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Chico Problema por Ahiezer

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Notas del capitulo:

Gracias por los comentarios. Si te gusta la historia, por favor, no olvides dejar alguna opinión, y si no te gusta pasa de largo y finge que nada paso e.er … :p

 

 No estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar, estoy cambiando las cosas que no puedo aceptar.

Angela Davis. 

—x—x—x—

3 días encerrado en esa mazmorra; Parecía un infierno y una eternidad.

Eren comenzaba a deprimirse. No había nada que hacer ahí, no tenía contacto con nadie. Sólo se abría la rejilla, le pasaban poca comida y agua, después se volvía a cerrar. Tenía dos comidas al día, pero sabían mal, era grasosa y no era apetitosa.

No volvió a ver a Levi.

Antes llegaba a agobiarse un poco por la constante compañía de Mikasa y de Armin, porque siempre estaban juntos, pero esta vez, los extrañaba miserablemente. Quería estar con ellos, bromear o buscar algún lío, como era normal en su día a día.

No imaginó que todo cambiaría radicalmente…

Al cuarto día, comenzaba a rendirse de estar encerrado.

La rejilla se abrió de nuevo, mostrando la terrible comida. Eren no la tocó, ni se molestó en acercarse, siguió acostado en ese horrible jergón.

El alimento se le retiró, la rejilla se cerró y la otra donde los guardias podían vigilarlo se abrió.

—Oye, mocoso, levántate y come. Si te mueres me regañaran.

Eren se asomó hacía la mención, pero la rejilla era demasiado alta para Levi, así que los ojos que se podían visualizar eran los pequeños color avellana.

—Sigues con vida, eh. Anda, levántate. Mocosos como tú solo quieren llamar la atención, no son más que-…—las palabras se volvieron incomprensibles, y la ventanilla se cerró de golpe.

Que extraño, pareció que se mordió la lengua, pensó Eren, devolviendo su mirada a la triste pared.

Unos minutos después la puerta se abrió, mostrando a tres guardias. Eren reconocía a dos; Al hombre alto y rubio, al segundo con el pañuelo que se veía con muestras de sangre y cubría con sus manos su boca.  El tercero, Eren lo recordaba vagamente cuando fue sacado del comedor. El tercer guardia tenía casi la misma altura que el rubio. Tez morena, peinado corto, oscuro, con un mechón de pelo levantado en la parte trasera, ojos marrones y cejas finas.

—Joder, el capitán se enfadará.

—Mierda, Auruo, este lugar es horrible. Se supone que tenías que cuidar del niño —habló el moreno.

—No soy un niño—Eren farfulló, alerta, recostado en el jergón.

El trío lo miró, y después volvieron sus miradas a sí mismos, centrándose en sus problemas, ignorando el hecho que estaban en una mazmorra con la puerta abierta. No temían que el joven prisionero escapara, pues el jovencito se mantenía en una esquina, desganado y curioso sobre lo que hablaban. Tampoco es como si ellos le dieran oportunidad de salir.

—No tardarán en llegar, y si el capitán ve todo así nos irá mal.

—Demonios, no puede ser que nadie hiciera sus deberes correctamente.

—Du culda, eda du debed, yo dolo…

—Cállate, Auruo, y deja de actuar como el capitán. Petra ya no está aquí para impresionar. Tu único trabajo era asegurarte que los internos de aislamiento tuvieran comida y limpieza y mira este lugar, parece un maldito cochinero.

—Extraño a Petra, ella te mantendría en tu lugar y se aseguraría que todo estuviera en orden.

Los tres dialogaban y discutían, Eren no entendía absolutamente nada. La puerta estaba abierta y Eren no podía dejar de mirarla, gracias a ella entraba luz y lo más cercano al aire fresco. Estaba tan tentado en intentar salir, sin embargo, todas las posibilidades estaban en su contra.

—Ni lo intentes, tenemos permiso de derribarte—dijo el hombre más alto.

—Tranquilo, Erd, yo me encargo. Ustedes encárguense de los demás y asígnale a Marco y a los otros las secciones. Debemos tener todo en orden.

El rubio y el que cubría su boca se marcharon, dejando al moreno detrás.

—Muy bien, niño, ¿Sabes limpiar?

