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Si me ves llorar por sunshinebunny

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Notas del capitulo:

 A veces el mejor final que puedes esperar para algo es un adiós.

No fue su decisión acabar con las cosas… en realidad Sabo por su propia voluntad primero habría seguido cayendo en aquel patético estado del que no veía salida antes de marcharse de la forma como lo había hecho.

La bofetada aun le dolía bastante, de alguna forma una conversación con Luffy acerca de que su madre últimamente sospechaba un engaño por parte de su papá le hizo cierto eco, aunque no estaba bien seguro porque, o quizá si lo sabía pero simplemente quería negarse a sí mismo aquel conocimiento.

Sus padres habían solventado el dinero de la compensación con tal de que no se hiciera un escándalo y él, aunque ya era mayor de edad, simplemente había sido mandado lejos, como un mueble viejo que ya no se necesita y que no se quiere ver desentonando con la nueva decoración de la casa.

Todo había sido culpa de la casualidad, como si desde el inicio las cosas estuvieran destinadas a terminar mal.—Te amo… — Querría haberlo dicho después de hacer el amor, o después de un beso, o cuando en la librería de la estación de trenes Dragón le había comprado ese libro con pasta dura y letras doradas que ahora llevaba como parte de su equipaje “La casa de los espíritus” a pesar del título no se trataba de una historia de terror y eso curiosamente le había hecho querer leerlo solo para enterarse de que iba, ahora que se marchaba para siempre Sabo no estaba tan seguro de querer leerlo, pero aun así lo llevaba como el ultimo buen recuerdo junto con la caricia en su cintura que no volvería a repetirse nunca más.

La esposa de Dragón le había agradecido el dinero de la compensación escupiéndole en la cara y marcado de manera dolorosa, la silueta de su mano junto con las argollas de compromiso y matrimonio en la mejilla  izquierda de Sabo, el largo de sus uñas le había dejado algunos feos arañazos pero el rubio apenas si había reaccionado con una pequeña sonrisa y una nueva reverencia de disculpa. Al final la mujer le había echado el vaso de té helado encima y el único pensamiento de Sabo mientras la veía alejarse de aquel discreto restaurant era que al menos no había sido una bebida caliente.

Cualquiera alrededor seguramente pensaría que Sabo estaba dejando a la encantadora dama, podía sentir las miradas de lastima de unos cuantos, se preguntaba si estas mismas miradas existirían si esas personas supieran que en realidad hasta hacia unos días antes se encontraba acostándose con el esposo de aquella mujer.

Cavendish que en su vida no se había sentido más humillada apenas si podía creer que Dragón se hubiera atrevido a engañar a una mujer como ella, hermosa, de talento inigualable y, ante todo, complaciente en cada sentido imaginable, no le había dado en ningún momento motivos para faltar a sus promesas de matrimonio, se veía ni un año más vieja que cuando contrajeran matrimonio y al lado de aquel chiquillo al que acababa de dejar en un pobre estado no había comparación, cualquiera le escogería a ella, la charla de divorcio ni siquiera había surgido, no tenía por qué, ese desliz no era más que un capricho que como buena esposa sabría perdonar con el tiempo y los mimos adecuados, pero el chiquillo tenía que escarmentar de alguna manera.

No sentía culpa de las marcas moradas que había dejado en la joven mejilla ajena y solo una leve furia por la actitud sumisa y casi de víctima. No se tragaba que aquel mocoso no supiera lo que había estado haciendo. Si no les hubiera visto con sus propios ojos en realidad no lo habría creído, la caricia por las mejillas del menor mientras aquel le dedicaba a su esposo una mirada devota había sido suficiente para saberlo todo, ni siquiera había necesitado presenciar una escena más íntima.

No había más intimidad que la compartida en aquellas miradas. Hacía algún tiempo que Dragón no le sonreía de la manera como lo había visto hacer con aquel colegial que un poco sonrosado abrazaba su estúpido libro.

Sabo se lavó el cabello en el baño del restaurant después de pedir y pagar la cuenta. De la pequeña maleta que llevaba saco una camisa limpia y tiro la que estaba mojada al cesto de basura, a punto estuvo de hacer lo mismo con aquel libro que llevaba en su equipaje pero fuera de ello simplemente se abrazó a este como si aquel objeto pudiera corresponder el gesto y volvió a guardarlo en su maleta. La maleta que le acompañaría al viaje de esa tarde, pequeña y rectangular, de color verde obscuro y con una manija retirable para poder arrastrarle con facilidad por el piso sin necesidad de agacharse.

Se miró en el espejo, esperaba no haberle arruinado la manicura a la esposa del señor Dragón, porque los sendos rasguños que habían hecho sus uñas se veían bastante enrojecidos, con un tono amoratado que parecía casi falso y el escarlata de la sangre brotando aquí y allá, se pasó una toalla de papel húmeda por el área afectada del rostro y el calor en ella era como si se incendiara lentamente. Dolería un par de días, estaba seguro, pero no era la peor parte del dolor. Nunca había podido decir te amo… con el reproche de las cosas imposibles dibujado en la mirada se miró a sí mismo en el espejo y odio de manera profunda el haber caído de esa manera ante las cosas que el mismo habría condenado de estar en el lugar de la mujer a la que había conocido aquel día.

