Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Vinculados por koru-chan

[Reviews - 125]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

.

 

Capítulo veinticuatro:

 

Lazos enredados

 

.

 

Corrí sin rumbo; cegado con la idea en mente de sólo encontrar algún tipo de transporte público que me trasladara al otro lado de la ciudad con urgencia. Agitado y con los ojos aguados por el esfuerzo, me detuve en la avenida preguntándome en qué dirección transitaban los automóviles. Las calles estaban desiertas; izquierda o derecha, no había nada. Continué mi trote, pero esta vez más lento que en un inicio; ya no tenía las mismas energías y menos ahora que mi cerebro estaba nublado lleno de tormento al maquinar posibles escenarios dolorosos que estaría viviendo mi hermana. Tragué duro repitiéndome una y otra vez que: Todo estaría bien y que sólo debía llegar para estar con ella e, inútilmente, darle mí apoyo; estar ahí era lo único que podía hacer...

 

Sorbí mi nariz deteniendo, paulatinamente, mi paso. Tenía un nudo en la garganta que cada instante que pasaba se acrecentaba más. Toqué mi cuello sintiendo como mis mejillas se humedecían. Negué intentando ahuyentar a mis demonios y, en un intento desesperado, posé mis palmas en mis rodillas bajando mi cabeza para tranquilizarme esperando lograr que mi cabeza se despejara. Cerré mis párpados arrugando estos con fuerza percibiendo, por primera vez, como mi cuerpo estaba temblando…

 

—No—grité en mi mente—. No ahora…

 

Me sentí en medio de una pesadilla en donde corría y corría, pero de alguna u otra forma no alcanzaba nunca aquel anhelado destino y sólo me quedaba despertar a sabiendas  que sería, de igual forma, angustiante…

 

—¡Hey, Takanori!—me volteé tras sentir como alguien tomaba mis hombros con sutileza. Miré aquel dueño de aquel timbre Dando de lleno con el rostro de Akira desfigurado en preguntas por mí actuar tan… irracional. Sus facciones estaban colmadas de preocupación por mi demencial actuar tras salir de 1991 sin ninguna razón aparente más que la descomposición de mis gestos faciales al retirar el auricular de mi oreja. Era consiente que mi cerebro se había desmoronado al escuchar la noticia de que mi hermana estaba internada con posibles síntomas de pérdida. Pero aquella información no lograba cuajar en mi mente. Lucy había estado en perfectas condiciones días atrás, ¿cómo era posible que pasara esto y a estas alturas?—. ¿Quién te llamó? ¿Qué ocurrió?—me cuestionó. Limpié mi rostro con el dorso de mi mano e intenté normalizar mi respiración viendo como descruzaba de su pecho mi bolso el cual ni me había percatado que no lo tenía. Tomé el material que el chico me tendió llevándolo a mi pecho  para contornear este con mis brazos intentando suprimir, con este gesto, que me dolía aquella zona. No quería atribuirlo a una crisis—a pesar que sabía que estaba a nada de colapsar—porque en estos minutos era lo que menos necesitaba; estar dopado con tranquilizantes mientras el mundo seguía su curso y, a su vez, se destruía sin que yo me enterase, no era una opción. Llevé mis dígitos a la base de mi cuello arrugando la tela de mi camiseta levemente mientras observaba como el chico había dejado su moto unos centímetros tras él. Me extrañé; ni siquiera había escuchado el motor de esta ni que el rubio venía detrás de mí.

 

—Lucy… ella—lo miré sin poder articular las palabras con normalidad debido a aquel frenético trote y mi reciente estado alterado—, está en el hospital internada porque tuvo un sangrado—exhalé sin hálito. Akira frunció el ceño y me miró como si aquella nueva información no fuera verídica y yo estuviese diciendo mentiras. Pero no debatió sólo se limitó a tenderme el casco que descansaba en su antebrazo y ordenar que subiera a su vehículo.

 

.

