Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Vinculados por koru-chan

[Reviews - 125]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

.


Capítulo treinta y cinco:


Lo nuestro…


.


Después de dejar la calle noventa, doblamos la esquina y subimos tres cuadras hacia el norte en la avenida noventa y nueve. Íbamos a paso rápido detrás de la tatuada quien, molesta por la reciente charla y nuestra insistencia en seguirla, nos ignoraba dando grandes zancadas a pesar que llevaba un incómodo calzado.


―¡¿Por qué no se van?!―se volteó gesticulando con sus manos sin detener su firme paso―. ¡Quiero estar sola, maldición!


―Sabes perfectamente que, si por mi fuera, ya me hubiera ido. ¡Pero le prometí a mi padre que te llevaría a casa sin un feto en tu vientre!―vociferó la otra chica junto a mí. Por el esfuerzo de aquellas palabras, sus mejillas se enrojecieron. Pestañé observando el perfil de la joven universitaria. La desconocí por un segundo. No había tenido oportunidad de percibir aquella arista porque ella siempre se mostraba correcta; siempre sobre analizando su alrededor y callando cualquier opinión. Jadeó a mi lado sin apartar sus molestos ojos de su hermana. La otra bufó deteniendo su paso, pero luego lo volvió a retomar dándonos la espalda.


Eran alrededor de las doce de la noche y las pocas personas que transitaban aquella madrugada, nos quedaban mirando. Seguro pensaban que estábamos ebrios o drogados. Toqué mi frente con exaspero.


―¡Lucy, espera!―grité en medio de la calle mientras trotaba hacia la castaña oscura, pero me detuve de forma brusca cuando ésta se giró y vi tras de ella el parque. Tragué áspero. El parque donde Akira y yo nos habíamos besado aquella noche. Misma noche donde todo se volvió un poco más lioso para mí.


―¿Qué?―dijo la muchacha ofuscada. Abrí mi boca, mas, de esta, no salió consonante alguna. Carraspeé, evitando darle rienda suelta a aquel bombardeo de recuerdos, volviendo mi atención hacia la figura femenina ubicada frente a mí mientras oía como unas suelas se acercaban a mi dorso.


―¿Dónde se supone que vas?―cuestioné la insensatez de la joven madre junto a un suspiro algo cansado por el incesante trote. Posiblemente llevábamos más de media hora en lo mismo―. Es peligroso andar a estas horas en la calle. Además, está frío. Vamos, voy a pedir un taxi para que nos lleve a casa―miré a Kathy y esta asintió.


―¿Sabes? Hagan lo que quieran. Yo voy a ir a una fiesta. No me vestí así para nada―fruncí mi mandíbula.


―¡Sólo veníamos a este concierto!―gritó la de lentes en un tono bajo e histérico―. Jamás dijiste algo sobre una fiesta.


―¿Qué fiesta?―exhalé desentendido observando a la interesada.


―Después del concierto se supone que hay una especie de celebración por el término de la gira. Te lo mencioné, Katherine. No te hagas la tonta, ahora―la nombrada frunció el ceño negando mientras la contraria rodaba sus cuencas con hastío.


―¿Dónde será eso…?―murmuré. No tuve respuesta de su parte porque casi ni se oyó mi voz.


―No me mires a mí, no tengo idea donde va―suspiró y se encogió de hombros a mi lado sin entender, tampoco, donde se dirigía su hermana.


.


Como ninguno de los dos fuimos capaces de hacer entender a Lucy, terminamos siendo arrastrados en contra de nuestra voluntad.


―Podríamos dejar que esté un periodo corto, luego pediré un taxi y se podrán ir a casa―manifesté. Kathy asintió tras mi susurro discreto. Lucy iba varios pasos adelante de nosotros. Las calles, a esas alturas, ya estaban vacías en su totalidad y los tacones de la muchacha era el único sonido que picoteaba la acera.


