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Viviendo con el enemigo por Yusei156

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Notas del capitulo:

Dos años después del primer epílogo... 

Habían pasado tantos años de que había experimentado la felicidad verdadera que ahora apenas y podía recordarla cuando pensaba en el pasado. Era triste admitirlo pero no podía dejar de pensar que si hubiera elegido a Riddle por sobre todas las cosas el mundo se vería diferente.

 

Había perdido a su esposa, esta había enloquecido después de hablarle sobre divorcio y casi asesina al que una vez fue su mejor amigo. Uno más en la larga lista de los que le habían olvidado. Había perdido la oportunidad de criar a Harry, y aunque Helena era una buena hija, tierna y amable ella había crecido básicamente cuidada por los Dursley, quienes la querían mucho.

 

Quizá lo peor de todos sus errores era saber que todos los años que le restaban por vivir serian así. En algún momento pensó en suicidarse, no había realmente nada que perder. Pero le habían puesto un hechizo que le impedía morir a menos que se le ordenarse, cortesía de Severus Black.

 

Ese era uno de esos días en que deseaba morir más que nada en el mundo. Helena había regresado a Hogwarts y no había nadie que le hiciera compañía. Decidió salir a pasear por las calles de Londres, buscando la felicidad o aunque sea olvidarse de su desdicha. Pero lo que encontró solo lo hundió más.

 

Caminando, agarrados de las manos. Se veía de lejos que eran una pareja de enamorados disfrutando de la tarde. Pero lo peor de ello es que los conocía, no podían ser otros más que su ex pareja Tom junto con Lucius.

 

Había escuchado años atrás que ellos se habían casado y organizado una fiesta maravillosa. Que además Malfoy había adoptado al hijo de Tom como si fuera suyo y le había dado su apellido. Habían pasado ya casi 17 años y se arrepentía de cada maldito segundo. Ahora era él quien tenía todo lo que una vez pudo ser suyo. Suspiro cansado y dio media vuelta, tenía una orden de restricción y si la quebrantaba Helena perdería a su único padre.

 

Fue así como se retiró James Potter creyendo que no había sido visto, pero Tom estaba tan atento a cada uno de sus movimientos que al ver que se iba dio un gran suspiro de alivio. Sintió como le acariciaban de la mejilla y aunque sabía de quién se trataba no pudo evitar temblar. Siempre que veía a Potter surgían malos recuerdos.

 

—¿Estás bien?— preguntó Lucius con cariño, con el paso de los años había logrado identificar los diferentes estados de ánimo de su esposo y estaba más que seguro de que algo le preocupaba.

 

—Estaré bien. Ahora debemos apurarnos, si llegamos tarde seguro Draco no nos lo perdonará— le contestó apresurando el paso.

 

Esa semana habían recibido una carta de su hijo Draco. En ella decía lo importante que era el reunirse pues esperaba hablarles de su futura pareja. Eso último no solo había sorprendido a los padres, también les generaba mucha curiosidad al respecto. No tenían idea de cómo era posible que su hijo se hubiera enamorado y no se percataran de quién.

 

Por eso se dirigían a Hogsmeade. No tardaron mucho en llegar gracias a los polvos flu, pero lo que más les sorprendió fue ver a Draco tan elegante, con la mirada decidida y quizá lo peor de todo. Acompañado.

 

Su compañía además de ser increíble era la cosa más improbable que se pudiera imaginar el matrimonio Malfoy. No se trataba de Hermione lo cual era todo un alivio para Lucius, lo último que quería era discutir con Sirius sobre si su hijo merecía a su hija o no.

 

Tampoco se trataba de Antares, el hijo omega de los Black. No era Casper, siguiente opción obvia pues no estaba emparentados ademas de que era un omega. No era ninguno de su grupo de amigos, ni siquiera era Harry quien estaba a su lado. En vez de todos ellos quien se encontraba firmemente parado a su lado era Alphard Dizban Black.

 

—Padres, que bueno verlos. Creo que es momento de que pasemos para conversar— dijo Draco intentando relajarse. Sabía que ese día necesitaba valerse de todo lo que había aprendido de ellos durante años.

