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Vinculados por koru-chan

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Evidente adiós

 

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Suspiré largamente una vez que corté aquella escueta llamada para terminar de caminar el corto tramo que me quedaba hasta una banca. Me senté conmocionado mientras analizaba como el cielo comenzaba a poseer un tono negruzco; la noche caería en minutos. Los faroles, que estaban hace varios minutos atrás encendidos, apresuraban la llegada inminente de aquella solitaria instancia del día. Pero aquellos días más largos, junto a una cálida brisa primaveral, invitaban a algunas personas a pasear, hacer ejercicio o caminar junto a sus mascotas. Ordené mis ondas despeinadas detrás de mí oreja diestra en un acto nervioso cuando divisé el auto de aquel moreno estacionarse frente a aquel lugar verde que atraía a descansar de la agitada ciudad. Por inercia metí la mano en el bolsillo de mi sudadera abierta sacando aquella cajita aterciopelada que nunca me perteneció.

 

Acaricié con mis pulgares aquel empaque oyendo como apagaba el motor y como cerraba la puerta. Alcé mi vista viendo como rodeaba el capó y caminaba con presura hacia mí junto a una sonrisita encantada en sus labios, pero, dado mi semblante acongojado, aquella mueca afable descendió de a poco hasta desaparecer. Su caminar amainó. Se detuvo y me analizó a escasos metros de mi figura. Observé como sus gestos se volvían serios imitando mi semblante 

 

—Hola—saludó volviendo a caminar para acercarse definitivamente.

 

—Hola—respondí en un hilo de voz viendo como sus ojos miraban el cofrecito entre mis pulgares.

 

—Estaba esperando tu llamado…—se sentó junto a mí notablemente incómodo—; aunque no tan rápido.

 

—Sé que aún tengo tiempo para darte una respuesta, pero la verdad es que en el momento que me lo propusiste te iba a decir que… no. No puedo casarme contigo. Lo siento, Yuu—le tendí la caja la cual él cogió con derrota—. ¿Por qué lo hiciste? Nunca, en todo el tiempo que estuvimos juntos, hablamos si quiera de una posibilidad y, ahora, ¿qué cambió?

 

—Todo cambió—exhaló largamente—. Pensé que siempre te tendría para mí. Veía tu dependencia; te tenía seguro a mi lado y abucé de ello. Pero me descubriste, y aun así, no fui capaz de cambiar. Con ese error en mente opté que con esta segunda oportunidad, debía emplear otra estrategia…

 

—¿Para amarrarme definitivamente?—lo miré molesto

 

—No… —dijo con un deje de sorpresa al obtener aquel cambio de emoción en mí tras oír sus palabras.

 

—Yuu, así suena—suspiré—. Sé sincero conmigo, ¿realmente me amas? O ¿tu ego fue lastimado tan profundo que tuviste qué recurrir a esto para validarte?

 

—Takanori…

 

—Se franco. No te juzgaré, porque yo, realmente…—mordí mi labio—, no estuve enamorado de ti—sabía que lo que estaba diciendo era escabroso, era como si en todo este tiempo yo, simplemente, hubiera vivido una mentira, pero era la cruda verdad de lo que sentía; sólo poseía un profundo cariño por a aquel hombre junto a mí—. Me percaté en este corto tiempo que nos dimos de licencia. Comprobé que sólo estaba enamorado de las primeras veces, y eso, con el tiempo se transformó en rutina. No dudo que te quiero mucho porque lo hago a pesar de todo lo que ocurrió. Es tan  extraño. No puedo dejar de quererte realmente—lo observé después de tener mis ojos aguados adheridos a la calle donde los autos escasamente pasaban. Yuu lloraba, lo hacía en silencio mirando aquella caja rechazada entre sus palmas.

 

—Fui un imbécil y me jacté del “amor” que me tenías; me sentía seguro y dañé tu confianza—dijo en un tono entre cortado—. Pero el juego no me salió como yo esperaba y, en vez de luchar por ti, me cegué por los celos y fui frío, pero sólo quería suprimir que te amaba tanto que me lastimaba. Sinceramente nunca me había enamorado; a pesar que tuve una familia “perfecta” en el pasado, siempre viví jugando y sintiendo que era yo el ganador de todas las partidas, pero llegaste tú y me asusté. Temí de aquel sentimiento porque aquel cambió todo. Fui vencido—suspiró—. No puedo dejar de admitir que es doloroso recibir una negativa, pero vaya que me lo merecía y me lo esperaba después de todo.