Mientras más avanzábamos por aquella larga vía sentía que conocía el barrio; como si ya había pisado aquella zona de la ciudad. Extrañado indagué algún indicio que indicara el porqué de aquella idea, pero no encontré nada llamativo; hasta que la música, que se oía cada vez más fuerte, me alertó. De inmediato encontré una casa iluminada y agitada―. Es la casa de Takashima―recordé de golpe provocando que, por mi pensamiento a viva voz, Kathy me mirara sin entender. La observé de vuelta mientras esperaba algún cuestionamiento al respecto, pero nuestros ojos terminaron en Lucy quien se adelantó y cruzó la calle sin ningún protocolo. Ambos nos detuvimos sobre la vereda. La calzada estaba despejada de automóviles. No había ni un alma rodeándonos. La de anteojos dio un par de pasos, pero se volteó al ver que no la seguía. Titubeé observando la fachada de la casa mientras mi hermana retrocedía. Buscó mi mano y cuando la halló, haló de esta para que continuáramos con el cometido previsto.


―Entremos―dijo la decidida tatuada cuando nos plantamos en la acera del frente y fuera de aquella vivienda.


―Espera―me apresuré alzando mi brazo hacia ella para frenarla antes de que pusiera su suela contra el primer peldaño. Ésta me miró sin entender―. ¿Te invitaron?―cuestioné sólo para ganar algo de tiempo y poder idear algo que me librara de aquella situación. Akira no me quería ver y yo, inconscientemente, había terminado siguiéndolo. ¿Cómo no había pensado que, aquella fiesta de celebración, incluía a los músicos en cuestión?


―¿Disculpa? Soy la madre de la primogénita del rubio. Soy completamente bienvenida―la otra rodó sus ojos—. Supongo que como me siguieron todo el camino para “cuidarme” van a entrar—ambos callamos. Kathy sólo deseaba marcharse y yo sólo estaba aterrado. Sabía que esto no era buena idea; llegar como si nada después de lo que había presenciado en el concierto era una locura. El músico no estaría para nada feliz teniéndome cerca. Mordí mi labio inferior con nerviosismo. Lucy tembló de frío observándonos con impaciencia.


Metí mis manos en mis bolsillos siendo partícipe de como la música parecía querer atraernos; las voces animadas y los griteríos eufóricos nos indicaban que, mientras más tiempo pasábamos afuera, más nos perdíamos de la diversión. Pero a mí no me seducía el ambiente. No quería entrar e intenté trasmitirle con mirada suplicante a la madre de Erika que mejor nos fuéramos.


―Tienes media hora―murmuró la chica junto a mí. La contraria entre cerró sus ojos y yo inspiré observando a ambas féminas.


―¿Me estás poniendo condiciones, Kathy?―murmuró acercándose a su gemela de lizo cabello y vestimenta abrigadora―. ¿Olvidas qué yo soy la mayor?


―¿Olvidas que no soy yo la que tiene que velar por un bebé?―la autoproclamada mayor frunció sus labios―. Además, yo soy la mayor por tres minutos―presencié su riña verbal pensando que, hablar con el bajista con un par de copas de más, era un enorme error.


—¡Ah, dios!—gimoteó entumida la chiquilla volviendo al pórtico del cual se había alejado un par de pasos—. Eres tan aguafiestas, Kathy. Y tú también―se volteó apuntándome con su dedo índice―. ¿Cómo es posible que sea la más divertida de mis hermanos?


―¿Qué tiene de divertido tener un bebé sin planearlo con un tipo que ni te quiso y no te querrá?―toqué el brazo de la universitaria a mi lado para que se callara. La disputa estaba pasando de gris a negro. Presencié, en el mismo momento, como la otra se volteó deteniendo su paso en medio de la entrada mirándonos con unos ojos sombríos. Esto no pintaba bien.


―Okey. Basta―murmuré―. Entremos―ordené finalmente. Lucy terminó de subir los escalones que le sobraban. Kathy la siguió a su espalda y yo tras ella. La muchacha de botas y vestido corto ajustado tocó el timbre repetidas veces hasta que un castaño abrió. Vi como la miró sorprendido y luego frunció el ceño.


―¿Qué haces acá?―fue su saludo.


