Caminar a lo largo del estudio, una, dos, tres veces. No había manera de que esto sucediera de nuevo, si había algo que le disgustara además de su estúpido padre adoptivo y su enfermiza obsesión con los dulces de limón era el tener que esperar por James Potter, en realidad por cualquier persona, pero definitivamente el que su amante lo hiciera esperar cuando este mismo lo había citado, eso sí lograba causar estragos en su persona.
No era solo el hecho de tener que esperar, dentro de dos meses iba a presentar su solicitud para el puesto de Ministro de Magia y allí estaba, con una mayoría de mestizos y sangres sucias en su contra, aun siendo solo el Omega a quien el respeto se lo entregaban sólo por temor a su gran poder, y peor aún su prospecto a marido tarde y aun con la novia embarazada. Al menos sabía que su situación no podía ser peor.
Volteo por tercera vez al reloj. Ya eran 17 minutos tarde, sacó de su bolsillo izquierdo una cajetilla de cigarros de cracuna, ideales para esos malos ratos que estaba pasando. Al día siguiente reuniría a su gente para organizar una reunión de emergencia, el aunque de los mestizos era en ese momento, los linajes puros estaban en extinción y el único hechizo que existía para recuperar la “pureza de sangre” que existía en ese momento podía ser la solución.
Se trataba de un poderoso hechizo que limpia el aura mágica de un mago de tal manera de eliminar las manchas que deja la mezcla. Un ritual relativamente sencillo, pero que requiere de un gran sacrificio por parte de un mago de sangre pura, por ello es que era tan difícil el llegar a hacerlo, nadie iba a arriesgar su vida por otra persona solo para limpiar su sangre mejorar su estatus. Al menos nadie que conociera.
—Talvez Lucius lo haría por su mascota...— pensó en voz alta. La verdad es que necesitaba probarlo aunque sea una vez para proponerlo como una solución factible, el mundo debía de cambiar y debía de hacerlo a su favor. Otra opción eran hombre o mujeres cuyas parejas muggle les habían abandonado, podían realizar el ritual y sus hijos serían sangre pura al igual que ellos. No quería dejar pasar una oportunidad como esa.
Tomo una profunda calada de aquel cigarro y contuvo el humo tanto como le fue posible, la cracuna era bien conocida por inducir visiones a las personas que la consumían, justo lo que quería parar decidir su siguiente movimiento.
—¿Tom? Perdoname, dejame entrar— pidió James Potter quien al llegar se encontró con la desagradable sorpresa de que su amado estaba encerrado.
Riddle abrió la puerta con un solo movimiento de varita, odiaba esperar pero quería verlo, lo admitiera o no había desarrollado sentimientos profundos por esa persona, sentimientos que le estaban quemado, que le lastimaba por no poder monopolizarlo, que quería admitir pero no lo haría, no. Porque un Omega enamorado es sin duda una de las criaturas más estúpidas en el planeta, o al menos esa era su opinión.
—Perdoname Tom— se acerco para poder besarlo, sin éxito alguno, claramente estaba molesto, ni siquiera le había dirigido la mirada. James sonrió para sus dentros, no era igual verlo enojado en la forma que se encontraba en ese momento a cuando se enojaba con sus compañeros de trabajo o alguna otra persona, simplemente era despiadado. —He pensado en ti todo el día— confesó sin pena alguna, se acercó a él por la espalda para poder abrazarlo.
Inhalo el aroma de su cuerpo, respiro en su cuello y prosiguió a besarlo. Hacía tiempo que no lo veía así de enojado, no con él al menos. Siguió con lo mismo, le beso con detenimiento el cuello, saboreando cada centímetro de su piel, lo deseaba siempre y esta no era la excepción. Pronto sintió un poco de cooperación cuando por fin su hermoso amante volteo a verle a los ojos, no quiso esperar más y sin dejarlo siquiera reaccionar le tomó de la cintura y lo levantó sobre el escritorio.
