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Chico Problema por Ahiezer

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Notas del capitulo:

Un poco lento, pero tengo ideas para futuro.

Lo que puedan enseñarte los demás acaba en sí mismo, lo que aprendes por tu propia cuenta forma parte de ti. Y te será de gran ayuda.

Haruki Murakami

—x—x—x—

 

Enséñeme. Fue lo que Eren le había dicho, fue una respuesta inmediata, su boca hablando más de lo que debía, pero jamás imaginó que las cosas sucedieran como lo fueron.  

Eren esperó una burla, insulto o incluso una paliza por indisciplina, pero no fue así, Levi se lo había pensado, por lo que Eren decidió seguir con ello. Y la respuesta que se le dio fue sorpresiva. Eren verdaderamente no tenía conocimiento de nada, lo poco que sabía era lo que había visto en películas o que Armin le había comentado por los libros, pero no estaba seguro si tenía que fiarse de eso.  Todo era muy irreal.

En el par de días que le quedaban en aislamiento, intentó aprender todo lo que pudiera, por lo menos de esa manera no iría completamente a ciegas y no volvería a cometer los errores del ayer.

Eren despertaba por las mañanas recibiendo patadas, que no eran duras ni dolían, solo advertían que alguien estaba ahí.

Levi era un consejero particular.

—No duermas de esa manera.

— ¿Qué? —pidió Eren, somnoliento. Acorrucado contra la pared, ladeándose un poco para ver al oficial.

—Estas dando la espalda, nunca des la espalda ni duermas boca abajo.

— ¿Sabes pelear?

Eren resopló, arrogante —Claro que-…—fue interrumpido por una patada rápida y que le sacó todo aire. Eren cayó al suelo, tocando su abdomen adolorido.

—No, no sabes—fue la tranquila e indiferente respuesta—. Tsk, ese no será mi problema.

Eren gruñó en la molestia—. No es justo…-

— ¿Y crees que ellos te advertirán antes de golpearte? —cortó Levi.

Eren no dijo más, apretó sus puños y negó con la cabeza.  Sintiéndose impotente el no poder contratacar, estaba con un oficial después de todo.

 Levi no cambió su expresión y aconsejó: —. Evítalas, pero si son inevitables entonces no te rindas.

Eren abandonó su ceño fruncido, las palabras lo habían tomado por sorpresa. La palabra <<Rendirse>> no estaba en su vocabulario.

—Es mejor pelear y no ganar, que dejar que te venzan sin intentarlo.

Eren escuchó con atención cada palabra, aprendiendo de ellas. Levi sabía mucho, siendo un oficial tuvo que haber visto demasiado, pero por extraño que pareciera a veces sonaban como si fueran experiencias propias. Sin embargo, Eren alegó consigo mismo, diciéndose que tales pensamientos eran estúpidos.

— ¿Qué te dije sobre mirar fijamente? —le recordó Levi, con una ceja levantada.

Eren de inmediato lo evitó—.  Lo siento—se excusó.

Levi ignoró las palabras, —Andando—ordenó.

Hoy era el día en el que por fin salía del lugar oscuro, Eren estaba aliviado. No es como si estar afuera era mejor, pero estar encerrado en el fúnebre lugar lo estaba volviendo claustrofóbico. 

Gunther y Auruo lo escoltaban -Había aprendido sus nombres ya que Levi los mencionó recientemente-, y delante de él estaba Levi, caminando con firmeza. Eren lo seguía como una sombra. Fue llevado a ir por sus cosas que seguían intactas y siguieron su camino hacia los módulos. Después el hombrecillo se detuvo y se hizo a un lado para poder abrir la puerta, Eren también paró, y no se movió, esperando que Levi volviera a tomar frente. Lo cual no hizo.

Gunther le indicó a Eren seguir. La gran puerta enrejada estaba delante de él, esa era la que llevaba a las celdas. La reja se abrió provocando chirridos, Gunther la atravesó primero, después él y Auruo.  Eren miró el pasillo lúgubre y frío, en cada costado se veían las celdas enumeradas, y en el fondo un pequeño centro recreativo con algunas mesas y sillas pegadas al suelo, en el segundo piso había más celdas un poco menos que en la zona inferior, pero entre ellas estaba a la que Eren pertenecía. Estaban dentro del módulo.

Eren dio su primer paso y lo sintió como el primer día, incluso unos presos ya estaban cerca de las puertas, observándolo. Atraídos por la curiosidad en saber si había ingresado uno nuevo.

—Volvió—escuchó una voz rasposa comentar.

