero con una consigna perpetua, no puedo ir a la torre de Gryffindor o voy a explotar; necesito un poco de aire. Necesito calmarme de lo contrario, luchare contra el mundo mismo hasta enloquecer; con esa idea mis pies me llevan hasta los jardines casi trotando, sólo cuando alcanzo los mismos es que puedo aspirar no sólo un poco de aire, sino de calma; en ese estado perpetuo vislumbro a lo lejos la figura imponente de mi mejor amigo, agazapado en la oscuridad.

Un poco de rabia emana nuevamente a mi psique, tanto para lograr que componga casi una carrera hasta el pelinegro, sin embargo me detengo de súbito a mitad del pasillo al notar que no está sólo, no sólo eso, parece discutir a viva voz con dicha persona. Las maldiciones y los gritos se escuchan incluso a mitad de pasillo. Sin ser notado aún, me agazapo lentamente, escondiéndome detrás de un arbusto, acercándome lo suficiente no sólo para escuchar mejor, sino para ver mejor la escena. Saco la varita al ver una melena rubia, andando con el viento sin duda furioso. Nunca se sabe cuando el león, necesite refuerzos.

- ¡Te digo que no fui yo! - Brama Harry furioso, tanto que su voz casi se rompe ante sus alaridos -... Ella me beso de la nada; yo sólo intentaba ser amable... - Intenta explicar el pelinegro, moviendo tanto los brazos que tengo que reacomodar la varita, por sí debo hechizar a Malfoy.

- Amable y una mierda; amable es que te quedes al lado de la comadreja toda la noche porque eres un idiota, amable es compartir tus trabajos o ayudar a Granger contra las burlas...¡Eso no es amable, tú la querías besar maldito animal! - Acusa poseído el rubio, mientras sus palabras calan un poco más, hasta que la varita tiembla ligeramente en mi mano. Maldito rubio oxigenado. Apenas entiendo su discusión, mucho menos sus palabras. ¿Harry beso a alguien?. Que le importa eso a la serpiente.

- Te digo que las cosas no son así mi hermoso dragón... - Murmura Harry con cierta cautela, dejando de lado por los gritos, intentando acercarse al rubio; ante sus palabras, la mueca es imposible de contener -... Tengo al gran Draco Malfoy conmigo - Exalta con un orgullo que me genera un par de arcadas, mientras intento hilar las acciones y palabras ajenas; buscando algo de sentido, mientras siento que me pierdo parte de su conversación. Mucho más cuando ambos se abrazan. Esto debe ser alguna pesadilla.

- Esa perra - Masculla Draco con odio entre los brazos de Harry; mi cabeza dejando de lado las abrumadoras emociones que me ciegan, comienza a entender el panorama; quizás sea por lo húmedo de la bebida que me pringa la piel, pero comienzo a sentir frío el cuerpo -... Sí la vuelvo a ver; no sólo le romperé la cabeza de nuevo, sino que no fallare al apuntar al frente - Amenaza Draco aún en los brazos de Harry, el mismo asiente pacificador como nunca antes lo he visto, tomando la barbilla del Slytherin.

- Eres el único... - Asegura Harry, colocando la mano de Draco sobre su pecho, dónde suponía a pesar de la perspectiva estaba su corazón; esto más que irrisorio es traumático -... El único que puede hacer que el corazón rebelde lata sin consideración - Exalta bastante tierno el mago, pero en mi caso sólo atino a dejar caer la varita, jamás había visto tal despliegue de locura en los labios de Harry, sin embargo, esto no parece ser suficiente para aplacar a la serpiente.

- No me vengas con eso ahora maldito Gryffindor... - Acota enojado el rubio, pero sin soltarse del agarre melodramático de Harry, no se mucho de emociones pero sin duda la serpiente sólo manipula a Harry o es al revés, no lo se a cabalidad.

El resto de palabras que el mago quiso decir, fueron calladas de súbito por Harry, quién lo toma por el cuello de la camisa, manteniendo su agarre firme antes de besarlo con la misma intensidad con la cual le reclama el rubio oxigenado. La serpiente se resiste un poco, mientras los primeros jadeos escapan de su encuentro. Toda la escena logra que un sonrojo se apodere de mi rostro; Harry ante el primer sonrojo de Draco, sonríe con la picardía que siempre exalta en las clases de pociones, después de retar a Snape. No obstante esta vez es mucho peor, la lascivia coqueta le inunda las facciones, el mago pasa la lengua por la barbilla ajena que aún sostiene, bajando lentamente por el cuello del Slytherin.

-... Dime, Señor elegido... ¿También soy el único que logra esto? - Murmura con sevicia el rubio, llevando las manos hasta la entrepierna de Harry, logrando que Potter gima ahogado de pleno gusto. El calor enciende todos mis receptores, por sólo ese sonido; no entiendo bien el porqué después de todo es mi mejor amigo, no obstante, la ligera excitación me corroe la espina dorsal.

- Eres el único - Exalta Harry con la voz ronca, Draco le responde mordiéndose los labios, enredándose en una danza descabellada y muy sucia, dónde se supone que están discutiendo pero sólo jadean en la boca del otro.

- Idiota Potter, a-aca no... Estamos en medio del jardín - Se queja Draco, intentando quitarse de encima a Harry, el cual ya lo ha despojado de su túnica, logrando que esta termine en el suelo. La camisa del rubio fue abierta, mientras Harry en un acto meramente impúdico juega con sus pezones rosados.

- No hay nadie... - Asegura Harry, a la vez que giraba la cabeza a ambos lados rápidamente, me escondo con más ahínco entre el arbusto, sintiendo el corazón latiendo con fuerza, pero sobre todo, sintiéndome oscuramente caliente; espero unos minutos antes de emerger con más cautela.

Harry sigue con su trabajo al darse cuenta de que no hay nadie, logrando que en poco tiempo Draco gima abiertamente tan alto que sus alaridos, vibran contra mi piel caliente; ignoró por conveniencias los gruñidos de placer de mi mejor amigo. La serpiente en pequeños momentos intenta hablar, mientras Harry lo desarma por completo entre sus manos, sus gemidos se vuelven sórdidos hasta que logra que incluso mi entrepierna esté endurecida, y una fragante erección se ajuste contra mis pantalones. Hay más susurros que apenas entiendo, pero eso carece de importancia cuando Harry recoge la capa del rubio del suelo, junto al resto de su ropa. Un beso más y ambos desaparecen en un suspiro.

