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Chico Problema por Ahiezer

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Pero como ya he observado en más de una ocasión, la vida es injusta, y no existe departamento de quejas, de modo que deberíamos aceptar las cosas tal como vienen, reparar los desperfectos y seguir adelante.

Jeff Lindsay.

—x—x—x—

Eren creía firmemente que todo sería más fácil si fuera trasladado a la celda en solitario.

Él no podía seguir así evitando a todos; ignorando la amabilidad de Thomas y Connie, no asistiendo a su horario habitual de limpieza, buscando mesas solitarias en la comida, escondiéndose hasta el final de biblioteca y sentándose lo más lejos posible de su asiento habitual cada que Levi entraba a biblioteca.

Eren no sabía cómo recuperar su antigua ‘normalidad’. Ya no era por ira, ni siquiera orgullo, era por miedo y vergüenza. Temía confiar en Thomas y Connie -e incluso confiar en Jean, aunque ninguno de ellos le había dado motivos de sospechar- porque por muy amables que fueran o que Eren creía que eran, conocía sus lealtades y no era con él. Sentía que en cualquier momento podrían engañarlo y ‘venderlo’. También se sentía tan avergonzado por lo cruel que había sido con Levi. 

Los reclusos volvieron a sus andadas de molestarlo, todos tenían terribles intenciones, Eren ya lo sabía. Lo acosaban en la ducha, en cafetería y muy raramente en biblioteca, pero se ponían verdaderamente preocupantes cuando lo abordaban en esos escasos momentos donde Eren estaba completamente solo. Odiaba esos momentos, donde se sentía pequeño e impotente a pesar de que luchara con todas sus fuerzas. Ellos siempre eran más, o eran más grandes y siempre lo tocaban, se burlaban e insultaban. Ninguno llegaba tan lejos a como lo había hecho Xavi, pero siempre lo dejaban con ese sentimiento que lo asfixiaba y estremecía. 

Dimo se había acercado a él a decirle que se le uniera, pero sinceramente Eren no había querido escucharlo y se negó y alejó tan pronto el hombre se había acercado. Eren no quería deberle nada a nadie.

Finalmente llegó el día de visita, pero la emoción que Eren debería haber sentido no estaba ahí, y eso que se había perdido una de ellas. Esta era diferente y no creía tener energías para fingir delante de ellos. Ellos lo sabrían.

Quizás los días de visita ya no serían igual. Por ello, Eren quiso negarse a recibirlos, pero los necesitaba, los necesitaba tanto.

Mientras lo dirigían por los pasillos a recibir a su familia, Eren podía sentir los estremecimientos, la sudoración en las palmas de las manos, el nerviosismo apretando sus pulmones y el picor en sus ojos. Era la primera vez que los vería desde aquello, desde… Eren ni siquiera quería pensarlo.

Se detuvo inconscientemente queriendo regresar, aún no se sentía listo, no estaba lo suficientemente preparado, no importaba cuanto empeño hizo en cubrir las marcas de sus muñecas o los recientes moretones que había recibido tratando de defenderse de los demás.

El guardia vio esto con malhumor—. ¿Vienes o no, niño? No estoy jugando, hay mucho trabajo, no puedo perder el tiempo—dijo molesto.

Eren tragó saliva, angustiado, nervioso, temeroso, había tanto para describirlo. Sin embargo, asintió, y siguió su camino sin palabras.

El guardia resopló, y siguieron. Después lo dejaron en la cabina, le ordenaron esperar y no pasaron ni los cinco minutos cuando los visitantes entraron.

Mikasa y Armin resaltaron prontamente entre la multitud y fueron de inmediato a sentarse frente a él. 

No había palabras para explicar las emociones que Eren sintió al ver a Armin y Mikasa. Odiaba verlos a través del panel de plástico, pero podía verlos y eso le era suficiente. La simple presencia de ellos lo hizo olvidar su miedo anterior, o cualquier preocupación que tuviera, todo mal pensamiento fue remplazado por finalmente tenerlos ahí.

Hubo lágrimas incontenibles, muchas preguntas y mucha emoción, incluso felicitaciones atrasadas por su cumpleaños perdido. Admitieron felizmente que le tenían un regalo, pero que se le sería entregado más tarde. Pero todo se desplomó cuando lo notaron. Cuando los ojos oscuros y azules, lo miraban como si quisieran ver a través de él. Eren había estado evitando mirarlos a los ojos por lo mismo, mirando hacía cualquier otra parte, pero había sido imposible.

