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Sobreviviendo a mi suegra por desileo

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Varric esperaba ansiosamente a la llegada del Inquisidor, viendo de vez en cuando a Hawke por el rabillo del ojo. Había arribado a Feudo Celestial el día anterior con la mayor discreción posible, pues no necesitaban que toda la Inquisición se arremolinara en torno al hombre.


A pesar de que Hawke le pidió conocer inmediatamente al Inquisidor, el enano logró convencerlo de que descansara un poco de su viaje y que anunciaran su llegada al día siguiente, ya que necesitaba prepararse mentalmente para evitar decir la verdad a ambos.


Por supuesto, el único en enterarse de la llegada del Campeón de Kirkwall fue Broody, para que no se cruzaran sus caminos y el gato se saliera de la bolsa. Vio directamente a su amigo, viendo lo poco que cambió a lo largo de los años.


Su cabello y barba eran oscuros, igual que el cabello del Inquisidor, pero su piel era unas tonalidades más clara, acompañado de su cicatriz resultado de la pelea con el Arishock que atravesaba el puente de su nariz, resaltaban sus ojos castaños que en ese momento veían hacia abajo, contemplando a todas las personas que conformaban la Inquisición o, tal vez, buscando al elfo al que llamaban Inquisidor.


Justo cuando Varric pensó que el Inquisidor no llegaría, pudo verlo correr todo lo que sus piernas le permitían, casi tropezando con el escritor en su apuro por llegar al encuentro.


Rápidamente, explicó.


─Lo siento mucho por el retraso. Cassandra me emboscó para saber quién era el amigo que habías invitado. Por supuesto le dije que aún no me reunía con él, por lo que no sabía quién era.


Entendiendo y agradeciendo al elfo, Varric le consoló.


─No te preocupes Inquisidor, Hawke estaba muy entretenido viendo Feudo Celestial. Ahora, si gustas seguirme, te lo presentaré.


Con una sonrisa que atravesaba toda su cara, Dacio asintió enérgicamente ante lo dicho por el enano, siguiéndolo de cerca para conocer al Campeón de Kirkwall. Al estar cerca, Hawke apartó su mirada para enfocarla en el recién llegado, lo cual causó que por su cara pasara la sorpresa.


Varric sabía por experiencia propia que Fenris y Dacio eran muy parecidos a primera vista, pero cuando se salía de esa primera impresión, se comenzaban a notar las diferencias entre los dos.


Cubriendo la sorpresa de su amigo, el escritor presentó.


─Inquisidor, conoce a Hawke, el Campeón de Kirkwall.


Rápidamente, Hawke agregó.


─Aunque ya no utilizo mucho ese título.


Sin molestarse por la pequeña interrupción, el enano terminó.


─Hawke, el Inquisidor. Quisiera que alguien que ya esté familiarizado con Corifeus le diera unos cuantos consejos.


A partir de ahí, ambos magos comenzaron una plática amena, con los pro y contras de ser una figura heroica, todo lo que el Campeón sabía sobre Corifeus, la nueva problemática que encontró con los guardas grises (lo cual podría explicar su reciente desaparición) y por último, el Inquisidor preguntando todas las dudas que tenía sobre la historia de Hawke.


Cuando pensó que el Inquisidor daría por terminada la plática, éste preguntó.


─Ya estabas viviendo en Kirkwall mucho antes de que en Ferelden asolara la Ruina, entonces ¿por qué estabas ahí?


Por unos momentos, Varric pensó que Hawke cortaría la conversación, pero para  su sorpresa, respondió amablemente.


─Estaba buscando algo que por mi estupidez perdí, pero no pude encontrarlo. Gracias a ese acto egoísta, mi hermana murió en ese lugar. Si me permites darte una recomendación para tu futuro.


Con un brillo curioso en los ojos, Dacio asintió vigorosamente, esperando a las palabras que diría su más grande ídolo.


Con un tono solemne, el campeón habló.


─No importa lo que digan a tu alrededor o que tan difícil sea la prueba, siempre procura pelear a muerte por lo que consideres más valioso, incluso si eso implica perder todo tu poder y fama, pues cuando todo esto acabe, terminarás solo y con muchas cosas de las que arrepentirte.


El Inquisidor quedó reflexivo en su lugar, tal vez pensando en Sparkler, y todo lo que dejarlo conllevaba. Con una sonrisa decidida, respondió.


─Muchas gracias por el consejo, en verdad lo tomaré en cuenta para mis decisiones de ahora en adelante.


Con esto, ambos dieron por terminada la plática, quedaron Hawke y Varric solos para hablar sobre lo que podría depararles el futuro, sin embargo, el campeón de Kirkwall acusó.


─¿Cuáles eran tus verdaderas intenciones Varric?


Completamente perdido en la conversación, el escritor preguntó.


─¿De qué estás hablando?


Hawke le vio duramente mientras respondía.


─Vi cómo nos veías, como si esperaras que algo pasara entre nosotros dos. Si has vuelto a jugar de celestino, te recuerdo que no pasará jamás.


El enano recordó aquellas veces en las que, en un intento de que olvidara al elfo, en cuanto pasó un año desde su excursión a Ferelden empezó a presentarle toda una gama de personas, desde conocidos  suyos hasta personas que pasaban en los lugares que frecuentaban.


Varric no pudo reprimir un escalofrío que atravesó su mente de solo pensar que Hawke había creído que su interés por conocer al Inquisidor era para que fueran pareja (tomando en cuenta que eran padre e hijo), por lo que rápidamente lo sacó de su error.


