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Chico Problema por Ahiezer

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A veces la vida nos separa y pasamos unas semanas sin vernos ni odiarnos ni respetarnos y, al final, no sabemos cómo, siempre terminamos reuniéndonos de nuevo.

Emilio Bueso.

—x—x—x—x—

Los días para Levi eran relativamente tranquilos, pero se volvieron realmente solitarios cuando redujo su horario en biblioteca. No estaba realmente solo en ese par de horas que había modificado de su rutina, encontrándose en la oficina de Erwin, con Erwin y la abogada la mayor parte del tiempo. Pero ellos hablaban tan acaloradamente de los casos. Balbuceando números, leyes y nombres que Levi no podía entender. Si estaba solo con Erwin, el hombre no dejaba de parlotear sobre el tema y sacando archivo tras archivo, completamente absorto que era casi obsesivo. Y en la presencia de Carla, era muy difícil para Levi contener sus comentarios contra el maniaco y sádico depredador que la rubia tenía por hermano.

No le gustaba mucho convivir con ellos, porque Levi no era bueno en esas cosas de leyes, tener que repasar las cosas una y otra vez, y leer demasiado. Pero Carla había conseguido varios archivos de los casos que a Levi le habían faltado cuando curioseo. Y bueno, Levi se había entrometido lo suficiente para interesarse por las cosas.

Aparte, se descubrió que había siete casos similares, entre ellos se incluía el caso de Eren. En los culpables no había patrón; Diferentes edades, diferentes momentos y cuatro de ellos juraron, según los archivos y familiares, ni siquiera estar cerca del suceso. En cuanto a las víctimas el patrón era peculiar, todas tenían alguna relación a la política, y tres de ellos conservaban una navaja militar adquirida por sus servicios. La misma navaja con la que habían sido atacados, incluso los que no tuvieron una; Los cortes eran mucho más bruscos con los que se suponía no tenían la navaja, como si fueran apuñalados dos veces en la misma zona exacta para que el arma punzocortante se viera mucho más grande. Todo era más que sospechoso, y lo era aún más porque los informes estaban redactados de la forma más resumida posible, sin ningún detalle destacable.

Esto llevó a la resolución de dos cosas: La primera era qué quien sea que estuviera detrás tenía que ser de la misma calaña política y estaba siendo encubierto, y la segunda lo que Levi ya sabía.

Eren era inocente.

Y eso solo le hizo crecer el malestar incómodo en su pecho. Últimamente tenía esa sensación que no quería desaparecer. Inició aquella vez que el mocoso no llegó a limpieza en los baños, se intensificó cuando comprendió por qué el castaño había sido tan violento en biblioteca y siguió apareciendo cada que lo miraba en biblioteca o en el comedor con una apariencia sombría alejado de las multitudes.

Desde lo ocurrido en biblioteca con el chico siendo un torbellino de furia y palabras venenosas, Levi no había vuelto a hablar con él y había cambiado su rutina para no estar tanto tiempo en aquel lugar.

Y no es porque Levi había sido herido de alguna manera, porque ninguno de esos insultos o palabrotas tenía algún efecto en él, Levi no era un sensible. Eran palabras, tontas palabras que le importaban una mierda. Pero era evidente que el castaño seguía tomando todas las acciones de Levi por el lado equivocado. Y Levi ya estaba cansado del tema.

Ya había dicho más de una vez que no quería nada con el mocoso, ni siquiera eran amigos, ni lo quería como amigo tampoco y sí había dado a entender eso fue por error, Levi era pésimo para la elección de palabras. Él solo había querido tranquilizarlo porque había visto al castaño estremecerse y con ese ceño fruncido que se suponía era amenazador, pero no lo era, sólo reflejaba esa mirada que Levi había visto muchas veces antes y que esperó no verlo en esos ojos verdes. La violación nunca era un tema fácil. No era de sorprenderse, esas cosas eran inevitables para chicos como Eren. Levi no sabía qué estaba pensando cuando creyó que al mocoso no le pasaría, Levi debería saberlo mejor.

