Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Vinculados por koru-chan

[Reviews - 125]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

.

 

Capítulo catorce:

 

Tropiezos pasados, tropiezos presentes

 

.

 

—No puede ser…—murmuré revolviendo el interior de mi bolso atiborrado. Dejé el morral sobre el pórtico sacando carpetas y libros terminando por vaciar mis pertenencias sobre la madera de la entrada de aquella casa—. La olvidé—suspiré recogiendo, nuevamente, todas mis cosas esparcidas. Me coloqué de pie y busqué, en mi teléfono, el contacto de Kaolu mientras caminaba mordiéndome el labio inferior.

 

Dispuse el aparato sobre mi oreja reprimiéndome internamente por mi torpeza. Alcé la vista junto a un exhale el cual corté impactado al apreciar aquella figura conocida apareciendo frente aquella morada. Apagué el celular despegando mis labios para sonreírle, pero cuando levantó su cabeza cabizbaja y permaneció de pie inmóvil me preocupé y de inmediato me precipité enroscando mis brazos alrededor de su cuello. Él, en cambio, ni se inmutó; ningún desprecio verbal, por mi efusividad, emitió. Algo no andaba bien.

 

—Necesito hablar contigo—me separé de aquella anatomía rígida mirando su rostro. Estaba ojeroso, triste y molesto. Me quedé parado al frente suyo y me llevé mis dedos a mis labios pensando en qué le había ocurrido al rubio de cabellos descuidados.

 

—¿Qué hiciste?—entoné oprimido—. ¿Te volviste a pelear con tu padre?—gruñó mirando a los alrededores—. ¿No es eso?—lo observé esperando alguna palabra de su parte, pero sólo pude ver pesar en su joven rostro—. Te haría pasar a la casa de Kaolu, pero me quedé fuera—se mofó sin humor.

 

—Vamos a una cafetería. Hay una cerca por acá—apuntó un punto inexistente hacia su derecha. Acepté devolviéndome hacia el pórtico para coger mi bolso y caminar junto al veinteañero de semblante abatido.

 

Lo observé de soslayo. Pensé lo peor; el chico siempre había sido un imán para terminar siendo parte de alguna disputa o hacer cosas erradas por su impulsivo carácter.

 

.

 

—No he sabido nada de ti. Sé que ha pasado algo así como un mes, pero para mí han parecido meses eternos. Además, te he estado llamando y mensajeando, pero Jamás tuve respuestas. Sabes que con sólo ese mínimo gesto me calmaría y no sería tan molesto—rodó sus cuencas mientras articulé dolido sentándome frente a él. En medio de nosotros había una mesa redonda de madera oscura con dos envases de café y un par de rollos de canela y galletas caseras en una bolsa marrón que le tendí para que cogiera. Pellizqué el pan dulce esperando lo que quería hablar el silente chico quien no había soltado consonante alguna en nuestra caminata corta hasta el acogedor local—. Me pregunto si habrás, siquiera, leído mis mensajes… Si no es así…

 

—Lo hice—le sonreí.

 

—Pero siento que si no te lo digo cara a cara no tiene mucho valor. Gracias—vociferé cohibido—, por inventar aquella mentira. Me salvaste. ¡Pero no lo apruebo!—alzó una ceja mientras me afirmaba de la madera, con mis antebrazos, y hacia un gesto duro que rápidamente se desinfló—. ¿Cómo se te ocurrió hacer algo así? ¿Cómo siquiera sabías el número telefónico de la primaria? Ni siquiera yo pude pensar claramente y menos acordarme que tenía que ir en la tarde a dar clases. Me bloquee completamente.

 

—Cuando te vi desecho a la orilla del mar supuse que no te levantarías para dictar una clase a mugrosos niños molestos—resoplé negando con mi nuca mientras esbozaba una sonrisa involuntaria y cómplice—. Busqué el número en Google. Inventar situaciones se me da fácil—me guiñó un ojo sin cambiar su rostro neutro. Reí.