Sin tregua alguna comenzaron a desabrochar la ropa, a quitarse las camisas, en cuestión de segundos habían prendas tiradas por la habitación y lo que antes no era más que silencio se convirtió en sonoros gemidos que hacían eco en cada una de las paredes. Sus cuerpos se movían de forma sincrónica, James sabía exactamente dónde y cómo debía de hacerlo para propiciar más placer a su pareja, Tom le agarraba la espalda con fuerza, le gustaba arañarlo, lo hacía adrede esperando que quien lo viera supiera que había estado a su lado. Le seducía con la mirada y por momentos gemía su nombre en un susurro ahogado.
No acabó allí, no. Ni siquiera habían empezado. Pasada la primera ronda no tardaron a moverse a su lugar predilecto: la casa del joven Riddle. Innumerables veces esas paredes les habían visto en cientos de posiciones distintas, esa noche sería una más de su clandestina historia de amor.
—Te amo— se escuchó en la habitación. Eran las cuatro de la mañana, no podía ver el paisaje fuera de la ventana pero estaba seguro de que el cielo era estrellado y la noche completamente oscura.
Su pareja claramente le escucho pero permaneció en silencio, mirando hacía uno de los espejos de la habitación, ciertamente estaban instalados allí para hacer más erótico cada uno de los escenarios vividos, pero en ese momento servían para poder espiar aquella expresión que jamás había visto. Parecía dolor, resignación, miedo, no sabía qué responder.
—Acabo de decirte que te amo— volvió a repetir, era la primera vez que se lo decía así, en calma, no teniendo sexo, no en el orgasmo, no cuando solo buscaba su calidez, su compañia, días, noches húmedas, era muy distinto a cada una de las anteriores, lo hacía con la mente fría quería sincerarse esa noche.
—Odio cuando me mientes— contestó cortante sin poderlo evitar —si de verdad lo hicieras no sería aun el amante, te divorciarias y te casarías conmigo— desde el momento en que se enteró que la pelirroja estaba embarazada supuso que pasaría una situación así, no podía seguir aplazandolo.
—Tú sabes que no puedo hacer eso, Lily está embarazada, ¿Qué clase de hombre abandona a su mujer con un hijo? ¡No puedes ser tan egoísta Tom!— reclamo James sin pensarlo dos veces, el Slytherin sabía perfectamente su situación, llevaban casi un año así, era ilógico que justo ahora le reclamara.
— Piensa en mi Potter, siento algo por ti, algo fuerte. Cada vez me molesta más nuestra situación, quiero dejar de ser tú pasatiempo y si no estás dispuesto a hacerlo sabes dónde está la puerta— se mantuvo firme ante su decisión, no iba a mostrar debilidad ante nadie, no importaba siquiera si esa persona tenía su corazón entero.
—Vamos Tom, se lindo, se que te enoja pero te prometo que la dejaré después de que nazca el pequeño Harry y tenga un año creo que sería el mejor momento, digo la abre apoyado y veré a mi hijo crecer— no quería perderse los primeros años de vida de su hijo, menos su primer año, ya después vería con Lily como hacer para que convivan los tres en armonía.
—¿Un año?— pregunto sin todavía poder creer lo que acababa de escuchar, respiro profundamente, debía controlarse si no quería lanzarlo volando por la ventana con un movimiento de varita —Tengo que poner tus pies en la tierra. Tú estúpida esposa sabe de lo nuestro, si prefiere quedarse callada en lo que tu juegas que la vida es de color rosa esta bien, es su problema. Pero te lo estoy diciendo ahora; sino me vas a elegir retírate— apretó los puños con fuerza, quería contenerse, debía de hacerlo, hacía mucho que había olvidado que solo quería estar con él por su condición de Alfa.
—Vamos Tom, no me hagas esto. Te amo, te amo muchisimo, te amo tanto que le conté a mis amigos de lo nuestro. Te amo tanto que no quiero vivir lejos de tí— era cierto, todo eso era cierto, pero no era tan fácil.
—¿La amas?— sabía que no tenía que preguntarlo, era obvia la respuesta pero quería oírlo, lo necesitaba, necesitaba ese dolor para dejarlo ir.
