Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Bezo por Pandora09

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

PURASANGRE

 

- Gota a gota, el tintineo de la muerte rompe el silencio de la noche mientras la Luna baña de plata el cuerpo sobre el suelo, cuya sonrisa se cristaliza en la penumbra.

» La muerte está cerca, la siente en la boca y la sangre que corre por su barbilla. Le congela las venas y, por todo lo sagrado y maldito, que lo haga pronto, que se lleve esa alma marchita y abandone el cuerpo del pecado a su destino, a su tragedia eterna.

» Muere, muere, muere. Susurra, ruega desesperado. Lo siente, lo huele, el calor que lo abandona, que olvida su cuerpo, que maltrata su alma. Que muera, por la Luna y el Sol que ya no puede tocar, que muera pronto y con dolor. Porque arde, le quema la piel, le sofoca el espíritu. Está maldito –rodó por la cama sosteniendo con fuerza las hojas entre los dedos, subrayó un par de palabras y decidió que debía buscar un par de sinónimos para ellas-. Todavía no suena tan feo como debería sonar.

Lay soltó una risa ronca y se lamió los labios. Siendo su rostro apenas iluminado por una lámpara halógena, las costras sobre su boca se veían negras.

- Es solo el borrador, quiero que comprendas solo la idea general.

Sehun frunció el ceño y se quitó el lápiz de la boca, volviendo a subrayar, pero esta vez las partes que no creía que necesitaran cambios. El único trabajo del menor esa noche, era elegir su historia favorita.

- Es un monstruo, un monstruo sediento y cruel, que lo mira con ojos inyectados en sangre y el sadismo pintado en la piel. Ve las marcas en su rostro, las cicatrices que demuestran qué tan dura fue su lucha, que tan profundo llegó en el infierno. Sonríe con sorna, mostrando esas dos hileras de dientes amarillentos y afilados. El aroma a podredumbre impregna en el lugar y lo ahoga.

» ¿Buscas una salida, pececito dorado? Su voz suena rasposa, como si estuviera conteniendo las arcadas. Y lo comprende, siente el asco de aspirar ese aroma a desechos humanos, animales muertos y sangre coagulada. Con las manos sucias y húmedas, le aprieta la cintura, le agarra las manos y le araña los brazos. Cuando le acaricia la cara, apenas es capaz de contener el asco que su cercanía le produce.

Siente la sangre hacer un camino hacia su cuello, desde donde su mano lo había tocado hasta donde sus labios lo habían marcado. Ahí, dos pequeños lunares, lloran en silencio. Dulce, dulce como la sangre. Tibio, tibio como tu piel.

» No tengo nada, no prometo nada –vuelve a hablar sobre su piel, le araña el cuello con los dientes y, como la picadura de una avispa, bebe de él.

Lay escuchó embelesado las palabras roncas de Sehun, le encantaba alimentarse con su voz de fondo, hacía que la comida se sintiera más dulce.

- Dulce, dulce como tu sangre –susurró pateando las piernas en el suelo para acercarse al menor, que seguía sosteniendo las hojas recostado en la cama-. Tibio, tibio como tu piel.

Le quitó las hojas manchadas con rojo y se dejó caer sobre su pecho, limpiando los trazos cobrizos que la lucha anterior había dejado en su piel fría. La sangre comenzaba a coagularse y no quería desperdiciar ni una gota. Apenas habían conseguido alimentarse antes del amanecer y el frenesí de beber de un purasangre apenas les permitió saborearlo verdaderamente.

- No prometo nada, pero ¿compartirías conmigo esta miseria terrenal?

Sin palabras, Sehun se dejó besar y Lay bebió de él los rastros de sangre pura en su boca.

 

._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._.

 

La lluvia caía sobre la ventana a su costado, con gotas kamikazes en carreras suicidas hasta desaparecer en el borde inferior. Con la mirada fija en ellas, no podía dejar de pensar en que la vida humana era similar. Los humanos siempre han vivido sabiendo que su vida acabaría en un respiro efímero, incluso algunos aceleraban esos finales viviendo de forma alocada. La mayor parte no comprendía la riqueza de la paciencia.

Con el paso de los años, Xiumin había desarrollado una paciencia infinita, una que le permitió esperar durante seis años a que ese debilucho humano que vio defenderse con uñas y dientes una vez en una provincia pobre de China, creciera como un hombre atractivo y humilde.

