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Viviendo con el enemigo por Yusei156

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Notas del capitulo:

Hola a todos, una disculpa por publicar hasta ahora, lo intenté hace una semana y todo pero me temo que la página estaba fallando o algo pero no me dejaba entrar ni a mi cuenta. Por eso hoy les traigo capítulo doble, espero les guste y comenten en ambos. Nos leemos más abajo.

—Me da vergüenza admitir que tarde mucho en darme cuenta, ustedes son solo un par de idiotas que creen que fingen estar casados— comentó Riddle con su mirada esmeralda clavada en esos ojos metálicos.

—Oh... ¿Con que creemos que fingimos?— preguntó sin estar seguro de lo que se estaba hablando.

—Pero no te preocupes no le diré nada a tu madre, es más. Voy a decirle que son un gran matrimonio, que se aman mucho pero aún son muy jóvenes como para pensar en hijos ¿Qué te parece?— sonrió de tal manera que se le helo la sangre al león a pesar de que estuvieran a 35°C.

—Demasiado amable para una serpiente— y vaya que tenía sus razones para creerlo, nunca se debe de confiar en un Slytherin, menos cuando sabes que están tramando algo.

—Me ofenderia si no sospecharas de ello, es un favor. Ahora tienes una deuda conmigo— si, porque era vital aquello, necesitaba tenerlo de su lado en un futuro cercano.

—¿Qué es lo que quieres?— pero se quedó con la palabra en la boca, no recibió respuesta, solo lo vio sonreír para darle la espalda y comenzar a caminar. A dos metros de distancia se detuvo.

—No temas en lanzarte, le gustas— siguió caminando, al menos tenía que hacer algo por ese par. Estaba convencido de que eran el uno para el otro —Y por si no lo adivinas Black, ahora son dos—

Eso último tuvo un efecto doble en Sirius, estaba enojado con esa serpiente manipuladora y a la vez estaba agradecido con ella. De una forma u otra lo había comenzado a unir con Snape, más importante aún, los había llevado a conocerse mejor, a platicar durante las noches, a reír como confidentes.

Había logrado que se enamorará de él.

El camino  a casa había sido corto pero cansado, despedirse de su mejor amigo jamás le había dejado un sabor tan amargo en la boca. No soluciono nada con James, pero era culpa suya, no se había disculpado por todo lo que le dijo a Snape y gracias a lo que sentía ahora por él no podía darse el lujo de perdonarlo. ¿Qué clase de futuro novio sería si perdonaba a quien insultara a su amado? Un día James y él estarían nuevamente bien, estaba seguro de ello, ahora lo más importante era atrapar a la presa.

—Uhm...— se quejo cansado, la diferencia climática era bastante abrumadora, apenas llevaban un par de horas desde que habían regresado al departamento y esa sensación de frío no desaparecía, era sorprendente como su cuerpo se había adaptado tan bien al cálido clima mexicano, es más, antes de ello jamás hubiera pensado que lo extrañaría. Pero en ese momento todo se sentía demasiado frío.

 

Sin pensarlo dos veces se apresuró a escabullirse al cuarto de a lado, sabía muy bien que Snape estaría allí acomodando sus cosas. Casi estaba seguro de que se sentía igual de triste que el de tener que separarse. Ya sin Tom de por medio no había razón alguna para que compartieran cama y después de su fallido intento de iniciar una relación parecía que su avance se había estancado.

 

La habitación era seria pero de alguna extraña forma también reconfortante, justo como su dueño tenía un toque de elegancia y un aroma bastante peculiar. Sirius aspiró hondo aquel fragante aroma, era dulce, olía a flores, a flores silvestres, olía a lluvia, a libros viejos, a canela, a madera… Pero sobre todo olía a jazmín. No pudo evitar el sumergirse en ese aroma, le encantaba, era de sus flores favoritas y justo unas de las que más había deseado regalarse a su amado.

 

Siguió adentrándose con los ojos cerrados, dejando que su olfato lo guiase, incluso pensó en convertirse en perro pero descarto la idea ya que no quería abrumarse con tantos aromas distintos.

 

—¿Si… Sirius…?— solo el llamado de su nombre lo alertó y aún así no quiso abrir los ojos, no sabía cómo hacerlo, no sabía cómo ver a la primera persona que lo había rechazado, la primera con la que pensaba un futuro juntos, le aterraba sufrir otro rechazo y a decir verdad ¿A quien no?

