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Wolf's Sonata por Pandora09

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Notas del capitulo:

FullMoon ~ Sonata Arctica

Sitting in a corner all alone,
staring from the bottom of his soul,
watching the night come in from the window.

It’ll all collapse tonight; the fullmoon is here again…

 

En la penumbra, su teléfono marcaba la media noche.

La brisa agitó los arbustos del ante jardín y Sehun soltó un suspiro sin querer resignarse aún. Las velas sobre la mesa estaban a punto de consumirse completamente y la comida yacía fría y abandonada sobre los platos de porcelana que su padre se permitía utilizar únicamente en ocasiones especiales.

Observó el bosque frente a su casa y la forma en que luz de la Luna perfilaba los frondosos árboles, mientras se abría camino hacia el cielo, amarilla y esplendorosa. En la lejanía, un animal le aulló.

Se preguntó si algo había pasado, cuáles serían las razones que justificaran el retraso de Yixing –porque aún no se permitía aceptar su ausencia total.

Había planeado esa cena durante casi dos meses, desde que se atrevió a aceptar los sentimientos que tenía hacia el chino. Esperaba que este aceptara ser su novio, incluso si le parecía estúpido, apresurado o un simple cliché.

Pero Yixing no llegaba y la oscuridad cubría su casa y sus fútiles ilusiones.

Afuera, la Luna se burlaba de su abandono.

Con el orgullo herido, tecleó el número de su mejor amigo y esperó a que este le respondiera luego del tono de llamada, pero la única voz que escuchó fue la de la operadora mandándolo al buzón de voz.

Yixing le había prometido estar en su casa a las ocho, para la cena. Incluso debía llevar el postre y Sehun no comprendía por qué, de todas las veces que se habían organizado para salir o solo juntarse a jugar videojuegos, decidía perderse la cita más importante.

Observó la calle solitaria frente a él, con la vana esperanza de verlo acercarse, pero no apareció. Ni siquiera algún animal perdido hizo acto de presencia como premio de consuelo. Al otro lado, el bosque susurraba una triste melodía.

La noche se volvía deprimente a medida que el ambiente terminaba de oscurecerse y las bestias salvajes cobraban vida. El lugar no era el paraíso, a ojos de Sehun, pero era bastante tranquilo, lo suficiente como para no tener que preocuparse por algo más que sacar buenas calificaciones; pero al mismo tiempo era tenebroso, tanto que decidió encerrarse en su habitación luego de escuchar los sonidos del bosque el tiempo suficiente como para tener pesadillas con eso. No era muy raro saber de gente desaparecida en la arboleda, generalmente se trataba forasteros que se internaban a explorar el bosque sin conocerlo y acababan siendo devorados por alguna bestia.

Luego de la muerte de su madre, Sehun había considerado la idea de ser uno de los imbéciles que se internaban en el bosque sin volver a salir de él, pero su padre había sido una de las razones para no hacerlo, el hombre había sufrido demasiado con la pérdida de su esposa como para perder también a su único hijo. Yixing había sido la otra, apareciendo en su vida en el momento más difícil, decidió aferrarse a su amistad como a una cuerda de vida. Amistad que creció hasta el punto de volverse algo indispensable y más profundo que una simple camaradería.

Y ahí estaba, decepcionado y humillado, hecho ovillo bajo las mantas y ocultando los estremecimientos de miedo que le provocaban los aullidos provenientes del bosque.

 

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A la mañana siguiente, una espesa bruma cubría el asfalto mientras se dirigía a la secundaria donde había estudiado el último año antes de comenzar a prepararse para la universidad, sin llegar a inscribirse en alguna carrea. Apenas había amanecido y las calles estaban desiertas, pero de todas formas el aire se sentía viciado, como cargado de algún tipo de energía negativa.

Era día sábado, por lo que el establecimiento estaría vacío y eso lo consolaba después de que Yixing no respondió ninguna de sus llamadas o mensajes, necesitaba estar solo y superar la humillación antes de enfrentar a su mejor amigo.

