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Vinculados por koru-chan

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Capítulo treinta y nueve:


¿Amor incondicional?


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Lo único que mi cabeza pensaba, los días posteriores a mi cumpleaños, era el qué había detrás del significado de aquella piedra. Pasaba horas enteras perdido en mis pensamientos; ido intentando encontrar una respuesta para aquellas inofensivas palabras. Con desespero necesitaba apaciguar mis sentidos, pero lo único que conseguía era angustiarme. Al final terminaba acariciando, con las yemas de mis dedos, aquel dije como si aquel acto me fuera a consolar. Pero, no podía más. La incertidumbre me estaba carcomiendo.


Ese día, con el cerebro a punto de explotar, decidí salir a caminar por el barrio; pero aquel andar sin rumbo, terminó teniendo un objetivo cuando una dirección se me cruzó por la mente. Eran las diez de la noche y había terminado en la avenida noventa a una cuadra de 1991. Al final, no había caminado sino, había tomado transporte para llegar a aquella zona de la ciudad porque ya estaba cansado de debatir mentalmente el porqué Akira me había obsequiado aquel cristal con aquellos sentimientos encriptados que no lograba descifrar. Hasta había pensado que era un real estúpido y, posiblemente el mensaje era obvio, pero aun así, seguía sonando muy ambiguo…


¿A qué se refería con amor incondicional? Acaso, ¿era una gran muestra de afecto y consideración? O Akira se refería al amor en concreto… ¡¿AKIRA ME AMABA?!


Los extremos me ponían, de igual forma, afligido. Quizá, simplemente, aquella piedra denotaba lo que él siente o sintió… Posiblemente, aquel sentimiento mutó  y se transformó en un cariño que puede superar todo…


Todo y nada podía ser, por lo mismo necesitaba respuestas; necesitaba oír de sus labios lo que en realidad me quiso transmitir, pero a la vez, no sabía si tenía el derecho ni si me correspondía ir a buscarlas. Me detuve frente a aquel subterráneo oyendo el bullicio típico del interior. Podía retroceder y olvidarme de todo. Akira estaba saliendo con Yune… Entonces, ¿por qué venía yo a entrometerme? Suspiré bajando las escaleras como si mi cuerpo fuese atraído por un imán. Tiré la acerada puerta oyendo, en el proceso, como esta chirriaba por el desgaste y el descuido de los años. Ni siquiera la placa de la dirección numérica estaba cuidada; 1991 estaba corroído por el paso del tiempo. Junto a aquel sonido brusco me mimeticé en aquella oscuridad ruidosa.


Me adentré sorteando cuerpos al mismo tiempo que observaba como no había nadie en escena, pero aun así, la periferia estaba ruidosa por la fanaticada y por la música de fondo que calentaba el ambiente con aquel característico género pesado que destacaba aquel lúgubre recinto. Me deslicé hacia el área de los camerinos y, al no encontrar a nadie que me frenara, me inmiscuí hacia el interior del pasillo y me planté frente a una puerta que tenía un papel mal pegado con el nombre de la banda que Akira integraba. Iba a golpear la madera, pero me detuve escuchando voces algo elevadas desde el interior. Ignorando aquellos distorsionados timbres toqué sutilmente la madera con mis nudillos sintiendo, en aquel instante, un nerviosismo súbito el cual me recorrió desde la cabeza a los pies. Retrocedí un par de pasos acomodando mis cabellos detrás de mis orejas intentando, internamente, controlarme un poco. Alcé la vista cuando oí como la puerta se despegó del marco y la cabeza de alguien conocido emergió.


―¿Hola?―Uruha parpadeó y luego volteó tras su espalda―. ¿… Buscas a Reita?―cuestionó la obviedad del castaño.


―¿Mal momento?―hizo un gesto desinteresado con su mano, como si me diera a entender que aquellos alaridos eran normales entre ellos, mientras se apartaba de la madera para ir a buscar al bajista quien pude ver desde mi posición estática. Éste hablaba con Yune el cual se encontraba en el umbral del baño. El guitarrista dijo mi nombre y, contiguo, sus bonitos ojos en tono miel se posaron en mi persona. Miró al batero y tras murmurarle algo que no logré captar, éste, simplemente, se irguió de hombros ignorando mi presencia. Se volvió a mirar en el espejo de aquel pequeño cuarto, pero pude captar como su mirada se adhirió a la espalda de su novio quien se acercaba, en esos minutos, a mí. Nuevamente pensé un: ¿Qué estaba haciendo?


