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Viviendo con el enemigo por Yusei156

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Notas del capitulo:

Hola mis amados lectores, gracias por esperar y seguir leyendo esta pequeña historia.

¿Qué harías si despiertas un día y lo has perdido todo?


 


Veinte monedas y una nota fue todo lo que encontró tras la partida de James Potter esa noche. El sentimiento de sólo haber sido utilizado y la impotencia que sentía le inundaba todo el cuerpo. Quería olvidar todo. Quería recordarlo tan perfectamente que dedicaría sus días a hacerlo sufrir. Pero no era tan sencillo.


 


Quiso cerrar los ojos para olvidar aquella escena y recordar cuando los tiempos eran mejores, una idea estúpida si pensaba con seriedad, nunca hubo “tiempos mejores” toda la vida fue un vaivén de decepciones, tristeza y sangre derramada. Al nacer no solo había sido despreciado por su padre muggle. Cosa entendible pues no era capaz de comprender la grandeza encarnada que representaba su nacimiento, sino que también lo había sido por todo aquel que conocio. Excepto su madre.


 


Esa criatura tierna que conoció como madre en los primeros años de su existencia le había conferido todo el amor y cuidado que una omega abandonada podía darle. Por causas de desempleo, solo pudo hacer una cosa para mantener a su único hijo. Crecer sabiendo que tu madre ganaba dinero acostándose con un sin fin de hombres había sido tan normal en su niñez como lo era respirar.


 


Verla en un charco de sangre, tirada, inmóvil, con el arma en mano. Eso le había dejado sin habla. ¿Su error? Ser marcada por un alfa ¿Su pecado? Haber nacido Omega.


Riddle lo sabía bien, cuando su padre se había vuelto a casar marco a su nueva esposa, aquella separación fue lo que llevó a su madre al suicidio. Había escuchado cientos de veces que, cuando un Alfa abandona al Omega que tiene marcado el dolor es tal que puede suponer la muerte de ambos, aunque es claro quien siempre se lleva la peor parte.


 


“Estarás bien” escuchó cada vez que cambiaba de casa hogar. Hasta ese punto aún no tenía noción de la magia, mucho menos de su control. Conforme comenzó a crecer esas dos palabras se hacían cada vez más presentes. Podía notar el miedo en las personas al verle, al saber que de alguna forma, si así lo deseaba podría hacerles daño y jamás probarian que era el culpable. Ese sentimiento de superioridad le ayudó a levantarse durante un año, hasta que por fin las hormonas actuaron en su contra.


 


Cuando descubrió que era un omega fue uno de los peores días de su vida, ahora el tercero. Se imaginó un futuro de ser sometido ante una clase Alfa, ser solo símbolo de fertilidad, ser solo uno más, desechable y siempre reemplazable. Vio su futuro igual que el de su madre, se miró muerto desde ese día frente a un espejo.


 


Contra toda creencia le tomó apenas dos celos para que decidiera cambiar todo. El día de su adopción lejos de ser un día especialmente feliz solo marcó el primer escalón que iba a subir para alcanzar sus metas. Objetivos que habían movido cada paso de su vida, aquello por lo que había dado todo y aun así solo basto una noche para destruirlo.


 


Su error imperdonable fue enamorarse, buscar el futuro con un alfa que terminó siendo sino igual, peor que su mismo padre. Dejó su odio de lado y le abrió su corazón a la persona equivocada ¿Cómo iba a saber que era un error? ¿Cómo iba a saberlo si su corazón se aceleraba y le faltaba el aire con tan solo un beso? ¿Quien diría que arruinaría su vida por entregarse plenamente a una persona?


 


Se maldecía por eso, quería morir por eso. Pero él no era su madre, era más fuerte, más decidido y en su corazón no había más que deseo de venganza. Nunca imaginó que le pisarian de tal manera, ahora, le devolvería el favor.


 


Intentó incorporarse como pudo, su cadera le estaba matando. Sabía que había perdido sangre por toda la que tenía impregnada su cama y la que había en el piso. Su primer instinto le pedía que se lavará, que borrará toda marca de lo que había pasado. Pero no pudo. Era incapaz de moverse de aquel lugar.  Tragándose su orgullo recurrió a la única persona que podía llamar en un momento como ese. Pasaron sólo veinte minutos y fue cuando por fin apareció su único amigo.


 


—Tom…— susurro acercándose a él con sumo cuidado. Jamás en la vida lo habían visto de esa manera.