 

Aún sin querer mirar se acercó a donde provenía el sonido, quería seguir disfrutando de su actual estado de ignorancia, quería creer que el trato seguiría en pie y que tendría más tiempo para conquistarlo.

 

—¡Vete! ¡Largo de aquí!— el dolor que sintió en el pecho a escuchar esas palabras no lo puedo describir, se quedó quieto, su pecho le oprimía, sentía su corazón contraerse —Sirius, por favor...—

 

Aquel tono que usó no era enfado, era angustia, era tristeza, eran preocupación. No pudo resistirse y abrió por fin los ojos. El cuarto estaba desarreglado, había varias prendas en el suelo, libros tirados y lo más importante ni una señal de Snape en la habitación.

 

—¡Lárgate de aquí Black!— gritó más desesperado que antes, lo último que quería era verlo, no quería pero tampoco había manera de impedirlo, preso del pánico había corrido a ocultarse en el armario. Era cuestión de tiempo para ser encontrado, no había manera de que se le pudiera enfrentar al Black en ese estado.

 

Sintió que la respiración le faltaba, su pulso se aceleraba, no había manera humanamente posible de mantenerse calmado en esa situación. Peor fue divisar la perfecta silueta de Sirius inspeccionando el armario, parecía totalmente ensimismado, como si esperara ansioso a abrirlo.

 

Quizá esa sería la peor decisión que tomaría en ese día o quizá apenas estaba empezando.

 

El aroma era abrumador, tanto que parecía consumirlo, atraerle de tal forma que jamás había podido imaginar, no era la primera vez que estaba con un omega en su celo, pero si era la primera que se sentía de tal manera, perdido, sin inhibiciones, como si todo lo que existiera en ese momento fuera su Severus y nadie más.

 

Dejó escapar un quejido molesto, sabía que lo que estaba por pasar no estaba bien, lo sabía con la misma certeza de que ya no había marcha atrás. Era la primera vez que experimentaba algo así; el despertar de su celo a la par que un omega. Sentía esa sincronía, su cuerpo ardía, tenía sed y solo había una forma de calmarla.

 

-¿Entonces? Tú sabes. No puedo resistirme…- se acercó, se acercó lo suficiente como para tener contacto con el cuerpo tembloroso de Snape, tanto como para tener cada vez más presente tan enervante esencia -Se que tu tampoco lo harás- más atrevido que nunca, parecía que le había perdido el respeto cuando  se lanzó directamente sobre su cuello para intentar morderlo, lamerlo.

 

Lo primero que pensó fue en marcarlo, en poseerlo, hacerlo suyo, no eran solo las feromonas, era su ardiente deseo de una vida juntos. Para su desgracia, o quizá  fortuna la gargantilla de plata seguía en su lugar. Al menos por esa ocasión cumpliria su proposito.

 

Chasqueo la lengua, se sentía un poco frustrado pero no desanimado, comenzó a acariciarlo con tal lentitud que le dolía, lo impaciencia, lo deseaba tanto que quería postergarlo el mayor tiempo posible. No por él, eso era evidente. Se trataba del inexperto omega del que se había enamorado.

 

Con delicadeza le robo un beso, un suave y tierno beso que le quemaba por dentro, pero en cambio a Snape parecía tranquilizarlo. Deseaba transmitirle sus sentimientos, que supiera que el celo no nublaba su juicio, que quería tomarlo ese día pero que no seria solo sexo, quería hacerle el amor. Tierno, cálido y apasionado, muy distinto a las tantas veces que lo había hecho antes, una experiencia nueva que atesoraria por siempre pero lo más importante de todo era su acompañante, lo que más le importaba en ese momento era cuidar de él.

 

—Permíteme ser el primero—  fue lo único que pensó. El celo se veía doloroso, las piernas de Severus temblaban, sus ojos parecían ligeramente dilatados, le costaba mantenerse de pie sin mencionar que su rostro estaba completamente rojo. Black jamás había visto sufrir tanto a un Omega, pero este no era cualquiera, se trataba de quién le robaba el aliento.

 

La única contestación que tuvo fue un ligero asentimiento de cabeza. No necesito otra cosa, con un agarre firme lo tomó de la cintura para terminar elevandolo cual princesa en brazos y llevarlo a su habitación. Una vez allí no espero ni dos segundos para tirarlo en la cama y posicionarse sobre de él, los deseos de besarlo eran tantos que no bastó con el contacto y el suave roce; lo profundizó a una gran velocidad, le succiono, le mordió, sonrió con cada gemido que escapaba de la boca contraria. Siguió así hasta que les faltó oxígeno, fue entonces que su atención se vio desviada.