―Es un placer verte a ti también, Uruha―dijo la chica sarcástica abriéndose paso hacia el interior ruidoso. Takashima volteo a ver los sobrantes. Miró a Kathy algo pasmado. No supe definir su gesto. Luego su vista dio conmigo. Despegó sus labios mirándome detenidamente. Cerró la puerta detrás de mí y murmuró:


―¿Estabas en el concierto?―asentí. Él chasqueó su lengua―. Con razón Reita se fue a blanco en el escenario―enmudecí. El guitarrista bebió de su cerveza mientras me miraba de reojo―. ¿Volviste o estás de visita?


―Volví―suspiré viendo como Lucy sustraía un par de cervezas en la cocina y como su hermana la regañaba por su insensatez.


―No sabía que Lucy tenía una gemela―despegué mis labios mirando el perfil del alto joven―. Debe ser una pesadilla aquellos genes replicados―se carcajeó―. Aunque, a primera vista, me parece linda… ―sonreí volviendo mis ojos hacia la chica.


―¿Quieres decir: lindas?―cuestioné―. Ambas son idénticas. Pero sólo en lo físico. Las dos son tan opuestas…


―No. Sólo linda―apuntó con su índice a la chica en cuestión para que me quedara aún más claro. Kathy nos miró de reojo, mas nos ignoró. Al parecer la disputa con su hermana, terminaría cuando la lograra sacar de aquel lugar―. Se nota que son bastante opuestas. Lucy es insoportable. Es como una niña caprichosa en cuerpo de mujer. Mírala, ¿no te parece ridícula? No sé qué hace aquí.


―Dijo que podía venir―me encogí de hombros―. Quizá Akira la invitó―éste despegó sus labios de la botella y me miró.


―No hay forma de que eso haya pasado…


Entonces, en aquel momento y como si lo fuese invocado, el bajista apareció en escena. No supe de donde salió, pero le quitó la lata de cerveza a la primeriza madre. Di un par de pasos titubeante hacia la cocina donde el trio se encontraba oyendo como la chica chillaba molesta por el sorpresivo arrebato.


―¿Qué se supone que haces, descerebrada?―oí en medio del camino y a través de la música.


―¡Oye, no me hables así!―Kathy estaba en segundo plano mirando en primera fila la discusión de aquellos nuevos padres.


―Te hablo como me da la gana, idiota. Estás amamantando, ¿no? ¿Cómo se te ocurre tomar cerveza?―gruñó―. Además, ¿con quién dejaste a Erika?―la chica regañada entrecerró sus ojos y negó ofuscada.


―Está en casa con mi padre―informó de mala gana mientras miraba con detención al músico ―. ¿Estar enamorado del aburrido de Takanori te volvió un tipo insulso?―el rubio abrió sus ojos y luego los entre cerró mirando a la deslenguada chica―.  ¡Aléjate de mí! No sé qué les dio a todos por, justamente hoy, molestarme hasta el cansancio―increpó al aire sustrayendo otra lata de alcohol de una encimera cercana―. Sólo quiero darme un respiro de esta maternidad y olvidarme de todo―al término de aquella frase, la vista oscura de la muchacha se posó en mí. Tragué con dificultad y me ahogué cuando los ojos pardos, esta vez, miraron hacia la dirección que la chica había trazado con su dolida vista. Entonces, pardo y marrón chocaron. Mi corazón dejó de latir por un segundo, pero cuando el bajista apartó su mirada para ir de vuelta hacia la madre de su hija, mi pecho se sintió pesado y punzante.


―Haz la mierda que quieras. Pero si la niña se enferma, te la verás conmigo―Akira caminó hacia mi posición detenida en medio del tránsito hacia la cocina, pero me ignoró mezclándose entre la masa de la sala. Kathy me miró y Lucy salió de la cocina con una segunda cerveza porque la primera se la bebió en un segundo.


―Se va a emborrachar en menos de media hora―murmuró la de anteojos acercándose a mi junto a un suspiro resignado. No alcancé a decir nada más porque Takashima se adosó a nosotros.