El aire se volvió tan denso e incómodo de inmediato.

— ¿Qué pasó? —preguntó Mikasa, mirando detenidamente cada marca en el antebrazo, muñeca y nudillos de Eren. Armin también miró horrorizado.

A pesar del uniforme de manga larga, Eren no podía cubrir los raspones en sus nudillos ni evitar que la gravedad hiciera de las suyas. Lo que provocó que sus mangas resbalaran cuando sostenía el telefonillo y las marcas rojizas y moretones se revelaran en su antebrazo.

—Está bien, no es nada—dijo Eren, intentando tranquilizarlos y cubriéndose lo mejor posible. Ignorando todos esos malos recuerdos que querían entrar a su cabeza.

— ¿No es nada? —escuchó murmurar a Armin, preocupado. Eso no aligeró la angustia de Mikasa que aplastó más duramente el telefonillo, parecía que con un poco más de presión y el teléfono se rompería en sus manos.

— ¿Quién te hizo eso? —gruñó Mikasa, enojada, levantándose y acercándose más al panel de plástico para poder verlo mejor.

Eren estaba nervioso pero el sentimiento fue transformado en angustia cuando unos guardias miraron en su dirección y comenzaron a susurrar. Si los guardias veían algo sospechoso, indebido o eran demasiado ruidosos la visita se cancelaría. Eren no quería eso… aún no.

—Lo explicaré, pero Mikasa vuélvete a sentar, ¿sí? Todo está bien—Eren intentó tranquilizar, aunque su voz sonaba engañosa. Insegura incluso para sus propios oídos.

Mikasa lo miró sorprendida, y se sentó sin decir palabras. Ambos chicos tenían los ojos grandes y sorprendidos, pero, sobre todo, preocupados. 

Eren los ignoró por el bien de ver a los guardias, quienes rieron y luego uno de ellos se fue a la otra esquina a seguir vigilando. Eren suspiró con alivio, pero los chicos lo seguían mirando. Querían respuestas.

— ¿Qué-…? —se escuchó el murmuro de uno de ellos que Eren ignoró.

—Fue, fue solo una pelea—respondió Eren, titubeante, le era difícil mantener la mentira por la forma en que lo miraban. Era difícil controlarse a sí mismo.

— ¿Solo una pelea?, Eren… —dijo Armin, detectando la mentira. Eren no pudo evitar mirarlo mal porque estaba angustiando a Mikasa.

—Dijiste que estabas bien por el teléfono—murmuró Mikasa con ojos brillosos, la tristeza y la ira eran emociones que reflejaban.

—Bueno, les hablé hace semanas, y no es nada lo juro. Fue solo… una pelea, por un pequeño desacuerdo… pero ya no estoy en eso. Ahora todo está bien—aclaró Eren, con fingida despreocupación, creyendo que eso los animaría.

—Eren—mencionó Armin, sacándolo de sus pensamientos—. Habla con nosotros, podemos ayudar. Te ayudaremos con lo que necesites, estamos aquí sólo…sólo habla con nosotros—pidió Armin, ahora era él quien sostenía duramente el telefonillo mientras se estremecía ligeramente, su voz era severa y firme. Intentando aparentar toda esa seguridad que Eren necesitaba escuchar, aunque solo eran eso, palabras que no le ayudaban mucho. 

Y mientras una parte de Eren pedía un “¿Cómo?, ¿Cómo me pueden ayudar?”, otra declaraba furiosamente un “No, no pueden” pero se las arregló para decir: —Estoy bien. Me alegro con que estén aquí.

Ellos no estaban complacidos, y no creían ninguna palabra de los labios de Eren.

Tanto tiempo esperando esto tenía que valer algo, así que Eren preguntó por sus vidas, hambriento por saber cómo era la vida afuera. Desesperado por una distracción. Quería saber sobre Armin y Mikasa, pero de alguna forma u otra la conversación llegaba a él. Ellos querían saber sobre él, tanto como él quería saber de ellos. Y eso lo enojaba; Eren quería hablar de otras cosas, no que se le recordara su miserable vida en prisión.

Por ello, las charlas se volvieron incómodas y los silencios lo fueron aún más. Los 40 minutos pasaron eternamente desagradables.  Segundos después, cuando ellos se marcharon devastados, fue el turno de Hannes, quien le sonrió apenas llegar y felicitándolo nuevamente por un cumpleaños muy atrasado, pero cuando miró atentamente pasó a la preocupación.