 

—Sir-Sirius— el Slytherin no pudo terminar de hablar, no podía articular una sola oración completa, solo ideas dispersas que lo inundaban de tanto en tanto cuado parecía que el contacto no era suficiente —protección…— alcanzó a decir antes de ser callado por otro voraz beso.

 

Aquellas palabras resonaron en su mente, fue la última cosa que pudo articular. Lo siguiente que Severus sintió fue un húmedo cosquilleo que iba recorriendo todo su cuello, bajando por su cuerpo, sintió como aquel sentimiento comenzaba a concentrarse en sus pezones. Pronto una mano le hacía compañía.

 

Con cada apretón y cada  lamida soltaba pequeños gemidos, no quería abrir los ojos, las emociones lo inundaban, sentía pequeños escalofríos recorrer cada área que era inspeccionada. Miles de pensamientos fluían por su mente y a la vez ninguna, no podía pensar con claridad, la sensación  a era abrumadora y desconocida, solo pasaba una persona por su mente, la cual lo inundaba con tanta fuerza como huracán que lo estaba destrozando.

 

El animago subió para degustar de la boca del Omega. Deseaba distraerlo de lo que vendría, sin importar quién le preguntará sabía una cosa. Esa serpiente lo volvía loco, quería marcarlo pero no podía hacerlo. Era el momento justo en que había comenzado a odiar su propio regalo.

 

Trató de ignorar el fuerte instinto de unirse para siempre a él, pero eso no fue posible, lo deseaba con tal intensidad que dejó pequeñas marcas por todo su cuerpo. Todas y cada una dirigidas a la entrepierna del azabache.

 

Sirius alzó la mirada, quería ver los ojos del contrario, quería perderse en esos ojos azabache tan oscuros y profundos que llegaban hasta el fondo de su alma. Quería asegurarse de no cometer un error, pero lo vio, tenía los ojos cerrados.

 

Parecía temer tanto como él mismo, por un momento y contra todo pronóstico el león tomó de nuevo control sobre su situación. Era complicado, demasiado complicado, casi imposible resistirse a seguir pero había algo que tenía que hacer antes de seguir. Tomo el rostro pálido que comenzaba a enfocar directo a su cara, tenía que decirle algo.

 

—¿Sev?— al darse cuenta de que seguía temblando una parte del corazón de Sirius se detuvo.

 

—¡No puedo detenerme! Mi cuerpo se siente demasiado extraño y sé que sientes lo mismo— trato de controlarse, le daba tanto miedo, bueno en realidad casi tanto como lo mucho que lo disfrutaba —Yo… yo no quiero que me lastimes—

 

—Jamás lo haré te lo aseguro— prometió con toda la sinceridad que poseía. Porque al verlo a los ojos lo único que deseaba era cuidarlo.

 

—No quiero ser solo otro más de tu lista— aquella última frase había sido tan difícil de decir que su voz parecía quebrarse, para su suerte unos labios traviesos atraparon a los suyos.

 

Pronto lo único que sintió fuera suaves caricias y tiernos besos depositados a los largo de su rostro, algunas partes de su cuello y claro en su torso. Era sorprendente lo mucho que estaba disfrutando ese nuevo tacto.

 

Por primera vez en el acto Severus se atrevió a abrir los ojos, se arrepintió de inmediato. El rostro del león estaba completamente perdido, como si estuviera contemplando un gran tesoro.  Pronto sintió su miembro siendo acariciado por unos traviesos labios, como comenzaba a succionar con vehemencia.

 

Arqueo la espalda, parecía que su cuerpo actuaba sin preguntar, no podía impedir ningún movimiento, sorprendido se dio cuenta que había logrado retroceder un poco, aquella acción lo dejó con los codos sobre el colchón y las piernas abiertas. Un ligero gruñido le llamó la atención, volteó solo para darse cuenta de la fiera mirada que se posaba sobre de él.

 

Sirius se volvió a acercar lentamente, acechando a su presa hasta que pudo sentir su aliento y se posicionó justo en medio de él, inspeccionando como si fuera la primera vez que lo veía, poco a poco fue bajando hasta que comenzó a lamer la entrada virginal que se le estaba ofreciendo.