―¿Ocurrió algo?―cuestionó el rubio cuando estuvo lo suficientemente cerca―. ¿No me digas que le pasó algo a Erika?―pestañé un par de veces, pero rápido negué. Luego recordé como, la última vez que había venido a buscar a Akira, había sido cuando Lucy iba a tener a Erika.


―Entonces no me asustes―suspiró mientras cerraba la puerta tras su espalda―. Pensé que algo había pasado―entonó lo último con congoja.


―¿Me relacionas a malos sucesos?―cuestioné con falsa tristeza, pero sólo estaba falseando aquel leve abatimiento interno.


―No, ¿qué dices?―vociferó frunciendo levemente el entrecejo terminando por chistar y rascar su cabellera peinada estratégicamente para el espectáculo que aún no daba inicio. Pude ver como llevaba aquella máscara de cuero en su zurda y un chaleco sin mangas que no era para nada apto para aquel clima frío―. Sólo quería saber que hacías aquí… No creo que hayas venido a verme tocar―hizo una mueca de medio lado pensativo.


―La verdad, ni yo sé muy bien que hago aquí―murmuré retrocediendo un par de pasos hasta que mi espalda tocó la muralla del angosto pasillo mientras veía como Akira avanzaba hacia a mí como si no me hubiera escuchado con claridad.


―¿Cómo?―dijo en un hilo de voz. Bufé, claro que sabía para que estaba ahí.


―Quiero hablar sobre esto… ―me quité la bufanda y desabotoné levemente mi abrigo revelando la camisa blanca y el suéter oscuro que llevaba aquel día. Terminé de abrir la prenda inferior dejando entrever el colgante, recientemente obsequiado, el cual titiló en medio de mí pecho desnudo. Akira lo miró y luego buscó mis ojos.


―Te dije que no buscaras el significado―murmuró rozando la piel expuesta de mi torso cuando cogió, con las yemas de sus dedos, la piedra rosada. Sentí, en aquel momento y con aquella cercanía, un regusto amargo producto de su introspección tras analizar el falso cristal.


―Reita―se oyó tras la espalda del bajista. La piedra descendió nuevamente y, mientras el nombrado se volteaba, abroché la prenda viendo, de soslayo, que se trataba de Yune―, estamos poniéndonos de acuerdo sobre los cambios que haremos para la nueva canción. ¿Vienes o qué?―el cuestionado gruñó volviendo sus ojos a mí.


―¿Me esperas en el callejón?


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Marché hacia la muchedumbre y me desvié hacia la puerta de emergencia para hacer más corto mi trayecto, pero mis ideas quedaron en cero cuando vi a aquel sujeto uniformado. Fue inevitable que mi mandíbula se frunciera cuando recordé aquel pésimo coqueteo de aquel hombre rapado. Chisté obviando mi idea principal, era imposible no terminar interactuando con él teniéndolo prácticamente adherido a aquella vieja puerta con aquella pose dura e impenetrable observando todo en la periferia. Con el aire retenido en mis pulmones, temiendo que con cualquier inhale o exhale me captaría, retrocedí un paso, pero éste cruzó sus ojos conmigo en aquel sutil intento de escape. Cuando percibió mi cuerpo estático hizo una mueca socarrona satisfecho por aquel reaccionar de mi parte. Bufé viendo como alzó una ceja y se acercó a mi posición mientras me dedicaba a observar aquella puerta oxidada, dejada atrás por el tipo que custodiaba la seguridad del recinto, con desespero. Esperé que se aproximara llevando mis ojos de forma sutil hacia mi costado diestro, hacia los camarines; pidiendo, mentalmente, que el músico se asomara, pero no había señas del bajista. Resoplé acorralado.


―Vaya, vaya… Tú me debes una copa―me apuntó con su dedo índice de envergadura enorme. negué viendo como sonreía por mi estado algo intimidado―. Vamos, no seas tímido. No te haré nada. Claro, a menos que me lo pidas―me analizó de pies a cabeza―. Te derretirás entre mis manos y estoy seguro que me lo terminarás pidiendo―me guiñó un ojo―. Tengo un arma secreta dentro de mis pantalones―suspiré cerrando mis párpados asqueado. El hombre me parecía realmente repugnante.