Sintió las miradas en él, todo como la primera vez. Incluso su miedo, pero no lo aparentó, se convertiría en un objetivo sí lo hiciera. Mentalmente se preparó para los comentarios ofensivos, y a diferencia del primer día, se limitó a no mirarlos.

Caminó en silencio y sin arrastrar los pies como aquella vez. La puerta volvió a crujir indicando su cierre. El sonido atrajo más atención hacia Eren, sin embargo, todos estaban tan callados, sólo observando. Eren se cuestionó el porqué, hasta que escuchó un par de suelas de zapato detrás de él. Intentó mirar por el rabillo del ojo, sin tener que ladear la cabeza.  No pudo observarlo, y fue inevitable girarse un poco para ver.

Era Levi, quien también lo observó con su expresión aburrida y ojos de acero. Eren posó su vista al frente de inmediato, caminando obediente.

Cuando iban subiendo por las escaleras, Gunther repasó las reglas y horarios, recordándole como debía vivir de ahora en adelante.

Estando frente a la reja de su celda compartida. Jean, Connie y Thomas estaban acostados, aburridos. Pero cuando la puerta abrió, Jean fue el primero en mirar.

—Tan pronto… Oh, eres tú—dijo, al principio sorprendido, después decepcionado.

Una vez adentro, los guardias lo abandonaron.

—Sigues con vida—habló Connie, con una pequeña sonrisa.

Eren asintió sin humor para hablar -por el momento- y se acercó a la que ya había acordado como cama.

Jean le observaba, atento, posiblemente para que no tocará su colchón. Eren no lo hizo, se apoyó con sus manos a la litera superior y no necesitó de ninguna ayuda externa para subir.  Ya arriba, acomodó sus cosas; La almohada grumosa, los libros de Armin en una esquina y la sabana en la orilla.

— ¿Estás bien? —preguntó Thomas.

—Lo estoy—Eren tranquilizó, sin embargo, la mirada curiosa y preocupada de Thomas seguía.  

Podía ser entendible, pues el aspecto de Eren había cambiado; Sus ojos un poco apagados, con el moretón en la mejilla recibido el primer día, aunque, esta había cambiado de coloración a uno verdoso amarillento, y se había puesto un poco pálido por la falta de luz en sus días de encierro.

—Cuando eres nuevo y joven no tienes días fáciles, si quieres hablar…-—Thomas expresó con preocupación.

—Estoy bien—Eren repitió, mucho más calmado. Cuando su espalda tocó la cama, de inmediato tuvo la necesidad de dormir —. Es demasiado temprano—se quejó, recostándose. Liberándose de toda tensión de cuando entró, y eliminando la fachada indiferente. Eran las ocho de la mañana, tomando en cuenta que no había estado durmiendo bien desde hace días y que no era muy buen madrugador, el horario le era agobiante.

Thomas suspiró aliviado y con cierta diversión—. Así que es eso—musitó. 

—Sí, los horarios de aquí apestan al igual que la comida, pero después te acostumbras—acordó Connie, estirándose. 

Eren tenía una facilidad para hablar, Connie y Thomas haciéndole segunda. Los tres dialogaban, no sobre sus vidas, sino sobre cualquier otra cosa como la comida o los inflexibles horarios que tenían. Jean rodó los ojos, no queriendo ser partícipe de la conversación, simplemente dormitó un poco esperando el desayuno. E irritado al saber que no era suficiente con Connie, ahora había otro escandaloso en su celda. 

En la hora de la primera comida, todos los reclusos eran libres para ir al comedor. Eren estaba detrás de sus compañeros, todavía charlando con Connie y Thomas. Jean estaba molesto y lo dejaba ver, expresándose en cada oportunidad. A Eren le importaba un comino lo que dijera, incluso a pesar de que Jean los acusó de ser demasiado ruidosos y que podrían atraer problemas. 

Estaban charlando, sobre todo Connie y Eren, sobre películas, pero hablaban casualmente, como si no estuvieran en prisión, era más como si solo fueran a un lugar por comida rápida.

—Podrían callarse—dijo Jean, por décima ocasión, recibiendo el alimento.

Ambos lo hicieron, pero entonces Eren frunció el ceño—No tengo porque hacerlo—y siguió charlando con Connie.

Jean resopló molesto.

Eren lo notó, notaba lo claramente molesto que estaba Jean, ¿Por qué?, honestamente no le importaba. Estaba teniendo su primera charla real, era agradable; Connie tenía buenos chistes y conocía buenas películas.

Ambos fueron servidos, Connie y Eren compararon su comida.