 

Escuchó una queja que se perdía entre gemidos cortos pero deleitantes, sabía que le daría pena a su amado, era la primera vez pero lo haría disfrutar tanto, tanto como para que a la mañana siguiente no estuviera arrepentido.

 

Siguió lamiendo, sentía como comenzaba a lubricarse su entrada a la par en que se dilataba, con cuidado introdujo uno de sus dedos. Volvió a escuchar un quejido, procuro no moverse hasta que se acostumbró a su intromisión, y siguió con su misión.

 

Primero uno, después dos hasta que se acostumbro lo suficiente como para que todos esos gritos de dolor quedaran sofocados entre sus labios y fueran reemplazados por sus deliciosos gemidos, sus súplicas deseando cada vez más parecían tener un tono de timidez que parecía un susurro.

 

—Pídeme más— le dijo el animago mientras se mordía los labios, no hacía falta hacerlo, estaba que se moría de ganas de por fin unirse a él, pero quería que estuviera consciente de que se deseaban de la misma forma.

 

—Nunca...—trato de continuar hasta que sintió como nuevamente comenzaba un movimiento coordinado en su interior, como Sirius se movía dentro de él, estaba mintiendo, lo deseaba, sus instintos se lo pedían a gritos, quería ser poseído en ese momento pero eso no saldría de su boca.

 

—Bien— no dijo nada más, sacó sus dedos y con mucha alegría vio el rostro enojado de Snape, estaba claro que lo quería adentro de nuevo, cosa que se fue esclareciendo al momento en que sintió una mano de él acercarlo nuevamente, sí cercanía quería su ángel  eso le daría. Volvió a besarlo, a juguetear entre sus piernas, se necesito de un gemido fuerte y claro para que por fin comenzará a meter su miembro en el interior de su pareja. Sirius mentiría si dijera que no estaba ansioso por hacerlo, la esperaba le mataba lentamente.

 

—Ah...t-en ten cuidado idiota— gimió adolorido y avergonzado al sentir el nuevo intruso, debía admitir que era mucho más de lo que esperaba, era difícil el moverse, acostumbrarse a esa sensación parecía ser aún peor. Sin recibir respuesta notó un ligero toque de tristeza en la mirada plateada del Black.

 

—Te dije que te cuidaría siempre ¿No? Confía en mí— le pidió antes de besarlo al ritmo en que comenzaba a moverse, lento al inicio, al menos hasta que comenzó a escuchar que los ligeros gemidos de dolor que recibía en un principio se iban convirtiendo paulatinamente en unos de placer.

 

—Agh Sev...— gruñó el Black a la par que aumentaba la velocidad y la fuerza de las estocadas, era una sensación inigualable, tanto que no quiso seguir conteniendose. Sintió las uñas del omega enterrarse en su espalda, él volvió a intentar morder su cuello aun frustrado, terminó marcando los alrededores con toda la lujuria y deseo que sentía.

 

Pronto sintió la entrada de Snape contraerse, estaba culminando. Sin poder evitarlo sonrió y subió esas piernas blancas a sus hombros, quería llegar más profundo, quería hacerlo disfrutar. Masajeo su miembro al ritmo en que le embestía, hasta que no solo fueron los gemidos, ni su bello rostro lleno de lujuria y placer. Lo sintió, había acabado.

 

—¿Te gusto?— sonrió, no esperaba respuesta alguna, la respiración del Slytherin seguía agitada y ni se había dado cuenta de que aún estaban unidos —Tenemos una larga noche por delante—

 

Severus lo miró incrédulo, no quería saber qué era lo que le estaban diciendo, porque si era lo que estaba pensando levantarse a la mañana siguiente se convertiría en todo un reto.

 

—¿No te diste cuenta? Yo aun no acabo primor— le guiño un ojo antes de volver a besarlo.


Una vez o diez mil, no había diferencia, cuando saliera el sol estaba convencido de que Snape lo odiaría, no querría saber nunca más de él. Y si este era un adiós al menos quería recordarlo por siempre como la mejor noche de su vida. La primera noche que habían hecho el amor.

Notas finales:

¿Cómo me quedo? No soy muy buena con el Lemon, de hecho creo que solo he escrito dos o tres así que espero les haya gustado.

 

¿Qué creen que pase ahora? Pues no tendrán que esperar mucho porque ya subo la continuación jaja.


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