―No estoy interesado, lo siento. Me tengo que ir―me hice a un lado teniendo en la mira la salida de emergencia, pero el sujeto musculoso me detuvo interponiéndome su pecho hinchado. Di un par de pasos hacia atrás mirándolo con el ceño fruncido por aquel acto.


―¿Será que aún sigues saliendo con Reita?―lo miré dubitativo, pero luego capté que esa había sido la táctica para que el rubio consiguiera mi identificación retenida aquella vez. Iba a abrir mis labios para afirmar y que me dejara de molestar, mas el tipo se adelantó. Chasqueó sus dedos como si hubiera recordado algo importante―. ¡Reita está saliendo con Yune! Claro, ahora no hay excusas, corazón―chisté frunciendo el ceño―. Nos divertiremos en grande. Vamos, no te arrepentirás y seguro me pedirás más―susurró cerca de mi oído. Su aliento apestaba.


―Ni lo pienses grandulón―esa voz... Busqué con mi mirada aquel tono jocoso que me crispó los nervios―. No te conviene Matsumoto. Él es… muy complicado. Seguro te imaginaste que ese chico con carita dulce y cuerpo menudo debe ser una puta en la cama, pero te equivocas. Takanori calienta menos que sol de invierno―esbozó una carcajada seca―… Me han contado, por ahí, que es muy aburrido en la cama―saboreó con gusto lo último. Arrugué mi nariz sin poder quitar mi vista de aquel sujeto. Yutaka se encontraba a unos centímetros de nosotros, ¿cómo no vi que estaba sentado frente a la barra? Alzó una copa sonriéndome tras haber chocado con su rostro. Luego bebió un trago disfrutando como sus palabras me tenían con los puños y los dientes apretados. Sólo intentaba retener todo el cólera que me estaba comenzando a recorrer el cuerpo para evitar lanzarme sobre él y romperle, otra vez, la nariz―. ¿Quieres beber algo? La casa invita―esbozó divertido. Gruñí apartándome del molesto guardia para salir al frío exterior.


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Mientras subía la corta y húmeda escalera de concreto grité de ira llenando, sonoramente, aquel hueco mohoso junto al local subterráneo como si aventara toda la rabia que sentía por aquel hombre.


Era inevitable, era completamente inevitable no encontrarme con Tanabe en 1991 porque él era uno de los dueños del local. Pero todo este tiempo había suprimido el hecho de su existencia. Sí, lo vi varias veces deambular cuando vine en el pasado, y otras tantas, seguro él me vio por el lugar. Gruñí afirmando mi frente en la muralla de ladrillos. Estaba tan molesto… Resoplé girando mi cuerpo para apoyar mi espalda contra la pared. ¡Dios! Inspiré y exhalé llevando mi mirada hacia el cielo el cual estaba algo nuboso. Al cabo de unos minutos, bajé la vista llevando esta hacia mi teléfono percatándome que eran pasada las diez treinta de la noche. Ya no tenía deseos de hablar con Akira. Estaba ofuscado. Chisté despegando mi espalda de los añosos ladrillos justo cuando alguien salió por la misma puerta que yo. Observé esperando que fuera Akira, para al menos decirle que habláramos otro día, pero no era él...


Yutaka emergió besándose con un hombre que, por la escasa luz de aquel recoveco, no pude ver de quien se trataba. De inmediato se me vino a la cabeza Yuu, pero en aquel mismo instante recordé que no lo vi en el local. Si en el peor de los casos era él, lo más probable es que se hubiera acercado a mí. Entonces analicé con más cuidado al sujeto con el cual el examante de mi expareja se comía la boca del otro de aquella manera tan exagerada y hasta de forma mal actuada. La luminaria era pésima y el parpadeo inestable de esta no me dejó apreciar más allá al hombre, pero no se trataba de Shiroyama. Me quedé ahí incómodo viendo de soslayo como subían los peldaños haciendo una que otra parada mientras se decían una que otra palabra, largaban una que otra risotada y se daban uno que otro toque lascivo.  


―¡Oh! Pensé que te marchabas―se separó de los labios ajenos, pero no del cuerpo del otro, para dirigirse a mí con aquella falsa sorpresa.