—Maldición, me sirvieron más que a ti— Eren se quejó, al ver que en su plato habían puesto más del arroz crudo que a Connie, a quien le habían servido menos. 

—Es porque te ven todo flacucho—Burló Connie, caminando hacía alguna de las mesas. Connie era un poco más bajo, con una complexión delgada, sin embargo, la vestimenta le quedaba a la perfección. En cambio, a Eren, le quedaba un poco grande, el traje anaranjado colgaba de su esbelta figura.

Eren dio un último vistazo a la desagradable comida, antes de seguir a Connie y Thomas.

— ¿Por qué te sientas aquí? —comentó Jean, cuando Eren tomó asiento junto a Thomas.

—No veo que este ocupado—Eren dijo, acomodando la bandeja y abriendo con descaro la botella de agua para tomar un poco.

Jean vaciló para protestar, pero guardó silencio al ver que un par de hombres se acercaban.

Uno era rubio, tenía un ligero parecido a Thomas; Rubio, alto, piel clara, cejas delicadas, ojos cafés claros y una apariencia robusta de músculos.  El otro era mucho más alto, cabello negro, cejas oscuras y delgadas, cara alargada y seria, y unos ojos con una tonalidad ligeramente verde.

El rubio tomó asiento, dejando caer la bandeja -por suerte nada se derramó-, el sonido llamó la atención de Eren de inmediato, quien se sobresaltó un poco ante el repentino sonido.

—No veo problema en que se siente con nosotros, Jean—dijo el rubio.

—Como quieran, yo no pienso pagar su protección— Farfulló Jean, con malhumor, metiéndose una cucharada de arroz a la boca.

— ¿Protección?, yo no…- —Eren alegó, pero fue interrumpido.

—Te he visto, eres el bastardo que le dieron una paliza, ¿No es así? —preguntó aquél rubio.

La memoria de ese día llegó a Eren, —Sí, no fue mi mejor momento—respondió con cierta vergüenza. 

—Fuiste valiente, la mayoría se hubiera alejado—una voz habló, era muy suave y ligera. Eren notó que pertenecía al moreno alto, ni siquiera se había dado cuenta que se había sentado con ellos.

—Es cierto, la mayoría sólo deja que las cosas sucedan—comentó Thomas.

—Sí, por eso a Samuel no le fue muy bien—agregó Connie.

—O a Tom—añadió el moreno.

—Boris, ese se llevó la peor parte—el rubio dijo.

Eren estaba abrumado por los nombres y con la curiosidad por saber qué les había pasado. Estaba a punto de preguntar, pero Jean le interrumpió.

—Comportarse como un idiota tampoco te ayudará—habló Jean, sin importancia, comiendo con naturalidad.

— ¿Qué quieres decir? —Eren replicó, ofendido. Hablando un poco demasiado alto. Sin entender plenamente porque el cara de caballo estaba siendo grosero.

—Mírate, estas siendo ruidoso—Jean se quejó—. No puede ser que no puedas tener una conversación sin ser tan escandaloso.

Eren frunció el entrecejo, y en efecto, estaba siendo observado de nuevo. Entre todas esas miradas, aparte de encontrar al bastardo que había arruinado su primer día, encontró al hombre de los baños. Sabía que tenía que ignorar la mirada y seguir con lo suyo, pero no podía dejar esto pasar. Así que mantuvo la mirada.

—Eren, no querrás hacer eso—Connie aconsejó.

— ¿Quién es ese? —Preguntó Eren, estrechando la mirada, el hombre le sonrió sin vergüenza. Eren no cambió su expresión enfadada.

—Dimo Reeves, aléjate de él— dijo el rubio, tomando a Eren por el brazo obligándolo a sentarse. 

—Oye—Eren se quejó.

—Es un hombre peligroso, deja de mirarlo—la voz del rubio sonaba diferente, más autoritaria y tenía una expresión seria. El rubio tomó un bocado de su alimento como si el minuto anterior no hubiera ocurrido.

Connie, Thomas, el moreno y Jean le imitaban comiendo en silencio, como si no pasara nada.

—Haz lo que nosotros—el moreno explicó.

Eren se sentó más erguido, confundido y con cierta incertidumbre. Tomó la cuchara y fingió que tomaría un bocado. Las miradas seguían en ellos, uno que otro murmullo y después todos siguieron en sus propias charlas.

— ¿Qué fue eso? —preguntó, al ver que la situación se había calmado.

—Nos meterá en problemas, dejémoslo por su cuenta—Jean farfulló, tomando agua.

Thomas ignoró el comentario, y respondió la duda de Eren—Estaban esperando divertirse.  Nunca debes mirar a un preso directamente a los ojos.