Salió del restaurant arrastrando la maleta tras de sí, miro su reloj y pensó que en realidad no tenía sentido conseguir un taxi aun, le sobraba tiempo y si llevaba la maleta consigo era porque no le apetecía regresar al apartamento.

—Eso se ve doloroso. — Sabo no pudo evitar sonreír ante el comentario a pesar del dolor cuando al salir del restaurant Ace le había saludado de esa peculiar manera, su único amigo y ahora también lo estaría dejando atrás.

—Sanará eventualmente. — No estaba seguro como era que el moreno se había enterado de donde estaría, no se lo había dicho a nadie, pero aun así Ace siempre parecía saber cuándo y dónde encontrarlo, era como un don, cuando más jóvenes el don había funcionado en ambos sentidos pero Sabo se había hecho egoísta con el tiempo, ahora solo parecía funcionar para Ace.

—¿Y tú Sabo? —

Ace era de las pocas personas que conocían la historia completa y seguían ahí para él, muchas veces pensaba que las cosas habrían sido mil veces más sencillas si se hubiera enamorado de él, pero no tenía el valor a decir aquello, mucho menos después de todo lo mal que se había comportado todo aquel tiempo. —También. — la palabra no parecía ser suya pero aun así sabia reconocer que era su propia voz, el decirlo de alguna forma dolía pero sabía que era verdad. —También sanaré eventualmente. — se forzó a decir aunque apenas si podía creerlo el mismo. — Siempre quise ver el mundo de cualquier forma. —

—Supongo que si consideras a la Antártida como parte del mundo. — aquello había hecho al rubio soltar una pequeña risa.

—Canadá Ace, no la Antártida, Canadá. —

—Viene siendo la misma cosa, esta jodidamente lejos. — había un dejo de amargura en la voz del pecoso pero Sabo estaba consiente que solo lo fastidiaba, la verdad era que Ace tampoco estaba exactamente triste de que su relación con Dragón hubiera llegado a su abrupto fin. Estaba triste de que su mejor amigo se fuera del país, pero tampoco era como si fuera a permitir al rubio perder contacto solo por irse un poco lejos por algún tiempo.

—Les mandaré algo de miel de maple cuando llegue allá. — dijo, mitad en broma, era la promesa más dulce que podía hacer en ese momento.

Ace le acompaño al aeropuerto, estuvieron charlando hasta que fue hora de abordar el avión, por extraño que pareciera mientras más se acercaba el tiempo de la partida más ligero se sentía el corazón del rubio, no estaba huyendo pero dejar todo atrás y comenzar con una nueva vida cada vez le parecía un prospecto más excitante, su único pesar y arrepentimiento se quedaría en aquel lugar, no esperaba ver de nuevo al hombre que le había robado el corazón, y aunque no planeaba olvidarlo tampoco pensaba hacer más intentos, desde el principio esa relación no estaba destinada a otra cosa que no fuera el desastre, lo sabía muy bien pero la mente pocas veces tiene designios efectivos contras las decisiones del corazón más allá de complicarlas.

Nunca le había dicho que lo amara, aun decirlo frente al espejo para practicar había costado trabajo al inicio y, a decir verdad aún no estaba seguro de querer decirlo, algunas cosas son mejores calladas y enterradas, sin que nadie se entere de ellas por muy obvias que puedan parecer, porque de no haberse enamorado tampoco se hubiera inmiscuido en esa relación más de una vez.

Él no repetía con gente por la que no sentía alguna clase de afecto.

Al final solo faltaba abordar aquel vuelo, cuando la primera llamada a abordar fue dada en los altavoces del aeropuerto Sabo estaba listo hacia demasiado tiempo, se despidió de Ace en la puerta de cristal que, después de la revisión y documentación del equipaje, separaba a los pasajeros de su familia y amigos.

De forma vaga miro alrededor para ver si alguien más vendría a último minuto, no había sabido de Luffy hacia un tiempo y tampoco se había atrevido a preguntar. — Así que esto es todo…— un pequeño nudo en la garganta del rubio comenzó a crecer, la mirada tranquila pero nostálgica del pecoso le hacía comenzar a mojar los ojos con esas lagrimas que se había dicho no iba a derramar.

—Está bien Sabo, aun eres mi hermano favorito, siempre lo vas a ser. — la leve caricia en su cabello de nuevo lo hacia sonreír, a pesar del par de lágrimas rodando por sus mejillas, aun cuando la gente dijera antes que Sabo era el más “responsable” de los tres la verdad es que el papel de hermano mayor siempre lo había jugado el pecoso. — Lu también quería venir a despedirte. — Murmuró  abordando por primera vez el tema que podía ser un poco sensible para su mejor amigo. — Su madre no se lo permitió, pero no te preocupes, no le durara demasiado la voluntad de impedirlo, seguro en vacaciones iremos a verte. —

Sabo simplemente asintió, con una sonrisa algo triste, lo que ya había sospechado le era confirmado de esa discreta manera, no estaba seguro como lo hacía sentir el enterarse ahí y en aquel momento que efectivamente el hombre con el que había llevado una relación clandestina era el padre de uno de sus hermanos, aun así le agradaba saber que Luffy no estaba tan molesto, de haberlo estado seguro hubiera ido a patearle el trasero desde antes, al menos eso quería pensar.