Estaba de paso por Beijín, siendo China uno de los países más poblados del mundo, su hambre había sido saciada con creces. Pero sus crímenes, un tanto descuidados por la seguridad del anonimato, estaban llamando la atención, no solo de las autoridades, sino que también de los grupos mafiosos que no sabían quién estaba acabando con sus trabajadores.

No le importaba realmente que lo atraparan, ningún humano podría defenderse de su ataque, pero tampoco podía dejar al descubierto la existencia de seres como él, prefería dejarlos ocultos en la mitología de los humanos.

Así que ahí estaba, en la parte más pobre de Haidian esperando a su próxima presa cuando un olor dulzón a sangre pura le golpeó la nariz y todo en su interior se aceleró. Los colmillos crecieron en su boca hasta herirle los labios y la saliva corrió por su barbilla cuando lo vio.

La humanidad se había corrompido hasta el punto en que encontrar un humano así era casi imposible, casi había olvidado el aroma a sangre virgen.

Con los sentidos listos para atacar a tan extraña criatura, se detuvo de golpe cuando pudo verlo claramente, era un humano esquelético, con sangre corriendo por su barbilla, un ojo morado y, probablemente, alguna costilla rota; Luchando contra un tipo más corpulento y evidentemente mayor que él que lo arrinconaba contra una pared.

Xiumin siempre había despreciado a los humanos de ese tipo. Sí, él mataba humanos. No, no tenía consideración con sus vidas; pero lo suyo era una cosa de sobrevivencia, no iba por el mundo atacando humanos indefensos solo por el placer de someter a alguien. Algo de humanidad quedaba en su alma marchita.

El atardecer y las farolas inútiles facilitaron que se acercara sin ser descubierto, mientras miraba fascinado a ese humano de sangre dulce seguir luchando por su libertad. Era una batalla perdida, pero él no se daba por vencido.

Y LuHan siguió luchando siempre, hasta salir de ese barrio que condenaría su alma y llegar a estudiar a Seúl, siendo siempre uno de los mejores y manteniendo tanto su alma como su sangre, pura. Y Xiumin sabía que cuanto más maduro fuera el humano, más dulce sería su sangre.

- Su café –la voz melódica del humano lo sacó de sus pensamientos, Xiumin no podía sentirse más orgulloso de él.

Recibió la taza con el lindo diseño de una hoja de frambuesa sobre la crema y dos trozos de masa marrón sobre un plato blanco.

Miró con duda el café, le había costado años acostumbrarse a un trago de cerveza y no podía imaginarse a qué sabría o qué efectos tendría el café en su cuerpo. Pero LuHan seguía mirándolo, con esos inmensos y brillantes ojos.

A veces Xiumin lo miraba y se arrepentía de no haberlo matado en cuanto lo vio por primera vez.

Solo para verlo feliz, cerró los ojos y dejó que el líquido caliente entrara en su cuerpo.

Cuando dejó la taza de vuelta de su plato, el sonido golpeó sus oídos con fuerza titánica.

Beber café fue una muy mala idea.

Los colores explotaron detrás de sus párpados, volviéndose líquidos y brillantes, mientras que las voces y las risas aumentaban de volumen hasta dejarlo sordo.

Rápidamente, sacó billetes de su bolsillo y se alejó. A la distancia, mientras sus colmillos crecían y su interior se revolvía por el hambre, escuchaba explosiones. Sus sentidos estaban más alertas que nunca, podía escuchar las conversaciones de los humanos, el palpitar de sus venas y sentir el calor de su sangre. Saboreaba su sudor, el sonido de sus voces, los sueños que relataban y deseos que los motivaban. Las luces parpadeaban, atacándolo, cegándolo. La cabeza le palpitaba y solo quería acabar con esa agonía, se golpeó el estómago con todas sus fuerzas intentando vomitar, necesitaba expulsar el veneno que los humanos consumían. Necesitaba purificarse con sangre virgen. Necesitaba a LuHan.

 

._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._.

 

Una farola titiló y la luz fugaz iluminó un rostro contraído por la agonía. Conocía perfectamente esas facciones perfectas, pero esos ojos inyectados en sangre le parecían completamente ajenos.