— ¿Qué te pasó ahí?

—Por favor, Hannes, no esta charla otra vez. Ya se las di a Armin y Mikasa puedes preguntárselo a ellos.

Hannes se sorprendió por el tono, se sentó inseguro y miró a los lados, a Eren, a cualquier lado que le ayudara a encontrar palabras.

—Lo siento— confesó Hannes después de un incómodo silencio.

Eren no sabía porque se disculpaba, sinceramente no le importaba mucho—. ¿Cómo estás? — preguntó solo para no hacer esto aún más incómodo.

—La casa no es lo mismo sin ti ahí. Pero lo arreglaré, estoy buscando a buenos abogados… y creo que encontré uno, o ella me encontró, no me dio promesas, pero-…—Hannes comenzó a platicar todo ese tema de derechos, abogados y leyes. Eren escuchó en silencio, sin prestarle verdadera atención.

—Oh, eso está bien—dijo Eren, después de que Hannes guardara silencio por un segundo.

Hannes se detuvo cuando escuchó la apatía y lo miró con tristeza.

Fueron otros minutos incómodos.

Cuando finalmente la visita se acabó, Eren fue llevado a su celda. Ahí estaba Jean haciendo flexiones, pero tan pronto vio al castaño, fue a su cama, tomó un libro y lo ignoró.

Eren y Jean no se hablaban desde esa vez que Eren había estado leyendo en la celda.  A diferencia de Connie y Thomas, que pasado unos días habían vuelto a hablar con Eren como si Eren no los hubiera estado evitando. Ellos habían insistido tanto en hablar, tratando de conversar sobre cualquier cosa; Reiner nunca era mencionado ni siquiera lo que se decía de Eren y tampoco se hablaba del comportamiento que Eren había tomado. Era como si no -y nunca- hubiera existido algún problema, y Eren estaba agradecido por ello, ya que no quería escuchar del tema.

Sin embargo, Eren no les hablaba a pesar de los esfuerzos. Él simplemente ya no tenía la confianza. Era una de las razones por las que seguía sin hablar con Levi, a pesar de que extrañaba al hombre y tenía mucho por lo que disculparse.

Eren subió a su cama, eliminando cualquier pensamiento, y se recostó en ella, esperando que el día terminara pronto. Y preparándose mentalmente para el par días de encierro obligado en la celda por la semana de visita.

No obstante, no pasó mucho tiempo a que llegara el guardia Marco, con dos cajas de cartón en sus manos: Una pequeña y la otra un par de centímetros más grande.

—Eren, Jean, esto es para ustedes. Rescaté lo que pude—dijo Marco, pasando las cajas por las rejillas más grande. Jean no se movió para intentar recibirlas, y Eren estaba perplejo.

Marco se quedó ahí esperando solo un par de segundos antes de que Eren se moviera, ya que Jean parecía no tener intención de hacerlo.

—No tomes el mío, Jaeger, no lo quiero. Regrésalo, Marco, no me interesa—gruñó Jean, desinteresado, sin perder la vista de su libro.

—Te dije que no aceptaré un no por respuesta, no esta vez, no es justo para ella, Jean—comentó Marco, y ofreció la otra caja mediana a Eren.

 Eren la tomó desconcertado.

Cada caja tenía una nota mal redoblada: La pequeña tenía una de un color celeste con globos, que decía: ‘Eren, Feliz cumpleaños.’ en letras grandes. La otra era blanca, sin ningún decorado, con una letra medio cursiva y apresurada que decía:

‘Para Jean boy.       
                                          Con amor Mamá.

Marco murmuró un gracias y salió repentinamente, Eren ni siquiera procesó que Jean ya estaba de pie y quitó la caja y la nota de las manos de Eren.

—Maldito seas, Marco—se quejó Jean, maldiciendo en voz baja. Mirando la caja con una ira y tristeza que Eren se sintió incómodo de mirar. Marco desapareció, y solo se quedaron Eren y Jean en su celda con el par de cajas y escuchando los murmullos de los otros presos.

Jean se alejó de Eren, a su propia cama a mirar. Eren en cambio se quedó ahí donde estaba, confundido por Jean, pero mayormente intrigado por saber que recibió y teniendo una idea en mente… pero lo que miró no se comparó a lo que imaginó.

—Qué demonios—murmuró Eren, incrédulo e indignado.

