Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Vinculados por koru-chan

[Reviews - 125]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

.

 

Capítulo doce:

 

Revelaciones

 

.

 

—¡Estuvo increíble hoy!—brincó a mi costado con euforia contenida—. ¡Esto amerita beber hasta caer muertos!—le sonreí alzando una botella de vidrio recién abierta mientras me empinaba el contenido sediento.

 

—Nos estamos haciendo cada vez más conocidos—entoné sobre la música al terminar de ingerir un grueso trago de aquella bebida de sabor amargoso. Sentí, al instante, como el orgullo regocijante recorrió mis venas al palpar el momento después de todo el acontecimiento escénico; era un hecho, esto era lo que quería hacer el resto de mi vida. La adrenalina era mi droga.

 

—¡Estamos juntando cada vez más aficionados! ¡Es una locura!—dijo con una sonrisa pletórica el castaño mientras aplaudía y hablaba como si paladeara el gusto de la efímera fama. El grupo restante—vocalista, segunda guitarra y baterista—se unieron a nosotros compartiendo el entusiasmo de haber concluido con una buena noche. Los oí hablar pasando del tema ególatra de ser una banda conocida dentro del género, hasta criticar como las demás agrupaciones, que llevaban el mismo tiempo, no crecían. Se terminaban rindiendo; se aburrían de la bohemia y las consecuencias que conllevaba el riesgo de dejar todo por la música. Suspiré mirando el contenido tostado de mi botella individual mientras la balanceaba de forma circular completamente ajeno de aquel entorno—. ¿Hey, estas acá?—llevé mi vista hacia Uruha quien me observó extrañado; normalmente debatía acaloradamente sobre cualquier tema expuesto en aquellas reuniones improvisadas post concierto, pero, en este instante, tenía mi mente corriendo con algarabía muy lejos del goce presente.

 

—¿No me ves, idiota?—articulé con ironía rodando mis cuencas.

 

—Ya sé—gruñó—. Me refiero—carraspeó—, a tu ausencia de esencia; estás acá, pero tu mente vuela en otro universo. ¿Hiciste algo?

 

—No—exhalé mirándolo con mis ojos entre cerrados. Ese sujeto que parecía ignorarme gran parte del tiempo tenía un sexto sentido demasiado desarrollado. Detestaba esa molesta característica de él.

 

—Estos días has estado misterioso; estas con un genio terrible y la mayor parte del tiempo estas increíblemente perdido en tu mundo fumando cigarrillos como poseso—chisté mi lengua evitando sus fieros ojos que me devoraban por respuestas. Odiaba su maldita suspicacia.

 

—Estoy molesto. Nada más—dije entre dientes viendo bajo las luces hipnóticas como aparecía uno de los dueños del local: Yutaka. Se acercó al bar hablando con aquella sonrisa que se me antojaba falsa. No lo conocía del todo, pero debía admitir que era bueno para juzgar a las personas y, él en particular, me parecía un tipo de dos caras. Podía ser simpático y sonreír la mayor parte del tiempo, pero al darle la espalda podía morderte; apuñalarte sin piedad. Mirarlo me asqueaba.

 

—¿Nada más? Vamos, Reita ¡Escúpelo!—mis ojos se volvieron a posar en mi molesto amigo cuando gritó por segunda vez llamando mi atención. Pero rehuí a sus palabras perdiendo mis ojos en una castaña de facciones de muñeca que se acercó a mí con una mirada juguetona. Le sonreí a la muchacha; no recordaba su nombre, pero sus labios voluptuosos y su menuda figura me volvió loco cuando la percibí desde el escenario hace unos días. El espigado chico a mi lado abrió sus labios y luego entre cerró sus ojos cogiéndome de la solapa de la chaqueta de cuero para captar mi atención nuevamente. Desprevenido me sobresalté al sentir su aliento caliente chocar contra mi oreja y como sus labios—sin intenciones—, acarició aquella sensitiva piel pillada desprevenida—. ¿Dejaste embarazada a la zorra rubia de coletas?—lo miré despavorido.

 

—¡Claro que no!—alzó sus palmas en son de inocencia tras su errónea suposición.

 

—¡Entonces, explícame!—alzó una ceja mientras la bonita chica se colgaba de mi cuello y me besaba. Correspondí riéndome en medio del gesto terminando oyendo un: —Que candente te veías hoy en el escenario—Me observó con una mirada lasciva mordiéndose el labio inferior para continuar: —Deberíamos ir a algún lugar… más silencioso—le sonreí sintiendo como mi pantalón de tela vaquera se sentía apretado en mi ingle mientras me aventuraba a acariciar sus caderas descendiendo hacia su glúteo enfundado en un apretado pantalón de cuero sintético—. ¡Hey!— intentó de nuevo aquel molesto sujeto que tenía como amigo cortando aquel ambiente fogoso. Gruñí girándome para mirar su fastidioso rostro el cual poseía un brillo de interés desorbitante en sus pupilas.