Estático me quedo admirando la nada, no sólo con muchas preguntas en la cabeza, sino sensaciones y emociones discordantes entre sí; un par de reglas rotas también se suman a mi cumulo de poco entendimiento, sin embargo, lo que más me perturba de mi mismo, es lo raro que se siente tener la entrepierna endurecida, a pesar de lo raro de la situación. El bulto en la misma se alza dolorosamente dentro de mi pantalón, y aunque obnubilado, la necesidad por tocarme y liberarme era intoxicante. 

- Soy un pervertido - Acoto en voz alta, sin poder creer mi estado, mucho menos la sensación tan obscena que causó en mí, los gemidos del hurón oxigenado. Puedo reconocer eso, en la soledad de la noche.

- No te culpo, incluso yo me he encendido con tal espectáculo - Murmura una voz detrás de mí, una no sólo presa de la oscuridad propia de la premisa, sino mucho peor; una voz que no espere escuchar. No esperaba una respuesta.

La vergüenza y el horror, surcan mis facciones a partes iguales; el calor me invade con más culpa las mejillas hasta tornarse del mismo color de mi cabello. La respiración se atora en mi garganta, mientras el corazón parece caer a mis entrañas con el dolor perpetuo de encontrarme infraganti. Reconocería esa voz en cualquier lugar, incluso en esta caótica concepción, trastocado con mi realidad me giro lentamente, buscando al hombre. Mierda. El búlgaro me sonríe de lado, la perversión detonando en sus pupilas consumidas por la obscenidad; palidezco ante su perpetua presencia.

- ¿Q-Qué haces aquí? - Tartamudeo aún un poco hincado contra el arbusto, sin perder mi escondite al menos a cabalidad. ¿El búlgaro había visto todo?. Como si el hombre leyera mis pensamientos, su perfecto acento búlgaro corroe la noche nuevamente.

- Sí quieres, puedo hacer como que no he visto nada - Masculla el jugador de Quidditch; la complicidad que pretende acotar, no es tal cuando la malicia está intrínseca en sus lentos movimientos que se acercan a mi cuerpo.

Ante sus pasos, mi cuerpo se pone en pie de súbito, la tensión logra que abra los ojos desorbitados, siendo tragado por la sombra ajena. Lo recorro con la mirada, el búlgaro tiene la piel de las mejillas inundadas en rojizo, los ojos dilatados y los labios húmedos; es obvio que ha estado bebiendo. Recuerdo entonces la razón de mi actual situación, toco automáticamente mi cuerpo ahora simplemente pegajoso, al secarse con el viento frío de la noche, el ponche que me ha derramado el mago. Viktor sólo me sonríe con mayor encanto, esa sonrisa que logra que las brujas se derritan.

Por un momento me planteo devolverla, sin embargo, recordando la premisa anterior me detengo, componiendo la misma mueca de siempre; así observa a todas las brujas, y estas caen a sus pies entre suspiros, no soy una bruja. Me irrito un poco ahora lejos de lo traumante de mi propia erección disminuyendo en los pantalones; la mala noche se ata a mi cabeza, también recuerdo mi destino; he tomado suficiente aire. Aunque un poco consumido por la sombra ajena, aprovecho la cercanía para deslizarme fuera de su alcance, ahora estoy preparado para volver a la torre de Gryffindor. Sin embargo, el mago no parece de acuerdo con mi premisa, deteniendo en seco mi andar, tomándome el brazo en mi proceso de avanzar; su fuerza logra que sisee ligeramente adolorido.

- ¿Qué quieres? - Inquiero buscando directamente sus ojos; la sonrisa en sus labios, se ha perdido en la noche. sus ojos dejan atrás un poco de lo brumoso del alcohol, en pos de volverse afilados e incluso irritados.

- Aún estamos hablando… - Brama arrastrando más de lo coherente las erres en su acento, excéntricamente marcado; casi parece un trueno -... ¿No se te ha enseñado que es mala educación dejar a las personas hablando solas? - Masculla el búlgaro, la seriedad cubriendo todo su impositivo tono; la sorpresa y la incredulidad me consumen en un instante.

- Me voy… - Compongo tratando de soltarme de su agarre, lo que menos necesito en estos momentos después de las emociones vividas en la noche, es un ebrio que me siga jodiendo la existencia -... Krum… - Siseo todo lo amenazante que puedo, sin lograr soltarme de agarre ajeno; el mago no sólo me sobrepasa por casi media cabeza, sino que su fuerza es superior e irritante. El búlgaro no retrocede ante mi pedido; lo observo con toda la rabia que me genera la situación. El mago, no se inmuta en absoluto.

- ¿Te importaría soltarme? - Cuestiono con el sarcasmo detonando en cada una de mis palabras, sin ocultar en absoluto mi rabia por el comportamiento ajeno.

- Él tenía razón… - Susurra el mago ignorando mis palabras con absoluta fijeza; encarno una ceja desconcertado por la afirmación ajena, no obstante antes de poder preguntar de qué diablos habla, el búlgaro prosigue como si nada -... Eres una amargada, pero me gusta - Comenta acercándose un poco más, a pesar de mi mueca evidentemente perdida. ¿Amargada?.

- ¿De qué mierda hablas ahora?... - Cuestiono sin un apéndice de compostura, irritado y ahora confundido; una composición abrumadoramente enrabietada que contamina mi ser hasta perder los estribos -... ¿Por qué mejor no me sueltas y te vas con tu novia/amante o amiga, lo que mejor te quede? Déjame en paz - Rujo como el animal enjaulado que compongo, pero contrario a todo panorama; el búlgaro me sostiene con mayor energía hasta que es directamente doloroso. 

Antes de poder maldecirlo como merece, el mago tira de mi muñeca hasta empujarme contra su pecho, abrumado por mi libertad apenas me doy cuenta de ello, hasta que choco por segunda vez en la noche, con su pared de músculos. Abro los labios indignado, pero una vez más, el búlgaro actúa por su cuenta más rápido de lo que puedo componer en mis irritados movimientos. El pelinegro me toma de la barbilla, juntando nuestros labios con la misma fiereza con la cual me sostiene el cuerpo. No es un beso tierno, ni siquiera amable; el embiste es lleno de salvajismo, a la vez que cierro los labios con fuerza, impidiendo seguir con su delirio.

