Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Vinculados por koru-chan

[Reviews - 125]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

.

 

Capítulo trece:

 

Aquel hombre que creí conocer  [Parte dos]

 

.

 

Miré el grabado en la puerta y, con mi extremidad temblorosa, tantee aquella superficie con mis nudillos de forma inaudible. Akira, quien se encontraba analizando cada acción que ejercía en un segundo plano, extendió su brazo junto a un gruñido azotando la superficie con su palma. Tomé su muñeca con terror en un gesto desesperado  para que detuviese aquel escándalo que resonó por varios segundos después a través del solitario corredor.

 

—Tú afeminado golpe no perturbaría el sueño ni de un crio—bramó mirándome con molestia. Iba a reprenderlo, pero mis palabras murieron en mi garganta. Cerré mis labios mirando hacia la puerta al oír maldiciones provenir desde a dentro de aquella hermética habitación. No había dudas; aquella voz era de Yuu. Inspiré sintiendo como el propio oxígeno quemaba mis fosas nasales.

 

Tragué en seco cuando zancadas duras se aproximaron y, en un arrebato molesto por perturbar aquella intimidad, tiró de la superficie revelando su rostro el cual cambió de golpe a una expresión abrumada por ver aquellos rostros frente a él en un contexto sacado de alguna novela barata y amateur.

 

Sus ojos de un profundo negro nos observó detenidamente. Éste impactado por mi presencia despegó sus labios para emitir alguna palabra, pero lo obvió deteniendo su visión en su hijo a quien fulminó con la mirada como si lo culpara de todo; sobre todo de aquella incomoda instancia.

 

—¿Qué clase de hijo eres?—miré anonadado al moreno.

 

—¿Estás culpando a tu hijo de tus mentiras?—esbocé con ira la cual ya no podía contener—. Siempre trataste de incorregible y mentiroso a Akira, pero ahora, que logré quitarme la venda de los ojos, puedo ver claramente al mitómano. Está aquí, frente a mi sin una mísera pizca de arrepentimiento—fruncí mi mandíbula al ver como su rostro no mostraba ningún cambio. Sólo se podía leer una clara y creciente molesta al haber arruinado sus “planes”—. Te daré una oportunidad—miré de soslayo al menor al oírlo gruñir después de oír aquellas palabras tan mías—. ¿Tienes alguna excusa?—miré de reojo como Tanabe se asomó detrás con una copa de burbujeante champagne. Su sonrisa mal disimulada mostraba como disfrutaba de aquella instancia.

 

—Takanori—exhaló pasando una mano por su negra cabellera peinándola hacia atrás en un gesto involuntario al sentirse acorralado; sin argumento válido. Nada.

 

—Okey—entoné bajito mirando el suelo con decepción al palpar aquel mutismo prolongado—. ¿Qué me podrías decir? Algo como: Sólo somos “amigos”, Takanori—solté en una carcajada sin humor mientras veía como Tanabe se acercaba por detrás de aquel cuerpo sin habla aparente. Yutaka llevaba una bata la cual se cruzó correctamente sobre el pecho. Buscó mi rosto y me sonrió de forma hipócrita para luego llevar sus ojos a Akira quien se afirmó del marco de la puerta mirando desafiante a su padre y a su amante. Sentí una especie de calma al tener al  chico junto a mí; solo no habría podido enfrentar aquella utópica escena.

 

—Yo no sé la chuparía a mis amigos, menos sabiendo la calaña de zorra que es—miré al menor hacia un lado quien sonrió con mofa hacia su progenitor.

 

—¿No? Pero lo más bien te besuqueas con tu padrastro… —su padre, como un niño de primaria, le lanzó aquellas palabras.