 

—Demonios, Kouyou. Búscate a alguien que te dé por el culo para que me dejes en paz de una vez—articulé volviendo a darle la espalda para comerle la boca a la muchacha que me traía loco hace un par de noches.

 

—No puedes andar así por la vida. Dime que mierda hiciste—apretó mi hombro consiguiendo que me girara levemente para mirarlo de soslayo mientras sentía los alcoholizados labios de la muchacha devorar mi cuello—. Ya sabes, para decirle a la policía los correctos hechos cuando vayan a mi casa con una orden de interrogación. Y, además, deberías decirme dónde ocultaste el cadáver para evitar que toda una tropa de agentes investiguen por días y no obtengan éxito…—rodé los ojos.

 

—Estás viendo demasiados casos policiales, amigo—Lo miré con real preocupación haciendo que la chica junto a mi nos mirara detenidamente. Bufé—. Dejé, una boleta vieja que comprobaba una estadía rápida en un hotel de conocida connotación sexual, en un pantalón de Yuu para que el imbécil de Matsumoto captara que el viejo es un hijo de puta y que lo engaña, pero el muy cabrón dependiente de mi cerdo progenitor ni siquiera tiene una pizca de dignidad—refunfuñé separándome un poco de la empalagosa castaña de melena corta y maquillaje corrido.

 

—¿Me estas jodiendo?

 

—Tengo cara de estar jodiéndote—bufé cruzándome de brazos

 

—¿Falsificaste una factura?

 

—No falsifiqué nada. ¿Crees que tengo tiempo para eso? No. La encontré—resoplé recordando de forma palpable el hecho—. Me metí al ropero de mi padre para tomar prestados unos jeans negros—porque ya sabes, el viejo se viste de forma juvenil a pesar que ya está alcanzando la década de los sesentas—. Y encontré dicha sorpresa: Una inquietante boleta del hotel Cassis. La fecha calzaba con el fin de semana que no estuvo en casa y nosotros hicimos esa “pequeña” reunión. La guardé con intenciones de usarla en algún momento; sabía que me serviría.

 

—¿Qué intentas?—me miró impávido.

 

—¿No es obvio? Mostrar que mi papá es un hijo de puta.

 

—¿Esto no tiene que ver con Matsumoto?—frunció el ceño—. Digo, parece como que… lo quieres sin ataduras para-

 

—Detente—lo miré mordaz—. ¿Crees que soy maricón?—la chica junto a mi miró a Uruha de mala forma.

 

—No. Bueno… ¿Dudo?—despegué mis labios con una mala actuación de dolor tras su dubitativo responder en son de broma—. Tienes un extraño desorden mental desde… que te conozco. Si esto fuese cierto, ¿qué sacarías con Matsumoto libre?

 

—¿Me estas escuchando? Yuu es un hijo de puta que siempre ha jugado con las personas. El claro ejemplo es mi madre. Ella también sabía de toda esta mierda de mi viejo, pero ella tampoco hizo nada hasta que el muy cabrón se aburrió de la mujer que estuvo años soportando sus engaños—mi amigo resopló largamente.

 

—No te metas donde no te llaman.

 

Sabía a ciencia cierta que no debía meterme donde no me llamaban, pero ¿quedarme con los brazos cruzados mientras veía como mi padre arrasaba nuevamente y se quedaba impoluto? Ya no estaba para eso; no era un puberto al cual le podían lavar el cerebro con un par de palabras erróneas. Pasé gran parte de mi adolescencia odiando la vida y como ésta había sido tan cabrona con nuestra “perfecta y armoniosa” familia. Jamás pude entender como mi padre había sido “hechizado” por un tercero; un repugnante chico. Siempre pensé que mi padre había sido el engañado, extorsionado por un jovencito malicioso como mi madre solía decir, pero ya fui testigo que no; mi padre es un grandísimo mentiroso que acostumbra a jugar con todos.

 

Fruncí mi mandíbula ignorando a mi entrometido amigo. Me direccioné hacia la barra sintiendo como mis dedos eran entrelazados por la muchacha castaña. La miré de soslayo y sentí una extraña sensación en el pecho al verla más detalladamente; sus rasgos se asemejaban descaradamente a ¿Matsumoto?

 

—¿Qué?—abanicó sus pestañas enormes intrigada por mi escrutinio mientras nos deteníamos frente a la barra

 

 —Es extraño—mojé mis labios sin mirarla prefiriendo seguir con mi vista al hombre del bar quien estaba al extremo contrario a nosotros—, pero te pareces a alguien que conozco—sacudí mi cabeza torpe por decir, a viva voz, aquella ocurrencia estúpida; la muchacha se intrigaría y no quería deslenguarme más. Pedí un par de cervezas al sujeto musculoso cuando se acercó a nosotros dándole una pequeña tregua a una segura interrogación por parte de aquella mujer.