Me remuevo con energía, no sólo por una libertad, sino por un cúmulo de emociones que me trastocan; he admirado al hombre desde que tengo memoria y él ha sido un hábil jugador, siempre ha sido presentado cómo misterioso, pero según las brujas cómo todo un caballero; incluso la mayoría de ellas que conozco han caído en sus redes, todos lo admiran, lo idolatran; pero el mago se empuja sin ninguna consideración contra mis labios, procurando una entrada que se le niega. Mentiría si no dijera que al menos una vez, observe su cartel en movimiento y me imagine esta irrisoria escena, sin embargo, en mi fantasía el mago era menos un bastardo, y más el caballero que todos admiran.

Gruño en desaprobación, mucho más cuando el bastardo intenta con mayor garbo, empujarme hasta el punto que desea, sosteniéndome con mayor energía la muñeca hasta que jadeo del dolor; la lucha parece ponerlo en buena sintonía, por ello dejó de pelear, jadeando también por el cambio de perspectiva. El búlgaro parece notarlo, porque retrocede ligeramente, la oscuridad me deja ver su ceño fruncido, síntoma sin duda de contrariedad al no cumplir su capricho; aún así, su belleza masculina no se reduce en absoluto. ¿Qué estoy haciendo?.

Al inicio del año, me he imaginado esta absurda fantasía al verlo ingresar en el gran comedor, ahora que la oportunidad está en mi mano, simplemente escupo sobre ella por la irritación que me ha perseguido toda la noche. El dolor en la muñeca, es lo único que me ata a la realidad, mientras me he perdido en las posibilidades y el color de los ojos ajenos, tragados por la oscuridad. El pinchazo de dolor escuece, pero me recuerdo que no soy una bruja, ni un niño; es sólo un poco de dolor, uno que no se siente del todo mal. Ha perseguido un león, le enseñaré lo fuerte que puede ser uno. Lo tomo con su misma fuerza del traje de baile, estampando de vuelva con la irritación aún en mi cuerpo, nuestros labios juntos.

El embiste es tan fuerte cómo el anterior, pero esta vez podemos componer una danza caótica llena de gruñidos, labios rápidos y lenguas que buscan cobijo en la cavidad ajena; el mago muerde mi sensible carne con tanta fuerza que siento cómo la sangre, comienza a inundar mi paladar, mientras su lengua parece querer ahogarme. Le devuelvo la misma soltura, aunque por momentos el mago,  me enjaule en la boca mi lengua; la saliva es tan espesa, cómo el mejor elixir para el dolor, hasta que pierdo la noción del mismo, absorbiendo las últimas gotas de saliva, me dejó sobornar por la lujuria que a pesar de todo, aún corroe mi sangre, aunque sea por los gemidos del rubio oxigenado.

El salvaje beso me destruye todos mis cimientos, mientras dejo libre la fantasía de mi carne. Ante el primer gemido ajeno en forma, mi cuerpo se tambalea, casi temblando entre los brazos contrarios, me ahogo en mi propio delirio; mucho más cuando el búlgaro toca a dos manos mi trasero, soltando mi muñeca, su agarre es eléctrico y me lleva a otra fantasía que jamás he escalado. Con la misma fiereza con la cual soy tomado, llevo mis brazos a su cuello, desviando uno de ellos para sostener su pecho, arañando levemente sobre la ropa, a la vez que muerdo sus labios, hasta probar el sabor dulzón de su sangre.

Mis caderas se mueven de súbito, ante el vaivén que marca el búlgaro, siendo recibido por un tipo diferente de dureza en el mago; mientras sus pulgares se clavan en mis caderas. Mi erección pide a gritos salir, al sentir todas las sensaciones enloquecedoras que me brinda la mano ajena; por lo tibio y palpitante que se siente la erección ajena, no soy el único desesperado por una liberación, mientras nuestras lenguas juegan cada vez con más ansias; el rojizo en las mejillas alcanza un nivel extravagante, mientras la excitación me nubla cualquier juicio. Krum murmura contra mis labios entre jadeos, no entiendo su primera acotación, sin embargo, sí que entiendo la segunda tanta de susurros.

Hermione - Murmura completamente ido el mago, jadeando cada letra del nombre ajeno. Abro los ojos que he cerrado, dejándome llevar por el momento; encontrándome con los ojos ajenos igualmente cerrados.

Su premisa me trastoca, mientras nuevos jadeos me corroen la garganta, pero esta vez por una noción diferente. ¿Cómo me ha llamado?¿Me está confundiendo con ella?. Lo único que comparto con la bruja, es la casa a la cual pertenecemos; ni siquiera nuestra estatura es similar, mucho menos nuestra fisonomía, tengo la entrepierna endurecida, puedo jurar que Hermione no puede configurar tal cosa. Enojado de nueva cuenta, esta vez mucho más ofuscado y ofendido, me separo bruscamente del cuerpo del mago, con tanta fuerza que el mismo trastabilla hacia atrás. Viktor me suelta de inmediato, como si lo hubiese abofeteado, aunque sólo me separo de su agarre.

- ¡Que te jodan, hijo de puta!... - Grito sintiendo el calor de la humillación incluso en mis huesos; el delirio ajeno incluso duele -... Sí tanto pretendes besarla, ve por ella y deja de perder el tiempo conmigo - Bramo cómo un animal enjaulado, ante el estático Krum; el mago no parece al tanto ni siquiera de sí mismo, mucho menos de mis gritos, casi parece perdido al observarme. Me recorre de arriba a abajo con absoluta fijeza.

- Lo siento - Masculla el búlgaro ante mi poseída forma, el mago se detiene en mi entrepierna endurecida y elevada; es obvio el bulto en la misma, esto espero le despierte los jodidos sentidos.

- No me digas que lo sientes - Mascullo furioso, cortando alguna otra palabra de súbito; su sonrisa perpetua vuelve a sus labios en un suspiro, parece maliciosa incluso. Mi furia escala a otro nivel si es que es posible. 

Abro los labios para maldecir hasta sus ancestros, sin embargo, el búlgaro intenta tomarme nuevamente de la muñeca, cortando así no sólo mi perorata sino mi locura; sin poder contenerme ante tanta desfachatez, cruzo su rostro sin pensarlo, la bofetada resuena en la noche consumiendo cualquier otro sonido. El mago se queda estático ante el golpe, como si no pudiera creer lo que acaba de suceder, yo en cambio tiemblo ligeramente ante la rabia. Ante el sórdido silencio y el caos de mi cabeza, decido escapar antes de golpear nuevamente al pelinegro; no obstante, el bastardo me toma otra vez de la mano con tal fuerza que siento que me romperá un hueso, no, directamente me astilla la muñeca.

