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¿Qué es el bien y el mal? por gabusolleks

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Una semana había pasado desde que Seto decidió que Joey fuera su sirviente personal.

Cada noche obligaba al rubio a tener sexo con él, sin importar lo que el ex soldado sintiera.

Al principio le parecido entretenido como el rubio se resistía, pero con el pasar del tiempo le fue molestando.

Su prisionero se mordía los labios para no sacar ningún gemido de placer de su boca, a decir verdad le parecía impresionante su fuerza de voluntad, otra de las cosas es que por más que  lo intentara nunca le miraba a los ojos siempre desviaba la mirada y aunque el castaño era quien hacia todo.

 Joey evitaba el contacto físico, aunque no lo demostrara el comandante anhelaba muestras de afecto del prisionero.

El rubio no se encontraba en la habitación en ese momento, estaba en la cocina, cada mañana debía pararse para llevarle el desayuno.

En ese instante seto se encontraba colocándose su uniforme solo faltaba ponerse sus botas.

En ese instante tocaron la puerta.

-Pase- dijo sereno.

-Entro Joey con dos bandejas de comida en las manos eran filetes  empanado de ternera acompañados  con salsa de champiñones.

-Si comes todo eso te pondrás igual que un cerdo le dijo el rubio con una sonrisa  burlona en los labios.

-¿Que no te enseñaron modales perro?-Pregunto molesto como odiaba esa actitud.- Uno es para ti, y no te preocupes por mi figura me cuidare solo por ti.-le sonrió falsamente

-¡No lo dije por eso!- le grito avergonzado, completamente sonrojado.-Soy una persona muy educada pero no veo a alguien que merezca mi respeto

-Pon una de las bandejas en la mesa y la otra dámela.- le ordeno.

Joey hizo todo lo que se le ordeno se extraña esa actitud del castaño  en todo el tiempo que llevaban junto seto no había mostrado aquella amabilidad por lo regular comía lo que le daban en el campo que era un pedazo de pan duro y agua de dudosa procedencia.

Al tener la bandeja en sus manos lo que hizo el de los ojos azules fue tirarla al suelo, su acompañante no podía creer esa acción no creía que fuera tan torpe como para cometer ese tipo de erros

-Ahora come.- dijo el comandante mirándolo altaneramente.

-No lo hare, si esta en el suelo no me lo como que repugnante.- Le contesta asqueado por su actitud. El castaño no se zaceaba con las humillaciones que le daba en las noches, ahora trataba de quitarle el poco orgullo que le queda.

-Te lo pondré de esta manera lo comes del suelo o muérete de hambre, además no se dé que te quejas los perros suelen comer todo lo que sus amos les tiren al suelo.

-¡Prefiero no comer nada a  perder mi dignidad!-no trato de  esconder la indignación que sentía en aquel momento

-Entonces veremos quién de los dos se rinde primero yo por dejarte famélico o tu sin probar bocado. Lo retaba quería ver que tan lejos podía llegar el rubio.

-A diferencia de ti, que tiene todos los días un desayuno, comida y cena, puedo pasar días indefinidos sin comer, oh por si se te había olvidado paso las mañanas en la cocina, las cosas suelen desaparecer todo el tiempo en ese lugar.

Se quedaron viéndose  directamente a los ojos durante un largo rato retándose con la mirada, la habitación estaba en completo mutismo.

El ambiente del cuarto era tenso nadie parecía dar alguna señal de tregua, podían pasar tiempo indefinido en esa actividad pero una mujer rubia entro al cuarto sin siquiera tocar la puerta haciendo  que los dos volteara a verla.

-Comandante Kramer- dijo una mujer rubia de ojos color carmín saludándolo con respeto, por su uniforme era una de las guardianas del campo.

Mai Grece ¿qué es lo que quieres? le contesto fastidiado, no le gustaba que ella actuara de esa y menos que lo interrumpa cuando están con el rubio.

-Solo vengo a recordarle que hoy se hará de nuevo una selección para ver quiénes se  quedan y quienes se van a la panadería.

Al escuchar eso en el rostro de Joey se formo una mueca de enfado, frunció el ceño,  soltando un gruño que ninguno de los presentes pudo entender, apretaba fuertemente sus puños.

El nombre de panadería era otra manera de decirles a los crematorios, esto más que nada para no alterar a los recién llegado para que estos no entren en pánico. Con el tiempo se iban enterando de la verdad aun así no podían creerla era un acto inhumano después de todo ¿por qué habrían de creer algo sacado de una novela de ciencia ficción? Pensaban que los  nazis no podían ser tan crueles y que solo era un rumor absurdo que se contaba para infundir terror.

La primera vez que llego pudo oler aquel aroma dulzón que invadía todo el lugar, el solo recordar como lo descubrió le daban escalofríos. Supo sobre aquella monstruosidad escuchando una plática ajena.

Caminaba en dirección a  las barracas, le dieron la orden de llevar algunas jovencitas con el doctor Malik Mengele le dijeron que era para realizarles algunos estudios. Le extraño aquello pero no realizo preguntas, no vio necesario hacerlas.

