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Vinculados por koru-chan

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Capítulo quince:

 

¿Una probada dulce? o ¿un trago amargo? [Parte dos]

 

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Un par de golpes me despertaron de sopetón. Pestañé repetidas veces amodorrado cubriendo mi torso con una mullida manta mientras me volteaba hacia el respaldo del sofá inmerso en un pesado sueño inducido por la bebida. La casa se quedó quieta y lo único que logré percibir era el sonido de una voz femenina hablando en otro idioma proveniente de la televisión olvidada. Gruñí levemente deseando que se callase. Volví a juntar mis párpados con ahínco cuando, nuevamente, la puerta fue tocada. Me senté asustado; mi teléfono cayó seguido del control de la televisión el cual se abrió producto del impacto contra la cerámica. Mi cabeza dio vueltas y, mientras frotaba mi estómago, me incorporé poco a poco pensando que aquel llamado había sido obra de mi cerebro alcoholizado. Pero no; despierto y con la televisión muda escuché un par de golpes más fuertes que los anteriores. Aturdido me encaminé hacia la salida de aquel domicilio esperando, fantasiosamente, descubrir a Yuu a través de la madera.

 

Tomé el pomo e inspiré profundamente mientras que con mi zurda ordené mí cabello al igual que mis ropas. Pero al descubrir de quien se trataba, exhalé desinflando mis ilusos deseos. La persona que se encontraba en el exterior no era la misma que estaba imaginando. En cambio, ahí parado, había un sujeto en chaqueta de cuero y vestimenta negra a juego con la deslavada prenda.

 

—Akira…—verbalicé con la lengua adormecida como si intentase afirmar que de verdad se trataba del chico ahí afuera mezclado con la densa neblina y la oscuridad de la noche—, ¿qué haces acá?—froté mis brazos entumidos a pesar que tenía un suéter abrigador cubriendo estos.

 

—¿Y quién más? Acaso, ¿esperabas a alguien en particular?—le di un leve vistazo cargado de incomodidad al término de sus ácidos cuestionamientos. Su mirada suspicaz me hizo sentir delatado. Fruncí mis labios retirándome hacia un costado para dejar que entrase a la calidez de aquella casa mientras yo con mis movimientos algo lentos cerraba la madera. Me volteé viendo como Akira se detenía en la sala y admiraba el perímetro con detención; era la primera vez que el veinteañero entraba a aquella casa donde me estaba alojando recientemente.

 

—¿Quieres… beber algo?—el menor se paró frente a la mesita de centro de la salita observando una botella casi vacía de vino tinto junto a una copa con un par de gotas salpicadas y líquido en la base.

 

—No puedo pedir esto, ¿cierto?—me miró con mofa—. Parece que te la bebiste solo ahogando tus penas—hice una mueca de medio lado caminando hacia la cocina—. ¿Estás… ebrio?—se rió.

 

—No, Akira. Sólo bebí una copa—entoné de mala gana llenando un vaso con agua. Bebí un trago viendo de reojo como el chico se sentó sobre los taburetes frente a la cocina. No sabía por qué, pero no quería ver Akira; ni que se acercase a mí.

 

—Estas molesto… —canturreó cogiendo una servilleta de un recipiente para hacerla bolita y aventarla infantilmente donde me encontraba. Arrugué el ceño viendo como continuaba mirando hacia los alrededores como si buscara a alguien—. ¿Y Kaoru?

 

—Es Kaolu. No está. Fue a visitar a su familia—asintió volteando sus ojos a mí. Carraspee cruzándome de brazos.

 

—Entonces, ¿qué haces acá?—humedecí mis labios inquieto. Hace una semana que no sabía nada de él; ni siquiera había marcado su número, ni mensajeado como lo solía hacer con normalidad—. ¿Pudieron tocar nuevamente en 1991?—asintió.

 

—Te llamé—hice una mueca de medio lado. No tuve el valor de atender aquello; de sólo ver el nombre de Akira en mi pantalla volví a los recuerdos de aquella noche.

 

—No me percaté de aquello…—mordí mi labio inferior viendo de soslayo como me observaba analítico.

 

—Sí, claro—murmuró haciéndome percibir un regusto amargo en el aire—. Hoy volvimos de forma oficial. Se llenó completo el local; nos fue excelente—lo miré de reojo mientras el agua hervía y buscaba entre los anaqueles una taza para hacer un café simple para mi sorpresiva visita. No le pregunté con anterioridad si quería la bebida; aquella parafernalia era sólo para mantenerme ocupado.