Ese fue el motivo por el cual Levi dejó que el castaño insultara y gritara todo lo que quisiera.

Sin embargo, después de eso, Eren empezó a evitarlo activamente. Fue mucho más evidente en biblioteca; El castaño se escondía lejos, pero la presencia estaba ahí tan tensa, silenciosa y malhumorada. Sabía que era la única zona segura y neutral en la que Eren se había referido más veces como su lugar de comodidad lejos de ‘malditos pervertidos’.

El lugar que alguna vez había sido cómodo para Levi, ya no lo era. Por ello lo evitó.

Con los días, el carácter del mocoso fue aún peor. Lo que había caracterizado a Eren ya no estaba más. Todas las tonterías y las sonrisas que molestaban a Levi parecían un recuerdo lejano. Eren simplemente existía, soltaba insultos vacíos y no peleaba como era bien conocido cada que lo molestaban. 

Más de una vez Levi quiso gritarle al mocoso para que entrara en razón y dejara de actuar tan deprimentemente con esa soledad autoimpuesta que parecía gritarles a todos que estaba listo para que lo mataran. Sin embargo, Eren era evasivo, no reconocía la presencia de Levi y desaparecía tan pronto Levi llegaba. Eso solo hizo enojar a Levi y recordarle que ni siquiera tenía que pensar en esto. Era prisión, cada quien se cuidaba solo. Y sin embargo… siguió manteniendo la alianza con Dimo. El anciano se había defendido diciendo que lo ocurrido a Eren no fue en su territorio, que un trato era un trato y que nadie en su zona lo había tocado indebidamente. En parte, Dimo tenía razón, a pesar de las burlas de los demás, nadie había sido abusivo como se esperaba. Y los prisioneros, por lo menos de los módulos ‘A’ y ‘B’, sí de verdad quisieran hacerle daño lo hubieran hecho desde hace mucho. Levi pudo haberle ignorado, desconfiar de su palabra y seguir con su vida y con su dinero. Pero, por mucho que el mocoso fuera un odioso, por lo menos merecía cierta tranquilidad cuando tenía una verdadera oportunidad de salir más temprano que tarde.  No tenía que pasar por lo mismo de nuevo.

No pudo evitar lo que le pasó al mocoso, pero podría evitar que sucediera en el futuro, podía evitar que el chico se arruinara por completo en prisión

Y Xavi… el bastardo merecía morir. Sinceramente, Levi ni siquiera había sospechado de él, por la forma en la que Eren había hablado de los guardias creyó que había sido uno de ellos, pero luego los chismes salieron a la luz. Las tonterías sobre Eren y Levi quedaron completamente olvidadas, Xavi era la nueva sensación… y el que había dejado marcas. A Levi le sorprendió el cómo Eren había terminado con ese desgraciado en primer lugar, puesto que estaba lejos de sus zonas comunes. Pero no obtuvo respuestas, probablemente no las obtendría y lo hecho, hecho estaba.  Xavi siempre obtenía lo que quería y le gustaba pavonear al respecto. Y no había nada que se pudiera hacer, porque no había ninguna prueba más que la palabrería de los demás que jamás atestiguarían en su contra. Y por lo devastado que estaba el castaño, no habló del suceso ni hablaría, e incluso sí lo hiciera Levi no creía que hubiera alguna diferencia. 

Xavi era intocable.

Decepcionante, pero la vida tenía que seguir. Eren debería entenderlo pronto, y por su parte, Levi solo podía quedarse con el deseo de que el rubio muriera espontáneamente, pero no tan rápido porque el desgraciado no se lo merecía, sí iba a morir, tenía que sufrir para ello.

La semana de visita llegó lentamente. Levi odiaba esa semana, era de mucha labor: órdenes, inspecciones minuciosas y de estar de un módulo a otro. Sin embargo, esta vez los apreció. Le hicieron trabajar tanto que logró olvidarse de los tristes y opacos ojos apagados del castaño, y de aquellas molestas actitudes que Levi no toleraba mirar de todos los reclusos por igual.