 

—No lo apruebo—hizo un gesto desinteresado con su rostro. Bajó la nuca, su teléfono había timbrado un par de veces. Lo oí chistar mientras perdía mi vista hacia los cristales esperando, paciente, a que el menor se dignase, de una vez, a hablar conmigo. Los minutos pasaron. Lo observé textear de mala gana. No pude evitar sonreír ocultando mi júbilo detrás de aquel envase acartonado del café de aquel local. Cuando guardó su celular en su chaqueta me atrapó en mi minucioso escrutinio, entrecerró sus ojos y espetó:

 

—¿Te pintaste el cabello?—por inercia revolví un poco mi melena terminando por acariciar un mechón con mis dedos.

 

—Ah, sí. Kaolu dijo que me vendría bien un cambio. Aún no me acostumbro.

 

—No me gusta…—abrí y cerré mis labios suspirando viendo como el chiquillo se encogía de hombros—. Me gustaba castaño.

 

—Bien, lo tendré en cuenta—alcé una ceja viendo como saboreaba su café. Guardé silencio esperando que soltase lo que quería decir. Pero su mutismo, su semblante estático y su introspección me hizo sentir nervioso—. Por favor dime que no cometiste algún crimen—soltó una carcajada seca.

 

—Eso hubiera sido más fácil que esta mierda—sus labios formaron una línea.

 

—¿Tiene que ver con tu banda? ¿Han encontrado donde tocar?—negó.

 

—Estamos estancados. Nuestra banda tiene un género específico que no cualquier bar o local nocturno permite—mordí mi labio inferior.

 

—Yo…—suspiré culpable—. Hablaré con Yutaka. No puede correrlos así como así de su local. Él tiene más socios; por sí sólo no puede tomar la última palabra. Este conflicto te puso en medio, pero tú no tenías nada que ver con el—hizo una mueca en forma de duda.

 

—No volveré ahí.

 

—Deja el orgullo atrás.

 

—Quizás, sólo deba olvidarme de la música. He jodido todo—alcé una ceja extrañado. ¿Su semblante devastado  no era por qué no tenía un lugar donde tocar?—. Me refiero…—carraspeó—Hemos tocado dos veces este mes. Quizá sólo debería dejar de insistir. No somos nada fuera de 1991.

 

—¿De dónde viene tanto pesimismo? Tú no eres así—entoné pasmado. Bufó.

 

—A veces, aunque uno más luche, el mundo intenta apuñalarte una y otra vez.

 

—Pero no estás sólo. Yo te acobijaré siempre—le sonreí tomando una de sus manos que jugueteaban con el recipiente de cartón a medio consumir—. Akira, sé que no somos hermanos, pero compartimos un vínculo, un sentimiento de hermandad que nos hace apoyarnos el uno al otro a pesar de los tropiezos pasados—arrugó su nariz con desprecio.

 

—No digas mierdas—se soltó de mi agarre como si mi extremidad le quemase—. Deja de mencionar que tenemos una conexión familiar cuando no es así. Basta, es enfermo—despegué mis labios para entonar alguna consonante, pero sus palabras me lastimaron—. Y deja de mirarme de esa maldita forma—gruñó.

 

—Está bien. Y-Yo fui el que te arrastró a esto. Déjame solucionarlo—rió sin humor. Había tristeza en sus ojos.

 

—No están fácil…—susurró mirando hacia el costado donde se encontraban los ventanales. Algo me decía que su pesimismo venía de algo más allá que la pausa de la banda—. Siento que esta vez cagué todo...

 

.

 

Aquella noche, del día siguiente de nuestro encuentro, esperé a Akira a las afueras de 1991. Debía admitirlo: Estaba nervioso porque no sabía si Yutaka me daría una oportunidad para hablar.

 

—Hey—saludó el veinteañero mirando a los alrededores. El exterior, donde nos encontrábamos, estaba silencioso y vacío mientras que el subterráneo mostraba luces estridentes y personas álgidas por la música en vivo—. Es raro estar acá y no ser parte de la fiesta.

 

—Solucionaremos eso—emití responsable de los hechos.

 

—Esto será una pérdida de tiempo—resopló detrás de mi espalda mientras bajábamos las escaleras de concreto que nos llevaría aquel destino. Me giré una vez que descendimos. Cogí su diestra de forma afable; para darle una especie de energía positiva. Éste me miró fastidiado, pero no me alejó, sino, se adelantó saludando al guardia con familiaridad: Un gesto de cabeza banal.