—No soy un niño—recalcó Eren, malhumorado—. Algo— respondió, encogiéndose de hombros.

—Bien, entonces tendrás que aprender. Espera aquí— El guardia salió, cerrando la puerta. Y dejándolo de nuevo en la terrible oscuridad.

—No es como si me pudiera ir a algún lado—murmuró Eren. 

Cuando el hombre moreno volvió, trajo consigo productos de limpieza.

—Toma, encárgate de la celda. Vendré más tarde, tengo que encargarme de más internos. Trata de limpiar lo mejor posible, el capitán es muy quisquilloso cuando es sobre limpieza.

— ¿Capitán?, ¿Capitán Levi? —cuestionó.

—Sí, y no querrás verlo de malas—Con eso dicho, el guardia cerró la puerta, dejándole los productos de limpieza y la ventanilla abierta para que entrará algo de luz.

Eren no estaba feliz de tener que limpiar, pero por fin tenía un objetivo, así que lo tomó y haría lo mejor que pudiera.

No es como si tuviera opción de todos modos.

.

Eren no podía deducir cuanto tiempo llevaba limpiando el lugar; Estaba sudando y sentía un calor inmenso, el aire que entraba a la mazmorra era poca y añadiendo el olor de los limpiadores lo estaban haciendo un poco mareado.

Eren limpió todo lo que pudo. Pero había ciertas manchas que no se quitaban. Eren no aceptaría esa suciedad ahí, tenía que limpiarlo, así que se esforzó en quitarlo.  Sus intentos fallaron, pero por lo menos no se veía tan mal. Cuando finalizó se tiró en el colchón, exhausto por toda la labor. Hambriento, sediento y somnoliento.

—Es mejor de lo que esperaba—una voz habló.

Eren miró y era el mismo guardia de hace rato, aunque esta vez su aspecto se veía desaliñado. 

—Vamos, a las duchas—ordenó.

Eren se levantó y obedeció, no sin antes ser encadenado -al parecer, eso sería ya una rutina- y siguió al hombre. A diferencia de la primera noche, la prisión estaba en movimiento; Había guardias activos, presos se veían limpiando por algunas ventanillas, también se veían a oficiales guiando a cierta cantidad de internos a otro lado. Todos se veían agitados. 

— ¿Qué les pasa? —Eren preguntó, curioso al cambio de dinámica que notó la vez que salió de noche.

El oficial lo miró y después al entorno—. Cuando los superiores se van todo se vuelve un caos.

— ¿Un caos?, ¿Dónde están los superiores?

—Se van a unas reuniones, no sé muy bien. Me avergüenza admitir que a veces nos tomamos un descanso de las rutinas.

Eren estaba extrañado por la situación, pero no tenía ni idea de cómo funcionaban las cárceles así que no era prejuicioso.

Entrando a las duchas observó que esta vez había otros internos. No eran tantos como para temer por su vida, pero sí lo suficiente para intimidarse. Tenía que admitirse que le aterraba un poco la idea, y más al no tener ninguna seguridad de estar a salvo. No es que fuera miedoso, pero por lo poco que había “convivido” con los otros, parecía que las personas de aquí se enfadaban por todo. 

—Vamos, niño, tenemos un horario que cumplir—el guardia insistió.

—No soy un niño— Eren recordó, olvidando su temor inicial—. Tengo nombre y es Eren.

El guardia se burló—. Está bien, Eren. Andando no tenemos todo el tiempo.

Siendo liberado, se le dio la libertad para bañarse, pero Eren temía en hacerlo, aunque, después de un par de inhalaciones y exhalaciones. Adquirió el valor para hacerlo: Repitió los mismos pasos anteriores que hizo cuando Levi lo trajo. Fue más difícil de lo que imaginó porque ignorar las miradas no era cosa fácil. Era realmente embarazoso.

Probablemente ese fue uno de los baños más rápidos de toda su vida, lo único que lo divirtió por unos segundos fue el hecho de que uno de los amigos de Hannes quedó como un estúpido, pues el hombre pensaba que existían barras de jabón en la cárcel y le recordó a Eren que no la dejara caer entre risas –para disgusto de Hannes-. Pero no era así, en realidad era jabón en gel y milagrosamente Eren no derramó nada.