 

La carrera fue rauda, nos pasamos varios semáforos en rojo y, por un segundo temí que no lograríamos llegar con vida a nuestro destino. Pero lo hicimos; tras media hora de viaje, arribamos en una pieza.

 

Me bajé de aquel transporte con torpeza mostrando en mis acciones, claras intenciones de volver a apresurarme como un demente a aquel objetivo que se vislumbraba imponente frente a nuestros ojos. Di un par de grandes pisadas hacia la instalación médica, pero fui frenado por Akira quien me cogió del ante brazo impidiendo que saliera corriendo. Lo miré molesto y me solté en un arrebato. ¿Acaso no entendía la urgencia del asunto?

 

—Está internada, ¿qué va a cambiar que acudas rápido a ella? ¿Tus conocimientos en historia servirán para este complejo caso de obstetricia?—no era momento para sus ironías. Fruncí mis labios. Pero, tenía razón; era completamente inútil.  Tras un par de lagrimones frustrados, los cuales limpié de mis mejillas, él continuó—. No te estoy molestando, sólo quiero que te calmes porque te alocas y no de forma divertida. Te veo y sé que este estado te descompone tanto de forma mental como física—suspiré largamente mirando el manto azulado sobre nuestras cabezas. Ya no quería llorar, pero me era difícil suprimirlo estando en esta situación—. Ella estará bien. Tiene tanta fortaleza como tú. Así que pase lo que pase, lo sabrán sobrellevar—frotó mi hombro. Lo observé tragándome un duro nudo que se apoderó de mi garganta. Tenía miedo por ella; su ilusión hacia esa pequeña criatura nonata era cada vez más fuerte. Pero: “Todo iba a estar bien” repetí en mi mente viendo como el rubio pasaba por mi lado para dirigirse al edificio. Me voltee con lentitud como si todos los deseos de llegar pronto al centro médico se hubieran esfumado por la incertidumbre. Lo seguí de cerca, pero en un paso lento mientras inspiraba y limpiaba mis lágrimas angustiadas que caían en silencio.

 

.

 

Se encontraba en urgencias y tras el pasillo veinticuatro dimos con el área. Entramos a una amplia sala separada con puertas abatibles de cristal. Habían varias camas tapadas por biombos con variados pacientes. Akira caminaba delante de mí mirando cada cubículo para hallar a la menor hasta que dimos con la chica quien parecía de muy buen humor. Estaba acostada en una camilla. De los pies hasta su pecho estaba cubierta con una delgada manta mientras su brazo estaba intervenido por una intravenosa que estaba conectada a un suero. En su posición miraba a su hermana sentada en una silla junto a un mueble que cumplía la función como mesita de noche. Escuchaba atenta aquella conversación  banal mientras asentía para darle a entender a la contraria, que estaba siguiendo el hilo de aquella historia que parecía  ser un hecho reciente que las involucraba a ambas.

 

—¡Taka!—gritó la menor recostada alzando sus brazos tatuados con alegría cuando se percató de mi presencia luego de ver, fugazmente al padre de su bebé aún en gestación—. ¿Por qué tienes los ojos rojos? ¡¿Estuviste llorando?!—abracé a la chica con cautela olfateando como el aroma a medicina de aquel lugar se había alojado en ella. Me separé levemente negando; quitándole importancia a todo lo acontecido que había vivido antes de llegar a ella. Miré a Akira de soslayo, éste tenía sus ojos pegados en su teléfono. Le agradecí silenciosamente que hubiera apaciguado aquel molesto y desgastante estado que me azotaba sin darme tregua a la calma. Por mí mismo, a veces no podía.

 

Suspiré sonriéndole a la chiquilla. Se veía bien; parecía como si no tuviera ningún malestar.

 

—¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?—la miré preocupado, pero a la vez aliviado al verla frente a mí completamente saludable. Cogí su mano con cautela—. No sabes cómo me asusté cuando me enteré—llevé mi zurda a mi pecho sentándome al borde de la camilla. Aún temblaba; mi pulso seguía arriba pero, poco a poco este se iba normalizando.