 

—¡¿Qué?!—bramé sintiendo como mis ojos se llenaban de lágrimas de impotencia. Sorbí mi nariz y miré hacia el cielo, la pared, el suelo, intentando encontrar la templanza que se me había escapado por completo—. Esto se acabó. No continuaré acá esperando un “porqué” de los hechos. No necesito saber, con lo que vi es suficiente—hablé en un hilillo de voz. Me estaba desmoronando poco a poco.  Di un paso atrás y antes de tornar mis pisadas devuelta al ascensor fui detenido por unas manos las cuales se aferraron a mis hombros; aquel acto quemó—. Suéltame… —verbalicé débil. Akira empuñó el cuello de la camisa entreabierta de su padre en un gesto mudo de advertencia para que se alejara.

 

—Takanori, en primer lugar: No debiste venir. Segundo: ¿Cómo es qué- —se frotó el rostro después de alejar sus manos de mi cuerpo suspirando con agotamiento—. Esto era innecesario, podíamos haber hablado en casa.

 

—¿Sólo dirás eso?—dije derrotado.

 

—Amor…—negué con mi cabeza. Aquella palabra soltada como si esto no hubiera pasado me quemó los oídos. Bufó —. ¿Cómo es que diste con-

 

—Escuché a tu amante—el rubio contestó la interrogante mientras se cruzaba de brazos junto a mí para enfrentar a esos dos.

 

—¿Es en serio? ¿Le creerás a este niño malcriado de nuevo?—se carcajeo con locura haciendo a su hijo resoplar. Se notaba como el chico estaba controlando sus deseos de golpear al hombre mayor.

 

—Entonces, ¿Cuál es tu excusa, padre? ¿Cómo encubres el hecho de que te encuentras con esta puta en un hotel para sexo al paso?—los labios del nombrado formaron una línea. Su silencio era enloquecedor.

 

—No soy un niño—alcé la voz—, y menos estúpido. Quizá sí, fui ciego porqué jamás quise creer que tú, la persona en la que más confiaba en este mundo, me terminara engañando una y otra vez con sus cínicas mentiras. ¿A cuántas personas le has hecho daño y salido ileso de tus farsas?—mi timbre se quebró. Derramé un par de lágrimas bajando la nuca para tapar aquel acto de debilidad y tras secar mi rostro alcé nuevamente mi cabeza—. Y tú, Yutaka no puedo creer que te rebajaras a tal punto de acostarte con el hombre que era mi pareja—miré al nombrado sentado en la cama bufar con hastío—. Te consideré mi amigo mucho tiempo, pero me apuñalaste por la espalda varias veces.

 

—Okey, sí. Me acuesto hace años con tu hombre, ¿feliz?—articuló Tanabe levantándose del lecho  para acercarse mostrando su fría e indolente real cara. Yuu miró de mala forma a su amante; quizá tampoco había visto ese lado de él—. ¿Cómo podrías ser el “exclusivo” si eres tan aburrido? No te imaginas cuantas quejas oí de lo monótono que eras a la hora de coger, como Yuu te tenía que rogar por un poco de atención y como pasaba meses sin un buen polvo. Todos somos hombres y el sexo es nuestra prioridad, cariño. Asume tu responsabilidad.

 

—Guarda silencio, Yutaka—se volteó molesto para mirar al nombrado y reprenderlo con su mirada. Solté un jadeo dolido. No podía creer el grado de indiferencia de aquellos dos. Mordí mi labio inferior sintiéndome impotente ante el descaro. ¿Cuántas burlas habré recibido en mi espalda?

 

—¡A tu amante poco y nada le importaba guardar el secreto! Bastó con ver como se comportaba para tu cumpleaños; sólo les faltó fornicar en la sala—el chico junto a mi apuntó con el dedo al azabache cruzado de brazos detrás de su padre con una pose aburrida afirmada de la pared del corredor de la habitación—. Y me importa una mierda si me hechas de tu putrefacto local. Somos talentosos y podemos tocar en cualquier lugar, mil veces mejor, en vez de tu nido de ratas.