Eren quería mirar de nuevo, ver que hacían los demás, pero Connie advirtió: —No es buena idea.

¿Eso era todo?, mirar hacía la mesa, comer en silenció, dejarse ser pisoteado por los demás, acatar reglas… ¿Qué clase de vida era esta?

Quería alegar, reprochar por los absurdos comportamientos. Sus puños apretados en la molestia, su expresión furiosa, pero todos aquellos sentimientos tenían que irse.

—No te malgastes, sé lo que sientes. Pero las cosas no cambian de un día para otro—El rubio volvió a hablar con seriedad, después lo miró. Su expresión se volvió solidaria, y tenía una media sonrisa— ¿Cuál es tu nombre?

—Eren—respondió, cansado, con el malhumor invadiéndole.

—Soy Reiner, y él es Bertolt — dijo el rubio, inclinando la cabeza, señalando al moreno. Bertolt ofreció una pequeña sonrisa tímida.

—Tranquilo, Eren. Ya te lo dije, te acostumbrarás, no es tan malo—Connie comentó, con su buen humor y sonrisa de vuelta.

—Me acostumbraré…—murmuró Eren con desdén, no creyendo tanto en las palabras.

 Reiner se encargó de aligerar el ambiente. Tenían conversaciones de diferentes cosas. Eren logró ignorar su enfado cuando otros temas captaban su atención. Era fácil hablar con todos ellos, aunque era claro que Jean no le tenía mucho aprecio por los comentarios que daba. De vez en cuando hablaban sobre “negocios”, de los cuales Eren no entendía, cuando preguntaba era ignorado, pues cambiaban de conversación.

La hora de la primera comida duró a lo mucho 40 minutos, después tocó la hora del “recreo”, en este tiempo se les permitió salir al patio; Era un patio grande, pero contenido en grandes cercas y siendo vigilado por guardias. Había ciertas áreas llenas de pastizales y otras con mesas, banquillos, zonas de deportes y un mini gimnasio.  A pesar de que Eren olía el aire fresco, ver que estaba encerrado en esas enormes murallas, mataban su espíritu.

Con un suspiro se resignó y caminó junto a los otros. Los demás reclusos de inmediato tomaron sus lugares usuales; Las banquillas se llenaron, las canchas de baloncesto, otros solo se recargaban en las rejas y simplemente otros decidieron permanecer dentro.

En cambio, ellos quedaron en medio y decidieron ir a buscar lugar en las bancas. En el camino, Jean decidió abandonarlos.

—Me voy—Jean dijo, caminando hacía el apartado donde se encontraban los fumadores.

— ¿A dónde vas? —Eren preguntó.

—Que te importa, Jaeger—comentó, alejándose.

—Estúpido caballo—farfulló Eren.

Reiner rió, al lograr oír el insulto. —. ¿Qué fue eso?, nunca le han dicho de tal manera.

—No entiendo el porqué, si tiene toda la cara larga como un caballo.

El rubio sonrió negando con la cabeza en diversión y siguieron con las charlas.

La conversación con los demás fue amena y encontraron un pequeño lugar para estar. Le advirtieron de ciertas cosas, al igual que Levi lo había hecho. No lo he vuelto a ver, Eren pensó. Miró hacía arriba, donde estaban las torres, el lugar de los guardias, pero no lo vio. Ni siquiera con los que estaban cerca de las puertas. 

 No pensó mucho en él cuando Thomas simplemente se retiró, alejándose con un grupo de hombres que se veían mayores como para que Thomas tuviera alguna relación. Eren estaba tentado a preguntar, pero Connie, Reiner y Bertolt estaban relajados, tal vez era una escena de todos los días. Connie también se fue, pero éste iba y venía, corriendo de un lado a otro como si fuera una especie de mensajero.

Reiner y Bertolt eran los que se quedaron junto a Eren. Cuando tenía alguna pregunta, ellos la respondían, sin embargo, había cosas que no contaban como lo que hacía Jean, Thomas y Connie, sólo se le dijo que era parte de su protección, de su manera de hacer negocios. Eren no entendió y siguió insistiendo.

—Haces muchas preguntas… y eso es malo, Eren— fue todo lo que dijo Reiner, y ya no se habló más del asunto. 

Una hora fue el tiempo que se les dejó en el patio entre algunas conversaciones y silencios incómodos. Cuando estuvieron adentro, fueron separados, pues Bertolt y Reiner pertenecían al otro módulo y por lo que Eren escuchó se les separaba por cuestiones de seguridad.