El dolor me surca los sentidos, hasta que el chillido es imposible de contener; la presión me vuelve loco, mucho más ante el andar atronador que forma el mago, arrastrándome de manera vil a su paso. Lo maldigo e incluso lo golpeo en el brazo, removiéndome hasta la locura, pero Krum no parece encantado con mi bullicio, el bastardo me empuja contra una de las columnas más cercanas es su extravagante escapada, mi cuerpo choca contra la piedra hasta que logro hacerme daño en la espalda, la misma me araña dolorosamente, pero nada me prepara para el huracán que me cobija, al empujarse Krum contra mi cuerpo.

Viktor toma mi barbilla en su mano libre, encajando los dedos de forma dolorosa en mi carne; a la vez que busca mis labios con obsesión, los muerde directamente sin contemplación alguna, hasta que una mezcla de saliva, rabia y dolor me surcan los sentidos, el sabor de la sangre me inunda el paladar, pero ni aún así, el mago se detiene, succionando las heridas que ha creado antes de bajar por mi cuello, deshaciéndose de manera hábil de la tela que encuentra en su camino, mordiendo todos los parches de piel que desnuda, hasta llevarme a la locura; el dolor y el ligero placer me baña las entrañas endulzadas por la furia.

No entiendo mi cuerpo esta noche, mucho menos mi cabeza, la misma me tira de un lado al otro; empujándome entre sensaciones nuevas y dispersas, acotaciones que nunca pensé alcanzar, mucho menos de la mano del mago que se empuja contra mi garganta, casi rompiendo mi piel. Sin embargo, aunque mis sentidos se nublan ante las nuevas sensaciones, no le voy a dejar fácil el asunto de doblegarme. Estático recibo sus acometidas, mordiendo mis labios para evitar gemir ya sea de dolor o el ligero placer remanente en sus dientes rompiendo mi compostura. Krum al ver que no me muevo como un huracán me suelta, para dejar libres sus delirios, no obstante, ante el primer vestigio de libertad, empujo al mago con todas mis fuerzas, escapando de su agarre.

A pesar de mi estado, ni siquiera me planteo quedarme, corriendo de inmediato para perderme en la oscuridad, mientras Krum asimila lo que acaba de suceder, por supuesto su pequeño error es rápidamente corregido, a la vez que el mago me demuestra que no sólo es hábil deportista en el cielo o sobre una escoba; Viktor se apura hasta alcanzar mi paso a pesar de que corro con todas mis energías ligeramente abrumadas por la desesperación, el buscador de Quidditch me sostiene con la misma fuerza que una pared de roca; mi grito es insostenible cuando me eleva en el aire, tirándome sobre su endurecido hombro, me siento como un vil saco de papas, apenas se toma un par de segundos en tal estado, antes de sacar la varita y convocar la mía, misma que ha permanecido en el suelo, sólo hasta ahora me acuerdo de su existencia.

- ¡Bájame!... - Ordeno furibundo, mucho más al saber que tiene mi varita entre sus dedos, sin embargo el búlgaro sólo me ignora andando quién sabe a dónde -... ¡Krum! - Prosigo en vano, el mago deja los jardines con rapidez.

El pelinegro anda con tanta energía que casi parece trotar, aunque sospecho que es su forma de caminar habitual; siempre imponente, rápida e intimidante. En mi caso por más que pataleo y grito, el bastardo no se detiene a hacerme el mínimo caso, lo que es peor, no se detiene a bajarme de su hombro dónde me siento tan expuesto. Después de minutos de arduo andar y pelea conjunta; decido erguirme en toda mi estatura, al menos lo que puedo con el oscuro agarre ajeno casi moliendo mis huesos y músculos. Giró sabiendo que no se responderán mis preguntas, encontrándome con el camino obvio hacia el lago negro; la premisa me induce a un estado más visceral de desesperación.

Saco el aire de mis pulmones ante los obscenos gritos que le profeso al mago, preguntándome dónde están todas las personas, cuando a un demente estudiante de otra escuela se le da por secuestrarme; no hay salvación alguna, más que la de mi propia mano. Aún sin rendirme pero con las pocas opciones delante de mí, vuelto a mi estado de indefensión pura, intentando reponer un poco de las fuerzas que he perdido; un buen trasero me recibe por completo. La parte trasero de Krum como lo dicta su deporte, está ejercitado; bien formado, redondo y firme, una tentación para cualquiera sin importar su género, cualquiera haría un esfuerzo sobrehumano en no acariciarlo, en mi caso levanto la mano e impulsado por todo lo que siento en el momento, espanto con toda mi fuerza, un golpe en su firme carne.

La nalgada es tan fuerte que hace eco en la oscuridad de la nada, mientras en mi caso, incluso me duele la mano ante el brutal golpe. Viktor reacciona de inmediato, deteniéndose en seco, respirando como un animal enjaulado y gruñendo bajo, ni siquiera los dragones que he visto en el torneo, han compuesto tal comportamiento. La cólera se siente tensando aún más su cuerpo, aunque el mago no dice una sola palabra, mientras la densidad del aire se triplica hasta impedir que respire correctamente; mis instintos lo saben antes que mi propia mente, Krum responde el embiste. Siento su golpe sobre el trasero tan fuerte que sollozo directamente, el dolor me corroe nuevamente los sentidos hasta que me ahogo con mi propia respiración.

Viktor no permite otra interrupción en su caminata, andando incluso más rápido que antes, ahora directamente corre conmigo a cuestas. Sin duda no ha sido una buena idea, el búlgaro ahora está verdaderamente furioso, no sólo eso, puedo escucharlo maldecir en su lengua madre, no sé que dice pero puedo jurar que me advierte o peor aún, me amenaza sobre mi futuro. En pocos minutos con su maratón, llegamos a su barco, el cual por supuesto conoce a la perfección al andar como dueño y señor del mismo; llevándome por una perfectamente agrupada sección de corredores, todos llenos de puertas a los lados; sin duda está expandido mágicamente, para conformar la estancia más cuadriculada y seria posible, las paredes de madera oscura y la poca iluminación, sólo empeora mi estado reconociendo directamente el peligro.