No obstante, el gusto le duró poco y pronto se encontró de nuevo en la oficina de Erwin ordenando la papelería por prioridad y alfabéticamente. Era aburrido, pero lo distraía. La abogada no tenía a nadie para trabajarle, por eso visitaba con regularidad y Erwin no confiaba en nadie más para manipular los documentos.

—Parece que Kyklo se siente mejor y con suerte, podríamos ir a juicio—mencionó Carla, mientras comenzaba a ordenar las carpetas y guardándolas en su maletín—. Entonces, creo que lo mejor sería ya no estar por aquí. Sería sospechoso y no quiero meterte en problemas Erwin, ya has hecho bastante.

Levi no entendía en que problemas podría meterse, Erwin nunca lo había mencionado. Por ello, miró al rubio en busca de respuestas, Erwin lo miró a cambio y explicó:

—No se nos tiene permitido involucrarnos demasiado—. Dijo y miró a Carla— Así que lo entiendo, cualquier cosa estamos aquí para ayudarte, no tienes que hacerlo sola.

—Oh no, no será problema. He contactado con algunos compañeros que están dispuestos a unirse a la causa y ya encontré un lugar donde asentarme. Vamos a iniciar un proyecto para poder ayudar a estas personas, merecen justicia. Pero primero, mi intención es liberar a Kyklo.

—Por supuesto, es comprensible, y estoy seguro de que lo lograrás.

Levi los ignoró, centrándose en terminar con los papeles. Los ordenó rápidamente y los fue a guardar, los rubios seguían platicando sobre sus ideas y planes a futuro. Después Carla le dio la mano a Erwin, despidiéndose formalmente. Levi recibió un ademan de cabeza y una despedida rápida:

—Hasta luego, Levi y si alguna vez crees que esto de ser guardia no es lo tuyo, llámame. Siempre se necesita un buen archivador — Y con una última sonrisa suave, la mujer rubia se marchó sin esperar nada.  

—Parece una buena idea—mencionó Erwin.

—Odio archivar—murmuró Levi y se sentó en la silla más cercana y que le parecía cómoda—. ¿Y bien, ahora qué?

Erwin fue detrás de su escritorio y se sentó en su asiento—. Bueno, ya nada depende de nosotros. Carla tendrá que encargarse de todo desde aquí. Tiene un buen plan: Va a encargarse del caso del joven Kyklo y demostrar que el juicio fue mal llevado. Después de eso tomará un par de casos más para evidenciar la incompetencia de Reiss a la hora de admitir el juicio. Para entonces, cualquiera de los juicios de Rod Reiss será cuestionable, incluso los más complicados. Reiss irá a donde pertenece y los reclusos inocentes conseguirán la justicia que tanto merecen.

Levi estaba dispuesto a preguntar por qué la terrible obsesión de Erwin, pero su reloj comenzó a sonar para indicarle su próxima tarea.

—Debo irme—dijo, con un resoplido.

Erwin sonrió y se recargó cómodamente en su asiento—. Hablaremos más tarde entonces… Y casi lo olvido, ahora que hemos terminado con esto, estoy seguro de que Hange va a querer recuperar el tiempo perdido. 

Levi chistó inconforme, pero internamente esperando a que Hange se le ocurriera algo. No había tenido mucha oportunidad de hablar con ellos; con Erwin envuelto con todos esos archivos y Hange cuidando al chico de enfermería, y hablando locuras con el trigueño que siempre la acompañaba. Levi no había tenido nada más que el intercambio de un par de breves palabras.

Por lo pronto, Levi iría a su turno de biblioteca, pero ya no sabía que leer ahí. Ya había terminado los pocos libros que habían llamado su atención, y ya no sabía que otro tomar. Todo estaba tranquilo, y Levi estaba distraído con su pensamiento referente a los libros hasta que entró a biblioteca. Se sorprendió de encontrarse con Eren acomodando libros en los primeros estantes de la zona principal, lo cual no lo había visto hacer en semanas. Normalmente, Eren estaría escondido en la parte trasera como un fantasma.