Jean se les unió más tarde, mientras que aún no había noticias de Thomas. Estando en la zona de recreación del módulo, tomaron unas sillas y jugaron cartas que Jean había conseguido. Eren aprendió diferentes formas de jugar a las cartas, junto a uno que otro recluso que se les había unido.

Dos horas pasaron y se les dio la segunda comida. Thomas también volvió.

— ¿Qué hacías? —preguntó Eren cuando todos estuvieron en la mesa.

—Cosas— Thomas respondió, indiferente.

Eren lo observó, con extrañeza, Thomas se veía diferente, pero Eren no podía distinguir bien que era.

— ¡Síí!, curry—dijo Connie, enterrando el cubierto en el plato.

— ¿Eso es curry? —Eren preguntó, dando toqueteos torpes con la cuchara a su propio plato. El platillo de nuevo incluía el arroz, pero esta vez acompañado del curry, aunque no lo parecía ya que era completamente acuoso como un caldo. Esta vez no hubo pan ni agua, a cambio le fue entregado un jugo. Lo único que parecía satisfactorio.

La segunda comida transcurrió con más calma, y cuando terminaron sus 40 minutos, se les llevó a realizar sus trabajos.

La limpieza fue una labor difícil, el oficial encargado fue Auruo, quien los ponía a relimpiar mil veces una cosa sin dar el motivo del porqué. Para la hora de la cena, Eren estaba agotado de tanto limpiar. La cena era crema de zanahoria, y era un plato pequeño. Lo cual fue un alivio, porque no tenía un sabor muy agradable.

Al finalizar la hora de la cena, todos volvieron a sus celdas, en donde fueron asegurados y toda luz les fue apagada. Las únicas fuentes de luz que dejaban encendidas eran donde estaban los guardias dando sus rondas. Pero en sí, la celda era completamente oscura, entraba muy poca luz de afuera.

— ¿Qué te pareció tu oficialmente primer día? —preguntó Thomas, en voz baja, después de unos minutos en silencio.

—Aburrido y pesado —respondió Eren, mirando hacía el techo. La cama era mucho mejor que el de la zona de aislamiento, pero… no era su cama. Extrañaba su antigua cama, extrañaba contar historias con Armin y Mikasa… extrañaba muchas cosas.

¿Qué estarán haciendo?, se preguntó. Podía pensar en muchas cosas que pudiera estar haciendo ahora con ellos, como ver una película, quejarse de la mala programación que había en las noches, buscar más comida, o terminar la tarea que dejaba para última hora. Con tan sólo imaginar la cara de preocupación de Armin, quien siempre parecía más preocupado en ayudar a terminar a Eren su tarea que el mismo Eren, y los regaños de Mikasa por dejarlo al final.

— ¿Eren? —escuchó que alguien llamó su nombre, pero estaba tan perdido en sus pensamientos que no reconoció a quien pertenecía.

— ¿Sí?

—Ignora a Jean, estaba siendo un culo—Connie dijo, a lo cual Jean se burló.

—Sólo digo la verdad.

—No era necesario, Jean—Thomas declaró.

— ¿Verdad?, ¿De qué estaban hablando? —cuestionó Eren, confundido.

Esto provocó una carcajada de Jean —En verdad que eres lento, Jaeger.

Eren apretó sus puños a punto de protestar e iniciar un conflicto, hasta que uno de los guardias se acercó y golpeó las rejas.

—Guarden silencio, mocosos meados.

El guardia conocido los miró despectivamente y se marchó unos segundos después farfullando cosas intangibles. 

—De todos modos, no me importa lo que digas, cara de caballo— habló Eren, aún sumido en la curiosidad de lo que habían hablado, pero Jean sólo iba a seguir burlándose de él. Iniciar una pelea por estupideces que había dicho el caballo no valía volver a aislamiento.

— ¿Cómo me llamaste? —Jean exigió, con molestia.

 —Lo que oíste— respondió Eren.

—x—x—x—

2:00 AM

Nada nuevo y todo tranquilo. Todo su día se basó en eso, en nada, Levi no había recibido alguna llamada, a excepción de una, pero no tuvo que involucrarse, lo que estaba bien ya que significaban más horas de paz, limpiar y tomar té. Levi sólo recibió una llamada como a las once indicando que los internos de la 104 del módulo A, habían tenido una pelea, pero, así como se había iniciado se terminó.

Levi se acomodó más en su silla. Ya era hora para dormir, y no tenía sueño. Siempre se mantenía alerta para recibir lo peor. Tomó un sorbo más de su té y se relajó en el asiento.

Cuando escuchó la perilla de la puerta, de inmediato tomó su postura firme.