Comenzó a ponerse la ropa seca de la manera más rápida posible, hasta que por alguna razón -o tal vez fue por la mirada insistente que sentía- le dio por mirar hacia atrás, ahí visualizó a un hombre que parecía tener especial interés en él. Eren trató de recordarlo, pero la memoria de su primer día en prisión era un caos por lo que no pudo identificarlo. Como estaban en las duchas, el hombre estaba cubierto por una toalla; El hombre era grande, pero no de altura, más bien de peso, su estatura Eren no la podía decir ya que el hombre se encontraba a cierta distancia, aunque por el otro par de hombres que lo acompañaban se podría decir que era de estatura baja. Parecía un hombre que rondaba los cincuenta años. Era casi completamente calvo, cabello castaño oscuro, tenía una barba y bigotes pequeños.

Eren lo seguía mirando, intentando averiguar las intenciones del extraño. Hasta que el anciano le susurró algo a uno de sus acompañantes, los tres lo miraban fijamente. El hombre sonrió y eso perturbó un poco a Eren sin explicación.

 Tal vez, tal vez es el hombre de la servilleta, Eren dedujo. Los dos acompañantes se miraron entre ellos y dialogaron, el anciano asentía y seguía dándole lo que parecían órdenes porque el par estaba muy obediente asintiendo. Pero el anciano jamás apartó su mirada de Eren.

Todo esto le daba una mala sensación, Eren no era un cobarde y si lo que querían los tipos era una pelea, Eren no dudaría en dársela, pero… este era un lugar que no conocía y no sabía realmente a cuantos se enfrentaba, así que con mucha vergüenza y por primera vez escuchando a la voz de la razón. Eren se alejó de ahí.  

 Volvió al guardia con prontitud y fue devuelto a la mazmorra. A pesar de la limpieza, el lugar seguía siendo fúnebre, pero por lo menos el mal olor y el penetrante olor de los químicos ya no estaban, ahora existía un aroma agradable.

De nuevo, su ciclo se repitió.

—x—x—x—

Levi odiaba las reuniones, no las entendía, no importaba cuantas veces se reunieran no es como si hicieran un gran cambio. El viaje de por sí ya era fastidioso, y tener que convivir con Hange y los extraños comportamientos de Mike ya era insoportable. Erwin era lo único rescatable.

Tres días eran los que pasaban fuera de prisión. Esos tres días eran suficientes para que los otros descuidaran su trabajo. No es que los descuidaran plenamente, simplemente no le ponían el mismo empeño que cuando estaba alguien ahí para vigilarlos.

—Espero que limpiaran—Levi farfulló. 

—Yo no, por lo menos no mis cosas, ¿Sabes lo difícil que es encontrar después todo? —Hange habló.

—Tsk, deberías agradecer si lo hicieron, cuatro ojos, tu oficina es un maldito desastre. Es de agradecer que alguien lo mantenga civilizado. 

—No, no digas esas cosas—Hange lloró—. A Sawney y a Bean les agrada mi lugar de trabajo. La vez que limpiaron casi los matan, fue horrible.

—Son unas asquerosas ratas—Levi respondió, dando a entender su punto.

—No hables así de ellos, son mis hijos— defendió Hange.

—Me gusta el olor a campo—comentó Mike, sacando una parte de su cabeza del coche. El tipo era extraño.

Erwin simplemente suspiró y siguió leyendo los informes que se le habían sido entregados en la reunión. Su particular equipo de trabajo no era convencional, pero eran buenos en lo que hacían y, sobre todo, confiaba en ellos.

Cuando llegaron a prisión, ya era de noche. Probablemente no les hubiera tomado tanto tiempo, pero Hange insistió en tomar un nuevo camino, lo que les hizo terminar en un largo tráfico.

Entrando a prisión el temor de Levi se hizo realidad. Todo estaba limpiado tan descuidadamente, ¿Qué acaso nadie lo podía hacer bien?

Sin embargo, Erwin le ordenó volver a casa, mañana todo volvería a la rutina natural. Levi chistó los dientes y se juró que mañana por la mañana tendría a todos limpiando con minuciosidad. Era su zona de trabajo y le gustaban las cosas limpias, no había nada de malo en ello. Estaba a punto de irse, hasta que recordó algo o mejor dicho a alguien, podría ir, pero sinceramente no le tenía muchas esperanzas.