―Y yo pensé que estabas con Yuu… como siempre andas detrás de él―su rostro, por un segundo, borró aquella socarrona sonrisa, pero en cosa de segundos volvió esta a enmarcar sus facciones como un sello propio de su persona. El sujeto frente a él le dio un beso en su quijada y tras tironear del contrario acabaron de subir aquella corta escalera. El moreno se soltó del agarre del otro y, sin intenciones de marcharse aún, se acercó a una distancia prudente a mí.


―Soy libre, cariño. ¿Lo recuerdas?―me guiñó un ojo. Detestaba tanto a Yutaka. Al final, lo único que hizo fue meterse en medio de nuestra relación para disfrutar de una venganza vieja y limpiar su orgullo tras haber sido el segundo una y otra vez. Yuu fue un tonto. Cayó tan rápido en las redes de aquel sujeto. Esbocé una carcajada y negué.


―Claro, ¿cómo olvidar que te gusta jugar con lo primero que ves frente a tus ojos? Tú libertad, simplemente, busca mostrarle al resto que eres desprendido sentimentalmente; que nadie te puede dañar y que sólo tú los puedes desechar, pero estas tan herido por dentro que, a pesar del tiempo, no puedes superar que nunca fuiste correspondido―éste imitó mi sonrisa y caminó un par de pasos hasta mi altura y cruzó sus brazos frente a su pecho.


―¿Ser correspondido? Acaso, ¿estamos en primaria? No seas ridículo, Matsumoto. Que me interesara en Yuu y que me acercara a él fue mero trámite, así es como a mí me gusta “jugar”―se mofó―. Que tú estuvieras en medio fue un agregado que disfruté―esbozó una amplia sonrisa―. Por cierto―chasqueó sus dedos llevando su índice sobre su labio superior. Luego sonrió entretenido―, ¿te gustaría venir con nosotros?―observó a su acompañante, quien estaba detrás de él silente, con una mirada cómplice mientras yo observaba al par pasmado―. No nos vendría mal un reprimido en nuestra cama―regresó su vista divertida a mi mientras el callado hombre a su espalda, me miró con un brillito lujurioso.


―¿Reprimido? Bueno, le puedo quitar lo aburrido con mi gordo pene. Seguro ese culo termina pidiéndome más, ¿cierto, amor?―se carcajeó el acompañante al mismo tiempo que mi cara se me asqueaba por el uso de aquellas palabras. Yukata, parado un par de pasos delante del otro, parecía disfrutar de la escena. Pero mi atención de aquel par se terminó cuando la puerta se volvió a abrir revelando a Akira quien, raudo, llegó a nuestra altura.


―Vaya, puede que me haya equivocado… Quizá no estás tan reprimido como pensé porque, si te abriste de piernas con tu hijastro… ¡Wow!―aplaudió dichoso el amante de Yuu―. Felicidades. Ni te imaginas la cara que pondrá mi amorcito con esto…


―¿Qué mierda, Tanabe?―dijo el rubio con intenciones de abalanzarse contra el cuerpo de aquel detestable ser humano.


―Conversaciones de adulto, niño―articuló sin dejar de observarme.


―¿A quien le dijiste niño, imbécil?―el bajista se abalanzó contra el cuerpo de uno de los dueños del local sin importarle que su estancia en el recinto peligrara. En aquel instante observé como la cara del contrario se llenó de pánico tras ver las intenciones del chico. Apreté mis dientes viendo como el músico, con brusquedad, contrajo su palma contra la chaqueta del sujeto y como su conquista de aquella noche empujó al menor provocando que lo soltara tan rápido como lo tomó.


―Vamos―le gruñó a su acompañante saliendo de aquel lugar a paso rápido.


―¡Eso, lárgate! Cobarde, hijo de puta―resopló el bajista volteándose hacia mí―. A ese maricón sólo le gusta soltar mierdas, pero es un maldito cobarde.


―Ya lo sé―bufé―. ¿Te encuentras bien?―pregunté mientras veía como arreglaba sus prendas que, por cierto, no eran muy aptas para el frío. No se había puesto nada sobre ese chaleco sin mangas para salir a la intemperie.


―No me pasó nada―me observó mientras yo aún tenía mí vista en el andar de ese par―. Ese sujeto aparece en todas partes―agregó.