—Sabía que estarías aquí—dijo Erwin, entrando a la habitación.

— ¿Qué no sabes tocar?, te quejas de que yo no lo hago, cuando tú tampoco lo haces—Mencionó Levi, lo que provocó una sonrisa de Erwin.

—Supongo que estamos a mano. Deberías estar en tu casa, las cosas por aquí están tranquilas. 

 Levi suspiró— Supongo que andan pasándose drogas por ahí, andan muy quietos. Esos bastardos, creen que nos pueden burlar.

—Mientras aún no sepamos de donde viene directamente, y no hallan muertos, podemos dejarlo pasar—explicó Erwin.

—No es como si pudiéramos detenerlo completamente, esas jodidas cosas siempre vuelven.

Erwin asintió y caminó a una silla cercana, tomando asiento—. Hange me dijo lo que estuviste haciendo estos días.

— ¿Así?, ¿Qué te dijo? —Levi alzó una ceja, intrigado por las habladurías tontas que saldrían de la boca de cuatro ojos.

—Que estuviste con el nuevo recluso, ayudándole.

—Define ayudar—Levi pidió.

Erwin lo ignoró y prosiguió— Ella cree que si un recluso fuera aconsejado, tendría más posibilidades de sobrevivir. Aunque, después admitió que en realidad necesitabas distraerte.

—Esas gafas de mierda, sabía que planeaba algo. Y, ¿distraerme?, ¿Para qué?

—Nunca sales de aquí, lo que ella sugirió fue una tontería, pero estamos hablando de Hange.  

—Tienes razón—murmuró Levi. Esa mujer estaba loca, desde que la conoció fue así, ni siquiera sabía porque se mantenía con ella, hasta que recordaba que no era porque él quisiera, fue porque la extraña cuatro ojos decidió que serían compañeros e incluso amigos, aparte era amiga de Erwin, y ese hombre era su único amigo. No tenía muchas opciones.

— ¿Funcionó?

Levi levantó la cabeza hacía Erwin, que esperaba expectante una respuesta. Levi negó con la cabeza —No importa, no va a sobrevivir.

— ¿Es tan malo?

—Es un mocoso, Erwin, no debemos esperar mucho. 

— En ese caso, ¿Por qué decidiste involucrarte?, si guardas tan pocas esperanzas, parece ser que fuera una pérdida de tiempo.

—No invertí mucho tiempo, y ayuda a que la habitación de cuatro ojos no apeste.

— ¿Y eso es todo? —preguntó.

— Eso es todo.

Erwin no presionó más. Se mantuvieron en tranquilidad hasta que Erwin se levantó de su asiento y habló: —. Deberías dormir—aconsejó.

—Lo haré cuando muera—respondió Levi, mordaz, después sus características se suavizaron, recordando que no hablaba con cualquiera—. Estoy bien. No necesitas preocuparte.

Erwin siempre había demostrado preocupación por las carentes horas de sueño de Levi, igual Hange, y las pocas personas que Levi había aceptado en su vida. Las grandes manchas oscuras bajo sus ojos eran una constante en su vida; Levi no recordaba desde cuando durmió más de tres horas. A pesar de dejar la vida difícil y delictiva, el insomnio no lo abandonó. Levi creyó que con el tiempo aquella cosa terminaría, pero nunca lo hizo, se mantuvo con él, por lo que simplemente se acostumbró a ello.

—Levi, hablo enserio—Erwin mandó.

—Yo también—respondió Levi.

—Bien, haz lo que quieras—suspiró Erwin—. Por lo menos trata de ir a casa cuando no eres requerido, no quiero que mueras aquí por insomnio crónico. No podría aguantar a Hange solo—. Con esto, el gran rubio se marchó dejando a Levi solo.

Levi tomó más tragos de su té, cuando lo terminó, simplemente se acomodó más en el asiento y naturalmente se durmió. Durmió sus tres horas de sueño, no más no menos.

—x—x—x—

Eren tomó la bandeja del desayuno y se dispuso a “sorprenderse” con lo que le servirían. Ayer en la noche se había peleado con Jean, por lo que estaba serenamente en la fila del comedor. Les llamaron la atención, pero no los llevaron a aislamiento. Eren tenía que admitirse que pelearse con Jean le había ayudado a relajar la tensión acumulada, aunque el maldito golpeaba duro y Eren no se sorprendería que tuviera alguna marca de conflicto. Aparte, también estaba cansado, no durmió bien, en la noche alguien estaba haciendo ‘eso’…todo fue tan incómodo y vergonzoso. Que le costó dormir.