 

—No te ves muy feliz a pesar del éxito de tu banda…—suspiró. Vertí el agua caliente al recipiente individual y se lo tendí. El chico removió el contenido oscuro en silencio como si estuviese debatiendo a gritos con su mente. Me tensé y escupí antes que el esbozara lo que fuera a decir—. He tomado una decisión—el rubio alzó su vista—. Quiero que dejemos esto hasta acá. Sé que no tenemos ningún parentesco. Pero yo, al tener una mala experiencia familiar, siempre quise tener una propia y me aferré a ti y a Yuu. Quise ser un buen padrastro porque el mío fue una completa… abominación. Pero al parecer mi generosidad fue tomada de forma errónea y todo se distorsionó en el camino—los ojos se me llenaron de lágrimas y para que el chico no me viera caminé hacia la sala. Aquella determinación corroyó mis entrañas. Akira era la única persona que me quedaba y ya no la tendría más—. Te he agradecido lo que hiciste por mí una y otra vez; lo aprecio, lo atesoro porque me abriste los ojos. Pero estoy en un proceso difícil. Y, aunque ese beso fue una nueva jugarreta tuya para decirme por milésima vez puta, para mí fue una forma de recordar un trago amargo. Y sí, estuve a punto de corresponder aquel acto, pero, como dije: Estoy pasando por un proceso complicado en el cual tengo a tu padre un noventa por ciento en mente y el resto intento olvidarlo. Por ello tu beso me recordó que no he besado a nadie más que a él en todo este tiempo y por un segundo te vi como un extraño y no como un hombrecito de trece años a quien debo cuidar. Ese fue mi error y ahora no sé como ver a la cara a Yuu ni a ti—me deslicé del cojín plano del sofá arrodillándome frente a la mesita del centro. Tomé la botella a medio consumir y vertí el líquido dentro del cristal salpicado de gotas borgoñas. Tomé un sorbo viendo de reojo como el muchacho se acercaba.

 

—¿Te parezco un niño de trece años, Takanori?—negué afligido—. Deja de lado ese maldito pensamiento. No somos familia ni tenemos parentesco a pesar de esta extraña convivencia que terminamos compartiendo por obligación—dijo entre dientes concluyendo con bufar como si estuviese controlando una creciente ira—. ¿Qué es esto? ¿Me quieres borrar de tu vida así de la nada?—chistó—. Sé que la cagué… de nuevo, pero así soy; un idiota impulsivo que piensa con la punta del pene y luego, de hacer un desastre, analiza la cagada que dejó atrás—me analizó profundo mientras su pecho subía y bajaba agitado—. Aquello no fue una jugarreta. Y tampoco lo fue la primera vez que te besé; aquella vez sólo me aproveché de la situación y, cobarde oculté lo que, detrás de esas palabrotas, sentía…—cerré mis ojos percibiendo como se posaba sobre el sofá adyacente a mí—. ¿Así que mi padre ha sido el único en tu vida?—sonreí melancólico. Su tono amainó a uno suave. Sonaba arrepentido.

 

—Me da un poco de vergüenza admitirlo porque me hubiera gustado ser más aventurero y rebelde como tú—reí sintiendo mis mejillas rojas.

 

—Hablas como un viejo de setenta años. Te hizo mal estar con mi padre tanto tiempo—suspiró agotado—. Eres demasiado joven para estar hablando así. Sólo… aventúrate—me reí en un tono bajo—. Y… retiro lo dicho—me voltee viéndolo borroso. Froté mis ojos. Estaba cansado y nublado por el alcohol—. Jamás te quise ofender; realmente me escudé detrás de palabras—pestañé sin saber muy bien que estaba pasando con el rubio. Y estar un poco mermado no me ayudaba a descifrar el asunto.

 

—Creo que llegué a mi límite—posé el pedestal de mi copa a medio beber sobre la mesita intentando alzar mi anatomía lánguida del suelo. Pero mi deplorable condición no me lo permitió. Concluí carcajeándome por mi nula agilidad. Con impotencia y cansado terminé apoyando mi nuca contra al cojín plano del sofá tras mi espalda—. El alcohol no me hace bien…

 

—A nadie—emitió el veinteañero observándome cuidadosamente desde arriba con una impecable sonrisa difusa.

 

—Realmente nunca bebo.

 

—Lo sé.

 

—Pero estaba triste. Y, la verdad, es que esa botella no solucionó nada. El dulzor no me quitó lo amargo de lo acontecido—exhalé mirando el techo—. Nunca quise que esto acabara así, jamás quise perderlos ni terminar perdiéndote...—el chico suspiró.

 

—No te podrás deshacer tan fácil de mi—humedecí mis labios mirando hacia la televisión apagada. Luego observé como el chico alcanzó la copa que dejé abandonada y sorbió un poco del contenido de esta.