―Ni me lo digas―hice una mueca de medio lado. Estaba seguro que le iba a contar sobre mi regreso a Yuu y eso no pintaba bien; sobre todo porque estaba seguro que adornaría la historia e inventaría que nos vio a Akira y a mí en algo comprometedor―… Es mejor que me marche. No sé qué hago acá. Fue mala idea. Disculpa―dije precipitándome hacia delante en un paso rápido para salir a la avenida.


―Hey―oí detrás―, no me salgas con eso ahora, Takanori―Akira corrió y se adelantó frenándome justo cuando salía a la calle y los faroles nos iluminaron como si fuese de día.


―Hablemos en otro momento, ¿sí?―sujetó mis hombros y me miró profundamente y luego suspiró.


―¿Todo esto es porque Yutaka te dijo reprimido?―apreté mi mandíbula viendo como éste se cruzaba de brazos.


―No quiero hablar de eso―murmuré volviendo a caminar con la dirección de la parada en mente.


―¿Qué te molesta?―me siguió el paso.


―¿No tienes que volver? ¿No van a tocar?  ¡Además hace frío y andas así!―evadí


―No me esquives―me detuve mordisqueando mis labios.


―No me gusta que me digan que soy reprimido―se carcajeo levemente mirándome con ternura.


―¡Qué importa! No lo tomes en cuenta―apreté mis puños sorteando sus ojos pardos, pero éste buscó mi rostro.


―¡¿Cómo no voy a tomar en cuenta algo que sí soy?!―alcé la voz en la poca concurrida calle volviendo a tomar mi paso. No sabía que demonios hacia buscando a Akira por algo de cariño cuando yo no era capaz de dar ese extra para que la relación se mantenga en un punto normal.


―¿Qué?―me siguió. Akira no estaba ayudando mucho en el tema y me estaba frustrando excesivamente.


―Que soy aburrido en la cama, ¿sí? Soy aburrido en todo… sobre todo en eso. Por eso Yuu se fue con otro. No lo culpo, aunque… podría haber elegido mejor―el músico bufó deteniéndose justo cuando habíamos llegado a la parada. Éste se sentó y me miró detenidamente mientras yo miraba un punto lejano esperando que mi transporte pasara rápido, mas, simplemente, estaba con la vista perdida en la nada…


―A ti lo que te molesta es que el imbécil de mi padre ventiló su vida íntima con ese cabrón y el muy maricón te la saca en cara para provocar esto―lo miré de soslayo viendo como introducía sus manos en sus pantalones. Quité mi bufanda y envolví su cuello con aquella prenda mullida y calentita.


―Me duele que lo haya hecho―fruncí mis labios.


―¿Y sabes qué? No creo que seas aburrido en la cama. Posiblemente sólo te hayas cohibido con él porque a éste, posiblemente, le interesaba quitarse la calentura contigo sin importarle lo que te pasaba a ti internamente y, tú como eres complaciente y dócil, cedías porque “correspondía”―negó―. Seguro el aburrido en la cama era él porque no te calentaba realmente―giré mi rostro hacia el bajista olvidándome del transporte público. Bajé mi mirada hacia la acera pensando que muchas veces me había acostado con él sin tener ganas de hacerlo realmente; terminaba teniendo sexo porque pensaba que era lo correcto y, cuando pasaba mucho tiempo de evitarlo, accedía porque sí―. ¿Yo te caliento?―me cuestionó de sopetón. Alcé mi vista mientras sentía un subidón de calor y eso que no había bebido nada.


―Cállate―susurré intentando reprimir aquel sofoco sorpresivo.


―Te caliento, ¿no? Es que estoy bien bueno―rodé mis cuencas oyéndolo reír levemente―… Sino, no me hubieras besado―canturrió jactándose de aquel torpe gesto pasado.


―¿Para qué sacas eso? Si no te gustó. Fue un beso horrible―recordé con frustración bajando la cabeza un par de segundos para volver a mirar si venía mi transporte, mas sólo se veían autos particulares u otras líneas que no iban hacia mi dirección.


―Me encantó. Fue tan inesperado―susurró y me fui a sentar junto a él―, pero perdí la oportunidad de corresponder ese beso, pero…


―No puedes―hizo una mueca de medio lado y yo sonreí viendo como pasaban vehículos de vez en cuando. En realidad, la vía estaba bastante poco concurrida.


