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Viviendo con el enemigo por Yusei156

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Notas del capitulo:

Hola mis amados lectores, no ha pasado mucho pero les dejo este pqueño capítulo. Dejenme decirle que ahora sí, los tenemos contados...

El calor del verano se había apaciguado, las hojas del otoño habían terminado de caer y las nevadas cada vez se hacían más comunes conforme avanzaba diciembre. Los niños jugaban en el patio con la nieve bajo la supervisión del elfo doméstico de la familia Malfoy. El pequeño Dobby se había encariñado con su joven amo Malfoy y el joven amo Harry a quienes había visto crecer esos últimos cuatro años.


 


La integración a su círculo social de los herederos Black sólo había mejorado la situación. Los cinco niños eran como pocos habían, jugaban y platicaban con él. Le hacían reír y no había día que estuvieran todos presentes que no gozaran de su compañía.  Al inicio al amo Malfoy no le había hecho mucha gracia aquella situación, sin embargo al ver la sonrisa de su hijo y la del mismo Harry a quien quería como tal, no pudo evitar ser permisivo con los niños y su trato al elfo doméstico.


 


—Han crecido muy rápido— mencionó Severus vigilando a su par de pequeños correr tras su hermana mayor. Desde que habían cumplido los dos años no dejaban de correr por toda la casa.


 


—No me digas que estas en cinta otra vez— se quejó Lucius mirandolo con burla, sabía con toda seguridad que no era nada de aquello, pero siempre era bueno burlarse de un amigo, más si este se limitaba a hacer gestos en son de que sus hijos no “siguieran el mal ejemplo”.


 


—El que necesita un hermano es Draco, no mis hijos— sentenció con recelo, cruzando los brazos para observar a otro lado como si todo su interés se hubiera girado súbitamente.


 


—Draco tiene a Harry— mencionó como si fuera lo más obvio del mundo, y es que en realidad lo era. No sabría decir desde hace cuanto es que vivían los cuatro como si de una familia se tratase. Desde que Harry había llegado a sus vidas todos lo habian adoptado como uno más de la familia, incluso el mismo Sirius había sido encantado por el pequeño.


 


—¿A qué hora llega Riddle?— preguntó intentando fingir que lo había perdonado por tal atrevimiento. En realidad todo parecía solo una común tarde de domingo.


 


—Más o menos a la par que Black— contestó con tranquilidad.


 


Severus se limitó a suspirar hacia la ventana. ¿Cuando su vida se había vuelto tan tranquila? Quizá todo fuera desde hace un año, el año en que por fin inició el juicio contra James Potter. Todo había sido tan rápido que fue difícil de digerir. Podía recordar con claridad el día que había llegado una carta del ministerio de magia pidiendo su presencia y la de su esposo para el juicio contra el hombre que había arruinado uno de los momentos más importantes de su vida.  La impresión fue tal que terminó tirando el vaso que sostenía, asustando a sus hijos y alarmando a su esposo.


 


Cuando le dio la noticia de todo ello a su amado no pudo evitar sentir ganas de llorar. Un juicio significaba tener que revivir todo lo que había sucedido, los golpes eran lo de menos, ni siquiera el coma se comparaba con la sensación del despertar y enterarte que no había bebé, que no había una razón por la cual seguir. Porque, a pesar de que tenía a Sirius el día que despertó no estaba allí.


 


Ayudar en su recuperación a su esposo, estar dispuesto a criar a una niña como “motivación” para despertarlo, ver a su amado no solo siendo expulsado de la academia de aurores lo que le impediría tener su trabajo soñado, el verlo deprimirse, ver cómo perdía a cada uno de sus amigos pues todos creían que se había vuelto loco al atacar a su mejor amigo en medio de la noche y que tenía mucha suerte por haber sido perdonado por el “bueno y santo James”, cómo le deseaban un destino tan horrible cómo Azkaban sin saber que  todo lo hizo con un corazón destruido. Todo por el maldito que había matado a su hijo, soportar eso había sido cruel. Y ahora cada sacrificio por fin valdría la pena.


 


—Vamos a encerrarlo— dijo Sirius sin poder evitar sentir un poco de remordimiento, sabía que las cosas serían sencillas ahora que Lucius era Ministro, incluso podría decir que sentía algo de pena por el que había sido su mejor amigo.


 


—Tendré que declarar— repitió lo que había repetido una y mil veces en su mente pero ahora en voz alta. Tenía miedo de quebrarse, no quería hablar de lo sucedido, no ahora que podía dormir sin llorar en medio de la noche.