 

—No te tomes esto como una “venganza” ni algo por el estilo; esto es sólo la realidad. La vida no es como en los cuentos, ¿no?—exhalé pesadamente—. Sé que conocerás a alguien que te haga feliz. Y, por favor, esta vez, cuídalo. Ya sabes, si juegas, alguien puede perder—lo miré y le sonreí con tristeza, pero este acercó su rostro y besó mis labios de forma casta. Su boca estaba fría y salada. Lo miré unos segundos mientras saboreábamos aquel final.

 

—No sabes cuánto me arrepiento…—toqué su mano que había puesto en mi quijada para evitar que apartase mi rostro mientras lo observaba conmovido—. Este es el fin, entonces—asentí separándome, poco a poco, de él.

 

—Pero nos seguiremos viendo… —articulé sin dejar de obviar que Lucy tendría un bebé de Akira, su hijo—. Te avisaré cuando tu nieta nazca.

 

—¿Es una niña?—despegó sus labios con notable asombro. Asentí con una sonrisa alzándome de aquella banca de madera para emprender marcha.

 

—Toma esta oportunidad para apoyar a Akira; demuéstrale que tienes interés en él, al menos, en esta parte de su vida. Temo que su rechazo hacia su futura hija sea que su figura paterna no ha sido la mejor.

 

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Capítulo veintitrés:

 

Reencuentro de sentimientos

 

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Contuve el aire de mis pulmones cuando me detuve frente a 1991. El local estaba cerrado; lo sabía, pero ahí estaba y apenas iban a ser las doce de la tarde. Era mi tercera vez pisando aquel sitio en esa semana y esperaba que esta fuera la última y decisiva.

 

Me dirigí hacia el callejón donde sabía que había una entrada trasera donde, con suerte, esperaba encontrar a algún encargado del local, trabajador, guardia o, si el destino estaba a mi favor, a algún miembro de la banda de mi exhijastro.

 

A lo lejos capté un pequeño grupo que emergía hacia aquel escondido túnel. Sonreí esperanzado al ver al trío. Reconocí un par de rostros lo que me hizo estar seguro que, quienes hablaban y fumaban frente a la salida de aquel mohoso conducto, eran compañeros de Akira.

 

—Disculpen—me aproximé al conjunto de músicos percibiendo como un menudo chico se cruzó de brazos mirándome intrigado mientras los otros dos restantes se voltearon tras la intensa observación de éste—. Busco a Akira. Ustedes tocan con él, ¿cierto? De verdad espero que así sea porque lo he estado intentando localizar—exhalé con ansiedad—. ¿Él estará acá o…

 

—¿Quién lo busca?—fui interrumpido por el chico de mirada inquisidora quien me era el único desconocido del tercio.

 

—Soy su…

 

—¿Novia?—emanó el vaho del tabaco con malicia tanteando con gusto como los demás reían con sutileza al haber tirado aquella estupidez propia de un preescolar. Despegué mis labios para espetar un par de palabras, pero una quinta voz apareció.

 

—Yune, cállate—miré serio unos segundos al sujeto de “nombre” Yune y luego me voltee viendo como el castaño de largas hebras que Akira llamaba “Uruha” subía por una escalera tras salir por la puerta de metal oxidado que tenía un letrero casi inexistente sobre esta que decía “salida”—. Si Reita te oye, ya no te podré defender más, idiota—con el rostro rígido habló el amigo del rubio terminando por mirarme a mí. El joven pareció analizarme detenidamente; en sus ojos había un deje de resentimiento. Hice una mueca de medio lado pensando en: ¿Qué le había hecho? La única y quizás última vez que había coincidido con el estilizado sujeto, había sido para la reunión que hubo en el departamento de Shiroyama hace ya bastante tiempo—. Matsumoto, ¿qué te trae por acá?—cuestionó. Recordaba, en aquel tiempo, un gesto más agradable en su rostro. Pero, claro. Ahí, en ese instante seguro había mucho alcohol en su sangre.

 

—Busco a Akira—revelé acercándome al muchacho para separarme del grupito reticente. Este bufó largamente sin reprimirse el fastidio que sentía.

 

—¿Cómo supiste que ensayábamos acá? Dudo que hayas hablado con Reita…—articuló rascándose su mejilla para luego cruzarse de brazos.

 

—No. No he podido dar con él. Por eso sólo me quedó venir al lugar que sé que puedo encontrarlo. La verdad es que he venido anteriormente y he preguntado a las personas que he visto por el lugar. Ellos me dieron un par de datos...—alzó el mentón asintiendo lentamente.