―… No quería que buscaras el significado de la piedra―miró mi torso donde el cristal se veía levemente tras haberme cerrado apresurado la camisa. Ordené la tela y el collar se perdió bajo la prenda.


―¿Por qué?―exhalé sin hálito con el corazón apunto de escaparse de mí pecho.


―Porque me deja en evidencia―hizo una pausa y luego suspiró―… Te amo. Estoy loco por ti―abrí mi boca mirando su perfil el cual estaba adherido en un punto fijo hacia el horizonte. Por un segundo, perdí la capacidad de respirar. Luego paulatinamente su rostro buscó el mío―. Se que estoy con Yune y que tengo que arreglar eso, pero es algo complicado―bufó―. Incluso le tomé cariño al idiota ese―se carcajeó seco. Luego su rostro se puso serio―. Pero sé que hice las cosas mal. Quizás estaba desesperado y él estaba ahí, no sé. Pero lo que sí sé es que fue una mala idea... Lo nuestro nunca debió ser porque lo único que hice fue apoyar mi mierda en él mientras Yune intentaba que lo nuestro funcionara de forma desesperada―estaba impactado por su revelación, mas, yo no sabía lo que realmente sentía por Akira así que me compliqué un poco y, por el momento, preferí callar―. Haré las cosas bien―susurró y yo asentí―. ¿Esperarás por mí?


―Claro―emané alzándome de aquella banca de aluminio tras haber visto el transporte que me correspondía, pero Akira cogió mi mano frenándome en el acto. Me giré, le sonreí y me acerqué a  él, quien permanecía sentado, con intenciones de besar su mejilla en modo de despedida, mas, aquel inocente gesto jamás se cumplió como tal puesto que mis labios terminaron sobre los ajenos porque el chico corrió su rostro. Me separé levemente sintiendo su aliento caliente contra mi boca y, tras ver la clara intención en sus facciones, decidí que me daría una licencia; hacer las cosas bien, a veces, era molesto.


Junté mis labios con los ajenos siendo recibido de inmediato por aquel rubio. Éste masajeó mi boca con la suya de forma ávida y desesperada mientras yo intentaba acoplarme de apoco. Gruñí en su boca y, sin separarme de él, lo miré desafiante. El músico captó aquel regaño y cedió el poder de aquel íntimo acto. El ritmo bajó considerablemente y, mientras intentaba controlar la situación, me aventuré a enredar mis dedos en su nuca sintiendo como su cabello estaba tieso por la cantidad de productos que se aplicaba antes de salir a escena. Con timidez busqué su lengua y mientras estas jugueteaban percibí como sus manos, aferradas a mi abrigo, decidieron acariciar mi cintura atrayendo más aún mi anatomía contra su torso. Jadee cuando una de sus manos descendió y acarició mi nalga diestra. Nuestras respiraciones nasales aumentaron y me separé jadeante de él junto a un sonidito húmedo. Vi como sonrió por mi respingo mientras nuestros alientos templados se mezclaban entre sí. Akira me miró como hipnotizado y, levemente, sacó su lengua para lamer, de forma sutil, mis labios entre abiertos. No pude negar que un cosquilleo me recorrió el cuerpo entero terminando este en mi pecho y en mi bajo vientre. Su boca se adhirió a la mía regalándome un par de besos superficiales percibiendo como sus labios se ensanchaban en una sonrisa satisfecha―. Esto no se volverá a repetir hasta que… ―dije en medio de aquel gesto juguetón viendo como el contrario se separaba y me miraba detenidamente.


―Ya lo sé… ―susurró alzándose de aquella fría banca para devorarme la boca como si fuese el último beso de su vida y, aun así, me dejó sediento de más...

Notas finales:

Hola, ¿cómo están?

Yo he estado escribiendo mucho para este fanfic, por lo mismo pensé que no iba a actualizar esta semana, pero lo logré después de todo. De igual forma, no esperé que este capítulo sería tan largo, pero ahí está, todo hermoso para ustedes.

Nadie esperaba la aparición de Yutaka, lo sé.

Se que muchos ansiaban ese beso real entre estos dos después de tantos malos momentos. C,:

El próximo capítulo habrá un nuevo narrador. Será un capítulo especial.

Como siempre, gracias por seguir por acá. Su apoyo es enorme. <3

¡Llegamos a la actualización 50!

Nos leemos en el próximo capítulo. Un beso.


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