 


—No estarás solo, nos tienes a nosotros— aun ahora, de solo recordarlo se le erizaba la piel, quizá fue ese el momento en que se dio cuenta que se había casado con la persona correcta. Aunque no lo hubiera planeado antes.


 


Esas palabras fueron más que suficiente para levantarlo del suelo. Había sufrido mucho en esos años, pero desde el nacimiento de sus hijos, incluso desde que había comenzado a amar a Hermione como a una verdadera hija, es que comenzó a salir adelante. No podía permitirse seguir sufriendo por el daño que le causó un hombre, no podía permitirse perder todo lo que había recibido.


 


El juicio fue menos tortuoso de lo que pensó Severus. Por orden del nuevo ministro de magia y para hacer que los juicios fueran lo más transparentes posible, se adjunto un método nunca antes utilizado. Fue donado al tribunal un pensatorio, para así poder atestiguar los recuerdos del acusado y verificar qué tan verídica era su historia.


 


Sobra decir que, tan pronto como fue expuesto el caso de James Potter y la crueldad con la que trató al embarazado Severus Black-Prince, una orden de aprehensión en Azkaban por 10 años era lo que de menos le esperaba. Cuando declaró Tom Riddle, no sólo la violación, sino también su deseo de tener la custodia total de su hijo, el tiempo de condena no pareció suficiente ni con 100 años. Si bien los omega no eran lo mejor del mundo. Había una regla fundamental que debía ser inquebrantable: solo los muggles eran inferiores.


 


—¿Ya dieron el último veredicto?— pregunto Severus intentando no mirar a su amigo. Hace unos días le habían notificado que la sentencia de Potter iba a cambiar, debido no solo a su condición como auror y sus aportes en la comunidad mágica. También influía el hecho de que era el último sangre pura de su linaje, personas allegadas y ciertos familiares buscaban apoyarlo.


 


—Nos negaron la opción de que recibiera el beso del dementor— le confirmó con pesar el rubio platinado. Aunque él no hubiera sufrido en carne propia todo lo que había hecho debía admitir que en ganar ese caso era más que solo mostrar su autoridad al mundo mágico, era ver sufrir a una persona que había despreciado durante muchos años, casi había podido saborear el momento de ver al miope animago vacío y sin alma.


 


—¿Fue Lily verdad? Ella siempre ha sabido ser buena para manipular a la gente y quedar como dulce e inocente.


 


—Ella y su hija, al parecer una esposa pseudoperfecta con el corazón destrozado y su inocente niña pueden hacer cambiar la opinión de unas cuantas personas. Persuadio a varios miembros del jurado.


 


—¡Esa perra!— exclamó Sirius quien se había mantenido al margen de la conversación. Llevaba al menos ocho minutos escuchando, para su buena suerte ninguno de los adultos o de los niños había reparado en su presencia hasta ese momento.


 


—¿Qué perra?— preguntaron los niños al unísono


—¿Vamos a adoptar una mascota?—  preguntó Draco emocionado. Nunca había tenido una, lo más cercano a ello era cuando su tío Sirius se transformaba en perro para jugar con ellos.


 


—¿Puede ser un dragón?— preguntó Harry intentando imaginar cómo sería montar en uno.


 


—No tendrán mascotas por ahora, no hasta que Dizban y Antares crezcan— sentenció Lucius intentando restablecer el orden con los pequeños quienes comenzaron a correr en círculos intentando persuadir al adulto. Su frustración fue aún peor cuando escuchó a Riddle reír estruendosamente. Claramente el caos le divertía de sobre manera.


 


—¿Quien diría que los hijos de Sirius serían los más educados?— preguntó con un inusual buen humor. Y no era para menos, acababa de lograr uno de sus mayores objetivos en la vida, ya solo tenía que sustituir a Malfoy y tendría casi todo lo que había querido.


 


—También son mis hijos— contestó Severus con un fingido tono de molestia. Todos rieron ante aquello. —¿Qué te tiene de tan buen humor Tom? ¿Acaso murió Potter?— preguntó con un destello de esperanza, sería demasiado bueno para ser verdad.


 


—Mejor.


 
Notas finales:

Hola de nuevo!

 

Como dije antes esto esta llegando a su fin, me temo que no podre publicar como por dos semanas, me ire de practica de campo y siempre que es así se me junta el trabajo de 2-3 semanas. Espero publicar un poco antes.

 

¡Qué tengan una buena vida!


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