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Viviendo con el enemigo por Yusei156

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Notas del capitulo:

Una disculpa por no haber podido subir antes los capitulos, no se porque no me dejaba entrar a mi cuenta así que subire TODOS los que se han publicado. Espero les gusten y dejen un comentario en cada capítulo. 

 

Se que es atrasado pero espero hayan tenido un buen inicio de año y una feliz navidad.

El camino a casa nunca había sido tan largo, a decir verdad esa no era su casa, ni siquiera necesitaba llegar caminando, unos polvos flu por aquí o un hechizo por allá y habría estado allí en un parpadeo. No había necesidad de andar caminando por el bosque a esas horas, alejado de la luz, de los caminos, de la mirada de la gente. Cada que sentía la mirada de alguien sobre de él no podía evitar el sentirse culpable, parecía como si supieran exactamente lo que había hecho apenas unas horas atrás.  Como si todos supieran la clase de mierda que en que se había convertido.

 

Tiempo atrás, apenas unos meses en el pasado habría sido incapaz de ello. Había visto a Sirius salir con muchas personas antes, coquetearle a cientos, besarse con desconocidos en la calle solo porque le daba la gana y jamás intentó cambiar eso, no hizo nada para remediarlo, para transmitirle sus sentimientos, no cuando tuvo la oportunidad. Ahora lo había perdido para siempre, estaba enamorado.

 

―Tal vez, si Snape lo deja...― pensó con una insana esperanza. Debía ser una persona verdaderamente horrible como para desear el sufrimiento del ser amado y así poder retenerlo consigo.

 

Camino en silencio deseando desaparecer. Decidió que quería desaparecer.

 

o0o

 

La tarde era fría, más fría que de costumbre. El cielo había amanecido gris, un tono tan vacío como se sentía en ese mismo momento, cosa que no ayudaba a mejorar su humor, hacía días que no había visto a Remus por ningun lado, ocasionalmente le contestaba sus cartas o las llamadas por espejo y solo decía una cosa “Estoy bien, te veré luego” y listo. A estas alturas había perdido la cuenta de cuántas veces había intentado contactarlo.

 

Fue a su casa e incluso sus futuros suegros le contestaron que llevaban días sin verlo, todos esos dias habian pensado que se encontraba a su lado. Malfoy con todo el porte que tenía desde que había aprendido a caminar apresuro su llegada a la actual morada de los Black, bueno, para ser más precisos de Severus Black. Sin pensarlo dos veces se transporto a la chimenea de aquel pequeño departamento, eso era lo bueno de tener una chimenea mágica en casa, siempre podías recibir visitas.

 

Antes siquiera de abrir los ojos grito ―¡Si estan teniendo sexo es momento que paren, no quiero ser testigo!― espero todavía unos segundos más hasta que escucho como se  abrió una puerta, esa fue su señal para inspeccionar lo que estaba sucediendo. Para su sorpresa únicamente se encontraba allí Snape. Sus ojos estaban rojos, su cabello despeinado, se notaba que había pasado en vela varias noches, su rostro solo reflejaba frustración, estrés y tristeza. No sabía que había sucedido pero estaba más que seguro que solo podía haber un culpable para tenerlo en tal estado.

 

―¿Qué hizo?― preguntó con claro tono de molestia mientras se sentó en el sillón central de la sala, solo lo mejor para él, eso estaba claro. Notó la clara incomodaba que reflejaba Snape, suspiró conteniendo su enfado ―pensé que le había quedado claro la vez pasada lo que le iba a hacer si esto volvía a ocurrir― comentó enojado, llamando la atención del otro.

 

―Alguien le robo un beso― contestó por fin. Al menos ahora sabía que Lupín no había tenido suficiente valor como para contarle lo sucedido.

 

―¿Y ya?―  aquel comentario sorprendió a Severus pero se limitó a esperar una continuación ―Oh Snape, no seas celoso. Sirius es un hombre atractivo, no tanto como yo tengo que aclarar, pero es logico que haya mujersuelas tras de él, incluso a mi me han quita uno o dos de esos. No tiene significado― era cierto, nadie podría dudar de que era más guapo que el heredero Black, al menos eso pensaba Lucius.

 

―Él correspondió el beso― agrego, esa era la parte más importante de su enfado ―No se como volver a confiar en él― quizá Lucius no era la mejor persona para dar un consejo pero era el único con quien había tenido contacto desde hace unos dias.