Se encontró con el conserje en el patio trasero del edificio y este lo saludó como cada mañana, sin sorprenderse por ver a algún estudiante durante el fin de semana. Era normal que algunos clubes se reunieran los días sábados o llegaran alumnos a cumplir con sus castigos. También era normal que la sala de ensayos del club de baile estuviera desierta, considerando que eran apenas diez los que asistían frecuentemente y Sehun, apoyando a Yixing, había dado un par de clases de baile ahí.

Frente al espejo que cubría una de las paredes, su rostro demacrado le devolvía una sonrisa miserable. Se lo había buscado, después de todo.

Soltó un poco sus articulaciones y calentó luego de conectar su celular al parlante, dejándolo en modo avión porque no quería ser molestado mientras descargaba el estrés que la noche anterior le había provocado.

No era que hubiese esperado una declaración de amor eterna de parte de Yixing ni nada por el estilo, solo había querido confesar sus sentimientos y liberarse del peso que significaba mantenerlos en secreto. Y no, tampoco era un secreto realmente, era más como un secreto a voces. Su relación con Yixing había sido corta pero intensa, ambos se habían salvado de alguna manera y eso acabó por conquistar su ingenuo corazón. Debido a las circunstancias de sus vidas, no podía imaginar vivir lejos del chino, sin su sonrisa y sus palabras de aliento. Yixing era una brisa de verano en ese pueblo gélido.

Incluso habían compartido su amor desmedido por el baile y por eso estaba ahí, con la infantil esperanza que Yixing llegara en algún momento y excusara su ausencia la noche anterior. Durante las vacaciones, ese había sido su refugio.

Y así pasaron las horas, no podía decir cuánto tiempo estuvo bailando, pero cuando fue consciente de sí mismo, el sudor pegaba mechones de cabello a su rostro y marcaba figuras oscuras en su camiseta.

Se dejó caer al piso con un jadeo y fijó la mirada en el techo. Seguía esperando, comprendió cuando desvió la vista hasta la puerta. Por suerte nadie del club de baile apareció y vio su miseria. Ni siquiera Yixing.

Se preguntó si tendría alguna llamada de su amigo, si esperaba darle alguna explicación o simplemente aparecería el lunes en clases como si nada hubiera pasado. Yixing era un experto en ignorar voluntariamente las cosas importantes.

Cuando salió de la sala, se encontró con una cortina de agua nublando el paisaje. La lluvia caía suave pero espesamente, con gotas acariciándole el rostro y empapando el asfalto. Era el tipo de lluvia que podía darse en cualquier época del año, cálida y delicada, pero tétrica de alguna forma.

La pequeña ciudad bordeaba un bosque frondoso, un verdadero bosque solía decir Yixing. Desde los edificios académicos hasta el hospital encaraban la arboleda, por lo que debía caminar en paralelo para llegar a su casa.

Con temor, vio el agua golpear y sacudir las hojas a medida que la lluvia se intensificaba. Cualquiera diría que era un presagio, el ver como la tierra parecía estremecerse y las bestias emergían de sus escondites. Cualquiera, menos un Oh Sehun con el corazón roto.

Su casa estaba completamente vacía al llegar y la nota que le dejó a su padre estaba de la misma forma en que la dejó, por lo que adivinó que el hombre aún no pasaba por ahí. No le sorprendió su ausencia, pero tal vez le hubiese hecho bien tener una conversación de corazón a corazón con él. Tampoco había recibido alguna llamada. O eso pensó, porque cuando vio su celular se dio cuenta de que nunca le quitó el modo avión.

Tenía más de veinte llamadas de su padre, las que ignoró olímpicamente cuando vio la única llamada perdida de Yixing y decidió llamarlo a él primero.

Yixing no respondió a la primera llamada y tampoco a la segunda, lo hizo su padre a la tercera.

- ¿Sehun?

Sehun, como cualquier persona normal, sabía que cuando un policía o un médico contestaba un celular ajeno, lo hacía porque algo malo había ocurrido. Su padre era policía.