 

Aquella conversación era unilateral; y ya ni oía con claridad sus voces. Retrocedí un paso y tras escuchar difusos Takanoris a mi espalda, me alejé de aquellas personas en un paso lento y aletargado. Me sentía abrumado, ebrio de aquella perorata sin sentido; molesto con Yuu por ni siquiera luchar por mí. Si hubiera percibido aquella acción me había sentido alguien importante y no un sujeto inservible y desechable.

 

.

 

Cuando pisé el acelerador pude respirar nuevamente. Mi cabeza daba vueltas y con mi rostro bañado en salinos surcos conduje por horas por la carretera litoral viendo paulatinamente como el paisaje y el aire cambiaba. Muy atrás quedaron las edificaciones altas de concreto frío y aire contaminado para dar cabida a rústicas casas y viento costero.

 

Estacioné aquel ajeno automóvil al borde de una solitaria playa. Caminé hacia la orilla viendo como las olas se expandían mojando en sincronía la arena frente a mis pies enfundados en abrigadores calzados. Me quedé ahí admirando aquel paisaje como si fuese un cuadro al óleo pintado por el más reconocido artista. Me senté sobre el área seca para oír los tranquilos sonidos del agua y, bajo aquel manto de soledad, me di licencia de llorar con libertad soltando todo aquel dolor que me estaba quemando por dentro.

 

Lo hice hasta que me quedé sin abasto. Hundí mi rostro entre mis rodillas, abracé mis piernas y cerré mis ojos oyendo la naturaleza seguir su curso; las olas chocando sobre las rocas, gaviotas trinando, el viento soplando y un par de pisadas acercándose…

 

—Al menos sigues con vida—alcé mi cabeza viendo, a contra luz, aquella conocida silueta. Era Akira, ni siquiera tenía que ver su rostro para saber que era el veinteañero. Este se sentó junto a mí  tras un largo mutismo articulé bajito y desganado:

 

—¿Cómo me encontraste?

 

—Gps del auto. Cuando vi que estabas en el mar pensé que te habías matado—se carcajeo, me pregunté que tenía de divertido hablar de suicidio, pero no tenía mucho deseos de debatir con el chico.

 

—A pesar de todo lo que he vivido, aprecio la vida—esbocé una mueca lastimera en forma de sonrisa la cual se esfumó tras un leve suspiro quebrado.

 

—Sin dudas eso es algo que tú dirías. Estás hecho mierda, pero aun así sonríes—quedé mirando al chico junto a mí y no pude evitar esbozarle una sonrisa mientras lágrimas se deslizaban con vitalidad sobre mis pómulos—. Pienso que los cobardes se suicidan, los que continúan son los fuertes—luego de aquellas palabras intensas asentí sin saber que decir completamente sorprendido, ¿aquel era el mismo niño grosero que odia a todos y cada uno de los seres vivientes de este planeta?

 

Limpié mi rostro con la manga de mi sudadera y vi como al frente de mis ojos había un sachet de pañuelos desechable—. Eres un maldito desastre—cogí el translucido contenedor con gesto afable. Y en un inaudible “gracias” colé mi aprecio por todo lo que había hecho por mí en ese corto lapso de tiempo.

Notas finales:

¡Holas!

Informo que el capítulo trece está dividido en cuatro partes. Pensé que esta parte iba a estar contenida en dos capítulos máximo, pero hay mucho que quiero narrar, al parecer...

No teman, Takanori no se colgará. El capítulo está algo depresivo, pero pongámonos en los zapatos del personaje. Odien a Yutaka y Yuu de forma libre y amen(?) la estupidez de Reita.

Gracias por su apoyo. ¡Son geniales!

Un beso.

PD: Mis dos fanfics más largos tienen 16 capítulos. Temo de este. Sabía que desarrollar esta historia implicaría varios capítulos más de lo normal lo cual ya es un gran reto y eso me emociona y asusta a la vez. Cuando termine esta historia la extrañaré. 

<3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).