–En la dimensión de Mewni, más específicamente en en las tierras pertenecientes a la familia averious, Ludo, el hijo menor de esta familia de monstruos se encontraba en su habitación caminando en círculos esperando a que el grupo de subordinados que había enviado a la tierra en busca de la varita Butterfly regresara con noticias, ya hacia casi un mes de que habían partido tras saber que la princesa Star se encontraba en aquel lugar–
¡Ah!... ¡Esto no puede ser! ¿¡Como es posible que esos inútiles no puedan con una tarea tan simple como lo es robar una varita!? –Gritó tratando de liberar toda la frustración que sentía en aquel momento aún que sería algo imposible–
Recuerde que el efecto de ese hechizo que descubrimos era temporal –Respondió de pie junto a la cama del cuarto un ser de apariencia igual a la de un reptil. Se trataba de nada más y nada menos que Toffy, el segundo al mando en aquel lugar y el monstruo más leal a Ludo–
Aun así, ¿Qué tanto tiempo podria llevarles quitarle la varita a ese niño tonto? Se supone que es un simple humano –Preguntó el hombrecillo sentandose al borde de su cama cercas de donde se encontraba su acompañante–
No lo sé, pero tendremos que esperar noticias de ellos antes hacer cualquier otra cosa ¿No lo creé? –Propusó el de apariencia reptil colocando una mano en el hombro de su jefe para tranquilizarlo un poco–
Ah... Es como si tú fueras el único que me entiende –Dijo después de soltar un pequeño suspiro, en ese momento se escucharon pisadas dirigiéndose a la habitación donde se encontraban. La puerta se abrió lentamente pero ninguno se inmutó ante este hecho. La puerta se abrió únicamente lo suficiente para que pasará únicamente la cabeza de quien acababa de llegar–
Se... Señor Ludo... –Una voz bastante conocida para los dos se hizo presente rompiendo el silencio en el lugar–
¡Sapo-toro! –Al escuchar la voz de uno de sus monstruos más cercanos a él, el pequeño hombrecillo bajo de la cama corriendo hacia el recién llegado– ¿¡Que es lo que les pasó!? ¿¡Consiguieron la varita!? –Preguntó extendiendo las manos para resivirla con la misma emoción de un niño esperando resivir su regalo en navidad–
No lo logramos... –Respondió con un tono de voz decaído, la expresión de alegría de su jefe desapareció por completo–
¿¡Qué!? ¿¡Como es posible que sean tan inútiles!? ¿¡Y por que demonios no pasas completamente Sapo-toro!? –Gritó con frustración Ludo abriendo de par en par la puerta, al hacerlo pudieron observar como el brazo derecho de este no se encontraba y en lugar de eso había un gran cicatris de quemadura. Aquello asombro un poco incluso a Toffy quien usualmente no mostraba ninguna expresión en su cara– ¿Q-qué?... ¿Qué fue lo que pasó?
Teníamos acorralado al chico, pero tenía una pequeña campana. De alguna forma llamó al príncipe de los demonios, acabó con todos. Excepto conmigo, no se como, pero fue una suerte que haya sobrevivido y al parecer ninguno de los dos se cuenta de esto –Contó cerrando los ojos y apretando la mano que logro conservar–
–Él silencio volvió a reinar en el lugar por unos segundos que a Sapo-toro se le hicieron eternos esperando la respuesta de su jefe. Por su parte este solo caminaba de un lado a otro bajo la atenta mirada de los otros dos–
Toffy, encargate de idear un buen plan –Dijo como si nada el más bajito, el nombrado asintió miéntras Ludo caminaba hacia el balcón de su habitación– Y tu, Sapo-toro. Puedes retirarte –Este simplemente salió de la habitación dejándolos solos–
Idearas el plan perfecto ¿verdad? –Preguntó sin mirar a quien consideraba su mano derecha–
Usted dejé todo en mis manos, yo me encargaré de cada detalle, de hecho desde hace un tiempo tengo en mente un plan. Tal vez pueda servir –Dijo acercándose hasta donde se encontraba el otro parándose a su lado con la vista al frente al igual que Ludo–