Había sido un lindo cupcake de Armin, pero estaba hecho pedazos, como si lo hubieran aplastado con la mano y el betún le fuera retirado y manchaba gran parte de la caja. Cuando Eren abrió la nota, descubrió que estaba pegajosa, con rastros de betún verde y que había sido escrita por Armin:

‘¡FELIZ CUMPLEAÑOS!
Feliz Cumpleaños atrasado, Eren, jamás lo olvidaríamos. 

Armin, Mikasa y Hannes.

PD: Teníamos mucho que escribir, pero no sería lo mismo, te extrañamos demasiado. Shadis también te manda felicitaciones, y dice que te irá a visitar. Pero no le digas que te escribimos esto, se supone que es una sorpresa.’

Eren estaba sorprendido por el detalle, pero increíblemente enojado por lo que le habían hecho al cupcake. No era justo, porqué lo habían destrozado tanto. Eren no entendía.

Miró a Jean, queriendo preguntar, queriendo deshacerse de este enfado que lo consumía, pero de inmediato se apagó cuando lo miró. Nunca lo había visto de esa manera, tan desdichado. Jean estaba encorvado, mirando la nota con ojos vidriosos, la caja olvidada a un lado de él.

Cuando Jean notó los ojos verdes sobre él, agarró la nota con furia, miró hacia arriba para que las posibles lágrimas no se derramaran y se quejó malhumoradamente: —Qué mierda estás mirando.

Eren no tuvo el corazón de hablarle de la misma forma. No por la forma en la que lo veía.

—… Solo quería saber por qué hicieron esto—dijo el castaño, mostrando todo el desastre que era su pastelito.

Jean miró de mala gana, dio un vistazo demasiado rápido y se levantó cubriendo su rostro con las manos queriendo eliminar las lágrimas.

—Inspeccionan que no nos traigan drogas o esas cosas—explicó Jean, con su voz diferente, con emoción.

Eren frunció el ceño, indignado, furioso por tal trato—. Eso no es excusa para que hagan esto—se quejó.

—Bueno, díselo a ellos.

 Eren apretó los dientes y después suspiró. Añadiendo mentalmente otra injusticia de las muchas que había. Simplemente se resignó. Subir a la cama era un esfuerzo que no quería, aparte miró de reojo a Jean, quien ya había abierto su caja.

Jean sacó de la caja un envase plástico transparente para alimento y por lo que Eren veía era mucha verdura, también se veía algo grande como una tortilla (omuraisu). Sea lo que fuera se veía deliciosa a sus ojos.

Jean lo notó y rodó los ojos—. ¿Quieres un poco? —preguntó con pesar, pellizcando un poco, cerrando los ojos y suspirando con satisfacción cuando lo comió.

—No… gracias—Eren dijo. Jean había preguntado por simple educación, quizás solo para quitar la mirada de Eren de él. Por ello, Eren decidió subir a su cama, ignorando la gloriosa vista que había tenido de comida real, y se dedicó a pellizcar de lo propio. El buen sabor se mantenía en el cupcake, pero era muy poco de buenos pedazos para agarrar. Y el chocolate solo estaba abriendo su apetito.

De pronto, el platillo que Jean había recibido apareció a la altura de su cama, Jean lo estaba sosteniendo.

—Solo toma un poco y cállate—habló Jean.

Eren tragó saliva, y con toda la intención de negarse, pero esto era una oportunidad única. Cualquier enojó que sentía por Jean quedó completamente olvidado por el rugir y el sentimiento vacío de su estómago. Por lo que susurró—. Solo un poco…. Gracias.

El castaño tomó una porción pequeña agradecido por la oportunidad. Y aunque la comida estaba hecha pedazos y era irreconocible verdaderamente el platillo, el magnífico sabor que probó elimino cualquier cosa de su mente. Por primera vez en lo que parecían siglos, estaba comiendo comida real.

El platillo desapareció para que Jean tomará su porción, y luego volvió a ofrecerle a Eren.

—Tu madre lo hizo para ti, no pienso agarrar más—dijo Eren, arrepintiéndose de inmediato. Él quería más.

—Hizo suficiente, créeme, pero si no quieres…

—Está bien, bien—murmuró Eren, apenadamente y siguió agarrando trozos pequeños. Eren hizo lo mismo intentó compartir lo poco que quedaba de su pastel, pero Jean se negó.

