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Sobreviviendo a mi suegra por desileo

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Notas del capitulo:

¡Hola! 

Solamente 2 avisos:

El primero es que este es el último capítulo del fic, por lo que espero sea de su agrado.

Lo segundo es más serio.

Como sabrán, México en este momento se está reponiendo de varios temblores (los más afectados Morelos, Puebla, Estado de México y la Ciudad de México que a este último se le empezó a hacer costumbre en los aniversarios de otros temblores), por lo que si se encuentran entre las zonas afectadas cuídense mucho y esperemos que el mal que ahora les azota sea pasajero. Los que nos encontramos fuera de la zona de los desastres hay que ser caritativos y enviar alimentos no perecederos y otros insumos a un centro de acopio de confianza.

Ya con este pequeño comercial, les dejo el capi.

Dorian veía entretenido el espectáculo que estaban dando el Campeón de Kirkwall y el salvaje al que llamaba suegra en el cuarto del último junto a su Amatus, pues deseaba ver cómo les estaba yendo a los dos.


En su defensa, no tenía intención de espiarlos, pero Dacio insistió hasta el cansancio para que le acompañara a “revisar a sus padres” y como no tenía muchas cosas por hacer (y faltaba un largo tiempo para que llegaran nuevos libros a Feudo Celestial) se dejó vencer.


Ambos veían por una ventana, la cual estaba en una posición en la que sus ocupantes no podían ver a menos que le prestaran atención. Observaban el poco progreso que tenía Hawke con Fenris.


Primero, su suegra lo miró con amenaza de muerte, después tomó su espada y casi le cercena la cabeza al Campeón y finalizó con una sarta de maldiciones en Tevene que harían sonrojar a un pirata, mientras que el hombre no había podido decir ni media palabra.


Justo cuando estuvo por sugerir su intervención para salvar a Hawke, éste preguntó.


─¿Ya has terminado o tengo que esperar otro estallido?


Más tranquilo, Fenris respondió.


─Tenía guardándomelo desde hace años, exactamente desde que nació Dacio para hacer eso.


Desconcertado, el Campeón interrogó.


─¿Exactamente qué hice ese día en particular para que hicieras todo esto?


Con tono de reproche, el guerrero contestó.


─Embarazarme, maldito bastardo. No sabes cuánto te maldije esa vez que comencé con trabajo de parto. Hasta desee castrarte para que no lo volvieras a hacerlo.


Completamente perdido, Garret preguntó.


─¿Y no estás enojado por todo lo que te hice? Tú sabes, entregarte a Danarius y no volver la vista atrás.


Con una media sonrisa, contestó.


─Un pequeño pajarito me ayudó con eso, además de todo lo que sufriste en el velo como en tu juicio, creo que ya has pagado bastante.


El Campeón lo vio completamente sorprendido, comentando con tono asombrado.


─¿Quién eres tú y qué hiciste con Fenris? Estoy seguro que el elfo que yo conocí en Kirkwall me degollaría por tan siquiera ponerme frente a él… lo cual explicaría porque estás más ancho de las caderas.


Perdiendo el poco humor que logró conseguir en esos escasos minutos, el elfo respondió.


─Pasas mucho tiempo con Varric, él me preguntó exactamente lo mismo cuando ayudé al Tevinterano pero te diré lo mismo que le dije a él… ¡Se llama madurar, idiota! ¡Y mis caderas no son tan anchas!


Antes de que cualquiera de los dos pudiera agregar algo a la conversación, la nariz traicionera de Dorian decidió revelar su ubicación con un estornudo estridente.


La pareja vio hacia el origen del ruido, topándose con el Inquisidor y el Tevinterano, en donde el primero veía con reproche al segundo. Justificándose, Dacio se defendió.


─Necesitaba saber que ustedes dos no se estaban matando dentro de esta habitación. Eso le daría una mala reputación a la Inquisición.


Con tono sarcástico, Dorian reveló un poco de los planes de su Amatus.


─Y por eso me suplicaste que te acompañara. Tal vez deberíamos pedirle clases de sigilo a Leliana, con todos esos espías que no dejan ni un solo rastro de su presencia debieron recibir un exhaustivo entrenamiento por su parte.


Fenris observó a la pareja, evaluándolos. Después de unos momentos, ordenó.


─Ustedes dos vengan aquí ahora mismo, a menos que quieran perder algo más que su dignidad.


Pensando en lo peor, ambos salieron de su escondite y entraron a la habitación, en donde Hawke veía la escena interesado. Cuando ambos estuvieron frente del elfo, éste les reprendió.


─Yo respeto su privacidad cuando ustedes dos se encierran en la habitación de Dacio a hacer las cosas que en este momento no quiero pensar, por lo que esperaría que ustedes hicieran lo mismo con la mía.


Se acercó lentamente a ambos magos, viendo tanto a Dorian como a Dacio recriminatoriamente y continuó.


─Yo sé que ambos son adultos magos y que yo soy un simple elfo con alguno que otro truco bajo la manga, además de que tienen la suficiente autonomía para hacer lo que les plazca, como salvar el mundo.


Se paró justo en medio de ambos, dejando desconcertado al par hasta que sintieron un tirón en sus oídos demasiado doloroso y firme para intentar hacer cualquier movimiento lejos de él.


