Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Vinculados por koru-chan

[Reviews - 125]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

.

 

Capítulo cuarenta y tres

 

En medio del caos [Parte dos]

 

.

 

Cuando salí del ascensor vi como aquel moreno―que no veía hace más de un año―ingresaba al vestíbulo de aquel edificio junto a Lucy y mi sobrina luego que una mujer, que cargaba unas bolsas con mercadería, les dejara pasar. Éste, tras agradecerle a la mayor, cruzó mirada conmigo; pero nuestro vistazo fue rápido ya que mi hermana se cruzó en medio. La chica, quien sostenía en brazos a su hija, meneó la pequeña manito de ésta mientras su rostro luminoso me sonreía. La bebé, contagiada por su madre, se carcajeó observándome con una mirada dulzona.

 

Les devolví el gesto algo incómodo al mismo tiempo que me acercaba cuidadoso hacia el par y, tras llegar a su perímetro, la castaña rodeó mis hombros con una de sus manos cuidando de no aplastar a la pequeña con nuestro fraterno saludo. Mientras nos alejábamos, le acaricié la mejilla a la infanta y ésta tomó mí índice apretándolo sutilmente. Le acaricié sus cabellos y le sonreí desviando mis ojos hacia el mayor, pero no alcancé a emitir un saludo cuando mi hermana chilló tirando del cuello de mi sudadera notablemente impactada.

 

―Takanori―me alejé de ella mirando de soslayo a Yuu percibiendo como, en aquel instante, sus ojos se clavaron en mi cuello. Maldición. Arreglé con disimulo la capucha, pero sabía que era inútil ocultar aquel chupetón hecho por su hijo. No pude evitar sentir como mi cara se acaloraba; inconscientemente tapé con mi palma aquella marca evidente―… ¿qué es eso?

 

―Nada, nada―le dije―. Sólo me lastimé―mentí. Dios, que mal momento. Me sentía acorralado por todos lados. Vislumbré como el mayor, sutilmente, apretó su quijada.

 

―¿Estabas con alguien… allá arriba?―me susurró, pero su voz fue igualmente evidente en aquel hall abierto. Negué y ésta me miró dubitativa. Lleve mis ojos a Yuu para finalmente saludarlo y desviar, un poco, la atención mientras pensaba que aquella reunión sorpresiva no correspondía.

 

―¿Cómo has estado?―preguntó. Asentí a su cuestionamiento viendo como el hombre se acercó para abrazarme como aquella vez cuando nos despedimos en el andén. La chica presenté exhaló un sonidito dulce por nuestro gesto y yo la miré serio.

 

¿Qué intentaba?

 

Me alejé de aquel sujeto con notable inquietud mientras cavilaba que, realmente había deseado que aquella despedida hubiera sido el final porque, de cierta forma, no sabría cómo explicar este presente en el cual terminé siendo consumido y donde, en realidad, era imposible que todos los vínculos convivieran en armonía. Me imitó retrocediendo dos pasos.

 

―¿Cómo es que ustedes…

 

―Nos encontramos en casa de Kaolu―contó la mujer. Normalmente mi hermana iba visitar a Kaolu; congeniaban bastante bien y aquel hecho no se me hizo extraño.

 

―Sí. Pensé que estabas viviendo con él―despegué mis labios asintiendo mientras miraba el rostro del moreno; realmente se veía igual que la última vez―, así que le pregunté cómo podría encontrarte. Y, como yo no congenio muy bien con Kaolu, agradecí la presencia de ésta bella señorita―miré fugaz a Lucy cuando escuché aquella coqueta risilla―, quien tan amable me reveló donde vivías y, además, se ofreció como compañía. Curiosamente no vivimos tan lejos…―entonó, pero yo no podía dejar de observar aquellas miraditas cómplices que le daba a mi hermana y, como ésta parecía encandilada por el hombre mayor.

 

―Kaolu estaba bastante molesto―agregó la chica observándome afectada―. Creo que hasta se enojó conmigo por venir, pero no veo nada de malo en que tú expareja quiera verte, ¿no? Recuerdo, que ustedes no terminaron tan mal o ¿me equivoco?―Lucy no sabía toda la historia entre Yuu y yo porque obvié mucha información y sólo vio la segunda parte; aquella donde Yuu me propuso matrimonio y yo lo rechacé. Posiblemente, como lo ve ella, yo estoy siendo “el malo” en estos momentos.