 

—Estoy estupendamente bien—miró a su hermana con notable molestia—. La idea era que no alteraras a Takanori, tonta—regañó a la chica sentada en una silla quien se encogió de hombros y dijo:

 

—Yo sólo me encargué de informar—entonó la idéntica joven de carácter estoico y carente de emociones—.  Perdón si fui poco específica—la gemela internada se restó a rodar sus ojos mirándome con un: Lo siento grabado en sus pupilas

 

—Sólo sangré. Fue muy poco; la nada misma. Fue sin dolor; ni siquiera tuve malestares previos ni posteriores. Llamé a Katherine que estaba en la universidad en la mañana, ésta se alarmó y llamó a nuestra madrastra quien no está en la ciudad y se compró un pasaje para volver de urgencia—llevó su mano a su frente con agobio mientras meneaba su cabeza en forma negativa—. Se armó un caos. Así que mi padre, que aún no se iba al trabajo, me tuvo que traer al hospital completamente rabioso. Me recalcó que tenía cosas que hacer y que no podía estar pendiente de mí siempre, además de enfatizar, todo el camino hasta acá, que debo sosegarme; dejar de hacer deporte, que ya no debería salir a correr y bla, bla, blá. Pero el médico me dijo que aún lo puedo hacer…

 

—Con precaución—entonó Katherine quien tenía sus extremidades superiores abrazando un bolso con notable fastidio.

 

—Ya, pero él mismo recalcó, que este caso aislado, debió ser otra cosa—continúo la embarazada mirando a su hermana mientras formaba una línea con sus labios con hastío—. Me van a dejar en observaciones por 24 horas. Luego me darán el alta. Creo que esta niña saldrá igual de rebelde que su padre—acarició su estómago por sobre la sábana mirando a Akira quien había permanecido en segundo plano, quizá, hasta tercero completamente silencioso. Lo voltee a ver, estaba con sus brazos cruzados mirando con desafío a la chica.

 

—Deberías asumir que vas a engordar—entonó con mofa el músico. Negué levemente pensando que se originaría una disputa, pero Lucy se limitó sólo a mirarlo con una mueca sutil en forma de sonrisa—. Cuídate un poco, ¿no? Después de todo decidiste tener al bebé. Además, seguro saldrá a ti si es niña, no te hagas la muy santurrona tampoco—acotó sin mucho interés mientras veíamos como la chica sonreía con gusto tras lo reciente dicho. La mayoría eran pesadeces propias del carácter del bajista, pero entre todo había un: Cuídate.

 

—¿Estas más guapo o qué?—dijo juguetona la menor.

 

—¿Intentas coquetear conmigo estando con una intravenosa insertada?—Akira alzó una ceja y la castaña rió. Katherine rodó sus ojos mientras yo no podía entender qué tipo de relación habían mantenido esos dos cuando estuvieron juntos.

 

—Nunca es un mal momento…

 

—¿Quieren que los dejemos a solas?—murmuró con pesadez la menor de lentes y flequillo recto. A pesar que ambas chicas eran aparentemente iguales, ambas tenían personalidades completamente opuestas.

 

—No gracias, esta tipa es capaz de violarme aun en su estado—murmuró con pesadez mientras la internada soltaba una carcajada—. ¿Por qué crees que tu hermana se embarazó?—Akira miró a la chica sentada junto a la embarazada.

 

—¿Disculpa?—entonó ofendida la menor—. Tú de caliente me la metiste sin…

 

—Ya es suficiente. Iré a hablar con el médico para quedar más tranquilo con tú diagnóstico—me levanté de la camilla caminando hacia fuera de aquella reducida área mientras oía detrás de mí:

 

—Y yo iré por café—habló Kathy—. Por favor no se maten—agregó por último robándome las palabras de la boca. La vi caminar fuera de aquella ala de urgencias mientras veía como Akira se acercó a la silla vacía que había dejado su “cuñada” al salir de aquel sitio.