- ¿Dónde estás?

Afuera, la lluvia caía sacudiendo hojas y repiqueteando contra ventanas; al otro lado de la línea, su padre hablaba con voz temblorosa:

- Estoy en la casa de los Zhang.

 

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Había estado bailando durante casi todo el día, sin comer nada y apenas tomando agua. Tampoco había dormido mucho durante la noche, por lo que sentía que su cuerpo se caía a pedazos. Estaba cansado, exhausto, pero eso no impidió que llevara su cuerpo al límite y corriera con todas sus fuerzas bosque abajo.

La casa de Yixing estaba casi al borde, era una de las últimas y más aisladas. Si no fuera por su vecina chismosa, nadie se habría enterado de lo que allí ocurrió.

Con el corazón en la boca y los pulmones ardiendo, llegó al lugar solo para encontrarse una banda policial cercando la casa. Tres patrullas la custodiaban, la camioneta del servicio médico estaba estacionada al frente y muchos curiosos se aglomeraban alrededor del jefe de policías.

Su padre lo miraba desde la entrada y lo quiso detener cuando entró como una estampida y Sehun deseó haberlo hecho, porque nunca olvidaría la escena, la sangre y los cuerpos desgarrados sobre la alfombra de la sala.

Una masacre. No había otra forma para describir lo que había pasado. Una sádica y sangrienta masacre. Podía oler el metal de la sangre, que se coagulaba en el piso y se escurría por las paredes en señal de que alguien había querido huir. Podía sentir el pánico que estaba impregnado en cada mueble. Podía imaginar perfectamente a Yixing asustado, contemplando impotente su futuro, su final.

Y no pudo evitar el grito agónico que sacudió su cuerpo cuando vio las marcas que lo llevaban de vuelta hacia afuera, que cruzaban el antejardín y se perdían en el bosque. Los cuadernos y lápices de Yixing junto a trozos desgarrados de su ropa manchada de sangre.

Su mejor amigo. El amor de su vida.

Zhang Yixing y sus padres sucumbiendo ante un destino fáustico que no se habían buscado y que no merecían porque Sehun no conocía personas más buenas que los Zhang.

Así que simplemente lloró, con su padre abrazándolo para contener los espasmos que lo azotaban, intentando reunir los trozos de su corazón por un Yixing que ya no existía y todo lo que dejó fue un rastro de sangre sobre la tierra.

A la distancia, de algún lugar perdido en el bosque, el aullido de una bestia silenció su llanto.

 

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La Luna Llena era la única testigo de su agonía.

Pálida y deslumbrante, contemplaba en silencio su transformación.

Inmensa y lejana, solo su luz plateada le daba consuelo.

Cruel y ambiciosa, le quitaba la poca humanidad que le quedaba para convertirlo en una bestia.

Soltó un grito desgarrador cuando su espalda se arqueó y cada vértebra se salió de lugar. El resto de sus huesos se engrosó y quebró hasta dejarlo como un saco de vidrios rotos. Sus uñas se deformaron y desgarraron la piel de los dedos. Los dientes le atravesaron los labios y el sabor a aluminio bañó su boca a medida que se ahogaba con el líquido y el calor de sus músculos creciendo lo sofocaba.

Un búho ululó en algún lugar y un lince gimió con él. Abandonado en medio del bosque, todo lo que podía sentir era la vida silvestre acariciándole la piel. Las hojas se mecían a un ritmo constante, como queriendo decirle a su corazón desenfrenado a qué velocidad latir. Y el aroma a humedad y madera lo reconfortaba un poco cuando no se mezclaba con el metal de su sangre.

En el cielo, opacando a las estrellas, la Luna le sonreía a su neófito hijo.

Notas finales:

Solo publico esto hoy porque, según mi calendario lunar, hay Luna Llena.

Y porque gracias a esta canción en vivo, comprendí por qué puedo shippear tan descaradamente a los chinos y no a los metaleros... Sí, Tony y su movimiento de caderas.


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