 

―¿Te lo oculto?― eso último si que le había llamado la atención, sabía que Black era un idiota pero jamás imaginó que pudiera llegar a esos extremos, debía de haber estado muy borracho como para hacer algo así. A no ser de que se tratara de alguien que le gustaba en cuyo caso, eso sí que tenía que ver con él.

 

―Me lo dijo tan pronto regresó al departamento― contestó de nuevo, no tenía muchos ánimos de hablar de aquello pero si al menos después de esta platica Lucius sospechaba de él idiota de Remus abría ganado parte de su venganza. Era obvio que estaba enojado con su imbécil esposo, pero el incitador sin duda… lo haría sufrir por meterse con lo que no es suyo, con lo que perdió por cobarde.

 

―Entonces vino, te lo dijo y tú lo echaste― comentó más para sí mismo que para su amigo ―¿Crees que este enamorado de la otra persona? Si se trataba de una ex quizá solo fuera la calentura del momento, talvez y tiene una aventura, quien sabe— se arrepintió en el momento cuando lo dijo, quería hacer enojar más a su amigo con el Gryffindor y en cambio lo había puesto triste, se le notaba en la mirada que lo último que quería era que solo lo hubieran utilizado  —no deberías sentirte tan inseguro, ese perro babea por ti― quizá no fuera el mejor consejo, pero si era su mejor intento por hacerlo sentir un poco mejor. Además, si iba a apoyar a Sirius para que volviera con Snape claro que querría algo a cambio y había un favor bastante especial que quería pedirle a ese odioso Gryffindor.

 

―¿Así que eso es lo que importa? ¡Ese idiota se beso con otra persona! ¡Lo disfruto! ¿Y tu quieres que me sienta tranquilo?― decir que estaba enojado era poco, claro que odiaba lo que estaba pasando, odiaba más el no poder hacer nada. Quería estar a lado de Sirius, pero existía algo que se llama autorrespeto, no podía estar con alguien que no lo respetara.

 

―Hagamos un experimento, acompáñame― le extendió la mano, necesitaba hablar seriamente con Remus y claro, sabía exactamente dónde podría encontrarlo esta tarde. Lo mejor es que era el mismo lugar donde podría ver a Black.

 

Dos horas después se encontraban en el salon principal de entrenamiento físico para aurores y claro, sus respectivas parejas se encontraban allí, corriendo a lo muggle dándole vueltas al lugar. Una de las ventajas de ser Lucius Malfoy eran los contactos y claro que él tenía maneras de entrar a cualquier lugar que deseara sin importar las consecuencias, esto había sido solo un pequeño favor.

 

―Veamos cómo se comporta mientras estamos aquí― sentenció antes de tomar asiento en las gradas del lugar. Hoy habría entrenamiento especial, cortesía Malfoy.

 

Snape se quedó callado observando, ahora había entendido el porque Lucius se había tardado en arreglar y claro porque se había molestado en elegir su ropa, incluso la interior, era obvio que pretendía reconciliarlos.

 

No pasó mucho tiempo para que Sirius se diera cuenta de la presencia de ambos, durante un instante se detuvo en seco y le miró fijamente. Estaba claramente sorprendido pero no había podido evitar sonreir al verlo. Si pudiera seguro habría corrido en su dirección de inmediato. Su distracción llamo la atención de uno de los entrenadores quien no dudo ni un segundo en lanzarle un hechizo que claramente le electrocuto.

 

―No holgazanes Black, en batalla esto podría costarte la vida― Turgueniev era sin duda uno de los entrenadores más estrictos entre los aurores. Se suponía tendría la tarde libre pero como favor a un amigo estaba allí.

 

Una vez pasado el primer escarmiento de inmediato se levanto y continuo la marcha, al ver tan bellos ojos se había olvidado por completo de él entrenamiento, solo quería saber porque había decidido venir a verlo.

 

Pasando otros veinte minutos por fin los dejaron descansar. No podían interactuar con los espectadores pero claro, Sirius no perdía la oportunidad de fingir que eso último no había sido más que una caminata.

 

—Pense que estabas peleado con la serpiente— comentó James quien no podía perder de vista al par de Slytherin, era raro que se encontrarán en ese lugar.

 

—Quiza quiere verme— contestó con esperanza, había sido una semana muy larga siendo parásito en casa de su hermano.