─¡Por las bragas de Andraste! ¡Nunca les haría algo así entre ustedes dos! En primer lugar él apenas si tiene edad para beber en un bar, en segundo ya sé que jamás olvidarás a Broody y en tercero, y el más importante en todo esto,  es que ya tiene pareja.


Ante la explicación del escritor, el campeón de Kirkwall se relajó ante tales palabras, sin embargo, volvió a preguntar.


─Si no era para eso, entonces ¿por qué nos veías tan interesadamente?


A pesar de que quería confesar que era porque deseaba ver su primera interacción padre-hijo sin que ninguno de los dos supiera ese hecho, sabía que cierto elfo le cercenaría la cabeza, por lo que se limitó a contestar.


─Solamente quería ver cómo dos de las personas que aprecio se llevaban bien, porque créeme que si los dos no se soportaban el uno al otro me iba a sentir realmente mal.


Con una sonrisa en su cara, Hawke observó.


─Realmente has llegado a apreciar al Inquisidor, a pesar de las circunstancias que te llevaron a la Inquisición. Si he de ser sincero pensé que nunca te ibas a poder integrar plenamente a este nuevo grupo.


Varric reflexionó por unos momentos las palabras de su amigo, tuvo la misma conclusión que él. En los días que fue prisionero de la Buscadora y después integrado a la recién fundada Inquisición llegó a pensar que nunca encontraría su lugar ahí, pero con el tiempo se integraron más personas y poco a poco fue conociéndolos y apreciándolos como sus amigos.


Respondiendo con una risa, el escritor decidió dejar el tema de lado y hablar sobre uno que le tenía intrigado.


─Dime, Hawke, ¿todavía sigues en la búsqueda de Broody?


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A pesar de que hace años pasó todo eso, a Garret le siguió produciendo el mismo dolor en el pecho, donde estaba su corazón. En algunos momentos se preguntaba si la herida sanaría algún día, pero estaba casi seguro que jamás se cerraría.


Con voz melancólica, le contestó.


─Sé que es ridículo guardar cualquier esperanza de encontrarle, pero aun así deseo saber qué fue de él, si en verdad murió en aquella tormenta o si logró llegar a tierra firme sano y salvo.


Todavía estaba en su memoria aquel fatídico día en el que pensó que sería una buena idea dejarle ir para no tener que enfrentarse a todos esos esclavistas, por supuesto con la idea de pedir a Isabela su barco para ir tras de él. Nadie pudo prever que dicho barco se toparía con una tormenta (no afectó el de la pirata al tener varios días de ventaja) y naufragara a tan solo unos días antes de llegar a Tevinter.


Con la esperanza vana de que tal vez lograra tomar un bote y llegar a tierra firme, utilizó todos los contactos de Varric e Isabela para que lo hallasen. Después de unos años, llegó información del escritor que vio a un elfo coincidir con la descripción de Fenris en Ferelden, por lo que en un abrir y cerrar de ojos se trasladó hasta su tierra natal junto a sus hermanos para encontrarlo, aprovechando que tenían a Aveline junto a su esposo Wesley como ayudantes.


El resultado fue que se toparon con una Ruina, su hermana murió en la refriega contra los engendros tenebrosos y el esposo de Aveline lo hizo tiempo después por infectarse de la corrupción. Si Fenris había estado ahí, seguramente murió como muchos otros ya que afectó una gran parte del territorio.


Pronto, Varric lo sacó de sus terribles recuerdos.


─No lo es, después de todo, él siempre será el amor de tu vida. Aunque algunas personas dirían que tienes demasiada persistencia y paciencia para continuar con la búsqueda.


El campeón se rió ante lo dicho por el escritor, pues tenía que reconocer que el enano tenía la razón. Aprovechando de que estaban solos, y que el tema había salido por sí solo, preguntó.


─Ya que estamos en eso ¿no habrás encontrado nueva información sobre Fenris de alguno de tus contactos?


Hawke se sabía de memoria la contestación de Varric, pues siempre era la misma: colocaría una cara llena de pena y le diría que no, suministrando rápidamente que no se desanimara ya que el mundo era demasiado grande y podía estar en cualquier parte, sin embargo, esta vez la contestación fue muy diferente.


Su rostro se tornó algo pálido, además de ver a todas partes menos a sus ojos para contestar.


─No he escuchado nada sobre Broody, mas no he tenido tiempo de ver mi correo personal, tú sabes, salvando al mundo de Corifeus y de la enorme Brecha que hay en el cielo.


Confundido por el comportamiento de su amigo, el campeón interrogó.


─¿Estás bien, Varric? Pareces un poco nervioso.


El escritor respondió algo realmente misterioso.


─En realidad estoy atravesando un pequeño dilema en estos momentos, por no decir que estoy hasta el culo de problemas por esconder cierta información a la Buscadora, entre otras cosas. Solamente te puedo asegurar que, en cuanto pueda, te diré todo.


Preocupado por Varric, Hawke pidió.


─Por favor, si necesitas mi ayuda, puedo proporcionártela. Solamente tienes que pedirlo.


Con un semblante más preocupado, el enano respondió.


─Solo prométeme que no harás nada hasta que te lo diga, incluyendo inmiscuirte en mis asuntos. Tan solo confía en mí.


A pesar de querer saber más, sabía que no debía interferir hasta que le fuera pedido, por lo que solo se limitó a confiar en el amigo que lo había apoyado durante años.


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