Krum se detiene en una puerta de la nada, pateando la misma hasta que la madera cede ante su fuerza, esta se abre de golpe, hasta que el marco casi se rompe del impacto; sólo hasta entonces consumido por completo por la oscuridad de la habitación, me doy cuenta en verdad de en qué problema estoy metido hasta el cuello; el miedo me escala por la garganta hasta que es vomitivo, mientras mis entrañas se contraen dolorosamente, todo se acrecienta cuando el mago me empuja tormentosamente contra la cama; el bastardo me tira con tanta fuerza que el dolor sólo aumenta, mientras el colchón parece de piedra y mármol por lo duro que lo siento contra mi espalda.

Viktor retrocede de inmediato yendo hasta la puerta abierta de par en par, el mago la cierra de un portazo hasta que el sonido se rompe en la silenciosa habitación a oscuras, haciendo todo mucho más tétrico. Y aunque intento que no note mi horror y desesperación, dedicándole una mirada ennegrecida, irritada y peligrosa, todo mi acto se viene abajo cuando el hombre comienza a desprenderse de su ropa. Krum termina con los zapatos, no sólo quedando descalzo sino desnudo de cintura para arriba, y aunque esto compone sin duda otra fantasía para cualquier bruja y mago, mucho más de mi edad, no puedo disfrutar de la misma ante el miedo que configura observarlo casi desnudo.

Krum me demuestra que debo temer, al lanzarse contra mi cuerpo, a la vez que temblando me limito a forcejear con su cuerpo; pero es imposible no sólo el escape sino hacer otra cosa que no sea patalear. Su fuerza es extravagante, mientras que su altura ahora en la realidad de la premisa, es incluso mucha más de la que recuerdo al estar de pie; Viktor me saca al menos dos cabezas de altura, componiendo así una fuerte masa de músculo, no sólo furioso sino totalmente imposible de contener. El bastardo sabe de su capacidad, pero también de mi rápida manera de buscar una salida, al estar enjaulado; gracias a ello ataca directamente.

Espero que mi cuerpo sucumba de inmediato a su fuerza, llorar de dolor y pedir clemencia, contrario a ello aunque siento el poder ajeno, no con la fuerza esperada; lo cual me trastoca de inmediato. El búlgaro ataca mi boca, pero sin el delirio que he escalado antes, es impositivo pero no abusivo, ordena de mi boca, imponiéndose a sus delirios, abriendo mis labios que sorpresivamente se encuentran abiertos ante el delirio que me deja sin aire, sin embargo, no muerde hasta que emana sangre, sólo succiona cómo un completo hambriento, mientras su cuerpo tiembla en plena contención. Teniendo mis labios abiertos, continúa explorando mi cavidad, logrando que mi lengua responda antes que mi cerebro derretido.

El miedo aún pulula en mi sangre, mucho más cuando el búlgaro comienza a bajar por mi cuello con ganas, mordiendo sobre las marcas que ha dejado, pero también repasando las mismas con la lengua hasta que su toque húmedo, me eriza por completo la piel. La sangre vuelve a mi boca, pero esta vez ante la fuerza que empleo por no jadear ante ese primer y visceral embiste, mucho más ante el mordisco casi animal que me proporciona en el lateral de mi cuello; se perfectamente que allí sí ha saltado la sangre pero lo que es peor, mi piel no se resiente ante la marca que ha dejado en completa locura el búlgaro; antes de poder quejarme del dolor, mis defensas tambalean al sentir el primer beso adecuado de la noche.

Húmedo, suave y casi tierno, contrarresta por completo con su animal estado anterior; baja lentamente, sin utilizar la lengua en absoluto, sólo sus besos en forma de caricia hasta que mi cuerpo desobediente comienza a dejar lo tenso de lado, rindiéndose oscuramente al delirio que compone este encuentro sin sentido. Krum se levanta de mi cuerpo apenas lo justo, observándome directamente a los ojos; sus pupilas consumidas parecen hechizarme, mientras me maneja con la misma facilidad que un magizoologo a una bestia común. Lentamente tira de mi cuerpo, levantándome de la cama, deshaciéndose con parsimonia de mi túnica, la cual desliza lentamente por mis brazos, acariciando mis hombros y corroyendo lo último de densidad que queda en mis huesos.

Al empujarme nuevamente a la cama, todo cambia tan drásticamente que nuevamente quedo sin aire. Una vez apostado contra el colchón, Viktor se sostiene de sus antebrazos, a la vez que me toma de la ropa con fuerza, rompiendo mis ropajes como si sólo fuera una tela barata, observo con los pocos trazos de luna que entran por la ventana casi cerrada, como los vestigios de lo que fue mi chaleco se desintegran a mi lado en la cama, siendo seguido casi instantáneamente por la camisa, Viktor con un mero hechizo se deshace de los botones antes de romper la tela de un tajo. Sus besos vuelven al ataque.

El pelinegro saquea mi boca hasta que la lengua se adormece, y el aire me falta en los pulmones, quizás sea por la sensibilidad de mi piel después de tanto deshueso pero cada embiste se siente como mil, la carne me arde y las sensaciones son casi enloquecedoras; sus besos comenzaron a descender nuevamente pero ahora al tener el torso desnudo, se hace señor de cada centímetro de mi piel, succionando y mordiendo a su antojo, hasta llegar a mis pezones, los cuales tortura de una manera tan exquisita que me lleva a jadear directamente; al sentir sus dientes tirar de los pequeños montículos sensibles, no sólo soy consciente de mi nueva dureza, sino del dolor placentero que me recorre la espina dorsal.

No me alejo de ambas cosas, aunque tengo aún tengo ciertas reservas, no sólo con mis fantasías sino con la situación en sí misma, me aferro al cuerpo ajeno apagando mis sentidos, disfrutando de la indecencia de Viktor. Bajo mis manos por su torso, sintiendo la piel endurecida por el músculo; avanzo sin pena alguna hasta el inicio de sus pantalones, al mismo tiempo que siento los propios sufrir el mismo destino que el resto de la ropa, siendo arrancada sin contemplación, vergonzosamente sólo en ropa interior, intento removerme, pero el mago, se deshace de mis zapatos rápidamente antes de quitar también las medias.