Pero la sorpresa pronto se desvaneció y con un suspiro, el guardia fue a buscarse una buena lectura, pero se detuvo cuando el joven prisionero se dio la vuelta. La mirada del castaño no parecía enojada, pero sí angustiada.

Levi pensó lo peor de nuevo, sin embargo, no estaba de humor para tolerar gritos problemáticos. Dio unos cuantos pasos para ir por un libro hasta que el mocoso comenzó a balbucear sin parar:

—Lo siento, no quise decir lo que dije, estaba enojado y no era justo, yo-…

El chico hablaba tan rápido que era muy difícil para Levi seguir, sobre todo cuando estaba sorprendido por las palabras.

—Está bien—dijo Levi, sin comprender.

—No, no está bien, no lo merecía y-… —interrumpió Eren.

Eren no se callaba, hablaba en un tono incompresible y repetía lo mismo cuando se quedaba sin palabras, diciendo una y otra vez que lo sentía.

Levi no sabía qué hacer, cada vacilación o palabra hacía que Eren se disculpara con más fuerza. Eso colmó la paciencia de Levi—… Estas siendo molesto, cállate—habló Levi, un poco demasiado fuerte pero que logró callar a Eren. 

Levi se arrepintió de inmediato cuando lo dijo, porque, aunque cumplió su objetivo Eren tenía un aspecto aún más miserable. El castaño mordía su labio inferior, tenía las manos junto a sus costados con los puños apretados, y la cabeza baja ligeramente en la vergüenza. Sus ojos, aunque no eran los brillantes y resilientes, tampoco se veían tan perdidos y tristes como hace unos días. Sus mejillas tenían un leve enrojecimiento. Hizo a Levi miserable, como si hubiera mostrado alimento a un cachorro hambriento, se lo hubiera negado y luego lo había pateado por el simple poder de hacerlo.

Por ello, Levi tomó unas cuantas respiraciones, sin saber muy bien qué hacer.

—Está bien, no hay problema—dijo al fin.

Eren abrió la boca para hablar, pero luego volvió a callarse y desvió su atención a otra parte.

Ninguno de los dos se volvió a decir nada, quedándose en un silencio incómodo y un ambiente tenso. No duró mucho aquel terrible ambiente, porque en menos de dos pestañeos los demás reclusos entraron. Levi había olvidado que llegaba a tan solo un par de minutos antes de que entraran los demás.

Tan pronto los recién llegados dieron sus primeros pasos en biblioteca, Eren de inmediato tomó cualquier libro cercano y fue a sentarse en el asiento que había abandonado y se encontraba cerca de Levi. Levi también tomó un libro cualquiera y fue a su lugar usual sin decir palabra. Que volvieran a su antiguo acercamiento hizo que más de un recluso mirara con curiosidad, y Levi sospechaba que eso no era lo único, que uno que otro recluso sí lograron verlos cuando ambos estaban ahí de pie como completos idiotas, porque, aunque el momento había sido breve, cualquier cosa era suficiente para incitar las habladurías y aún más con la apariencia de Eren que daba para teorizar. 

En ningún momento Eren miró a Levi, el castaño estaba tan centrado en su libro como si quisiera enterrar su cabeza en él. Levi no entendía el cambio y no sabía por qué lo estaba haciendo. Le era mejor que el mocoso se relacionara con sus otros compañeros reclusos que con él, a estas alturas el mocoso ya debería conocer todo lo que tenía que saber de la prisión. Al igual que sus consecuencias sí hacía un movimiento equivocado.

Levi no entendía que es lo que el mocoso quería, si según el chico había dicho que le desagradaba tanto, sobre todo los rumores que se esparcían dada su compañía.

La hora pasó increíblemente lenta, y cuando terminó todos los reclusos comenzaron a salir menos uno. A Levi no le sorprendió, Eren se quedaba hasta tarde porque el chico había estado evitando las tareas de limpieza. Entonces, cuando solo quedó Eren, y Levi ya iba a salir, el castaño lo detuvo:

—Lo siento—murmuró Eren de nuevo, sentado aún incómodo en la silla y volviendo su atención al libro cuando Levi lo miró.