 

—Quizá vino a dejarte— eso último lo pronunció como si fuera algo carente de importancia. La verdad es que estaba feliz de que todo terminará entre ellos, mientras menos supiera de serpientes, mejor.

 

—Talvez van a arreglar todo esta noche— agregó Remus intentando unirse a la conversación. Toda la semana había sido ignorado por Sirius y claro que esto no había pasado desapercibido, pero nadie hacía comentario al respecto. Era la primera vez que se peleaban y nadie quería entrometerse.

 

Pero no contestó, Sirius se levantó de su asiento y comenzó a caminar alrededor del campo, sabía que no había sido sólo culpa de Remus pero no estaba listo para dar borrón y cuenta nueva. Ese beso podría costarle su nueva relación, lo peor de todo es que a penas habían durado un mes, ni oportunidad tuvo de decirle cuando fue su cumpleaños.

 

Pronto se dio cuenta de que no estaba solo, el beta lo seguía de cerca. Parecía determinado en hablarle. Sirius apresuró el paso y poco a poco comenzaron a correr uno tras otro. Desde las gradas ambos Slytherin observaban con curiosidad su comportamiento.

 

—Que infantil es— comentó Snape al saber porque huía el inútil de su pareja, estaba claro que quería demostrarle que no tendrían nada que ver, pero no era nada sencillo alejarlo, de eso estaba convencido.

 

—¿Por qué habrán peleado?— pregunto el rubio platinado con interés, nunca había visto pelear a ese par.

 

Sin embargo no recibió respuesta, no sabía si había sido ignorado o si no lo escucho, en cualquier caso no volvió a preguntar. Necesitaba hablar con su pareja urgentemente, había cosas que solucionar.

 

El entrenamiento siguió, ahora eran combates cuerpo a cuerpo, todo procurando no herir a nadie más. Para sorpresa del rubio su amado prometido era el mejor en la clase, no había alguien que tuviera la fuerza física para derrotarlo, incluso ahora que se enfrentaba con Potter en un combate amistoso ganó sin problema alguno.  Ya sólo quedaba el idiota de Black y otros dos que le importaban tan poco que no les presto atención.

 

Ciertamente ver a su pareja tirar al piso el orgullo de él estúpido León que había herido a su amigo no tenía precio. Desafortunadamente, al voltear se dio cuenta de la mirada casi asesina que enviaba su amigo a su pareja. Todo comenzaba a cobrar sentido.

 

—¿Quién fue?— preguntó por fin, ignorando completamente como su amado acababa de tirar a Black al suelo en un estrepitoso golpe.

 

—¿Quién fue qué?— preguntó fingiendo que no entendía a que se refería. Ciertamente era un tema que no quería hablar y menos con él. Si iba a enterarse que fuera de la boca del traidor de su pareja.

 

—Solo te he visto poner esa mirada cuando veías a las novias que ha tenido Black, se notan tus celos a kilómetros de distancia. Así que dime, ¿Fue Remus?— a Snape se le bajaron los colores del rostro, evitaba su mirada, se veía claramente incómodo, no había podido evitar abrazarse a sí mismo.

 

—Quería darle la oportunidad de que él te lo dijera— contestó, no sabía qué otra cosa decir. Estaba seguro de que sabía cómo debía de sentirse.

 

—Espero que lo haga— contestó sin mucho ánimo, eso explicaba porque lo estaba evitando. Quizá estaba pensando en alguna forma de excusar su comportamiento, de contarle la verdad. Tal vez simplemente no planeaba decírselo. Cómo fuera el rubio platinado dejo de prestar atención a lo que ocurría en el entrenamiento.

 

De vez en cuando observaba cómo interactuaban esos dos. Claramente Black se estaba esforzando por ignorar a su amigo y el beta en cambio buscaba llamar su atención desesperadamente. También podía notar como esos ojos color miel que tanto amaba se le quedaban mirando fijamente.

 

No quería engañarse a sí mismo, repitiéndose una y otra vez que la razón por la que no dejaba de verlo era culpa. Qué estaba desesperado buscando su perdón. De verdad deseaba  eso. No podía formar una familia a su lado si no había confianza.

 

Poco antes de que terminara el entrenamiento ambos magos se retiraron. Snape aún no estaba listo para afrontarlo, aunque estaba seguro que esa visita sería vista con ojos de esperanza por parte de su pareja. En cambio Lucius tenía muchas cosas que arreglar antes de esa noche. Estaba casi seguro de que por fin Remus iría a verlo.

