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Envenename el Corazón por Dunklen Geist

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El gran festejo finalmente había terminado y los habitantes de Halloween estaban ya recogiendo sus mesas, lonas y antorchas para dejar nuevamente la ciudad como antes. Todo había sido perfecto, conforme los minutos avanzaban más visitantes llegaban a la tierra obscura y seguramente el próximo año tendrían que hacer el festejo en el bosque.

Los adefesios eran felices, nada los ponía más contentos que poner en alto el nombre de su amada Tierra, aunque no todos sentían lo mismo.

Minho se pasaba de un lado para otro dentro de su casa, caminaba pensativo y esperaba que algo finalmente llegara a su cabeza pero justo en el momento que sintió que finalmente algo llegaría a él, una voz lo interrumpió.

-Minho, ¿Qué haces en el techo? -el vampiro giró rápidamente la vista a la puerta de su casa. Era el alcalde que lo estaba buscando.

-Estoy pensando -habló viendo al hombrecito de reojo y siguió caminando por el techo hasta que decidió bajar por una pared y acercarse a su visita.

-¡Oh! Las ideas vienen a ti cuando estás de cabeza... Eres un vampiro muy listo.

-¿Qué es lo que lo trae por aquí Alcalde? -Minho no tenía intención de correr de su casa al Alcalde, pero tampoco quería que se quedara.

-Vine contigo para hablar sobre los preparativos del siguiente año. Estaba pensando que tal vez deberíamos hacer la representación de una ejecución, a los monstruos les encanta ver a los niños haciendo todo ese tipo de cosas.

-Ah... Está bien, puede ir con Suzy para que lo ayude. A ella le encantan los niños.

La luz del sol todavía era algo molesta a los ojos de Minho así que tomó sus gafas junto con su sombrilla y salió de la casa. El alcalde cambió su habitual rostro amable por el preocupado y lo fue persiguiendo hasta que pudo detenerlo.

-¡Pero Minho, tú eres el indicado para esto! ¿Qué se supone que haga sin ti? ¡Sólo soy el Alcalde! -el pobre hombre se le colgó de la camisa mostrándole en un pergamino las imágenes de una horca, una guillotina y a un verdugo.

Su habitual trabajo como el "consejero" del Alcalde le gustaba mucho, pero ese no era un buen momento para que Minho le pudiera contestar como se supone debería, tenía otras cosas en la cabeza.

-¿Qué le parece si yo mismo voy a su casa para que discutamos este tema? -de inmediato el rostro del alcalde cambió y lo abrazó muy emocionado.

-¡Me parece excelente! Le diré al Titiritero que asista, probablemente traiga a su hijo -cuando dijo eso, el hombrecito le pico la pierna con el codo.

La paciencia de Minho pronto se acabaría.

Luego que se despidiera del Alcalde, el vampiro se dirigió al castillo del Doctor, ellos dos tenían mucho de qué hablar. Desde la noche anterior -que no tenía mucho tiempo de haber terminado-, Minho estuvo inquieto porque el Doctor no quería responder ninguna de sus preguntas alegando que no era el lugar apropiado para hacerlo. El Asesino Silencioso quedo en completo desorden después de su incidente con el muñeco rubio y fue torpe por el resto de la noche, nombró al ganador del "Dedo del Muerto" y después se quedó en su ataúd pensativo.

Luego de caminar hasta la colina maldita y cruzando el puente del lagarto, el vampiro tocó a la puerta del castillo del Doctor.

-¡¿Quién interrumpe la tortura que estoy realizando?! -en cuanto el científico abrió la puerta se quedó mudo y simplemente dejó pasar a Minho. Él dejó sus cosas sobre la pequeña mesa de la estancia y siguió al Doctor hasta su laboratorio.

-¿Esta vez piensa decirme que fue lo que pasó?

El doctor caminó hasta su máquina de toques y la apagó haciendo que uno de sus lacayos dejara de sufrir, se veía molesto, preocupado y ligeramente con ganas de asesinar al vampiro.

-Si quieres saberlo, entonces sígueme.

Minho no dudo en ningún momento al seguir a científico y se dio cuenta que estaban a punto de entrar a la habitación que el Doctor tenía bien vigilada, al abrirla sólo se encontraron con un silencio escalofriante y aquella caja de metal que estuvo ayer en el pueblo, estaba en medio de la habitación y como era de esperarse, cerrada. El Doctor Jinkinstein sacó de su bolsillo un control remoto pequeño y gris, apretando un botón la gran puerta de metal se abrió por completo y él estaba ahí, el muñeco de labios bonitos e instinto asesino estaba sentado con la mirada perdida.

Su sonrisa siniestra le revolvió el estómago a Minho, entonces el Doctor se acercó.

-Key, despierta. Tienes visitas, tú amigo vino a conocerte.

Minho no entendía nada de lo que ocurría ahí, miró al Doctor con el ceño fruncido.

-Puedes acercarte, prometo que esta vez no va a intentar cortarte la cabeza.