Al estar sólo con la distendida ropa interior, se queda contemplándome por largos segundos, aunque dudo que pueda ver mucho con la escasa luz en la habitación. Se que observa el rastro que han dejado las lágrimas que han brotado por el miedo, el rostro por completo rojo y la piel anormalmente blanquecina; una vez consume toda mi imagen hasta la saciedad, se levanta nuevamente, componiendo una danza que lentamente lo deja sin ropa, misma en dónde no deja de observarme, siempre al pendiente de mi reacción. Después de unos escasos minutos, el búlgaro se encuentra en la misma posición que mi cuerpo; por un segundo me sonríe de su manera apenas visible pero sin duda seductora.

El búlgaro vuelve a mi cuerpo, empujando sus caderas contra las propias, hasta que puedo sentir a cabalidad la erección casi dolorosa en sus pantalones, misma que se frota con descaro con la propia; su boca vuelve al ataque en mi pecho, plagado de pequeñas marcas que enrojecen con locura mi piel blanca, la forma de su mordida sin duda debe estar impresa en mi carne, me empujo contra su cuerpo, encantado con las sensaciones, mucho más cuando el mago introduce su mano más allá del elástico de mi ropa interior, en un sólo parpadeo, Viktor toma la base de mi pene con justa fuerza, enjaulando el mismo en una dureza llena de placer que me vuelve loco. 

Gimo obscenamente hasta romper el silencio de la habitación nuevamente, Krum me sonríe una vez más en su forma más pecaminosa. La lascivia es un detonante perpetuo en su mueca, mientras me muerdo los labios más qué hinchados, comienzo a temblar de nueva cuenta aunque por una razón diferente. Viktor sigue sin preguntar su vaivén, no necesita confirmación de lo que bien que se siente, el búlgaro me vuelve un demente, masturbando con justa dureza pero suavidad mi erección adolorida por más tiempo del que podía soportar; me pierdo en el placer, hasta que al abrir los ojos una vez más, no sólo estoy desnudo por completo sino que Viktor me lleva rápidamente a la concepción de un orgasmo prematuro.

Casi en el cielo mismo, Krum se detiene logrando que abra los ojos que había cerrando de forma inconsciente, lo observo a media asta, bañado por los escasos rayos de luna, el pelinegro se consume entre las sombras, a la vez que empuja ligeramente mis piernas hasta abrirlas por completo; sólo con ese ligero movimiento y la mirada consumida ajena, mi cuerpo totalmente inexperto en el carnal asunto, se tensa de miedo. Mi cuerpo tiembla a la vez qué cierro los ojos con fuerza, esperando inexplicablemente el dolor obvio de la primera vez, según los rumores que he escuchado. Sin embargo, Krum dista mucho de esto, se limita a subir nuevamente a mis labios, dejando sutiles caricias con sus propios labios.

- No me temas, no te haré daño - Susurra con su voz ahora sin una pizca de humedad producida por el alcohol, su tono es el mismo que usa cotidianamente; calmo, serio y apenas fluctuante -... No te tenses - Advierte aunque apenas lo entiendo, mi cuerpo casi hace lo contrario al sentir su dedo húmedo al filo de mi entrada.

No sé en qué momento lo hace, pero el búlgaro ha empapado sus dígitos en algo mojado y ligeramente frío, a la vez que atento a la sensación que me corroe desde mi parte baja, apenas me doy cuenta el verdadero designio de ese dedo, hasta que el mismo ingresa en mi cuerpo hasta la mitad de su longitud. Me tenso aunque me ha advertido lo contrario; el dígito era incómodo y ligeramente doloroso, jadeo de la misma forma, logrando que Krum se quede mortalmente quieto, esperando que mi respiración se regule un poco, y mi cuerpo acepte al nuevo invasor. Al ser la primera vez me cuesta un poco, sin embargo, Krum espera paciente, plagando mi pecho de débiles caricias de su lengua.

Sólo cuando lo tenso de mis músculos se pierde en la nada, Viktor comienza el vaivén lento, llevando su solitario dígito hasta el final antes de retroceder hasta que la incomodidad desaparece; mis caderas se mueven casi por sí mismas ante la nueva sensación, buscando más de la misma. Mi cuerpo se consume en la sensación adecuada, volviendo a querer el cielo que he escalado anteriormente, Viktor nuevamente se da cuenta de mi estado, el pelinegro introduce un nuevo dedo en mi virginal entrada. Este duele un poco menos, mucho más cuando Krum busca mis labios, plagándolos de besos hasta que el aire me falta.

La ternura no es el sinónimo de sus besos, pero entre la suavidad y la aspereza de los mismos, mi cuerpo se pierde; sin duda puedo perderme a mí mismo en estos, mi cuerpo parece alarmarse con la consigna, pero mi deseo es mucho más fuerte y pierdo totalmente el sentido de la idea, cuando Krum simplemente jadea en mis labios, encantado con la flexibilidad de mi entrada sin profanar dónde ha podido colar tres dedos. Al moverlos en perfecta sincronización, incluso abriendo mi carne por primera vez, el placer me vuelve totalmente loco. La mente se me nubla, mientras me arqueo contra el cuerpo ajeno; al golpear con la punta de sus dedos, un lugar extraño en mi interior, los gritos empiezan a escalar mi garganta, a la vez que los temblores corroen todo mi cuerpo.

Cierro los ojos, disfrutando del delirio en el cual me sumerge el búlgaro, perdiéndome en la oscuridad de los sentidos; apenas escucho que el pelinegro se mueve pero poco me importa cuando empuja con decisión sus dedos, una y otra vez contra ese sensible lugar. Mismos que retroceden despacio una última vez, cuando escalo sutilmente el cielo que busco con ansias; entre suspiros no puedo componer otra cosa que una gelatina sobre el colchón, quizá por ello sólo despierto cuando siento que empuja una vez más mis piernas con su rodilla, a la vez que se acomoda mejor; abro los ojos de súbito entendiendo el mensaje. Los ojos van directamente a su entrepierna.

El miedo se apodera nuevamente de mi sistema, al ver el tamaño de su erección; la longitud y el ancho, era mucho más de lo que jamás vi en mis pocos años de vida, tanto para lograr que trague saliva ruidosamente, antes de que pueda consumirme por el miedo, Krum se empuja contra mi entrada. Me tenso ligeramente ante el movimiento, pero al cobijar su dureza, Viktor nuevamente me cobija entre sus brazos, su respiración totalmente errática sobre mis labios, su cuerpo temblando y su boca rugiendo inentendiblemente en su idioma natal, sin embargo, esto suena muy diferente de antes; suena como un ruego o promesa que sella con un par de besos necesitados.