 

Dejó a Snape en su departamento y se retiró al modo muggle. Necesitaba pasar a hacer un pedido y no quedaba muy lejos de allí. Pronto llegó a una tienda que aparentaba ser solo una florería. Entró sin cuidado, no era la primera vez que había ido a ese lugar pero si era la primera ocasión en que necesitaba algo.

 

—Buenos días joven Malfoy, ¿En que podemos servirle?— comentó un joven de cabellos pintados de azul, sus ojos eran claros y le miraban con total atención.



—Azahares, Begonia, Camelia blanca, Lirios azules, Margarita blanca y rosa, Peonía blanca, capullos de rosa, y creo que sería todo—  terminó por fin su lista mental intentando no ver al vendedor a los ojos. De alguna manera se sentía avergonzado en ese momento.

 

—Vaya ¡Qué maravillosa noticia! Muchas felicidades mi señor— sin perder un solo segundo se dirigió a sus estanterías. Tomó un frasco dorado y de allí saco cada uno de los ejemplares. Era emocionante ver a un sangre pura en su tienda además de los Wesley.

 

Sin perder mucho tiempo más empacó todas la miniaturas en una caja de color platino, una tradición para los Malfoy. La adorno con un moño azul celeste y dentro depósito un segundo frasco con una sustancia verde espumosa dentro.

 

—¿Cuánto tiempo falta?— preguntó cortésmente mientras se acercaba al rubio para mostrarle el contenido de la caja.

 

—Será a inicios de Junio— respondió un poco nervioso, era la primera vez que iba a ese lugar, al menos sabía que la siguiente vez que viniera se podría sentir mucho más seguro. Quizá lo que le preocupaba tanto era el hecho de que ese hombre parecía saber todo lo que él pensaba.

 

-—¡Ya pronto! ¡Muchas felicidades!— solo necesito oír eso último y agrego un según frasco con polvos dorados. Depósito algunos ópalos dentro, sabiendo que era parte de la tradición Malfoy y cerró muy bien la caja. —Servido mi señor—

 

Lucius tomó con algo de desconfianza la caja, no sabía porque pero ese hombre era demasiado extraño hasta para él. —También quiero estás— dijo tomando un ramo de rosas rojo intenso entre sus manos.

 

—Solo son flores normales mi señor— contestó un poco sorprendido. Era la primera vez que venía y compraba alguna flor que no fuera parte de su tradición. La última vez que lo había visto fue cuando compro un presente por el cumpleaños de su difunta madre.

 

—Lo se—

 

Poco tiempo después salió el rubio con sus dos encargos. Se dirigió a su Mansión de inmediato y libero el contenido de la caja. Fue cuestión de segundo para que todo jarrón y florero se llenará de una combinación de cada una de las flores que había solicitado. No todos los arreglos eran iguales, se distribuían de tal manera que armonizaba con el resto del lugar.

 

Camino por la casa, tomó otra ducha, se saltó la comida, se paseo por su biblioteca y leyó un rato hasta que llegó la noche. Después de ello no tuvo que esperar mucho para que uno de sus elfos domésticos le dijera que su joven prometido se encontraba esperándolo en la entrada.

 

Sin mucha prisa se dirigió a su encuentro. Debía admitir que estaba nervioso. Esa semana había parecido una eternidad y ahora lo tenía de vuelta a su lado, solo que esta vez deseaba saber cuánto tiempo se iba a quedar en realidad.

 

—Hola— saludó con timidez el beta quien estaba notablemente nervioso, aún no sabía que decirle o como empezar una conversación con su pareja.

 

Sin decirle una sola palabra se acercó a él y lo besó. Unió sus labios con desesperación, fue correspondido, le mordió ligeramente, succionó su boca con desesperación, saboreo cada minuto en que estuvieron juntos. Sabía a chocolate.

 

—No te vuelvas a ir así— dijo una vez acabado el beso. Quería está enojado con él por lo que había hecho pero no quería aceptar lo que pasó, quería fingir que todo estaba bien, que no había ocurrido tal traición, porque eso significaba el fin de todo.

 

—Perdoname— contesto por fin aferrándose a los brazos del mayor, tenía tanto miedo de verlo, estaba tan avergonzado, tan apenado por lo que sucedió que no se dió cuenta cuanto estaba lastimando al hombre que sí lo amaba.