Antes de llegar escucho una conversación ajena por las cercas alambradas aun era muy temprano para que alguien estuviera fuera de su koia. Por un instante decidió ignorar aquello y seguir su camino pero por otro lado le invadió la curiosidad, así que cautelosamente sin hacer ruido fue al lugar donde provenían las voces manteniéndose oculto para escuchar con atención.

¿Cuánto tiempo llevas aquí? Le pregunto lo que parecía ser una  kapo.

Una semana.-contesto la mujer, tratando de mantener la calma.

Increíble una semana y aun no lo sabes, me sorprende de una vez te digo que vayas olvidándote de tu hijo o algún otro ser querido

Vio como a la mujer se le escapaban las lagrimas por aquella respuesta parecía asustada.

¿Por qué lo dices? Se atrevió a preguntar esforzándose por mantenerse en pie, parecía que en cualquier momento se derrumbaría.

Lo que te hayan dicho es una farsa.- soltó en un chillido.- aquí no existe ninguna panadería, eso querida es el horno donde nuestros amos queman a quienes creen que no sirve como a los niños, ancianos o enfermos temo decirte que para estas alturas ya debe estar muerto tu hijo. Termino diciendo con indiferencia para seguir con su labor.

-Mentira.- grito la mujer que no puedo mas y cayo de rodillas al suelo lloraba estrepitosamente.- Mentira.- seguía diciendo sin poder creer tal revelación. 

¿Por qué habría de mentirte? Sería una pérdida de tiempo. El que me creas o no es cosa tuya pero déjame decirte que al ritmo que vas faltara poco para que te reúnas con tu hijo, cuando decidas terminar de llorar podrías terminar de limpiar aun que dan varias cosas por hacer. Su tono era de  indiferencia carente de  piedad, al parecer no era la  primera vez que estaba en ese tipo de situaciones.

-Está bien en iré enseguida.- le dijo, para después posar su vista en el rubio.- Tu ve a tus actividades pero te quiero a mediodía cerca de los barrancos, te tengo una sorpresa.

Joey  en ese instante se encontraba perdido en el pasado fue regresado al presente por la voz de  Seto, tardo un momento en contestar. Agradecía internamente la interrupción al menos ya no tendría que cumplir aquel capricho del de los ojos azules.

-Si señor.-Dio media vuelta y se fue.

La chica siguió con la mirada al rubio hasta que lo vio salir por la puerta, se fue directo a la cama para  sentarse en esta con las piernas cruzadas. Miro con interés al castaño y salto una leve risa.

Pero que chico más lindo, parece te has ganado la lotería pero es  raro en ti fijarte personas como él, ¿acaso tiene algo que lo hace diferente a los demás? Podríamos decir algo especial, tengo curiosidad.- dijo la rubia con picardía

-Eso Grece no es de tu incumbencia, no quiero que te  le acerques o lo lamentaras. La mirada que le dio era gélida y amenazante.

-Bueno, bueno.-dijo mientras con sus manos hacia una postura de defensa.-Es una lástima que no quieras compartirlo como a las otras, incluso había pensado las cosas que haría con él, realmente es una lástima.

-Tendrás que quedarte con las ganas

La rubia se recostó en la cama sin despegar su mirada de su superior

-No lo creo, aun puedo cumplir mis fantasías con algunos nuevos prisioneros, los perros tiene hambre y no les eh dado de comer- Soltó lo ultimo con una sonrisa en sus labios.-  La última fue veloz pero no lo suficiente.- esta vez fue una  carcajada.

-No me sorprende que los prisioneros te pusieran la bestia bella.-

El rostro antes alegre fue cambiado por uno de cólera, la rubia se levanto de inmediato de la cama. Él sabía que ella detestaba aquel apodo, por eso que cada vez que tenía la oportunidad se lo recordaba, siempre lograba ponerla de mal humor, le provocaban risa sus rabietas .

-Sus deberes lo esperan señor.-  dijo seriamente mientras se dirigía a la lsalida, no abrió la puerta mantuvo su mano en la cerradura, volteo para mirar la comida esparcida en el suelo.

-Mandare que alguien venga a limpiar  este desastre.-

-No, yo mismo me encargare de esto mas tarde. Seto fue quien abrió la puerta como todo caballero dejo que saliera primero la mujer, se fueron en direcciones contrarias tenían obligaciones diferentes. Seto se encontraba feliz porque hoy lograría que su cachorrito se entregara dócilmente a él, aunque eso significara obligarlo.

Notas finales:

las koai eran los camastro de mandera donde se les obligaba a dormir a internas del campo.

Kapo era un término usado para ciertos presos que trabajaron dentro de los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial en varias posiciones administrativas más bajas.

Josef Mengele, médico alemán y capitán de las SS. En 1943, fue nombrado médico de la guarnición militar de las SS (Standortartz) de Auschwitz. Como tal, tenía la responsabilidad de diferenciar y seleccionar a quienes eran aptos para trabajar y a aquellos que serían destinados a las cámaras de gas. Mengele asimismo realizó experimentos con los prisioneros del campo, en especial con hermanos gemelos.

 


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