 

—Ya veo.

 

—No interrumpiré su ensayo, sólo quiero hablar y entregarle algo…—alcé una bolsa de papel marrón que tenía cogido por el asa.

 

—Mira. Reita ha estado con un humor algo… explosivo. Ahora que está “estable” no sé si será buena idea…

 

—Serán cinco minutos. Si él no quiere hablar, me iré—frunció sus labios y se apartó de la bajada que daba hacia aquella entrada trasera del local nocturno.

 

—No estoy de acuerdo con esto, pero si Reita se entera que estuviste acá, y no te dejé hablar con él, básicamente… me mata—me miró una vez que tuve libre acceso hacia el interior. Observé al delgado muchacho un par de segundos para luego descender hacia el recóndito lugar sintiendo como mi espalda quemaba con el escrutinio de aquellos oscuros ojos.

 

Uruha sabía. Uruha estaba al tanto de cada detalle de lo que le ocurría, hacía y sentía el rubio rebelde. Él sabía lo que yo le había hecho al chico; sabía que lo había lastimado usándolo de aquella forma tan cegada que ni siquiera me había detenido a analizar lo que el menor era capaz de sentir. Me merecía aquel rechazo. No había dudas.

 

Me voltee antes de tomar el pomo gastado percibiendo como su vista aún estaba pegada en mí. Éste parecía querer advertirme algo. Seguro el “aléjate de mi amigo” picoteaba en su lengua pero, al parecer, prefirió no decir nada.

 

—Gracias. No tardaré mucho—entoné con una sonrisa desganada. Era como si su actuar me predijera el rechazo que iba a sentir a continuación.

 

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Ingresé en silencio percibiendo como, de fondo, se lograba oír una sutil melodía proveniente de un instrumento de cuerdas muy al interior del perímetro. Temiendo perturbar el aura tranquila que poseía, a esas horas, el recinto, caminé con sigilo hasta emerger hacia una área amplia y conocida. Se me hizo curioso ver como aquel lugar estaba vacío. Parecía incluso más grande sin todas esas personas aglomeradas y enloquecidas por sus bandas emergentes.

 

La música se intensificó; a medida que avanzaba, se percibía más nítida y podía desglosar como esta matizaba entre acordes dulces y pausados. Miré hacia ambos extremos del sector abierto buscando al responsable de esas notas. De inmediato di con el dorso del menor quien se encontraba en el escenario. Estaba sentado; sus piernas parecían estar entrelazadas y su espalda levemente curvada, mostraba lo realmente inmiscuido que se encontraba tocando. Podía palpar su concentración cada vez que rasgaba su instrumento el cual tenía apoyado contra su muslo. De vez en cuando hacia pausas para apuntar sobre una libreta que estaba a escasos milímetros de su cuerpo donde registraba, quizá, notas o algunas letras sueltas para alguna futura canción.

 

Me aproximé con cautela y, sin saber cómo anunciar mi presencia, me atreví, lúdico, a tomar el mástil de su bajo justo cuando él parecía haber armado el esquema de aquella canción ya que el sonido fue más prolongado. Toqué las duras cuerdas sintiendo el vibrar del bajo. Contraje el material acerado contra mis dígitos viendo como el chico, desconcertado, detuvo la acción apretando mi diestra invasiva. Giró su rostro encontrándose conmigo en aquel desolado lugar. Le sonreí cohibido; habían pasado bastantes meses desde la última vez que nos habíamos visto y él no parecía muy contento con mi presencia.

 

—Hola—entoné.

 

—¿Qué haces acá? ¿Cómo entraste?—bufó soltando mi diestra mientras volteaba su rostro para mirar hacia los alrededores y confirmar que estábamos a solas.

 

—Hablé con tu amigo, ¿Uruha?—exhalé—. Necesitaba hablar contigo porque, quería… disculparme—resopló—. Sé que ha pasado mucho tiempo, pero la verdad es que no supe como enmendar mi error en aquel entonces. Tenía demasiadas cosas en la cabeza y el tiempo transcurrió más rápido de lo que yo esperaba—el chico no emitió sonido alguno sólo desenredó sus piernas para alzarse de aquella sucia superficie—. Akira…—dije su nombre mientras mordía mi pulgar. Tenía miedo de que esta instancia tomara un drástico desenlace.

 

—Me usaste—dejé, sobre la tarima la bolsa de papel que aún traía conmigo mientras  apoyaba mis palmas sobre la superficie poco cuidada con evidente culpa. Alcé mi cabeza viendo como postraba su bajo sobre un pedestal procurando que estuviese bien estabilizada.