 

Nos sumergimos dentro de la masa oscura serpenteando personas que poco y nada se disculpaban si nos pasaban a golpearnos. Nos detuvimos en medio. Akira me soltó y comenzó a mirar los alrededores mientras la música se detenía y el vocalista decía unas palabras a la muchedumbre que enloqueció al unísono como si estuviesen sometidas a algún hechizo hipnótico.

 

Miré nuevamente a Akira quien llamó mi atención al chistar frunciendo el ceño al no encontrar al hombre que estábamos buscando. Me giré intentando agudizar mi mirada cuando un tipo musculoso y alto me empujó. Casi pierdo el equilibrio, pero mi exhijastro me sostuvo de los hombros evitando una torpe caída.

 

—¡Imbécil, ten más cuidado!—bramó tras de mí. El hombre grandote no se dejó insultar y con una mirada lacerante arremetió frente al rubio. Akira me apartó hacia un lado acercándose a pasos amenazantes hacia el musculoso sujeto de rostro intimidante.

 

—¿A quien llamaste imbécil, niño?—gruñó el calvo corpulento mientras una vena en su sien palpitaba.

 

—Al sujeto que tengo enfrente…—paladeó con la voz grave. Desafiando al hombretón de varios kilos. Mierda.

 

—¡Akira! Basta, ¿sí?—me puse en medio—. No te metas en líos—le murmuré con el ceño fruncido y mis manos posadas sobre su pecho para detener cualquier impulso violento. Me voltee hacia el hombre quien no parecía amainar su enojo—. Lo sentimos, pero tampoco fue correcto tu arrebato hacia mí. Debes, en alguna parte de tu anatomía, tener algo de educación y…

 

—Princesa—rodé mis cuencas, ¿qué le pasaba a todo el maldito mundo en llamarme de esa forma despectiva? Fruncí mi mandíbula viendo como el sujeto se mofaba de mí cruzando sus enormes brazos—. Este no es un lugar para ti si te alteras por un simple toque.

 

—Simple no fue. Discúlpate—murmuré viéndolo bufar y hacer un ademán con su mano perdiéndose dentro de aquella saltarina multitud. Resoplé volteándome hacía el muchacho a quien extrañado busqué por todas las direcciones al no encontrarlo.

 

De repente me hallé encerrado en medio de personas que brincaban y vitoreaban al son de las explosivas notas. Con permisos esbozados de forma inaudible producto de los acordes, terminé emergiendo hacia el lado del bar y, misteriosamente, di con a aquel esquivo objetivo. Estaba con una copa de Martini mirando coquetamente a un sujeto que estaba entre sus piernas, parecía que conversaban de algo bastante íntimo. Me acerqué un poco más viendo con mayor claridad como aquel personaje incógnito besaba su cuello. Paré mi sigiloso andar cayendo en cuenta que aquel tipo podría ser Yuu y las luces de neón que, iban y venían, no ayudaba mucho a descifrar la identidad de aquel individuo.

 

Me quedé parado viendo como el hombre se giraba levemente para tomar una copa de líquido desconocido revelando su perfil. No era Yuu…

 

No sabía si sentirme aliviado o preocupado. ¿Qué intentaba Yutaka? Pensaba de forma ciega y dolorosa que aquellos dos compartían, en este momento, una vida juntos y no como ahora se mostraba aquel descarado sujeto: Siendo besado por otro. No pude evitar sentirme impotente, rabioso por lo que mis ojos estaban presenciando.

 

—Para que veas. Así es Tanabe—apreté mis puños oyendo la voz de Akira arremeter tras mi nuca.

 

—¿Por qué Yuu se dejó involucrar por él…?—murmuré

 

—¿Acaso sientes lastima? Fue embelesado por la promiscuidad y experiencia. Créeme que a los hombres les gusta eso—me giré enfrentándolo.

 

—También soy hombre, Akira; pero a mí no me gustan ese tipo de cosas.

 

—Ya lo sé—entonó impávido observando hacia mi espalda—. Yutaka nos está mirando…—me volteé viendo como su rostro mostraba una clara mueca de desagrado. Apartó al hombre de entre sus brazos y se puso de pie para acercarse. Imité sus actos oyendo como unas voces femeninas y chillonas gritaban el nombre de Reita detrás de mí.