 

Lucius no dijo otra palabra, le beso nuevamente, con ternura, sabía que al final de esa velada probablemente no serían pareja. Tal vez nunca volverían a serlo.

 

Tiempo después ambos se dirigieron al comedor para disfrutar de la cena y su mutua compañía. Habían hablado del entrenamiento, de lo orgulloso que estaba de que pudiera vencerlos a todos con gran facilidad. Hablaron sobre el clima, las estrellas, el frío de la temporada.

 

—¿Por qué hay tantas flores por todos lados?— se atrevió a preguntar Remus quien no había podido evitar mirarlas desde que llegó. Nunca en el tiempo que llevaba con Lucius había visto que hubiera flores en la casa.

 

—Es para celebrar un acontecimiento importante, es una tradición en cada familia sangre pura— contestó un poco nervioso, pero pudo disimularlo perfectamente.

 

—¿Y cuál es ese acontecimiento importante mi querido señor Malfoy?— preguntó con tono burlesco, siempre le parecía curioso como en un solo momento podía convertirse Lucius en alguien tierno y dedicado. Eso sólo hacía más horrible su traición.

 

—Un hijo— contestó sin más, no podía guardarselo durante mucho tiempo —Voy a ser padre— agregó, sabía que esto iba a ser confuso pero era necesario.

 

—¿Padre? P-pero p-pero yo no...— trato de decir algo pero tartamudeaba por la sorpresa, jamás se había imaginado algo así.

 

—Narcissa va a ser la madre— le aclaró, había muchas cosas que aclarar entre ellos —Cuando le pedí que renunciará a nuestro compromiso ella me pidió una cosa ¿Recuerdas?— tan pronto le vio asentir continúo con su relato —Me acosté con ella esa noche y luego nos separamos. Después de eso pensé que todo se iba a terminar, creo que ella lo planeó pero ahora se ha enamorado de alguien más. Está ocultando su embarazo con un glamour, me contactó para decirme del niño.

 

No sabía cómo seguir así que decidió parar en ese momento, ya era bastante información que procesar de un momento a otro. En realidad le hacía feliz la noticia, siempre había deseado tener una familia aunque sabía que al quedarse con Remus ese era un sueño imposible. Había renunciado a tener una familia con tal de estar con la persona amada, ya no tenía que hacerlo. Siempre y cuando aceptará a su futuro hijo.

 

—Lucius yo… ¿Tú quieres...— no podía terminar la oración, era más difícil de lo que pensaba. Él también quería tener una familia, un par de hijos y sabía que ni con Black ni con Malfoy podría y aún así allí estaba, con una oportunidad a la vuelta de la esquina.

 

—Quiero que seas el otro padre de mi hijo, que lo cuidemos juntos, que lo veamos crecer— era lo que más deseaba.

 

El rubio se levantó de su lugar, caminó hasta quedar frente a Remus. Sus ojos se encontraron, Lucius se le acercó, lo besó con ternura. En la mente del rubio solo podía pensar que tal vez ese sería el último beso que compartirían.

 

—Te amo— le repitió como muchas veces antes lo había hecho, de verdad sería difícil vivir sin esa bella criatura, sin ese chico tan lindo del que se había enamorado, del Gryffindor que no sentía lo mismo que él.

 

—¡Besé a Sirius!— soltó repentinamente el castaño, no quería seguir con eso, no podía. Ya había sido suficiente con ver a su amigo huir de él, evitar toda plática, estaba claramente molesto por lo ocurrido y ahora tampoco podía jugar con los sentimientos del rubio —Le pedí que escaparamos juntos, yo lo amo a él—

 

—Lo se— contesto tragándose ese sentimiento que comenzaba a destrozar cada parte de su ser. Se sentía mareado, tenía náuseas, su pecho le dolía, su corazón se comprimía cada que pensaba en esas palabras.

 

—No puedo estar contigo, no puedo, no quiero criar a tu hijo— se mantuvo en su lugar mucho tiempo, casi estático. Espero una respuesta que nunca llegó.

 

Se levantó sin hacer mucho ruido, no pudo cruzar mirada nuevamente con el rubio. Se retiró rápidamente. No supo cuánto tiempo pasó antes de llegar a su casa, desplomarse en la entrada y comenzar a llorar. No quería ni imaginar cómo debía de sentirse Lucius.

 

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