 

—Lo reconozco. Lo hice y por eso estoy acá—sinceré observando su espalda nuevamente. Suspiré deseando ver sus facciones, pero él insistió en ocultarse. Estaba cabizbajo con sus manos en los bolsillos de su pantalón mirando su instrumento para no verme a la cara. Era palpable su nulo interés en mis retrasadas disculpas—. ¿Nunca me perdonarás por ello? Sé que fui egoísta; reconozco que pasé a llevar tus sentimientos importándome sólo ella y su fantasioso deseo por estar contigo. Pero sentía que mi hermana era la que estaba sufriendo más porque, además de todo este conflicto sentimental, le toca la parte difícil de este proceso, ya sabes, síntomas, chequeos mensuales, exámenes, y un gran etcétera.

 

—No fue sólo por eso—se volteó mirándome triste.

 

—Entonces, ¿qué…?—esbocé en un hilo de voz.

 

—Me hiciste sentir débil; abusaste de estos sentimientos que tengo hacia a ti como si fuese un mero capricho de un preadolescente soñador que está enamorado de forma platónica—caminó hacia mi acorralándome contra la baja plataforma en la cual había apoyado la parte baja de mi espalda. Cogió mis manos sin dejar de transmitirme dolor en sus ojos pardos—. Acaso, ¿querías que me involucrara más con Lucy para que me olvidara de ti? Acaso, ¿creías que había un poco de lógica en ello?

 

—Para estar con ella como estuviste (ya sabes sexualmente) debió gustarte un poco, ¿no?—dije intimidado, Temiendo que lo que saliese de mi boca iba a hacer explotar al menor. Pero este rió frente a mi  cara  dejándome descolocado.

 

—Me involucré con  ella porque, si no te has dado cuenta, es igual a ti. Sólo  físicamente, claro. Normalmente tenía sexo con ella cuando estaba medio ebrio y mientras se la metía pensaba en ti—mis mejillas se tiñeron de un rojo fuerte. Aparté mis ojos de los suyos y me alejé hacia mi zurda sentándome sobre la plataforma de medio metro dejando que mis piernas colgaran mientras intentaba procesar aquellas palabras tan duramente reveladoras—. Definitivamente mi imaginación no le hizo justicia a como realmente te ves desnudo—lo miré pasmado recordando como la noche que se me pasaron las copas y se me subió la presión, terminé en la ducha siendo secado y vestido por el chico.

 

—Por favor, ya no digas más—era perturbador imaginar que el rubio pensaba sexualmente en mí. No era correcto. El chico se sentó junto a mí dejando un espacio considerable entre los dos.

 

—¿Qué? ¿Qué me calientas? Cierto, como ahora serás mi padrastro como la ley manda…—lo miré sin entender entrecerrando mis ojos—. Te casarás, ¿no? Yuu es afortunado y tú eres un tarado. Te casas con el tipo más infiel de la historia. Felicidades. Tendrás un matrimonio muy infeliz.

 

—¿Cómo supiste?—fruncí mi ceño.

 

—Las malas noticias vuelan—bufé largamente mirándolo molesto. Este rodó sus ojos—. ¿Te suena el nombre de Yutaka? Pues bien, el muy despechado me “contrató” para conquistarte con mi enorme pene y romper esta futura ceremonia de amor puro y verdadero—despegué mis labios incrédulo—. Acepté, claro. Me pagó por adelantado y todo—lo miré viendo como el rubio se carcajeó terminando por esbozar una sonrisa tristona—. No soy tan mierda, ¿sabes? Se perder, supongo… —dijo en un tono calmado.

 

—Espero que le hayas pedido una buena cantidad y, espero que no se la vayas a devolver—me observó sin entender—; tarde o temprano se va a enterar que no acepté la propuesta de casarme con tu padre—Akira me miró confundido.

 

—¿No?—negué.

 

—Es increíble como estas tanto tiempo con una persona que no te das cuenta que lo que en realidad sientes por ella es cariño; la monotonía no me dejaba ver la realidad, supongo—me encogí de hombros llevando mis manos a los bolsillos de mi chaqueta de tela negra delgada.