 

Sin decir una palabra ambos adultos entraron al local y tomaron asiento. No estaban muy seguros de cómo reaccionar ante ello, era completamente anormal ver a un par de hombres Alfa buscando comprometerse. Quizá para un buen faje o una aventura de una noche pero no para toda la vida.

 

—Papá— dijo mirando a Lucius fijamente —Hace tiempo descubrí que me había enamorado de alguien. Han pasado dos años desde que sucedió y aún ahora este sentimiento en mi interior no desaparece, sólo crece. Tanto que al salir de Hogwarts este verano planeo proponerle matrimonio— finalizó sorprendiendo al par que se encontraba frente suyo. No habían podido imaginar que estuviera siendo tan serio con ese niño.

 

—Mi respuesta es no— contestó Tom tajante, no podía permitir que su hijo se metiera en un matrimonio de forma apresurada.

 

—¿Por qué no?— le debatió Draco con un obvio tono de molestia, aun ni les decía de quien se trataba pero ya estaban rechazando su propuesta.

 

—Porque los dos son Alfa, nunca encontrarás la verdadera felicidad en sus brazos, además es menor de edad, no creo que Severus se quede cruzado de brazos mientras te llevas a su hijo— creía que con eso sería más que suficiente para calmar las ansias de su hijo. Si se quería casar con alguien menor al menos debía esperar otros dos años.

 

—Tom, lo que yo realmente deseo es tu permiso para cortejar a Harry—  pidió Draco con total seguridad en su voz. Había hecho ya sus avances pero si quería algo serio tenía que serlo desde el comienzo.

 

Aunque eso último había desconcertado por completo a Riddle, no tenía ni idea de cómo reaccionar ante esas declaraciones. Durante años había visto a Draco como un niño casi tan perfecto como su mismo hijo. Pero ahora que sabía la verdad había dejado de ser un dulce chico para convertirse en un depredador más de la lista.

 

La mirada de Tom había cambiado drásticamente y ese cambio no pudo ser  ignorado por Lucius quien sabía perfectamente lo que pasaba por su cabeza. Todos esos años cuidando de ambos, viéndolos crecer, todo el tiempo pensando en que no habría alguien que los mereciera. Y allí estaba frente de sí la respuesta a su plegaria.

 

—Bueno, ahora soy yo quien está confundido— respondió Lucius adelantándose a su esposo —¿Qué haces tú aquí?— dijo refiriéndose al pelinegro que se había mantenido con una expresión tan similar a la de Severus que no cabía duda que era su hijo.

 

—Vengo por lo mismo. Deseo cortejar a Harry, se que soy dos años menor pero si su hijo me elige mi única motivación para vivir será ver una sonrisa en su rostro— contestó con cortesía no sin antes dedicarles una sonrisa pícara marca Black. Cosa que más que acercarlo lo alejaba de su objetivo.

 

—¡De ninguna manera!— exclamó Tom sin poder procesar tanta información, sabía lo bello que era su hijo y que tendría propuestas por doquier pero no esperaba que la bola de lobos se hubiera encontrado comiendo en su casa durante tantos años.

 

—Yo solo quiero hacer feliz a Harry. Estoy muy seguro de que aceptará estar conmigo— insistió el joven Black aun sabiendo que eso no mejoraría su situación.

 

—Y yo no creo que haya forma alguna en que eso vaya a pasar. Mi hijo se casará con el mejor hombre para él y ninguno de los dos está ni cerca de merecerlo— afirmó Riddle con gesto amenazante.

 

—No habrá alguien más fiel ni devoto que yo, así que se lo suplico. Acepte que comience a cortejarlo y en unos meses...

 

—¡Suficiente! Harry solo se casará con aquel que tenga su corazón de otra manera me negaré rotundamente— declaró sin tregua el Slytherin mayor esperando que con eso terminara tan desagradable charla.

 

Lo que no se esperaba era la mirada cómplice que tenían los jóvenes entre sí. Fue una milésima de segundo pero pudo notar que había perdido la primera batalla. Con todo el porte y elegancia que pudiera tener un alfa sangre pura se levantaron aquellos muchachos.