—No soy fanático del chocolate, es pequeño, deberías acabártelo, no tardarán en venir a recoger lo que dejamos.

Eren se acabó lo suyo y siguió tomando un poco de lo de Jean. 

— ¿Por qué haces esto? —preguntó Eren.

—Sería bueno que comieras comida real antes de que mueras—comentó Jean, con una burla fingida.

—No voy a morir—se quejó Eren, levemente, la comida lo había apaciguado y bajado toda defensa.

—Lo harás—afirmó Jean—. Por la forma en la que actúas, te doy un par de días más a lo mucho. 

Eren dejó de aceptar la comida, y bajó de la cama con el ceño fruncido para que Jean le dijera esas tonterías en su cara.

—Odio que hagas esto, diciendo puras estupideces, siendo amable y luego arrojármelo todo a la cara—gruñó Eren.

Jean no se inmutó—. Solo habló con la verdad, y es decepcionante Jaeger, te tuvo que pasar una mierdecilla y te derrumbaste.

— ¡No sabes lo que pasé! —reclamó Eren, el mal humor evaporando lentamente la tranquilidad que la comida le había dado. Y su mente trayéndole aquellas sensaciones que muy duramente se esforzaba en olvidar.

— ¿De verdad? —cuestionó Jean con burla, esta vez mirando a Eren a los ojos, enojado y decepcionado—. Todos lo saben, y es tan estúpido, si no te mueres te convertirás en la perra de Xavi, lo sé, él lo sabe y ellos lo saben. 

Eren se estremeció por oír tal nombre y apretó los puños enojado, pero no tenía fuerzas de pelear, así que bufó: —Eres un maldito imbécil—, y le dio la espalda a Jean con los dientes apretados y tomando respiraciones para calmarse. No había mucho que hacer con la celda cerrada y con tan poco espacio para moverse. Ni siquiera quería subir a su cama, no cuando tenía que volver a ver al bastardo de Jean al intentar subir.

Y de pronto Eren se sintió tan abrumado por las palabras de Jean, por la forma en la que la celda parecía encogerse, por la manera en la que podía escuchar a alguien susurrarle en el oído con perversidad y por la sensación de que a sus pulmones no les entraba suficiente oxígeno. Su respiración se aceleró y sus ojos picaron. 

—Sabes, cuándo te vi creí que ya estarías en las piernas de alguien y cambiando de celda horas después. Sí fueras inteligente eso es lo que pudo haber pasado. Jugar al buen chico siempre funciona… pero no, simplemente reaccionaste con violencia a la menor provocación. No te detuviste ni un segundo a pensar con quien te enfrentabas…—habló Jean con calma y suavemente. Tan suavemente que apenas era oíble para Eren.

Eren no entendía que es lo que quería decir, quiso preguntar, pero se sentía sin voz, sin embargo, las palabras de Jean le dieron una distracción, algo para no perderse en las emociones que lo abrumaban.

—… Sabes que Branton mató a su compañero de celda por una apuesta, o que está aquí porque en su juventud perteneció a una de las pandillas más violentas de su ciudad. No, no lo sabías, y no te detuviste a pensar en nada, ni siquiera que tan peligroso era, simplemente atacaste como un maldito bastardo suicida.

— ¿Qué-…?

—No sé por qué—interrumpió Jean—, pero les encantó que reaccionaras así. Los impresionaste a todos, y conseguiste la protección de Reiner, de Dimo e incluso de un guardia… y lo hiciste sólo siendo estúpido, sin trabajar. 

Eren sorbió un poco a las lágrimas que querían salir sin aparente motivo, y tuvo el valor de darse la vuelta y mirar a Jean sin comprender.

—No te entiendo… pero ¿de qué me sirvió? Reiner me vendió, no sé cuáles sean las intenciones de Dimo, y Levi… es su trabajo.

—Trabajo—bufó Jean en voz baja como si fuera gracioso. Pero después volvió su rostro serio—Un año, Eren. Tardaste un año en tener una verdadera mala experiencia y te derrumbaste.

— ¡No…!

Antes de que Eren pudiera decir más, de quejarse sobre que Jean no sabía nada. Jean rodó los ojos con fastidio, se levantó la camisa hasta la altura del pecho y miró hacia las puertas con indiferencia.

Eren se quedó callado al ver el acto, incomprensible y aterrado al inició hasta que lo notó: El abdomen de Jean estaba marcado; Había dos cicatrices medianas que formaban una ‘X’ en el lado del abdomen derecho, una de las líneas comenzando tan cerca del ombligo. También había manchas oscuras como quemaduras de cigarrillos, entre otras que parecían venir de terribles historias.