Con un último abrazo bastante apretado el rubio hizo su camino solitario hasta la sala de abordaje, miro el reloj de pulso que con sus números rojos anunciaba las seis y catorce de la tarde, se fijó en el pase de abordar, estaba en el lugar correcto el momento adecuado, la voz en el sistema de sonido del aeropuerto.

Acaricio la pasta del libro que constituía su único equipaje de mano y leyó el prólogo de Zoé Valdez de un tirón, creyó que quizá debía hacer lo mismo que sugería esa mujer y guardar el libro para unos meses o años después, cuando se sintiera más listo, leyó la dedicatoria y por ultimo un extracto puesto por la autora.

“¿Cuánto vive el hombre, por fin?

¿Vive mil años o uno solo?

¿Vive una semana o varios siglos?

¿Por cuánto tiempo muere el hombre?

¿Qué quiere decir para siempre?”

PABLO NERUDA

Se detuvo no porque la profundidad de las palabras se clavara en él de inmediato si no porque una extraña sombra le hiciera levantar la mirada para encontrarse con aquella que jamás se imaginó volver a ver.

El suspiro salió de unos labios que no eran los suyos, transformándose en un nombre prohibido—Dragón…— No entendía que hacia ese hombre ahí, por unos segundos creyó incluso estar alucinando, no se movió de su asiento, no hizo ademan de irse o hablar o respirar siquiera, se quedó mirando sin comprender lo que veía a esos ojos obscuros en los que encontrar cierto arrepentimiento no le servía de nada.

—Sabo…— El corazón del aludido se encogió de manera imposible, pero no había hecho falta más que su nombre pronunciado por esa profunda voz para hacerlo salir de su trance, una sonrisa sincera se extendió por sus labios, de forma tranquila se puso en pie tras cerrar el libro que era un último recuerdo que ya no quería llevar consigo. Como siempre, la mirada de Sabo se había clavado en la argolla de matrimonio que aun adornaba la mano de aquel adulto pero por primera vez no sintió que ese hecho lo lastimase, por el contrario de cierta forma le parecía incluso liberador.—Lo lamento— sintió la forma como los ojos siempre expresivos del mayor recorrían la parte afectada de su mejilla aun antes de sentir la suave caricia.

—Está bien, era lo que tenía que pasar. — No se sentía arrepentido o molesto o culpable, La presencia del mayor ahí le hablaba de cierta importancia que su persona había tenido y eso era de alguna manera reconfortante pero también del cinismo que ya no estaba dispuesto a soportar. —¿Qué haces aquí? —

—Luffy me dijo que estarías aquí. —

Sabo sonrió, amargamente, típico del menor, hablar sin pensar hasta en una situación como esa que lo involucraba también a él, pero al menos podía saber sin lugar a dudas que su hermano pequeño no lo odiaba.

—Eso no contesta mi pregunta Dragón. —

Su pregunta, no estaba seguro de querer saber la respuesta a su pregunta, de forma vaga escucho la voz mecánica anunciar el abordaje de un nuevo vuelo, bajo la mirada a su pase de abordad y noto que era el suyo, hizo ademan de comenzar a caminar en dirección a la fila para abordar su vuelo y el mayor le retuvo, tomándolo por el brazo.

—No te vallas. —

A su lado la gente pasaba sin hacer caso a la discreta escena, no era para nada la atmosfera de una película romántica, solo un breve momento en la vida de dos personas que probablemente no se volvieran a ver.

Sabo sonrió un poco más, miro por unos momentos el libro que sostenía en una mano y el pasaje de abordar en la otra, —Oye Dragón… ¿Cuánto tiempo vive un hombre? ¿Lo sabes tú?— con delicadeza dejo el libro que era su ultimo recuerdo de aquel hombre sobre el asiento de la sala de espera, se irguió cuan alto era y aunque no alcanzaba a ver al contrario sin levantar la mirada ya no sentía la pesadez de antes. — Creo que compraré mi propio libro después… gracias por todo, señor Monkey. — zafándose con suavidad del agarre ajeno se dispuso a partir, aunque aún había un peso del que quería deshacerse.

 

Partió con cuatro simples palabras, las que no había dicho nunca hasta entonces.—Te amo, aun ahora.—

 

“… pero así como tú no perderás tu matrimonio por mí tampoco yo perderé mi vida por ti” estaba de más aclararlo, la mirada de Sabo lo decía, así como su espalda mientras se retiraba del lugar, siendo el ultimo pasajero en abordar aquel avión a su nueva vida.

 

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Fin.

Notas finales:

Bueno, aqui el final, espero que lo hallan disfrutado de alguna manera, me gustaria saber sus opiniones y saben que los comentarios son agradecidos <3

con mucho amor para el gato, por siempre de los siempres.


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