 

―Kaolu tienes sus razones―acoté mirando profundamente aquellos ojos de tono ónix. Así que, ese era el motivo por el cual, mi amigo, me había estado llamando con tanta insistencia. Yuu no se inmutó por mi creciente enfado, pero mi atención mutó hacia Lucy quien intentaba calmar a su hija quien se había inquietado de la nada.

 

―Necesito cambiar su pañal―agregó haciendo un paréntesis a la plática―. Te lo iba a mencionar por el citófono, pero me cortaste. ¿Me dejas subir?―saqué las llaves del bolsillo de mi sudadera dejándolas extendidas en el aire cuando… recordé a Akira. Antes que las tomara las contraje contra mi palma alejándolas de su agarre. Estaba… condenado―. Sí, sí. Prometo que no romperé ni me inmiscuiré en tus cosas―dijo juguetona. No tenía salida. Las deposité contra su palma viendo como Yuu le tendía un bolsito a la joven madre―quien amable lo cargaba contra su hombro―y, después de pasar junto a mí, me giré observando el camino trazado por la muchacha la cual se dirigió hacia los ascensores. Ambos nos quedamos solos y el ambiente se tornó pesado.

 

―Lucy me contó que habías llegado hace un poco más de dos meses―asentí―. Me hubiera gustado saberlo… Me hubiese encantado ayudarte con todo esto del cambio―me sonrió dichoso. Posiblemente, no fui lo suficientemente claro. Mi culpa fue ser suave con aquel final de relación. También metí un poco las patas enredándome con él por segunda vez, más creí ser claro. Creí que se entendía que ya no éramos nada porque cada cual había tomado su camino. El vernos como si nada hubiese pasado era ridículo. Las cicatrices quedaron y era amargo. ¿Porque se empeñaba en volver?

 

―Preferí hacerlo por mi cuenta―me observó, pero sus ojos viajaron hacia mi cuello…

 

―Ya veo―me sonrió sin intenciones de mencionar aquel hecho, pero vi en sus ojos un destello molesto―… Pero, por último, me hubieras contactado. Si no hubiese sido por Yutaka que te vio “ahí”—arrugó su nariz como si hubiese olfateado algo podrido. ¿Aquel gesto despectivo era por el lugar? O, acaso ¿era por qué sabía que su hijo tocaba ahí? Aquello me molestó e iba a abrir mi boca para espetarlo, mas éste sonrió y buscó mis ojos―… Sinceramente, pensé que Yutaka me estaba tomando el pelo...

 

―¿Además de engañarte con otros, acostumbra a mentirte en otras circunstancias?―mierda, ¿aún estaba borracho con la lengua entumida?

 

Vi como su cara se desfiguró y no era para menos, Yuu era el que engañaba, el que mentía para su disfrute; pero, al final, se le devolvió de forma doble lo que había hecho en el pasado.

 

―Supongo que no te trató muy bien.

 

―Lo normal―hice un ademán con mi diestra―… es difícil darse cuenta que es éste el verdadero Yutaka Tanabe y no el que creí conocer en un pasado―suspiró.

 

―Por cierto, ya no estamos juntos. Lo nuestro no funcionó. No hemos perdido el contacto, pero sólo somos amigos―lo observé detenidamente. Seguramente era verdad. “Ya no estaban juntos”, pero, lo más probable, era que ambos, aún, se reunían para tener sexo―… Yutaka tiene ese algo que atrae; es seductor, pero se aburré rápido y aquello lo hace ser tan vacío… Tú eres diferente, tienes ese algo que enamora―me sonrió y yo lo miré serio. Preferí ignorar sus palabras porque sabía que, si hablaba, todo lo que saldría de mi boca serían palabras hirientes. Ya era suficiente.

 

―En realidad… ¿qué haces aquí?―cuestioné formal. Era obvio que ahí había una doble intención.

 

―Cuando supe que estabas acá… quise saber de ti; verte cara a cara.

 

―¿Para qué?―suspiré―. No tengo mucha experiencia con exparejas, pero estas ya no se ven más al momento de terminar, a no ser que sea una coincidencia o que uno de los dos quiera algo… más.