 

—Vaya, que sorpresa. Así que es real tu romance incesto con tu hijastro—paladeó gustoso mientras miraba de soslayo al nombrado siendo abrumado por un grupo de chicas que, al parecer, habían descubierto al rubio sin sus vestimentas ni rostro cubierto como solía presentarse en escena.

 

—Estas equivocado. No sé qué tanto te habrá dicho Yuu, pero todo fue un invento maquinado por un mal entendido.

 

—Claro…—rodó sus ojos—. Y, ¿qué haces aquí? ¿Vienes a romperme la nariz nuevamente?—bufé. Ya había pasado un tiempo, pero sobre su piel lechosa aún se veían pequeños senderos manchados; seguro de un tono amarillento a la luz del día. A pesar de todo, no podía evitar sentirme culpable. Golpearlo jamás fue una solución; después de todo, nada cambió.

 

—Quiero hablar contigo sobre… un asunto aparte—humedecí mis labios—. Sé que de una forma u otra Akira terminó en medio de algo que no le competía—miré de soslayo al chico quien se sacaba fotografías con las adolescentes—. El conflicto únicamente nos involucraba a nosotros tres por ello, considero que tu actuar estuvo completamente fuera de lugar. No es profesional de tu parte. Quiero que lo vuelvas a incorporar en tu local. Akira y su banda necesitan estar acá; esto es una ventana al mundo y, admítelo, a ustedes les daba buenos dividendos—bebió de su copa de boca ancha y estilizado pedestal como si hubiese ignorado todo lo que había dicho.

 

—Tiene que hablar con mi equipo—sonrió—. Yo no lo desvinculé del local porque realmente no tengo nada que ver con las bandas…—se mofó—. Pero como ahora desertaron hace un mes… Su incorporación será algo… compleja.

 

—No salgas con eso, Yutaka. No estamos jugando. Olvídate que Akira, Yuu y yo tenemos alguna conexión y sé profesional—alzó una ceja dándome la espalda.

 

—Nuevamente. Que hable con mi equipo. Él sabe a quién dirigirse… —me sentí hablando con un niño mimado de preescolar. Apreté mis puños caminando hacia él quien había tomado asiento en los taburetes en frente de la barra como estaba anteriormente.

 

—¿Sólo me dirás eso? Vine hasta acá para hablar con un adulto cara a cara de forma madura. ¿Cómo es posible que juegues de esa forma con el futuro de varias personas sin siquiera pensar en las consecuencias? ¡¿Qué clase de sujeto insensible eres?!—le espeté enardecido viendo como se colocaba una pared humana frente a mi cuando intenté acercarme a aquel hombre de espaldas. Miré al tipo: Era el mismo que estaba compartiendo hace unos minutos con él—. ¿Yuu sabe todo esto…?—entoné captando su atención.

 

—¿Qué?—se volteó hacia a mí. Me miró entre cerrando sus ojos mientras el joven del bar rellenaba su copa.

 

—Que no le eres fiel—se carcajeó tocando el brazo fibroso del hombre aún de pie frente a mí. En mudos gestos le permitió que se sentara nuevamente.

 

—Esta es mi vida ahora—bebió de su copa—. Él me rechazó tantas veces que no tendría dedos para contabilizar el hecho—sonrió de forma maliciosa, pero sus ojos mostraban una pizca de humanidad: Dolor. Pude apreciar como actuaba cegado por el daño pasado—. Y sí, en estos momentos me puede tener, pero no completamente. Soy libre, ¿sabes? Y él tampoco quiere… algo serio—chistó molesto—. ¿Y qué crees? Aprendí de mis errores pasados. Ya no me voy a quedar de brazos cruzados viendo como el amor de mi vida se queda con la zorra de turno mientras yo miro a lo lejos. Él ahora no tiene nada—me miró con una sonrisa pletórica dibujada en sus finos labios.