Así que se dirigió a su departamento sin pensar más en el asunto.

Mañana en la mañana lo visitaría, si es que para ese entonces el mocoso seguía con vida.

—x—x—x—

Eren se sobresaltó al escuchar el sonido de la puerta, al observar, era Levi.

—Levi…C-capitán—se recordó, levantándose.

Levi frunció el ceño, con una bandeja de comida—.  Come—ordenó Levi, entregándoselo.

La comida seguía luciendo igual de mala; esta vez le fue dado un tercio de manzana, una oblea de pan, arroz -a diferencia del tostado este se veía completamente blanco- y un caldo de procedencia extraña y que tenía un aspecto sospechoso.

Eren negó con la cabeza, rechazando el alimento—No tengo-…

—No pregunté—interrumpió el guardia—. Tienes que comer, intentar morir de hambre no te funcionará.

La bandeja le fue empujada a sus manos, Eren no pudo rechazar. 

—G-gracias—murmuró. Tenía hambre, pero definitivamente ya no quería seguir comiendo eso, sabía mal. Extrañaba la comida normal, lo que Eren daría por una deliciosa hamburguesa con queso.  

A diferencia de los demás guardias, Levi no se retiró y se quedó ahí, observándolo con ojos de acero. Eren no sabía que hacer o esperar, no tuvo opción más que tomar asiento cerca de la orilla del colchón y acomodarse para comer.

Tomó la oblea de pan y la remojó en el caldo, cuando el pedacito de pan estaba húmedo, lo ingirió. Dios, es amargo, pensó cuando llegó a su paladar. Hizo una mueca de desagrado.

—Te acostumbrarás—comentó Levi.

—Eso espero—dijo Eren, ahora tomando un poco de arroz, que no tenía ningún sabor.

Se mantuvieron en silencio, mientras Eren comía incómodamente, haciendo una mueca cada vez que tenía que tomar un poco de caldo. Levi no centraba toda su atención a Eren, solo de vez en cuando. E igual Eren hacía lo mismo, y él notó que Levi ya no estaba tan ansioso como la primera vez. 

—Ya no esta tan sucio— Eren habló, intentando iniciar una conversación.

—No está mal—fue la corta y fría respuesta del hombre de baja estatura.

—Hice lo mejor que pude, aunque había ciertas manchas que no se quitaban—dijo, señalando con la mirada las manchas misteriosas y añadió: —Lo limpié ayer, o quizás fue antes de ayer—Eren reflexionó, aventurándose con el trozo de manzana, que para su decepción no era dulce—. ¿Acaso aquí todo es tan malo? —se quejó.

— ¿A qué te refieres? —cuestionó Levi, indiferente, aunque ciertamente estaba divertido, las expresiones que realizaba el chico en cada bocado eran tontas.

—La comida sabe mal, tengo un adeudo por una estúpida servilleta, todos son groseros y la segunda vez que fui a ducharme estaban ahí mirándome… me hacían sentir incómodo—confesó con cierta vergüenza. 

Levi se sorprendió al inicio, después mostró una media sonrisa irónica y preguntó:

— ¿Qué te dije, mocoso?... ¿Dónde crees que estás?

—Sé dónde estoy—Eren habló, mucho más serio, menos enérgico y con cierta pesadez—pero eso no…-

—Entonces sí lo sabes— Levi interrumpió—, no esperes ser tratado diferente—. La mirada afilada y gélida estaba de vuelta—. ¿Terminaste? —extendió su mano, señalando la bandeja, a lo cual Eren se la entregó sin vacilación. 

Eren vio como Levi se dio la media vuelta y salió, no sin antes decirle: —Quejarte y lamentarte no servirá de nada.

El rotundo cerrar de la puerta fue lo último que se escuchó. Nuevamente estaba solo y en la oscuridad.

Eren se levantó, sacudió los residuos de alimento en su ropa y se acostó en la cama, porque no había nada más que hacer. Sacó la llave debajo de su ropa, la cerró en un puño y la presionó contra su pecho.

No llevaba ni una semana y ya se sentía perdido y rendido, y eso no era lo que era Eren Jaeger.

Él iba a luchar.