 

—“No me estoy deshaciendo de ti”—negué sin mirarlo—. Me refiero que si no podemos tener una relación fraternal esto… tendrá que terminar. No es sano ni correcta esta interacción—resopló frunciendo el ceño. Miró hacia otro lado. Lo observé atentamente hasta que volvió hablar:

 

—Quizá yo no quiero tener una relación fraternal contigo…—dijo en un tono muy bajo. Despegué mis labios para preguntarle a qué se refería, pero él no me dejó continuar—. Tú piensas… perdonar a mi padre en un futuro, ¿no es así?—desganado degustaba con lentitud aquel brebaje dulce con resabio ácido y amargo.

 

—No—emití, pero me demoré un poco en contestar. El chico frunció el rostro levemente volviendo a mirarme.

 

—Si te preocupa tanto es porque quieres volver en algún momento—me impulsé torpe y me senté junto a Akira. Froté mi rostro adormilado e inspiré.

 

—A pesar de todo continúo pensando ingenuamente, Akira—verbalicé mirando un punto indefinido, no podía mirar al chico junto a mí porque me sentía avergonzado a pesar de lo deslenguado que estaba por el alcohol—. Luego de haber visto a Yutaka con otro hombre supuse que Yuu ya no estaría con él. Tu padre, muchas veces me había recalcado que no eran nada y que no estaban juntos—me atreví a mirar al chico quien tenía un rostro molesto y reprobatorio al estar oyendo aquella perorata sin sentido a sus oídos—. Después que pasó todo este embrollo he intentado llamar a Yuu para… no sé exactamente para qué. Sé que no le debo ninguna excusa ni nada, pero como todo esto nos vincula sentí que sí; era lo correcto. Después de muchos intentos de llamados sin respuestas atendió… Yutaka. Nuevamente caí en cuenta que él no cambiaría y, que en cada acto erróneo mío correría a los brazos de ese… tóxico hombre.

 

—Eres masoquista—me carcajee tapando mi rostro. Sabía que estaba mal, era consciente de ello. Suspiré volteándome de medio lado viendo el perfil del chico

 

—No lo soy. Todo ha sido muy reciente y necesito tiempo—mordí mi labio con desazón. Hubo un largo silencio donde nuestras respiraciones únicamente se escuchaban.

 

—La verdad, pienso que mi padre le va arder el culo cuando consigas un nuevo novio.

 

—Eso no va a pasar—sonreí con tristeza hacia el frente—. Él tiene a Yutaka y yo, no me siento apto para conocer o salir con alguien—sentí como Akira se acomodó en el sofá y como su mirada me penetró.

 

—Vamos, no tienes que esforzarte mucho. Eres lindo y no necesitas más—giré mi cabeza levemente chocando con unos ojos juguetones. Sentí, por escasos segundos, como el chico me desnudaba con aquellos ojos pardos. Y, aquello, me inquietó.

 

—¿Lindo? ¿De personalidad?—viró sus cuencas.

 

—¿Hablas en serio?—fruncí mi ceño—. Me refiero a “Lindo” como un hombre guapo. Tienes una personalidad insoportable, pero eres, aunque no lo creas, muy sexy. Tienes una aura inocente que hasta pasarías como virginal y eso calienta a cualquiera—sentí un calor que me atacó de golpe y Akira sonrió de lado al palpar como, seguro, mi piel bulló furiosa en diversos tonos de rojos. De repente caí en cuenta de un hecho relevante y piqué la mejilla del veinteañero con mi índice.

 

—Akira, ¿por qué hablas así?—coloqué serios mis gestos faciales—. Casi parece como si los chicos te interesaran—negué con mi cabeza carcajeándome pensando que el menor me iba a replicar una de sus típicas pesadeces verbales, mas no obtuve ninguna negativa. Adherí mis ojos sobre él sorprendido al hacer sinapsis—. Te gustan los chicos…—afirmé en un tono bajo viendo como el menor se encogía de hombros.

 

—Sólo uno—exploté en risa.

 

—Claro, claro. No te van a gustar todos a la vez. Me refiero a que, también, te atraen personas de tu mismo sexo…—dudó un par de segundos mientras contorneaba el respaldo del mullido mueble mirándome detenidamente.

 

—Sí—humedeció sus labios y yo asentí inmerso en mis lentos pensamientos.

 

—Jamás me imaginé que tuvieses tendencias bisexuales. Frente a tu padre y a mí eras muy homófobo.

 

—La bisexualidad es una excusa barata de las personas que temen salir del closet—negué e iba a debatir, pero capté paulatinamente a que se refería. Lo miré afable y le sonreí.