 

Retrocedí un paso negando con mi cabeza y mi entrecejo surcado de incredulidad. Divisé a Akira excusándose con las muchachas quienes insistían en el cuándo volvería con Gazette. Ignoré su presencia, su mirada y su voz llamándome sumergiéndome en medio de aquel océano de jóvenes extasiados. Chocando y empujando logré emerger a la superficie; a la serena noche que pronto marcaria la madrugada. Caminé un tramo corto hasta que encontré un área en la cual apoyarme: Una muralla ajada de un edificio abandonado varios centímetros alejado de aquel local.

 

—¿Qué pasó?—voltee a mirar al rubio quien se acercó agitado segundos después.

 

—Si me quedaba ahí, creo que le volvería a romper la nariz—sonreí triste.

 

—¿Le volverías?—me miró sin comprender. Despegué mis labios ignorando que el menor no se había enterado de todo.

 

—Olvídalo.

 

—Como sea. Aquello fue una pérdida de tiempo…—bufó afirmando su espalda en la misma superficie mientras yo miraba al suelo cabizbajo.

 

—Casi—suspiró—. Tienes que hablar  con el sujeto que se encarga de la coordinación de las bandas. Yutaka, al parecer, no tiene nada que ver con quien entra o sale. Así que básicamente sus amenazas de sacarte del local eran falsas. El problema es que ustedes desertaron hace un mes…

 

—¿Me estás jodiendo? ¡Voy a matar a ese hijo de perra!—lo tomé de la muñeca cuando se volteó en dirección de aquel lugar.

 

—No vale la pena. Esperemos que diga que todo fue un mal entendido, y que los vuelvan a incorporar en su itinerario. Ve mañana a las oficinas con tus chicos—resopló.

 

—No tendré de otra—buscó mi rostro de mirada perdida—. Hablar con él no fue una muy buena idea…—me encogí de hombros.

 

—Hablar con él no es fácil porque inevitablemente todo se mezcla—esbocé una mueca similar a una sonrisa—. Sólo espero que todo esto haya servido de algo—suspiré largamente—. En la otra esquina tomaré un taxi, ¿vienes?—lo observé titubear mientras enfundaba mis puños en los bolsillos de mi chaqueta de mezclilla.

 

—Ahora me estoy quedando con Uruha, nuevamente. Voy hacia el otro lado. Llego caminando—se rascó la nuca. Lo observé triste. Pero dado que han estado parado con la banda era imposible que pudiese costear la renta de un departamento. Suspiré  

 

—Ya veo…—me sentí miserable. Ni siquiera yo tenía un lugar propio en el cual poder acogerlo. Sabía que no era un familiar ni nada del menor, pero me hacía impotente este rebote constante e inestable que acarreaba consigo. Asentí despegándome de aquella superficie percibiendo como Akira se veía inquieto—. Espero que no pase un largo mes para saber de ti…—analicé su impaciente comportamiento—. Acaso, ¿necesitas dinero?—le espeté como si le acertara a la lotería. Pestañé repetidas veces viendo como me observaba estupefacto—. La verdad es que no ando con mucho efectivo. Si me acompañas a un cajero…

 

—No lo necesito—formé una O con mis labios.

 

—Pensé que… ¿Sabes? Te ves muy extraño—se mofó mirando algún punto detrás de mi espalda. Su vista estaba perdida.

 

—Hemos pasado demasiado tiempo juntos… Sólo vete—hizo un ademán con su mano de manera despectiva. Bufé y tras retroceder un par de pasos me voltee cansino. Hasta que extrañado, escuché como alguien corría detrás de mí. Me giré enfrentando a un agitado Akira quien tomó mi rostro y sin titubear chocó nuestras bocas. Maniatado, con mis manos en mis bolsillos, me apresuré  en interponer mis extremidades en aquel demencial veinteañero quien no dejaba de estampar sus labios contra los míos.

 

—¡¿Akira?!—bramé sobre exaltado alejando mi cuerpo hacia atrás. Este me miró sin saber si correr o volver a intentar aquel descabellado acto.

 

Pero optó por acercarse. Lo miré inmóvil sintiendo como deslizaba su palma contra mi quijada. Siguió, al ver que me encontraba pasmado, pasándola de forma posesiva por mi cuello. Alcanzó mi pecho por sobre aquella amplia  sudadera hasta llegar a mi cintura y acercar mi torso hacia el suyo. Estaba petrificado sin entender que estaba ocurriendo.

