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Vinculados por koru-chan

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Capítulo veintiséis:

 

¿Jamás me darás una oportunidad? [Parte dos]

 

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—¿Él está bien?—susurré observando como el sujeto de nombre Yune era acomodado por Akira sobre un colchón inflable dispuesto de forma horizontal a los pies de la cama de media plaza. A pesar que el chico lo movió sin mucho cuidado, el muchacho no se despertó. Quedó acomodado en medio, con su brazo sobre sus ojos y el otro sobre su vientre. Roncaba levemente completamente ajeno a lo que pasaba a su alrededor. Hice una mueca de medio lado pensando que era un alivio el que aquel joven estuviese en un entorno seguro. Desvié mi mirada hacia el rubio evitando pensar desenlaces negativos si éste hubiera estado en la vía pública sin ayuda. Observé como el bajista rebuscaba en un armario empotrado y como sacaba una manta la cual aventó sobre el noqueado baterista—. Se cuidadoso—emití cubriendo adecuadamente aquel aletargado cuerpo ebrio.

 

—Créeme que esto es lo más cuidadoso que puedo ser con ese idiota—alcé una ceja negando de forma desaprobatoria su actuar. No podía entender a ese par. ¿No se supone que hace un par de minutos esos dos estaban a punto de tener sexo? Despegué mis labios con la clara intención de resolver mis dudas entrometidas, pero él se adelantó—. ¿Quieres que te preste un pijama o prefieres dormir con tu ropa?—cuestionó sin darme oportunidad a comentar que ahí nada tenía sentido. Negué con mi cabeza viendo como se quitaba su camisa junto a la camiseta que llevaba quedando desnudo del torso.

 

—No te preocupes. Dormiré con mi ropa—entoné quitándome las zapatillas blancas que traía. Alcé mi vista viendo como el rubio ya estaba en ropa interior y como se acercaba a la cama. Se metió entre las mantas quedando del lado de la pared mientras yo, algo tímido, me quitaba mis pantalones  para quedar con la camiseta que traía y los bóxer que eran cubiertos por esta prenda superior. Me arropé con las mantas mirando el cielo blanco con salpicones de humedad. Y ahí, en medio de una tenue iluminación y el silencio de la noche, no pude evitar sentir un cosquilleo algo incómodo en el estómago.

 

—La luz—murmuró el rubio.

 

—Cierto—suspiré mirando como su espalda estaba volteada hacia a mí. Estiré mi mano hasta tocar el interruptor negro el cual colgaba junto a la mesita de noche y tal como se había acomodado el menor, me volteé. Cerré mis párpados tras un bostezo y cuando estaba alcanzando aquel estado de sopor relajado, abrí mis ojos extrañado al percibir como la cama se movía.

 

—¿Estás despierto?—cuestionó y yo esbocé un : Mnh para mostrar mi lucidez—. Sé que posiblemente estarás pensando lo inconsecuente que soy al haber escuchado lo que estaba haciendo con Yune, pero…

 

—¿Qué?—pregunté sin voltearme—. No te vayas a disculpar por favor. Soy consciente que sientes algo por mí, pero este acto le quita ¿veracidad? Para nada. Y está bien, me alegro de hecho. Sabes que entre nosotros nada va a pasar y dudo que te quedes solo para siempre por un… capricho—guardó silencio y sentí como la cama rechinó tras un brusco movimiento. Se había volteado nuevamente. Sabía que se había molestado.

 

—No me voy a rendir—dijo firme.

 

—Akira…

 

—Me dejé llevar, pero nada más. Yune  ni nadie que no seas tú me interesa. Grábate eso, Matsumoto—alzó la voz cabreado.

 

Suspiré largamente sintiendo un malestar en el pecho que oscilaba en lo que iba a suceder a futuro con esta “amistad” y aquellos sentimientos de frustración del chico hacia a mí; sabía que no íbamos a poder concluir nada y la ceguera del chico no ayudaba. Si pusiera algo de su parte, quizá esta amistad podía crecer de forma madura.

 

Bufé cansado aferrándome a las mantas. No pasaron  muchos segundos cuando ya me sentía perdido de la realidad en sueños nublosos y espesos sin sentido alguno. Era tarde y había bebido, al final mi cuerpo se relajó y olvidó donde y con quien estaba. Por eso no me importó explayarme en medio de las mantas terminando por apoyar mi cabeza en un cuerpo extraño en el cual no me cuestioné su presencia. Lo rodeé por la cintura y me quedé así por quizá horas, pero aquella paz cargada de aletargamiento terminó cuando, incómodo, capté como unos dedos se deslizaban por mi cintura y descendían por mi muslo hasta que se detuvo. Quizás titubeó, pero concluyó por apretar mi nalga zurda. Fruncí el ceño. Detestaba que Yuu hiciera eso... Que me tocara mientras dormía era algo que no toleraba y él lo sabía. Me removí aún adormecido y torpe para que dejara de invadir mi somnolencia; y hubiera seguido durmiendo si no fuera porque aquellos dígitos se inmiscuyeron demasiado profundo en aquellas latitudes…

 

—¡Yuu no hagas eso!—me arrodillé sobre el colchón teniendo entre mi diestra aquella mano mal intencionada que había interrumpido mí placentero dormir.