La sangre se detuvo en sus venas antes de correr con furia y pánico, Xiumin sostenía sus hombros mientras lo empujaba contra una pared. Lo escuchaba respirar desesperado y gotas de saliva caían sobre su cuerpo. Olía a polvos de bebé y su piel se sentía fría como el hielo.

- A-ayúdame –la palabra salió como un gorgoteo segundos antes de que el tipo lo soltara y se desplomara en el suelo.

Soltó un grito ahogado y se dejó caer de rodillas junto al cuerpo de Xiumin, había llegado a pensar que lo mataría o le haría algo peor.

Cuando su respiración se calmó y el corazón le latió a una velocidad más o menos regular, comprendió que no podía dejar al otro tipo ahí, tirado e inconsciente. No podía abandonarlo a su suerte en un lugar como ese.

Tomó un par de respiraciones intentando espantar el susto y sacudió el cuerpo de Xiumin hasta que este volvió en sí. Se veía demasiado débil como para hacerle algo, así que lo convenció de ponerse de pie. No conocía su dirección y no se veía en condiciones de poder decírsela, así que a duras penas lo condujo por las pocas calles que lo llevaban hasta su departamento.

Kai lo mataría, de eso estaba seguro. Después lo harían KyungSoo y Kris. Siempre se lo repetían, tener corazón de abuelita le provocaría mucho sufrimiento, eso porque ellos no conocieron a su abuela. No podía dejar a un hombre desamparado en medio de la calle.

Xiumin era unos centímetros más bajo que él y, aunque más musculoso, nunca creyó que fuera particularmente pesado. Siendo utilizado como bastón por él, LuHan sentía que en cualquier momento se le rompería la espalda.

El camino que normalmente le llevaba menos de quince minutos, esa noche lo hicieron en casi una hora. Xiumin se sostenía el estómago y a ratos gruñía por el dolor. LuHan se detenía hasta que recuperaba el aliento y volvía a la marcha. El frío se le colaba por los pliegues de la ropa y tener el cuerpo del otro cerca no lo abrigaba, por el contrario, se sentía más frío que de costumbre.

Para mantener su ánimo alto, LuHan tarareaba por lo bajo, así también ahogaba los gruñidos de Xiumin cada vez que lo hacía chocar con algo.

Su departamento los recibió a oscuras, como cada noche que JongIn no llegaba. Se sentía más frío de lo normal y más lúgubre. LuHan sentía su piel erizarse ante cada sonido del exterior y con cada gruñido de Xiumin. Lo empujó hasta el sofá y lo recostó como pudo, luego volvió sobre sus pasos y encendió las luces. Un acto inocente desde su punto de vista, pero probablemente malicioso a ojos de Xiumin, que gimió y se retorció sobre el sofá, ocultando el rostro en el respaldo acolchado del mismo.

- ¡Mierda! –apagó las luces en seguida, sin saber qué hacer para ayudar al otro.

Chocó con la mesa y soltó un gemido por el dolor, que luego ignoró para acercarse a la ventana y correr las cortinas, permitiendo que las luces del exterior iluminaran un poco el sombrío interior. Xiumin dejó de gemir, pero su respiración pesada se podía escuchar por todo el lugar.

- O-oye, ¿estás bien? –buscó con las manos en el cuerpo de Xiumin un lugar en que no fuera demasiado atrevido tocarlo.

Encontró una pierna y se detuvo en su rodilla, que temblaba frenéticamente. A través de la tela gruesa del pantalón de mezclilla podía sentir el frío de su cuerpo, Xiumin no temblaba, pero LuHan sí y no sabía por qué.

¿Qué debía hacer?  Generalmente podía ayudar a sus amigos cuando se enfermaban, poner compresas y curar heridas, pero no conocía a Xiumin de nada más que su gusto por la cerveza y no tenía la más remota idea de qué era lo que le estaba pasando. ¿Una infección estomacal? ¿Gastritis? ¿Apendicitis? ¿Fiebre tifoidea? ¿Diarrea fulminante? ¿Tifus? ¿Era alérgico a algo? ¿Fóbico? Ni siquiera sabía por qué lo había llevado a su departamento. No sabía dónde vivía Xiumin ni si alguien lo esperaba en casa o lo estaba necesitando en ese momento. Tal vez alguien tendría la cura a lo que fuera que le estaba pasando.