—x—x—x—

¿Acaso ese chico es estúpido o algo así?, se preguntó Levi a sí mismo.

Levi no sabía que pensar o cómo reaccionar al escuchar las quejas del mocoso. ¿Debería tomárselo todo como una broma?, ¿ignorarlo?, ¿reírse? O ¿sentir lástima?
Levi al principio quería creer que el chico bromeaba, pero entre más miraba esos ojos, aquellos enormes orbes verdes-azulados, no había duda de la ingenuidad y verdad en las palabras. Era claro, por lo visto, que terminarían por corromper al mocoso… o peor.

Al parecer la paliza no le hizo entrar en razón…

El resto del día transcurrió normalmente: Vigilar que los internos de limpieza limpiaran adecuadamente, que los oficiales novatos inspeccionaran las pertenencias en busca de sustancias o cosas prohibidas, detener las peleas absurdas de otros prisioneros cuando querían matarse, asegurarse que gafas de mierda si estuviera limpiando la asquerosa oficina como habían acordado, y pasar tiempo con Erwin averiguando como mejorar las rutinas en prisión o simplemente mantenerse en un silencio cómodo charlando de todo o nada relevante.

Sin embargo, no podía dejar de pensar en un mocoso en especial, no sabía por qué le importaba, si el destino del mocoso ya era imaginable, aunque por el momento se encontraba “seguro” en aislación. Pero si mantener al chico vivo le alejaba de oír las absurdas y locas conversaciones de Hange, y si Hange mantenía su palabra, entonces no tendría que soportar el mal olor que de vez en cuando salía de la oficina. Pensando en esos aspectos positivos, lidiar con el mocoso ingenuo no sería tan malo.

Por lo menos disfrutaría esos días de tranquilidad e higiene por parte de cuatro ojos, porque sabía que el chico no duraría mucho.

A la hora de la cena, Levi fue a entregar la segunda bandeja del día. Para su sorpresa, ya no veía al chico derrotado de la mañana, esta vez, el muchacho estaba sentado sobre el colchón, recargándose contra la pared. Con una expresión seria y mirada decidida.

El muchacho aceptó la bandeja y se alimentó, de vez en cuando alguna mueca de desagrado arruinando su fachada, pero se mantenía firme.

Levi estaba extrañado por el comportamiento, por lo que se quedó a esperar de nueva cuenta a que el joven recluso terminara.

La discreción no duró mucho.

— ¿Cuándo saldré de aquí? —El mocoso habló, rompiendo el silencio.

—En dos días—Levi le respondió, con simpleza.

— ¿Volveré con ellos?, Quiero decir, a la celda compartida.

—Fue el lugar que se te asignó, a menos que quieras cambiar.

— ¿Puedo cambiarme? —Preguntó, sorprendido ante la idea.

—Se puede, pero hay ciertos procedimientos.

— ¿Cuales? —la fachada de seriedad había desaparecido, de nuevo el mocoso actuaba como lo que era… un mocoso estúpido y curioso.

—Escritos, llenar papelería de mierda…

Entre más explicó, el interés del jovencito se perdió—Eso suena… tedioso.

—Lo es—Levi acordó.

El chico siguió comiendo y cuando Levi creyó que todo había terminado, se equivocó.  El mocoso revivió la conversación, diciendo que los compañeros que le habían tocado no eran tan malos; ¿Cómo sabía que no eran tan malos?, Levi no lo sabía. Estaba ante un caso perdido. El mocoso llevó menos de 30 minutos con sus compañeros de celda y ya los catalogaba como “no tan malos”. Esto hacía más evidente que la ingenuidad le costaría caro.

El mocoso seguía hablando, y Levi dejó que lo hiciera, mientras ignoraba cada palabra. Comenzaba a arrepentirse de su decisión. Preguntándose, ¿Qué hacía aquí?, ¿Por qué había decidido quedarse?

Entre más miraba al chico, se daba cuenta que el niño no encajaba de ninguna manera en este lugar; tenía esa mirada, esos ojos brillantes, puros. No tenía esa mirada cruel o desquiciada, no se acercaba a las miradas duras que podrías encontrarte con cualquier interno que vieras, ni mucho menos reflejaba la culpa. ¿Acaso este mocoso solo aparentaba ser estúpido e ingenuo y detrás de todo eso se ocultaba alguien cruel y despiadado?