 

.

 

Emergí del centro médico rebuscando dentro de mi bolso mi teléfono celular para localizar a Akira y preguntarle si había vuelto a 1991 quien, después de quedarse unos minutos a solas con la menor embarazada mientras yo hablaba con el doctor que la había checado, desapareció. Lucy me dijo que se había despedido de ella y que no había dejado ningún mensaje para mí. Fruncí mis labios con desazón. Quería pedirle disculpas y agradecerle lo que había hecho por mí. Lo había buscado en los pasillos cercanos, pero no lo hallé. Salí por la puerta del estacionamiento esperando encontrarlo en aquel lugar como última opción, pero no vi rastro de su motocicleta. Bufé. Tendría que llamarlo y, de forma no tangible, agradecerle.

 

Coloqué mi celular en mi oreja mientras acomodaba mi morral en mi hombro y justo cuando el aparato dio el primer tono sentí que cogieron mi antebrazo. Extrañado miré y vi a Akira botando el vaho de nicotina mientras lanzaba al suelo la colilla del cigarrillo.

 

—Pensé que ya te habías ido…—negó.

 

—Te estaba esperando—asentí  parándome frente a él. Estaba en el estacionamiento afirmado a una muralla de ladrillo justo a un costado de la puerta en la cual había surgido.

 

—Hablaste con Lucy y de forma civilizada, ¿cómo te fue con eso? Me despedí de ella y ésta parecía bastante contenta. Siempre está chispeante, pero parecía más vivaz esta vez.

 

—Bien. Normal. Hablamos estupideces—se encogió de hombros.

 

—Hasta tú mismo te ves animado—lo observé viendo como su mirada chocaba con la mía luego de estar absorto en algún punto del abierto lugar donde se podían apreciar un par de autos y una ambulancia vacía

 

—Eso es por otro asunto…—lo observé, seguramente se refería a que estaba tranquilo al ver que no ocurrió nada lamentable.

 

—Al final todos no relajamos al ver que, en realidad, no había pasado nada grave—le sonreí con alivio mientras el asentía.

 

—Posiblemente se puso feliz porque le dije que igual me había alarmado cuando me enteré. Su embarazo está bastante avanzado. Me preocupé por ella también, después de todo yo le metí el pene—negué con mi cabeza mirándolo divertido sin poder evitar esbozar una carcajada.

 

—Estas en lo cierto—saboreé quedándonos en silencio. Se sentía bien estar junto al chico de nuevo. Lo sentía tan conocido, tan familiar y acogedor—. Perdón por como actué hace un par de horas atrás. Me cegué… con la noticia, mi mente funciona de forma muy pesimista—dije con desazón.

 

—Katherine tuvo la culpa, ¿cómo se le ocurre dar una noticia de ese calibre de aquella forma?—bufó—. Cuando salí me la encontré, la increpé por ello, pero la chica sólo me miró sin ninguna clase de gesto en su rostro. Es igual a Lucy e incluso a ti físicamente, pero es tan… no sé. Tengo miedo que un día saque un cuchillo y me apuñale—le di un golpecito a su brazo mientras fruncía mi ceño.

 

—Ella es… ¿reservada con sus emociones?

 

—Tu igual le temes…—lo miré y me carcajee.

 

—La verdad un poco—dije en un susurro bajito mirando mi calzado algo sucio por aquel sacudido medio día oyendo una risilla de parte del menor—. ¿Para qué me esperabas?—cuestioné recordando mientras tomaba la tira de mi bolso como un gesto monótono puesto que siempre estaba pesado y lo estiraba levemente para que mi hombro no sufriera tanto las inclemencias del día a día, pero, de igual forma en las noches me dolía un poco. Raramente, aquel día estaba bastante liviano e imperceptible—. Si era para regresar, no voy a volver a casa de Kaolu. Tengo que ir al colegio. Si me apresuro, alcanzo a dar la última clase que me tocaba hoy—miré la hora en mi teléfono.