 

―Francamente, quería verte. Así sin más―sólo lo miré―. Cuando le conté a Lucy que hace un tiempo que no te veía, ella se emocionó mucho con nuestro reencuentro. Vino conmigo posiblemente para vernos juntos. En el camino hacia acá, me repitió varias veces que hacíamos linda pareja. Al final, me deseó suerte en mi “reconquista”. Aunque, lo juro, aquello no estaba en mi mente―me miró inocente. Lo sabía. Era más que una obviedad; aquello era parte de su personalidad. Éste me observó esperando una reacción de mi parte.

 

―Estas culpando a un tercero de algo que tú tenías en mente. Es imposible que me vaya a creer que, el motivo de que estés acá sea de forma tan inocente.

 

―¡Es la verdad!―se carcajeó mientras yo lo miré perspicaz―.  Yo sólo quería verte, lo demás fue idea de tu hermana―acercó sus dedos a mi cabello y peinó estos para acomodarlos detrás de mi oreja. Luego sus dedos se deslizaron por mi cuello seguramente hacia aquella marca―. No sabes lo contento que estoy. Mirarte, de nuevo, me hace muy feliz. No lo puedo evitar porque me encantas, Takanori―negué―. No estoy aquí para molestarte, ni mucho menos, sólo deseaba saber si podríamos volver a conectarnos como antes; comenzar algo nuevo de a poco. Sé que, para ti, yo ya soy parte de tú pasado, pero si hiciera bien las cosas, ¿podría ser parte de tú presente? ―descendió su mano, que se había posado en mi hombro, hasta llegar a mi mano zurda. Pero alejé mi extremidad de él y retrocedí un paso.

 

―Lo siento, pero no estoy interesado. Si sólo vienes a eso, es mejor que te marches. Yo estoy…

 

―… Entonces, estás saliendo con alguien. Se nota―su rostro se puso rígido. Miró de soslayo, nuevamente, mi cuello. Lo observé detenidamente―. No dejes que te hagan eso―apuntó la zona delatora―, es de muy mal gusto―hice una mueca de medio lado por aquello último agregado.

 

―… Estoy intentando algo. Estoy retomando algo que dejé botado antes de irme―abrió sus ojos. No se esperaba aquella sinceridad.

 

―Es el mismo chico que me contaste―esbozó—. Me lo imaginaba, ¿cómo podrías estar sólo? Mírate eres hermoso.

 

―Yuu―fruncí mis labios―… Ya no podemos hacer esto. Veo lo mal que te pone. Ya basta de herirte.

 

―Entiendo―asintió repetidas veces con la mirada baja―... Pero, por último, ¿podría saber quién es él?―alzó su mirada mientras yo negaba.

 

―¿Sabes? Todo tiene un límite y, sinceramente, ya sobre pasaste el mío. Tú elegiste a Yutaka, pero él no te eligió a ti. Aún no puedes soltar el pasado porque, tienes miedo de dejarme ir y eso, sólo te hace daño y a mí me pesa enormemente. Entiende, Lo nuestro se acabó. No hay vuelta atrás. Y si Yutaka no te quiere, tú sólo te lo buscaste―terminé casi en un hilo de voz justo cuando un tono despectivo picoteo mis oídos y unas suelas fieras retumbaron sobre la cerámica del vestíbulo.  

 

―¿Qué haces tú aquí?―me giré viendo como Akira se acercó a su padre y como éste lo empujó  para que retrocediera―. Vaya que sorpresa―Akira me miró de soslayo―… Bajé porque Lucy me contó que mi padre estaba acá y yo pensando que “el tipo del correo”―giró su cara hacia su progenitor mientras cerraba mis ojos con desespero―… había traído algo grande, pero ya veo que sólo era un gran pedazo de mierda.

 

―¿Qué hace ÉL aquí?—el mayor me miró ignorando a su hijo frente a él quien, hervía en colera. Titubeé para contestar girando mi cuerpo hacia atrás, esperando que la chica bajaría en cualquier momento; seguro bastante ofuscada por haberle ocultado que Akira y yo…

 

Que dolor de cabeza.

 

―Dormí aquí, algún problema, ¿padre?―Yuu no me quitaba la vista de encima a pesar de que su hijo estaba frente a él. Pareciera como si en mi cara estuviera escrito el porqué de todo, pero en otra lengua que trataba de descifrar. Pero no había nada que descubrir. Sólo había que unir cabos; todo estaba ahí.