 

—¿Me dijiste Yuu?—despegué mis labios viendo como aquel individuo—que no era mi exnovio— se levantaba de la cama completamente enojado. Pisó el suelo frío y tomó un par de prendas suyas y salió del cuarto mientras oía de fondo reclamos del chico dormido a los pies de la cama.

 

—Akira—entoné en un gritito histérico escuchando como cerraba una puerta externa al cuarto dejándome oír, en segundo plano, agua correr—. ¿Dios, es en serio?—murmuré bajito colocándome mis pantalones.

 

Salí hacia el pasillo mientras miraba las tres puertas restantes y agradecía que el baño tuviese un letrero que indicaba dicho lugar para no andar tocando puertas equivocadas. Palpé con mis nudillos la madera con suavidad mientras metía en el agujero de mi sudadera la cabeza dejando en el suelo mi calzado—. ¿Te enojaste? ¿Cómo es posible que te enojaras cuando yo debería estar enojado con tu imprudencia, Akira?—cerré mis ojos con hastío.

 

—Me confundiste con mi padre. Con cualquiera hubiera sido menos… humillante—gruñó desde el diminuto interior.

 

—Fue inconsciente. ¡Dormía!—¿acaso me estaba disculpando? No podía creer que me estuviese justificando por algo así ¡Yo era el que necesitaba disculpas! Escuché un sonidito de mofa incrédulo dentro de aquel cuarto. Me sentía tonto, era como si estuviese teniendo una disputa marital producto que, en una instancia sexual, se me hubiese escapado un nombre que no pertenecía al chico. Qué locura—. Esto es una niñería—murmuré viendo como la puerta era despegada del marco y el rostro enfadado del músico era revelado.

 

—¿Me estas tratando de inmaduro?—fruncí mis labios. En serio no tenía cabeza para esto ahora.

 

—Lo eres. Es absurdo que recalque esto, pero por si no te quedó claro: He dormido por más de ocho años con tu padre—lo apunté con mi índice—. Estaba dormido, borracho de sueño y al despertar, me percato con una mano abusando de mi inconciencia.

 

—¿Disculpa? ¿Quién fue el que se abrazó a mí y hacia soniditos eróticos mientras soñaba quién sabe qué cosas?—arrugué mi ceño de a poco mientras abría mi boca completamente indignado.

 

—¿Esa es tu excusa?—negué con mi cabeza y bajé las escaleras. En el último peldaño me calcé aquellas zapatillas simples que traía conmigo en mi diestra dispuesto a marcharme sin más que agregar a aquella descabellada discusión.

 

—¡Hey! Espera. Te iré a dejar—dijo algo apagado tras mi espalda mientras oía sus pisadas descender.

 

—Puedo volver sólo—dije sin color en mi tono—. Tomaré el transporte público—me alcé viendo como el menor estaba apoyado en la puerta y me miraba.

 

—Perdón, ¿si?—murmuró. Se veía arrepentido y algo avergonzado. Akira no era de los que se disculpaba con facilidad. Suspiré largamente pasmado—. Me dejé llevar y no pensé que despertarías…—alcé una ceja mientras lo observaba despavorido. ¿Qué hubiera hecho entonces si no me hubiera despertado? Formé una línea con mis labios insatisfecho por sus palabras—. Digo—carraspeó—. Soy consciente de mi error y, si despertabas en el proceso sólo pensé que te molestarías, no que terminarías diciendo el nombre de mi padre en mi cara. Me dolió…—admitió. Me rasqué la mejilla observándolo detenidamente. No sabía qué hacer. Boté el aire de mis pulmones preguntándome el cómo podía ser tan fácil de mi parte perdonar a aquel alocado chico—. Quédate a desayunar y después te voy a dejar—pidió despegándose de la madera. Percibí como tenía intenciones de acariciar mi rostro, pero se frenó y sólo se limitó a mirarme para luego caminar hacia el pasillo que direccionaba hacia la cocina de aquella morada. Me cuestioné el marcharme. De hecho di un par de pisadas hacia la puerta frente a mí, pero en el proceso chisté siguiendo el camino que había trazado al sujeto desfachatado.

 

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Corté la salchicha para untarla con la yema del huevo y echármela a la boca mientras veía, en el proceso, como el chico, algo inquieto, jugueteaba con los alimentos que rápidamente había preparado para los dos.

 

—¿No tienes hambre?—entoné rompiendo aquel silencio que había inundado el área después de aquella charla hace un par de minutos donde predominaron las disculpas. Nuestros intercambios de vocablos variaron desde lo que íbamos a comer hasta los monosílabos.

 

Akira no respondió mi pregunta limitándose a mordisquear un trozo de pan tostado con mantequilla. Lo observé unos segundos debatiéndome en el que si debía insistir sobre el tema anterior y si aquello era por lo cual estaba tan silente—. ¿No te gustó?—pero preferí ignorar su actuar.