 

—¿Para qué vas?—lo miré incrédulo—. Pide la tarde, después de todo hubo una emergencia. Sólo di que no podías dejar a tu hermana sola—negué.

 

—Responsabilidades, Akira—lo miré con mofa, pero este observaba hacia la nada. Parecía como si quisiera, desde hace horas atrás, decirme algo. Analicé con interés su perfil. Hasta que pareció que ordenó sus ideas y buscó mi rostro mirándome con interés y seriedad.

 

—¿Tendrás tiempo este fin de semana?—soltó algo tenso. Pestañé mirándolo sin entender que quería. Éste, al ver mi cara de incertidumbre, continuó—. De forma casera grabamos, con los chicos, un vídeo. Nos hicimos un canal en Youtube y, a pesar que tenemos sólo ese único material audiovisual, las suscripciones subieron como espuma y, en sólo una semana tenemos miles de reproducciones y buenos comentarios—despegué mis labios sorprendido por aquella noticia bastante significativa para su pequeña agrupación. Eran bien conocidos en el área, pero con este salto podrían ser admirados por muchas más personas en el país y, porque no, en el mundo. Akira se rascó la mejilla—. Entonces, quisimos celebrar; hacer una reunión con los chicos de la banda y amigos. Por eso quería saber si tendrás libre, y claro, si quieres venir. Será en casa de Uruha—mordí mi labio inferior mirando a mi izquierda algo evasivo a dar una respuesta afirmativa y más aún, a negarme. Regresé mis ojos a los pardos frente a mí y terminé haciendo una mueca de medio lado recordando un hecho.

 

—Y… ¿qué pasó con el productor?—dije dándome tiempo para buscar una forma delicada de negarme a su invitación. Por una obvia razón me sentía incómodo aceptando, pero aquel rechazo lo adornaría con otro acontecimiento vivido.

 

—Ah… Ese hijo de puta—froto su frente con hastío—. Fue sólo un dolor en los huevos. Quería ganar dinero con nosotros y no hablo de la persona que roba a las bandas o cantantes cuando estas son famosas sino, del charlatán que roba hasta lo que no tienen tipos como nosotros. Nos pidió una cierta cantidad de dinero para mover sus “conexiones” y, si en realidad éramos buenos, ante los ojos de aquellos sujetos, grabaríamos nuestro primer EP. Nos pintó el cuento de una forma bastante colorida y los demás se estaban encandilando con él. Así que les  dije a los idiotas que si querían irse con el tipo que lo hicieran. Yo me iba a hacer un cover de alguna banda pop basura; me iba a grabar e iba a hacer juzgar a la gente de la web, que no me timaría. Si realmente era bueno o no ahí lo vería de forma tangible. Esa reunión fue bastante acalorada. Patee sillas y un par de culos mientras les hacía entender mi punto de vista a los descerebrados que tenía como banda, entonces Uruha dijo: «Hagamos un vídeo... Sí, nos olvidamos del productor y dejamos que el público juzgue. No hay nada que perder.»

 

—No era de fiar después de todo…—lo miré a los ojos y froté su hombro—. Te felicito, entonces por este logro. ¿Me lo mostrarás? Seguro debe ser increíble.

 

—¿De verdad lo quieres ver? Si es así, tú también me lo tienes que mostrar…—vi como movió sus cejas sugestivamente mientras yo negué quitando mi mano de su anatomía.

 

—Me refiero a su vídeo, tonto—en el lugar que estaba frotando con cariño anteriormente le di, esta vez, un golpecito y este se carcajeó rodando sus ojos mientras acompañaba este gesto con un: Aburrido que se le escapó en forma de susurro entre sus labios.

 

—En realidad no es genial—se encogió de hombros—. La calidad deja mucho que desear, pero, a pesar de todo, parece que le gustamos a nuestros seguidores—asentí. Guardé silencio viendo como, en aquel instante, el chico se quedó expectante por una respuesta mientras yo pensaba que no podía evadir las cosas y que debía decir algo.