Eren palideció, jamás las había notado, y estaba muy seguro de no querer saber el origen de cada marca.

—Una semana, duré una semana.

Jean se bajó la camisa, después de un segundo miró a Eren con un vació en sus ojos.

— ¿Reiner, él…? —Eren titubeó entre susurros.

—No, no conocía a Reiner en ese momento y decidí jugar inteligente. No voy a mentir, fue malo y muy difícil, pero no tenía el valor para luchar y era mucho mejor que cuando estaba solo o intentando resistirme. Luego lo conocí a ya sabes—contó Jean, pasando su mano sobre su abdomen donde estaba la cicatriz en forma de ‘X’—. El no parecía tan desagradable. Creí que era el menor de los males. Quizás no pasamos por lo mismo, pero sé que fue una pesadilla.

—No lo quería—Eren mencionó con su garganta en un nudo. Jean lo había elegido por que creyó que era seguro, Eren no. Y Eren ya no quería oír mención del nombre, no quería recordar nada. Pero no lo había hablado con nadie, sentía que eso lo ahogaba por dentro.

—No, pero pasó. Tienes que seguir adelante, Jaeger, eres el primero que proclama eso de luchar y todo y te vas a detener por esto. Sé que eres estúpido, pero también sé que no eres un cobarde. No hubieras llegado tan lejos si ese fuera el caso.  

El castaño se sorprendió por las palabras de alguien que creía que lo odiaba. Jean seguía mirándolo con esos intensos ojos marrones, había mucha seriedad en su mirada.

—Yo…no sé—Eren tartamudeó, con lágrimas calientes cayendo por sus mejillas. No entendía a Jean, ni porqué le decía esto. Pero de alguna forma sentía que era algo que necesitaba escuchar. 

—Sí lo sabes, idiota. Ahora sube a tu cama, Thomas y Connie no deben de tardar, se los llevaron 10 o 20 minutos antes de que llegaras.

Eren se secó las lágrimas con el antebrazo y subió a la cama, no sin antes mirar perplejo a Jean. Llegando a su cama, se sentó con las rodillas sobre su pecho, tratando de asimilar las palabras de Jean.

Se escuchó el rechinar de la cama de abajo y un suspiró de Jean—. Mira, Eren, la primera vez aquí es terrible, pero ya pasó y pue-…

Eren abrió los ojos aterrado, creyendo entender la insinuación y se abrazó más a sí mismo—. No quiero pasar por eso nunca más, no lo haré… no quiero—dijo un poco duramente.

—Bien, bien, entonces aprovecha bien las oportunidades. Conozco a alguien que juega bien sus cartas y no ha tenido que pasar por nada de esto, y esperó que se mantenga de esta manera.

Eren no sabía quién era ese alguien, pero lo envidaba por eso. Sorbió un poco, volvió a secarse las lágrimas que caían tercamente y calmó su respiración.

Se quedaron en silencio.

Con el paso de los minutos, Eren comenzó a sentirse mejor, no tanto como le gustaría, pero por lo menos la celda había dejado de encogerse.

Sin embargo, todavía tenía preguntas en su mente que ya no podía contener.

—Tú… sabías lo de Reiner, por eso me advertiste—mencionó el castaño.

Jean se tardó, pero finalmente respondió: — No, sospechaba algo, pero no estaba muy seguro. No sé si lo has notado, pero Reiner es… inestable, a veces dice cosas, pero no las logra o cambia de opinión cuando esta por realizarlas.

— ¿Te ha hecho lo mismo?... o ¿a Connie? ¿Thomas?

 —No con Connie, que yo sepa, pero cuando nos involucra pregunta. Siempre me ha hablado con la verdad en cuanto a esas peticiones.

—… Me mintió—Eren escupió.

Pasaron 10 segundos para que Jean hablara:

—A Reiner se le metió en la cabeza de expandir el negocio, meter más producto importante, rivalizar con Dimo. Ya no ser la segunda opción cuando Dimo se quedará sin mercancía. Xavi tiene todas las conexiones, pero pocos hombres de verdadera confianza. Así que oportunamente le llegó una oportunidad.

— ¿Lo sabías? —acusó Eren. Sintiéndose un tonto, por tener una mínima simpatía por Jean, por creer y confiar de nuevo.