 

—Entonces, espero que conozcas a alguien increíble. Estaré muy feliz cuando me presentes a esa persona especial—esbocé sereno—. Y por favor, ¡basta de usarme como tu conejillo de indias! Eso ya me ha traído suficientes problemas—emití conmocionado mezclándolo en un tono humorístico.

 

—No te usé—argumentó de forma vana. Me giré hacia su costado para observar sus facciones y, al no obtener una loable expresión, cerré mis parpados. Cansado apoyé mi codo en el acolchado del respaldo afirmando mi mejilla con mi puño.

 

—Está bien no lo hiciste, quizá la palabra es experimentar. Te entiendo; lo hiciste porque soy la figura gay más cercana que tienes, pero la mejor forma es centrar tu atención, sin restricciones, hacia a alguien que te guste de verdad. Deja de pasar el momento como parece que haces con tus conquistas…—abrí mis pestañas de sopetón al sentir un cálido aliento acariciar mis labios junto a un toque a mi barbilla. La imagen fue clara: Akira me observaba detenidamente. El chico alzó mi mentón acercándose sin desviar su mirada de mi boca. Mi pulso se aceleró. Fruncí mis cejas impulsando mi cuerpo hacia atrás para alejarme de él y de aquella extraña atmosfera.

 

—Ahora y en todo momento le he puesto atención a la persona que me gusta… —sentí que mi estómago se revolvió. Despegué mis labios irguiéndome del asiento. Pero ni pude dar un sólo paso porque la habitación se distorsionó. Bramé inaudible frotando mi rostro con mis palmas.

 

—No me siento muy bien—emití amortiguado porque tenía mi rostro cubierto por mis manos—. Creí que tú…

 

—Lo dije. Me gustas—lo miré sin saber que decir al respecto—. Y no es un capricho de ahora. Es un hecho desde hace bastante…—resopló rascándose la nuca—. No entendía por qué no te podía detestar completamente; con el tiempo comprendí que era porque me atraías. Has sido el único hombre que me ha atraído porque, que yo recuerde, las tetas me “gustaban” antes de conocerte—enrojecí.

 

—Estas confundiendo el sentimiento de “gustar” con aprecio. Siempre he cuidado de ti y…

 

—Se lo que siento, Takanori—lo miré sin aliento—. Pero no soy ingenuo como tú. Sé que aquí nada va a pasar; no soy imbécil—se paró hosco del sofá y vi como se afirmó del desayunador dándome la espalda—. Pero, sinceramente ahora, en un punto de mi vida que me encuentro sin salida, no me alejes de ti—despegué mis labios asustado.

 

—¿Akira, qué es lo que te tiene así?—cuestioné en un hilo de voz completamente impactado sin saber como responder a aquella descabellada confesión de mi exhijastro. Lo vi voltearse cabizbajo. Cruzó sus brazos y respondió:

 

—Al parecer… tendré un hijo—llevé mi diestra a mis labios y me alcé sin importarme mi estado algo mareado. Chisté. Este había sido el peor día elegido para embriagarme.  Con una pisada torpe me aproximé al cuerpo de aquel hombre quien tenía una mirada desconsolada. Me tambalee un poco y el muchacho me aferró con sus ágiles extremidades mientras yo me sujeté de sus brazos observando su rostro lloroso. Mordí mi labio inferior—. Y estoy hecho mierda—agregó.

 

—Cariño…—hundió su rostro en mi cuello mientras yo acariciaba a aquel cuerpo que de vez en cuando gimoteaba como un niño pequeño perdido. Rápidamente sentí como el agua tibia de sus ojos empapaba mi piel  y como el muchacho se adhería aún más a mi anatomía.

 

—No sé qué hacer…

 

—Todo estará bien. Hallaremos una solución juntos—entoné en un susurro viendo como alzaba su rostro húmedo de mi hombro—. Estoy acá para ti…

 

—Eres la única persona en la cual puedo confiar ahora—entonó bajo e inaudible entre dolorosos sollozos.

Notas finales:

Hola.

Como el final del capítulo estuvo triste no sé que escribir por acá. Terminé con el ánimo bajo editando. C’:

La siguiente actualización estará narrada por Akira, ¿qué pasará? Sólo diré que será… intenso.

Que desgarrador es no ser correspondido y más encima ser tratado como un niño.

Varias ya habían presagiado la noticia de que Akira podría haber dejado embarazada a una chica. Bueno, estaban en lo cierto. Estúpido niño gay de closet de Akira.

Gracias por continuar acá esperando esta historia fielmente. Disfruto mucho escribiéndola y maquinando futuras situaciones. Además, obviamente, disfruto leer sus comentarios que siempre me hacen sonreír.

Las loveo mucho. ¡Besos!


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