 

—Sabes que te apoyo en esto, siempre lo he hecho. Recuerdo cuando convencí a tu padre para que tomaras clases de música y como tuve que apaciguar el hecho de que no pasaba nada si cambiabas el violonchelo por el bajo eléctrico—le sonreí melancólico al tener en mente a un Akira preadolescente.

 

—Todo se fue a la mierda cuando se enteró que tenía una banda y que el inocente pasatiempo se había transformado en un pasional deseo por ser un músico muerto de hambre y sin casa como estoy hoy en día—se mofó de sí mismo cruzándose de brazos concluyendo con un resoplido al mismo tiempo que negaba con su cabeza y una mueca jocosa se colaba entre sus labios—. No me arrepiento de ser un vagabundo—esbozó bajito.

 

—Pero han pasado tantas cosas que yo… No sé si sea buena idea que esté ahí—dije midiendo con cuidado mi rotundo no maquillado. El chico alzó una ceja analizando mis gestos incómodos. ¿Cómo podría decirle que no me quería involucrar mucho con él porque el hecho que yo le gustaba me hacía sentir inquieto? Bufé—. Es… por tus chicos de la banda, son algo… difíciles de llevar. En realidad tus amistades y yo no tendríamos forma de integrarnos; aquello me había quedado bastante claro hoy. Además mírame—dije finalmente como una forma de rehuir lo otro porque no era ni capaz de decirlo en voz alta.

 

—Vamos—dijo con una sonrisita juguetona mientras despeinaba mis ondas marrones—, olvídate de esos idiotas y enfócate en mí. Porque siempre me has apoyado quiero que estés ahí. Eres parte de este círculo cercano de personas que me importan—me mordí el labio inferior negando tras su insistencia.

 

—Soy un tipo aburrido y lo sabes. No encajo contigo ni en tu entorno y además… seguro tengo que preparar material para la semana y estudiar para mis clases…

 

—No quieres ir, ¿no? ¿Para qué das tantas excusas? Sólo dilo—frunció su entrecejo.

 

—Akira…—exhalé ordenando mis pensamientos. De verdad deseaba que este hecho tan relevante no se interpusiera entre nosotros porque si no fuera así, iría sin inconvenientes a donde me digiera; en el pasado, sin problema hubiera asistido a aquella fiesta porque estaría feliz de ser considerado alguien importante para el menor, pero ahora, esos sentimientos declarados me dejaron estancado. No quería que el músico confundiera el cariño por algo más y sinceramente prefería huir; no encontraba otra forma de enfrentar aquel conflicto. A pesar que siempre anhelé ser parte de él, ser considerado en su hermético mundo, y ahora que podía, quizá, preferiría ser ignorado por el menor como lo solía hacer antes—. Lo siento. No lo creo correcto—el joven bajista hizo una mueca de medio lado mirando tras mi espalda mientras asentía. No se veía desilusionado, más bien, parecía que esperaba ese tipo de respuesta.

 

Sentí mi pecho arder; aquel rechazo salido de mi boca me había dolido incluso a mí.

 

—Bueno, si cambias de parecer, será el sábado en la noche. Llámame y te voy a buscar—articuló con desazón mientras yo lo observaba y movía mi cabeza en forma positiva tras captar aquel mensaje forzado.

 

.

 

.

 

.

 

Me senté sobre el taburete frente al desayunador mientras miraba el reloj sobre la ventana que ahora tenía las cortinas cerradas. Acerqué un recipiente el cual había vertido cereal achocolatado con un poco de leche vegetal. Estaba ansioso. Lo sentía, mas quise atribuir aquella ingesta extra de azúcar como que la cena no había sido suficiente para saciar mi hambre. Mastiqué aquel primer bocado con mis ojos pegados a la manilla del reloj; iban a ser las diez de la noche del día sábado y sentía un gran remordimiento el haber rechazado aquella invitación al recordar el rostro desilusionado del chico. Era sólo una fiesta, pero el pánico de enfrentarme quizás a situaciones delicadas pudo conmigo. Quería ser su amigo, uno cercano y de confianza, pero con estas pequeñas acciones atribuidas por mis supuestos escenarios negativos e imaginarios no estaban haciendo fructífera aquella relación que deseaba forjar.