—Ya te has disculpado—dijo Levi, tan cerca de la puerta de salida.

—Lo sé, pero...

—No importa, olvídalo—comentó, además recordó su posición y algo en él tenía que recordarlo al castaño—. Sólo no vuelvas a gritar, soy un guardia. La próxima vez no lo tolerare.

—Entiendo, yo…nunca lo volveré a hacer.

Levi asintió dispuesto a marcharse, tocó la manija de la puerta para salir, pero Eren volvió a detenerlo.

—Espere. Sí, si está todo bien. Po-podemos seguir hablando, como antes. Yo, extraño… extraño las charlas, esas cómo porque no tengo permitido mezclar el limpiador numero dos con el limpiador número cinco, quiero decir el dos huele terrible como, no sé, limón, pero un limón en mal estado y el número cinco huele como a chicle, o me parece chicle—esta vez, Eren lo miraba, nervioso e inseguro, con su mano derecha jugueteando con las hojas del libro y con una sonrisa tensa.

Pasaron menos de dos segundos para que Eren mirara hacia el suelo. Levi notó que el contacto visual de los ojos verdes era mínimo, Levi nunca lo había visto tan inseguro. Incluso en sus comienzos cuando comenzaron a charlar, el castaño no escatimaba en dar miradas o en expresarse si algo lo molestaba. 

—No es chicle, se supone que es canela. Y esas cosas son como 90% agua de llave y 10% algún limpiador barato. Si las mezclas lo único que lograras es perder el poco aroma que tienen—recordó Levi, mirando al castaño con el ceño fruncido—. Ya te lo había dicho

—Se lo digo, necesito hablar de esto, sí no me lo recuerda lo olvidaré y quizás lo haga y cada zona que limpie podría terminar con mal olor—dijo el castaño, sin perder la vista del suelo y con sus mejillas volviendo a ponerse coloradas.

Levi no lo entendía… o quizás no quería entender.

—Hasta luego, mocoso—. Dijo, y finalmente salió.

Más tarde esa noche, Hange sí tuvo una idea y terminaron cenando en el restaurante favorito de Hange. Fue agradable para Levi, al fin solo eran ellos tres como hace tiempo no lo habían sido. Hange no dejaba de parlotear, y fue la que mayormente dirigió la conversación, Erwin se conformaba con escuchar y Levi en criticar cada palabra que saliera de Hange, pero de vez en cuando la mujer de anteojos comenzaba a divagar demasiado y era muy fácil para Levi desconectarse. Y en esos breves momentos, Levi no pudo evitar pensar en el castaño.

Tal vez volver a las charlas tontas no sería tan malo. Después de todo, ya no había tareas pendientes por hacer, y tenía tiempo libre. 

Levi no volvió a aquella rutina donde se pasaba la mayor parte de su tiempo en biblioteca, por lo menos no tan repentinamente, hizo un cambio lento. Comenzó llegando un par de minutos temprano, luego cinco, ocho y así sucesivamente. El mocoso se alegraba cuando lo veía llegar y lo saludaba, pero las charlas ya no se iniciaban tan fácilmente como antes.

Sin embargo, ya no estaban los silencios incómodos y asfixiantes.

A veces simplemente estaban ahí, sin decirse una palabra cada quien, por su lado, pero conscientes de la presencia del otro, sin ser molesta o disgustante.

También, el castaño comenzó a reaparecer en sus turnos de limpieza. Ahí las cosas se volvieron algo conocido; Eren discutía con el recluso Kirschtein, asesoraba a Springer de cómo hacerlo mejor y cuchicheaba con el recluso Wagner. De vez en cuando se incluía a Levi en alguna plática.

Se tomaron un par de buenas semanas y muchas preguntas sin sentido volver a generar una confianza y el valor para que Eren dejara de desviar la mirada cuando hablaba con Levi.