Sorpresivamente sólo se necesito eso, para volver a mi estado anterior, permitiendo la intromisión ajena, pero sobre todo, para que el miedo retroceda de inmediato. La cordura también se pierde, al sentir como empuja otro poco de su longitud; me ato a su cuello con fiereza, al comenzar a empujar en forma su dureza contra mi virginal cavidad. En medio de jadeos, gruñidos y cierta incomodidad, el pelinegro se empuja centímetro a centímetro en la estrecha entrada; sin embargo casi alcanzando su longitud por completo, la luz de la luna me muestra una realidad ignorada hasta ahora, sobre su hombro, en dónde se une con su cuello, hay una marca rojiza, extensa y al parecer fresca. Obviamente no he procurado la misma.

En toda la noche, apenas había tocado al búlgaro, mucho menos había encajado mis dientes en su cuerpo; al menos con la intensidad para crear semejante hematoma, uno por completo de propiedad, uno cómo los que porto gracias al pelinegro. Mi cuerpo convulsiona ante ese minúsculo asunto, y llevado meramente por la estupidez, muerdo con fuerza la endurecida piel ajena; mis dientes se encajan con la misma fiereza que ha dejado libre Krum en toda noche, logrando que el mago no sólo gruña por el dolor, sino también por el placer sonrío al darle una cucharada de su propia medicina.

Sin embargo, mi euforia es momentánea, al pasar la lengua por su herida tratando de calmarlo, Krum empuja sus caderas hasta el fondo. Gimo verdaderamente adolorido, abriendo los ojos a su capacidad por completo, encajando las uñas en sus hombros; mientras las lágrimas inundan mis pupilas levemente. Siento que me ha roto en dos el interior. Krum no se mueve, pero poco alivio compone cuando mi cuerpo, ha sido abierto de manera tan invasiva y por primera vez; incluso puedo sentir mi entrada, consumirse en un calor extraño y nunca antes sentido, mi mente comienza a quedar en blanco, pero no por la sensación placentera que persigo.

- Sácala, duele mucho - Procuro encontrando apenas mi voz, aunque intento no rendirme a las lágrimas, el dolor es totalmente nuevo y abrumador.

La presión en mis entrañas, se siente extravagante e incomoda; sin poder solventar la misma no sé cómo responder al estímulo, mucho más ante el dolor sordo que me inunda mí entrada expandida hasta sus límites. Esto por supuesto, no se compara a sus dedos en absoluto. Krum no se mueve mientras intenta calmarme, pero incluso su respiración errática y sus ligeros besos, tardan en disminuir el dolor que me corona, a pesar que comienzo a adaptarme a su tamaño, mucho peor su grosor.

Viktor seca las lágrimas que he dejado libre, mientras gime un par de veces al intentar moverse en mi interior; las leves embestidas siguen presionando todas mis entrañas a la vez, la incomodad se aloja al final de mi estómago, pero en gran medida empieza a retroceder el dolor, a la vez que Krum retrocede sus caderas; llega tan profundo en mi cuerpo como jamás pensé que alguien podría llegar, pero Krum parece encantado, mientras abre mis piernas con obscenidad, haciéndose un adecuado lugar dentro, me acostumbro a su tamaño, siendo mucho más fácil sus embestidas; la velocidad se hace dueño de nuestras caderas conjuntas. 

- ¡Krum… Más! - Rujo desesperado, tanto que no puedo reconocer mi propia voz alzándose de manera tan perversa, rogando por ser penetrado por el búlgaro. Empujo mis caderas para encontrarlas con las ajenas, logrando que Viktor, llegue hasta el fondo, volviendo a salir casi al instante.

No hay objeción alguna en mi pedido, Viktor toma un vaivén casi enloquecedor, entrando y saliendo de una forma tan invasiva que debo soltarlo para evitar que me arrastre en medio de su delirio, el mago se alza sobre mi cuerpo, permitiendo que las sombras consuman su cuerpo desnudo y ligeramente lleno de sudor, mientras pierde el control por completo, empujándose sin cuidado alguno en mi cavidad, las lágrimas vuelven a mis ojos, pero esta vez las sensaciones son tan abrumadoras que no sé a qué se debe exactamente; araño sus fuertes muslos, cómo mi único conector a la realidad, al perderme casi por completo en la lujuria del momento.

- ¡Viktor… Más rápido, por favor! - Ruego vilmente sin importarme lo desesperado que parezco, sobre todo al sentir que escalo nuevamente mi ansiado cielo.

Puedo tocar las nubes ante lo abrumado que me siento en todas las sensaciones discordantes entre sí que me regala Viktor, intento avisar al pelinegro del inminente orgasmo, pero es inútil con el vaivén sin control alguno que compone el mago, su movimiento es errático y violento, embistiendo con fuerza, llegando tan profundo que ante una nueva penetración en ese punto lleno de sensibilidad, logro correrme con un grito que retumba en toda la habitación. Alcanzo mi ansiado orgasmo, llenando ambos cuerpos de mi semilla blanquecina; me pierdo por completo, dejando que Viktor juegue con mi cuerpo como mejor le plazca. 

No puedo componer otro pensamiento que no sea un placer abrumador, ni siquiera vislumbro adecuadamente el cuerpo ajeno sobre mí, quién empuja con más violencia si es posible, entrando tan rápido en mi cuerpo que apenas lo siento salir; sólo le bastan un par de penetraciones más, para alcanzar su orgasmo. El gruñido que profesa es casi animal, mientras a mi parecer es la melodía más dulce, recibo un beso desesperado mientras el mundo comienza a perder nitidez, mucho más color; los ojos se cierran de forma natural y lo único que alcanzo a escuchar es a Viktor susurrando un par de cosas inentendibles aunque habla en fluido inglés. Caigo por completo en la inconsciencia.

El mundo de las sombras es suave, cálido y apenas siento que me mueven; siento la dureza ajena, cobijarme antes de sumergirme en la oscuridad. La respiración errática de Viktor me acompaña en todo el camino. No sé cuánto tiempo pasa antes de recobrar la conciencia, sólo sé que me siento sofocado hasta la saciedad. El despertar es lento, un poco doloroso y en demasía caliente; los parpados pesan lo justo cuando intento separarlos, pero después de un par de intentos, logro abrirlos por completo. Me levanto lentamente de la cama, viendo hacia ambos lados, entendiendo rápidamente que no hay nadie en la habitación.