 

Desvié mi vista con la cuchara nuevamente en mi boca viendo como la televisión era apagada. Miré a Kaolu quien, molesto, tenía sus ojos pegados en mi figura.

 

—¿Qué ocurre?—cuestioné extrañado.

 

—Por favor, no me digas que vas a salir con Yuu—arrugué mi ceño.

 

—¿Qué? ¿De qué hablas?—este rodó sus cuencas.

 

—Dios, Takanori. Siento tu ansiedad sofocándome—lo miré confundido—. Me pone nervioso que estés mirando tanto el reloj y, que además, estés tan callado. Di que vas a salir con Yuu a hurtadillas cuando me vaya a dormir y ya, ¿no? Tampoco me creí ese cuento que no te vas a casar, no soy tan tonto—contraje mis ojos mirándolo con incredulidad

 

—Hace casi dos semanas que corté definitivamente mi relación con Yuu. Déjame en paz con el tema, Kaolu—me exasperé.

 

—¿Qué demonios te pasa, entonces?—suspiré haciendo una línea recta con mis labios—. ¿Vas a tener un encuentro sexual con un tipo que conociste en internet? Uy, cuanto has aprendido de mí, pequeño. Concejo: Lleva mucho lubricante y condones. Ese ano debe estar tan apretado que ni un dedo podrá entrar sólo con saliva—le aventé un puñado de cereales que saqué de la caja junto a mi mientras lo miraba rojo y no sabía si de ira o de vergüenza de su deslenguada forma de expresarse. No sabía quién era peor, si Kaolu o Akira—. ¿Acaso miento?—me sonrió con malicia cogiendo las esferitas que quedaron entre su ropa y la suave frazada gris que cubría su cuerpo.

 

—Lo único que ronda en tu cabeza es sexo. Y no, te equivocas—me giré dándole la espalda al hombre de anteojos mientras llevaba otra cucharada de cereal a mis labios—. Me invitaron a una fiesta.

 

—¿Quién?

 

—Akira.

 

—¿Y, qué haces acá?

 

—Me negué a ir, claro está.

 

—¿Por qué?

 

—Porque tengo cosas que hacer—dije entre dientes exasperado.

 

—Te negaste a ir, pero estas impaciente observando la hora. Quieres ir, pero ¿algo dentro de ti te dice que es incorrecto?—adhirió su nuca al respaldo acolchado del sofá haciendo un gesto dramático al cielo con sus brazos.

 

—Porque lo es. Quiero mucho a Akira; siento un apego familiar muy intenso con él, además, del auténtico cariño que le tengo desde siempre, pero…

 

—El chico te desnuda con la mirada—se rió con sutileza. Nervioso froté mis palmas contra mis jeans grises y desgastados estratégicamente.

 

 —Te envidio un poco, la verdad es que ya olvidé la última persona que sintió interés en mí.

 

—Pero no es cualquier persona,  es el hijo de mi expareja y futuro padre de la hija de mi hermana... Aunque no seamos una familia el lazo invisible está y, si lo piensas detalladamente todo es tan… complicado de sobrellevar. ¿Qué puedo hacer?—suspiré.

 

—Tu lazo está bastante enredado—mordí mi labio inferior—. ¿Quieres saber lo que creo?—hice una mueca de medio lado dubitativo, pero este continuó sin esperar que un sonido saliera de mi boca—. Creo que quizá sólo tienes miedo de pensar que si das un paso en falso puedes terminar enredado con tu hijastro, por eso rehúyes—lo miré incrédulo.