―¿Quieres beber algo? También hay gaseosa y jugo―miró a la universitaria con palpable interés.


―Eh… No, gracias―murmuró ésta ignorando al alto. Él me miró y luego volvió sus ojos a la castaña oscura.


―¿Por qué no disfrutas un poco y después se van? Lucy no se va a querer ir aún...


―Lo sé, pero debo cuidarla―murmuró―. Además―lo miró―, este tipo de instancia ruidosa no me parece divertido―el guitarrista alzó una ceja.


―Entonces―pensó un par de segundos―… ¿qué tal si nos alejamos de todo el alboroto, bebemos algo “no alcohólico” y me cuentas qué es lo que te parece, a ti, divertido?


―No―dijo mordaz la intelectual chica.


―¡Hey, pero no te enojes!―se carcajeó el dueño de casa―. sólo quiero platicar contigo…―hizo un puchero fugaz.


―Dudo que quieras sólo eso―me sentí muy fuera de lugar, pero a pesar que me quise alejar de aquel intercambio de palabras, no pude porque la chica me tenía cogido del antebrazo con bastante énfasis. Bufé resignado buscando con la mirada a mi otra hermana. No tuve éxito, pero en cambio, vi al rubio charlando con el baterista. Éste último parecía enojado porque desvió sus ojos de su compañero quien parecía decirle algo e intentaba captar su atención la cual parecía perdida entre la masa. En medio de mi escrutinio, Yune colisionó conmigo y, paulatinamente, fue frunciendo su entrecejo. Éste volvió sus ojos al bajista y cortó el habla del contrario tras tomarlo sorpresivamente del cuello y estampar sus labios sobre los ajenos como si lo decretara de su propiedad. Akira se separó. El gesto duró poco; la nada misma. De hecho, de inmediato el músico se alejó del cuerpo del más bajo caminando hacia donde los tres nos encontrábamos. Cruzó frente a mí, pero no me miró.


―¿Qué se supone que quiero?―volví mi atención hacia las dos personas junto a mí. Oyendo como el dueño de casa seguía el juego de mi hermana; pero ésta no estaba jugando.


―Olvídalo―murmuró.


―Oye, no seas así. No me ignores.


―No lo hago. Sólo, no me interesa; sea lo que sea que estés intentando aquí―verbalizó mirando al muchacho frente a frente. Él bufó con una sonrisa. De verdad parecía caerle en gracia la joven. Y yo que pensaba que el músico le gustaban más como Lucy; un poco más… desinhibidas.


―¿Podríamos hablar a solas? Digo, me siento humillado con Takanori escuchando―dijo lo último acercándose al oído de la de anteojos. La joven me miró y luego observó de forma profunda al castaño.


―Soy lesbiana―creo que no me equivocaría decir que ambos nos quedamos helados con aquella confesión. Takashima me miró deslizando sus cuencas hacia la chica terminando por arrugar su nariz.


―Era más fácil decir que no te interesaba.


―¡Lo intenté!―dijo rodando sus ojos. Luego el alto se alejó decepcionado. Me quedé varios segundos mirando el perfil de la muchacha. Quizá demasiados minutos porque la morena me examinó de cerca.


―¿Es cierto?―susurré. Ésta asintió.


―Completamente. No mentiría con algo así―me quedé boquiabierto.


―¿Lucy… sabe?―asintió―. ¿Y, Kiyoharu…?


―Oh no. Claro que no―hice una mueca de medio lado. Quién más que yo sabía cómo era el hombre con el tema―. La verdad no es algo que quiero andar gritando. He sido discreta con el asunto, como tú. Yo tampoco sabía que eras gay. Me acabo de enterar hoy―ambos nos miramos largamente hasta que yo concluí por esbozar una tímida sonrisa. Pero, aquel instante íntimo se esfumó cuando escuchamos un griterío en medio de la aglomeración y una de aquellas voces se parecía a la de nuestra hermana. Fruncí mis labios percibiendo como Kathy se apartaba de mí. Al parecer, había una disputa de un par de féminas porque los chillidos agudos se podían percibir por todo el lugar. La música disminuyó a cero y las personas se agruparon entorno al alboroto.