 

El primero en irse fue Dizban, quién habiendo interpretado su papel decidió que era momento de retirarse. Sin embargo Draco se quedó un poco más para saborear su victoria, no sólo tenía el permiso implicito, en aquella condición básicamente tenía su mano ahora.

 

Con una leve reverencia se retiró de aquel lugar. Había podido engañar a sus padres, o al menos a Tom quien siempre actuaba de forma precipitada cuando se trataba de su hijo, fue por ello que le había pedido a su primo y buen amigo su colaboración. El matrimonio Malfoy se quedó sentado sin moverse. Ambos estaban sorprendidos por lo audaz del primer movimiento.

 

—Voy a anular la adopción de Harry— dijo Lucius tras un trago de café. No necesitaba alzar la vista para saber con exactitud la expresión en el rostro de su amado esposo, le conocía tanto que no lo necesitaba —No te preocupes, pronto será Malfoy de nuevo.



Por su parte los jóvenes salieron del local con una sonrisa en el rostro. Draco caminaba con la frente en alto, sabía muy bien lo que tenía que hacer. Había pasado los últimos dos años atrayendo a Harry hacia su red, cosa difícil pues en primera instancia le miraba como a un hermano. Pero ahora todo iría por un mejor camino.

 

Y es por eso que al caminar con tales pensamientos de felicidad y al bromear sobre las reacciones de sus padres a enterarse de que habían confabulado no se dieron cuenta del momento preciso en que chocaron contra uno de sus profesores.

 

—Disculpe profesor Lupin— dijo Draco ayudando a su primo a recoger las cosas que acaban de tirar. Claramente había ido por material para su próxima clase.

 

—Draco, Dizban, qué bueno verlos ¿Qué los trajo por aquí hoy?— preguntó amablemente con una sonrisa en el rostro. Porque esa era la única expresión que podía poner cada que los veía.

 

Desde que había aceptado el empleo como profesor de DCAO en Hogwarts estaba preparado para recibir a los hijos de aquella persona a la que tanto había amado, y también a aquel niño del que pudo ser padre. La sola idea le lastimaba pues al conocer a Draco Malfoy su corazón se había derretido.

 

Se trataba de un joven atractivo y encantador, decidido y dispuesto a dar todo de sí con tal de obtener lo que quisiera, podía llegar a ser  orgulloso, quisquilloso incluso terco pero sabía reconocer sus errores, mejoraba a gran velocidad y claro, había heredado todo el encanto de su padre.

 

—¿Necesita ayuda profesor?— escuchó de repente, no se había dado cuenta de que por un momento se sumergió en sus pensamientos pensando en el “hubiera” que, aunque sea añorado no podía ser suyo, ya no.

—Estaré bien chicos, mejor descansen pero no se olviden de estudiar— dijo a manera de despedida. Si ver a Draco era difícil estar con los gemelos Black era mucho peor.

 

Una parte en su interior sabía que parte de la culpa de que Severus perdiera a su hijo era suya. Si nunca hubiera besado a Sirius quizá todo eso no habría pasado, él habría estado en casa para proteger de su esposo y los gemelos tendrían un hermano mayor en vez de una hermana.

 

Comenzó a caminar sin detenerse, necesitaba alejarse para pensar. Para pensar como lo había hecho miles de veces antes sobre sus decisiones. Necesitaba ver cómo es que su vida había terminado así, tenía pocos amigos pero los verdaderamente importantes lo habían abandonado o él a ellos.

Nunca pudo perdonar a James por lo que había hecho, menos sabiendo que había sido indirectamente responsable. No podía ni verlo porque ¿Quién podría ver al producto de nuestros errores? ¿A quién lastimó a la persona que más amabas? No, no podía permitírselo.

 

Aunque sabía muy bien que ahora se encontraba completamente solo.

Notas finales:

Con esto me temo que estamos llegando a la recta final. Próximamente publicare el tercer y último epílogo de esta historia. 


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