Una emoción dispersa, me cruza el cuerpo apenas despierto. ¿A dónde ha ido?. Intentando buscar la respuesta me apuro a levantarme, jadeo de súbito, a la vez que el aire me falta de los pulmones; caigo cómo peso muerto sobre la cama revuelta, al sentir un lacerante dolor en mi espalda baja, tan agudo que me marea de inmediato. ¿Esto se siente al dejar de ser virgen?. Respiro a bocanadas, sin saber que más hacer ante el dolor sordo que incluso me eriza la piel; me toma muchos minutos poder respirar correctamente, mitigando un poco del ardor y la incomodidad. Tomo un par de almohadas, para poder sentarme derecho, sin sentir que descanso mi cuerpo, encima de una losa de mármol.

Aún con la incomodidad pululando en mi interior, reparo con más energía mi alrededor, apenas he echado un vistazo a algo que no sean mis piernas cubiertas, debido al dolor de mi parte trasera. Me encuentro con una amplia habitación, mucho más de lo que espero al ser un barco, peor aún, Krum un simple estudiante, incluso aunque sea un jugador de Quidditch profesional. La habitación grita Durmstrang en todo su esplendor; cortinas rojas, sabanas negras, alfombras y cobertores de piel, muebles de madera maciza y un baúl grande a la orilla de la cama. ¿Acaso este tipo es un príncipe?. Por ser un capitán, es obvio su trato preferencial, sin embargo, esto es extravagante; mucho más sin el búlgaro en la estancia.

Repaso una y otra vez la habitación hasta que me rindo por completo, tanto para ponerme en pie envuelto en las sábanas negras; los pasos son lentos y temblorosos, pero logro estabilizarme después de la primera quincena de los mismos. Mis pies me llevan al baúl cerca de la cama, allí encuentro la varita ajena junto a la propia, frunzo el ceño de inmediato. ¿A dónde podría ir el búlgaro sin su varita?. No tengo respuesta por supuesto, sólo la soledad extrañamente abrumadora de la gran habitación, con una sensación vomita en las entrañas, me apuro a buscar mi ropa, encontrándola totalmente desgarrada a los pies de la cama, supongo que dónde la ha tirado el búlgaro en medio del ajetreo.

Suspiro repentinamente cansado, ando aún con un poco de dificultad hasta los trozos de mi ropa; convoco mi varita para ejecutar un rápido reparo, volviendo a la normalidad la ropa, sin embargo, lo pegajoso de mi piel me incomoda incluso contra las finas sabanas, localizando una puerta en la habitación además de la puerta principal, me pierdo en la misma, dejando atrás las telas negras, como sospecho es un baño privado; el baño me toma mucho más de lo que quisiera, sobre todo al limpiar a profundidad mi entrada hinchada y adolorida; las mejillas se tornan rojizas ante tal delirio, pero consigo componerme al salir de la ducha, toda mi piel irritada se resiente cuando hago el ligero amago de vestirme con el traje de noche.

Paso de cualquier tela que no sea necesaria, colocando sólo los pantalones y la túnica encima, cerrando todos los botones de la misma; al verme en un espejo cercano, sólo observo que se me ve un vestigio de la clavícula, pero el resto está bien cubierto, un nuevo suspiro me corroe los sentidos; es lo mejor que puedo lograr, después de todo, nadie me va a observar a esta hora. A pesar de la obvia oscuridad de invierno, mucho más con la nieve, siento que es muy temprano, apenas hay luz para observar más allá de las velas pululando en las esquinas de la habitación. Sabiendo que no puedo tardar mucho más en la habitación ajena, busco dónde poder dejarle una nota; sobre el escritorio no sólo encuentro pluma, tinta y pergamino, sino también una nota.

« Siento no saber cómo te llamas, pero lo de anoche fue genial. Sin embargo, sería un gran problema si te ven en mi habitación o saliendo de ella, mucho más sí nos ven juntos.

Espero entiendas lo que quiero decir, no quiero sonar como un bastardo, pero simplemente tengo una imagen que guardar. Se que eres mi fan y aunque se que debes estar feliz por entregarme una buena noche, te pido este favor personal; guarda nuestro secreto. »

Viktor Krum.

Leo la nota que compone más un pedazo de pergamino desgarrado, las palabras aunque sencillas y en cierto punto coherentes con la situación, me golpean las entrañas de una manera absurda. La realidad vuelve a mi cabeza, logrando un nuevo suspiro, sólo ha sido una sola noche, aunque haya perdido la virginidad de manera tan bestial. Entiendo por completo su posición, pero eso no evita que mi cuerpo se sienta desgarrado y las lágrimas pululen por salir, aunque las contenga por muy poco; las mejillas se me tintan de rojizo, ante la obviedad de mis tontas emociones. El búlgaro sólo me follo, no puedo simplemente pensar en fantasías estúpidas. Tomo en consecuencia un pedazo de pergamino, pluma y papel.

« Entiendo perfectamente tu posición, no te preocupes esto sólo fue una noche; nunca se sabrá lo que aquí ha pasado. »

Me planteo dejar una firma, pero desisto rápidamente de ello; Krum no sabe quién soy, al menos en la racionalidad de la premisa, sólo me ha visto al lado de Hermione, esto es lo mejor para ambos. Al terminar de escribir la escueta nota, las ganas de llorar anteriores se consumen en la nada, como si nunca hubiesen existido. Cansado hasta la médula, me alejo del escrito dispuesto a irme a la torre de gryffindor, sin duda he tomado demasiado aire. Sólo ha sido una buena noche, me lo repito un par de veces más, hasta amoldar las palabras a mi lengua. Decido una vez he terminado con ello que nada de esto ha sucedido.

Tomo mi varita antes de salir de la habitación ajena, teniendo el suficiente cuidado de observar detrás de la puerta antes de dejar la misma; ando por los pasillos en una nueva perspectiva, observando los corredores por completo despejados, aún así, tengo cuidado de evitar ser visto; al salir del gran barco, mi pensamiento sólo me empuja hacia la sala común de gryffindor. Ando por los caminos que conozco de memoria, sabiendo que a esta hora estarían libres. Al ver al alba, sólo puedo recordar la nota ajena, sólo ha sido una noche; ingenuamente creí que mi primera relación sexual sería diferente, sin embargo, no me arrepiento en absoluto. Sólo ha sido una noche

 

Notas finales:

Espero que les halla gustado y espero sus quejas, comentarios y recomendaciones 

hasta la proxima~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).