Nos tuvimos que sumergir entremedio de la afluencia sorteando cuerpos mientras estos sólo se dedicaban a animar el improvisado espectáculo. Cuando llegamos al centro, descubrimos a Lucy peleando con otra mujer.


Todo era un caos.


El piso, donde el par de chicas estaban desparramadas vociferándose improperios mientras se tironeaban de los cabellos los cuales tenían empapados en licor, estaba mugriento e inundado en cerveza.


Kathy gritó para que se soltaran, pero su timbre se perdió entre todas las voces de los presentes que sólo alentaban la gresca entusiasmados; más que nada, sólo querían ver, morbosamente, a dos chicas retozar. Miré a mi hermana con desespero buscando con la vista a alguien que pudiese separarlas. En medio de mi apremio, apareció el dueño de casa y Akira detrás quienes se metieron al interior separando a las dos féminas quienes estaban con el rostro rojo y el maquillaje corrido. Sus ropas estaban mal puestas, húmedas por el alcohol derramado y mugrosas por la porquería del suelo.  


―¡Sucia perra de mierda!―murmuró la tatuada con sus labios deslavados. Estaba ebria. Su lengua adormecida y ese tambaleo entre los brazos del rubio me lo hizo notar. Éste, sin esperar que la otra le contestara, la tomó en vilo y la llevó a la salida.


―Estoy harto. Te vas de aquí―le gruñó el bajista, quien también parecía bastante pasado de copas. Tome mi teléfono y busqué una aplicación de servicio de taxis y pedí uno que llegaría en menos de diez minutos. Torcí mis labios viendo como la chica estaba con dificultad afirmada de la puerta mientras su hermana le intentaba acomodar la ropa. Akira estaba junto a mí, pero ninguno se miró ni habló en aquel tramo de tiempo.


Cuando el vehículo llegó, Akira tomó a la chica borracha y, como si no pesara absolutamente nada, la subió al auto en la parte de atrás. Colocó su cinturón mientras yo me despedía de Kathy quien se subió a delante.


Cuando el auto se perdió en la avenida Akira y yo nos quedamos solos afuera en la intemperie. Me giré levemente para observarlo, pero me di cuenta como él también me miraba. Apartó sus ojos de mí y, sin decir nada, subió un par de peldaños del pórtico. Mi corazón se apretó y antes de que de mis labios se escapara un: “espera”, se sentó en el tercer escalón―. ¿Cuál es tú plan?


―¿Mi plan?


―¿Qué haces acá?


―En realidad… yo sólo pensé en ir a verte al local. Jamás me imaginé que habría un masivo concierto ni que me encontraría con mis hermanas ni que a Lucy se le ocurriría venir acá…


―¿Tú sólo pensaste en ir a verme y qué yo te recibiría feliz de la vida?―sentí un vacío estomacal, de forma similar a cuando corrió su vista en aquel escenario y cuando abandonó este. Lo sabía. Esa era su forma implícita de rechazarme incluso sin antes haber escuchado lo que tenía que decir.


―No, claro que no―hablé casi sin tono mirando su rostro descompuesto. Ambos guardamos silencio.


―¿Le contaste a Lucy sobre lo nuestro?―se mofó. “Lo nuestro”, pensé. Nunca hubo nada realmente, ¿no? Negué tras su cuestionamiento.


―Nos oyó hablando―bufó levantándose algo torpe. Me apresuré para ayudarlo, pero éste interpuso su brazo hacia mí para que no me acercara. ¿Podría acaso el rechazo doler más? Era curioso, desde que había conocido a Akira―hasta antes de enterarme de sus sentimientos por mi―, había recibido más que nada repulsión de su parte. De cierta forma me acostumbré y lo volvía a intentar de nuevo porque lo quería y deseaba armonía en la convivencia con su padre y con él. Pero este sentimiento era diferente; cortaba de forma dura una y otra vez en la misma zona.


―Sólo vete―exhaló―... No quiero ver tu cara. No hoy.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).