 


Se acercó lento sin apartar la mirada. No podía. Esos ojos rojos que tenía brillaban como nunca antes, había más que solo ira en ellos. Había un dolor que jamás le había visto una sed de venganza que hacía mucho tiempo no veía tan viva.


 


Le ayudó a levantarse, pero fue imposible que comenzará a caminar. Con un poco de pena y evitando hacer contacto terminó cargandolo entre sus brazos para llevarlo a la bañera. No quería hablar por temor a preguntar cualquier cosa que desencadenara su ira.


 


Prosiguió preparando el agua con un solo movimiento. Había ido allí para ayudarlo y no decir una sola palabra pero le resultaba casi imposible. Le ayudo a lavar su cuerpo, tenía varias heridas en el pecho y en la espalda.


 


—¿Fue Potter? — se atrevió a preguntar después de ver una marca roja en su cuello, no era la primera vez que veía una marca similar pero siempre era de la misma persona.


 


Sabía que Riddle se había enamorado de él desde el primer momento en que permitió que marcará su cuerpo. Tal vez no lo había marcado como suyo pero esos pequeños gestos que le permitía, aquel descaro con el que podía dejar huellas de sus encuentros, todo eso solo se lo había permitido a una sola persona.


 


No recibió respuesta alguna pero todo su comportamiento indicaba que tenía razón. Decidió seguir ignorando lo que sabía. No estaba preparado para afrontar lo que pasaría, muy probablemente buscaría venganza y sabía que era perfectamente capaz de llevarse consigo a todo aquel que se interpusiera en su camino.


 


—Si no hubiera sido tan idiota como para confiar en él— su voz se quebraba, sorprendido llevó su mano a su boca, quería evitar mostrar cualquier cosa pero allí estaba, se derrumbaba y no podía evitarlo.


 


—No es tu culpa— le contestó con un inusual tono de cariño. Quizá no fueran los mejores amigos pero estaba seguro de una cosa. No quería verlo sufrir.


 


—Yo lo amé— le contestó Riddle con dolor en cada una de las letras. Odiaba admitirlo pero la persona que más le había importado también era quien lo había destruido. Eso no se podía quedar así.


 


En un lapso que aún ahora ninguno podría determinar, lágrimas cayeron de sus ojos. Un evento que sin duda alguna no podría repetirse, no en al menos diez años. Durante ese tiempo Riddle lloró amargamente en los brazos del heredero Malfoy. Ninguno habló de eso jamás.


 


Pasados los meses las cosas fueron empeorando. No sólo las heridas de la violación habían sanado, sino que su cuerpo comenzaba a cambiar notable. En apenas unas semanas había subido varias tallas de golpe. Tenía constantes mareos y antojos. No era idiota y claro que no podía ignorar los dos meses de retraso que tenía.


 


Sus ganas de anidar le hacían enfermar. Una parte de su cuerpo, la que era regida por el instinto buscaba el aroma de Potter para seguir adelante, para crear el lugar donde nacería su hijo. Pero su parte racional le obligaba a desistir de aquella idea.


 


Durante su embarazo solo hubo un par de personas que se enteraron de su condición, el primero fue el no tan feliz abuelo quien está a en contra de que siguiera con un embarazo engendrado a la fuerza. Pero ni el mismo Riddle estaba seguro de cuando había pasado.  ¿Cuándo fueron de vacaciones? ¿Una semana después en algún motel? ¿El día que le rompió el corazón?


 


—¿Cómo se llamará? — preguntó Lucius intentando ignorar el abultado vientre que de hecho era totalmente imposible de evitar observar. El niño se había desarrollado rápidamente.


 


—James siempre quiso que su hijo se llamara Harry— comentó como si fuera lo más natural del mundo ponerle el nombre que un padre querría para su hijo, aun si el padre era el maldito bastardo que había violado a su otro padre.


 


—¿Lo harás por ese idiota? Pensé que no le contarías del niño— su incredulidad era bastante, aunque pronto fue sucumbiendo en una especie de pena mezclada con pánico al ver lo equivocado que estaba, esos ojos rojos siempre le recordaban la sed de sangre que corría en sus venas y lo bueno que era para conseguir sus objetivos.


 


—Quiero que sepa cómo se llama el hijo que jamás conocerá, qué crecerá odiandolo y por el cual habrá perdido todo— le contestó con calma mientras acariciaba con ternura su vientre.


 
Notas finales:

Espero que les haya gustado el capitulo. Se que tarde más de lo esperado pero mi cerebro colapso y escribí antes el capitulo siguiente que este...

 

En fin, con el capitulo siguiente casi listo actualizare antes de lo que espero. 


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