—La amo, pero no tanto como a ti— contestó sin dudarlo ni un segundo aunque en realidad no estaba seguro de si podía comparar el amor que les tenía a cada uno —Comprende mi amor, debes creerme. Sigue conmigo, después tú y yo criaremos al pequeño Harry, lo veremos crecer y cuando Lily venga a visitarnos...— No pudo acabar pues fue interrumpido por el puño izquierdo que acababa de impactar contra su mejilla.
—¡Hasta eligieron su nombre! ¿Crees que querré cuidar de tu hijo con otra? Solo te estoy pidiendo una cosa, deja de jugar conmigo u olvidate de mi, no hay una tercera opción donde vivimos los cuatro juntos y tienes sexo con ambos todas las noches— sin pensarlo dos veces se levantó de la cama, necesitaba vestirse y salir de aquel lugar. Quería estar solo.
—¡Te amo Tom! ¡Entiendeme! ¿Si estuvieras en mi lugar que harias? ¡¿Qué hubieras hecho?! No es fácil amar a dos personas al mismo tiempo, pero no es culpa del niño, mi hijo no tiene la culpa de mis decisiones— estaba enojado y más, en serio quería que todo volviera a como era antes, no quería perder esta nueva parte de su vida que le hacían dichoso.
—Si, si, ya te escucha la primera vez, yo tambien me amo así que se acabó el juego. Querre una vida contigo pero prefiero mis sueños y si no me vas a dar el lugar que merezco entonces tengo que sacarte del panorama. Vete—
—¿Tan fácil es? ¿Te ofrezco mi corazón y así me pagas? Con razón eres una puta y no más. Nadie quiere casarse contigo porque solo los utilizas y desechas cuando ya no te sirven, solo te interesa tener poder y despreciar a los que son como tú, mestizo. Tienes razón, debo de darte tu lugar. <<silentium>>— pronunció el castaño de inmediato antes de abalanzarse sobre Tom y tenerlo debajo de él.
Riddle comenzó a retorcerse, podría ser un poco más bajo pero igualmente era un hombre y podía pelear, trató de sacárselo de encima, antes de siquiera poder pensar en un hechizo verbal para contrarrestar el ataque sintió un fuerte golpe en la cabeza. No podía asegurar con exactitud que lo había golpeado pero estaba seguro del nombre del culpable. Una vez más llegó a él esa sensación de aturdimiento acompañado de algún líquido espeso recorriendole el rostro.
Pronto no pudo distinguir más, un tercer golpe llegó a él sin aviso oportuno. La siguiente vez que comenzó a tener conciencia sobre lo que sucedía estaba atado, no podía abrir bien los ojos pero pudo distinguir una sombra sobre de él. Un fuerte dolor le recorrió la columna vertebral, había sentido esa intromisión muchas veces atrás, pero nunca de tal manera. Como pudo trató de incorporarse, siendo imposible. Una vez más sintió el mismo dolor recorrerle, ardía, lágrimas corrían por sus mejillas de forma inconscientemente, con la siguiente estocada volvió a intentar liberarse con más desesperación que antes.
Jamás se había sentido tan impotente, jamás había odiado algo como en ese momento en toda su existencia. Busco concentrarse, necesitaba toda su concentración. Solo un poco y podría deshacerse de él. No había mago en la tierra capaz de combatirlo, pero aun por más que lo intentará el dolor no le dejaba pensar con claridad. Cada vez era peor. Nunca pudo imaginar que ese aroma que le excitaba tanto podría llegar a asquearlo con tal intensidad. Sintió un golpe más en su cuerpo, dos, tres, perdió la cuenta. Su cabeza no era la única que había sangrado.
Perdió la conciencia nuevamente, no sabía si por otro golpe o quizá la pérdida de sangre, se dejó ir, sin querer despertar pero la vida no era lo suficientemente buena para dejarlo alli.
La mañana siguiente despertó aturdido, lloro de forma involuntaría, seguía vivo pero sentía que le habían matado cuando vio dinero sobre la mesa a un costado de la cama y una nota que decía lo siguiente:
“Una palabra y todos sabrán que fuiste mi puta. Una palabra y todo el mundo mágico se enterara que no eres más que un sucio Omega, tu carrera estara arruinada”