Mientras caminaba con los pasillos del castillo me tope con una escena, que jamás me imagine ver en mi vida, el mismo Rey, siendo acosado por uno de sus soldados.
Aún que no me sorprende mucho, que ese soldado sea Paragus.
Me mantuve quieto y escondido, para escuchar con claridad toda aquella escena.
Mientras escuchaba podía entender lo que decía Paragus, en conclusión sabía que el Rey poseía aquella habilidad para concebir.
Trataba de sobornar al Rey pero no podía, nada hacia acceder al Rey ante sus palabras, hasta que opte por salir de mi escondite y mostrar mi rostro, hablando con seriedad.
- ¿No te parece irrespetuoso acosar a nuestro superior, caminar ante él y romper la regla del perímetro de un metro?
- ...Tsk. - Solo respondió Paragus para retirarse de la escena.
Allí me acerque al Rey, como cualquier soldado, para preguntarle si se encontraba bien y si no le había sucedido nada.
- Mi señor, ¿Se encuentra bien? - Pregunte mientras lo tomaba por un brazo, aquello me había sorprendido, pues el Rey Vegeta, se dejo tocar.
Él solo asintió con su cabeza por lo cual sonreí y lo arrinconé contra una de las paredes más cercanas.
- Rey... tengo una duda... ¿Usted haría lo que fuera por sus hijos?
- ¡Apártate! ¡Y claro que si, como tú lo harías por los tuyos!
- ¿En serio?
- ¡Claro!
Allí mismo solté al Rey Vegeta para observar que tan lejos estábamos de su habitación, no mucho, por lo cual lo engañe, diciéndole que le diría algo en un lugar privado, y que el indicado era su habitación.
Una vez, allí adentro, sonreí de otra manera, para sujetarlo por sus brazos.
- ¿Incluso te dejarías tocar?
Una vez que hice esa pregunta abrió sus ojos de gran manera, estaba totalmente sorprendido, pero antes de que dijera otra palabra, hablé yo. Comenzando a contarle que su hijo mayor ya no era virgen gracias a mi, y si no quería que le sucediera lo mismo al pequeño Tarble, que él tomará su lugar.
Por un buen tiempo, el Rey Vegeta apretó sus puños, y me insulto en voz baja, parecía a que no quería acceder, así que yo dí el primer paso.
Lo tire encima de su cama, para que quedará a gatas, donde allí baje su ropa inferior e interior, ignorando sus patadas.
Sin embargo, le advertí que si no se portaba bien, todo lo sufriría el pequeño Tarble, por lo cual poco a poco dejo de golpearme y de retorcerse.
Allí mismo con una mano cubrió su entrada, lo cual me molesto, por lo cual, con mis palabras comencé a chantajearlo.
- ¿Mh? ¿Acaso temes o tienes vergüenza? Hace unos minutos atrás no la tenías con Paragus, ¿Y conmigo sí?, espero que tu hijo pequeño no tenga tanta vergüenza como su padre.
- N-No metas a Tarble en esto.
- Entonces quita tu mano si valoras al pequeño.
Sonreí en victoria al ver que quito su mano, mostrándome a todo resplandor su entrada.
Supuse que no era virgen, por lo cual con mi miembro roce su entrada para empalarme de golpe en esa.
Sentí como su respiración se acelero, y más al asomarme un poco para ver que dejo caer unas lágrimas.
Sus manos se sujetaban con fuerza de la sabana, mientras que yo comenzaba con el vaivén.
- Hu... Que entrada tan linda y apretada, me pregunto... ¿cuantos habrán pasado por aquí? - Mencioné de forma chistosa, esperando alguna respuesta, sin embargo, él no dijo nada.
El vaivén lento duro tan solo unos segundos, para luego comenzar a ser mucho más violento y rápido, escuchando los gemidos de dolor del Rey, hasta que escuche sus palabras.
- ¡Duele! ¡Mucho! - Grito entre gemidos mientras miraba hacia un punto inexistente.
Allí sonreí para sujetar con fuerzas sus glúteos, de los cuales el gimió, los cuales comencé a mover con brusquedad.
Me relamía al sentir sus sollozos, y me daba risa sus palabras, que yo parará, ¡ja! ¡claro! ¡en sus sueños!
- ¿Por qué me haces esto? - Me preguntó entre gemidos mientras yo seguía penetrándolo con fuerza.
- Quiero comprobar si es verdad tu estado... ¿La última persona que se corrió dentro tuyo hizo que tuvieras a Tarble?
- ¿¡Porqué preguntas eso!? - Me preguntó alarmado.
- ¿Qué te parece tener un hijo mio.
Vi sus intenciones de gritar luego de que yo mencionara aquello, por lo cual, con mi bandana roja, cubrí su boca mientras seguía moviéndome con bastante fuerza en su interior.
Y allí mismo, no aguante más, culminando por completo en su interior, mientras él se corría muy poco sobre las sabanas, para descubrir su boca y girarlo, viendo como miraba asombrado todo y sus ojos estaban cubiertos de lágrimas.
- N-No... - Repetía mi superior sin poder creer lo que sucedio.
Yo por mi parte me reía, pero aún así no cumpliré mi promesa, mi último objetivo es aquel mocoso de tan solo 15 años de edad, creo.