 

Iba a volver a pronunciar su nombre, pero este murió en mi garganta cuando sus labios envolvieron los míos. Sentí un vacío en mi estómago cuando su lengua descuidadamente tocó la mía erizándome la piel. Cerré mis ojos…

 

—¡Takanori!

 

Pero los abrí de golpe. Miré a Akira quien se separó con brusquedad de mis labios. Jadee viendo a un tercero quien, mudo, tenía cogido de la solapa de su chaqueta al chico. Éste me miró. Divisé unos ojos negros triturarme con cólera. Al segundo después una bofetada picoteó mi mejilla por largos minutos. Quedé sin aliento siendo tomado por el cuello de mi sudadera negra mientras era empotrado a una pared de concreto, seguro, con más fuerza de la que quería implementar. Tosí por el impacto viendo, por un segundo, a mi padrastro furioso. Mis ojos se aguaron—. Con que cara…—se rió herido—. ¡Con qué mirada inocente llena de lágrimas me dirás que todo está en mi mente!—zarandeó mis ropas dándome cuenta, recién, que se trataba de Yuu…

 

—¡Suéltalo! ¡Mira como está!—dijo Akira cogiendo la fiera extremidad aferrada a mis ropas—. Yo lo besé. Él no tiene nada que ver… —el hombre gruñó y en un arrebato se alejó de mí cogiendo ahora a su hijo. Miré la escena preocupado del final de esa disputa. Aterrado toqué mi pecho con mi mano temblorosa viendo como algunos vecinos y transeúntes se paraban a ver aquel espectáculo nocturno.

 

—Tú, eres mi más grande dolor en el trasero. Jamás debimos haberte concebido con tu madre—golpeó al chico en el rostro. Este cayó al suelo desequilibrado—. Maldición. Le pedí una y otra vez que no siguiera adelante con este último intento de aferrarse a mí…—escupió el hombre lleno de ira. Miré despavorido la escena: Akira tendido en el suelo y su progenitor sobre él escupiéndole palabras cegadas.

 

—Paren…— intenté articular, pero mi voz no salió.

 

—Lo único que has traído han sido desgracias y dolor de cabeza a esta mierda que llamas vida.

 

—¡Basta!—grité acercándome—. Cómo es posible, Yuu… ¿Cómo es posible que le hables de esa manera a tu hijo?—sorbeteé mi nariz siendo magullado por recuerdos horribles de mi niñez y mi padrastro quien no le importaba dejarme lleno de golpes mientras sus palabras hirientes me cercenaban el corazón. Toqué el hombro de aquel enajenado hombre quien se alejó del menor sentándose en el concreto completamente agitado. Akira se puso de pie bufando. Me miró y con un gesto tácito, de mis ojos y mi cabeza, le rogué que se marchara. Este resopló, nos miró a ambos y tornó hacia una dirección contraria dejándonos atrás.

 

Aquel moreno  bajo mis pies inspiraba y exhalaba iracundo. Alzó su cabeza y me miró. Separó sus labios como si hubiera estado en un trance y recién captase lo que había hecho. Se puso de pie con intenciones de aproximarse a mí, pero retrocedí observándolo con una mezcla de temor y advertencia. 

 

—Estas… sangrando—titubeó en un murmuro. Toqué una parte de mi labio la cual, debido al golpe, se había roto. Me limpie con el borde de la manga de mi sudadera mientras veía sus oscuros ojos analizarme con molestia y una pequeña pizca de arrepentimientos se dejaba relucir en su incómodo semblante. Pero no emitió ningún: Lo siento.

Notas finales:

Hola.

 

Después de leer este capítulo dirán: OMFG! Porque fue lo que dije luego de revisarlo por última vez. D:

 

Fue un capítulo largo lleno de situaciones…

 

¿Qué oculta Akira? No es su amor por Takanori. Se los advierto.

 

Takanori se dejó “besar” por Akira, ¿Por qué?

 

¿Ahora Yuu es la victima?

 

¿No creen que Yutaka es súper corrosivo?

 

¡Gracias por continuar leyendo esto!

 

<3

 

¡Nos leemos en el próximo capítulo!

 

Besos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).