Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Vinculados por koru-chan

[Reviews - 125]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

.


Capítulo veinte:


Avance y retroceso


.


Sabía perfectamente como era Yuu; sabía de sus artimañas y como era capaz de embelesarme con una sonrisa y palabras azucaradas, pero también necesitaba algo de credibilidad y confianza de los demás. Había pasado un largo periodo y era consiente—después de haber vivido todos aquellos difíciles momentos con él—, que había aprendido de mala forma como en realidad era. Lo conocía perfectamente.  Y, esta vez,  podía jugar las cartas a mi manera.


.


.


.


Ingresé a aquel conocido restaurante con un nudo en el estómago. Inmóvil en la entrada, inspiré largamente para luego buscar a aquel moreno pensando que, posiblemente, no habría acudido al sitio ya que no había confirmado mi presencia para aquel reencuentro. Pero ahí estaba él. Hablaba con la camarera mientras sostenía la carta del menú entre sus manos y parecía dispuesto a ordenar lo que la muchacha le recomendaba con real pasión.  Exhalé pesadamente y di un primer paso deteniéndome al instante cuando la recepcionista me frenó.


—Buenas tardes. ¿Tienes reservación?—me cuestionó. Abrí mis labios para decir: “Mi novio me está esperando”  y, de inmediato, hice una mala cara al distorsionar el presente con el pasado. Negué apuntando hacia el interior del establecimiento concurrido a esa hora del día en la cual la mayoría tomaba para almorzar.


—Sí. Shiroyama. Él me está esperando—verbalicé. La muchacha buscó de inmediato el apellido en su computadora terminando por asentir y volver sus ojos hacia mí. 


—Mesa veinte. ¿Te acompaño?—negué.


—Se dónde está. Gracias.


Caminé esquivando comensales y camareros hasta que logré aproximarme a la mesa donde mi expareja estaba. Escribía en su celular con la mirada baja. Me quedé unos minutos observándolo hasta que me animé a hablar.


—Hola—dije tras aclarar mi garganta al no saber que decir. De inmediato vi como aquella profunda mirada se adhería a la mía completamente incrédula al captar que yo estaba ahí.


—Pensé que no vendrías—susurró alzándose de su asiento para acercarse a mi cuerpo estático y besar mi mejilla como saludo. En acto seguido corrió mi silla. Me senté mientras lo observaba volver a su lugar y como con una sonrisa llamaba a la muchacha—con la cual anteriormente había estado hablando—, para pedirle una botella de vino.


—Si pensaste que no vendría, ¿qué haces aquí?—vi como el líquido borgoña llenó las dos copas y me acordé, de forma inmediata, de la noche que me había embriagado. Cuando cometí la estupidez de llamarlo, patéticamente, por última vez y éste muy molesto no quiso saber de mí. Suspiré siendo consiente de mi mala reacción hacia el alcohol y preferí elegir la copa de agua.


—Sólo pensé en venir a almorzar esperanzado en que llegarías...


—¿Desean ordenar?—cuestionó la chica una vez que terminó de verter el vino.


—Claro—tarareó Yuu—. Qué tal si me traes el especial de la casa y para Takanori…


—Raviolis de calabaza con salsa de mantequilla—dije sin mirar la carta. Aquel restaurante lo solíamos frecuentar. No fue cosa al azar que Yuu me había citado ahí; sabía que aquel lugar tenía mi platillo favorito.


—Tu preferido—confirmó el moreno mientras veíamos que la muchacha se llevaba los menús. Nos quedamos sumidos en un silencio incómodo mientras sólo escuchábamos como a nuestros alrededores las voces de terceros no se detenían junto al sonido de loza, cubertería y cristalería. Era casi como una sinfonía inquietante de alguna cinta de tenso drama y esta no era de mi agrado; me estaba comenzando a arrepentir al haber decidido venir—. ¿No bebes? Este vino lo elegí especialmente para ti. Es dulce; de esos de los que te gustan—mi rostro se tornó serio.


—Tengo clases en la tarde. Además, sabes perfectamente lo que me hace el alcohol—negó con su cabeza mientras me sonreía.


—No quiero que te pase nada. Sólo lo pedí para que estemos relajados. Entiendo la incomodidad de este encuentro—suspiré dejando de lado las formalidades.