 

―¿Es verdad?―asentí.

 

―Pasó la noche aquí―reafirmé.

 

―Mírame a la cara―le dijo Akira―… y trata de escuchar claramente porque no lo repetiré―mencionó entre dientes―. Estoy saliendo con Takanori―el eco resonó por aquel recibidor mientras las suelas de alguien se aproximaban. Me giré y descubrí que era Lucy. El mayor rió.

 

―Por favor… deja tu humor de mierda, hijo―entonó con seriedad―. Takanori jamás saldría con mi hijo porque eso sería enfermo―articuló mirándome de forma penetrante. Froté mi frente acongojado mientras oía una carcajada rota provenir de su garganta―… No lo puedo creer. Después de todas las negativas… era cierto. Tú y mi hijo me vieron la cara de idiota―negué viendo como Akira lo tomaba del pecho y lo empotraba contra los cristales que contorneaban el hall.

 

―No. ¿De verdad volveremos a lo mismo? Nunca pasó nada en aquel entonces todo fue…

 

―… Cosa mía―continuó el menor quien mantenía frente a él a su progenitor quien, por un segundo, lo miró.

 

―… Un mal entendido―agregué sin aliento.

 

―Desde que me vine a vivir contigo; desde que tengo uso de razón, has sido un padre de mierda. Tú creíste que te elegí a ti porque mi madre estaba histérica por la separación, pero simplemente quería saber con quién mierda te estabas involucrando y terminar con ello para que volvieras a casa y que todo volviera a la “normalidad”. Pero Descubrí que Takanori y mi madre eran sólo víctimas tuyas y terminé sintiendo más cosas de las que debía con él. Soy culpable de todo. Lo admito. Pero me importa un carajo. Porque, ¿sabes? Estoy satisfecho con el resultado. Es un alivio que Takanori te haya dejado en el olvido y que se haya fijado en mí porque tú eres un maldito hijo de puta que ahora se está comiendo la mierda que cosechó―el moreno empujó a su hijo y éste me miró.

 

―No puedo creer que alguien tan inteligente como tú haya elegido a un tipo tan miserable…

 

―Yuu. Basta―articulé―. Es cierto. Estamos… intentando algo―solté en un suspiro contenido mirando de soslayo a mi hermana que estaba en estado mudo―. No es nada contra ti; sólo, simplemente, se dio…

 

―¿Sólo se dio?―cuestionó con mofa―. Así que ese era el “chico” del cual hablaste de forma tan descarada―sorteó el cuerpo del menor e hizo el amago de acercarse, pero Akira se interpuso―. Entonces, era verdad. Ustedes siempre estuvieron juntos; detrás burlándose de mí debajo de mi techo―dijo entre dientes.

 

―No. ¿Acaso no oíste lo que dije?―bufé mirando aquellos ojos que ya no me ahogaban―. Fue algo que se dio con el tiempo. Después de que nuestro infierno concluyó, me apoyé en Akira y luego Akira se apoyó en mí. Pasaron cosas en medio, después nosotros―el chico me miró cómplice―… Sólo ocurrió―suspiré―. De hecho, esto es reciente. Por eso volví―terminé oyendo como se reía dolido el moreno.

 

―Ambos son una mierda. Y este jueguito que están inventando los dos, no funcionará. Ustedes no son compatibles―dijo retrocediendo con sus ojos clavados en mi hermana―… En algún punto esto se irá al carajo y tú―me apuntó con su índice―… volverás a mis brazos llorando―Pensé, en aquel segundo, que jamás querría volver con él…

 

Observé como se dio media vuelta y como Lucy pasó rauda frente a nosotros decidida a marcharse con el sujeto con el cual había aparecido. La tomé de la muñeca y la frené en seco viendo como Erika estaba adosada al cuerpo de su progenitora en un porta bebés, quien contemplaba a su padre el cual le tocó la castaña cabecita.

 

―Te pediré un taxi―dije. No sabía porque temía que ella se fuera con el padre del músico.

 

―¿Por qué?  ¿Tienes miedo que pase algo con el abuelo de mi hija?―nos miró a ambos con asco―. No soy tan enferma como ustedes…

 

Abrió la puerta de cristal emergiendo hacia donde el auto del azabache esperaba, ésta se subió cuidadosa y, en un par de segundos, aquel automóvil partió.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).