El desayuno de hoy era pan tostado y yogurt, fue más que aceptable. Era poco, pero Eren ya estaba cansado del arroz, por lo que estaba agradecido.  Estaba detrás de Thomas para ir a la mesa, cuando fue sorprendido por dos hombres, cada uno a un costado, caminando junto a él.

—Síguenos—uno ordenó.

—No—Eren respondió, caminando con tranquilidad sin dejarse intimidar.

—Oye, no querrás hacerlo por las malas—amenazó el otro.

Eren notó que Reiner, Bertolt y Jean que ya estaban en la mesa miraban hacía él, y que Connie y Thomas simplemente siguieron caminando, abandonándolo. Parecía que no iban a involucrarse, lo que molestó a Eren.

—Le debes a nuestro señor y si no vienes con nosotros…-

—No te tengo miedo—cortó Eren. Sin embargo, recordó lo que Levi le había dicho de los adeudos, y él ya quería terminar con eso —. ¿Dónde está?

—Síguenos—le dijeron.

A unas cuantas mesas se encontraba aquel ‘Señor’ y cuando Eren lo vio, sintió disgusto en su estómago de inmediato; Era el hombre de las duchas, Dimo Reeves, por lo que recordaba.

—Toma asiento— el hombre pidió.

—No, sólo di…-

—Dijo que tomaras asiento, hazlo—le interrumpió el otro hombre junto a él, exigiéndole.

Eren fue obligado a sentarse, y no queriendo atraer más atención simplemente obedeció de mala gana.

Dimo apoyó sus codos en la mesa, poniendo las manos sobre la mesa como si fueran a tratar algún negocio serio—. Dime, ¿Sabes quién soy yo?

—Dimo algo—respondió Eren, encogiéndose de hombros, sin interés. Odiaba a la gente abusiva y tener a alguien así frente a él, lo enojaba.

—Más respeto—le ordenó un lacayo.

—Soy más que eso, soy alguien muy importante aquí. 

—Sin rodeos, dime ¿cuánto te debo? —habló de inmediato Eren. Deseando irse rápidamente del incómodo lugar. 

—Pero que insolente— escuchó el farfullo del otro, pero se detuvo cuando Dimo hizo un ademán con la mano. 

Dimo sonrió — ¿Te refieres a la servilleta que debías?

—Sí, a esa estúpida cosa. No entiendo por qué hacen tanto escándalo por una.

—Oh, pero si eso yo lo pagué. Ahora me debes a mí.

Eren no veía la diferencia, y de todas formas tenía que pagar; Tenía dinero en el monedero electrónico que se le dio, pero no sabía cómo hacer una transacción para otro recluso, efectivo no traía, así que ¿Cómo debía pagar?

Dimo seguía murmurando cosas, pero Eren estaba perdido en sus pensamientos, buscando una forma de pagar hasta que llegó una idea a su cabeza. Miró su bandeja, y a pesar de que la comida se veía buena, tenía que dejarla ir con la esperanza de ya no tener que lidiar con este tipo de personas.

Empujó la bandeja hacía Dimo, el hombre lo miró perplejo, mientras que sus lacayos lo vieron como un insulto.

—Si lo dañan, pierde valor—Dimo advirtió de inmediato y dio un vistazo a la bandeja frente a él — ¿Qué significa? —preguntó confundido, observando al joven muchacho.

—La puedes vender y conseguir el doble. Estoy seguro de que hay presos hambrientos y no dudarían en gastar por comida.

Dimo al escuchar la simple respuesta no pudo evitar reír, soltando fuertes risas y consiguiendo la atención del comedor.

Con la deuda pagada, Eren ya se sentía en la libertad de irse. Se puso de pie, pero uno de los hombres lo detuvo.

— ¿A dónde crees que vas?

Eren gruñó, apretando el puño para soltar un golpe, sin embargo, se contuvo cuando Dimo ordenó:

—Suéltalo

—Pero señor…

—Que no ves que ya me pagó—continuó Dimo.

El hombre aflojó su agarre de mala gana y Eren lo apartó con brusquedad.

—Esta vez te dejaré ir sólo porque estoy de buen humor, pero nuestros asuntos no han terminado—Declaró Reeves.

—Ya te pagué— justificó Eren, y se alejó del lugar para volver a donde debería. Las cosas que Dimo decía, Eren decidió ya no escuchar. En la mesa, Connie estaba sorprendido al igual que Thomas y Bertolt, Reiner seguía con una media sonrisa y Jean trataba de suprimir su risa.

—Pero que idiota, Jaeger—Jean mencionó con una sonrisa burlona.

—No sé si fue valiente o estúpido— comentó Thomas.