—No, te lo dije, no lo sabía, eso nos lo dijo días después, después de que Connie no dejara de preguntar porque repentinamente dejaste de presentarte en la mesa. Reiner dijo que un contacto de Xavi lo llamó, prometiéndole un montón de cosas, a cambio de…

La revelación enfermó a Eren, no quería oírlo—, Así que me cambió como producto, porque así podría tener lo que quería. Me traicionaron, me…. —Eren estaba alzando la voz, lo sabía, pero no podía contenerse.

Jean salió de la cama y lo miró con esa expresión molesta tan familiar, lo tomó rudamente de la camiseta anaranjada, empujándolo hacía adelante. La acción asustó a Eren ya que no querían que lo tocaran ni la cercanía de alguien más.

—Cállate y escúchame. Sé que estás molesto, yo también lo estaría. Pero Reiner dijo que lo que te pasó te iba a pasar de una forma u otra, el contacto de Xavi se lo advirtió, y todavía amenazó con que nos hundiría a todos o alguna tontería así.

— ¿Y por qué hablar con Reiner y no conmigo? ¿Por qué Reiner me mintió y no me lo dijo? ¿Por qué…?

—Primero, tú nunca escuchas a los demás. Segundo, siempre estás en biblioteca. Tercero, le dijeron que no tenías que saber nada, a Xavi le gusta sorprender, pero le prometieron que no te haría daño, no como Xavi tiene costumbre de hacer. Y cuarto, hay una reunión cada cierto tiempo donde el alcaide y compañía van, eso significa que tu guardia favorito también, y son tres días, tres días que se pueden volver en un infierno si alguien verdaderamente se lo propone. Recuerdas la riña pasada que se hizo en los patios, ahora imagínate que se haga una sin suficiente autoridad ni el médico de cabecera de la prisión.

—Un solo hombre no puede hacer eso—murmuró Eren.

—Un hombre con dinero, contactos y suficientes aliados corruptos, sí puede.

Dicho eso, Jean soltó bruscamente a Eren, empujándolo hacía atrás. Eren pegó en la pared y miró a Jean desconcertado.

Jean sólo le dio una mala mirada con el ceño fruncido: —Sigues sin agradarme, así que, aunque te dije todo esto no somos amigos. 

Eren se quedó sin palabras, simplemente mirando parpadeantemente sin comprender. Y luego resopló—Me alegro oír eso, porque tampoco me agradas.

Jean soltó una media sonrisa engreída, todo su enojo esfumado—. Me alegra saber que estamos en la misma página, Jaeger.

Eso hizo sonreír a Eren, su mente tenía muchas cosas en que pensar ahora, pero se alegraba saber que había cosas que no cambiaban—. Lo mismo digo… cara de caballo—dijo lo último burlonamente.

Jean le frunció el ceño de nuevo, y le dio un puñetazo a Eren en el hombro derecho, tan fuerte que hizo que Eren se quejara. Tan pronto Jean dio el golpe desapareció, recostándose de nuevo en su cama y volviendo a leer su libro usual.

Eren soltó una patada del coraje, aunque sabía que no le iba a dar a nadie—. Auch, Eres un maldito muggle idiota—se quejó, recordando uno de los insultos que había escuchado de una de las películas de Harry Potter, pero realmente no entendía muy bien el significado. Supuso que Jean sí y lo odiaría.  

Sólo pudo escuchar la risa de Jean como respuesta.

El hombro de Eren estaba adolorido, pero era la primera vez que el dolor era soportable… y lo hizo feliz.

De nuevo se envolvieron en un silencio tranquilo y suave.

No tardó mucho que llegaran por los restos de comida, y más tarde llegó Connie revelando que traía consigo dos números de cómics de “El hombre colosal”, una historia sobre un hombre que era tan grande que destruía pueblos enteros. Eren no entendía el encanto del cómic, pero Connie estaba alegremente hablando sobre él.  Así que se animó a preguntar.

Connie se alegró mucho de que Eren volviera a hablar con ellos, al igual que Thomas que llegó tres minutos después de Connie.

Era tan fácil hablar con ellos de nuevo. Sus días de encierro obligatorio ya no parecían tan desalentadores, y aquella cosa que sentía que lo asfixiaba por dentro se volvió más ligero.

Aunque todavía no se sentía feliz del todo… y creía saber el porqué, pero por el momento… Eren se concentraría en lo que estaba haciendo ahora.

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