¿Cómo es que habían llegado hasta ese punto? Tanto trabajo y esfuerzo que se puso para que la familia comenzará a creer en el matrimonio para que llegara ese hombre a arruinarlo todo.
Era como ver todo su esfuerzo tirado a la basura, tan solo de recordarlo le dolía más. Sin querer los sucesos de esa mañana se hacían presentes como si le hubieran echado un balde de agua fría.
Tan solo de recordar las dulces palabras de su suegra se le revolvía el estómago. Toda su vida había luchado por ser fuerte e indiferente frente ante la opinión de los demás, pero desde muy chico había adoptado las mismas costumbres que su madre. Tenía baja autoestima y un alto grado de tolerancia a la violencia.
Por eso en vez de acudir con los profesores durante todos los años que pasaron en Hogwarts el solo toleraba el comportamiento de los merodeadores. Nunca había encontrado el valor para enfrentarlos como era debido. Y vaya que podía y sabía hacerlo, pero muy en el fondo jamás intentó ponerle fin.
Tal vez por eso el vivir con Sirius ahora no era tan horrible como uno lo diría, quizá ese era su castigo por haber nacido así, por ser un Omega, un mestizo. Por ser todo lo que él no había podido elegir.
“Siempre supe que Sirius se acostaba con Omegas, en realidad no me importa con quién se divierta, mientras sea solo eso. Ahora me vienes a decir que están casados, que se aman. ¿Cómo aceptarlo? Si tú no vales nada...”
Una y otra vez aquellas palabras iban y venían por su mente.
“...no vales nada...”
Las había escuchado no una, ni diez. Cientos de veces, cada que su padre golpeaba a su madre, las escuchaba aún más cuando los golpes eran dirigidos para su persona. Cuando era chico había recibido innumerables golpes por parte de su padre, pero los que más dolían eran los que le propiciaba su madre.
Nunca dijo nada, nunca se lo reveló a alguien. Era su mayor pena. Su madre quien lo reconfortaba después de las palizas de su padre, aquella mujer que lo había llevado en su vientre durante nueve meses, que lo había protegido los primeros años de vida, quien se encargó de su educación en casa, de acompañarlo por su primera varita, quien tenía suficiente espíritu como para enfrentar a su esposo, intentando poner un alto a tanto abuso al final terminó sucumbiendo.
Severus sabía el momento exacto en que ella había cambiado con él. Eso sucedió el fatídico día en que quiso mostrarle la libertad. Había hablado con ella, quería huir lejos de aquella casa, quería convencerla de que merecía algo mejor a estar con él desalmado de Tobías. El querer cuidarla fue su perdición.
Ella se negó rotundamente a abandonarlo, comenzó a defenderlo, alegaba siempre que “se lo había ganado”, “también era su culpa”, peor fue cuando ella comenzó a golpearlo. Queriendo impedirle el reportarlo.
Sin darse cuenta era igual a ella, sentía que se lo merecía, que era su culpa por hacer, no sólo había resultado brujo como su madre, no, era peor. Era un raro caso, ya que era un Omega hijo de dos alfas. Cosa que le resultó más que humillante a su padre.
Sentía que todo en su vida, en su existencia, siempre era inútil, el mundo estaría mejor sin él. Lo creyó durante años, peor fue cuando su madre se lo confirmó. Incluso tenía a los merodeadores como un constante recuerdo de lo mísera que era su existencia y lo que merecía por el solo hecho de haber nacido.
Aún así estaba allí, rescatado por Remus, cuidaos por Sirius. Sabía que él era su carta de salida. Era su millonario escape de aquella despreciable vida, por ese trato conseguiría no solo una casa sino suficiente dinero como para continuar sus estudios.
Quería convertirse en alguien valioso para la sociedad, demostrar que su existencia dejaría algo bueno al mundo, aunque se tratara de la cosa más simple. Quizá fuera medimago para ayudar a las personas, o sería investigador y creador de hechizos, incluso podría dedicarse a la docencia, cualquier cosa para sentir que su vida valía.
Por eso no podía dejar ir a Sirius como si nada, no importaba que. Ese hombre era quien los había estafado, muy probablemente estaba involucrado con su supuesto matrimonio. Si sólo había ido a revelar la verdad entonces todos sus planes, lo que quería, todo se iría al carajo.
Salió corriendo sin darle oportunidad de reaccionar al Licántropo. Corrió hasta que por fin los vio.
oOo
Gideon siguió con total calma al Alfa frente suyo, guardando distancia. No pensó conocer al heredero de los Black tan rápido, menos que esté tuviera listo algo que decirle. Sabía que su reciente cortejo a su hermano había sorprendido a más de uno, pero le fue inevitable desde que lo vio por primera vez. Si bien nunca habían hablado en persona intercambiaban cartas, eran al menos dos o tres por semana.
Él estaba seguro de que probablemente sería rechazado, no era lo suficientemente rico como los Malfoy o los Lestrange pero no se daría por vencido con tanta facilidad.
-Bueno pelirrojo, ahora que estamos en mi habitación. Antes de que digas algo en tu defensa déjame aclararte las cosas: no sé qué haces aquí y no me interesa, pero debes de tener unos [...] muy grandes para presentarte en mi casa y creer que te dejaría andar sin problema alguno.
-¿Disculpa?- Claramente estaba confundido, había sido invitado así que no entendía el enfado, por ello terminó relacionando todo con celos de hermano mayor.
-Lo que oíste imbécil, creo que has hecho suficiente como para que ahora te vengas a retirar con los resultados. Dónde se te ocurra decir cualquier cosa un apropiada de mi “esposo” no solo lo negaré todo, sino que te buscaré, te perseguiré y te haré pagar por todo lo que has hecho.
-Disculpe joven Black, pero no veo razón alguna para que me hable de ese modo. Todo lo he hecho con el mayor decoro posible, lo último que quiero es ofenderlo.
-Mira, no tengo idea de qué ganas mintiendo pero si quieres salir ileso debes alejarte de nosotros, se que puede que te halla hecho algo, quizá me acosté con tu novio o novia, alguna hermana o yo que sé, pero Snape es inocente, solo aléjate.
-¿Quien es Snape?- El claro tono de duda en su voz dejó confundido al heredero Black.
-Mi esposo- Contestó como si se tratara de lo más obvio del mundo.
-No entiendo porque me dices todo esto, pero quiero que sepas que tus celos no tienen fundamento. Quien me interesa es tú hermano.
Justo en ese momento había entrado el ex-Slytherin quien no supo cómo disimular el enojo y la determinación que tenía en su mirada. Tenía como claro objetivo enfrentar al hombre que los había engañado.
Atrás de él estaba Remus, quien no había podido evitar correr tras de él tan pronto lo vio salir velozmente sin dar explicación alguna.