 

—Quiero preguntar a quién, pero temo que me digas que a tú exnovia—me reí recibiendo las nuevas botellas cristalinas de tostado contenido.

 

—Más o menos vendría siendo un “ex”, pero no es referente a una pareja. Nunca he tenido “novia”; soy un muy mal partido. Tú padre me asesinaría de un balazo en el culo si me conociera— la chica junto a mí se carcajeo con euforia sentándose sobre uno de los taburetes una vez que tuvo su cerveza abierta.

 

—Lo más seguro. No me deja ir con nadie a la casa y menos salir de noche. Sí, me ves aquí y eso es porque huí de casa. Le pedí a mi hermana que me cubriera. ¡Oh! Entonces, si no me parezco a tu exnovia, ¿a quién será?—entonó para si misma. La miré bebiendo el contenido del espigado recipiente sin intenciones de decir la estupidez que se me pasó, hace unos instantes, por la mente. Pero, sinceramente no era del todo una desfachatez; la chica era prácticamente idéntica a Takanori—. ¡Ah! ¿Tal vez habrás conocido a mi hermana? La verdad no sé si frecuentas alguna librería o si vas a la universidad de Tokio, porque ella no acostumbra venir a estos lugares—articuló sorbiendo un poco del contenido burbujeante. Negué.

 

—¿Tienes una hermana?—Asintió.

 

—Una gemela. Ella es la cerebrito; correcta y aplicada y yo la problemática descarriada sin futuro aparente porque estudio artes, tengo tatuajes y perforaciones en todas partes—le sonreí—. Somos el yin y el Yang.

 

—Tú suenas más divertida—la miré de arriba abajo como si la desvistiera con la mirada—. Y quiero ver todos esos tatuajes y perforaciones escondidas—dije en un susurro. La conversación pasó de ser inocente a una subida de tono. Y rápidamente terminé con la coqueta muchacha entre mis muslos hablándome al oído mientras adivinaba donde tenía escondida dichas incisiones.

 

Los acordes nos hicieron despegarnos de los labios del contrario mientras nos quedábamos mirando como unos veteranos en el género visual pisaba el escenario. Las personas, velozmente, se aglomeraron hacia el frente mientras nosotros nos quedábamos en el mismo lugar sin deseos de ser parte de la aglomeración.

 

—Me gustaría salir de acá…—entonó en mi oreja.

 

—¡YUU!

 

Iba a despegar mis labios para decirle que nos fuéramos, pero oí un nombre conocido y me puse en alerta. Observé disimulado al amigo de mi padre pensando, algo crispado, que el nombrado podría estar aquí. Suspiré. El hombre estaba recibiendo una llamada. Lo analicé de sesgo como se bajaba del taburete y caminaba raudo hacia la salida. Lo seguí con la mirada viendo como sorteaba cuerpos con habilidad. Y cuando vi que se introdujo bajo el umbral de la salida principal del recinto dejé sobre la barra la cerveza a medio consumir y me levanté autómata.

 

—Quédate acá. Voy al baño. Cuando vuelva nos vamos—informé sin esperar alguna réplica para seguir al moreno sospechoso.

 

Cuando vislumbré la escalinata y una cintura apoyada al barandal me detuve percatándome que aquel cuerpo estuviese de espalda, pero vi como las piernas se movían emergiendo más al exterior oscuro. Lo seguí siendo cuidadoso de no ser visto. Me apoyé de la pared cementada rugosa oyendo como la plática banal de: “¿cómo has estado?” terminó pasando a otro insólito nivel.

 

—Y dime, ¿a qué debo el honor placentero de oír tu voz?—se rió coqueto—. Ya veo— continuo. Chisté por lo bajo al no poder oír lo que Yuu estaría diciendo al otro lado de la línea—. ¿Cuándo sería eso, cariño?—hizo una pausa murmurando sonidos afirmativos—. ¿El viernes al medio día? ¿No será muy sospechoso? Takanori parece muy ingenuo; sé que si le dices cualquier cosa cae a tus pies, pero no abuses—suspiró—. Lo sé, pero ¿no acostumbras a almorzar con él?—hubo una larga pausa y lo único que logré oír en ese lapsus fueron asentimientos. Las risitas juguetonas no tardaron en llegar y ese tono cauteloso se esfumó cuando la conversación terminó con un: —. Okey, okey, bonito. Nos vemos en Last heaven el viernes.