- ¿Puedo ayudarte en algo?

Vio movimientos en la penumbra y, repentinamente, el rostro pálido de Xiumin encaró el techo. Por más irreal que sonara, sus ojos parecían absorber la poca luz de la noche y brillar tenuemente.

Xiumin gimió y, a oídos de LuHan, eso sonó más a un gruñido animal que a cualquier sonido humano.

- Sed, tengo sed.

Con piernas temblorosas y chocando con un par de artículos desperdigados en el piso por el desorden de JongIn, se dirigió a la cocina para buscar una botella de agua tibia. Había cerveza, un par de botellas de soju, té frío y café. Xiumin siempre tomaba café, por lo que le sirvió una taza.

- Te traje un café –apenas había podido prepararlo en la oscuridad, pero lo había probado y estaba suficientemente bueno para él, que realmente no le importaba qué tan desabrido y malo podía estar en café-. Espero que te… -su voz calmada se convirtió en un grito desgarrador cuando Xiumin golpeó la taza, salpicando en todas las direcciones y quemándole parte de la cara y las manos. Segundos después, estaba tumbado en el piso con Xiumin sobre su cuerpo y entre sus piernas.

- Tan dulce –con suspiro tembloroso, sostuvo los hombros de Xiumin y lo empujó con poca fuerza. Las piernas le temblaban con más fuerza y el golpeteo de la sangre en sus venas le provocaba dolores en la garganta.

Xiumin soltó una risa macabra que le congeló la respiración y sintió una de sus manos sostenerlo con fuerza de la cadera para evitar cualquier movimiento.

- Eres tan tibio, tan tibio –su voz sonaba extrañamente clara, grave y hambrienta.

- No me refería a este tipo de ayuda –como si fuera una afirmación completamente irracional, Xiumin volvió a reír y el temor de LuHan aumentó cuando sintió una respiración fría caer sobre su cuello.

Xiumin volvió a reír, pero esta vez fue una risa baja y melódica que lo hizo sentir bien, porque repentinamente una de sus manos le acariciaba el cuello, de arriba abajo sobre su carótida con el pulgar.

- Lo siento.

LuHan quiso decir que lo entendía, que no había nada que sentir, pero estaba demasiado impactado por las acciones del otro que apenas podía encontrar su voz asustada y temblorosa en su cuerpo.

- E-Está… está bien. ¿Quieres un café?

Con un nuevo gemido, el que LuHan interpretó como un asentimiento, Xiumin se quitó de encima de él y se dejó caer en el piso, a su lado, chocando el hombro con la mesa de centro.

Ahí, apenas iluminado por las luces nocturnas de la ciudad, Xiumin se veía completamente inofensivo, en comparación a la criatura que lo había atacado segundos antes. Su piel se veía pálida, como una hoja de papel, pero no se veía enfermo, como había pensado que estaba. Solo algo delgado, sin vello facial ni arrugas pronunciadas. Tenía los labios finos cuyo color contrastaba con el resto de su rostro. Ahí, casi inconsciente, era la persona más bonita que LuHan había visto alguna vez.

- ¿Ya estás mejor?

Una sonrisa delgada curvó su boca y Xiumin fijó la mirada en LuHan.

¿De qué color son sus ojos? Habría jurado que los había visto más oscuros, pero no recordaba alguna vez que los hubiera mirado fijamente por más de dos segundos.

- Gracias, LuHan.

- ¿Por qué? –ambos hablaban en susurros graves y LuHan no entendía por qué, pero seguía haciéndolo porque se sentía agradablemente íntimo, como si fueran amigos de toda la vida compartiendo secretos bajo las luces de las estrellas.

Durante unos segundos infernales, Xiumin no respondió y LuHan comprendió que había sido una pregunta innecesaria, retórica y tonta, pero de todas formas quería una respuesta.

Y esta llegó en forma de una electrizante caricia. Cerró los ojos y dejó que las pequeñas uñas de Xiumin le rasgaran suavemente la piel del cuello.

- Por ser tan dulce, tibio y puro.

Entonces sintió una corriente de aire frío y la voz de Xiumin le golpeó la piel acompañada de un húmedo lametón. Esos rasguños no eran provocados por sus uñas.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).