La sonrisa malvada de Jinkinstein no le daba del todo un voto de seguridad al vampiro, pero de todos modos su impulso logró que sus piernas se movieran. Dio unos cuantos pasos y levantó una ceja esperando lo peor, en todas sus décadas no había visto a un monstruo así además de la novia de Jack, la dulce Sally. Minho tragó un poco de saliva y miró con detenimiento al muchacho, para su sorpresa no hubo ningún movimiento.

-¿Qué es lo que le pasa?

-Es un experimento en el que llevo cuatro décadas trabajando. Su nombre es Key y también es mi hijo. -entonces Minho miró al Doctor con los ojos abiertos a más no poder, se había quedado sin palabras.

-Su... ¡¿Hijo?!

-¡No te alarmes! ¡Yo tampoco sabía que tenía hijo! Aunque en realidad no es precisamente mi hijo... -aquel Doctor se dio la vuelta y comenzó a caminar de un lado para otro pensando si debía contarle su secreto al vampiro, pero finalmente debía de hacerlo porque la otra opción era matarlo, aunque si lo hacía los ciudadanos entrarían en crisis por la desaparición del Rey Calabaza- Hace bastante tiempo, en una noche de tormenta alguien golpeó con fuerza y desesperación la puerta del castillo, yo creía que eran los truenos y el viento gritando sus lamentos pero cuando decidí abrir, dentro de un cráneo se encontraba él. Era apenas un bebé que lloraba demasiado.

En ese momento el Doctor pegó la espalda contra la pared y dejó que su cuerpo se resbalara hasta quedar sentado en el piso, su mirada se clavó en el muñeco y fue la primera vez que Minho vio una faceta que no conocía de él, se mostraba triste.

-Alguien lo abandonó conmigo. -El vampiro caminó lentamente hasta dónde estaba el Doctor, optó por sentarse junto a un lado y cuando levantó la mirada, el muñeco lo estaba observando-Él no pertenece a esta tierra y no tengo idea de donde pudo provenir... Traté de cuidarlo todo lo posible esa noche pero fue en vano, sus pulmones ya no funcionaban bien y perdió la voz con tan solo una hora aquí, su piel estaba helada y poco a poco sus mejillas se fueron apagando hasta que finalmente su corazón se detuvo.

-Entonces... Si él está muerto, ¿Cómo es que de alguna manera está vivo?

-No tenía ninguna intensión de salvarlo, pero una parte de mí me dijo que debía usar todo mi cerebro para revivir a ese bebé. De inmediato conecté su corazón a una pequeña batería y seguí haciendo todo a mi alcance para mantenerlo, al principió funcionó y siguió así por un año pero su cuerpo no resistió mucho, pronto comenzó a pudrirse y sufrió. Mi única opción fue hacerlo dormir en un tubo de incubación y retrasar su crecimiento todo lo posible, perdió todo excepto su rostro y hasta ahora no puede hacer mucho, me sorprendió que te atacara, generalmente solo lo hace con los lacayos, le gusta cortarles el cuerpo y jugar con sus intestinos.

-Eso suena divertido cuando no estás en riesgo, ¿Entonces no nos entiende?

Al parecer el asunto era mucho más profundo de lo que Minho se había imaginado y ahora que conocía al menos el nombre del muñeco, sintió ganar de querer saber más.

-Eso creo... Durante el tiempo que puede estar vivo no dice ni una sola palabra, así que le hice esa sonrisa para que al menos se vea a gusto mientras se queda conmigo.

-Doctor, tal vez hago muchas preguntas pero... ¿Por qué lo ha mantenido tanto tiempo en secreto? -la atención que Minho le prestaba al Doctor era tan inmensa que todo a su alrededor había desaparecido mientras lo escuchaba hablar, fue toda una suerte que pudiera aguantar el grito que estuvo a punto de soltar cuando se dio cuenta que el muñeco ya estaba sentado frente a él mirándolo fijamente.

-Lo has visto por ti mismo, no sabe controlarse del todo. Si dejo que salga del castillo, quién sabe el desastre que pueda causar y Halloween se convertirá en la Villa Ensangrentada, los monstruos no estarán en paz hasta que él ya no exista y yo... No quiero que eso pase.

De una manera tal vez poco diferente y demasiado distante de lo que el Doctor sentía, Minho pudo comprender sus sentimientos al querer proteger a ese chico, de la misma forma lo pensó cuando estaba queriendo cortarle la cabeza, no quería que nadie corriera peligro pero tampoco deseaba que el rubio corriera ningún peligro. Minho miró nuevamente el rostro del muñeco y este ladeo la cabeza sin quitarle la mirada de encima, la locura se instalaba cada vez más en su cuerpo muerto.

-Key... Tienes un nombre muy bonito. Llámame Minho y recuerda que somos amigos.

El Doctor Jinkinstein sonrió ligeramente, su hijo tendría algo de compañía además de los lacayos y de un segundo a otro en ese momento de comprensión, el brazo derecho de Key se cayó al suelo, la sonrisa de Minho se tornó confundida y volteo con el Doctor.

-No te preocupes, pasa todo el tiempo. Iré por el hilo y aguja.

-Pero antes de eso... deme el control, solo por si acaso.

 


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