Eren ya no estaba tan nervioso, sus hombros volvieron a levantarse y sonría un poco más, y lucía genuino, había una forma suave en la que sonreía. Ya no estaba esa forma rígida que siempre quería aparentar cuando soltaba una mala broma.

— ¿Alguna vez ha ido al mar? —Eren preguntó cuándo se encontraban a solas en biblioteca.

El castaño estaba sobre otro banco inestable que había encontrado. Por mucho que Levi le advirtiera lo peligroso que era, Eren había confesado que le gustaba subirse al tembloroso taburete por la adrenalina, que era lo único divertido que tenía por hacer. En respuesta, Levi le dijo que sí caía, no lo recogería ni le ayudaría en nada. Pero era un gran mentiroso, porque cada que Eren agarraba y subía al taburete inestable, Levi estaba cerca, listo en ayudar sí las cosas salían mal.

Hasta ahora, afortunadamente, no había ocurrido nada.

—No, no lo he hecho—respondió Levi, ignorando el libro en sus manos. Medio sentado en su silla y a un movimiento de estar de pie para evitar una desgracia.

—Yo tampoco. ¿Tiene pensado hacerlo alguna vez?

—No lo sé, quizás.

—Yo sí, cuando salga de aquí. Sabía que se sabe más del espacio exterior que del océano, se imagina que tan grande es. 

—No, no lo sabía.

Entonces Eren comenzó a titubear sobre toda la información que recordaba sobre el océano. Incomodando a Levi cada vez más porque con cada movimiento que el castaño hacía para guardar un libro, el banco temblaba hacia los lados peligrosamente y Eren luchaba por el equilibrio.

Después de unos minutos que se sintieron como una eternidad, el castaño sonrió y anunció: —Listo, he acabado— y bajó del taburete de un salto—. Que le dije, estoy bien.

Por fin, Levi pudo respirar tranquilamente—. Un día de estos te vas a caer y abrirte la cabeza.

—No lo creo, alguien me dijo que tengo la cabeza muy dura y que soy tan terco como una mula… a lo mucho tal vez me haga un moretón. Y mire, acabé en tiempo record, tengo siete minutos libres… a menos qué…—dijo Eren, y miró las mesas con expectación.

Levi rodó los ojos y miró a su alrededor. Se acercó a una de las varias mesas que había e inspeccionó el nivel de limpieza. Eren se tomaba muy enserio la limpieza y siempre esperaba la confirmación de Levi, aunque no había nada que confirmar; Eren era de los pocos reclusos que realmente se esforzaba en esto.

—Está todo en orden, haz lo que tengas que hacer antes de que lleguen los demás.

—Sí, capitán—exclamó Eren con una sonrisa—. Por cierto, déjeme ver si encuentro el libro sobre los océanos, tiene imágenes increíbles, sé que lo dejé por aquí.

‘Imágenes’ eso le recordó a Levi algo que quería mostrar hace tiempo.

— ¿Recuerdas que querías ver una foto de Gato? —preguntó Levi.

—S-sí— titubeo Eren, y miró a Levi con curiosidad—. ¿Tiene una foto?

—Lo hago, ¿Quieres verlo?

Haber preguntado fue como haberle dicho al chico que había ganado un premio millonario. Su rostro se iluminó, sonrió de una verdadera manera como no había visto en semanas, y se acercó prontamente junto a Levi.

—Sí, sí quiero verlo.

Recientemente Hange había impreso algunas fotos para enmarcar, entre ellas tenía una foto de gato y se la había dado a Levi para que la guardara en su billetera, ya que la imagen era medianamente pequeña. Levi no vio el caso, pero ahí la había dejado. Y era una buena imagen, mucho mejor de la que Levi había tomado; Gato estaba ahí sentado frente a la ventana, con su cabeza inclinada y mirando a la cámara.

Sacó su billetera, y fácilmente la encontró, desdobló la imagen y apenas lo hizo. Eren ya estaba junto a él como si fuera a ver algo increíble. El repentino acercamiento fue sorpresivo, muy probablemente no apropiado, pero tampoco era desagradable. Por lo que Levi no dijo nada, aunque lo hizo realmente consiente de la estatura del castaño.