 

—Mierda. ¡No bromees!—gritó sobresaltándome con su euforia. Cerré mis ojos percibiendo como me abrazaba con demasiada fuerza lo que hizo que perdiera estabilidad. Terminé siendo tumbado sobre la tarima ajada. Abrí mis ojos viendo como el rostro del chico me miraba desde arriba—. Me alegro que no lo vayas a hacer. De verdad—le sonreí viendo como sus ojos se deslizaban hacia mis labios. Quería besarme, lo sabía y me parecía extraño porque Akira no daba señales; él siempre actuaba y luego pensaba en las consecuencias. El rubio se apartó de mi anatomía para ir a ubicarse varios centímetros lejos de mí. Poco a poco me incorporé sin quitarle los ojos de encima al chico mientras me sentaba. Akira había enmudecido; estaba absorto en sus pensamientos.

 

—Entonces, ¿me perdonas?—dije para romper aquel incómodo ambiente el cual invadió el lugar.

 

—Aún me lo estoy pensando…

 

—Sino, tengo un plan B—me miró con intriga sacándolo de su corto trance.

 

—¿Me vas a dejar que te la meta?—me sonrió con malicia.

 

—Idiota—esbocé anestesiado de sus bromas fuera de lugar—. Te compré algo—miré la bolsa marrón que estaba posada sobre el escenario, cerca de él, completamente ignorada en un rincón.

 

—¿Vas a comprar mi perdón?

 

—Es un acto desesperado—dije viendo como despegaba la pegatina del envoltorio admirando como observaba el interior sin entender de qué se trataba.

 

—Estas bromeando…—estupefacto sacó la chaqueta de cuero admirando el diseño lleno de detalles llamativos. Sin dudar se quitó la añosa prenda que traía cambiándola por la nueva e impecable. Deslizó el cierre con protocolo hasta su pecho completamente embelesado al ver su torso enfundado con el material el cual se le ceñía de forma perfecta como si hubiera sido hecha a la medida.

 

—Te queda muy bien—saboreé contento al ver su rostro anonadado.

 

—Estás completamente perdonado—me carcajee bajándome del escenario percibiendo como el chico se abalanzó sobre mí para abrazarme efusivamente mientras aún permanecía de espalda. Me voltee lentamente sintiendo como me soltaba y, al mismo tiempo, advertía como el menor tenía un semblante dubitativo. Y cuando iba a abrir sus labios para decir algo de un calibre serio, dada sus facciones, mi teléfono sonó. Se alejó de mí en un mudo acto para que tomara la llamada.

 

Saqué desde mi bolcillo interno el estridente aparato sin dejar de observar al rubio chico quien se alejó un par de pasos de mi figura mientras tiraba la etiqueta que sobresalía aún de la manga de la nueva prenda. Miré mi celular preguntándome porqué el chico se estaba conteniendo tanto; aquello no era normal en él. No dudaba que me aliviaba este lado más analítico, pero, de igual forma, me extrañaba su actuar tan reservado cuando en el pasado sólo escupía verdades sin autocensurarse. Quizás, sólo era  su forma de protección para no cruzar donde podía salir lastimado…

 

Hice una mueca de medio lado sonriéndole al chico cuando me miró al percatarse que aún no atendía el llamado. Bajé mi cabeza observando el aparato que descansaba en mi palma timbrando por mi atención la cual estaba puesta en el menor. La pantalla de mi celular revelaba que  se trataba de Katherine quien nunca me había llamado antes.

 

—¿Kathy…? Hola. ¿Está todo bien?—cuestioné con un vacío en el estómago presintiendo algo…

 

—Lucy está en el hospital. La trajimos de emergencia esta mañana porque tuvo un sangrado…

Notas finales:

Hola, chicas.

La verdad no iba a publicar aquel flashback que leyeron a un inicio. (Más que nada lo hice para mí, para visualizar el contexto) Mi idea inicial era hacer que Takanori narrara este hecho a Reita, pero decidí dejar aquel flashback porque posiblemente no se iba a palpar los sentimientos en una simple plática.

Sé que muchas esperaban que Reita aceptara el trato de Yutaka, pero si logran captar un poco de la “nueva” esencia de Reita éste no caería tan bajo. Él no es así porque sus sentimientos no son maliciosos como los de Yutaka. De hecho, ni siquiera Yuu es malicioso. Recordemos cuando todos odiaban a Yuu, pero acá, en este capítulo mostró su real cara. Lo que ocultó debajo de ese lado insensible que mostró en el pasado.

De aquí en adelante veremos como se desarrollará la “relación” de Akira y Takanori. Destaqué la palabra: Relación porque esta puede tomar muchos caminos…

En fin, gracias por continuar aún acá. Las adoro. Un beso.


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