—O suicida, es Dimo Reeves del que hablamos—habló Connie, incrédulo.

— ¿Qué tiene de especial?, es solo un criminal más—dijo Eren, tomando asiento con el enojo evidente—. Por cierto, gracias por nada, tenía toda la situación bajo control— se cruzó de brazos y los apoyó en la mesa.

—Perder comidas e ir aislamiento, no gracias, Jaeger, no lo vales—dijo Jean.

—No es nada personal, Eren—dijo Bertolt, humilde.

Reiner decidió no explicar, pero a cambio ofreció su Yogurt. Eren lo rechazó, aún enfadado.

—No iba a dañarte—suspiró Reiner—. No le convendría.

— ¿Cómo estas tan seguro? —Eren pidió, con el ceño fruncido.

—El no daña la mercancía, al menos que tenga interés.

— ¿Mercancía? —Eren cuestionó abiertamente, después de pensar la palabra lo comprendió—. Yo no soy un objeto—protestó.

—Aún no…—dijo Thomas, tan bajo que casi fue imperceptible. 

—Tranquilo, Eren. De todos modos, Dimo no se atreve a hacer algo cuando el capitán está cerca.

— ¿El capitán está aquí? —preguntó Eren, mirando hacia donde estaban los guardias, pero no encontró a Levi.

— ¿Le tiene miedo? —preguntó Connie en voz baja al ver el interés.

—Lo jodió en público, es normal que le tenga miedo—fue la respuesta susurrada por parte de Jean.

Eren resopló y enterró su cara en los brazos.

Quiero salir de aquí.

.

Dos días después…

La rutina cambió por ser hora del baño, Eren ya extrañaba ducharse y recordaba fielmente que tenía que mantenerse limpio. Él, junto a los demás, fue de los primeros en entrar a las duchas.

El pensamiento de Eren era que las últimas regaderas tenían más privacidad y que los del frente estaban más expuestos así que deseando tener un poco de intimidad para poder bañarse tranquilamente, se dirigió para allá.

Fue tomado por el antebrazo —. ¿A dónde crees que vas? —cuestionó Reiner.

—No voy a bañarme aquí, todos van a verme y ya estoy cansado de que me miren—respondió Eren.

—Pero Eren, los que van allá son los que tienen… ‘asuntos’—explicó Bertolt, con cierta vergüenza.

—Sí, recuerdas que te dije que en las duchas del piso inferior al no ser protegidas puedes ser más propenso a sufrir ‘accidentes’—recordó Thomas.

—Sí, sí, ya lo he oído—dijo Eren con expresión aburrida.

El castaño miró hacía las duchas traseras, donde ya estaban siendo invadidas, otros tenían un aspecto sospechoso como si fueran novios y también miró al tipo grande del primer día, el muy descarado a veces molestaba a Eren llamándole por apodos absurdos. Cuando notó la mirada, el hombre le guiñó el ojo. Eren se estremeció—. Bien, pero si vuelvo a escuchar un apodo estúpido no me contendré. 

—Bien—Reiner acordó, y lo liberó. Connie y Jean ya habían tomado un lugar por separado, Reiner y los otros no tardaron en encontrar un sitio. Eren hizo lo mismo, no muy lejos de ellos, aunque todavía no estaba acostumbrado a todo ello. Se desvistió al principió con cautela, después ya no le importó lo que los demás opinarán. Los divisores eran de ayuda, aunque siempre había algún mirón que pasaba más veces de la cuenta por el pasillo para mirar. Seguía siendo molesto que toda la atención estuviera en él, como si fuera una especie de fenómeno, aunque las miradas recibidas no eran las que les dabas a un ser extraño, más bien era como un cazador observando a su presa o incluso peor que eso.

Usualmente se les daba 15 minutos para bañarse, 30 si querías atender algún asunto o incluso más dependiendo. Pero para Eren sólo fueron necesarios 5 minutos.

Una semana después…

Eren se estaba adaptando, por las noches aún seguía siendo difícil conciliar el sueño. La prisión se basaba en una rutina y Eren ya reconocía los horarios a seguir, nunca se mantuvo solo. Reiner era muy protector, y descubrió que Reiner, aunque joven -Era mayor por 5 años-, era muy fuerte y capaz y también que ya tenía un historial en prisión, por lo que tenía cierto respeto. Jean era un idiota, Connie era una persona divertida, y Thomas y Bertolt eran muy amables, aunque este último era más silencioso. Aún desconocía los negocios que estos tenían, pero la compañía le hacía olvidar eso. 

 

Notas finales:

¿Opiniones?


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