—Es…—susurró el mocoso, mirando con detenimiento la imagen.

—Sí crees que es feo, deberías verlo en persona es aún peor—dijo Levi, y ofreció la foto.

Eren se burló y agarró la imagen, con sus dedos rozando ligeramente—. No sea tan malo. Iba a decir que es perfecto.

—Te tardaste en pensarlo y decirlo, seriamente, mocoso, eso me hace dudar.

Eren volvió a reír—No, lo digo enserio. De verdad, lo juro, es perfecto. Es solo que hace tiempo no miraba a un gato, simplemente lo estoy admirando.

Eren admiró al gato un poco más, después miró a Levi y sonrió—Gracias—dijo y devolvió la foto.

Levi recordaba su sonrisa desagradable, pero realmente notó que no lo era. 

—x—x—x—x—

Las semanas pasaban mucho mejor de lo que Eren pudiera haber imaginado.

Volvió a hablar con Thomas, Connie y Jean sin problemas, incluso con Levi. Aunque todavía no podía fingir una completa normalidad con Reiner ni Bertolt. No importa si Jean le había explicado los motivos de Reiner para hacer lo que hizo. O las veces que Reiner se había disculpado. Eso no recuperaría lo que Eren sintió, perdió y vivió. Sí se había vuelto a sentar con ellos en el comedor fue porque ya no quería estar solo, porque Connie y Thomas lo habían invitado más de una vez y Jean los había alentado.

Los reclusos seguían comportándose como de costumbre y habían vuelto hablar de un rumor ya muy familiar. Eren los ignoró, ya no le importaba, ni siquiera las miradas furtivas, los comentarios picaros y las burlas subidas de tono.

Eren tenía que seguir adelante. Aunque no era fácil, todavía tenía pesadillas, todavía se estremecía cuando alguien pasaba muy cerca de él y tenía ese amor-odio por las duchas. Por el día podía fingir mejor, demasiada presión por no mostrar alguna vulnerabilidad. Pero por las noches era todo muy difícil cuando cerrar los ojos podía llevarlo de vuelta a esa lavandería, o cuando se escuchaban los sonidos tan obscenos que le traían recuerdos atroces y le daban esas sensaciones como si alguien estuviera suspirando en su odio diciendo cosas tan desagradables.

— ¿Alguna vez desaparecerá? —le preguntó a Jean cuando estaban en horas libres, sin embargo, ambos estaban en la celda porque Jean estaba escondido fumando cerca de la ventana.

Jean exhaló el humo del cigarro y lo agitó un poco para tirar la ceniza.

— ¿A qué te refieres? —cuestionó Jean.

Eren no respondió.

—Ya entiendo…sí quieres escuchar un sí, lamento decepcionar.

—Oh…—haberlo escuchado, desanimó a Eren por completo. No podía imaginarse viviendo con los recuerdos para siempre, la simple idea casi lo hizo querer llorar.

—Piensa en otras cosas cuando ocurra eso, no sé, cualquier cosa buena, un buen recuerdo que se te venga a la mente—aconsejó Jean, quien siguió fumando su cigarrillo y cuando estuvo satisfecho tiró el resto del cigarro al baño— ¿Vienes?, tengo que evitar que Connie pierda la poca ganancia que le dejé.

Eren negó con la cabeza y fingió prestar su atención al libro en sus manos.

—Como quieras—dijo Jean, y salió de la celda.

Connie y Thomas estaban abajó jugando con otro grupo de reclusos y Jean iba en camino. Pese a que Eren podía fingir estar bien, hoy era un día particular en donde no estaba de humor.

Creyó que las palabras de Jean podían alentarlo como la última vez, darle ese empujón que necesitaba. Pero a cambio, esta vez lo habían dejado más deprimido.

Se sintió miserable durante el resto de la tarde, pero cuando llegó a su hora de biblioteca recobró la suficiente confianza para sonreír.