Dorian volteó hacia Hawke para pedir un poco de ayuda, pero el Campeón tenía una batalla perdida en aguantar la risa ante la escena frente a él. Justo cuando pensó que la humillación se quedaría así, Fenris continuó con su discurso.


─¡Pero a veces ambos se comportan como niños! Y como tal serán tratados esta vez. Ambos están castigados por espiar en mi cuarto, ponerse en riesgos absurdos varias veces y al Tevinterano porque simplemente me cae mal.


Dorian estaba por protestar ante la injusticia que se estaba cometiendo en su contra, sobre todo viniendo de una criatura que no tenía ninguna clase de poder contra él, mas el salvaje dio un punto que no pudo refutar.


─Soy la madre de Dacio, así que él no tiene más alternativa que obedecerme, sin embargo, si al Tevienterano se le ocurre que puede ir en contra mía, le recuerdo que con un solo movimiento de mano le arranco el corazón, así que si quiere salir vivo de esto, será mejor que haga lo que le pido.


El mago calló, acobardado por esa simple amenaza, sobre todo porque si se defendía tendría no solo a Dacio enojado, sino al Campeón de Kirkwall detrás de su cabeza, por lo que resignado, preguntó.


─¿Cuál va a ser nuestro castigo suegra?


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El Inquisidor nunca se había sentido tan avergonzado en toda su vida hasta este momento. A veces olvidaba que tan desalmado podría ser su madre en el momento de impartir castigos.


Estaban Dorian y él sentados viendo una esquina de la pared del salón principal, a manera de reflexión por lo que habían hecho, toda la Inquisición se detenía al ver al extraño par.


Para decorar mejor el cuadro, Dorian estaba en un banco traído especialmente para él desde la taberna y Dacio en la silla donde realizaba los juicios, rompiendo completamente la autoridad que debía de dar a pasar a ser una simple silla de castigo.


A pesar de que Josephine intentó convencer a su madre que no utilizara esa silla en especial, no logró más que incentivarlo. El Inquisidor pudo escuchar a su amante suspirar pesadamente, sintiendo la misma humillación que él. Pronto, comentó para animarlo.


─Bueno, al menos ya no seré tan idolatrado y verán que soy una persona común y corriente.


Mofándose, Dorian respondió.


─Sí, por supuesto. Ahora te verán como un simple mortal que puede ser dominado por su madre. Insisto en que lo ocultemos de Corifeus: en sus manos puede llegar a ser un arma mortal.


Dacio contuvo su risa, ya que no era el momento apropiado para hacerlo. Con tono curioso, el mago preguntó.


─¿Así eran los castigos en tu infancia? Porque si es así, no me sorprende que tus orejas sean tan puntiagudas.


Solamente tuvo que pensar por unos cuantos segundos para confirmar.


─Siempre ha halado de mis orejas con la misma fuerza que ahora, pero en vez de colocarme en una esquina, me ponía frente a un árbol o a ayudar a alguien del clan. Como nunca estuvimos en una casa con paredes, era lo único que podía hacer.


Dorian sonrió, recordando los castigos que llegaba a sufrir en su propia infancia.  Recordando por qué terminaron así, Dacio preguntó.


─¿Tú crees que Hawke y mi madre ya han logrado superar sus diferencias?


Con tono irónico, el Tevienterano respondió.


─Por lo que pudimos ver antes de que mi nariz nos traicionara, estoy seguro que lo han hecho. Ahora, solo queda esperar en los siguientes meses que se pongan melosos y redescubran nuevamente su relación, lo cual me desagrada del todo verlos así, pero al menos eso asegura que me dejará de molestar por una larga temporada.


Más tranquilo, el Inquisidor soltó un suspiro aliviado, pensando alegremente que al menos las cosas se tranquilizarían un poco en Feudo Celestial, aunque todavía tenía un largo camino para llegar a aceptar completamente al Campeón de Kirkwall como su padre.


Al menos tendrían bastante tiempo para conocerse e ir perdonándolo por todo lo que había hecho.


La voz de Varric lo sacó de sus pensamientos, cómicamente comentó.


─El lado maternal de Broody vuelve a atacar de nuevo, pero esta vez no fue para bien. Iba a invitarlos a un trago por nuestro éxito, sin embargo, me temo que no tienen la edad suficiente para eso.


Irritado, Dorian respondió.


─No digas nada, enano. Si estuvieras bajo amenaza de muerte como yo, también le habrías hecho lo que te dijera.


Recordándoles amablemente, el escritor puntualizó.


─En realidad si estuve bajo amenaza de muerte, pero por parte de la Buscadora, e hice lo que me pidió. Aunque si me ordenara que tuviera un castigo como el de ustedes dos… preferiría morir con dignidad.


El Tevinterano quiso levantarse y dale su merecido a Varric, mas al tener impuesto su castigo, solamente pudo refunfuñar, maldiciendo su mala suerte. Con un tono alegre, se despidió.


─Mejor me voy antes de que acabe su castigo y Sparkler decida golpearme como vil plebeyo.


El escritor se fue, mientras que Dacio pronto pensó que tal vez las cosas nunca serían tranquilas en Feudo Celestial, aunque Dorian haya logrado sobrevivir a su madre, sabía que siempre tendría a alguien más molestando y haciendo su vida imposible.


Por lo que siempre estaría a su lado para darle todo el apoyo que pudiera, incluso si eran contra todo Thedas.


Fin.


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