 

Saqué de mi chaqueta de cuero una cajetilla arrugada de cigarrillos. Me quedaban un par. Los dispuse entre mis labios y encendí el cilindro escuchando como tras mi espalda bajaban corriendo la escalinata vieja de hormigón descuidado. Las pisadas se detuvieron. Calé el tubo y mientras expulsaba el humo me voltee para ver al sujeto que estaba espiando. Le sonreí con malicia viendo como me miraba bajo la oscuridad de madrugada un poco abstraído; hasta podría decir que lo vi afligido, pero rápidamente se compuso y sonrió como quien ve a un conocido familiar.

 

—¿Cómo estás?—entonó como saludo mientras continuaba descendiendo para llegar a mi altura—. Parece que es cierto que vienes mucho para acá—articuló buscando un tema en común.

 

—Así es—dije con desdén manteniendo en calma mi maligna boca porque deseaba escupirle un par de cosas en su cara; pero lo mejor era esperar. El trigueño me sonrió entendiendo, quizás, mi nula intención por mantener una charla.

 

—Disfruta tu noche, Akira—no dije nada tirando el cigarrillo a medio consumir hacia el suelo para pisarlo con ira—. ¡Ah!—alcé la vista chocando con sus ojos marrones de chispeante viveza—. Lo olvidaba. Todos tenemos secretos, por eso se llaman como tal—alcé una ceja—. Tocas muy bien el bajo, estoy seguro que tu padre odiaría saberlo—le sonreí ácido.

 

—Creo que te enteraste, ¿cierto? No tengo ningún tipo de relación con mi padre.

 

—Como sea tienes un vínculo, cariño. Si le dices a alguien lo que oíste, adiós a tu consagrada banda en 1991—contraje mi mandíbula y él sonrió de oreja a oreja lleno de satisfacción—. Ahora sí. Disfruta lo que queda…

 

Gruñí viéndolo marchar al interior del local nocturno.

 

—Rei, Bebé. Te demoraste mucho… ¿Qué te pasó?—bajé la vista hacia la castaña quien se aferró a mi chaqueta al verme desfigurado por aquel ataque sorpresivo.

 

—No estaba equivocado después de todo—articulé al aire viendo la entrada sin rastro de aquel sujeto de mierda. La muchacha pestañó repetidas veces sin entender. Le sonreí he hizo un ligero puchero dado que no logró comprender mi estado. Obvié lo acontecido observándola detenidamente; sus similitudes eran alucinantes, ¿cómo era posible? Estaba seguro que era una mala broma de mi cerebro, por ello le echaría la culpa a la escasa luminosidad de aquel sótano ruidoso y el exceso de alcohol en la sangre—. Olvídalo. ¿Vamos a mi departamento?—me quité mi chaqueta para tendérsela a la escuálida criatura temblorosa frente a mi quien sorprendida me miró.

 

—¿De verdad eres un mal partido?—la ayudé a colocarse la abrigadora prenda—, o procedes así de lindo hasta que te logres acostar conmigo?

 

—Me pregunto si eso será muy difícil—La chiquilla infló sus mofletes actuando de forma ofendida tras mis denigrantes palabras hacia su persona.

 

—¿Ves? Soy un patán—negó con su cabeza risueña.

 

—¡Aparentas ser de esa forma! Eres adorable, lo sé.

 

—¿Será así? Luego no te decepciones, cariño—se mordió el labio inferior mientras me acercaba acorralándola contra la muralla y la atraía hacia mi rosto aferrado a la solapa de la prenda prestada.

Notas finales:

¡Hola!

Primero que todo, espero que hayan tenido una muy Feliz Navidad. Tenía toda la intención de subir el capítulo la semana pasada, pero fue imposible, así que ¡aquí estoy en este último día del año publicando el capítulo doce!

Me pregunto si les habrá gustado el capítulo porque a mí me encantó escribirlo.

Evité colocar que Reita era quien narraba para que se sorprendieran, ¿habrá funcionado?

Okey, sé que fue algo Heterosexual el capítulo, pero todo tiene un porqué. Y esta chica que apareció también, ¿logran adivinar quién es?

¿No odiaron a Yutaka?

¡Hagan sus apuestas para el siguiente capítulo!

¡Amo sus hipótesis!

Estoy muy feliz de terminar este nefasto año publicando un último capítulo de este fanfic. Ha sido una gran odisea. He pasado por todos los estados anímicos escribiendo y la verdad siento que este escrito es uno de mis más maduros trabajos; espero que se lea así también.

Gracias por su infinito apoyo, por estar acá y por alentarme siempre con sus palabras.

Sé que es engorroso dejar un comentario y hasta da flojera, pero, créanme, es muy significativo para las autoras.

Como siempre espero que la historia les esté fascinando y que aun las siga atrapando. El otro año nos seguiremos leyendo. ¡Que tenga una linda noche!

Un beso.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).