Levi era de las pocas personas junto a sus compañeros de celda que mantenían a Eren a flote. También de los que jamás cuestionó o lo miró como los demás con esa simpatía, burla o perversión que lo molestaban. Por ello, Eren no quería perder lo que sea que tuvieran.

— ¿Está todo bien? —preguntó Levi, dejando de leer el libro en sus manos y mirándolo con sospecha.

—Sí solo estaba pensando. Y bien, ¿ya llegaron nuevos libros? —dijo Eren, mientras tomaba el banco inestable. Sabía que a Levi no le gustaba, pero Eren necesitaba ese banco, quizás cuando Eren estuviera arriba guardando un libro muy pesado el taburete cedería, Eren caería, se golpearía la cabeza y le provocaría una amnesia que lo haría olvidar lo que tanto quería no recordar. Parecía imposible, pero era el único consuelo que tenía.

—Sí, están por allá—respondió Levi y señaló el carrito que tenía una variedad de libros. Levi fue a sentarse, tomó su libro y murmuró: —Ten cuidado.

—Siempre lo tengo— mencionó Eren.

Comenzó a guardar los libros pequeños en los estantes de abajo, por orden de temas y así como estaba acostumbrado. Tuvo suerte de que hubiera un par de libros pesados para el final.

Con un suspiro, subió al taburete inestable, un poco ansioso en saber que pasaría ahora. A pesar de que él se movió bruscamente, el banco jamás cedió.

Con decepción dejó de intentarlo y cuando terminó fue a sentarse en su asiento, tomando un libro que ya había leído antes y que era aburrido porque solo contenía dos imágenes de los personajes.

—Nunca me mostraste el libro—Levi habló, sacando a Eren de cualquier pensamiento.

— ¿Cuál libro?

—Ese de los océanos, no encuentro lo que le ves de fascinante… es solo agua.

Oír eso fue casi como un insulto—. No es solo agua, es… mire, tiene que ver las fotos—dijo Eren, ignoró su incomodidad y mostró su mejor actitud, en parte también porque se sentía ofendido. Eren había olvidado mostrar las fotos que había dicho aquel día porque ver a Gato fue un distractor muy grande.

Le llevó un par de minutos, pero pronto el castaño encontró el libro. Lo colocó en una mesa cercana y lo abrió en dónde se encontraban las imágenes más majestuosas.

—Es más que agua, es como otro mundo, se imagina todo lo que contiene— dijo.

Levi caminó hacia él, se puso a su lado para mirar. La cercanía puso nervioso a Eren, aunque Levi tomó una distancia respetuosa. No era la primera vez que estaban en tal cercanía, pero la primera vez Eren estaba tan emocionado con el gato que lo había ignorado, pero ahora tenía demasiado en su mente que lo estaba haciendo muy consciente. Notó con leve diversión que Levi era bajito, aunque jamás lo diría, nunca. Es más, ya ni siquiera quería pensarlo, así que comenzó a sacar cualquier charla que pudiera sobre todo lo que recordaba que Armin le había dicho sobre el mar. 

Levi escuchaba con atención, y de vez en cuando preguntaba algo. Cuando Eren no tenía respuestas, ambos buscaban esa pregunta en el libro, habían decidido sentarse, porque faltaban ocho minutos para que los otros reclusos entraran, así que tenían que ser rápidos para resolver sus dudas. Hubo uno que otro toque accidental, porque a veces Eren quería cambiar de página y Levi ya había encontrado lo que necesitaban, o ambos encontraban el párrafo exacto y lo señalaban al mismo tiempo. En esos momentos incómodos, Levi se aclaraba la garganta y volvía al tema, leyendo como si nada hubiera ocurrido. Y Eren, por su parte, simplemente rezaba para no ponerse rojo de la vergüenza.

Curiosamente, a ese tacto extranjero no le tenía miedo, quizás porque eran accidentales o porque confiaba en Levi. Sin embargo, eso no explicaba porque lo ponían tan nervioso.

Pese a todo, toda esa incomodidad y nerviosismo le hizo olvidar todo lo demás. Y le alegró el poder compartir una de sus pasiones con alguien más.


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