—No pensé que querrías volver a saber de mí. La última vez que hablamos estabas enojado conmigo…—me miró profundamente.


—Y yo pensé que jamás  te volvería a tener frente a mí. Esto ratifica la hermosa persona que eres—degustó con palpable culpa—. He sido un imbécil una y otra vez, ¿no?—emanó—. Hace unos meses que quería volver a saber de ti, pero no me atrevía. No quería llamarte, no quería ir a la casa de Kaolu y ser invasivo, así que el mensaje de texto me pareció la mejor opción. Y espero que lo haya sido—asentí atento. Debía admitir que estaba tenso. No pensé que Yuu se tomaría este nuevo encuentro con tanta serenidad. Estaba preparado para sus juegos y estaba preparado para ponerlo en su lugar. Pero aquello jamás pasó.


Almorzamos platicando de todo y a la vez de nada. No volvimos a tocar ningún tema delicado. Sólo hablábamos de nuestros trabajos o de anécdotas que habíamos vivido; sólo recordando buenos momentos y, eso, fue agradable.


.


—Vamos. Déjame llevarte a tu trabajo—pidió una vez que abandonamos aquel local y tras una cortante negativa se interpuso frente a mí para que no continuara caminando.


—No quiero desviarte, Yuu—dije excusándome. No tenía deseos de encerrarme dentro de su auto; habíamos roto aquella barrera del reencuentro, pero aquello era demasiada confianza de un sólo tirón. Lo observé detenidamente he hizo una mueca desdichada.


—Amor…—lo miré algo descolocado y él carraspeó rectificando aquel error—. Takanori. Disculpa…—negué suspirando—. Vamos… —tomó mi diestra y mis negativas réplicas murieron al instante. No pude debatir porque sentí como mi garganta se cerró al percibir como mis pulsaciones se dispararon con aquel banal toque.


Cuando llegamos al estacionamiento del restaurante, el moreno soltó mi mano para abrirme la puerta del copiloto. Mientras tanto permanecía introspectivo sintiendo la mirada de Yuu sobre mi anatomía con pesadez. Quizá pensaba que me había molestado por ser, prácticamente, obligado a subirme a su auto. Pero aquello había quedado en segundo plano cuando sólo seguía descifrando aquel alboroto interno el cual no sabría si describir como un regusto de dolor mal cicatrizado o amor desesperado.  Sin hacer un escándalo de aquel acto pasajero ingresé al interior del vehículo tomando el cinturón de seguridad para cruzarlo de inmediato sobre mi pecho mientras veía al hombre acomodándose junto a mí y encender el motor.


—¿Cambiaste de auto?—susurré intentando desviar mis pensamientos y sentidos indescifrables.


—Tuve qué—entonó sin interés retrocediendo con habilidad. 


—¿Tuviste? El otro auto estaba como nuevo—recordé.


—Estaba. Tú lo dijiste…—lo miré frunciendo el ceño y luego abrí mis ojos con preocupación.


—¿Tuviste un accidente?—cuestioné sin aliento mientras estudiaba sus extremidades  en perfecto estado.


—Me alegra ver como aún te preocupas por mí—me sonrió con dulzura mientras me daba cuenta que no había pasado tal cosa—. No. Sólo cierto hijo mío hizo de las suyas…—despegué mis labios recordando como, aquella vez, Akira había conducido el auto de su padre y, éste, sin perder oportunidad, lo abolló. No dije nada más. No podía porque aquello conllevaba introducirme un poco más el dedo en la llaga y ya estaba algo abierta con aquella reunión.


Cuando nos situamos frente al establecimiento donde impartía clases, me deshice del cinturón y abrí la puerta con presura como si quisiera huir de aquel  hombre y de una posible e incómoda instancia. Evitando, así, que Yuu intentase algo que quebrantara aquella explícita y única regla que había propuesto para que nos pudiéramos juntar.


—Espera—entonó emergiendo del interior de aquel bonito vehículo—. Confírmame que esto no fue un desastre porque siento que sólo quieres evadirme y eso me desalienta como no tienes idea—exhaló afligido mientras llevaba mi mano a mi frente y, en la acción, analizaba la periferia del lugar. Sentía pavor que Kaolu apareciera y armara una guerra contra Yuu.