 

—Estás loco.

 

—¿Acaso he errado?—sonrió orgulloso de su hipótesis. Iba a reafirmar su equivoca forma de pensar, pero llevé mi atención a mi teléfono olvidado al otro lado del mueble el cual vibró. Me estiré arrastrando el aparato hacia mí viendo que tenía un nuevo mensaje.

 

[Akira]

 

10:26 PM

 

¿Vendrás? Te he enviado la dirección porque ya he bebido un poco… En realidad bastante y no te podré ir a buscar en estas condiciones. De verdad quiero que estés aquí, por lo mismo (y por la ayuda de un par de cervezas de más en mi sistema) me animé a mandarte este mensaje...

 

Mordí mi labio inferior viendo como sobre aquel texto estaba la dirección del amigo de éste señalizada por un mapa de Google. Sentía que debía asistir al lugar como muestra de apoyo hacia el chico, quien, después de todo había pasado por demasiados altos y bajos. Solo había luchado por un sueño que, tras caídas, ahora comenzaba a dar pequeños pasos para ir creciendo de a poco—. ¿Por qué te cuestionas tanto la vida? ¡Qué importa si terminas enredándote con el hijo de tu expareja! Deberías sólo divertirte y dejarte llevar—dijo el dueño de casa mientras se acercaba a la caja de cereales y sacaba un puñado—. Sinceramente, yo no podría dejar pasar ese adonis rebelde. Tiene un carácter intolerable, pero debe meterla como los dioses—lo miré despavorido viendo como volvía a tomar el control del televisor y encendía, nuevamente, esta.

 

Froté mi frente. Kaolu era la peor persona para dar concejos; aunque, de cierta forma, él había acertado en un hecho. Sí tenía miedo. Temía lastimar a Akira, temía hacerlo sin que yo me diera cuenta, temía que malinterpretara mis gestos sin dobles intenciones, temía perderlo por culpa de aquellos sentimientos que yo no me veía capaz de cargar. Pero mi mayor miedo era que el cariño que sentía por aquel chico se transformara en algo más… y que nada de aquello tuviera un buen desenlace.

 

Volví a mirar aquel mensaje negando. Aquello no pasaría. No lo lastimaría si era cuidadoso y no lo perdería si me aferraba a él ocurriera lo que ocurriera. Y, entre nosotros, nada podría pasar. Me pesaba que el chico hubiera puesto sus ojos en mí, pero sabía que tarde o temprano aquello pasaría al olvido porque después de todo, Akira y yo no teníamos forma de homogeneizar; éramos muy diferentes.

 

Fruncí mis labios dejando a medio comer aquel tazón con cereales para ir a mi cuarto y buscar una sudadera abrigadora. Debería dejar de escuchar a Kaolu; sus palabras me llenaban la cabeza de sucesos errados y ya estaba bastante complicado con mis propios demonios.

Notas finales:

Hola, ¿cómo están?

Pensé que el capítulo no me iba a salir esta semana porque se me ocurrió editar los errores de tipeo de este fanfic. Pero lo logré y no morí en el intento(?)

Espero que les haya gustado esta nueva actualización. Sinceramente iba a dividir este capítulo pero, como me han apoyado tanto y son tan lindas, decidí dejarlo completo a pesar que se me hace más difícil corregirlo.

¿Qué esperaban que iba a pasar con Lucy? No recuerdo haber leído a alguien que la nombrara en los comentarios pasados. Ignoran a la pobre chica.

¿Qué piensan de esta invitación de Reita hacia a Taka?

¿Tendrá dobles intenciones…?

¿Takanori irá?

El siguiente capítulo narra Reita.

C:

Gracias por sus lecturas y comentarios. Sus palabras siempre me llenan de felicidad el alma. <3

Nos leemos en la próxima. ¡Un beso!

PD: Tengo miedo que algo en particular se haya malinterpretado en el capítulo. Si tienen dudas, no vacilen en comentar. Contesto todo, bellas.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).