 

—Está rico—corto un trozo de la clara del huevo—. Hasta una simple salchicha con huevos te queda increíble.

 

—¿Entonces?—me atreví a decir. El chico frente a mi negó y me sonrió. Lo analicé sin entender su comportamiento. Ayer parecía todo normal, pero, quizá el suceso de su amigo y el despertar Brusco fue mucho para unas pocas horas. Mastiqué aquel suave pan oyendo como Akira murmuró algo que no entendí—. ¿Cómo?— pregunté oyendo de su parte un frustrado suspiro.

 

—Qué deberíamos salir… un día de estos—abrí mis labios y asentí.

 

—Sería divertido. Y, ¿adónde?—Akira se rió y frotó sus cejas para luego descansar su puño bajo su quijada mirándome divertido mientras yo lo observaba sin entender. A veces me gustaría tener la capacidad de leer su mente.

 

—Ah… no sé, ¿al cine?—dijo con banalidad.

 

—Hace bastante que no piso una sala de cine, ¿habrá alguna cinta interesante?—dije curioso.

 

—Bohemian Rhapsody—acotó entusiasta.

 

—¿Están hablando de la nueva película de Queen?—oí tras mi espalda una voz conocida. Me giré levemente viendo como apareció el castaño dueño de aquella casa con  la parte de arriba de la camiseta borgoña de mangas largas de ayer y un bóxer gris. Akira se volteó hacia él viendo como el delgado y estilizado chico tomaba un vaso de los anaqueles y vertía un poco de agua en este. Se apoyó de la encimera mientras nos miraba con intriga.

 

—La misma—entonó su amigo cortante como si de la nada hubiera perdido todo el interés de la salida y de aquella película que no tenía idea que existía hasta ahora.

 

—¿La has visto?—dije. El castaño negó.

 

—Quiero ir a verla—acotó bebiéndose todo el contenido de aquel vaso cristalino.

 

—Deberías venir con nosotros—lo incité pensando que mi amigo también podría venir—. Yo pagaré—agregué con una sonrisa viendo, en la acción, como el rubio me frunció el ceño—. Invitaré a Kaolu. Será divertido—le sonreí al amigo del chico obviando la mala cara del bajista. Uruha, asintió de forma positiva con su cabeza y yo le di una sonrisa satisfecha al chico frente a mí tras haber concluido la organización de aquella salida grupal; aunque el menor no parecía estar nada contento.

 

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—Te podría haber ido a dejar en mi moto—oí la voz refunfuñar del menor detrás de mí. Rodé mis cuencas y seguí caminando deteniéndome en la parada de autobuses que quedaba a dos cuadras de la casa del guitarrista.

 

—Anoche bebiste—me miró sin entender mi obviedad—, y no dormiste lo suficiente. Ni loco me subo a tu moto ni dejo que tú te subas. Fue su turno de rodar sus ojos. Me acerqué al banquito del paradero techado de forma moderna viendo como Akira se acercaba a mí en silencio esperando que la línea 26 llegara para llevarme a mi destino.

 

Pasaron alrededor de diez minutos y me levanté cuando vi que el bus en tono verde se acercaba. La hice parar con un gesto de mi mano y mi índice al aire mientras sentía, en el proceso, como el hijo de mi exnovio tomaba mi antebrazo. Lo miré y este movió sus labios con un gesto atormentado tatuado en su rostro. Despegué los míos sin emitir sonido alguno y mientras oía como el chofer del transporte público me preguntaba si me iba a subir, yo le di la espalda; asentí y subí dejando atrás al joven y a aquellas palabras lanzadas al aire tan descuidadamente.

 

Me senté junto a la ventana y en mi cabeza, como el párrafo de una canción dolorosa, resonó una y otra vez su voz cargada de impotencia…

 

—Sinceramente, quería salir contigo. No como amigos ni con más personas. Sólo los dos… en una cita. ¿Jamás me darás una oportunidad, Takanori? ¿Jamás te darás cuenta que esto, lo que siento por ti, es real y que me está carcomiendo por dentro?

Notas finales:

Hola.

¿Cómo están, bellezas?

He vuelto con la parte dos de este capítulo. Espero que les haya gustado aunque haya sido tan… desalentador.

En el capítulo siguiente narrará Reita.

Últimamente estaba pensando en el largo camino de Vinculados. Cuando lo comencé a escribir, sólo tenía en mente que iba hacer una historia larga con un desarrollo lento. Y, la verdad, me alegra mucho como ha ido la historia. Ha tenido una evolución, pero ha continuado con su esencia. Me alegra también que Reita haya cambiado de mi mente hacia el borrador. (En mi mente era un personaje horrible, HORRIBLE)

En fin, sólo quería escribir esto porque este es uno de mis proyectos más largos y estoy muy agradecida por su apoyo a pesar de mis altos y bajos—y muy bajos—que he tenido a lo largo de los meses que lleva Vinculados. Gracias por su infinito apoyo y sus palabras de aliento.

Las adoro demasiado.

Un beso y nos leemos en la próxima.

PD: Gracias por sus lindas palabras en los comentarios. Me enternecieron el alma. <3


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