—No lo fue. De hecho me imaginé un desenlace horrible. Estuve a nada de no ir a ese almuerzo, pero no estuvo mal—permanecimos frente a frente manteniendo una distancia prudente.


—Eso es bueno—rió—. ¿Entonces, habrá una próxima vez?


—Ya veremos—dije caminando hacia el interior mientras le hacía señas con mi diestra y volvía a respirar.


.


.


.


El tiempo pasó y los encuentros se hicieron comunes. Sagradamente nos reuníamos cada semana, nos juntábamos a desayunar, almorzar, cenar o, simplemente, nos citábamos en una plazoleta a beber una soda o comer algún snack. Íbamos al cine o simplemente a caminar por un parque; en la mañana, media tarde o en la noche. Salíamos como amigos e inevitablemente mi mente recordaba nuestras primeras salidas hace un largo tiempo atrás. Era como revivir el pasado, pero el tiempo había hecho de las suyas y los sentimientos eran otros. Ambos habíamos dicho cosas de un alto calibre y habíamos actuado fuera de nuestros cabales. Ahora, sólo estábamos intentando recordar aquel cálido tiempo porque el presente no volvería a ser igual.


 


.


.


.


—¿No sería mejor si comemos en el departamento? De igual forma, me gustaría ir. Me he estado preguntando cuando me lo propondrías—confesé con soltura mientras caminábamos en busca de un nuevo restorán para cenar aquel día. Yuu detuvo su paso y me volteé a verlo; éste me miraba incrédulo.


—No pensé que querrías volver a pisar aquel lugar—dijo con remordimiento en su color vocal—. Por eso mismo no he querido invitarte porque posiblemente obtendría una mordaz negativa de tu parte—rodé mis cuencas con humor para sobrellevar el calibre que conllevaba aquellas palabras.


—Es cosa del pasado, ¿no?—dije mirándolo con intensidad—. ¿Qué tal si preparo algo delicioso? —Yuu se quedó sin habla al no entender aquel cambio repentino—. Vamos—caminé hacia el confundido hombre para cogerlo de la mano y hacer que tornara sus pisadas.


.


Dejamos sobre la superficie de la encimera las bolsas con compras para aquella comida improvisada. Y—mientras el azabache sacaba desde el interior de un mueble ollas y recipientes para la futura preparación y me cuestionaba qué más necesitaba—, salí de la cocina desprendiéndome de mi sudadera y bolso los cuales deposité sobre uno de los sofás de la sala. Ignorando las palabras del dueño del departamento, caminé hacia el pasillo que conducía hacia las habitaciones. Yuu, extrañado por mi nula respuesta, salió de la cocina para ver que me ocurría y, en vez de seguir preguntando se limitó a seguirme de cerca.


—Seguro… que quieres llevarte las cosas que no pudiste tomar aquella vez... Todo está en su lugar—con su voz detrás entré con cautela a la habitación que había sido de ambos en el pasado percibiendo como esta parecía detenida en el tiempo; era como si nada hubiera ocurrido ahí. Me volteé para mirar aquel rostro moreno quien tenía un gesto desilusionado. 


—No pensaba llevarme nada más—dije con simpleza acercándome a los cristales del cuarto. El atardecer estaba cubriendo el cielo. Sonreí. Aquella panorámica desde aquella área del departamento era algo que extrañaba.


—No te rías de mí, pero tus pertenencias son como mis tesoros—retiré mis ojos del cielo rosa riéndome levemente mientras lo miraba suspicaz—. ¿No me crees?—se carcajeó provocado por mi gracia.


—Por supuesto que no—dije tras una carcajada seca.


—Hablo en serio—afirmó—. Es mi esperanza de que algún día volveremos a estar juntos—declaró con los ojos brillantes—. Que estés acá me da un poco de ilusión…


Me aproximé hacia él y sin acotar ni dar lógica a mis actos, besé su boca. Fue un roce simple, labio con labio. Limpio e infantil.