Todo pensamiento tuvo que dejarlo cuando aquellos ojos esmeraldas se encontraron con su mirada.

— ¿Por qué me mira así? —el mocoso lo miró con incertidumbre, estrechando sus ojos ligeramente, y alejando la bandeja, tomando una postura defensiva por si cualquier problema se le avecinara.

Levi no prestó atención al principio, todavía con sus propios pensamientos y perdido en aquellos cerúleos tan inmensos y atrapantes.

—Tienes mucho que aprender— respondió Levi, cuando volvió a la situación y vio la sospecha en el castaño.

—Entonces, enséñeme—fue la respuesta inmediata, y que tomó por sorpresa a Levi.

— ¿Qué?

—Enséñeme—contestó el mocoso con simpleza, relajándose. Tomando su postura original, sentándose cómodamente en el jergón y tomando la bandeja para entregarla a Levi.

Levi tomó la bandeja, sin embargo, seguía un poco incrédulo por la petición directa. En la prisión cada individuo se defendía solo, o buscaba refugio con terceros con consecuencias no muy bien aceptables. Él ya había quedado con Hange que ayudaría, pero no esperó que el chico lo pidiera abiertamente, todavía era cuestionable por qué había aceptado cuando Hange le dijo. Que Hange limpiara o dejara de hablar de estupideces era una excusa pobre, pues ya había convivido suficiente con la mujer de gafas como para acostumbrarse -aunque de vez en cuando tenía esos impulsos de limpiar todo y sacar toda la mierda de la cuatro ojos-.   

Ese niño no era el primero que venía aquí y probablemente no sería el último, miles de niños habían entrado antes a las fauces del lobo y Levi no hizo nada para ayudarlos, entonces, ¿Qué hacía a este mocoso diferente?

¿Buscaba redención por los chicos anteriores?, ¿por sus delitos cometidos en su juventud?, o ¿por todas esas veces que había fallado?... ¿O tal vez todo?

—No soy estúpido, sé de lo que hablan. Los escuché cuando salí a las duchas… entre otras cosas que no quiero recordar—murmuró lo último con pena, pero después continuó con fuerza—. Voy a sobrevivir, así que nadie ganará esa apuesta estúpida, voy a demostrarles que puedo hacerlo. 

Aquella mirada vivaz, entusiasta, con ese brillo resiliente los convertía en unos esmeraldas apasionantes y tan…

¿Qué mierda estoy pensando?, Levi se regañó.

—x—x—x—

La calma era incómoda y la mirada que el capitán ofrecía aumentaba la angustia.

— ¿Me ayudaría?, sólo necesito algo, lo que sea, porque aquí todos parecen tan enfadados—Eren dijo y añadió—Aprendo rápido. Les ahorraría trabajo a ti, usted—Eren corrigió de inmediato y con vergüenza—, Así no tendrían que limpiar mi sangre o algo así.

Levi seguía en silencio y con una mirada extraña, Eren comenzaba a perder las esperanzas. Utilizó su último recurso —. Podría, podría limpiar cualquier lugar y… y no cobraría nada, sería gratis.

—De todas formas, tienes que limpiar, estás asignado a la limpieza—Levi habló, aunque no fue lo que Eren esperaba le trajo alivio, pues el silencio no le gustaba.

— ¿En serio?... no lo sabía—murmuró—Entonces… ¿eso es un no?

—Nunca dije que no, mocoso—el oficial gruñó—. Lo haré.

— ¿En serio? —Eren pidió emocionado.

—Sí, pero sólo porque es mi trabajo mantener a los internos a salvo y eso te incluye así que no te emociones tanto, mocoso.

Eren sonrió y suspiró de alivio —. Gracias—. El oficial no esperó más, y se dio la media vuelta para salir. Eren supuso que probablemente recibiría consejos mañana, o lo que sea que Levi quisiera explicarle — Soy Eren, por cierto—le recordó.

—No pregunté.

—Lo sé.

Y con eso la puerta se cerró de golpe.

 

Notas finales:

Bien, ¿Qué les pareició?
¿Opiniones?

Hasta la proxima actualizacion, Saludos.
PD: Todos los comentarios han sido respondidos.


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