—Ni el que comenzáramos a hablar de nuevo, ni el que esté acá, ni que nos besemos ni acostemos, van a cambiar las cosas—susurré viendo como el azabache abría su boca sin saber que decir tras aquel sorpresivo acto, el cual era una regla explícita que no se debía cruzar y que él estaba respetando al pie de la letra—. ¿Vamos a preparar esa cena?—cuestioné como si nada hubiera pasado. Torné mis talones hacia la salida de aquella habitación, pero antes siquiera diera tres pisadas, el pelinegro me atrajo hacia su cuerpo besándome apasionadamente…


.


Inspiré placentero cerrando mis ojos en el acto mientras Yuu deslizó con gula sus labios sobre los míos deteniéndose en mi mentón donde jadeó y yo me afirmé de sus brazos sintiendo como en un ritmo oscilante se adentraba en mí en una fricción que ya había dado por olvidada.


—Tú cuerpo aún me recuerda, bebé...—jadeó aquel hombre embistiendo con un poco más de frenesí—. Cómo extrañaba tenerte así—vitoreaba al aire. Abrí mis labios esbozando un sofocado y silente gemido cuando sentí su palma aprisionar mi miembro contra mi abdomen y en acción seguida mi vientre se manchó de aquella sustancia blanquecina. Yuu culminó satisfecho concluyendo con un caminito sin orden aparente sobre la dermis de mi pecho, el cual ardía en comparación a sus labios, mientras oía murmurados: "Te he extrañado tanto" y “No sabes cuánto siento haber provocado esta separación”


Suspiré sin replica a sus persistentes frases alejando mis caderas de su pelvis pidiéndole, mudo, que saliera de mi interior y de encima de mi anatomía, a esas alturas, entumecida. Me senté en la cama vistiéndome con lentitud mientras escudriñaba aquella habitación por algún objeto ajeno al del dueño del departamento, mas no vi nada afuera del común orden general que le gustaba al mayor de los Shiroyama.


—Dije algo que te molestó, ¿no?—sentí como a mi espalda el moreno se cubría con las mantas. Negué.


—No. ¿Por qué lo mencionas?


—Acabamos de tener sexo. Antes solías ponerte meloso después que lo hacíamos. Ahora, esa parte de ti, se esfumó— rodé mis cuencas.


—Hay sucesos que hacen a las personas cambiar, ¿no?—negó mientras me alzaba de la cama alisando mis ropas.


—Te arrepientes—entonó con firmeza apoyando su cabeza contra su palma observando mi serio rostro.


—No me arrepiento. Después de todo yo incité que esto terminara así—me encogí de hombros.


—Bueno, quizás no te podría haber gustado—suspiré.


—La verdad, sólo no quiero que imagines... cosas demasiado intensas sobre esto.


—Entiendo—sonrió—. ¿Lo tomaremos con calma?—me miró con intensidad. No supe que decir a aquello porque más bien era como un pensamiento tirado al aire—. Vamos a preparar esa cena que procrastinamos porque tú querías sexo con este sexy hombre—alcé una ceja viendo como se deslizaba  de rodillas sobre el colchón estando, aún, completamente desnudo y, sin pudor alguno, se acercó a mi anatomía para besar mi nariz con coquetería.

Notas finales:

Hola, chicas.

Me costó escribir este capítulo y no me refiero a la inspiración, sino a contar bien los hechos y representarlos con las actitudes de los personajes. No sé si me habré explicado. Por eso mismo, también tardé en subir esta actualización.

Pero ven ambos están buscando cosas diferentes.

¿Alguien avanzó y el otro retrocedió?

¿Qué pasará más adelante con estos dos?

Este capítulo lo escribí con otra parte, pero lo corté porque hay un pequeño salto en el tiempo el cual dejaremos para el próximo capítulo para que se entienda la cosa.

Sé que se molestan cuando no aparece Reita, pero tranquilidad. Todo a su tiempo, ¿no?

Creo que alguien debe tomar en serio las reglas de Dua Lipa. New rules estuvo en mi mente mientras editaba este capítulo.

Les apuesto que nunca habían leído un lemon tan corto como este. Pero eso sí, súper elegante.

Sé que siempre les agradezco por su lindo apoyo, y me siento repetitiva haciéndolo, pero de verdad GRACIAS  por continuar acá, leyendo y comentando; mi corazoncito se siente cálido con cada bonita palabra. Las adoro.

Nos leemos en la próxima.

Un beso.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).